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BimboTech: Habla con tu hija sobre BimboTech

en Control Mental

Una nueva traducción de un cuento del genial Sympathetic Devil, esta vez aparecido en su propio blog de tumbrl (http://thesympatheticdevil.tumblr.com/post/89903302233/talk-to-your-teen-about-bimbotech) bajo el título "Talk to your teen about BimboTech". Como siempre, el autor agradece cualquier comentario que le hagais llegar a su mail: thesympatheticdevil@hotmail.com. Espero que lo disfruteis, aunque la traducción no me ha salido del todo bien debido a lo difícil de la traducción de algunos tréminos del original.

A Joyce le preocupaba mucho su hija Bethany. Sentía que la estaba perdiendo. Desde que su marido las abandonó, hace ya algunos años, siempre se habían tenido la una a la otra y nunca habían tenido ningún problema en hablar de lo que pasaba en sus vidas. Pero ahora, Bethany casi nunca estaba en casa y, cuando estaba, no quería hablar con ella.

La personalidad de la joven había cambiado drásticamente desde que comenzó sus estudios universitarios. Su aplicada y tímida hija se había evaporado y había sido sustituida por una muchacha risueña y frívola obsesionada con los chicos. Y la forma en que vestía… ¡era escandalosa!, al menos en las raras ocasiones en que Joyce tenía oportunidad de verla. La joven pasaba casi todas las noches fuera con su nuevo novio y apenas podía verla. A Joyce nada de eso le gustaba.

Por eso, Joyce estaba hoy encantada de volver a casa y encontrar en ella a Bethany… ¡sin Steve! ¡Y un viernes, nada menos! La muchacha llevaba puestos unos provocativos pantaloncitos vaqueros muy cortos y un ajustado top de tubo, pero, al menos, llevaba cubierta la parte de delante con un delantal. Estaba cocinando, algo que no hacía desde que había comenzado a salir con Steve.

- ¡Mamuchi! ¡He hecho brownies! – dijo Bethany. – Estarán listos en cinco minutos. ¿Quieres uno?

¿Mamuchi? Eso era nuevo, pero si Bethany estaba dispuesta a hablar con ella, la forma en como la llamase le daba igual.

- Me encantaría, Bethany. – contestó Joyce. – Espera a que me quite la ropa del trabajo.

- ¡Chachi! – dijo Bethany soltando una risita tonta.

Bueno, es cierto que sonaba bastante frívola, pero al menos era algo. Tal vez en vez de tomar unos brownies, quizás tuviese la oportunidad de hablar con Bethany y averiguar qué era lo que le estaba sucediendo.

Joyce corrió a su habitación y antes de que tuviese tiempo de ni siquiera sudar del esfuerzo, la gran bandeja de brownies ya estaba saliendo del horno.

- ¡Guau, Bethany! – Exclamó Joyce - ¡Huele de maravilla!

- ¡Te van a encantar! – exclamó Bethany lanzando una risita.

Y a Joyce le encantaron. Estaban muy, muy buenos. ¡Rematadamente buenos! Tan buenos que Joyce olvidó su propósito de comentarle a Bethany sus recientes cambios de personalidad. Con brownies tan deliciosos como aquellos ¿cómo le iba a ser posible hablar de otra cosa que no fuera lo deliciosos que estaban? Y el que ella disfrutase tanto de sus bizcochos de chocolate hacía tan feliz a Bethany que, como la buena madre que era, sabía que estaba haciendo lo correcto.

- ¡Toma otro, mamuchi, toma otro! – dijo Bethany dándole un tercer brownie.

- ¡Oh, Dios! ¡No debería! – dijo Joyce sin mucha convicción.

- ¿No te gustan, mamuchi? – preguntó la joven.

La resistencia de Joyce se derrumbó por completo.

- ¡Pero si me encantan, cariño! ¡Son los mejores brownies que he probado en mi vida! – dijo aceptando el dulce que su hija le ofrecía y llevándoselo a la boca para demostrarle lo mucho que le gustaba.

Bethany se echó a reír y el hermoso sonido de su risa contribuyó a que Joyce también lo hiciese, haciendo que migas de brownie cayesen de su boca llena mientras lo hacía.

