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La usurpadora (8) Romance en Baviera

en Amor filial

Un romance en Baviera

 La relación con mi madrastra evolucionaba progresivamente a una cosa distinta a la que yo inicialmente pensé hacia ella. Ella a la que yo había nombrado en mi fuero interno bajo el despectivo titulo de la usurpadora. Ella a la que había arrebatado a su esposo, mi padre, mediante el más horrendo de los tabúes como es el parricidio. Ella a la que había convertido en mi cómplice para pervertir y someter a su propia hermana a nuestros oscuros caprichos. Ella misma , Nadia, mi madrastra. La misma persona estaba al mismo tiempo dulcificando mi carácter, como apagando los rescoldos del fuego de la venganza. Nuestro sexo seguía siendo duro, salvaje eso no lo voy a negar. Pero ya no era un asunto de mis caprichos y mi lujuria. Ya era un asunto que disfrutábamos plenamente los dos. Y además a pesar de la dureza de nuestros actos con claros atisbos de sumisión por su parte ya iban mezclándose poco a poco con unas buenas dosis de afecto, de ternura y mimos que disfrutaba yo también en proporcionarle.

 Era como una batalla entre un ángel Nadia y un demonio. Y el demonio estuviese empezando a perder. Mi corazón empezaba a reconocer que el afecto de mi madrastra era sincero, que no había ni pizca de maldad en su actuar. Que mis ansias de venganza contra ella era fruto de mi ceguera. Los cuernos y la traición que realizo mi padre a mi madre fueron una y exclusivamente su culpa y su segunda esposa no estaba involucrada en nada.

 Empezaba a arrepentirme de toda la vorágine de destrucción que había provocado desde hacía casi un año. En realidad había sido un cobarde. Solo hubiera bastado esperar un año más y marcharme a una universidad extranjera. Y de esta forma no habría tenido que soportar a aquel miserable. Una vez terminados mis estudios y con toda la información que tenía le hubiese podido haber devuelto el favor publicando por Internet todos sus chanchullos. Pero eso era insuficiente para mi, sabia que tenia a la prensa , la fiscalía y la judicatura en su bolsillo. Intentar llevar mi caso y me hubiese estrellado contra un muro al igual que le paso a mi madre con mi custodia. Pero no tenía que haber involucrado a otras personas. A lo hecho pecho y en cierta forma mi nueva relación completamente anti natural con mi madrastra era algo francamente satisfactorio aunque una locura para sobrelleva

Y allí me encontraba. Levantándome a primera hora de la mañana y metiendo mi cabeza entre las piernas de mi madrastra. Nadia estaba aún media adormilada pero mis caricias estaban realizando el efecto esperado digno del mejor de los cafés.

Yo – Buenos días, Nadia. Aquí , que me apetecía desayunar un poco de miel.

Nadia – Buenos días cariño. Yo te la daré . Que gustito es empezar así el día. Sigue por favor.

El sexo de mi madrastra estaba empezando a mojarse gracias a mi tratamiento. Gracias a los pocos meses que llevaba con ella estaba aprendiendo a pasos agigantados a como volverla loca. Mi lengua se deslizaba entre los pliegues de los labios de sexo para recorrerlos sin dejar ningún centímetro sin revisar. Mi lengua golosa estaba dándose un atracón que siguió sus pasos introduciéndose en su ardiente vagina. Aquella era la entrada del paraíso en la que tantas veces habíamos alcanzado el nirvana como si fuésemos iniciados en el Zen. Pero su temperatura debería ser el infierno ya que desprendía un calor maravilloso que achicharraba mi apéndice.

Cuando le practico el sexo oral a una mujer es un ingrediente fundamental tener la mirada fijada en su rostro. Esa comunicación no verbal aumenta muchísimo la excitación en ellas ya que así das cuenta del interés y la pasión con que te dediques al arte de darle placer. Pero por supuesto eso también tiene su reflexión. Ya no solo para percibir la evolución de sus sensaciones y asegurarte de su disfrute. Sino del propio hecho del placer a nivel psicológico que te proporciona ver que de que estas conduciendo a tu pareja a la dulce “muerte”. Cuando sus gemidos se convierten en una dulce melodía celestial. Cuando su mirada se cruza con la tuya y a duras penas puede mantenerla ya que las sensaciones de gozo la descontrolan. Ver como su espalda se dobla intentando a duras penas mantenerse erguida y teniendo que sujetar sus caderas para que tu presa no se escape. Es una sensación de virilidad, de poder, esa sensación de estar dando tanto placer a esa mujer que se descontrola su cuerpo en la cama mientras grita tu nombre como si fuese tu fan.

Su orgasmo esta a punto de caramelo y succioné su más que visible clítoris mientras ella se revolcaba. Mis dedos exploraban su ardiente cueva que era un riachuelo de sus flujos. Ya no pudo más y ese cuerpo alargado empezó a convulsionar regandome con su preciado liquido en mi boca.

Deje a mi madrastra recuperarse de un clímax bastante intenso. Aquella mañana habíamos invertido el despertador y había sido yo la que la levantaba a ella. Era una forma de pago porque aquella tarde iba a dejarla sola para acompañar a Sabina. No era lo habitual que hacíamos, sino que ella era la que me hacia las mamadas a mi. Era algo justo a pesar de que era un poco contrario a nuestro pacto. De todas formas así me autoconvencía a mi mismo de que la compensaba por otro asunto que no le había confesado y que no me atrevía a reconocérselo. Su sobrina estaba coladita por mis huesos. Era una cosa ya más que evidente. Y yo estaba hecho un lío. Por nada del mundo quería dejar la nueva relación que había en torno a mi madrastra. Pero por mi prima, por ella sentía algo especial. No era de las misma características que lo de Nadia. Eso lo tenía claro. Con Nadia era sexo, puro, duro, salvaje, dominante y posesivo por mi parte. ¿Pero como iba a encajar eso con lo que empezaba a anidar en mi corazón con respecto a Sabina? No terminaba de verlo. Y encima mi tía estaba a punto de complicar aún más las cosas.

