miprimita.com

Escuela para Jóvenes Precoces I: Educación

en Control Mental

Relato original de "The Sympathetic Devil" aparecido en la web "Erotic Mind Control" bajo el título de "Education" y que se engloba dentro de una serie que este magistral autor está comenzando. Cualquier comentario que le querais hacer llegar al autor se lo podreis dejar en el correo thesympatheticdevil@hotmail.com Me consta que el autor agradece cualquier comentario que le hagais llegar.

I.- EDUCACIÓN

Katherine se paró ante la puerta del director y suspiró. Se ajustó sus gafas, que se le habían deslizado de la nariz otra vez. No estaba segura de si era obra de alguno de esos dos muchachos. Y si fuese así, ¿le habrían hecho algo a sus gafas o a su nariz?

Por supuesto que podía haber sido cosa de ambos, uno podía haber sido el responsable de lo que le sucedía a sus gafas mientras que el otro podía haber sido el responsable de lo sucedido con su nariz. Giró la cabeza tratando de aclarar la situación. Había tantas posibilidades. Así era difícil saber que era fruto de la acción de los chicos y lo que no, lo que era real y lo que era solo fruto de su imaginación. Y lo más complicado de todo, intentar recordar lo que había sido real antes de su llegada a esta extraña escuela. No, no creía que pudiese aguantar otra semana más. Por eso había acudido al despacho del Dir. Torrent.

Llamó a la puerta del despacho y entró cuando el Dir. Torrent le dio su permiso.

- ¡Oh, Katherine! Tenía la esperanza de que te pasases por aquí. – exclamó con una genuina sonrisa un hombre bien vestido de unos treinta años. – Por favor, siéntate y cuéntame cómo llevas tu primera semana en nuestra “Escuela para Jóvenes Precoces”.

El hombre señaló hacia una silla de madera situada delante de su escritorio. Katherine lo miró con temor, pero se resignó y se sentó con cuidado, manteniendo juntos sus desnudos muslos y cruzando los tobillos, con su falda negro grafito, que antes le llegaba hasta las rodillas, ahora solo llegaba hasta un poco más abajo del nacimiento de sus muslos. Era consciente que cualquier movimiento dejaría expuesta sus bragas como una bandera en su asta. Sus zapatos de tacón alto brillaban, ella se dio cuenta de que estaban cubiertos de espejitos plateados. Se preguntó cunado habían cambiado desde el acrílico transparente que llevaba durante el almuerzo. ¿O habían sido siempre así y ella simplemente se había imaginado que eran de acrílico?

Levantó la mirada hacia el director.

- Es sólo que… es sólo que no creo que pueda hacer esto, Dir. Torrent – dijo ella llena de turbulentas emociones. – Yo… yo pensé que podría pero… pero los chicos… son tan… son tan…

- No entiendes a los precoces, ¿no es eso? – dijo el Dir. Torrent frunciendo el ceño con simpatía. – Ellos poseen poderes extraordinarios y aún carecen del suficiente autocontrol. Es por eso que necesitan buenos maestros como tú, Katherine. ¡Imagínate el daño que podrían hacer a la sociedad si no reciben una educación decente! ¡La educación que les estás dando no solo mejorará sus vidas, sino que salvará el mundo! En realidad tu papel es el de una superheroína.

Katherine se ruborizó intensamente.

- Ese es el problema, Dir. Torrent. – dijo al fin. – A veces en clase me da por pensar que soy una superheroína. Creo que es cosa de Tommy. Parece ser que le gustan los cómics y, en ocasiones, me mira y me pongo a pensar que ser una maestra de escuela de exquisitos modales es solo un ardid. Y entonces suena el timbre y me doy cuenta de que el mundo está en peligro y me arranco la ropa para dejar a la vista mi traje de MegaWoman, o un disfraz de Chica Osada o, incluso, un traje de Magical Girl Mizuki, y combato con supervillanos y monstruos que, en realidad, ni siquiera están allí, derrotándolos generalmente agitando mis pechos frente a ellos.

- ¿Tus qué? – preguntó aparentemente escandalizado el Dir. Torrent.

