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La huida

en Amor filial

Yo y Scherezade 9: La huida.

Capitulo anterior:

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Yo estaba en la más oscura de las desesperaciones. Ahora estaba a manos de un desalmando. Él, Scherezade y su hermana Shoali. Ahora en aquella lúgubre celda se quejaba amargamente de sus heridas de su inmediato destino. Torturado hasta la saciedad por el verdugo del califa. Sus esclavas violadas posiblemente a diario. No pudo reprimir lágrimas de desesperación. Estaba atrapado y no tenía ninguna posibilidad.

Intente dormir en el suelo encadenado. Lo tuve que hacer de frente, mi espalda estaba dolorida por las heridas del látigo. Ya muy entrada la noche se despertó. Había ruidos. Entonces sobre el ventanal apareció una cara familiar. Era Abdul, el antiguo discípulo de Henin.

  • Buenas noches Jeidenberg. – dijo con una sonrisa después de abrir la puerta- ¿Qué tal si nos vamos?
  • Oh gracias a Dios que has venido. Yo me veía ya muerto en manos del malnacido de tu jefe.
  • Exjefe. Digamos que presento mi carta de dimisión.
  • Y yo la mía. Por mi puede irse al infierno. Pero antes de irnos debemos recuperar a Scherezade.
  • No te preocupes esta unas celdas más allá.

Nos dirigimos a la celda tercera desde la puerta de salida. En el suelo estaba tumbado el verdugo con el cuello rajado. Era evidente que Abdul había acabado con él. Abrió la puerta y Scherezade con una gran alegría vino a abrazarme. Yo pegue un quejido de dolor al sentir sus manos en mi espalda.

  • Lo siento, mi amo. Lo siento.
  • Más lo siento yo por no haberte podido proteger. Pero ahora nos debemos marchar.
  • Pero. ¿Y mi hermana?
  • No te preocupes. Esta a las afueras de la ciudad con 4 caballos listos para marcharnos. Van. ¿Estás en condiciones de cabalgar?
  • Aunque se me caiga la piel a tiras cabalgare día y noche huyendo de esta maldita ciudad.
  • Pues no nos demoremos.

Salimos de las mazmorras y recorrimos sigilosamente las dependencias. Pero Abdul nos llevo por lugares del palacio que yo no conocía. Entonces se detuvo en una habitación. Entonces se detuvo y con la lámpara de aceite miro alrededor.

  • ¿Abdul te has perdido?
  • Cálmate y cállate. No podemos salir por la puerta delantera.
  • ¿Entonces?

Abdul presiono una lámpara de la pared hacia abajo. Y de repente lo que parecía una solida pared de piedra se giro dando lugar a un oscuro pasillo.

  • Incluso hasta el califa no conoce las salidas secretas de su palacio. Esta pasillo nos dará lugar a una caminata de 15 minutos que nos llevará a las afueras. Donde esta Shoali. Scherezade, lo siento. Pero este lugar esta infestados de ratas. Deberás aguantar porque es nuestra única salida.
  • No te preocupes Abdul. Después de lo que soporte ayer, unas ratas no me echarán atrás. Eso te lo garantizo.

Nos dispusimos a recorrer el oscuro pasadizo guiados por la tenue luz de la lámpara de aceite de Abdul. Tenía razón, el lugar estaba infestado de roedores. Scherezade pudo resistir aunque con cara de terror pero sin gritar. Tras el angustioso recorrido salimos por lo que parecía una de las alcantarillas de la ciudad. El olor era nauseabundo pero al fin logramos escapar.

Escondida tras un pequeño bosquecillo estaba shoali junto a 4 caballos. Soltamos las riendas y montamos en mitad de la noche. De esta forma, gracias a la oscuridad realizamos una loca cabalgada. Por lo que deducí íbamos en dirección sudeste. Practicamente no paramos hasta que los animales ya denotaban importantes signos de cansancio. El día amanecía y Abdul ordeno parar.

