miprimita.com

Sherezade (Última entrega)

en Control Mental

TERCERA PARTE

El rostro de ambas reflejaba preocupación, no se conocían y sin embargo deberían compartir sus vidas una semana entera. Se acomodaron sobre el sofá manteniéndose a una distancia prudencial, sin saber que hacer ni que decir, fue Sofía la primera que habló.

—Te he visto en algún anuncio.

—Hace ya años— su voz sonaba femenina pero grave.

— ¿Es tu última prueba en Sherezade?

—No quiero hablar de eso Sofía, comportémonos como esperan de nosotras y después olvidémonos de todo— sendas lágrimas resbalaron por sus mejillas.

—Esperan que nos convirtamos en pareja durante una semana— Sofía balbuceaba —yo jamás he estado con una mujer, ni siquiera lo he deseado.

—Yo tampoco, créelo. Pero ellos esperan que lo hagas, fingiremos atracción, fingiremos amarnos y dentro de siete días nos despediremos para siempre, ¿estás de acuerdo?

—Quieren pruebas.

—Lo sé; me han hecho comprar una cámara de video y exigen tres horas de grabación diarias, será algo así como rodar una porno.

Ambas esbozaron una sonrisa forzada.

—Dime donde esta la habitación Sofía, voy a darme una ducha, estoy agotada del puto viaje.

Sofía le señaló la alcoba y Amaya entró en ella dejando la puerta abierta de para en par, dejó sobre la cama la bolsa deportiva y comenzó a desnudarse frente al espejo.

— ¿Porqué no vienes aquí? Será bueno hablar un poco… conocernos.

Albergaba sus dudas, pero entró en la habitación y se sentó en uno de los sillones observándola con cierta curiosidad. Amaya se desprendió del vestido con in disimulado rubor sin atreverse a mirarla e instintivamente cubrió sus pechos con los antebrazos para después deslizar el ínfimo tanga de seda rosa entre sus muslos. Actuaba con gestos mecánicos, como si no hubiese nadie allí observándola y sin embargo Sofía no pudo menos que admirar aquel cuerpo esbelto y perfecto, su bello púbico entrelazado y rubio de idéntica pigmentación que su cabello, sus firmes nalgas, sus largas piernas perfectamente depiladas al igual que sus axilas y sus pechos blancos coronados por prominentes aureolas rosadas que difuminaban sus pezones.

—Esto va ha ser muy difícil Amaya.

La chica no respondió y se encamino al baño dejando la puerta entreabierta. Sofía no podía dejar de observarla al trasluz. Oyó como el agua de la ducha se estrellaba contra el suelo y se puso en pie para asomarse al resquicio de la puerta. Se preguntó que le estaba pasando, jamás había sentido la mínima curiosidad por ver a una mujer desnuda y ahora lo hacía con una desconocida acechándola a escondidas admirando aquel cuerpo de proporciones perfectas. Instintivamente deslizó la puerta para abrirla un poco más. Amaya se había enjabonado todo el cuerpo y la imagen de sus gestos parecía desfigurada por la semi opacidad de la cortina de baño. Entonces hizo algo que Sofía no esperaba en absoluto: corrió aquella cortina de repente y fijo su mirada en ella, no había atisbo de reproche sino dulzura y comprensión.

—Sabía que estabas ahí Sofía— la chica ocultó su mirada ladeando la cabeza avergonzada — ¿Qué tal si vienes aquí y me ayudas a quitarme todo este jabón?

No daba crédito a aquello, por un instante concibió salir de allí a toda prisa pero sus músculos se paralizaron haciéndola vacilar. Si tenían que convivir una semana como amantes ¿por qué no romper el hielo ahora?, acostumbrarse a sus cuerpos mutuamente, aprender a fingir una relación explosiva y ardiente. Se despojó de sus ropas torpemente, en silencio, con gesto vacilante y tembloroso. Ahora era Amaya la que la observaba con extenuante intriga, cruzaron sus miradas y Sofía temió por un instante que su cuerpo fornido y trabajado no fuese del agrado de la chica, que le causara rechazo, pero la mirada de ella contradecía aquella sensación, camino unos pasos y se introdujo en el pequeño cubículo para sentir como el chorro frió se estrellaba en su frente empapando sus cabellos.