- ¡Oh, Dios mío! – exclamó Katherine llevándose la mano derecha a la boca. - ¿He dicho pe…? ¡Quise decir tetas! ¡Mis tetas! Agito las tetas ante los monstruos. Lo siento mucho, doctor Torrent. Eso es obra de Kyle, creo. Parece que le gusta cambiar las palabras en mi cabeza. Me hizo pensar que era vulgar llamar tetas a mis melones y que el término correcto era pe… quiero decir, eh, la otra palabra. El miércoles me hizo llamar paletos a los lápices. Y creo que en mi primer día de clase hizo que me presentase como ¡Sta. Cockgobbler[1]!

- Pero ese es no ciertamente tu nombre. – apostilló el Dir. Torrent.

- ¡No, claro que no! – añadió Katherine. – ¡Es Sta. Wigglebum[2]! ¡Katherine Wigglebum! ¿Verdad que sí?    Pero le juro que, al menos durante las tres primeras horas de clase, ¡tenía escrito en letras grandes en la pizarra “Sta. Cockgobbler”!

- Entiendo que eso te haga sentir molesta, Katherine. – dijo el hombre. – Pero trata de verlo desde mi perspectiva. Kyle podría, en teoría, haberte hecho pensar que eras Katherine Cockgobbler toda la semana. Pero después de unas pocas horas, él, o uno de los otros chicos, te ayudaron a recordar que eres Katherine Wigglebum. ¡Eso demuestra un cierto nivel de madurez! Aun no es el que nosotros queremos que sea, pero ya sabes que la educación es un proceso iterativo. Yo creo que podrías considerar este hecho como un tanto a tu favor. ¡Sin duda ha sido un triunfo para la Señorita Wigglebum!

Katherine lanzó un suspiro. Él había dado en el clavo, admitió ella. Realmente deseaba no haber perdido su cartera el primer día de clase para poder comprobar todo el tiempo en su tarjeta identificativa que no le cambiaban el nombre otra vez.

Volvió a empujar sus gafas de montura redonda hasta su sitio en la nariz. Un gran tirabuzón se deslizó desde su cabeza y penduleó delante de su ojo izquierdo. De nuevo su cabello era rubio. Estaba segura de que este era su color original. Bueno, eso era algo que la hacía sentir bien de alguna manera. Probablemente era obra de Roger. Parecía que al muchacho le gustaba rubia. Roger era un chico dulce y a ella le hubiese gustado si no hubiese tenido la sospecha de que era el él que le hacía tirar al suelo su… su caja de lápices para ver como se agachaba a recogerlos. También era cierto que podía haber sido cualquier otro de los chicos, pero Roger parecía tener una especial debilidad por su trasero. ¡CULO! Quería decir culo. ¡Dios, hasta en sus pensamientos la estaba convirtiendo en una malhablada!

- Bueno, yo sólo creo que… que tal vez a estos chicos tan… especiales…, y en estos momentos de sus vidas… tal vez fuese mejor para ellos tener un profesor en vez de una profesora. – Dijo – Quiero decir… creo que con mis turgentes tetas y mi firme y redondeado culo soy para ellos más una distracción que otra cosa.

- ¡Oh, no! – exclamó el Dir. Torrent. - ¡Están aprendiendo mucho de ti! Créeme, ya hemos probado con un claustro totalmente masculino. La verdad es que tener a otros hombres directamente sobre ellos hace que ellos tiendan a ser más…, bueno, ya me entiende. Son mucho más amables y respetuosos contigo y con las otras profesoras.

- ¿Respetuosos? – preguntó Katherine – No me sentí muy respetada ayer cuando me pasé toda la hora del almuerzo lamiendo un pepino entero, que había sacado de mi ensalada ranchera, mientras ellos me veían deseando, claramente, que en vez del pepino fuesen sus… lápices.

El director lanzó un suspiro.