Deje que mi madrastra se recuperará de su orgasmo mientras me fui a desayunar. Esta vez de verdad. Tras unos minutos se acerco a la cocina mi madrastra aún desmadejada y aún con su sexo brillante. Abrió sus piernas y miro como refulgía resultado de sus fluidos y mi saliva.

Nadia – Me has puesto a tono esta mañana.

Yo – Lo has disfrutado ¿Eh?

Nadia me vino a darme un piquito a modo de respuesta.

Nadia – Y tanto. Que me gustaría que ocurriese todas las mañanas.

Yo - ¡Eh! No te pases de lista.

Nadia – Tranquilo que no estoy pensando solo en ti. Si sale todo bien voy a tener a Abigail limpiándome los bajos. Para eso es para lo que la voy a dedicar.

No pude evitar darme una buena risotada que ella compartió a mandíbula batiente. Esos planes aunque iban a darme más quebraderos de cabeza iba a darle más pimienta a mi vida. La cuestión es que si encima se enterasen de que iba a tener de pareja sentimental a la hija de esta no era descabellado que me quisiesen capar las dos. Para Abigail era la niña de sus ojos. Mientras yo intentaba asimilar esos angustiosos pensamientos deglutía una tostada con aceite de oliva.

Nadia - ¡Alfredo! ¡Haz el favor de masticar!

Definitivamente mi vida era un caos.

Yo – Madre , esta tarde voy a ir a recoger a Sabina a su casa.

Nadia – Si, ya lo recuerdo. Voy a ir contigo

Yo - ¿Que?

Nadia – Voy a acompañarte hasta la casa de mi hermana. Luego te puedes marchar al centro comercial.

Yo - ¡Ah! Vale

Nadia – Por cierto , ¿Vas a dejar a tu sierva derritiéndose antes de dejarme con tu prima? - me dijo poniendo cara de niña mala relamiéndose los labios tras recoger un poco de su jugo que había entre sus piernas.

Yo – Sería una grave irresponsabilidad por mi parte hacer eso. ¿Te imaginas la catástrofe? Tengo que apagar tu incendio antes de que se produzca un síndrome de China como los que ocurrieron en Chernobil o en Fukushima.

Nadia – Toma fuerzas, mi valiente bombero. Las vas a necesitar. Voy a dejar tu manguera seca.

Ahora que recuerdo aquellos momentos, era como si nuestros caracteres se empezasen a intercambiar. Lo que le ocurría a ella , no era más que el resultado de mis perversiones. Fruto de mi más que estudiado plan para corromper el espíritu de una madre y convertirla en la más ardiente de las putas. Pero ¿Que me estaba pasando a mi? ¿Que había ocurrido con mi ira, con mi rabia, con mi dolor? Era como si estuviesen desapareciendo y ya quedase como rescoldos otra cosa. ¿Amor? No de un hijo a una madre, eso por supuesto.

Aquel día no tenía las urgencias, la necesidad de tomarla de otros días. Por eso fui extremadamente exquisito en acariciarla. En llenarla de dulces besos. Pero no de besos angustiosos de meterle la lengua hasta la campanilla, sino tranquilos en los que las lenguas se humedecen y bailan como en un vals al son de los acordes del Danubio azul de Johann Strauss. En el que nuestro cuerpos giraban uno junto al otro como si estuviéramos en pleno Tango en el Mar de la Plata. Mi lengua y mi boca se deleitaba con aquel postre que era su cuerpo. Su cuello , su orejas. Esos pechos que pedían a gritos ser palpados. Unos pezones que se erguían como banderas mostrando la excitación de su dueña. Esas protuberancias exigían recibir las más elegantes cortesías. Y un sexo que no podía dejar de ser ignorado buscando sus debilidades para llevar a la gloria a su portadora.

Cuando se sometió a mi le prometí que iba a rellenarle su sexo abundantemente con mi esperma. Como un acto de conquista y mancillar al que había estado allí con anterioridad. Después de 4 meses ya no era una prioridad. Y deseaba disfrutar de la otra variante, de verla gozar. De ver como se convulsionaba con sus orgasmos. Uno , tras otro, tras otro, tras otro. Ahora cada vez que cantaba sus clímax era una victoria para mi autoestima.

Lo que no sé es como pude aguantar tanto. Cierto que le eche tres polvos aquella mañana. Pero tan poco habituado a resistir mis sensaciones era algo nuevo para mi. Supongo que fue el deseo de ver su cara de felicidad. Ya con nuestros cuerpos saciados ella me tomo con sus manos por la cara y vi sus ojos que casi lloraban de felicidad. Me tumbe junto a ella para recibir su beso mientras me rodeaba con sus piernas. Si en los meses anteriores había disfrutado de orgasmos portentosos que me habían hecho estremecer de arriba a abajo, estos me habían echo vibrar el corazón.

Nadia - ¡Ha sido … Ha sido precioso!

Yo – Si, maravilloso.

Nadia – Alfredo, no me has tomado. Me has hecho el amor. ¿Lo sabes?

Yo – Lo sé. ¿Te ha gustado?

Nadia – Te lo agradezco de corazón. Lo necesitaba de verdad. Esa ternura. Ese cariño que me has dado. Por favor, házmelo más veces.

