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Claveles para la eternidad (5)

en Control Mental

Eran las cinco de la tarde del sábado y Jennifer y Laura habían dispuesto todo para la cena, a ratos sentían que sus recuerdos divagaban pero ignoraban que Lorena dominaba cada reacción o impulso que pudieran sentir e incluso que era capaz de provocarlos, por eso, ajenas a aquella manipulación percibían que esta nueva atracción que las embargaba nacía en su propia consciencia. Lo cierto es que había nacido entre ellas un deseo infernal de amarse a cada instante, de acariciarse, de besarse. Cuando Jennifer había regresado de la compra, hacía un instante, encontró a Laura recostada en el sofá, sólo vestía una ligera bata casi transparente y tenía las rodillas entreabiertas, a Jennifer le dio la sensación de que tenía algo entre sus manos y tardo un instante en percibir que se trataba de un pepino gigantesco. Lejos de escandalizarse fue hasta ella para sentarse a su lado.

—Espera loca, ¿querías empezar sin mí?

—Tardaste mucho— le sonrió dulcemente.

Jennifer le arrebató la hortaliza de su mano y procedió y se la introdujo en su boca para lamerla con fruición emulando a la perfección la mecánica de una felación y cuando esta estuvo lo suficientemente húmeda la introdujo lentamente entre los labios vaginales de Laura, ambas se habían desvirgado mutuamente hacía unas horas pero lo único que había penetrado en su vagina eran un par de dedos, nada parecido a un pene. Laura sintió una punzada de dolor y emitió un gemido gutural pero Jennifer la beso en los labios e introdujo el pepino unos centímetros más antes de una rítmica cadencia mientras introducía el dedo índice en su ano. Laura se convulsionaba entre estertores presa de un inhumano placer.

—Sigue Jenny… por Dios, sigue… no pares…

Laura tenía el rostro desencajado y sendos hilillos de saliva resbalaban por la comisura de sus labios mientras estrujaba sus pechos con inusitada fuerza.

—Vamos Jenny, desnúdate tu también, quiero sentirte, acariciarte— alternaba sus palabras con jadeos entrecortados… —quiero que me metas por el culo el puto pepino, sentir lo que se siente…

Jennifer estaba también fuera de sí y soltó la hortaliza sin siquiera extraerla del sexo de Laura para desnudarse velozmente y esta sustituyó la mano de ella por la suya para asirlo e introducirlo en su coño por completo, cuando lo hizo sintió que su coño destilaba hasta la ex tenuidad y finalmente se corrió provocando un alarido de placer que se hubiese podido percibir en cualquier parte de la casa, aún con las puertas cerradas. Se incorporó con gesto trabajoso para observar a su amiga entre jadeos, sudaba y su rostro denotaba agotamiento, observó a Jennifer que se había situado desnuda frente a ella y alargó su brazo para acariciarle el rostro.

—Eres preciosa Jenny, tu piel, tus facciones, tu sonrisa… todo en ti me fascina, te quiero— le temblaban los brazos,  jadeaba copiosamente y tenía el cabello despeinado. A Jennifer aquella escena le excito sobremanera.

—Sigues queriendo que te meta ese proyectil por tu culo— Jennifer hablaba divertida.

— ¿Me dolerá?

—Se me ocurre algo mejor Lau, porqué no subimos al cuarto, te sorprenderé.

Ambas subieron cogidas de la mano y  Jennifer empujó a Laura que cayó sobre la cama. Jennifer  sitúo sus piernas entre las de ella, a modo de tijera, de forma que sus sexos se rozaban y ambas iniciaron un rítmico vaivén contorsionando sus caderas entre gemidos. Ambas sentían como sus clítoris se endurecían hasta sobresalir entre sus labios vaginales acariciándose entre si y aquellas sensaciones se hacían cada vez mas extremas provocando que los flujos vaginales se mezclaran entre sí. Aquello duro varios minutos y tras sufrir un orgasmo simultáneo que sacudió sus cuerpos quedaron rendidas y extenuadas abrazándose sobre las sábanas.