- Son unos pequeños bastardos con mentes calenturientas, no hay duda de eso. – admitió el hombre. – Pero los profesores varones a menudo acababan con cosas mucho menos… comestibles en sus bocas. ¡Y también en otros lugares! Cuanto menos hablemos de ello mejor. Mi punto de vista es el siguiente: hacen sus travesuras, como ya te advertí cuando te contraté, pero te respetan lo suficiente para no hacerte daño o involucrarte en un contacto físico inapropiado. Puede que envidien a ese pepino del que me hablas, o a esa flauta con la que el miércoles pasado te masturbabas en el aula de música, que disfruten del movimiento onduleante de ese buen culo que tienes (En mi opinión, ¿quién no lo haría?), pero al fin y al cabo, ninguno le ha puesto la mano, o cualquier otra parte de sus cuerpos, encima. Siendo tan poderosos como son y estando tan calientes como están, mostrar ese tipo de restricción es notable.  Y eres TÚ la que le estás enseñando eso, Sta. Wigglebum. Deberías sentirte muy orgullosa de ti misma y, en cierto modo, de ellos también.

Pero Katherine estaba demasiado sonrojada como para mostrar ningún síntoma de orgullo. Se había olvidado del incidente del aula de música. ¿Por qué mencionaba aquello? ¿Su jefe la había pillado infraganti con el instrumento musical enterrado en su vagin… (chocho… chocho era el término correcto) y ella lo había olvidado? ¡Claro! Había sido cuando ella se creyó una estudiante de intercambio noruega exhibicionista y adicta a la oxicontina. Durante un rato al menos. Derek no era muy bueno con los cambios de identidad, pero después de aspirar algunas pastillas trituradas, no había necesitado mucho para convencerse. Tal vez por ello fue fácil convencerla para que se follase con la flauta.

- Es solo que… yo apenas sé quién soy, Dir. Torrent. – se quejó la profesora. – Por ejemplo, ¿qué edad tengo? Realmente, quiero decir. Cuando estoy hablando con Nathan, me siento como si acabase de salir de la Universidad, donde pase la mayor parte de mis noches poniéndome hasta el culo de alcohol en la residencia de la fraternidad y… ¡realmente tengo ese aspecto! Pero cuando estoy hablando con Paul me veo y me siento como una mujer madura que lleva años seduciendo jovencitos y que aceptó este trabajo de profesora de forma fraudulenta luego de saltarse la condicional. ¿Cuál de las dos versiones es la correcta? No pueden ser las dos al mismo tiempo, ¿no es cierto? Cuando voy al baño, lo que cada vez es más frecuente desde que… um… tengo que orinar mucho porque a Kyle le gusta convertir mi agua en vodka sin decirme nada… y… bueno… de todas formas yo… cada vez que me miro al espejo, ¡veo a alguien nuevo! ¡Ni siquiera puedo comprarme un sujetador porque no sé qué talla llevo! Al principio me gustó que Ted me aumentase la talla, aunque creo que me manipuló para que me gustase. Pero ahora, cada vez que me compro un nuevo sujetador, él hace crecer un poco más mis tetas, ¡y eso es terriblemente incómodo! ¡Podría hacer que mi sujetador desapareciera! ¡Todos ellos podrían hacerlo! Uno de ellos lo hizo el primer día. Pero le juro que a Ted le gusta más cuando me siento tan incómoda que opto por quitármelo yo misma. ¡Y por supuesto que lo hago! Fíjese, mire estos melones. ¡No puedo encontrar nada en la ciudad capaz de contenerlos! Voy a tener que comprarlos on-line.

Ella levantó sus tetas, libres sin sujetador, hasta el director como prueba, aplastadas juntas bajo su delgada blusa blanca.

- Bueno, sí, admitiré que su delantera en este momento bordea el ridículo. – dijo el Dir. Torrent. – Pero te das cuenta de que Ted te está dejando a ti la decisión de liberarte o no del sujetador. En mi opinión, eso es un progreso increíble. ¡El que te desprendas del sujetador por voluntad propia es una prueba de la excelencia de tus métodos de enseñanza! ¡Con mucho gusto te reembolsaremos el gasto extra si continúas ayudando a nuestros estudiantes a adquirir tal grado de madurez!

- Bueno, supongo que es cierto… - admitió Katherine. – Es solo que… creo que al final del día noto que este trabajo es demasiado duro para mí. Entiéndame, el sueldo es increíble y la corta duración de las clases es algo insólito, pero… pero los chicos… son un poco… son un poco… ¡demasiado calientes para mí! Creo que tengo que dejar el puesto, Dir. Torrent.