- ¿No hay leche? – dijo sintiéndose de pronto sedienta. Los brownies estaban muy jugosos pero, por algún motivo, Joyce sentía la boca reseca.

- ¡Oh, no mamuchi! – exclamó Bethany echando un vistazo en la nevera. - ¡No queda leche!

- ¿No queda leche? – preguntó mortificada Joyce. - ¡Pero tengo sed!

- ¡Abriré una botella de vino! – exclamó Bethany.

- Pero... pero si apenas acabas de cumplir los dieciocho… - objetó Joyce. Si de algo estaba segura era de que no iba a permitir que su hija bebiese vino. Sin embargo ella… ella no comprendía el por qué se sentía tan extraña… ¿acaso se estaba deshidratando? Realmente estaba sedienta.

- Mamá, tú no tienes dieciocho. – contestó riendo Bethany mientras marchaba a descorchar una botella de vino tinto.

Bethany estaba en lo cierto. Ella ya no era una jovencita y podía beber vino si así lo quería. Además, estaba tan sedienta, tan mareada… ¿Por qué se estaba mareando? ¿Sería Bethany capaz de…?

- ¡Vamos mamuchi, bebe! – exclamó Bethany entregándole una copa haciendo desaparecer las dudas de la cabeza de Joyce.

¡El vino y los brownies combinaban tan bien! Joyce apenas podía creérselo. Así que cuando Bethany volvió a llenar su plato y su copa no estaba dispuesta a decirle que no. Sólo rió y dio otro mordisco al dulce antes de enjuagar de nuevo su boca con media copa más de vino.

- ¡Creo que me estoy emborrachando un poquito! – confesó entre risas.

- Eres mayor de edad, mami. – contestó Bethany. - ¡Puedes emborracharte tanto como quieras!

Y diciendo esto volvió a llenar el vaso de Joyce.

- No debería… - replicó Joyce empujando el brownie dentro de su boca y tragándolo. Era lo que debía hacer y hacer otra cosa era, para ella, impensable en ese momento.

Sin duda estaba borracha. Joyce era consciente de ello, pero no le importaba en absoluto. Quizás el estar borracha la hiciese más humana a ojos de su hija… su hermosa, hermosa hija. ¡Tal vez, incluso, volverían a ser amigas! Joyce se sentía tan, tan amistosa y amigable. Amigable… y cachonda. ¡Dios, estaba poniéndose tan caliente!

- Me gustaría hablar sobre tu novio… - dijo de pronto Joyce abordando el tema del que llevaba tanto tiempo queriendo tocar, aunque no estaba muy segura de lo que debía preguntar ahora.

- ¡Oh mamuchi! ¡Steve es genial! ¡Es el mejor! – replicó entusiasmada Bethany.

Joyce rió al escucharla. Sonaba muy divertido, aunque no estaba segura de por qué.

- ¿Y en qué clase lo conociste?

- Oh, Steve no va a la universidad, mamuchi. – contestó Bethany volviendo a llenar la copa de su madre. – Solo le gusta pasear por el campus cuando no está trabajando.

Solo había una razón que Joyce pudiese imaginar para que un hombre se colase en un campus universitario si no era un estudiante. Joyce se estremeció y sus bragas se humedecieron con este pensamiento.

- Así que él tiene un trabajo… - preguntó ella tratando de actuar tal y como haría una madre responsable y no como una borracha cachonda.

- ¡Oh, sí! – contestó Bethany. - ¡Trabaja para BimboTech! Siempre nos trae a mis amigas y a mí las muestras más actuales de su compañía.

- Sí, estoy segura de ello. – dijo Joyce sin estar muy segura de haber entendido bien a Bethany pero tratando de centrarse en lo que realmente era importante. Ya habría tiempo más tarde de averiguar más cosas sobre BimboTech, pero ahora había una cosa que necesitaba saber inmediatamente. – Pero a él… bueno… a él… ¿le gusta joderte? ¿Le gusta follarte bien duro?

Por un momento ambas se quedaron mirándose fijamente a los ojos. Ninguna de ellas podía creer lo que acababa de salir de la boca de Joyce. Luego, ambas estallaron en carcajadas.

- ¡Oh, mamá! – contestó Bethany una vez que fue capaz de hablar. - ¡Folla taaan bieeeeeen!