—Ha sido espectacular Jenny— pronuncio aquello jadeante.

—Espera querida, eso ha sido sólo el aperitivo, sólo preparaba el terreno.

Jennifer asió la hortaliza que antes usara Laura y retomando la posición la introdujo de nuevo suavemente en el sexo de su amiga con suma facilidad para después introducir en su propio sexo el otro extremo y retomar  de nuevo el vaivén de sus caderas. En cada uno de los movimientos, el resbaladizo vegetal se deslizaba hasta lo más profundo de sus entrañas para deslizarse después, en sentido inverso y introducirse en Jennifer. Ambas estaban empapadas de sudor y, sin embargo, las embestidas provocadas por sus movimientos de cadera se hacían cada vez mas violentas y esta vez concadenaron cada una media docena de orgasmos simultáneos que, esta vez, si llegaron a agotarlas por completo. Se tumbaron en la cama boca arriba y tardaron más de diez minutos en recuperar el aliento.

Cuando Laura abrió los ojos observó junto a su pómulo el rostro de Jennifer que la miraba con dulzura y esbozó una sonrisa sincera antes de besar sus labios tenuemente.

—No sé como hemos podido estar tantos años sin amarnos Jenny, te quiero como no he querido a nadie nunca.

Jennifer le devolvió la sonrisa.

—Yo tampoco Lau, pero son más de las siete y la gente empezará a llegar, debemos mover el culo, voy a ducharme.

— ¿Tu solita?—Esbozo una picara sonrisa.

—Bueno vamos, pero estoy rendida, basta de jueguecitos por hoy, ¿vale?

—Ok!, lo que tú digas.

Ambas se metieron bajo la ducha y se enjabonaron sus cuerpos mutuamente con inusitada delicadeza alternando algunos besos robados e ingentes muestras de cómplice deseo.

A las ocho de la tarde llegaron todos a la vez. Miguel, Luis y Pedro vestían trajes informales pero elegantes, y llevaban las camisas sin corbata, Lorena se había puesto un sinuoso y ceñido vestido de tela azul que contorneaba sus espectaculares formas y Jonathan era sin duda el más elegante de los tres. A pesar de la ostensible diferencia de edad no desentonaba en el grupo y sus gestos cadenciosos hacían de el un hombre distinguido. Laura y Jennifer habían optado por minúsculas minifaldas y holgadas blusas, prescindiendo de cualquier ropa interior y solo habían maquillado sus rostros tenuemente, lo que resaltaba la belleza de las dos. Cuando entraron en el salón todos se saludaron cortésmente y tomaron asiento alrededor de una mesa sobre la cual descansaba un suculento aperitivo y una gran cubitera con tres botellas “mágnum” de Veuve Cliquot. Jonathan inició la conversación con su característica cordialidad.

—No tenía el placer de conoceros, pero es como si ya lo hubiera hecho, Luis me ha hablado mucho de las dos.

Laura y Jennifer esbozaron una sonrisa cordial.

—Bien, ¿supongo? Laura observó a Luis que a su vez no le había quitado los ojos de encima desde el primer momento y observó en el un cierto gesto obsceno. Luis sonrió ladeando la cabeza.

—Por supuesto, Luís es todo un caballero.

Lorena se había sentado en el sofá junto a Jennifer y Laura y estas se acariciaban las manos con gestos esporádicos y fugaces esperando no llamar la atención de nadie.

—Ayer ceno con nosotros en casa de John, lo pasamos divinamente, ¿no es cierto Luís?

El joven respondió sin dejar de mirar a Laura lo que a ella empezaba a producirle cierta desazón.

—Fue inolvidable Lorena, deberíamos repetirlo algún día.

Miguel habló por primera vez, tenía una voz jovial y gesticulaba en exceso.

— ¿Hace mucho que os conocéis?

Respondió Jonathan.

—Lorena y yo varios años, a Luis lo conocí el año pasado, fui su tutor en primero, ¿y vosotros tres?

—Nos conocimos en selectividad— Pedro era el mas joven de los tres, aunque por solo unos meses y era el más fornido, su vida la constituía esencialmente el deporte en sus disciplinas más duras.

