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Bubblegum

en Dominación

Relato original de NanoSlaver aparecido con el mismo título en las páginas de Erotic Mind Control. La propiedad intelectual de la obra recae sobre NanoSlaver.

Nota del traductor: El término "Squeaky Boob", algo así como teta chirriante, no lo he traducido al español conservándolo en su forma original por lo difícil que es visualizar el concepto. Para el que tenga curiosidad, en youtube hay algunos ejemplos de a lo que el término se refiere. Disfruten del relato.

La vida pintaba condenadamente bien para Michelle. Sólo hacia tres meses que había abandonado la escuela secundaria y ya la habían aceptado en la Escuela de Negocios de Harvard. Además, había logrado convencer a su papi pera que le regalase un Porsche en su decimoctavo cumpleaños.

Los estudios habían acabado por hoy, el fin de semana había llegado por fin y Michelle tomo su flamante coche nuevo para dar una vuelta por la parte alta de la ciudad. El viento soplaba sobre su hermosa cabellera, su grupo favorito sonaba en la radio y miraba el mundo que la rodeaba a través de sus molonas Ray-Ban nuevas. Se sentía muy segura de sí misma cuando vio a la pequeña Linda Hambridge dirigiéndose a casa con su mochila al hombro y vistiendo, aun, su uniforme escolar.

Recordó como la pobre había tenido la osadía de presentarse a las pruebas para formar parte del equipo de animadoras junior, ¡esa rata de biblioteca empollona! ¡Como si hubiese tenido siquiera la oportunidad de conseguirlo! Michelle se había divertido mucho estos últimos meses recordándole cual era su lugar.

El sol brillaba, afortunadamente había dejado de llover hacía poco, pero aun quedaban muchos charcos en los bordes de la calle. Michelle desvió su coche lo suficiente como para cubrir a Lisa con una ola de agua y barro al pasar junto a ella. La muchacha gritó sorprendida y Michelle se aseguró de que viese como ella se reía al pasar.

Unas pocas manzanas más allá, Michelle detuvo su coche en el parking del edificio Parker, donde su familia tenía su residencia. Mientras se dirigía hacia la puerta echó un vistazo hacia atrás para ver a Linda aun a unas cuantas manzanas de distancia. La familia de la empollona se había trasladado al mismo edificio que ella el verano pasado, a un segundo piso. Michelle y su familia, como correspondía a su status, vivían en el ático. Una razón de más para recordarle a esa rata de biblioteca que jamás estaría ala altura de Michelle.

Michelle se sintió contrariada al ver un equipo de construcción en el edificio. Parecía que estaban instalando una nueva puerta de seguridad, de esas que son como una esclusa, con una puerta para entrar y otra a continuación que no se abre hasta que se ha cerrado la primera. Las visitas entran, y si no se las admite en el edificio, la segunda puerta no se abre para ellas.

Pasó a través de la primera puerta, pero la segunda permaneció cerrada. Apenas tuvo tiempo de exclamar un “¡Eh!” cuando escuchó como la primera puerta se cerró tras ella con un sonoro “clic”. De repente se encendieron unas luces y una voz computerizada dijo:

- ¡Bienvenida! ¡Has caído en una trampa “Slavetrap RubberBaby” patentada!

- ¡¿Qué?! – exclamó perdiendo el aliento, pero la grabación continuó emitiendo su mensaje.

- Voy a ser tu entrenador, y en cinco minutos aproximadamente te convertirás en un juguete sexual “RubberBaby”. ¡Bienvenida a la línea de productos de calidad “RubberBaby”!

- ¡No puede ser…! – dijo atenazada por el pánico. - ¡No puedo convertirme en esclava! ¡He pagado todas mis deudas! ¡No puedo ser esclava!

- Con el fin de verificar su identidad, por favor, coloque sus manos sobre los círculos amarillos. – siguió diciendo la voz computerizada. Michelle se giró y vio dos círculos en la pared. Colocó las manos en su interior y sintió como dos gruesas correas de cuero se apretaban alrededor de sus muñecas.

