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Total Transformation Salon & Spa II

en Control Mental

Relato original de Tabitha Jones aparecido con el mismo título en la página "Erotic Mind Control". Espero disfruten de la traducción. El relato en sí no es muy bueno, pero me gustaba la situación en que se desarrollaba.

 

 

 

 

I

 

 

 

La Teniente Samantha Hodge se había graduado en la academia de policía siendo la primera de su clase  y, con tan solo tres años en el cuerpo, se había ganado el respeto y la admiración de todo el cuerpo. Era, sin duda, una oficial de policía incansable y diligente.

Samantha era una belleza afro americana de casi metro ochenta, unos increíbles ojos verdes y un magnífico cuerpo atlético, aunque no cultivaba mucho su lado femenino.

Desde pequeña, Samantha siempre había querido ser una defensora de la ley. Estudiante de sobresalientes desde siempre y con una prístina juventud sin incumplir jamás la ley. Samantha presumía de estar tan limpia que, por no tener, no tenía ni siquiera una multa por exceso de velocidad. Siempre recta como una flecha. Su área de actuación, como oficial de policía, incluía la Calle 5. Y lo que en el cuerpo era considerado como una muestra de “diligencia”, para Brianne se estaba convirtiendo en una “injerencia bastante negativa”.

El trabajo de Samantha, salvo para su familia y sus compañeros, tendía a intimidar bastante a la gente, por lo que la vida social de la joven teniente era bastante escasa, por no hablar ya de lo que le costaba salir con alguien, aun estando inscrita en una agencia de contactos matrimoniales on-line.

Conociendo todos estos datos a través de su red de informadores, Bri decidió que la mejor manera de acabar con las molestias que Samantha le estaba provocando era atrayéndola a Total Transformation Salon & Spa. Con ese objetivo se publicitó en las páginas de contactos on-line que la oficial frecuentaba con el fin de atraerla a su trampa.

Una noche, sola en casa, como siempre, Samantha reparó en el anuncio de Total Transformation Salon & Spa. “Podemos ayudarte a ser atractiva”, decía el anuncio. Al cliquear en el banner del anuncio, Samantha vio las fotos de las increíbles instalaciones y algunas otras del antes y después de algunos clientes. Decidió pedir una cita la mañana siguiente.

*****

 

 

La mañana del sábado, Samantha entró por fin en la recepción de Total Transformation Salon & Spa. Cassie, una impresionante rubia con un cuerpo escultural, fue la encargada de recibirla.

- Hola, me llamo Samantha. – empezó a decir la oficial de policía. – Vi un anuncio anoche en Internet y, bueno, me gustaría hacer algo con mi pelo, tal vez… Ya sabes, cambiar un poco.

- Bien, has venido al lugar adecuado. – respondió Cassie. - ¡Estoy segura de que podremos darte algo que cambie tu vida! ¿Conoces nuestros servicios?

- No. Nada más que lo que vi anoche en la publicidad. – contestó.

- De acuerdo. – comenzó a explicarle Cassie. – Tenemos un servicio completo de salón de belleza y spa. La verdad es que somos capaces de hacer casi cualquier cosa, desde simples arreglos de peluquería y maquillaje hasta servicios de cirugía estética. Te asignaremos a una de nuestras profesionales para que te asesore y puedas decidir lo que más se ajuste a tus deseos.

- Yo… ummm… esto… creo que solo busco un lavado y un corte de pelo. No quiero entrar ahí y salir habiendo comprado un montón de cosas que no quiero. – dijo Samantha.

- ¡Oh, no! Eso nunca. – dijo Cassie enfatizando sus palabras. – En nuestra compañía nos enorgullecemos de no presionar jamás a nuestros clientes para que hagan algo que realmente no desean hacer. ¡Lo ponemos por escrito!

Cassie tomó del mostrador un formulario que presentó a Samantha. El formulario era un contrato de garantía por el cual Total Transformation Salon & Spa se comprometía a no presionar al cliente ni hacer nada que el no hubiese solicitado antes previamente.

- Impresionante. – dijo Samantha firmando el formulario y devolviéndoselo a Cassie.

- ¡Excelente! Creo que voy a ponerte en manos de… - Cassie hizo una prolongada pausa mientras parecía elegir a la mejor especialista para Samantha. - …Chrissie. Sí, Chrissie será perfecta para ti.

Cassie pulsó un botón del intercomunicador de su mesa y dijo:

- ¿Chrissie? Tengo una cliente esperando para que la atiendas.

- Gracias, Cassie. – dijo una voz al otro lado del aparato. – Enseguida estoy con ustedes.