- Ya veo. – respondió el Dir. Torrent con el ceño fruncido. – Bueno, Sta. Wigglebum, como ya te dije cuando te contraté, éste es un trabajo difícil. Por supuesto que eres libre de dejarlo cuando quieras, pero creo que es una decisión que vas a lamentar. Así que, por favor, contéstame: ¿estás decidida a abandonar el puesto porque no te gusta lo que te están haciendo los chicos con sus poderes o hay alguna otra razón más profunda?

- Yo… yo no sé qué está tratando de decirme. – negó Katherine.

- Veamos, ¿cómo te sientes sabiendo que estás siendo alterada y manipulada a causa del capricho y lujuria desenfrenada de tus estudiantes? – preguntó el Dir. Torrent.

- Me… yo… me siento confundida. – contestó Katherine. – Indefensa… perdida y…

- ¿Y qué más, Katherine? – insistió él.

Ella se estremeció al darse cuenta de la verdad.

- Hacen que me sienta tremendamente excitada. – contestó en un susurro. – Me ponen jodidamente caliente. Estoy excitadísima todo el tiempo. Y ellos también lo están, y me desean, pero no puedo follar con ellos. No puedo. No es legal, no está permitido. ¡Y yo sigo tan caliente!

- Como ya sabes, Sta. Wigglebum. – dijo el Dir. Torrent mostrando en su rostro una expresión de simpatía. – Seis de tus alumnos serán mayores de edad en algún momento de este año, dos de ellos antes de las vacaciones de invierno.

Katherine levantó la vista como si hubiese sido golpeada por una revelación.

- ¿En serio? – preguntó ella dispuesta a quedarse sin ni siquiera pensar en lo que ello implicaba.

- Y consideraría como un favor personal el que tú le dieses la bienvenida a la edad adulta a cada uno de ellos. – dijo el Dir. Torrent.

- Yo… Yo creo que puedo hacerlo. – dijo ella separando sus muslos sin importarle que ante la vista de su jefe quedase expuesto como su… (Oh, mierda, iba a decir vagina. No podía sacar ese término tan vulgar de su cabeza. El Dir. Torrent probablemente ni siquiera lo conocería)… como su vagina se humedecía ante la perspectiva de sus nuevas actividades extracurriculares. Chicos convirtiéndose en hombres. Chicos convirtiéndose en hombres gracias a ella.

- Y mientras tanto – dijo el director que salió de detrás de su escritorio para mostrar a la profesora la extensa tienda de campaña que se formaba en sus pantalones de seda. - ¿Crees que podría ayudarte si te tiendo sobre mi mesa y te follo hasta que se te fundan los sesos?

- ¡Oh, Dir. Torrent! – exclamó Katherine, levantando la mirada en mostrando en su rostro señales de la más absoluta gratitud.- ¿Haría usted eso por mí?

- ¡Por supuesto, Katherine! Es parte de mi trabajo proporcionar al claustro todo aquello que precisen.

- Bueno, yo necesito… ¡una polla! – exclamó la mujer poniéndose en pie y rasgando con sus manos su frágil blusa, con sus enormes tetas aumentando aún más de tamaño. - ¡Fólleme, Dir. Torrent! ¡Fólleme como si yo fuese una puta! ¡Meta su enorme y varonil pene en mi vagina!

- ¡Ese lenguaje, Sta. Wigglebum! – exclamó el director. - ¡Ya veo que, en el fondo, no eres más que una putita traviesa! ¿Verdad?

Y entonces él la tendió boca abajo sobre su mesa, las enormes tetas de ella desplazando y haciendo volar hacia todas partes los documentos que se hallaban sobre el escritorio. Las gafas de Katherine se deslizaron sobre el puente de su nariz sin caerse. Las enormes y varoniles manos del director colocaron su diminuta falda alrededor de su cintura, dejando a la vista el delicioso culo que Roger tanto adoraba y que, posiblemente, también había creado.

- Fólleme, Dir. Torrent. – suplicó. - ¡Fólleme! ¡La maestra necesita rabo!