Y la joven procedió a relatarle a su madre de la forma más detallada posible las muchas formas en que su novio se la tiraba.

Joyce sabía que tenía en esos momentos que aconsejar cautela a su hija y, tal vez, interrogarla acerca de BimboTech. Debería, al menos, preguntarle si Steve y ella estaban tomando precauciones en sus relaciones sexuales. Pero la forma en que Bethany describía sus encuentros con Steve la ponía tan caliente… No quería interrumpir a su hija. Solo deseaba seguir engullendo brownies, bebiendo vino e imaginar la dura y larga verga de aquel hombre que Bethany describía tan bien.

En algún momento de la conversación, la mano de Joyce se abrió camino a través de su pantalón de chándal y acarició con suavidad el pelo de su coño, que se encontraba ya muy húmedo.

“Húmedo como estos brownies”, pensó mientras se llevaba otro bizcocho a la boca al mismo tiempo que Bethany describía como Steve empujaba su polla en su boca.

- ¡Oh Dios! ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! – exclamó Joyce después de que Bethany le describiese la primera vez que Steve le dio por culo. – Eso no está bien. Pero es tan excitante… ¡Dios, estoy muy caliente!

- ¿Estás borracha, mamuchi? – Preguntó Bethany - ¿Estás borracha y cachonda?

Joyce parpadeó y trató de concentrarse en la botella de vino, que parecía estar ya vacía.

- ¿Estoy borracha? – preguntó Joyce. - ¿Cómo he podido beber tanto? Tan borracha, tan caliente…

Bethany se echó a reír y Joyce no pudo evitar acompañarla.

- Steve me dijo que cuando estuvieses borracha y caliente te enseñase los dibujos animados. – dijo Bethany.

- ¿Eh? – preguntó Joyce sin entender del todo a su hija. - ¿Qué tiene que ver Steve con que yo esté borracha y cachonda?

- ¡Vamos, mamuchi! – insistió Bethany. - ¡Te va a encantar!

Joyce se echó a reír y siguió a su hija, que tiraba de ella sujetándola de las muñecas.

- ¡Seguro que sí! – contestó Joyce. Al fin y al cabo, Bethany no se había equivocado hasta ahora.

Y, de hecho, a Joyce le encantaban los dibujos animados. Sólo el título ya la hizo reír. “Milfy[1], el ama de casa más caliente”. La película iba sobre las locas aventuras de una joven ama de casa tetona. La bimbo animada siempre acababa follando con cualquier personaje de la película en un momento u otro, ya fuese de manera accidental o intencionada. Pero en todas las ocasiones, Milfy siempre acababa el episodio correspondiente exclamando su eslogan: “¡Pero si todavía sigo caliente!”

A Joyce le sorprendió que existiesen películas animadas de ese tipo. Al principio la película le resultó extraña. Las imágenes estaban desenfocadas y los colores parecían arremolinarse en los bordes del televisor. Pero después de mirarla fijamente durante un rato, empezó a verla con claridad y descubrió que le estaba gustando mucho.

Ya no era la película la que estaba desenfocada, era lo que estaba a su alrededor lo que estaba desenfocado. Si apartaba la mirada de la pantalla, la invadía una ola de vértigo que la hacía sentirse muy incómoda.

Aun así, Joyce no quería apartar la mirada de la pantalla. Milfy resultaba tan divertida. La película no paraba de provocarle un sinfín de carcajadas y Bethany contribuía a hacer esos momentos más agradables trayéndole más brownies y más vino cada vez que ella se lo pedía. No. Realmente no tenía ninguna razón para levantarse.

Ni siquiera se levantó a orinar. En algún momento se percató de que se lo había hecho encima cuando Bethany así se lo indico. A Joyce le resultó gracioso. ¡Era tan tonta! Tan tonta como Milfy en la carnicería, cuando el carnicero la escondió en el armario de la carne para que no la viese su mujer y se folló a sí misma con un salami pensando que era un consolador.

“¡Milfy la tonta! ¡Joyce la tonta!”, pensó.

Pero rápidamente Bethany se ocupó de todo. Despojó a Joyce de los empapados pantalones de chándal, de sus braguitas y de la sudadera, colocando una toalla limpia debajo del desnudo trasero de su madre para que esta no se perdiese ni uno de los chistes de sus dibujos animados favoritos.