  • Bueno, debemos hacer una parada o sino nuestros animales no podrán continuar. Ya estamos suficientemente lejos y creo que podemos rebajar un poco el ritmo. Creo que a estas horas ya se habrán dado cuenta de que os habéis escapado. Así que tenemos unas 8 horas de ventaja. Es un buen comienzo pero es insuficiente. Seguiremos en dirección sudeste. A media tarde alcanzaremos un riachuelo. Sera un momento clave. Allí podemos quizás confundir a los rastreadores. Con suerte les daremos esquinazo.
  • Abdul, estoy preocupado. – comenté – creo que soy una pieza valiosa y ese malnacido no querrá soltarme.
  • Si ya lo sé. Tú arma. Me entere del altercado que tuviste en el acantilado. Eres un idiota. ¿Crees que no se enteraría?
  • Si tienes razón, fue una estupidez. Pero una estupidez que nos mantuvo vivos.
  • De acuerdo me he pasado. Pero de todas formas la razón fundamental eres tú- dijo Abdul mirando a Shoali. Esta agacho la cabeza con un claro sentimiento de culpa.- Pero de todas formas no te preocupes al final de la tarde alcanzaremos una zona rocosa, allí apenas dejaremos huellas. Entonces viraremos dirección sur. Luego 3 días mas tarde volveremos en dirección sureste.
  • ¿Sureste?. ¿Me puedes decir donde narices vamos?
  • Ya te dije que ya no trabajo para el califa. Soy un mercenario y ahora he sido contratado por un nuevo empleador.
  • ¿Quién?
  • El sultán de Al-Qahira.
  • ¿El Cairo? Pero, pero si eso está a más de 2.000 kilómetros de aquí. Es una locura, tardaremos meses. Nos atraparan.
  • No hace falta. Con tal de que alcancemos Bagdad los agentes del Sultán nos escoltarán hasta la frontera. ¿Recuerdas cuando estuvimos en Merv?
  • Si te fuiste y me dejaste solo en el viaje de vuelta.
  • Lo siento, era necesario. Conociendo al califa sabia que ibas a tener problemas y yo por mi parte estaba ya más que harto de él. No está a la altura de su padre ni de lejos. Fui a reunirme con emisarios del sultán y acorde con ellos que me iba a pasar a su bando. Adicionalmente les informe de ti.
  • Un momento. ¿Me has vendido a otro postor?
  • Tranquilízate, El-Jalali no es un imbécil como el califa. Trabajaras como hombre libre. En lo que tú quieras. Aunque agradecería que dirigieses un proyecto que tiene en mente.
  • ¿Qué es?
  • Quiere que seas director de Al-Azhar. Le informado que eres el más eminente científico de nuestro tiempo y te quiere para dar clases.
  • ¿Al-Azhar? No puede ser. Esto es increíble- dije de manera exultante.
  • ¿Van? Porque estás tan contento.- preguntó Scherezade
  • Scherezade, no sabes lo afortunados que somos si el sultán es sincero. Al-Azhar… Al-Azhar es la primera universidad del mundo. Es el mejor sitio donde podamos estar. Es el sitio más cercano a donde yo podría ser feliz. En un sitio lleno de tanta cultura. Allí están los legados históricos más importantes. Fui uno de los principales puntos de enseñanza de todos los tiempos.
  • Sabía que te gustaría. - Dijo con una sonrisa Abdul.- Bueno ahora dejemos de cháchara. Nos vamos. Y rezar todo lo que sepáis a Alá por que consigamos llegar a Bagdad sanos y salvos.
  • Pues adelante. – dije dándole a las riendas, animando a mi caballo a continuar.

El viaje fue duro pero pareció que el destino estaba de nuestra parte. Después de casi 15 días en que apenas comimos a base de unas pocas compras que hicimos en los pueblos que estaban en nuestra ruta. Aquella noche de manera extraña Scherezade se alegró porque le había bajado la regla. Aquella noche no me quiso decir a que venía ese jolgorio. Solo meses después me comento el porqué. En cierta forma hizo bien. Si lo hubiese sabido hubiese dado marcha atrás para matar al califa.

Al fin llegamos a Bagdad después de un mes de viaje. La suerte nos sonrió y conseguimos llegar a la capital del antiguo reino de los padres de Shoali y Scherezade. Ella no pudieron reprimir una gran alegría al ver su ciudad natal y me obligaron a ir con ellas ejerciendo ellas de cicerones.

Más de 100.000 trabajadores participaron en la construcción, que comenzó el 23 de julio del año 762 a. C. A lo largo de la ciudad se utilizó mármol para hacer los edificios, se construyeron muchos parques, jardines, villas y bellos paseos que daban a la ciudad un elegante acabado. La ciudad fue diseñada como un círculo alrededor de 2 kilómetros de diámetro, lo que se conocía como la "Ronda de ciudad". El diseño original mostraba un anillo de viviendas y estructuras comerciales a lo largo de la parte interior de los muros de la ciudad, pero la composición final añadió otro anillo, dentro de la primera. En el centro de la ciudad se situó la mezquita, así como el cuartel de la guardia. El diseño circular de la ciudad es una idea tradicional persa Sasánida. La antigua ciudad de Sasanian Gur es casi idéntica en su diseño circular, avenidas radiales y edificios del gobierno y templos en el centro de la ciudad.