- ¡Oh, obtendrás tu ración de rabo, Sta. Wigglebum! – aseguró el hombre. - ¡Te daré tu ración de polla como no has tenido antes!

Y él comenzó a darle a la Sta. Wigglebum todo lo que ella suplicó, ¡y le iba a dar bien duro! Su pene se deslizo en lo que ella había decidido llamar, de pronto, la ranura de su entrepierna. La frustración acumulada durante toda la semana se desvaneció de golpe mientras su mente explotaba con el orgasmo que la había eludido toda la semana a pesar de las horas pasadas en el baño de la escuela. ¡Y eso sólo al penetrarla! Esto no podía compararse al incidente de la flauta. No se parecía en nada a lo que había hecho con sus dedos y con las verduras en su despacho tantas veces durante la última semana. ¡Esto era FOLLAR con mayúsculas! ¡Esto era el paraíso! ¡Esto era una bendición! ¡Esto era todo lo que ella esperaba y sólo acababa de empezar!

Con cada dura embestida de la polla del Dir. Torrent, ella no paraba de correrse más y más, gritando en el paroxismo del éxtasis sin importarle un carajo si la oía el conserje, sus compañeras o, incluso, sus alumnos. ¡Ella estaba follando! ¡Ella nació para follar! ¡Ella era follar! ¡Y casi no lograba creérselo! ¿Habría algo mejor de lo que sentía ahora?

Como si le leyese la mente, el Dir. Torrent presionó un vibrador sobre el orificio de su culo.

- ¡EEEEEEEEEEEEEEEEEEEE! – atinó a gritar ella.

Expandiendo su mente alrededor del cuerpo de ella, el Dir. Torrent comenzó a acariciar telequinéticamente el sensible clítoris y los pezones de la profesora provocándole una sobrecarga sensorial. Sólo entonces ella recordó vagamente que el Dir. Torrent era mucho más poderoso que cualquiera de sus alumnos.

- ¡Ahhh… Ahhhh… Ahhhh…! – gritó ella perdiendo totalmente el control sobre sus músculos debatiéndose indefensa entre espasmos, pero dichosa, sobre el escritorio. Fue vagamente consciente de que el hombre la llenaba de cálido esperma cuando una ola de acogedora oscuridad se apoderó de su consciencia.

- ¿Katherine, Katherine…?

Katherine parpadeó, dueña de un vago estado de lucidez, y vio que su jefe estaba agachado, con la cabeza casi sobre la mesa, mirándola fijamente, lo que le hizo darse cuenta de que aún estaba recostada sobre el escritorio sobre un charquito de su propia baba.

- Hola Dir. Torrent. – dijo aún medio adormilada. – Soy la Sta. Wigglebum.

- Por supuesto que lo eres. – dijo él. – Y no vas a abandonarnos ahora, ¿verdad que no?

Katherine soltó una risita tonta.

- Nooooo – contestó. – Me gusta estar aquí. ¡Las ventajas son jodidamente increíbles!

Ella volvió a soltar esa risita tonta.

- ¡Y joden increíblemente! – se corrigió a sí misma.

- Me alegra saber que piensas así, Katherine. Pero me doy cuenta de lo estresante que es ser la maestra de estos chicos tan poderosos y manipuladores, por lo que le estoy dando vueltas a algo que podría aliviarte el estrés dejando de ser profesora todo el tiempo.

- ¿No a todas horas? – preguntó ella confusa pero intrigada.

- No. – contestó él. – No veo ninguna razón para que sigas siendo maestra los fines de semana, ¿no crees? Así que creo que puedes tomarte un descanso entonces.

Él deslizó le quitó las gafas. Las cosas se veían borrosas sin ellas. Pero en honor a la verdad, después de la jodienda que había recibido, las cosas se veían preciosamente borrosas sin ellas.

- Pero, si dejo de ser maestra los fines de semana… ¿qué voy a ser entonces? – preguntó Katherine sentándose, con sus rizos rubios penduleando frente a su cara mientras sus grandes tetas se bamboleaban en su pecho.