—No digas nada Sofía, solo abrázame.

Estuvieron ahí varios minutos, acariciando sus cuerpos con dulzura, rozándose tímidamente y ruborizándose ambas cuando sus pechos se tocaban separándose unos segundos con un gesto compulsivo para volverse a rozar unos instantes después. Entonces Amaya pasó sus brazos sobre los hombros de Sofía y acerco los labios a los suyos susurrándole algo que se perdía entre el chapoteo del agua.

—Nos obligan a hacerlo Sofía, alguna mente enferma nos maneja como marionetas teatrales para dar rienda suelta a sus más bajos instintos, pero no podemos arredrarnos ahora, piensa que todo acabará muy pronto y todo habrá sido un mal sueño, una pesadilla que el tiempo se encargará de que olvidemos.

Sofía cerró los ojos y Amaya unió sus labios con los de ella acariciando su nuca, después, tomó su mano y la condujo a la cama obligándola con gesto suave a que se recostase sobre ella.

Aquella noche durmieron desnudas y abrazadas, se obligaron a amarse con pasión cada vez menos fingida, cada vez más consensuada y ardiente.

Durante tres días no se atrevieron a salir a la calle. Ahora se conocían a la perfección, se habían confesado mutuamente sus más pérfidos instintos, sus puntos vulnerables al placer. Sus primeras relaciones sexuales fueron distantes y frías. Quizás lo más difícil fue exhibir su desnudez ante la cámara, fingir amarse cuando ninguna de las dos quería hacerlo, pero la cotidianidad de aquellas relaciones influyó en su modo de percibir la realidad. Aquella mañana Amaya se despertó temprano y se quedo unos minutos observando el cuerpo desnudo de Sofía, por primera vez besó su frente.

—Eres un ángel.

Ella aparentó no haberlo oído pero su corazón latió más deprisa y una sensación de escalofrió recorrió su columna vertebral.

Cuando al tercer día decidieron salir a la calle aparentaron ser un par de amigas cualquiera ante la gente, fueron al cine, a cenar a un lujoso restaurante, a comprar ropa… nadie percibió un solo signo que no denotase una completa heterosexualidad entre ellas y no obstante en más de una ocasión, ocultas en la oscuridad de la sala de cine, aferraron sus manos con firmeza o se acariciaron dulcemente bajo el mantel de la mesa del restaurante.

El domingo por la tarde una sensación de desazón les invadía a ambas. Sabían que no volverían a verse nunca. Amaya había llenado su bolsa deportiva y estaba en la cocina acabando de lavar unos cacharros y Sofía entró allí situándose tras ella.

—Déjalo ya Amaya o perderás el tren.

—No te preocupes, voy sobrada de tiempo.

— ¿Estarás ansiosa de volver a ver a tu familia?

—No lo sabes tú bien, ¿te puedes creer que les he vendido que estoy en un retiro espiritual?

Ambas esbozaron una sonrisa forzada.

—Claro, por eso no te has traído el móvil y sólo has llamado a casa un par de veces.

Se hizo un silencio que pareció eterno.

—Gracias por haberme ayudado a pasar este trance Sofía— se miraron fijamente.

—Odio pensar que no volveré a verte nunca.

—Será así. Debemos olvidar todo esto. Ese era el pacto.

Solo entonces percibieron que ambas estaban llorando, que ninguna de las dos en sus más internos fueros deseaba que acabase. Entonces se besaron en los labios largamente y Sofía observó desde el balcón como su amiga se alejaba calle abajo con su bolsa deportiva.