Las cuatro puertas de la muralla que rodeaba Bagdad fueron llamadas en honor a ciudades y países. Como Kufa, Basora, Jurasan y Siria; los nombres corresponden con las salidas de los caminos a estos lugares. La distancia entre estas puertas era un poco más de dos kilómetros. Cada puerta tiene hojas dobles que se hicieron de hierro, eran tan pesadas que hacían falta varios hombres para abrirlas y cerrarlas. El muro era de aproximadamente 44 m de espesor en la base y unos 12 metros de espesor en la parte superior, y de unos 30 m de altura, incluyendo las almenas. Este muro estaba rodeado por otro impresionante muro de un espesor de 50 m. El segundo muro tenía torres coronadas por almenas redondeadas. Esta pared exterior se encontraba protegida por un sólido terraplén hecho de ladrillos y cal. Más allá de la pared exterior había un foso lleno de agua.

En el centro de Bagdad, en la plaza central estaba el Palacio de la puerta de oro. Fue la residencia del califa y de su familia. En la parte central del edificio había una cúpula verde de 49 m de altura. El palacio estaba cerca de otras mansiones y residencias de funcionarios. Cerca de la Puerta de Siria un edificio servía de cuartel a los guardias. Después de la muerte del califa Al-Mansur el palacio dejó de ser la residencia del califa y su familia, trasladándose al Palacio de la Eternidad, a orillas del Tigris. Bagdad conoció su auge en el reinado del califa Harun-al-Rasid , el cual, no obstante, sentía un profundo desagrado por la ciudad, a la que llamaba "la sauna", deplorando su calor sofocante y las polvaredas procedentes del desierto. Debido a ello trasladó su residencia a Raqqa, en el alto Eúfrates, dejando el gobierno del Califato en las hábiles manos de los barmacíes, que instalaron una corte paralela de gran esplendor cultural.

A media tarde nos citamos con unos desconocidos. Eran los agentes de El Cairo. Nos introdijeron en un piso franco. Un pequeño palacete de uno de los antiguos leales del sultán de Bagdad, padre de las hermanas. Al verse celebraron con gran alegría el ver a las antiguas hijas. El buen hombre se llamaba al Al-Masid. Era un burócrata del antiguo reino caído. Aún así pudo mantener las propiedades y cierto prestigio en la ciudad.

  • Bendito sea Ala al traeros de vuelta mis queridas ahijadas.
  • Muchas gracias Masid por mantenernos a refugio. ¿Cómo están las cosas por aquí?- dijo Scherezade
  • Pues son en cierta forma tristes. Bagdad ha perdido cierto esplendor que con tu padre tuvo. Ahora estamos sometidos a ese malnacido heredero suyo. ¿Cómo osa llamarse Califa? El no tiene ningún linaje del profeta. Es solo un tirano que está hundiendo el Islam.
  • Deberíamos hacer algo.
  • ¿Intentar rebelarnos quizás? No puede ser, nos tiene como en un puño de hierro. La economía del país se está ahogando. Es una pena mi querida Scherezade. Ojala Ala nos ayudase. Tú eres una digna heredera. Tu deberías ser nuestra gobernante, nuestra sultana.
  • Al-Masid ahora estoy bajo la protección del sultán de El Cairo. Intentaré interceder por nosotros.
  • El-Jalali es un hombre sabio y justo. El se siente amenazado por el califato de Samarcanda. Sus ansias expansionistas no parecen saciarse nunca. Es posible que por sus propios intereses le declare la guerra. Pero aún así no creo que sea tan misericordioso como para darte nuestro antiguo reino.
  • Pero. ¿Y si le prometemos soldados? Si libera Bagdad provéanosle de tropas para acabar de una vez por todas con ese cabrón. Podrías intentar captar la situación para ver si podemos organizar un reclutamiento de voluntarios.
  • Puedo intentarlo. La situación de nuestros conciudadanos es tan angustiosa que será visto como nuestra esperanza de librarnos del yugo.
  • Si Scherezade consigue la ayuda de El Cairo os informaré. – Comentó Abdul.
  • Bueno y preséntame a tu amigo.
  • Él es Van Heinsenberg. Es mi a… es mi amigo. Ha sido mi protector en la corte de Samarcanda.
  • Que Alá te bendiga. A partir de ahora eres como de la familia. Bueno os voy a enseñar las habitaciones de los invitados. Estableceros cómodamente

Al-Masid nos mostró las habitaciones. Por su parte Abdul volvió a reunirse con los egipcios. Al día siguiente nos íbamos inmediatamente y tenía que realizar los últimos preparativos del viaje y la escolta. Scherezade, Shoali compartieron habitación. Yo me establecí en la mía.