¡Bethany era la mejor! ¡La mejor hija! ¡Siempre!

Era como en aquel episodio donde Milfy se la chupaba al novio de su hija mientras este creía que era su novia quien lo hacía. A Joyce se le ocurrió entonces que Bethany era mucho mejor hija que Jiggles[2], la hija de Milfy, la tonta Milfy, ¡la tonta Joyce!

Jiggles se había enfadado cuando sorprendió a Milfy chupándosela a su novio. Joyce estaba segura de que Bethany no se enfadaría con ella por eso.

- Upsss… Bethany, cariño… - comenzó a decir Joyce a su hija que en ese momento se encontraba cepillándole el pelo y disfrutando con ella del maratón de Milfy mientras una nueva bandeja de brownies se estaba horneando. – Tú no te enfadarías conmigo si me pillases jodiendo con tu novio, ¿verdad?

Bethany se rió.

- ¡Claro que no, mamuchi! – contestó. – ¡Yo soy una buena bimbo! Una buena bimbo siempre comparte.

Joyce rió tontamente mientras palmeaba la rodilla de Bethany. Sin duda tenía una hija mucho mejor que Milfy. Aunque Jiggles poseía un par de tetas más bonitas que las de Bethany. Tendría que preguntarle a su hija si deseaba que ella le pagase unas tetas nuevas. Al novio de Bethany seguramente le gustaría mucho eso.

Apoyó la cabeza sobre el pecho de su hija. No era tan pequeño como lo recordaba, pero sí más pequeño que el suyo. Y mucho más pequeño que el de Jiggles, Milfy o cualquiera de los personajes femeninos de esos dibujos animados.

- Bethany, cielo, ¿quieres que mamuchi te pague unas tetas más grandes? – preguntó Joyce mientras Jiggles brincaba enfadada en la pantalla del televisor provocando que sus enormes melones se escapasen de su top de tubo.

Bethany se echó a reír.

- Las dos podríamos tener unas tetas a juego. – siguió diciendo Joyce. – Unas tetas enormes y operadas. ¡Las chicas deben tener un buen par de tetas!

Bethany continuó riendo.

- Steve prometió que me pondría unas tetas grandes la próxima semana, mamuchi. – contestó finalmente la joven. – Hasta entonces él me ha dado una cosa maravillosa para que me la frote sobre ellas. ¿Voy a buscarla? ¡Te van a encantar!

- ¡Seguro que sí! – admitió Joyce mientras reía con el desenlace del episodio de Milfy en el que Milfy y el novio de su hija conspiraban para conseguir emborrachar a Jiggles y conseguir así hacer un trío con ella. Los dos personajes más jóvenes acababan, finalmente, desmayados mientras Milfy se quejaba lanzando su famosa frase “¡Pero todavía estoy caliente!”. Para cuando el episodio terminó, Bethany ya estaba de vuelta trayendo con ella un gran pote lleno de un ungüento rosa.

Joyce permitió dócilmente que su hija le quitase la camiseta, aunque se sintió ligeramente molesta durante un instante cuando esta pasó por delante de su cabeza impidiéndole ver la televisión. Sin embargo, valía la pena haberse perdido por unos segundos las aventuras de Milfy. A medida que Bethany empezó a frotar la viscosa sustancia rosa sobre las tetas de Joyce, esta sintió como un agradable hormigueo se apoderaba de ella. ¡Se sentía tan jodidamente bien!

- ¡Joder, qué bueno! – exclamó Joyce para deleite de Bethany.

Joyce no solía usar ese tipo de lenguaje, y menos delante de su hija, pero Milfy usaba ese lenguaje una y otra vez, así que hablar de esa manera no podía ser tan malo. ¡Milfy era la mejor! Joyce no quería dejar de verla.

*****

- ¡No es justo! – protestó Joyce cuando su hija apagó el televisor.

Había perdido la cuenta de cuantas veces había visto el DVD. Tampoco sabía cuántas botellas de vino se había bebido, aunque había varias en el suelo y su toalla estaba empapada. Tenía migas de brownie cubriéndole sus tetas, que ahora parecían mucho más firmes e hinchadas que antes.