Cassie miró de nuevo a Samantha.

- Chrissie vendrá enseguida para escoltarla a la sala de tratamientos número tres.

*****

 

 

 

Mientras tanto, en la sala de tratamiento tres, el teléfono volvió a sonar.

- ¿Sí, Ama Bri? – dijo Chrissie.

- Ya sabes cual es el primer paso que has de dar con la clienta.

- Absolutamente, Ama.

- Bien.

*****

 

 

Un minuto más tarde, la puerta que había tras la recepción de Cassie se abrió y apareció Chrissie. Esta era una pequeña pelirroja de grandes senos, ojos azules y hermosa sonrisa.

- Hola, soy Chrissie. – dijo con una voz alegre extendiendo la mano para estrechar la de Samantha.

- Soy Samantha. Es un placer conocerte, Chrissie. – dijo la oficial devolviendo el apretón de manos.

- Sígueme, por favor. Iremos a la sala de tratamiento número tres.

Las dos mujeres salieron por la puerta por la que antes había entrado Chrissie. Cassie las miró alejarse y, sonriendo, dijo para sí misma “Diviértete”.

La sala de tratamiento número tres era una habitación decorada con elegancia. Samantha jamás había estado antes en un salón de belleza en el que cada cliente dispusiese de su propia sala privada.

- Esta sala es muy bonita, Chrissie. – dijo admirada Samantha.

- Gracias. Bri, la dueña de los salones, se enorgullece de crear para nuestros clientes el ambiente más confortable y relajante posible. – Haciendo una incómoda pausa, Chrissie continuó hablando. - ¿Te importaría cambiarte antes de empezar, Samantha? Encontrarás un atuendo más cómodo en el vestuario.

- Claro que no. – contestó Samantha mientras Chrissie le mostraba la puerta del vestuario. En su interior, encontró un albornoz blanco y sedoso y unas cómodas chanclas. A su alrededor se percibía un embriagador y relajante aroma. Se despojó de sus ropas quedando vestida únicamente con su ropa interior. Poniéndose el albornoz y las chanclas, regresó a la sala de tratamientos.

Cuando Samantha entró de nuevo en la sala, Chrissie ya estaba dejando correr el agua en el lavabo. Samantha se fijó en el extraño y, aparentemente, caro grifo que provocaba que el agua al caer en el lavabo produjese un sonido relajante.

- Siéntate, por favor. – le indicó Chrissie a Samantha. Esta obedeció con presteza.

- Mmmm… ¡Que agradablemente cálido!

- Sí, como ya te conté, Bri se enorgullece de crear un ambiente muy cómodo y relajante. Las sillas llevan un sistema calefactor para hacer más placentero el tratamiento. – explicó Chrissie. – Tienes que soltarte el pelo, Samantha.

- ¡Oh, claro! – dijo Samantha echándose a reír. – Siempre me lo recojo para trabajar y muchas veces se me olvida soltarlo.

Con un gracioso gesto, Samantha se llevó las manos a la parte de atrás de su cabeza y liberó su oscuro cabello. Este cayó sobre sus hombros y espaldas mostrándose a los ojos de Chrissie sorprendentemente largo.

- ¿A qué te dedicas, Samantha? – preguntó Chrissie.

- Bueno, yo… yo… yo soy oficial de policía. – contestó tímidamente Samantha. Odiaba decírselo a la gente. Esta siempre se sentía incómoda ante un policía. Incomodidad que, pensaba Samantha, era totalmente injusta. ¡Los agentes de policía también son personas fuera de su trabajo!

- ¡Wow! – exclamó Chrissie. - ¡Debe ser superemocionante! ¡Apuesto que te encanta tu trabajo!

Samantha se sorprendió ante la reacción de Chrissie. En lugar de sentirse amenazada, la muchacha había reaccionado como si Samantha le hubiese dicho que era actriz de cine. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro acompañando a la agradable sensación de confort que ya experimentaba. Realmente Chrissie le caía bien.

- Gracias, Chrissie. ¡Sí, de verdad me encanta!

- Bueno, ahora vamos a reclinarte y empezaremos con el tratamiento. – Dijo Chrissie bajando el respaldo de la silla, tras pulsar un botón del panel de control de la misma, hasta que la cabeza de Samantha quedó sobre el lavabo. Luego empezó a mojar el pelo de la mujer y a masajearle la cabeza.

- ¿Siempre has sido policía? – preguntó Chrissie alargando la mano para tomar un poco de champú y masajear con él el pelo de Samantha.

- Sí. Hace tres años que me gradué en la academia. Pero desde que tengo uso de razón siempre quise ser policía.