~ ~ ~ ~

Las hermanas se establecieron en una habitación con dos camas. Se desnudaron para acostarse pero Shoali tenía otros planes.

  • ¿Cómo estamos hermanita?
  • Bien, ¿Por qué lo dices?
  • Vamos. Ahora eres tú la que me quieres engañar. Se te ve en la cara. No estás a gusto. Se te ve infeliz. Y no sé por qué. Nos hemos librado del yugo del califa. Vamos camino de la libertad. Alegra esa cara.

Entonces Scherezade rompió a llorar. Ya no pudo reprimir la pose que había mantenido desde que huyerón. Todo el dolor y la amargura florecieron. Su hermana fue presurosa a abrazarla y acariciarla.

  • ¿Por favor amada hermana? Dímelo. Sé que te pasa algo. Lo noto. Has dejado de mirar con deseo a Van. Ahora lo miras con sentimiento de culpa. Como tratando de ocultar algo.
  • Es … es … -dijo entre hipos- por culpa del califa.
  • Olvida al califa. No entiendo porque lo sigues teniendo en la mente.
  • ¡Shoali! - le dijo abrazándola con fuerza.
  • Por favor cuéntalo. No te estás comportando como es habitual en ti. Ahora mismo estarías metiéndote en la cama con Van. Y durante el viaje no lo has hecho ni una sola vez. ¿Qué ha ocurrido con mi hermana? Aquella ninfómana que nos hacia el amor a mí y a nuestro amo todos los días sin parar.
  • No puedo
  • ¿No puedes? Un momento. Van parece rehuirte también. También tiene una mirada de culpabilidad cuando te mira. ¿Qué es lo que te ha hecho?
  • No ha sido él. Fue el califa.
  • ¿El califa? ¿Que se supone? Un momento … estuviste presa de él. ¡Maldito malnacido! ¡Hijo de perra! Te violó.
  • Él y cinco hombres más.
  • Vale, deja de llorar amada hermana. Ahora estoy aquí- cálmate- la hora del dolor ha terminado. Ahora llega una nueva mañana. Una nueva esperanza. Nos vengaremos de ese hijo de puta. Conseguiremos que el sultán de El Cairo le declare la guerra. No acabaremos hasta que veamos su cabeza clavada en una lanza. Pero ahora descansa. Tú me protegiste y me liberaste de mi antiguo dueño. Ahora seré yo la que te cuide. Tu hermana pequeña es la que te cuidará.
  • Sí, pero gracias a Van seguimos sanas y salvas y camino de la salvación. Y ahora, ahora no puedo ni consolarle. Fue torturado por el califa. Tengo miedo que me toque. Y a la vez deseo fervientemente sentir su tacto. Pero el miedo me atenaza.
  • Es normal. Después de la traumática experiencia que habéis vivido. Pero no te preocupes. Ahora yo te substituiré. Seré vuestra amante. Curaré vuestras heridas con mi cariño.

Entonces Shoali dirigió sus labios a las de su hermana. Esta no rechazo su caricia. Y entonces se besaron lentamente, con parsimonia. Con suavidad. Shoali recogió las lágrimas con su lengua y las bebió.

  • Fuera lagrimas. Esta noche comenzaremos la cura. Debes recuperarte para el amor. Y yo te ayudaré. Van es un buen hombre. Un gran hombre y no lo dejaremos solo. Permíteme hacerte gozar hermana.
  • Si hazlo por favor. Ayúdame cariño.

Se miraron fijamente a los ojos, Shoali decidió volver a probar aquellos deliciosos labios que hacía pocos meses empezó a probar, esa deliciosa carne que era carne de su carne. El roce produjo el ya típico estremecimiento que tanto les gustaba. Scherezade tenía los ojos cerrados disfrutando de ese dulce momento que le proporcionaba su pariente, de nuevo los abrió pera ver el dulce rostro de aquella hermana con la que jugó siendo pequeña. Ella se prendió de ella cuando la vio nacer. Y participó en la crianza. Sus labios se encontraron de nuevo. Esta vez de manera más intensa. Ahora Scherezade se veía a sí misma más relajada y empezaba a excitarse de esa situación pecaminosa. Ahora se vengaría del mundo cometiendo una de las más perversas lujurias. Era su dulce hermana su amante ahora no habría temor, sino cariño. Un cariño que se expresaría en piel sobre piel. Toma la iniciativa y fue la que busco el beso, ahora apasionado, arrebatador. Fue tan largo que tuvieron que parar para respirar.