- Estás hecha un desastre, mamuchi. – la reprendió Bethany. - ¡Tenemos que asearte! ¡Nadie va a querer follarte así! ¡Estás toda meada!

- Tengo simplemente una cogorza… - reconoció Joyce mientras su hija la ayudaba a levantarse y escuchaba el chapoteo que hacía la toalla en la que había estado sentada.

Joyce se dejó llevar y no se dio cuenta hasta tiempo después de que habían llegado al baño. El agua comenzó a correr sobre ella y la palabra “ducha” burbujeó hasta su cerebro. Se echó a reír y dejó que Bethany le enjabonase y la enjuagase luego.

A medida que el agua caliente corría por su cuerpo, Joyce comenzó a sentirse algo más lúcida, aunque, todavía, felizmente colocada hasta el culo.

- ¡Estoy hasta el culo! ¡Qué trompa llevo! – le dijo riendo a Bethany.

- Ya se, tonta mamuchi. – respondió Bethany. – ¡Fui yo la que te emborrachó!

Joyce volvió a reír.

- ¡Eres la mejor!- dijo – ¡Deberías emborracharte también para poder hacer un trío con tu novio igual que sucedió en Milfy!

Bethany se rió ante la ocurrencia de su madre.

- No me puedo emborrachar esta noche, mamuchi. Te has bebido tú sola todo el vino.

Joyce se dejó caer en la ducha.

- ¡Por eso estoy trompa! – dijo plantando su cara entre las desnudas tetas de su hija. Sin duda eran más grandes de lo que recordaba. ¡Y estaba desnuda!

- ¿Por qué estás desnuda? – preguntó.

- Estamos en la ducha, tontita. – respondió Bethany.

- Borracha… desnudas… mojadas… porque estamos en la ducha… eso tiene sentido… muy lista.

- ¡No mamuchi, no soy lista! - exclamó Bethany. - ¡Soy una bimbo!

Joyce resopló.

- Sí, sí, sí… - dijo al fin. – Pero una bimbo muy lista. No como yo. Soy solo una bimbo borracha… solo una bimbo borracha hasta el culo… ¡Y todavía estoy caliente!

Joyce estalló en una risa incontrolable.

- Dije… - logro decir entre jadeos. Siguió riendo durante unos instantes más. - ¡Cómo Milfy! ¡Todavía estoy…!

De nuevo comenzó a reír y no pudo terminar de decir, por segunda vez, la frase de la cachonda ama de casa de los dibujos animados. Mientras reía notó como Bethany la secaba con una toalla y la llevaba a “donde coño fuese”, aunque se parecía a su dormitorio

- Deberías tener unos melones más grandes. – le dijo a Bethany como si le diese un consejo maternal. – Las chicas con las tetas más grandes se llevan las mejores pollas. ¡Mierda, estoy caliente!

- ¡Ya te lo dije, mamuchi! – le recordó Bethany. – Steve me va a llevar la próxima semana a BimboTech, el sitio donde trabaja, para ponerme unas tetas más grandes.

- ¿De verdad? – preguntó Joyce. - ¡Dios mío! ¡Qué gran novio tienes! Tú también deberías hacerle un regalo.

- ¡Ya se lo hice, boba! – respondió Bethany. – Solo tengo que envolverlo.

Y lanzando a Joyce sobre la cama, le enseñó un conjunto de lencería compuesto por un tanga y un salto de cama de color rojo con encajes.

Joyce rió débilmente. La cama era muy suave y se quedó dormida antes de que Bethany hubiese terminado de vestirla. Soñaba con Milfy y con pollas largas y duras.

*****

Joyce no tenía resaca cuando, al fin despertó. Podría haber estado aun borracha cuando notó, por primera vez, la luz del sol entrando por su ventana. Aun su cabeza se encontraba deliciosamente difusa, aunque había una cosa de lo que estaba segura: todavía estaba caliente.

Para su deleite, una vez que pudo enfocar su mirada, frente a ella se encontraba u hombre joven con un notable bulto bajo sus pantalones.

 - Bueno… así que tú eres la madurita coqueta. – dijo el hombre a modo de saludo. – Soy Steve.

¡El novio buenorro de Bethany!

- ¡Estoy caliente! – dijo Joyce.