Yo – Cuenta conmigo.

Nadia – No te lo vas a creer . Pero follar llevo follando mucho años. Pero hace tanto que no me hacen el amor. Desde que tenía novios en el instituto.

Aquellas palabras me llevaron inmediatamente a tener la imagen de Sabina en mi cabeza.

Nadia – Vamos a almorzar. Luego nos iremos a ver a tu tía y tu prima.

Yo – Pues será cosa de darnos una ducha y almorzar. ¿No te parece?

Nos dirigimos al nuevo domicilio de Abigail. Su delicada situación económica le había obligado a abandonar aquella lujosa residencia de las afueras y desplazarse a un piso de una zona de clase media en el centro de la ciudad. Al llegar mi tía se sentía algo cohibida al mostrar el cambio radical en la humildad de su vivienda comparada con la habitual que estaban habituadas las hermanas. Yo por mi parte no alegaba nada sobre el particular, era un lugar coqueto y acogedor. Mi prima estaba allí esperándome y no daba muestras de la más mínima señal de vergüenza al respecto. Ni falta que hacía. Un apartamento de dos habitaciones y un cuarto de baño, más una cocina. Hicimos el típico recorrido mostrando todas las habitaciones. Una morada con la decoración habitual de las que viven mujeres solas. Sabina me mostró con entusiasmo su dormitorio con una cama pequeña , su armario, su mesa de estudio, coqueta, espejo para retocarse. Había muchos motivos relativos a grupos pop de los que era seguidora. Daba la sensación de estar aún en la transición de la adolescencia a la edad adulta a pesar de haber cumplido la mayoría de edad hacía unos días.

Yo - ¿Te apetece que nos vayamos?

Sabina -. Una idea estupenda.

Salimos de la habitación y vimos como nuestras madres conversaban tranquilamente en la mesa de la salita de estar. Se les veía relajadas aunque cuando vio que Sabina me tomaba de la mano para salir mi madrastra me miro de arriba a abajo. Sentí como si mi alma estuviera desnuda en ese instante.

Sabina – Mami, me voy con Alfredo.

Abigaíl – Ok . No vengas muy tarde. Y ten cuidado.

Sabina – Voy con Alfredo. Estate tranquila. Y además ya no soy una niña.

Abigaíl – Para mí siempre serás la niña de mis ojos.

Cerramos la puerta y bajamos. Decidí que íbamos a ir en transporte público. Llevarla con nuestro coche y chófer le podría generar alguna incomodidad. De todas formas el coche debería usarlo mi madre para volver.

Fuimos a una heladería y la invité. Nos sentamos en una mesa y los degustamos tranquilamente. Por desgracia los primeros minutos fueron de silencio incomodo como si quisiéramos ser muy cuidadosos con lo que queríamos decir. Al final me animé.

Yo – Sabina. He visto las notas en el tablón. Sobresaliente de nuevo. Felicidades.

Sabina – Gracias. Las tuyas son también muy buenas. Aunque no tanto como las mías tienes que ponerte las pilas.

Yo - ¿Que pasa? ¿Acaso quieres iniciar un competencia conmigo?

Sabina – No , cariño.

Aún tenía que adaptarme a que mi prima me dedicase ese tipo de palabras. El oírlas me producían una sensación de confusión. Me gustaba oírlas pero a la vez tenía la percepción de que toda mi vida había entrado en un circuito de formula uno.

Sabina – El año pasado tus calificaciones eran tan buenas como las mías. No sé que te ha pasado. Recuerda que estamos a punto de entrar en la universidad y es un momento crítico en nuestros estudios. Deberías concentrarte.

Yo – Es debido a que tengo que echarle un ojo a los negocios de mi padre- le mentí

En realidad apenas tenía que dedicarme a eso. El consejo de administración prácticamente hacía todo el trabajo. Pero evidentemente no podía confesarle a mi prima que mi vida sexual con su tía se había convertido en un tornado que arrasaba con todo. Ocupando mucho de mi tiempo.

Yo – A todo esto. ¿Cuales son tus planes para el año que viene?

Sabina - ¿Planes? - me respondió encogiéndose de hombros – supongo que debería buscar un empleo. Aunque con tanto paro que hay, vete a saber.

Yo – ¡No me digas eso! Deberías ir a la universidad. Tú lo vales.

Sabina – Ya no puedo primo. Mi madre no se lo puede permitir.

Yo – Parece que no te lo han contado

Sabina - ¿El qué?

Yo – Voy a arreglar ese problema. Primero voy a contratar a tu madre como secretaria. Tranquila, le asignaré un sueldo más que suficiente. Y segundo, voy a financiar tus estudios. Dime ¿Que quieres estudiar?

Sabina. Se quedo con la boca abierta. Dejo caer el suelo su cucurucho y me dio un abrazo fuerte con el que se me cayo el mio. Fue en busca de mi boca para darme otro beso apasionado.

Sabina - ¡Ay! Mi amor. No te entiendo. No entiendo por que haces tanto por mi. Apenas somos familia.

Yo – Bueno , lo hago por besos como este – le dije con un guiño – Y también porque estoy asquerosamente forrado. ¿Que mejor que invertir mi dinero en tus estudios? Contesta a mi pregunta. ¿Que quieres estudiar?

Sabina – Pues ya casi lo había quitado de mi mente. No sé. Desde niña siempre quise ser médica.

Yo – ¿Le apetece a la doctora Sabina ir al cine? - le bromeé

Sabina – Vayamos, hombre de negocios.