  • ¡Vamos hermana! Llévame al cielo como te he enseñado.- dijo Scherezade.

Entonces cogió las manos de su hermana y los dirigió a su pecho. Shoali se deleito con la vista, el tacto, la calidez de los senos de Scherezade. Los besos no paraban y incluso no dudaban en darse suaves mordiscos a los labios inferiores.

  • Eres una preciosidad, hermana
  • Y tú también tienes un cuerpo que es una delicia a la vista, Shoali.

Ahora Shoali con su lengua empezó a recorrer desde la boca hasta el cuello. Allí se detuvo a relamer ese punto tan sensible que tenia debajo de la oreja. Scherezade empezaba a gemir. Continuo el recorrido hasta llegar a los senos. Allí se entretuvo con las aureolas, chupándolos con frenesí , incluso dándole unos suaves mordiscos. Scherezade se mordía los labios y dando sonoros jadeos.

Shoali siguió bajando en la superficie corporal de su hermana. Ahora con se lengua recorrió hasta el ombligo dándole toques con su sinhueso. Sus manos no estaban paradas y seguía acariciando los pechos de su hermana. Dándole unos delicados pellizcos a los pezones.

  • Vamos, Shoali. Tú también mereces placer. Hagámoslos a la vez.
  • Montamos.. como lo llamas. ¡Ah! Ya me acuerdo un 69. ¿Es así?
  • Si. Curiosa forma de llamarlo lo tiene Van. Una vez escribió el número en un papel y lo torció y entendí a que se refería. Es tan divertido.

Shoali se giro poniendo su entrepierna a la altura de la boca de Scherezade. Ahora sus bocas tenían una actividad frenética estimulando los clítoris de la otra. Las manos no paraban de realizar un movimiento de penetración sobre el coñito de la otra. No tardaron en aproximarse al climax.

  • ¡Sí! ¡Sí! Vamos ¡Sí! agghh… vamos cariño, eso es… si… asiii… no pares….aggghhh
  • ummmmmmm….aggghhhhh…. me voy….
  • Aaaagggggghhhhhhh

El estallido de placer colisiono en ambas en segundos de diferencia. Un estremecimiento las atravesó de parte en parte, haciéndolas delirar. Ahora trataron de rescatar algo de oxigeno mientras sus cuerpos dejaban de estar en tensión y pasar al relax. Se unieron en un tierno abrazo y la cabeza de Scherezade se tumbo sobre el pecho de su hermana. Allí se quedaron relajándose mientras la respiración volvía a su cauce.

Unieron sus labios, que aun estaban abiertos, tratando de alcanzar aire, ese había sido el orgasmo más intenso vivido por ambas. Fernanda abrazo a verónica, mientras esta se recostaba en su pecho, estuvieron así, hasta que sus respiraciones y sus pulsos se tranquilizaban. Verónica beso el pecho de Fernanda antes de decir:

  • ¡Guau! ¡Qué pasada! Lo que echaba de menos esto, Shoali. ¡Gracias!
  • De nada, aquí para servir.

Ambas rieron a carcajada limpia. Una vez más volvieron a besarse ahora de forma dulce y acariciándose mutuamente los rostros