- Creo que puedo ayudarte con eso, señora Vaughn. – dijo quitándose la camisa.

- Por favor, llámame Joyce. – dijo ella mientras devoraba con los ojos el torso del hombre para luego clavar la mirada en sus pantalones, deseando que éstos siguiesen el mismo camino que la camisa.

- No, no creo que lo haga. – dijo el hombre enganchando sus pulgares en los pantalones. – Creo que voy a llamarte Milfy.

Joyce se estremeció, cada nervio de su cuerpo saltó antes las palabras del hombre.

- ¡Oh, Dios, sí! – exclamó encantada. - ¡Llámame Milfy! ¡Llámame Milfy y fóllame como a una perra!

Steve se bajó finalmente los pantalones y su erecta polla quedó a la vista. ¡Y Milfy haría lo que Milfy hacía mejor! ¡Milfy iba a follar! Iba a ser follada completamente. Iba a ser follada obscena e hiperbólicamente. Montó sobre él como si de una vaquera se tratase al mismo tiempo que gritaba lo puta que era. Luego él la tomó desde atrás mientras ella restregaba su cara contra la almohada al mismo tiempo que gemía de placer. Después Steve le folló las tetas mientras ella le rogaba que regase su cara con su semen, cosa que el joven hizo amablemente, ¡para luego seguírsela follando duramente! Bethany ya se lo había dicho la noche anterior, pero ni aun así pudo Joyce imaginar lo increíble que era la verga de Steve. Había tenido que follársela para que pudiese creerla.

- ¡Todavía estoy caliente! – dijo ella, al tiempo que una masa viscosa resbalaba por su barbilla. - ¡Más polla, por favor!

- ¡Primero unas Mimosas[3]! – dijo una voz desde la puerta. - ¡Y luego viene mi ración de polla!

Milfy levantó la vista para ver a su hija… ¿Jiggles? No… Bethany luciendo unas coletas y unos pantis sin entrepierna sosteniendo una jarra y tres copas.

- ¡Oh! ¡Hola, Bethany! – saludó. – Yo… esto… me he tirado a tu novio… mucho… ¡pero todavía estoy caliente!

- ¡Yo también estoy todavía caliente! – exclamó Bethany levantando los brazos y derramando Mimosa sobre sus desnudas tetas. Fue entonces cuando Milfy se percató del color rosado que presentaba la cara de su hija y de su mirada perdida.

- Bethany, ¿estás bebida? – preguntó Milfy.

- ¡Soy una bimbo caliente y borracha! – contestó la joven. - ¡Justo como mi mamuchi!

La joven entregó la jarra y las copas a Steve y se arrastró luego hacia el cuerpo de Milfy dedicándose a lamer los restos de lefa del rostro de su madre.

- ¡Oh, Dios mío! – exclamó Milfy. – Mi hija se comporta como una guarra, una bimbo guarra y borracha.

- Con una madre como tú, Milfy - dijo Steve tendiéndole una copa. - ¿De qué otra forma podía ser?

Es posible que hubiese algún problema de lógica en la forma que Steve se había expresado, pero estaba tan bueno que a Milfy le importaba un pimiento. Además, aun seguía caliente.

Milfy se tendió sobre la cama de forma que pudiese tomar su bebida. Steve susurró algo al oído de Bethany y la joven bimbo borracha rió con picardía. Luego, guiada por las manos de Steve, apoyadas sobre sus caderas, se arrodilló entre las piernas de su madre, que colgaban del borde de la cama, colocando la cabeza directamente sobre la entrepierna de Milfy.

Milfy apuró su Mimosa mientras la cabeza de Bethany subía y bajaba sobre su culo. Luego, de repente, Milfy dejó caer simultáneamente su mandíbula y su copa cuando Bethany comenzó a chuparle el coño al tiempo que Steve comenzaba a joder por detrás a la joven bimbo.

- Oh, Dios mío… oh, Bethany… no deberías… no deberías… ¡Oh, joder! – exclamó finalmente Joyce.

- Tu hija es una gran puta, ¿no crees Milfy? – dijo Steve propinando un ligero azote al culo de Bethany. – Una bimbo puta de categoría superior.

- Yo… oh… uh… - atinó a responder Milfy.