No tuvo que esperar al lunes para recibir la que sería la última conexión con los raptores de su ego. Desde que se marchó Amaya había llorado largamente y aquellas relaciones inducidas ya no le parecían antinaturales o sucias. Los recuerdos de mil instantes afloraban a su mente hasta excitarla y desear revivirlos algún día. Lamentó que se hubiese llevado consigo aquella cámara de video pero de algún modo había preferido que lo hiciera. Sabía que no hubiese resistido la tentación de re visionar aquellas escenas cien veces. Amaya se había abierto a ella como ninguna persona antes lo había hecho y sus sentimientos contradictorios y ofuscadores le hacían desear volver a verla, tenerla de nuevo entre sus brazos. El destello de un leed en su portátil le advirtió que entraba un mensaje.

"Una vez más en hora buena Sofía. Tu segunda prueba a sido un éxito, Sherezade piensa que al fin estás captando el fin último de este peculiar experimento, que podrás llegar a sentirte afortunada de que alguien te halla elegido para ello y abandonarás tu victimísmo"

Rió por dentro con inusitado sarcasmo, si esos hijos de puta llegarán a pensar que la estaban haciendo un favor con todo aquello eran unos mal nacidos sin escrúpulos.

"Después de está prueba jamás oirás hablar de Sherezade, pero una vez más dependerá de tu habilidad y tu destreza porque por segunda y última vez intervendrán personas ajenas a la organización que tu conoces. Podríamos considerar que este será tu bautismo de fuego, es la prueba en que deberás llegar más lejos"

Aquello le asustó de veras, no

"Como tu sabes bien en tu círculo de amistades mas cercano hay dos parejas cuyo único vínculo familiar son sus perros, es decir, que no tienen hijos ni nada parecido"

Sabía perfectamente que se referían a Maria y Andrés y a Paco y a Laura porque ya los habían citado antes.

"Tu decides con quién quieres convivir la última semana. Será en su casa y deberás poner cualquier excusa para hacerte invitar, te sugerimos que inventes que hay una grave avería en tu escalera y estarás sin agua o sin gas una semana. Tu misión consiste en conseguir que la pareja que tu elijas acepte incluirte en sus relaciones maritales cotidianas sin ningún tipo de distinción"

Resopló ahogadamente sin acabar de entender aquello, aunque intuía lo que esperaban de ella no lo quería aceptar.

"Comerás con ellos, compartirás sus sueños y sus actividades cotidianas, participaras en sus juegos y te esforzarás en que ambos te acepten sin reservas en su seno familiar durante una semana, como a Amaya debemos exigirte pruebas graficas de tu éxito, pero está vez nos conformaremos con una solo tres sesiones de no menos de una hora y los tres deberéis llegar al orgasmo en ellas por lo menos tres veces, luego recibirás un mensaje en tu móvil que te indicará donde debes depositar dicha cámara"

Aquella era la mayor locura que se le hubiera podido ocurrir a la mente más enferma. Se imaginó compartiendo el lecho con Paco y Laura o con Maria y Andrés. Sabía que ninguno de los cuatro aceptaría aquello, que la repudiarían para siempre como amiga, que ventilarían sus intenciones por doquier y sería para siempre la puta del barrio mas salida. Se imaginó entre lágrimas realizando una felación a cualquiera de los dos mientras su mujer la acariciaba a ella y sintió una arcada que la obligó a correr hasta el servicio sin poder evitar vomitar en el retrete. Para ella el juego había acabado. Haría lo que debería haber hecho el primer día, avisar a la policía, decirles que durante dos semanas había seguido su juego. Poner fin a todo aquello de una maldita vez. Aún alterada se dispuso a acabar de leer aquel mensaje.

"Entendemos que te haya sorprendido mucho la propuesta princesa, pero también te sorprendieron las otras dos y pudiste llevarlas a cabo con inusitada maestría. Lo malo es que si te niegas esta vez no sólo nos veremos obligados a culminar las amenazas para con tu seres queridos, sino que nos arrastraras a que las tengamos que cumplir también con Amaya. Obviamos decirte al principio que cuando falla algún elemento en la cadena nos vemos obligados a eliminar cualquier testigo para no dejar rastro alguno. Medita un instante tu respuesta"

Sofía temblaba como una hoja de papel y se sentía mareada y confusa.