La verdad es que la película fue un rollo. Y a duras penas pude aguantar la cara de aburrimiento. De vez en cuando le miraba a ella la cual entre la penumbra me la devolvía con un refulgor como si fueran de dos estrellas. Salimos y cogimos de nuevo el autobús urbano para dejarla en su casa. Como un caballero la deje en la entrada de su domicilio, sana y salva también de mi lujuria. Tome un taxi y regresé a mi mansión en donde me pude desfogar con mi madrastra. Por la noche ya no tuve tantas florituras en hacer uso de su cuerpo.

~ ~ ~ ~

Era la mañana del Domingo de Resurrección. El avión había aterrizado en la terminal internacional del aeropuerto Franz Josef Straus. Sabina y yo esperamos pacientemente a que salieran nuestras maletas y abandonamos la terminal 1. A la salida había un cartel portado por una joven arreglada de forma muy formal aunque con un vestido ligeramente despampanante. El cartel titulaba “Señor Sanchez”. Un cartel en castellano en pleno aeropuerto alemán era claramente señal de que se trataba de mi. Nos acercamos y me dirigí a ella.

- Guten Tag. Soy el señor Sanchez

- Buenas tardes señor Sanchez. ¿Hablá usted alemán?

- Ein bisschen.

- Gut! Sie sprechen gut Deutsch. Soy la señorita Corinna. He sido nombrada vuestra asistenta para lo que preciséis. Si no les importa deberíamos dirigirnos inmediatamente al Hotel. Los señores Eusebio y Fernando me han comunicado que han fijado una reunión para las 16 horas.

- No se me comunicó.

- Disculpe señor Sanchez. Pero el consejo de administración prefiere ultimar los últimos detalles de la reunión de mañana con la Bayer. Por cierto, aunque la reunión será en inglés que según tengo entendido maneja con soltura será un detalle por su parte dedicar unas palabras en su idioma.

Sabina nos miro con cara de circunstancias ante las inesperadas noticias. No formaba parte de nuestros planes.

- Ningún problema tengo nivel B1 por el instituto Goethe. Creo que podre. Lo que ocurre es que voy a dejar a mi prima sola esta tarde y mañana. Es algo que me incomoda. Fernando me garantizó de solo tendría que aparecer para firmar.

- Lo siento señor Sanchez. De todas formas acompañaré a la señorita Sabina esta tarde y mañana. Le mostraré la ciudad.

- ¡Vaya! Era algo que quería disfrutar con ella. - dije con pesar.

- No te preocupes Alfredo. Ya me entretendré. - me consoló mi prima – Lo primero son las obligaciones.

A pesar de sus palabras su rostro denotaba una clara decepción. La cual era compartido por mi. Tenía que haber sospechado que este tipo de cosas podría pasar. Seguimos a Corinna y tomamos un Taxi al centro de la ciudad. Bajamos en el hotel Königin Karolina. Era un 5 estrellas. El hall estaba decorado con todo los ornamentos para una estancia a todo lujo. Corinna pareció alejarse y me dirigí a la recepción.

- Sabina. Por favor pasame tus documentos.

- Toma Alfredo.

- Guten Tag. Ich bin Herr Alfredo Sanchez und sie ist Frau Sabina. Wir wünschen bitte den Schlüssel für uns Dopplezimmer. Hier sind die Papiere.

Sabina me miraba alucinada al escucharme.

- Danke. Hier ist Der. Euer Zimmer ist einhundertachtundzwainzig.

- Danke sehn.

- Bitte.

Recibí y la llave y pude ver la boca abierta de mi prima. En ese momento regreso Corinna.

Sabina - ¿Pero? ¿Como sabes tanto alemán?

Yo - Eso fue cosa de mi padre. He estado aprendiendo idiomas en clases particulares en los últimos años. Consideró que me iba a resultar útil para situaciones como esta.

Corinna – ¿Ya has pedido la habitación? - preguntó sorprendida

Yo – Quería ir adelantando. Si la reunión es dentro de hora y media hay que acelerar. Yo no se vosotras, pero tengo un hambre de mil demonios. Por cierto, nos han dan la habitación 128.

Corinna – Eso está en la primera planta. ¿Que vais a estar en la misma habitación?

Yo – Si

No hacia falta ser psicólogo para leer lo que pensaba aquella mujer por las reacciones de su rostro al comunicarle nuestras intenciones. Aún así no pensé que una asistente de la empresa con sede en Munich iba a comunicarle algo a mi madrastra.

Corinna – El buffet lo tenéis ahí a mano izquierda. El hotel nos ha cedido la sala de reuniones y Fernando te espera en ella a las 4. No faltes. La reunión con los de la Bayer será en la misma sala mañana a las 11 de la mañana. El señor Eusebio ha insistido en que le comunique la enorme importancia de la puntualidad. Señorita Sabina, tal como le he comunicado antes no tenemos ni idea de cuanto durará la reunión de esta tarde así que iré a recogerla a las 4 y media en su habitación.

Sabina – Le esperaré.

Me sentí un poco irritado con que me tratasen como a un niño chico. De todas formas era irremediable, me debería ganar el respeto del consejo. Pero era algo sobre lo que tomaría cartas en el asunto en esa tarde. Sabina y yo nos dirigimos a nuestra habitación. Era algo que había planificado pero aquella habitación era la suite luna de miel. Era una sorpresa que le quería dedicar a mi prima. Una habitación enormemente espaciosa. Con una cama enorme y decorada con motivos románticos. También el cuarto de baño era extraordinariamente amplio. Como detalle el hotel nos había dejado una bandeja con dos copas de Champagne francés recién servido y su correspondiente botella. Era una autentica lástima pero por desgracia no iba a poder disfrutar del caldo. No era cuestión de bajar borracho a ver a mis socios. La cara de Sabina era un poema de la sorpresas que se estaba llevando.