- ¡Hey! – gritó con furia, pero las ataduras le impidieron moverse aunque tratase de mover sus brazos hacia los lados.

- Corrijo. – dijo la voz del entrenador. – Los círculos amarillos no sirven para verificar la identidad. Se usan para inmovilizar al sujeto durante el proceso de esclavización.

- ¡Suéltame! – gritó tirando de sus ataduras. - ¡Estoy exenta! ¡No puedo ser esclavizada!

- Para verificar su identidad, por favor, indique su número completo de la Seguridad Social.

- ¡Cuatro, seis, uno, tres, nueve, cinco, cuatro, dos y oh… um… seis!

- Michelle Tierman, nuestros registros indican que usted está en edad de ser esclavizable.

Media docena de brazos robóticos acabados en cierras circulares, aparecieron con un zumbido de las paredes de la trampa mientras la voz del entrenador decía:

- Ahora procederemos a eliminar tu ropa. No trates de resistirte o la aplicación de puntos de sutura en las heridas que te produzcas ralentizará el proceso de conversión.

Michelle chilló alarmada temiendo por su vida cuando, con un zumbido, las sierras se acercaron a ella destruyendo su ropa con mecánica eficiencia. Se quedó inmóvil mientras las expertas hojas hacían trizas sus caras ropas y los jirones eran barridos fuera de la trampa por un lateral. En un instante había quedado desnuda, atada y expuesta a las miradas de todos aquellos que pasasen por allí. Con otro zumbido, las sierras se retiraron y ella aprovechó para patear las paredes mientras gritaba:

- ¡Dios! ¡Maldita sea! ¡Estoy exenta! ¡He pagado todas mis deudas! ¡Estoy exenta!

- Las leyes liberales de este país nos exigen que le otorguemos treinta segundos para comprobar su estado de exención. – dijo el entrenador.

- ¿Tengo que probar ahora mi estado de exención?

- Con el fin de agilizar el proceso de conversión, esta oportunidad se le dará mientras se le limpia y depila el cuerpo. – Una manguera y varios cepillos situados en los extremos de varios brazos robóticas salieron de las paredes.

– Por favor, díganos su código de acceso a la exención. – dijo la voz del entrenador mientras un chorro de agua fría como el hielo era pulverizada sobre el pecho de Michelle.

- ¡Aaaaaaaaah! ¡Dios santo! – gritó ella encogiendo el pecho en estado de shock.

- Código incorrecto. – dijo el entrenador. – Inténtelo de nuevo. Quedan quince segundos.

- ¡Cabrones! – gritó ella golpeando la pared.

- Código incorrecto. Inténtelo de nuevo. Quedan diez segundos.

Michelle estaba temblando, varios cepillos duros estaban comenzando a lavarla.

- Uh… el… el código es ¡T… tango-sierra-uno-nueve-s… siete-edward-alpha… ummmm… ch…ch… charlie!

- ¡Felicidades! – exclamó el entrenador con voz alegre.

- Gracias a Dios. – dijo ella comenzando a relajarse.

- Usted no ha podido probar su status de exención.

- ¡¿QUÉ?!

- ¡La vida feliz de una bimbo juguete sexual sin cerebro pronto será tuya! Chupe esto. – otro brazo robótico cayó del techo colocando en la boca de Michelle un enorme dildo de látex y asegurándolo con fuerza mediante una correa a la cabeza de la muchacha. El dildo actuó como una eficaz mordaza obligándola a respirar por la nariz.

- Ahora que ya hemos eliminado todo el pelo de su cuerpo, procederemos a tomarle varias fotos y a escanearla con láser con el fin de evaluar su valor como esclava de placer y facilitar su comercialización. Por favor, sonría. – Varios flashes parpadearon al frente, a los lados y tras ella.

- ¡Mmmmphh…! – trató Michelle de gritar llena de ira y frustración, pero no logró hacerlo. En vez de eso, le propinó una patada a la cámara que había en frente de ella en su lugar. Cuando volvió a colocar el pie en el suelo, la cámara le tomó otra foto.

- Nuestra exploración le han valorado como una esclava de categoría B.