"Es muy probable que no halles en la pareja elegida la receptabilidad esperada por lo que nos permitimos proponerte un modo de actuar que facilite tu prueba. Una vez hecha tu elección y conseguida la invitación podrás hablar con ellos y explicarles a grandes rasgos todo esto, es decir que alguien te esta obligando a hacer cosas horribles. La condición sine quanum es que jamás podrás citar el nombre de Sherezade ni el de ninguna de las personas que han intervenido en tus pruebas, tampoco podrás explicar como contactamos contigo ni de que forma y tampoco quienes son las personas amenazadas en caso de tu incumplimiento ni la pena que caería sobre ellas. Un solo desliz en ello y mandarás todo al garete. Una última reflexión princesa Sherezade: el sexo no es algo sucio y en ocasiones deriva en el amor, porque se complementan y se disfrutan por igual. Tenlo presente.

Tras este e-mail jamás volverás a oír hablar de Sherezade, Saldremos de tu vida como entramos y sólo recordaras un ínfimo periodo de tu vida que se perderá en el recuerdo para siempre. Debes ser tu quien convenzas a la pareja que elijas que esa aventura no se volverá a repetir nunca, hacer que la borren también ellos de recuerdo, para entonces Sherezade ya lo habrá hecho".

¡Maldita sea! Arrastraría a Amaya y a los suyos probablemente a la muerte. No podía hacer aquello, pero como evitarle, ¿Qué hacer? Rememoró una y mil veces cada una de las amenazas proferidas. Cuando apagó el ordenador y se recostó sobre la cama sintió que la cabeza le estallaba, no dejaba de pensar en todo aquello. Recordó el disgusto de Maria, la reacción de esta tras la cena con ella y con Andrés, pero era su mejor amiga, ambos eran las personas más discretas que conocía y en cualquier caso sabrían perdonarla algún día. Tenían que ser ellos porque Paco y Laura, aunque le parecían más accesibles y proclives ha hacer algo así se lo reprocharían el resto de su vida y estaba segura que lo airearían por doquier.

Aquella mañana quedó con Maria para comer, se había acostumbrado a prescindir del sujetador y ya no se sentía incomoda con las ingentes miradas que despertaban sus senos. Le tranquilizó que le hubiera perdonado su actitud y ella se interesó por lo que había hecho la última semana.

—He estado con una amiga que conocí en Madrid, es muy simpática.

— ¿Y qué habéis hecho?

—Enseñarle la ciudad y todas esa cosas, por eso no os he llamado. Es un peñazo.

—Joder que favor nos has hecho Sofía— Ambas rieron.

—Hablando de favores…

—Dime

—Tengo un problema en casa… con el gas, me lo cortan durante una semana para cambiar los bajantes.

— ¡Hostia!, que putada.

—Había pensado en instalarme en casa de mis padres ese tiempo, pero me da un palo…

—De eso nada Sofía, te vienes a casa, la cama de invitados es un catre incomodísimo pero instalaremos a Andrés allí.

—Ni hablar, yo dormiré en el sofá cama de la habitación de invitados. ¿No dijisteis que era mía cuando comprasteis la casa?

—Era broma tonta— Ambas rieron de nuevo largamente.

Aquella primera noche en casa de María estaba extremadamente nerviosa, había ensayado el planteamiento una y mil veces y aún no sabía como empezar, tras una cena frugal les pidió que se sentaran y les rogó que apagasen el televisor. Tenía que hablarles de algo muy importante. Ambos se sentaron expectantes frente a ella y esta empezó a llorar. María fue hasta ella y abrazó su hombro intentando consolarla.

— ¿Qué coño te pasa Sofía? ¿Te han violado o algo así?

Los nervios la impedían hablar y Andrés fue a la cocina para regresar con un Whisky muy cargado.

—Bebe esto, puede que te relaje.

Lo hizo a pequeños sorbos y pareció más calmada.

—No me han violado, es lago peor…

Ambos la observaban expectantes sin atreverse sin quiera a interrumpirla.