  • Siempre juntas
  • Siempre juntas. Nunca nos separaran a partir de ahora. Nuestro destino que antes era negro ahora brilla como el sol. Nos amaremos y volveremos a reinar- dijo Scherezade.
  • Tú eres la mayor. Tú serás la sultana.
  • ¡Ay! Soñar es gratis, Shoali. Pero debemos hacerlo no por nosotras sino por nuestro pueblo. Pero una cosa te garantizo. Lo haremos juntas. Seremos ambas sultanas de Bagdad.
  • ¿Y quién será nuestro Sultán?
  • ¿Y lo preguntas?
  • Claro. Será Van.
  • Es el mejor candidato para gobernante que podamos tener. Aunque me temo que él nunca le ha gustado la idea. Es más el querrá que el gobierno lo llevemos nosotras.
  • ¡Bueno! Pero aún así puede ser nuestro sultán consorte. Como consejero ha sido muy eficaz en Samarcanda. No creo que no quiera hacer lo mismo en nuestro reino.
  • Piensa en lo que dices Shoali. En el cambio más radical que va a dar nuestras vidas y la de Van. Él en cierta forma sigue siendo nuestro amo. Aunque nunca nos ha tratado como tal.
  • Yo creo que nos liberará.
  • De eso puedes estar segura. Él nunca ha estado cómodo siendo dueño mío.
  • Si , por fin seremos libres en El Cairo. Ojala podamos llegar a ser reinas. Pero yo te digo una cosa. No quiero que cambie nada entre él y nosotras. Aún no me ha acostado con él. Y para él seguiré siendo su esclava de amor, su puta.
  • Si yo quiero seguir siéndolo también. Pero tenemos que sonsacarle para que se case con nosotras. Así será nuestro Sultán. Yo no quiero ningún pretendiente que no sea él. Y quiero que también sea tu pretendiente. No hay mejor persona en este mundo que él. Es un tesoro de hombre. Y no podemos perderlo.
  • No lo perderemos.
  • Él será nuestro y nosotras seguiremos siendo de él. Pero…pero hermana mía. Ahora no me siento capaz aún de acostarme con él. Aún el dolor de lo que viví en el palacio del califa es reciente.
  • Pues no te preocupes. Porque de eso me encargaré ahora yo. Tú descansa que yo te curaré. Y cuando estés segura volverás a amarlo en toda su plenitud.
  • Pero cariño él no ha querido acostarse aún contigo.
  • Si, de bueno se pasa.
  • Un momento, tengo una idea. ¿Y por qué no te metes en su cama esta noche de manera sigilosa?
  • Pero él se dará cuenta.
  • Míranos. Somos muy parecidas en nuestros cuerpos. Si lo haces a oscuras y no dices nada es posible que no note la diferencia.
  • Que malvada eres.- dijo Shoali con sorna.
  • Anda, no bromeo lo digo en serio. Van creo que es el mejor amante y quiero que lo tengamos juntas y no solo el reino.
  • Tengo un poco de miedo, pero quiero hacerlo. Quiero sentir su deseo y complacerle. Quiero gozar con él como tú lo has hecho.
  • Pues deberías hacerlo. Me siento un poco culpable de no poder darle calor. Ahora su vida va a dar otro vuelco y no poder abrazarle por la noche. Pero me siento insegura. Aún siento miedo después de lo que me paso.
  • Pues yo me siento capaz. Lo haré.
  • Adelante. Y que disfrutes de una gran noche, amada hermana.

Shoali salió de la habitación y recorrió el pasillo como una ardilla hasta entrar en la habitación donde dormía Van.

~ ~ ~ ~

Estaba un poco angustiado aún por el viaje. Ahora mis esclavas iban camino del exilio en un reino amigo y se estaba preparando una confabulación para acabar con el califa e intentar restituir el sultanato de Bagdad a Scherezade. Era evidente que su situación como esclavas mías ya era cuestión del pasado. De todas formas tras un mes durmiendo a la intemperie en el traslado por el desierto y en casa amiga después de escapar de la persecución de los hombres del califa era motivos más que suficientes para poder respirar momentáneamente tranquilo. Pero eso no era la situación real. Aún teníamos que llegar a las fronteras del sultanato de El Cairo. Así que aún no podía dormir.

Entonces note un ligero ruido. Era la puerta. Alguien de manera sutil entraba. Al principio me asuste. ¿Nos habrían descubierto, quizás? Pero luego me percate que la silueta era la de una mujer totalmente desnuda. Su forma me era familiar. Debía ser Scherezade. Así que ya más confiado la deje acercarse en la oscuridad. De forma sutil se introduzco en mi cama.

  • ¿Qué pajarito ha venido a visitarme? – dije en broma

Su respuesta fueron caricias y besos.

  • Veo que me echabas de menos. Yo también a ti. Aunque no estoy seguro de que quieras hacerlo. No lo hagas porque soy tu dueño. Ya no lo soy y quiero liberarte a ti y a tu hermana.

Al oír esas palabras se abalanzo sobre mi y los besos fueron penetrantes. Me estaba metiendo la lengua hasta la campanilla. Yo le respondí con igual pasión. Cuanto echaba de menos todo aquello. Pero parece que Scherezade me seguía queriendo.

  • Scherezade. Quiero pedirte una cosa. ¿Quieres casarte conmigo? Ya no te acostaras conmigo porque seas de mi propiedad. Quiero que estemos siempre juntos en todo, de marido a mujer.