- ¿Qu…? – trató de gritar a través de la mordaza.

- El precio de venta sugerido será de 69 dólares con 99 centavos. – le comunicó el entrenador.

A través de la mordaza trató de gritarle a la máquina un “¡vete a la mierda!, pero solo emitió un inconexo:

- ¡Ete aierda!

En ese momento Linda, todavía manchada de barro, dobló la esquina y vio a Michelle en la trampa. Los ojos de Michelle se abrieron como platos cuando su conocida se acercó a la máquina.

- ¡Hinn… daaaa! – gritó desesperada. - ¡Aúdammee…!

Un nuevo brazo robótico descendió del techo de la cabina conectando un tubo de goma a un agujero del dildo mordaza. La voz del entrenador comenzó a decir:

- Con el fin de facilitar su condicionamiento mental para una feliz y risueña vida de descerebrada, procederemos a introducir semen artificial en su garganta. Por favor, no trate de escupirlo. Es un acto de mala educación.

                Linda, que había estado examinando la máquina, se acercó a un lateral de la puerta que quedaba fuera de la vista de Michelle. Se oyó un “bip” y la computerizada voz del entrenador dijo:

                - El proceso de conversión se ha detenido.

Michelle rió aliviada y volvió a intentar insultar a la máquina.

- ¡Ete aierda! – volvió a decir bajo la mordaza.

Y entonces Linda sacó una tarjeta de crédito.

- ¡Ahhhhhhh! –gritó Michelle incrédula al percatarse de que Linda le había birlado la tarjeta.

Se hizo una silenciosa pausa tras la cual, la voz del entrenador le comunicó alegremente a Linda:

- Transacción aprobada. ¡Permita que “RubberBaby” la felicite por la compra de uno de sus patentados juguetes sexuales!

Linda comenzó a gritar y a bailar llena de alegría, apoyando sus labios contra el vidrio de la cabina, le mandó un beso a Michelle con mal disimulado regocijo. Michelle la miró fijamente antes de ponerse a dar patadas a las puertas de la cabina. Intentó sin éxito decirle a esa perra de Linda que la dejase salir.

- ¡Eame alir! ¡Eame alir, egaaaa!

Linda lucía una amplia sonrisa mientras con el dedo le hacía un obsceno gesto a la cautiva. El entrenador siguió hablando.

- Al haber comprado un juguete sexual “RubberBaby”, usted tiene varias opciones de personalización disponibles. – La cara de Linda se dibujó de mayúscula sorpresa. Dejando caer la mochila al suelo, se puso a estudiar varias visualizaciones disponibles en el exterior de la cabina.

- ¿De qué color desea que sea el recubrimiento permanente de látex de su juguete sexual “RubberBaby”?

Linda comenzó a desplazar el dedo arriba y abajo sobre la pantalla hasta que finalmente golpeó sobre uno de los modelos.

- Ha elegido “Rosa Chicle” – dijo la voz del entrenador.

- ¡Eeeew! – gritó indignada Michelle pateando de nuevo las puertas.

- Por favor, tómese su tiempo en examinar el resto de personalizaciones disponibles para asegurarse de que su juguete sexual “RubberBaby” es el más adecuado para usted.

Linda se desplazaba por las opciones disponibles como una niña en una tienda de chucherías mientras Michelle seguía gritando y pateando las puertas de la cabina sin cesar. Después de varios minutos, Linda se puso erguida luciendo una sonrisa de satisfacción. La voz del entrenador dijo:

- Usted ha elegido las siguientes opciones: Entrenamiento como cachorrita, adicta a los coños, fetichista de la humillación, piercing en la lengua, anillamiento de clítoris y reducción de pecho.

- ¡¿Ehhhhh?! – gritó Michelle tras escuchar esto último volviendo a patear las puertas. ¿Por qué esa puta no dejaba sus tetas en paz?

- ¡Odida utta…! ¡Ejja mis eas en azzzz! – intentó decir bajo la mordaza.