La conversación se desarrollo de forma coloquial y amistosa, con alguna intrusión pícara que era inmediatamente sofocada entre risas e inocentes bromas, mientras duró aquel aperitivo, en que se ingirieron botella y media de Champaña y Lorena se concentró cuánto pudo para abducir a los muchachos, esta vez le estaba resultando muy difícil porque sus mentes estaban cerradas a cal y canto, sobre todo la de el tal Pedro. Tras el aperitivo pasaron al comedor y Laura y Jennifer se dispusieron a servir la mesa aprovechando cada intrusión en la cocina para besarse o acariciarse fugazmente.

La cena resultó exquisita y Jonathan provocó que la conversación subiese de tono.

— ¿Nunca habéis sentido nada entre vosotras Jennifer?

La chica le observó desorientada.

— ¿Qué “coño” significa esta pregunta?, ni siquiera nos conoces, es capciosa e innecesaria ¿no te parece?

—Jenny me ha atraído alguna vez, pero de ahí… de ahí ha tener relaciones hay un abismo, ¿no te parece?— Laura se sonrojó ostensiblemente, nunca supo porque pronunció aquello y Lorena intervino pacificadora.

—No os enfadéis, John es así, a veces resulta inoportuno pero cuando lo conozcáis mejor llegareis a apreciarlo.

—Está bien, no haré más preguntas capciosas, os pido disculpas.

—Y nosotras las aceptamos, pero contente— Jennifer templó el gesto relajándose.

Luís las observaba con sorna rememorando cada detalle de la escena que había presenciado la noche anterior en casa de Jonathan, recordó como se amaban con pasión comiéndose literalmente sus bocas entre susurros y jadeos. No veía el momento de que Lorena desencadenase todo y estaba muy excitado.

Tras la cena Lorena había conseguido, por fin, penetrar en la mente de los chicos, y estos, habían sentido como una si una fina jeringuilla se clavase en la epidermis de su sien, pero fue un microsegundo y ninguno le confirió mayor importancia.

— ¿Qué os parece si pasamos al salón? Jenny y yo recogeremos la mesa cuando os marchéis— El efecto del alcohol parecía empezar a hacerse presente en sus palabras.

—Estupendo, ¿tenéis Coñac?

—Por supuesto, Lau tiene de todo, ahora lo saco, ¿qué más?

Todos pidieron sus bebidas y tomaron asiento en la sala ocupando las mismas posiciones que antes.

Tras unos minutos de socorrida conversación Jonathan optó por entrar al trapo y Luís lo supo al instante.

—Oye Jennifer, cuando has omitido mi pregunta creo que me has mentido, vosotras sois amantes, ¿no es cierto?

Jennifer se rebeló de nuevo.

— ¿Y que si lo somos?, ¿acaso es de tu incumbencia?

—Verás querida, solo pretendo conoceros más, ser vuestro amigo, que no tengáis que veros forzadas a disimular constantemente vuestros impulsos en nuestra presencia.

Ambas enmudecieron y por un instante sintieron cierto vahído, pero las palabras de Lorena se introdujeron en sus oídos como hirientes saetas.

—Vamos, lo estáis deseando hace rato, os he visto en la cocina varias veces, dejaros llevar.

Laura miró a Jennifer, era una mirada ausente, carente de toda emoción, pero en su interior ardía el deseo de besarla allí y ahora. Asió la nuca de Jennifer con ternura y rozó sus labios con los de ella. Jennifer le correspondió.

—Esto está mucho mejor, princesas.

Lorena se levantó del sofá no sin antes atusar dulcemente el rojizo cabello de Laura y tomó asiento junto a los chicos frente a Jonathan que permanecía acomodado en un gigantesco sillón orejero.

Laura y Jennifer se habían abandonado por completo, se entregaron como si no hubiese nadie allí, Jennifer introdujo su mano en la blusa de Laura para acariciarle los pechos con dulzura y está se recostó de forma que sus rodillas entreabiertas mostrasen su sexo en todo su esplendor, ajenas a la voz de Jonathan.