Sabina – ¿Una sola cama?

Yo – Si, así la solicité. ¿Me he equivocado? Si lo consideras oportuno bajo abajo y pido otra habitación.

Sabina – No , no . Para nada. Esta es perfecta.

Yo – Mira, nos han dejado Champagne y todo. Estos alemanes tan eficientes. Toma la copa. Por desgracia vamos a tener que meter en la nevera la botella. ¡Que lastima! Venga. Brindemos. Por nosotros.

Sabina – Por nosotros. Por que pasemos unas vacaciones estupendas.

Yo – Chinchin

Sabina – Chinchin

Nos bebimos aquella bebida. A Sabina no le agradó mucho. Supongo que era su primera vez que bebía aquello.

Yo – A ver si es verdad. Por que ha sido la primera en la frente. De vacaciones poco por ahora.

Sabina – Es verdad. ¡Que pena! - dijo Sabina tirándose sobre la cama.

Yo – Venga. Deshagamos las maletas y vayamos a comer.

Sabina- Cierto. Me suenan las tripas de tantas horas entre el avión y aeropuertos. ¿Por cierto cuantos idioma hablas?

Yo – Domino el inglés y sé algo de alemán , ruso , chino y japonés.

Sabina - ¡Jo! Increíble. Tengo un primo poliglota y yo sin saberlo.

Yo – Son solo negocios.

Sabina – Eso ha sonado a El padrino.

Yo – ¡Tonta! - le lance mi camisa a la cara mientras ella se reía a carcajada limpiaba

Sabina – Mi primo le va a hacer a la Bayer una oferta que no podrán rechazar.

Yo – Les mandaré una cabeza de caballo.

Me lance sobre ella para hacerle cosquillas. A pesar de los momentos de responsabilidad que tenía a la vista no nos iban a arruinar las vacaciones que tanto tiempo había planeado. Después de un rato de jolgorio nos dispusimos a bajar al restaurante donde dimos buenas cuenta de todo lo que estaba disponible. La pensión completa había que utilizarla y aunque los platos no eran los habituales a los que estábamos acostumbrados. Aún así la selección de canapés era una delicia.

Me despedí de Sabina y me dirigí a la sala de reuniones. Fernando y nuestro socio Eusebio parecían esperarme a pesar de que había llegado en punto.

- Buenas tardes , señores. Veamos lo que nos tenemos entre manos.

La sala de reuniones estaba estructura como habitualmente se colocan en estas situaciones. Con una mesa alargada.

- En la reunión nuestro lado será este. El de los alemanes enfrente. Tú butaca será está.

Fernando me indicó la tercera silla. Pero no era la central, la que se suponía que debería corresponder a la presidencia de mi holding. Aquello empezaba a colmar mi paciencia. Respiré hondo y aún así me coloqué en la butaca central con una cierta cara de incredulidad por parte de mis compañeros.

- Con el debido respeto Fernando. No tengo ninguna duda sobre tu capacidad. Pero por lo que tengo entendido en los contratos. ¿Quien firmará como presidente?

- Usted, señor Sanchez.

- ¿Pues entonces no te parece correcto que sigamos adecuadamente el protocolo y yo me siente aquí?

- Entendido, señor Sanchez.

Aquello había sido una patética lucha por la supremacía de machos alfa. Por desgracia fue necesario ya que era hora de empezar a hacerme respetar. Bajo ningún concepto iba a permitir que me ningunearan y no estar al tanto de las operaciones del holding que había heredado. A lo largo de la historia ha sido muy habitual que los grandes imperios conquistados por los abuelos fueran echados a perder por la holgazanería de los nietos. Ni que decir tiene que me faltaba mucho por aprender pero el hecho de que supiesen de que no había un vacío de poder presidencial evitaría que mis subordinados se descuidasen en sus obligaciones. Eso fue por el que aunque aunque Fernando y Eusebio tenían planeado para mi una reunión en el que me querían instruir en asuntos puramente protocolarios. Yo aparte desvié el tema para que me informarán con todo lujo de detalles sobre el contrato. Inicialmente reaccionaron de bastante mala gana a todas mis preguntas sobre si había sido la mejor oferta, si las expectativas de ventas eran razonables, toda una panoplia de detalles legales. La reunión fue por momentos tensa y agobiante. Pero los informes previos que me proporcionaron me convencieron de que hacíamos un buen negocio. Quizás en los momentos económicamente conflictivos que vive el mundo incitan a la prudencia, algo contrario al carácter arriesgado innato en mi. Pero conociendo lo que le había pasado a mi tía me hizo poner pies en polvorosa. De todas formas la reunión fue muy fructífera porque en realidad ellos me vieron con otros ojos. Como alguien interesado en la empresa y no como un simple niñato que los iba a parasitar. Terminamos a las 11 de la noche, realmente tarde. Mucho más de lo que inicialmente teníamos previsto, pero nos chocamos las manos en señal de respeto. A partir de entonces el consejo empezó a contar conmigo de forma más seria. Por desgracia todo tiene un coste, incluido el respeto, y eso implicaba dedicarle más tiempo a la empresa de mi padre.

Agotado me dirigí a mi habitación y me la encontré plácidamente dormida a Sabina. No quise despertarla y sigilosamente me dormí en el otro lado de la cama. Maldecí un poco mi mala suerte. Estaba tirando por la borda las vacaciones con ella. El primer día y apenas pude estar con ella. Tenía que compensarla una vez que terminase el asunto con la Bayer.