- Es fantástico. Yo ni siquiera sabía lo que quería ser hasta que llegué aquí. – Chrissie se echó a reír tras decirlo.

Tras tratar a Samantha varios minutos con el champú, Chrissie decidió que había llegado la hora de aplicar la solución capilar TTSS en la cabeza de la teniente. Miró a Samantha totalmente relajada antes de decírselo.

- Voy a ponerte a continuación un poco de un acondicionador especial en el pelo, ¿te importa, Samantha?

- Mmmm… Sí. Adelante. – contestó suavemente Samantha.

Chrissie comenzó a trabajar la cabeza de Samantha, tanto literal como figuradamente, con la loción TTSS. Mientras lo hacía observaba como la mujer se iba relajando cada vez más y más. Tras diez minutos de masaje con la loción, Chrissie se inclinó sobre la cabeza de Samantha y le preguntó en voz baja:

- ¿Sigues conmigo, Samantha?

- Ajá…

- ¿Disfrutas del masaje?

- Ajááá…

La solución TTSS ya había hecho efecto. Inclinándose sobre el oído de Samantha, Chrissie comenzó a susurrarle: “Confías en Chrissie completamente. Puedes contarle cualquier cosa a Chrissie. Quieres abrirte a Chrissie”. Tras ello volvió a retirarse y comenzó a hablar en voz baja.

- Supongo que ser policía te obliga a guardar las formas todo el tiempo.

- Sí. – contestó Samantha.

- ¿Y no tienes un lado salvaje al que te gustase liberar de vez en cuando?

Samantha sonrió un poco apesadumbrada.

- No, yo no puedo permitírmelo.

- ¡Claro que sí, Samantha! Puedes contarle a Chrissie lo que sea.

Samantha sabía que era cierto. Confiaba en Chrissie y podía contarle cualquier cosa.

- A veces… - dijo finalmente en un susurro.

Chrissie tomó más loción TTSS y continuó masajeando la cabeza de Samantha.

- ¿Alguna vez te has colocado, Samantha? – preguntó Chrissie al cabo de uno o dos minutos.

- No. – respondió Samantha cerrando un poco más los ojos.

- ¿Y no te ha apetecido hacerlo nunca?

Samantha dudó antes de contestar. Aunque en el fondo sabía que podía confiar en Chrissie.

- Una o dos veces. – respondió al fin con una pequeña sonrisa.

Chrissie volvió a acercarse a la oreja de Samantha y volvió a susurrarle. “Deseas colocarte conmigo”. Luego se retiró y le dijo risueña a Samantha:

- Sé que no debería contarle esto a una oficial de policía, pero tengo la impresión de que puedo contarte cualquier cosa.

- A mi me pasa lo mismo. – contestó Samantha.

- Tengo un poco de coca. – continuó hablando Chrissie en tono cómplice. – Cocaína realmente buena. ¿Te gustaría probar un poco conmigo?

Samantha frunció los labios. Era evidente de que en su mente había un conflicto. Chrissie volvió a inclinarse sobre el oído de la mujer. “Puedes hacer cualquier cosa con Chrissie. Tú confías en Chrissie. Quieres probar la cocaína con Chrissie…”

- No estoy segura de cómo hacerlo. – contestó al final Samantha.

- Te puedo enseñar si quieres. – dijo Chrissie dirigiéndose a un armario de donde sacó un pequeño espejo con unas rayas y unas pajitas para esnifar que había preparado antes de la llegada de Samantha. Después elevó el respaldo de la silla de la policía mientras continuaba explicándole. – Es muy sencillo. Ya está cortada y lista. Todo lo que tienes que hacer es usar esta pajita y aspirar el polvo.

Chrissie le entregó una de las pajitas a Samantha mientras la miraba a los ojos.

- Te va a encantar.

Y Samantha, por fin, aspiró la primera raya. Después procedió con otra. Samantha sabía que no estaba mal porque se lo decía Chrissie. Confiaba en esa chica. Se dejó caer sobre la silla. La droga le hizo efecto inmediatamente. En una niebla, le pareció oír a lo lejos la voz de Chrissie.

- ¿Qué te ha parecido?

- Wow… - fue todo lo que Samantha pudo responder.

- Voy a reclinarte de nuevo para continuar trabajando en el lavabo con tu pelo mientras tú disfrutas del cuelgue, ¿te parece?