—Bueno chicos, ahora quiero que os desnudéis y disfrutéis de la escena mientras yo preparo un ligero tentempié.

Los chicos parecieron desorientados pero la incisiva mirada de Lorena, que había empezado a desnudarse, les confundió por completo. Los tres se levantaron y procedieron a desnudarse por completo para sentarse después. Lorena observó divertida como aquellos flácidos penes despertaban inexorablemente ante la escena que se desarrollaba frente a ellos. Laura y Jennifer se habían desnudado también y retozaban con pasión.

Jonathan había situado sobre la mesa de cristal siete rayas perfectas de blanquecina coca que conformó en paralelo ayudado por un naipe y procedió a aspirar la primera encanutando un billete de quinientos euros y después invitó a Lorena que lo imitó complacida.

—Ven Luís, quiero que pruebes esto, te gustará, el único muchacho no abducido por Lorena se dirigió presuroso junto a Jonathan y le imitó. Sus gestos eran torpes y aquel polvo introduciéndose por su tabique nasal le produjo una arcada inicial disipada de inmediato por el efecto de la droga.

—Esta buena John.

Los siguientes fueron Pedro y Miguel, que actuaron con similar torpeza e sufrieron idénticos efectos que Luís.

Lorena fue hasta las chicas e instó a Laura a levantarse, lo que la contrario considerablemente ya que estaba a media felación con la cabeza introducida entre las piernas de Jennifer, pero obedeció sumisa y como los demás desfilo desnuda hasta Jonathan para aspirar aquellos malditos polvos. Lorena acaricio sus hombros mientras lo hacía.

— ¿Sabes? Eres una perfecta muñeca, quiero que emules mis gestos, pequeña.

Laura volteó su rostro hacía Lorena, se había formado un sutil bigotillo blanco bajo su nariz y sus ojos aún carecían de expresión alguna. Lorena la besó apasionadamente y Laura se dejo llevar. Pasó su antebrazo sobre el hombro de la chica y la condujo sumisa ante Luís que estaba especialmente excitados tal como atestiguaba su miembro.

Lorena habló quedamente.

—Mira Luís, ¿no es preciosa? Lo prometido es deuda, hará lo que le ordenes, pero no la dañes, recuerda ella tiene que obtener placer y tu debes ser lo suficientemente generoso para dárselo, ¿entiendes?

El joven asintió con la cabeza inmóvil observando el cuerpo perfecto de Laura que temblaba ante el.

Lorena le instó a levantarse y Luís se coloco frente Laura, sin vacilar, asió su nuca para introducir su lengua en la boca de la chica y Laura intentó zafarse, pero el chico la detuvo abrazándola con violencia para sobarle los pechos y palpar su sexo con zafiedad. Lorena le interrumpió.

—Si sigues así me la llevo muchacho, ¿acaso quieres violarla?, no vamos a permitírtelo entiendes.

Luís pareció recapacitar e insinuó unas palabras a su oído.

—Perdona Laura, siempre te he deseado.

Laura sintió de nuevo aquella especie de punzada en su cerebro y relajo el rostro.

—Haz conmigo lo que desees, Luís.

—Bien… ¿qué te parecería mamármela?, ¿hacerme una buena mamada para ponerla en forma y que después te pueda follar cualquier agujero de tu cuerpo?

Sus palabras resultaban bastas y malsonantes, pero Laura se conmino a obviarlas.

—Como quieras.

Se arrodillo frente al chico y procedió a masturbar su pene lentamente, lo hizo cerrando la palma de su mano en su contorno y Luís reaccionó de inmediato arqueando el torso y dibujando una sonrisa en sus labios.

Mientras tanto Lorena se había sentado junto a Jennifer no sin antes conminar a Pedro y a Miguel a masturbarse, lo que hacían excitados por las escenas que se sucedían en derredor suyo.

— ¿Cómo estas Jenny?

—Jennifer observó a Lorena encandilada por la belleza de la mujer y respondió tímidamente.