—No puedo explicároslo todo— se interrumpió un instante para beber —me ha captado una extraña organización. No quieren dinero ni nada parecido, solo obligan a la gente ha hacer algunas cosas denigrantes y absurdas.

—Es una broma— La incisa mirada de las dos le sugirió que era mejor que permaneciese callado.

—Sigue Sofía.

—Obligan a realizar lo que ellos llaman tres pruebas— Se interrumpió una vez más y le resbalaron dos lágrimas.

—Tranquila, tomate tú tiempo, no hay ninguna prisa, porqué no llamaste a la policía.

—Hubiera sido inútil, lo saben todo de mi, quien son mis padres, mis amigos hasta cuando tengo la menstruación. Si no haces lo que ellos te piden te amenazan con destruir a tus seres queridos.

— ¿Qué tipo de amenazas? ¿A quién?

—No puedo decíroslo, me lo han prohibido.

—Todo esto es muy absurdo Sofía, ¿Qué ganan con todo esto?

—No lo sé, parece que alguien paga a la organización para que obligue a ciertas personas a realizar unas pruebas.

— ¿Qué tipo de pruebas?

—Siempre son tres y duran una semana cada una yo sólo conozco las que me han impuesto a mi.

—Por eso te has refugiado aquí una semana, has hecho bien.

—No Andrés. He superado dos pruebas, esta es la última semana, la última prueba.

—Entonces no es cierto lo del Gas, ahora si que no entiendo nada. ¿Qué pintamos nosotros en todo esto?

—Es complicado María, pretenden cambiar mi personalidad… que haga cosas horribles que jamás me habrías planteado ni siquiera imaginar.

— ¿Cómo qué?, explícanos algo, lo que puedas.

—La primera prueba consistió en que cambiase mis costumbres y mi forma de ser, consideraban que yo era una persona distante y fría, me obligaron a utilizar ropa más… digamos sensual, a no utilizar nunca el sujetador, a prodigarme por las fiestas y a ser más cariñosa con la gente.

Para Andrés aquello empezaba a tener cierto sentido. El siempre la había visto muy monjil hasta hacía un par de semanas. Sonrió por dentro.

—Estás loca Sofía, como te pudiste prestar a esto.

—Tu no lo entiendes Maria— lloró de nuevo —saben como hacerte reaccionar, son profesionales en la manipulación de las personas. Sabes que si no lo haces cumplirán sus amenazas con los tuyos. Son asesinos potenciales.

—Bueno, hasta ahora no me parece tan fuerte, continua.

—Preferiría no entrar en detalles, la segunda semana me obligaron a acoger a una chica en mi casa, no os puedo decir quien es pero es famosa. Ella también era una victima de la organización.

— ¿Para qué?

—Debíamos comportarnos como amantes, filmarnos haciendo el amor, convivir juntas.

La expresión de la pareja mostró una superlativa incredulidad.

— Tú no eres lesbiana Sofía.

—Lo sé, ella tampoco lo era.

—Pobre Sofía, debió ser un suplicio para ti. Prefiero no hablar de eso Maria, quizás algún día pero no hoy.

Sus pómulos húmedos reflejaban su tensión pero creyó haberles hecho comprender a sus amigos que aquel era un camino sin salida del que no podía escapar.

—-Y ahora es cuando entramos nosotros en escena— Andrés estaba expectante.

—Sois parte de mi última prueba, sino consigo convenceros lo entenderé y me iré de aqu텗 hablaba entre sollozos y arrastraba las palabras. —Me han ordenado que conviva con vosotros esta semana, bueno, no exactamente, podría elegir entre vosotros o con Paco y Laura, pero no confío en ellos.

—Supongo que habrá algo más, esto parece muy pueril.

—Tengo que vivir con vosotros como amante de los dos, compartiros… pasar una semana como si estuvieses casado con las dos y nosotras nos amasemos.

El rostro de Maria adquirió una inusitada tensión y alzó la voz, por un momento Sofía creyó que la agrediría pero el brazo de la chica freno su impulso a pocos centímetros de su pómulo.

—Eres una maldita puta, una salida.