Amanecía y echaba de menos que mi madrastra me levantase con una de sus jugosas mamadas. Mi pene estaba en plena erección y a mi lado yacía otra mujer. Mi prima, estaba tumbada a mi lado permitiéndome deleitarme con sus lindas pecas, su cabello rojizo enredándose. No era como lo de mi madrastra pero algo muy grato. Observarla, plácidamente como respiraba , su rostro juvenil. Era muy hermosa, eso era indudable. Tenía apenas tetas pero su atractivo más sereno era el resultado de algo muy distinto a lo que sentía por Nadia. Mi corazón latía lentamente y pero con intensidad. En ese momento me percaté. Me estaba enamorando de mi prima no carnal. Al fin abrió los ojos y pude ver esas joyas de color miel que me hicieron suspirar. Sabina me miro fijamente y me sonrió y entonces sentí que mi alma desfallecía. Acerco sus labios a los míos y me dio un dulce beso. Yo se lo devolví y creí estar en el cielo con un ángel a mi lado. Estaba perdiendo la razón y el corazón por ella.

Sabina – Buenos días, precioso.

Yo – Buenos días, cariño. Perdoname.

Sabina - ¿Por?

Yo – Por lo de ayer. No era la idea que tenía para nosotros.

Sabina – Lo entiendo mi amor. Pero aún así no tienes que disculparte. Lo pasé muy bien con Corinna. Es una chica muy atenta. Me mostró los lugares típicos. Es una gran guía.

Yo – Me alegro. Pero aún no he terminado. Como ya te avisé esta mañana es la firma. Pero eso si pienso compensarte por dejarte tanto tiempo sola. Corinna tendrá que asistir a la reunión.

Sabina – Jo, que rollo.

Yo – Y que lo digas. Pero eso si. A partir de esta tarde soy tuyo al ciento por ciento.

Sabina – ¿ Me lo prometes?

Alce la mano como si fuese a realizar un juramento.

Yo – Prometido

Sabina – Será mejor que desayunemos. ¿No te parece?

Yo – Si pero esta vez, prefiero no bajar al buffet. ¿Que tal si llamas al servicio de habitaciones?

Sabina – Cierto, aquí estamos muy bien ahora.

Nos duchamos por turnos. Sabina disfruto mucho ayudándome con el afeitado y para colocarme la corbata. Parecíamos una pareja con complicidad digna de unos recién casados. Y aquel viaje recordaba a una luna de miel sino fuera por el incordio de los dos primeros días. Nos llego el desayuno y lo disfrutamos entre bromas.

Al fin llego la hora prevista y me despedí con un beso de Sabina y baje a la planta baja. Mis socios me esperaban con un cierto nerviosismo. Era bastante lo que nos jugábamos aunque yo me sentía tranquilo. En cierta manera aquella ya era una pura formalidad. La sala se abrió y Corinna inicio las presentaciones.

- Good morning ladies and gentlemen. This is Mr. Schäubel from Bayer Corporation and this is Mr. Alfredo Sanchez from Sanchez Limited Holding. Please take your seats. Sanchez Limited to the left and Bayer to the right. Thank you.

El acto fue tedioso. Aunque no fue una negociación en si los abogados de cada una de las partes estuvieron casi dos horas leyendo cada uno de los puntos del contrato. Hice de tripas corazón y aguante todo aquello lo mejor que pude poniendo una sonrisa profiden. Al final toda aquella tortura china llegó a su fin y nos despedimos cumpliendo las formalidades. Al fin pude lucir mi alemán en la despedida que fue recibido con agrado por el señor Schäubel. Eusebio insistió en que me quedase en una pequeña celebración con nuestros anfitriones. Todo aquello estaba acabando con mi paciencia. Le hice caso a mi pesar, mi mente no estaba para aguantar ver como los teutones se emborrachaban y soltaban chistes incomprensibles. Al final pude excusarme con la intención de saber acerca de Sabina. Y la verdad fue un asunto que requería mucho interés. Subí mi habitación y no la encontré. Me se puso el corazón de corbata. La llame de manera ansiosa a su móvil. Afortunadamente me tomo la llamada.

Yo – ¡Sabina! ¿Donde estás?

Sabina – Estoy en una iglesia. Por el mapa se llama Frauenkirche.

Yo - ¿Has ido a visitar la ciudad?

Sabina – Si, Alfredo. Estaba aburrida y quería hacer turismo mientras atendías a los de la Bayer.

Yo – Vale, vale. Mira , sal de la iglesia y ve a la plaza que esta a la espalda de la iglesia. Allí hay un edificio de estilo gótico que se llama Rathaus. Es el ayuntamiento. Esperame en la puerta. Voy a buscarte. Llego en en 20 minutos. ¿Ok?

Sabina – Allí estaré.

Salí corriendo y tomé un taxi. Llegue a la plaza del ayuntamiento y la localice pudiendo tranquilizarme.

Yo - ¡Sabina! Me has dado un gran susto. - le dije casi en gritos.

Sabina - ¿Por qué?

Yo - Esto es una gran ciudad. Y temí que te pudieses perder. Si te llega a pasar algo tu madre me corta en pedacitos.

Sabina - ¡Vamos! Que ya no soy una niña. Tengo 18 años. Así que dejate de actitudes paternalistas conmigo.

Yo – De acuerdo. Me ha pasado. Pero entiéndelo. No me dijiste nada , ni me mandaste un mensaje. Por lo menos si me avisases no me llevaría estos sustos.

Sabina me abrazo y yo al fin pude respirar después de una media hora tremendamente angustiosa. Nos miramos a los ojos y supimos que no hacia falta palabras para definir lo que sentíamos. Tan solo el beso apasionado. Nuestros labios se acercaron , cerramos los ojos, abrimos nuestros bocas y nuestras lenguas se deslizaron una sobre la otra como en una danza ritual. Fue nuestra forma de reconciliarnos. No sé cuanto tiempo estuvimos en las escalinatas de entrada al ayuntamiento como dulces enamorados pero sin duda fue un momento mágico.