- Dile lo puta que es, Milfy. – la animó Steve. – Dile lo orgullosa que estás de la puta borracha en que se ha convertido. ¿Cómo va a darse cuenta de lo orgullosa que estás de ella si no se lo dices?

Steve tenía razón. Estaba realmente caliente. Tenía que decírselo.

- ¡Oh, Bethany! ¡Oh, cielo! ¡Oh, cariño! ¡Eres toda una puta! ¡Un jodido pedazo de carne caliente! ¡Eres el orgullo de tu mamuchi! ¡Estoy tan orgullosa! ¡Tan jodidamente excitada! ¡ERES LA MEJOR PUTA QUE HA EXISTIDO NUNCA! ¡LA MEJOR PUTA POR SIEMPRE!

Bethany, en señal de gratitud, gimió sobre el sexo de Milfy haciendo que esta, a su vez, también gimiese apretando sus muslos contra la cara de la joven, estrujándose las tetas mientras lograba un intensísimo orgasmo.

Milfy estaba borracha. Bethany estaba borracha. ¡Y tan solo eran las once de la mañana de un sábado! Aparte del champán de las Mimosas, Steve había traído también una botella de vodka. “Sin duda era un novio muy atento”, pensó Milfy. Se notaba que Bethany había elegido bien. ¡Y ella también!

- ¡Oh, mi mamuchi! ¡Oh mi mamuchi! – gemía Bethany arrastrando las palabras a causa de la borrachera mientras Milfy lamía el semen de Steve que llenaba el coño de la joven.

- No creo que ninguna de las dos pueda correrse más veces. – dijo finalmente Steve apartando la cara de Milfy del sexo de Bethany y apagando los vibradores que ambas llevaban insertados en sus culos. – Es hora de que descanséis un poco.

- ¡Pero todavía estoy caliente! – dijo Milfy porque era lo que siempre decía y porque, también, era cierto. El saber que ese era el eslogan de “Milfy, el ama de casa más caliente” hizo que se echase a reír como una loca.

- Claro que sí. – dijo Steve. – Pero os he traído un nuevo DVD con nuevas aventuras de Milfy. ¿No quieres verlo?

- ¿En serio? – Preguntó Milfy - ¡Me encantan los dibujos de Milfy! – Dijo riendo – pero también me gusta beber y follar… umm… y follar mucho más. – terminó de decir entrecortadamente a causa de la borrachera.

- ¡Bebberr y follarrr! – corroboró Bethany.

- Bueno, yo no puedo seguir follando más por el momento. – dijo Steve. – Le prometí a mis jefes contarles lo mucho que te habían gustado las pelis de Milfy. Pero volveré más tarde y quizás traiga a algunos amigos conmigo.

- ¿Amigosss con pollasss…? – preguntó esperanzada Milfy.

- Por supuesto que sí, Sra. Vaughn. – respondió Steve.

- Llámame Milfsee – contestó ella.

- MamuchiMilsieMuffsy… - repitió Bethany como en una letanía para luego soltar una carcajada de borrachera.

- Vamos, Befsanee… - dijo Milfy sujetando a su hija por una teta para llamar su atención. – Famos a ver losh dibujos de Milfy ashta que vengan lash pollash…

Madre e hija bajaron desnudas las escaleras hacia la sala de estar, con Steve orientándolas amablemente cuando alguna pared se interponía en su camino. Puso un nuevo DVD en el reproductor y las mujeres rieron cuando empezó su programa favorito. Era mucho mejor de lo que Milfy recordaba y a Bethany también parecía gustarle mucho. ¡Sobre todo aquel episodio donde Milfy y Jiggles hicieron un concurso para ver cuál de las dos era mejor chupapollas!

*****

Milfy se sentó en la sala de espera de BimboTech, mirando alegremente sus nuevas tetas, levantando con sus manos primero una y luego la otra, asombrada de que aquellos melones tan grandes pudiesen estar tan hinchados y ser tan sensibles. A Bethany seguro que le iban a sorprender.