—Bien…

— ¿Sabes?, yo podría enseñarte muchas cosas  que te llevarán a las estrellas, cosas que enriquecerían tu relación con Laura, ¿La quieres verdad?

—La amo.

Tras la copiosa corrida de Luís en la boca de Laura, cuyo semen ingirió por completo para deleite del joven, sin necesidad siquiera de ordenárselo, había obligado a la chica a levantarse, y ahora, la penetraba delicadamente oprimiendo sus pechos con los suyos y ejecutando una especie de baile cuyo ritmo acompañaba cada impulso, insertando su pene en ella más profundamente cada vez. Laura había mutado su escepticismo inicial por una agradable sensación de bienestar, ahora deseaba que aquel hombre fornido la abrazase como lo hacía, se sentía extrañamente protegida, por primera vez sintió correrse pero sintió como alguien se colocaba tras ella Y Jonathan susurró en su oído unas palabras que la estremecieron.

—Hola Lau, ¿recuerdas lo del pepino?, ¿lo que le pediste a Jenny esta tarde ante de que hicieseis el amor?

Vaciló un instante sin deja de contonear su cuerpo en plana penetración y se sonrojó ostensiblemente.

—Si, le pedí que me metiera la hortaliza por el culo.

Jonathan abrió sus nalgas y el ano de Laura quedó expuesto en todo su esplendor, después abrazo su espalda y la de Luís con el contorno de sus brazos y unió su pecho a la espalda de ella para, tras unos instantes de imprecisión a causa de las embestidas de Luís y el contorneo de los cuerpos, lo introdujo por su ano con exquisito cuidado afín de no provocarle heridas. Laura sintió de nuevo un latigazo de repulsión, pero ahora sentía el vaivén de dos falos que se introducirán simultáneamente en ella y distinguió dos placeres diferentes pero afines que provocaron que aumentara el ritmo deseando que cada embestida le penetrase aún más.

Tras unos preliminares magistrales, en las que Lorena había conseguido que Jennifer se volviera literalmente loca de placer, esta estaba totalmente sometida a los designios de su nueva amiga.

Lorena había instado a los muchachos a masturbarse mutuamente ante aquellas escenas y se turnaban para realizarse placenteras felaciones totalmente abstraídos, Lorena condujo a Jennifer ante ellos y obligo a los chicos a ponerse en pie frente a frente, lo que hicieron sin presentar objeción alguna.

— ¿Ves eso Jenny?

Jennifer asintió. Aún sentía las descargas de placer en forma de prolongados orgasmos que Lorena le acababa de provocar.

—Ahora quiero que introduzcas ambos penes en tu preciosa boquita de piñón y que tu paladar sienta su sabor, hazlo con delicadeza querida.

Jennifer introdujo su cabeza entre los vientres de los jóvenes mientras Lorena unía ambos abrazando su contorno por la base. Jennifer se pregunto si sería capaz de introducirse ambos miembros simultáneamente pero lo consiguió al primer intento, los prepucios de ambos falos acariciaron su paladar  destilando cuantioso liquido pre seminal que a ella se le antojó amargo, pero Lorena empujó su cabeza de forma que aquellos penes se introdujeron en su boca en su práctica totalidad mientras ella acariciaba los cojones de los chicos con aprendida maestría. Su tono sutil cautivaba a Jennifer, que se esforzaba cuanto podía en satisfacer a los jóvenes.

—Procura que se corran a la vez Jenny, tú puedes hacerlo…

Jennifer subía y bajaba su cabeza intentando lubricar por igual ambos penes, acariciaba sus prepucios con la lengua en sincrónicos turnos y los chicos parecían estar en la gloria, mientras, instados por Lorena, se besaban con pasión.

Por fin Luís y Jonathan eyacularon simultáneamente dentro de Laura y está sufrió una violenta convulsión, provocada por su propio orgasmo, cuándo sintió el semen de ambos inundar sus entrañas.

Finalmente Jennifer consiguió que ambos eyacularan a la vez y evitó que lo hiciesen en su boca alejando su rostro de allí, pero permaneció con la frente alzada para recibir en so rostro el caliente y blanquecino semen de los dos mientras se masturbaban febrilmente frente a ella.