Al fin nos animamos a salir de allí y juntos de la mano caminamos por el centro histórico de la ciudad. muniquesa. Aquella tarde de abril era agradable y no parábamos de miranos uno al otro. En una de las calles observé un kiosko floristería.

Yo- Guten Abend. Eine Blume für meine Freudin bitte.

- Eine Rose?

Yo – Ja! Viel kostet?

- Ein Euro.

Yo – Danke. Aufwiedersehen

Sabina recibió entusiasmada la flor.

Sabina – Estas hecho todo un romántico

Yo – ¿Se nota?

Ella me respondió con otro beso. Este aún más apasionado.

Sabina – Me apetecé tomar algo. ¿Ese cartel de Café supongo que significa cafetería?

Yo – Eres muy inteligente.

Sabina - ¡Deja de burlarte de mi! - me dijo con un codazo. - No todos hemos tenido la suerte de estudiar tantos idiomas.

Yo – ¡Oye! Lo he dicho en serio – intentando frenar la risa.

Nos sentamos en aquella tranquila plaza y rápidamente vino un camarero.

- Guten Abend Frau und Herr.

Sabina - ¿Que podíamos pedir?

Yo – Por lo que tengo entendido sería una herejía visitar Munich y no beber sus cervezas. Ya sabes el Oktoberfest y todo eso. También tiene una cosa llamada Glühwine que es un vino que se sirve caliente.

Sabina – ¡Que cosa más rara! Pues como dice el refrán allí donde estés haz lo que vieres.

Yo – Zwei Weißbier bitte

Al poco nos llegaron las birras. Sabina la probo y casi se le cambio la cara de color.

Sabina - ¡Dios! ¡Que cerveza tan fuerte!

Yo – Venga, confiesa. Es la primera vez que bebes. - dije entre risas.

Sabina – Ja, ja,ja. Que primo más gracioso tengo.- dejando claro su sarcasmo.

Yo – Como te dije antes quiero compensarte por tenerte un poco abandonada. Así que he pensado hacer algo especial para mañana.

Sabina – Dime

Yo – Podíamos ir a visitar el Neuchweistein.

Sabina - ¿Noijbais qué?

Yo - ¿Te acuerdas cuando fuiste a Eurodisney? Pues Walt se inspiró en su castillo en este construido por el Rey Ludwig II de Baviera. Este castillo tiene algo en común con el Taj Majal de Pakistán. El rey lo hizo por amor a su reina y desvió gran parte del dinero destinado a la guerra que mantenía su país para la construcción del castillo. Por eso lo llamaron el rey loco y lo forzaron a abdicar.

Sabina – Estaba loco de amor.

Yo – Algo así. Pero desde luego el resultado es una preciosidad digna de ver. Podíamos ir en tren. Esta cerca de aquí a pocos kilómetros. Ya le he dicho a mis socios que conmigo no cuenten ni aunque se derrumbe la cotización en bolsa.

Sabina – Un viaje de enamorados a un lugar construido por un rey enamorado. No hay mejor plan.

Seguimos conversando y bebiendo entre risas los caldos del lugar. Poco a poco el alcohol iba haciendo ligero efecto entre nuestra facultades así que llego el momento de dejarlo y pagar la cuenta y volver al hotel. En la vuelta en el taxi Sabina me miraba con sus ojos preciosos que me hacían suspirar. La temperatura entre los dos estaba aumentando, sino fuera por el conductor nos habríamos dado el lote en los asientos traseros del automóvil. Sabina me tomo de la mano ansiosa al salir del coche tras pagar y subimos corriendo a la habitación tomándome ella de la mano cual chiquilla jugando. Al entrar en la habitación la alcé con mis brazos y cerré con mi pie mientras nuestros besos casi no quitaban la respiración. Busqué la habitación y la pose dulcemente en la cama en donde aún vestidos nos tumbamos para continuar la ración de mimos. Poco a poco nuestras ropas iban cayendo aunque ella dama muestras de un cierto pudor. Ya una vez en ropa interior se puso de rodillas sobre la cama y se llevo las manos a su espalda y en un acto de exquisita armonía se quito el sujetador permitiéndome ver por primera vez sus jóvenes pechos. Su rostro estaba sonrosado y me miraba con una mezcla de recato y excitación. Me levante de la cama para besarla y animarle a que se tumbara de nuevo. Sabía lo que tenía que hacer mis dedos recorrían lentamente desde su cabeza hacia abajo buscando todos sus puntos sensibles. Mi lengua recorrió sus parpados, sus orejas. Cuando llegue su cuello sus suspiros eran claramente audibles.

Baje a estimular sus pechos. Ora lamiendo uno de sus pezones , ora el otro. Se estaban poniendo bien duros. Señal inequívoca de que estaba disfrutando. Sabina se dejaba hacer y me miraba con ojos de cordero degollado. Mi lengua siguió su curso para detenerse en juguetear un poco con el ombligo para bajar con mis manos a acariciar su piernas. Era ya lo hora de pasar un poco a mayores así que intente quitarle el tanga. Sabina estaba nerviosa aunque no se opuso no me facilito la labor. Estaba un poco tensa. Al fin pude quitarle la prenda y apareció su coñito rosado coronado por un monte de venus con una buena mata de pelos. No era como me gustaba, pero ella era mi prima, no mi madrastra como para andarme con delicadezas. Sabina seguía ansiosa y no se animaba a abrir las piernas.