- Bueno, ESTE fin de semana, - dijo el Dir. Torrent. – estaba pensando que podrías ser Katie Goodhead, una de las animadoras de la escuela.

Tan pronto como él pronunció estas palabras, las arrugadas ropas de ella se transformaron en un uniforme de animadora de color rojo y blanco y ella se sintió varios años más joven al tiempo que sus tetas se redujeron a una talla triple D de apariencia bastante natural. Se sentía bien siendo transformada por el Dir. Torrent. Lo hacía de una manera más fluida y decisiva que los chicos. Estaba tan seguro de su poder y era tan firme y tan hábil en la forma en que lo usaba. Cuando su pelo rubio se elevó y quedó recogido en dos coletas con lazos rojos, ella estaba bastante segura de que SIEMPRE había sido Katie Goodhead, una estudiante de secundaria de diecinueve años que había repetido algunos cursos. No tenía ninguna duda de quien era, ni siquiera se le pasó por la cabeza que ella hubiese sido nunca otra persona diferente.

- ¡Hola, Dir. Torrent! – exclamó Katie sin estar del todo segura de la razón por la que se encontraba en la oficina del director en esta ocasión. ¡Había tantas posibilidades! - ¿Estoy metida en algún lío otra vez?

El director suspiró y le lanzó una indulgente sonrisa.

- No, Katie. Sabes bien que no pienso castigarte por tu comportamiento. – dijo él, haciendo pensar a Katie que ya lo había dicho antes. – Sé que realmente eres una buena chica y sólo estoy tratando de ayudarte, de educarte.

Katie se echó a reír y se puso a jugar con una de sus rubias coletas.

- No soy TAN buena. – confesó ella.

Algo comenzaba a resbalar fuera de su coñito. ¿Había estado otra vez follando en el gimnasio? Eso explicaría por qué estaba en la oficina del director. Tal vez debería dejar de una vez la hierba si después se olvidaba de cosas como esa… o no.

- Lo sabes, Katie. – respondió el director. – ERES buena, ¡y muy inteligente también!

Katie rio.

- ¡Está usted mintiendo, Dir. Torrent! – dijo ella. - ¡Soy una bimbo total! ¿Por qué cree que sigo en la escuela secundaria con diecinueve años?

- Bueno, tus calificaciones verdaderamente no son buenas, - admitió el Dir. Torrent – y probablemente te hubiésemos expulsado hace ya tiempo si no aportases mucho… espíritu… a nuestro equipo de animadoras.

- ¡Dar el espíritu está bien! – exclamó ella agitando sus coletas y sus tetas para demostrarlo.

- Sí, tienes espíritu de todo tipo. – convino el Dir. Torrent observando con admiración como botaban sus tetas. – Pero si todavía siguieses aquí cuando cumplas los veinte, todos nosotros vamos a empezar a mirarte mal. Así que tenemos que encontrar una solución.

- ¡Dios, Dir. Torrent! ¡No sé! ¡Usted es más listo! ¿Qué puedo hacer?

- Bueno, creo que con algunas tutorías extras podrías ser capaz de pasar las pruebas de graduación. – dijo el Dir. Torrent. – Así que he pensado que tal vez podrías venirte a mi cabaña este fin de semana y podríamos repasar aquellos temas que más se te atraviesan. Como ya tienes diecinueve, no será algo inapropiado. Ni siquiera es necesario que obtengas el permiso de tus padres.

 - ¡Oh, Dios mío, Dir. Torrent! – exclamó Katie. - ¿De verdad haría usted eso por mí?

- ¡Por supuesto! – dijo el Dir. Torrent. - ¡Eres una estudiante muy especial con muchas posibilidades! Si podemos conseguir que te gradúes, ¿quién sabe? Incluso podrías ser capaz de entrar en la Universidad y, si trabajas lo suficiente, ¡podrías llegar a incorporarte como maestra aquí, en nuestra “Escuela para Jóvenes Precoces”, y pagar mi esfuerzo sacando adelante a estudiantes que necesitan TU ayuda!

Katie rio mientras se chupaba el dedo meñique.

- ¿De verdad cree que podría llegar a ser maestra? – preguntó ella.