Entonces ella se retiro un momento. Y desde la penumbra empezó a mirarme. En ese momento creí que me petición había caído en saco roto. Pero mis dudas se difuminaron al instante. Se volvió a abalanzar sobre mí, reanudando un ataque furibundo de pasión. De los besos en la boca paso a lamerme el cuello. Bajo a mis pezones.

  • Eso creo que lo puedo considerar un sí. Es maravilloso. ¿Pero por qué no lo dices?

La callada seguía siendo la respuesta. Pero hizo algo que estaba deseando desde hacía mucho tiempo. Siguió descendiendo hasta que sentí su lengua sobre mi pene. Lo estaba lamiendo casi al tacto. Recorriendo todo el tallo de arriba abajo.

  • ¡Oh! ¡Cielos! Cuanto tiempo he deseado volver a sentir tus caricias. Sigue cariño. No te atosigare con el matrimonio. Sigue por favor. Como tú sabes.

Entonces paso a usar sus labios y apretarme con esa ricura de boca en mi glande. Yo ya tenía el miembro a pleno rendimiento y le regalaba mis buenos jadeos. Pero notaba algo peculiar. No lo hacía con la impresionante técnica que había aprendido. Parecía una inexperta, apenas se la metía y su lengua no actuaba.

  • Vamos, Schere. Como tú sabes. Parece que has perdido práctica.

Entonces paro un momento y de pronto prosiguió con más ímpetu. Con más ganas. Intentaba ahora metérselo profundamente pero se notaba que no podía. Aquello me extraño un poco pero lo achaque a que estaba nerviosa. Así que decidí pasar un poco a la acción yo y me retire.

Aje con mi mano al sexo de mi compañera, acariciándolo y haciéndole cosquillas… mi amante parecía hacer esfuerzos por no gritar pero aún así abrió aún más las piernas y girando la cabeza para besarme. Su coño estaba ya rebosante de fluidos. Debía estar muy cachonda antes de venir a mi cuarto. Una gran noticia porque significaba de que me deseaba fervientemente. Volví a seguir reiterando sobre su clítoris mientras que con otra mano fue hacia su pecho a notar su calor y su preciosa curva. Ahora el pezón izquierdo y el clítoris recibían mis atenciones. Ella mientras tanto me daba sus caricias tan suaves, ese tacto tan maravilloso que recorría todo mi cuerpo y masajeaba mi pene con delicadeza. Ahora con mi mano izquierda abandone el pecho para penetrar con dos dedos el coñito de Scherezade. Estaba muy húmedo y caliente, ella reacciono con unos bonitos jadeos. Pero el tono era ligeramente distinto. Pero qué más da. Ahora no estaba para pensar.

-¡Mmmmh….! – fue más de lo que mi compañera, mi aliada, mi amante pudo aguantar en completo silencio, y un gemido de intenso placer se escapó de su garganta por más que intentó acallarlo. Aquel nuevo juego me fascinaba y sonreí un poco y doble los dedos que tenía en el interior de su Scherezade, ligera y lentamente… Luego otra vez adentro. Mi amante se retorcía en la cama y yo percibía que sus piernas temblaban, estaba claro que lo estaba pasando divino. Mi compañera estaba prácticamente en convulsión aunque trataba de refrenar los gritos de placer. No entendía su actitud. ¿Por qué no soltar libremente el gozo?

De esta forma, en pleno orgasmo de ella me coloque encima y embestí con fuerza. ¡Que placer! La maravillosa estrechez y calidez de su gruta invadieron mi pene. Era otra cosa peculiar. Estaba muy estrecho, en un momento me vino a la mente de que no era Scherezade. Su vagina no era así. Pero quite esos pensamientos de mi me mente. No me pude contener y el ansia de estar de nuevo en ella me incito a realizar un bombeo muy intenso.

  • ¡Vamos cariño! ¡Así! ¡Eso es!¡Córrete por papi!

Y de pronto volvió a estallar. Scherezade era multiorgásmica y se había venido 2 veces de manera prácticamente consecutiva. Mi orgullo se sentía henchido. Ella me abrazo con sus piernas y sus gemidos me espoleaban a darle aún más fuerte. Quería que mi amante, mi adorada Scherezade volviese a disfrutar del placer, quería redimirla de la humillación que sufrió hace poco. Pero ella seguía reteniendo los gritos de placer. Me despegue un poco y gire sus piernas hacia adelante. Entonces me tumbe ligeramente sobre ellas. En esa pose continúe mi cabalgada. Una y otra, y otra vez. No sé el tiempo que estuve sobre ella dándole gusto con mi polla. Pero su orgasmo hizo de nuevo aparición y mi estado de excitación era ya muy alto. Los espasmos de su vagina se comunicaron hacia mi pene. Apretándolo. No pude resistir más y mi pene empezó a eclosionar una gran corrida. Así de manera casi simultánea nos venimos los dos.