— ¿Crees que me gusta todo esto, ¿Qué es por que quiero hacerlo?¿no has entendido nada?

—Esta bien chicas, calmémonos un poco, al fin y al cabo sois las mejores amigas del mundo, reflexionemos un instante: Nadie sabe lo que ocurre dentro de esta casa, podemos comportarnos con toda naturalidad del mundo, sin necesidad de tener que acostarnos ni hacer cosas raras… dejamos que pase la semana y esos tipos la dejarán en paz para siempre, nunca podrán saber que la convivencia ha sido de lo más normal.

Maria asintió con la cabeza sin acabar de encajar aquello.

—Eso no es posible Andrés, tenemos que filmar nuestras relaciones durante un tiempo estipulado de una hora tres días distintos.

—Eso es demasiado Sofía— ahora la que lloraba era María.

—Pues fingiremos, será como rodar una película. ¿Voy a ser el único que aporte una solución que no pase por abandonar a Sofía en la picota.

—Es que parece que lo estés deseando Andrés, que te guste la idea.

— ¿No seas imbecil, crees que te he engañado alguna vez?, ¿que te he sido infiel?

—No voy a contestar a eso.

—Pues hazlo— gritó desaforadamente.

—No lo creo.

—Entonces… como puedes pensar que quiero acostarme con tu mejor amiga o con cualquier otra y menos en tu presencia, con tu colaboración…

Salió del salón y cerró la puerta de la habitación colindante desde dentro con un sonoro portazo. Maria y Sofía permanecían silenciosas e inertes.

—Lo siento Sofía, no debí insultarte. Se que no eres tu misma.

—Es igual, me voy de aquí, no quiero que discutáis por mí y no debí meteros en todo esto, hablaré con Paco y Laura, tal vez ellos lo comprendan.

—Paco y Laura son unos insidiosos y lo sabes. Busquemos una solución alternativa.

—No la hay. Sólo entrabais las dos parejas, o ellos o nadie.

—Crees que…- se interrumpió para armarse de valor —crees que si lo hiciéramos se enteraría alguien. —Por parte de la organización es imposible, perderían a sus clientes y se verían abocados a desaparecer y los conejillos de indias, ósea yo, jamás se lo explicaría a nadie, me moriría de vergüenza y mi reputación se iría al traste.

Ninguna de las dos había observado como Andrés abría la puerta. Se apoyaba sobre el vano con un brazo con el torso desnudo y unos ceñidos Calvin Klein. Su porte era el de un nadador profesional.

—Habéis acabado de discutir queridas.

—Dime solo una cosa más Sofía, ¿cómo te fue con la chica de la semana anterior.

Sofía se ruborizo por completo.

—Acabe amándola de verdad, y ella a mí. Nunca creí que lamentaría la despedida.

Aquella noche hicieron el amor, filmaron cada instante de placer, a María aquella experiencia pasajera le abrió nuevos horizontes. El resquemor del principio, al ver el cuerpo desnudo de su mejor amiga sobre el torso de su marido fue convirtiéndose en una sana competencia entre las dos, sin quererlo emulaba cada gesto de Sofía incapaz, a diferencia de ella, de poder contener el furor de los orgasmos. Su relación con Amaya le había permitido adquirir una destreza endiablada que ahora ejercía sobre Maria con sus caricias, combinando la sutileza mas calida con los gestos más violentos, besando sus labios e introduciendo su lengua entre los suyos hasta hacerla jadear. María y Andrés descubrieron mil posturas imposibles alentados por Sofía y las sesiones de amor se prolongaban durante horas sin perder un ápice de excitación y lujuria.

Durante aquella semana formaron un matrimonio de tres, era imposible y por otra parte innecesario fingir entre ellos cualquier tipo de pudor. Se turnaban en los quehaceres cotidianos, cuando Andrés salía por cualquier causa María le pedía a Sofía que le aleccionase en como conseguir darle mas placer a su marido y ambas acababan siempre procurándose ese placer misterioso y sáfico.