Eran las doce de la noche del sábado y Jonathan ordeno un merecido receso. Aquella brutal actividad implicaba un soberbio y agotador esfuerzo físico y Jonathan ordenó que todo el mundo se duchase y se asease, citándolos en el salón en media hora, tiempo que empleo para preparar otra vez una nueva dosis de cocaína.

Laura, Jennifer y Lorena lo hicieron en el cuarto de baño de la habitación de la primera y Luis, Pedro y Miguel utilizaron el cuarto de invitados. Jonathan lo izó en la habitación del matrimonio.

Cuándo regresaron parecían otros, Laura y Jennifer lo hicieron cogidas de la mano y los demás lo hicieron alternativamente, pero todos estaban sonrientes y sin atisbo de auto reproche. Les satisfizo que Jonathan hubiese preparado una nueva ronda de coca y se apresuraron a esnifarla por turnos antes de sentarse en derredor del hombre. Tal como les había instado, ellas vestían únicamente meros tangas y un sugestivo sujetador y cubrían sus cuerpos con etéreos batines de seda y ellos con unos calzoncillos Calvin Klein que ceñían sus partes y las camisas que habían vestido a su llegada. Aquello era y parecía un ritual muy ensayado. Jonathan se dirigió a todos ellos.

—Bueno muchachos, entramos en la última escena de la fiesta, acomodaros y os contaré lo que haremos— Lorena lo observaba con verdadera devoción y Laura y Jennifer permanecían con los brazos sobre sus respectivos hombros, todos escuchaban atentos al improvisado líder, — Se trata que cuando nos marchemos de aquí todos hayamos cumplido nuestras más osadas fantasías, dime Pedro, ¿a quién no te has tirado aún?

El joven pareció nervioso y aún así respondió divertido.

—Sólo me he follado a Miguel, pero la bimamada de Jenny será inolvidable.

—No te he preguntado eso: ¿a quién no te has tirado aún?

—A nadie: ni a Laura, ni a Lorena… ni a Jennifer.

—Comprendo— frunció el ceño, —pero desgraciadamente no hay tiempo para que recuperes todas tus asignaturas pendientes, o sea, decide con quién quieres pegar el polvo de tu vida.

Miguel vaciló pensativo.

—Con Lorena.

La mujer sonrió satisfecha.

—Tú turno Luis, te pregunto lo mismo: ¿con quién no has hecho el amor aún?

—Con Lorena y Jennifer.

—Lección aprendida, sin embargo Lorena está cogida.

—Quiero a Jennifer.

Laura sintió una punzada de orgullo sabiéndose excluida.

—Ahora tú Pedro.

—Con Laura.

— ¿Y tú?— Laura lo observó intrigada.

—Yo no participaré en la última escena, sería contraproducente a mis planes, pero adelante, solventar vuestras frustraciones y disfrutad— alzó el rostro, —puede que la vida no os deparé nunca más una ocasión como está.

Lorena se sentó junto a Miguel y en solo unos segundos estaba profiriéndole un beso lascivo que excitó sobremanera al muchacho. Luís izó lo propio con Jennifer que respondió acariciando su pene sobre el slip y Laura se deshizo de inmediato de su tanga para situarse a ahorcadillas sobre la cintura de Pedro y gesticuló sus caderas hasta que su pene se introdujo entre sus labios vaginales hasta hacerse invisible para Jonathan.

Aquella orgía se prolongó varias horas en los que hubo varios recesos destinados a esnifar ingentes cantidades de coca y tras los cuales los comensales intercambiaban de forma esporádica sus parejas u optaban por participar en un improvisado trió. Sólo el alba  de aquel domingo puso fin a todo aquello.

Jonathan conducía su Mercedes por una desértica avenida y miró a Lorena con devoción.

— ¿Estás segura Lory?

—Completamente.

—Entonces envía los claveles, hazlo ya.

Lorena sonrió satisfecha.

—Claveles para la eternidad.

CONTINUARÁ EN EL ÚLTIMO CAPÍTULO DE LA SERIE.

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