  • ¡Gracias Scherezade!¡Te necesito como el aire!¡Por favor quédate conmigo!

Allí en la penumbra casi pude notar que sus labios se abrían para decirme algo. Pero no lo hizo en este caso me hizo abrazarme sobre su pecho. Y de esta forma nos dormimos.

Un nuevo día hizo acto de presencia y los rayos de luz de sol empezaban a atravesar la ventana. Empecé a desperezarme y mis ojos se abrieron. Y entonces no le di importancia. Pero allí estaba Scherezade mirándome, de forma sonriente. Pero entonces note que un brazo estaba sobre mi pecho. Me gire y vi … ¡A Shoali! Un sentimiento de terror me invadió. Había traicionado a Scherezade. ¡Me había acostado con su hermana!

  • ¡Esto!¡No esto!... – las palabras no salían de mi boca - ¡Esto no es lo que parece!¡Yo! ¡No! ¡Schere!¡No!¡Te juro que no sabía que era ella!¡Creí que fuiste tú!

Mis gritos de terror hicieron despertar a Shoali. Ella fue hacia mí a besarme. Intente retirarme y ver como actuaba Schere. Pero su gesto no era de desprecio. Fue hacia mí y yo entre en pánico. Pero entonces… ¡Me beso!

  • ¡Buenos días mi amo!

Un golpe de confusión me entró. Mi cara debió parecerles graciosa porque empezaron a reírse de mí a carcajada limpia. Yo intentaba entender las risas

  • ¡Caíste! Sabía que no podías diferenciarnos en mitad de la noche.- dijo burlonamente Scherezade, pero no era risa con desprecio sino con cariño. Ahora las dos me acariciaban y me besaban.
  • Anda tontín – me dijo Shoali- deja de poner esa cara. Ardía en deseos de estar contigo y anoche me descubriste el placer del amor. Y ha sido lo más maravilloso de mi vida. Gracias mi amo por esa noche.
  • ¿Pero? Scherezade, lo siento. Yo no quería, no me di cuenta. No entiendo nada.
  • Ja jajaja . Venga que no te voy a reprochar nada. Es más te agradezco profundamente que hallas hecho tan feliz a mi hermana. Yo no me sentía segura de estar contigo pero veo que sigues siendo tan buen amante como siempre. Esta noche lo haremos los tres.

Yo mantuve silencio intentado asimilar todo el caudal de acontecimientos que acababa de ocurrir. Y mi cara de embobado debía ser un poema para las hermanas que no paraban de sonreír. Pero entonces hicieron algo aún más inesperado se besaron en la boca pero no como hermanas sino como amantes.

  • Van, cariño- dijo Schere- no te sientas culpable. No me has traicionado. Esto ha sido buscado desde hacía mucho tiempo. Yo y mi hermana nos hicimos amantes cuando la rescataste. Y ahora estaremos los tres juntos.
  • Scherezade, tengo una cosa más – dijo con una sonrisa Shoali
  • ¿El qué?
  • Van…quiere casarse contigo. Me lo pidió anoche.

Ella abrió los ojos de par en par y estos emitieron un brillo intenso. Entonces ella se arrodillo ante mí. Y me dijo:

  • Sí, quiero.
  • ¡Eh! Yo también quiero.

Entonces me arrodille ante Shoali y le dije:

  • Shoali. ¿Quieres casarte conmigo?
  • ¡Sí, quiero!
  • ¡Pues celebremos todo esto con un buen polvo a tres!

Pero entonces tocaron a la puerta. Yo me puse la bata y ellas se escondieron en la cama. Abrí la puerta. Era Abdul.

  • Nos tenemos que ir inmediatamente. Agentes de Egipto han visto a hombres que llegaban de Samarcanda. Ya han notificado al fuerte que estamos en búsqueda y captura. Nos vamos inmediatamente. Los hombres del sultán nos esperan abajo. No hay demora.
  • ¡Vale!¡Vale! Déjame que me vista. Tardo 15 minutos.
  • 15 minutos

Cerré la puerta.

  • Lo siento chicas. Califatus interruptus.

Ellas rieron mi gracia aunque con un cierto temor ante la nueva. Rápidamente fueron a su habitación. Teníamos un viaje de un mes por delante.

(Continuará)

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