Yo – Tranquila Sabina, te juro que no te haré daño. Abre las piernas, cariño.

Mi prima me obedeció con una gran inspiración. Su actitud me tenía un poco confundido.

Estaba claro que debía proceder con calma. Sople sobre su sexo muy cerca de su clítoris y escuche un claro gemido por su parte. Mi lengua se posó en él y miré su reacción de incredulidad.

Estuve un largo rato dándole a la sinhueso solo sobre su clítoris. Cada vez sus señas de placer se incrementaban más y más. Hasta que sus caderas empezaron a temblar. Las sujete con fuerza para poder seguir lamiendole ahora introduciéndosela en su almeja que estaba encharcada como si de un manantial se tratase.

Sabina – No sé que me pasa , Alfredo. Mi mente se me va. Mi cuerpo tiembla. No se que me haces pero me encanta.

Y entonces llego el gran rugido. Mi prima había alcanzado la cima del placer y me pude deleitar de como convulsionaba de pies a cabeza. Fue un orgasmo largo y al fin se calmo pero con la respiración aún agitada. Estuvo descansado unos minutos en el que me aproxime solo a ver lo que había disfrutado.

Sabina - ¡Ha sido fantástico! No sé que era eso que he sentido pero es fenomenal.

Yo – Sino te conociera diría que es la primera vez que sientes un orgasmo.

Sabina – Así que eso es un orgasmo.

Aquello me dejo descolocado. Mi mente empezó a elucubrar y atar cabos hasta que comprendí lo que ocurría.

Yo – Sabina ¿Soy yo el primer chico con el que sales?

Sabina – Si, ¿Se nota? Es cierto, soy virgen. - dijo con un cierto tono de vergüenza

Yo – Tranquila, para mi es todo un honor.

Sabina – Ya sabes, siendo la hija de quien soy. Mira como me tratan en el insti, tú eres el único que me defiende. Pero ya tome la decisión, quiero que seas tú el que me inicie. ¿Querrás?

Yo – Por supuesto. ¿Deseas que hagamos el amor entonces?

Sabina – Si, hagamoslo.

Yo – Relajate preciosa.

Mi pene deseaba desde hace largo rato entrar en juego. Me quite los pantalones y el calzón liberándolo. Y como venía dispuesto tome un preservativo y me lo puse. Sabina me miro con curiosidad, ya no parecía estar tensa, sino que confiaba plenamente en mi. A mi me gusta hacerlo a escape libre como lo hago con mi madrastra pero si embarazaba a mi prima lo más probable es que mi tía me quitase el carnet de padre por la vía de la castración. Sabina ya en plena colaboración abrió sus piernas y me coloque apuntando mi pene a su vagina. Hice presión y afortunadamente entro la cabeza sin apenas dificultades hasta que hice contacto con la barrera. Quería que ese momento fuera hermoso en su recuerdo para Sabina así que procedí con lentitud seguí aumentando la presión pero se me resistía. Estuve llamando a la puerta a que se abriera pero no había manera, así que retire un poco mi pelvis y di un ligero empujón y en ese momento si que rompí el himen. Sabina no pareció quejarse aunque cerro los ojos cuando le quite su virginidad al fin. Pude ver como un ligerisimo chorrito de sangre hizo acto de presencia, era casi imperceptible. Fue la primera vez que quité una virginidad a una mujer pero para mi sera la más preciosa. Me apoye mis brazos a cada lado y mis movimientos eran sinuosos. Me concentré en las reacciones de Sabina. Tenía la boca abierta respirando a bocanadas y los ojos cerrados concentrada en sus sensaciones. Aquella imagen era una preciosidad.

Me juramenté a mi mismo que tenía que hacer todo lo posible para aguantar lo más que pudiera. De todas formas el ritmo tranquilo que le imprimía a las penetraciones colaboraban con mi objetivo. Entonces Sabina volvió a dar señales de que estaba empezando a correrse de nuevo. Pase a modo turbo y mis estocadas pasaron a ser fuertes y rápidas. Los gemidos de Sabina parecían ir al mismo ritmo que mis caderas. Otro grito estruendoso y las uñas clavándose en mi espalda. Baje poco a poco el ritmo para que ella se relajará.

Yo – Felicidades Sabina, has perdido la virginidad.

Sabina – Gracias mi amor.

Yo – Permiteme darte más placer, cariño.

Salí de ella y nos tumbamos de lado y yo detrás de ella formando las famosas dos cucharas. En ese posición pudimos sincronizar los movimientos y ella al fin se animó a moverse un poco. Yo con mis manos busque sus pechos para acariciarlos y ella poso mis manos sobre las mías en señal de complicidad.

Los orgasmos de Sabina se sucedían y probamos varías posturas incluyendo las de ellas encima en donde le indique como debía moverse. El ver sus pequeños pechos botar y como ella gemía de placer al usar mi polla me enloqueció de gusto. Pero uno no es de piedra y tras un periodo que no me imaginé que jamas aguantaría me llego el clímax.

Yo – Sabina . Creo … Bufff. Que ya no puedo más, preciosa. Me voy a correr.

Sabina – Hazlo primo, alcanzá el orgasmo como yo. Yo también estoy al límite de mis fuerzas y no puedo continuar.

Solté amarras y me corrí al fin mientras ella me cabalgaba. Sabina casi espatarrada se cayo sobre mi agotada de una primera sesión tan larga. Tras tranquilizarse busco mi boca y beso mis labios como sellando una alianza.

Sabina – Je t'aime, Alfredo.

No hacía falta saber francés para saber como responder eso.

Yo – Ich liebe dich, Sabina.

Continuará … Muchas gracias por vuestros comentarios y sugerencias.

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