Linda sonrió con maldad. El entrenador volvió a decir:

- Sus opciones de personalización sugieren que puede ser de su agrado un nuevo producto que puede agregarse a sus opciones ya elegidas por un coste mínimo. ¿Le gustaría mejorar su nueva cachorrita de placer “RubberBaby” con “Squeaky-Boob?

- ¡SÍÍÍÍÍ! – gritó Linda llena de alegría y apuñalando la consola con el pulgar. Echó la cabeza hacia atrás y se echó a reír dando saltos de alegría mientras Michelle la miraba furiosa, llena de rabia.

- Por favor, introduzca un nuevo nombre para su cachorrita del placer “RubberBaby”. – indicó la voz del entrenador. Después de que Linda introdujese los datos, la voz del entrenador lo confirmó.

- Su nueva cachorrita del placer “RubberBaby” será conocida de ahora en adelante como Bubblegum. – Michelle, derrotada, dio una última patada a la puerta mientras gemía. El entrenador continuó hablando.

- El proceso de conversión se reanudará en estos instantes. Con el fin de comenzar su acondicionamiento mental para convertirla en una Bimbo descerebrada y feliz, procederemos a administrarle semen artificial que limpiará y lavará su mente. Usted tiene la opción de elegir uno de estos cinco sabores para el semen: Vainilla, chocolate, fresa-plátano, Salty Monkey o pez muerto.

Linda se mordió el labio sonriendo a Michelle mientras esta la miraba ceñuda derramando lágrimas de rabia y frustración. Tras un momento de duda, extendió la mano y tocó la consola.

- Ha elegido usted chocolate. – dijo la voz del entrenador. Linda miró de nuevo a Michelle y se encogió de hombros.

Una espesa crema de pegajoso chocolate comenzó a brotar, a través del dildo que amordazaba a Michelle, en la parte posterior de la lengua y garganta de la cautiva. Trató de no tragárselo, pero era demasiado. Tragó y poco a poco se fue relajando, olvidando el motivo de su enfado, y pronto estuvo riéndose de felicidad tragando calientes chorros de pegajosa alegría. Al principio se asustó un poco de la nueva sensación, pero pronto el miedo se disipó y tomó con amor su pegajosa medicina.

- Su cachorrita de placer “RubberBaby” pronto estará terminada, Linda. – dijo la voz mecánica del entrenador. – La reducción de senos y la posterior instalación de sus “Squeaky-Boob  ralentizarán el proceso de conversión, pero puede estar segura de que su camorrita de placer Bubblegum estará lista en tan solo diez minutos.

Linda miró con expectación como colocaban un par de auriculares sobre las orejas de su nueva cachorrita para empezar la programación. Para matar el tiempo, se dedicó a hojear un catálogo de dildos y plugs anales.

 

 

 

*****

 

 

 

Dos semanas después, la vida se presentaba bastante bien para Bubblegum. Su Ama celebraba su fiesta de su decimosexto cumpleaños follándose a su cachorrita con un enorme consolador doble mientras que Bubblegum se dedicaba a lamer los coños de las amigas de su Ama uno por uno. A Linda, ser la propietaria de Bubblegum la había convertido en una chica muy popular y había una larga fila de calientes coños jóvenes esperando a ser lamidos, cosa que Bubblegum hizo muy feliz. Tenía la esperanza de que la dejasen correrse durante unos segundos cuando acabase con todos ellos.

El suave coño de la pecosa Casey se estremeció cuando su dueña gimió al alcanzar el orgasmo. Bubblegum sonrió orgullosa, frotándose la cara con alegría en el húmedo coño llenándose toda de los flujos de la pecosa hasta que esta se levantó. Luego pasó a Tenisha, la siguiente de la cola que empezó a  despojarse de sus pantalones.

Mientras esperaba a que Tenisha estuviese lista, Bubblegum presionó sus nuevos y pequeños pechos contra el suelo, para que emitiesen su característico sonido chirriante con cada embate que su Ama le daba con el dildo. Cuando Tenisha se sentó en la silla exponiendo su coño color caramelo para que fuese atendido por la cachorrita, Bubblegum oyó reír a su Ama y supo que era amada por ella.

 

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