- ¡Creo sinceramente que no hay límites para lo que puedes llegar a ser, Katie! – afirmó el director. - ¡El mundo está lleno de posibilidades!

- ¡Guau! ¡Entonces estoy dispuesta a ir con usted a su cabaña y explorar todas esas posibilidades! ¿Cuándo nos vamos?

- ¡No hay mejor  momento que ya! – dijo el hombre tomando su maletín e indicándole a Katie con un gesto la puerta. La muchacha se dirigió hacia el aparcamiento unos pasos por delante del Dir. Torrent, asegurándose de que el hombre disfrutase de una buena visión de su culo mientras movía las caderas hacia atrás y hacia adelante con cada paso. De vez en cuando ella miraba hacia atrás para permitirle disfrutar de su delantera y lanzarle un guiño mientras soltaba una risita. Claramente él la deseaba. ¡Todos los chicos de la escuela lo hacían, pero Katie prefería a los hombres hechos y derechos!

Eso de la universidad era una tontería, por supuesto. Ella nunca fue ni sería una rata de biblioteca, pero era bastante lista en otros aspectos. Sabía que podía conseguir lo que quisiese del viejo Dir. Torrent. Con este pensamiento en mente, se relamió los labios. Antes de la cena tendría su dura polla en la boca. Se la mamaría durante todo el fin de semana, le haría algunos trabajitos con sus tetas y con sus manos y, tal vez, incluso le dejaría follársela. ¡Cada vez que él tratase de enseñarle algo, ella le enseñaría a ÉL lo viciosilla que era ella! Para cuando terminase el fin de semana, el Dir. Torrent le habría dado ya la solución a todas las preguntas del examen de graduación. ¡Demonios, incluso podría él hacer los exámenes por ella! Después de todo, ¡ella REALMENTE tenía una buena cabeza!

¿Y por qué no? Ella era Katie Goodhead, ¿verdad?



[1] Algo así como Sta. Chupapollas o Comepollas.

[2] Algo así como Sta. Meneodetrasero o Meneodeculo.

Mas de SteveRogers

Bimbo o Billonaria

Querido diario

Religión comparada

De tal madre, tal hija

Chantaje a un ama de casa hetero

Una buena chica cristiana

Autobús hacia la esclavitud

Eva al desnudo

Escuela para Jóvenes Precoces II: Inspección

BimboTech: Help Wanted

Stripclub Bimbos

BimboTech: Habla con tu hija sobre BimboTech

Catwoman´s Prey y VII

Catwoman´s Prey VI

Catwoman´s Prey V

Catwoman´s prey IV

Catwomans Prey III

Catwomans Prey II

Catwomans prey I

La caída de Supergirl y IV: La transformación

La caída de Supergirl III: El entrenamiento

La caída de Supergirl II: La iniciación

La caída de Supergirl I: La Captura

BimboTech: Una amiga en apuros II

BimboTech: Una amiga en apuros I

BimboTech: Bonos regalo

BimboTech: La recepcionista

BimboTech: Bajando

El caso de la joven detective desaparecida y III

El caso de la joven detective desaparecida II

El caso de la joven detective desaparecida I

Total Transformation Salon & Spa II

¡Apuesta tu Cerebro!

Total Transformation Salon & Spa

Bubblegum

Propiedad de Oni

La abogada (Boss Lady) y VII

La abogada (Boss Lady) VI

La abogada (Boss Lady) V

Diario de una chica perfectamente normal

La reeducación de Bouddica

La puta de la seguridad social

Esclavas blancas...: IV. El número de desaparición

Esclavas blancas de Madame Cong: III. Folladora...

Esclavas blancas de Madame Cong: II. El Sujetador

Esclavas blancas de Madame Cong: I. Las vacaciones

La abogada (Boss Lady) IV

La abogada (Boss Lady) III

La abogada (Boss Lady) II

La abogada (Boss Lady) I

La Doctora en la jaula X

La Doctora en la jaula IX

La Doctora en la jaula VIII

La Doctora en la jaula VII

La Doctora en la jaula VI

La Doctora en la jaula V

La Doctora en la jaula IV

La Doctore en la jaula III

La Doctora en la jaula II

La Doctora en la jaula I