Como con Amaya, a la que añoraba con tesón, surgió entre ellas un sentimiento de complicidad intuitiva, de agradecimiento mutuo cuando alguna de las dos era capaz de arrancarle a la otra un prolongado orgasmo de placer.

Sofía les había dicho que aquella tarde de domingo pasaría por su casa a recoger su maleta, habían decidido cenar juntos y procurarse la última noche de placer antes de volver a ser los mismos y se habían jurado entre ellos no repetir jamás ninguna locura igual y sin embargo habían nacido entre los tres extraños vínculos de consecuencias imposibles de prever.

Cuando Sofía entro en el piso de María y de Andrés la sala estaba semi oscura pero percibió la silueta de tres personas sentadas sobre el diván.

— ¿No hay luz?

—No princesa Sherezade, la hemos desconectado— Dio un instintivo paso atrás y asió firmemente el pomo de la puerta pero el terror paralizó sus fuerzas. Aquella voz le resultaba terriblemente familiar.

— ¿Andrés?

—Jamás hubiésemos cumplido nuestras amenazas querida, simplemente te hubiésemos dejado en paz diciéndote que era una broma, pero se nos fue de las manos.

Estaba pálida como la cal. Cuando alguien abrió la luz no dio crédito a su visión. Amaya estaba allí, junto a Maria asiéndose las manos con dulzura.

— ¿Qué significa todo esto Maria?

—Conocimos a Amaya en Bilbao, en nuestro último viaje, nos lo pasamos estupendamente los tres, es una mujer excepcional— sonrió dulcemente sin el mínimo rubor. Andrés y ella lo planearon todo, yo lo supe un día después de que llegases, y la verdad… aunque al principio tu proposición me rompió el alma, después Andrés me convenció. Lo cierto es que ha sido una de las mejores experiencias de mi vida. Supongo que nos odiaras para siempre.

Sofía sintió como una ola de calor sacudía su tez y terso su pelo hacía atrás con la palma de su mano. Su mirada había perdido cualquier atisbo de miedo o amargura y los observó sonriente.

—Creó que deberíamos hablar de todo ello en otro sitio, que os parece si lo hacemos en el dormitorio, creo que tiene aire acondicionado.

Mas de bugs

La fiesta 3

La fiesta (2)

La fiesta

Corrupción inducida (3)

Corrupción inducida (2)

Corrupción inducida

SECUESTRADOS Primera Parte

Prisionera en Marruecos (PARTE 4ª)

PRISIONERA EN MARRUECOS Parte III

Prisionera en Marruecos 2ª Parte

Prisionera en marruecos

Crónica de secuestro (y 3)

Crónica de un secuestro (2)

Crónica de un secuestro

Historia de un depravado 2ª Entrega

Historia de un depravado

Una experiencia inolvidable

Claveles para la eternidad (5)

Claveles para la eternidad (4)

Claveles para la eternidad 3

Claveles para la eternidad 2

Secuestro en mali (parte 5)

Claveles para la eternidad (1)

Víctima de un depravado (1)

Víctima de un pervertido (3)

Víctima de un pervertido (2)

Víctima de un pervertido (y4)

Amor o muerte

Venganza morbosa (final)

Secuestro en Mali (4ª parte)

Secuestro en Mali (3ª parte)

Venganza morbosa 4ª parte

Venganza Morbosa 3ª parte

Venganza morbosa 2ª parte

Venganza morbosa

Secuestro en Mali. 2ª Parte

Secuestro en Mali

Y de repente un extraño 2

Y de repente un extraño (1)

Extirpar un clavo ardiendo

El juego de Sherezade (2 de 3)

El juego de Sherezade (1 de 3)

Irrupción familiar (4)

Irrupción familiar (3)

Irrupción familiar (2)

Irrupción familiar (1)

Perversión facultativa (y 6) Re-escrita

Perversión facultativa (y 6)

Perversión facultativa (5)

Perversión facultativa (4)

Perversión facultativa (3)

Perversión facultiva (2)

Perversión facultativa (1)

Allanamiento de morada (y 3)

Allanamiento de morada (2)

Allanamiento de morada

Abducción al sexo

La Secta