 Los jefes de Steve habían quedado muy satisfechos con el trabajo que el muchacho había hecho con la serie animada de Milfy. ¡Resultaba que Steve era el productor! No era de extrañar que nunca antes hubiese oído hablar de ella. ¡Bethany y ella habían sido las primeras bimbos a las que se les permitió verla! Los jefes de Steve sin duda estaban muy satisfechos con el resultado obtenido en ellas, porque aparte de un ascenso, ¡le otorgaron un bimbo-bonus extra mensual! No solo iba a poder darle a Bethany las tetas que le había prometido, sino que ahora él pudo conseguirle un buen par de nuevas tetas a Milfy también.

Sin embargo, él le había hecho jurar a Milfy guardar el secreto. Se lo había dicho cuando Bethany yacía desmayada en el suelo con el culo en pompa. Así que esta mañana, Milfy le dijo a Bethany que tenía que hacer un recado y que no podría acompañarla a BimboTech a ver cómo le colocaban sus nuevas tetas, y cuando Steve pasó a recogerla, Bethany le lanzó una feroz mirada que casi la asustó. Pero apretó con fuerza su plug anal y guardó el secreto para no estropear la sorpresa. Luego se apresuró en dirección a BimboTech para llegar antes que ellos.

Así que ahora esperaba, vestida tan solo con un delantal y unos zapatos de tacón que una amable bimbo latina le había proporcionado. Entre eso y el nuevo peinado que le había hecho la bimbo pelirroja, ¡ahora sí que se parecía a Milfy, el ama de casa caliente! ¡Bethany no se lo iba a creer!

Entonces entró Steve en la sala, con sus manos cubriendo los ojos de una visión de belleza adornada con coletas y spandex. Con los labios llenos de colágeno fruncidos en un puchero permanente. Pero no era esto lo que atraía la atención ante esa belleza. Las tetas… ¡Oh, las tetas! Con cada paso que daba sobre sus zapatos acrílicos transparentes de enorme tacón, las tetas de la joven se movían, saltaban y se agitaban dentro del traje forzando la integridad del tejido sintético que trataba inútilmente de contenerlas. ¿Podrían aquellas dos preciosidades pertenecer a su hija? Pero, ¿de quién más podrían ser?

- ¿Cuál es mi sorpresa, Steve? – Preguntó con una voz tonta y alta a partes iguales. - ¿Es tu polla? ¡Por favor, dime que es tu polla!

Y entonces Steve apartó sus manos de los ojos de la joven y la chica parpadeó de forma exagerada y vacua, dejando caer la mandíbula formándose entre sus siliconados labios una enorme “O” mayúscula.

- ¿Milfy Mamuchi? – atinó a preguntar.

- ¿Bethany? – preguntó Milfy.

- ¡JIGGLES! – exclamó su hija. - ¡Llámame Jiggles! – y acompañó sus palabras sacudiendo sus gigantes tetas para demostrar que se había ganado su nombre.

- ¡Jiggles! – exclamó Milfy. - ¡Jiggles, Jiggles, Jiggles!

La mujer comenzó a reír con una escandalosa risita tonta.

- ¡Soy Milfy y el nombre de mi hija es Jiggles! ¡Oh, Dios, Jiggles, estás hecha un pedazo de chochito caliente!

- ¡Tú también, mamuchi… Milfy! – exclamó Jiggles.

Luego ambas se cogieron de las manos, comenzaron a lanzar chilliditos de alegría y a dar saltitos, aun con lo difícil que era, esto último, con sus tacones. Aun así lograron balancearse lo suficiente como para que sus tetas golpeasen sus rostros.

Seguidamente comenzaron a explorar mutuamente sus nuevas tetas, sus manos recorriendo las nuevas curvas que BimboTech había proporcionado a sus cuerpos, hasta que, al fin, sus lenguas se enredaron en un apasionado beso. Hace una semana Milfy pensaba que había perdido a su hija. ¡Ahora estaban más unidas de lo qué jamás lo habían estado!

Estaba contentísima de haber hablado con su hija sobre BimboTech.



[1] Milfy viene a ser un diminutivo de MILF, acrónimo en inglés de “Mother I Like to Fuck”, término que se usa para designar a aquellas mujeres maduras de muy buen ver.

[2] Podría traducirse por algo así como “Meneítos”

[3] Combinado hecho a partir de zumo de naranja y champán.

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La Doctora en la jaula IV

La Doctore en la jaula III

La Doctora en la jaula II

La Doctora en la jaula I