- Mmmmm… ajá…

Chrissie empezó a masajear de nuevo el cabello de Samantha mientras observaba su rostro. “Has perdido, niñita buena”, pensó. Luego tomó otra dosis de loción TTSS y la aplicó otra vez sobre la cabeza de Samantha. No estaba segura de que era lo que le proporcionaba más bienestar a la mujer, si la coca o la loción, pero lo que si sabía Chrissie es que la solución TTSS le ayudaría a dar un paso más allá con Samantha. Inclinándose de nuevo al oído de Samantha, volvió a sugerirle más cosas. “Deseas más. Confías en Chrissie. Confías en Chrissie…”

Unos minutos más tarde, Chrissie preguntó:

- ¿Cómo te sientes, Samantha?

- Increíble.

- ¿Te gustó?

- ¡Oh, síííí…!

- ¿Quieres más, Samantha?

- Un poquito, tal vez. – contestó Samantha riéndose.

Chrissie volvió a tomar el espejito y fue con él al armario. Colocó un poco más de cocaína en él y comenzó a cortarla. Esta vez preparó cuatro rayas en vez de las dos de la vez anterior. Con ella preparada, volvió junto a Samantha.

- Aquí tienes, cariño. – dijo acercándole el espejito a Samantha.

Samantha, inclinándose hacia delante, aspiró la primera raya. Sus ojos se pusieron en blanco mientras saboreaba el subidón de la droga. A continuación se metió una segunda raya.

- ¿Tú no tomas nada? – le preguntó a Chrissie.

- Ya lo hice, nena. – respondió ella. – Esta es toda para ti.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Samantha mientras se inclinaba de nuevo sobre el espejito y esnifaba, rápidamente, las dos rayas restantes. Se dejó caer después en la silla para disfrutar del coloque.

Chrissie volvió a reclinar la silla para colocar la cabeza de Samantha sobre el lavabo.

- Voy a seguir trabajando con tu pelo, Sam. ¿Te importa si te llamo Sam?

- Mmmmm… Sííí… me gustaría que me llamases Sam… - contestó la policía con su mente ya a la deriva.

- Creo que tal vez debamos ponerte algunas pequeñas mechas hoy. Tal vez algunos toques castaños para complementar tu hermoso y largo pelo negro. La próxima semana quizás podríamos avanzar un poco más, hacer algo más llamativo. Así hacemos el cambio de forma gradual. ¿Te parece bien, Sam? – preguntó por último Chrissie.

- Suena muy bien, Chrissie. Lo que tú digas…

Durante los siguientes treinta minutos, Chrissie se dedicó a teñir de castaño algunas zonas del cabello de Samantha. Mientras lo hacía, aprovechando el estado de relajación que la cocaína y el TTSS le habían provocado a la mujer, se dedicó a plantar en su subconsciente más órdenes. “Amas la cocaína. Quieres más cocaína. Ahora que ya la has probado, no puedes parar. La cocaína te hace más feliz de lo que jamás has estado anteriormente. Cuando salgas de aquí, iras a la calle y aprovecharás tus contactos para conseguir suficiente cocaína para toda la semana. Luego irás a tu casa y esta noche volverás a colocarte. Te colocarás todas las noches en tu casa. Cocaína todas las noches. ¿Entiendes? Vendrás a verme el próximo sábado por la mañana.”

Tras ello, Chrissie enjuagó el exceso de color de la cabeza de Samantha. Empleó otra media hora en secar y peinar el pelo de la mujer. Sam, lentamente, iba dejando atrás el subidón de la droga. Tenía unas ganas enormes de conseguir más y llegar a casa lo antes posible.

Cuando Chrissie acabó, le mostró el resultado a Sam.

- ¡Wow, Chrissie! ¡Está increíble! Gracias. – dijo Sam. – Me gustaría volver el próximo sábado a ver que más puedes hacer por mí, si es posible.

- Me encantaría, Sam. – respondió Chrissie. – ¡Esperaré ansiosa!

Y diciendo esto, Sam sorprendió a Chrissie inclinándose sobre ella y dándole un beso. Que sin llegar a ser en los labios sí que era, a todas luces, más que un simple beso de agradecimiento entre chicas.

- Tengo que irme. – dijo Sam casi en un susurro.

Sam salió de la sala de tratamientos número tres y se dirigió a recepción para concertar la próxima visita con Cassie. El próximo sábado a las nueve de la mañana. Después, subiéndose a su coche, partió a la parte mala, o buena, teniendo en cuenta lo que estaba buscando, de la ciudad.

*****

Bri entró en la sala de tratamiento número tres donde se hallaba Chrissie, ahora sola.

- Bueno, eso ha sido una sorpresa, ¿no crees?

- Una sorpresa agradable, Ama Bri.

- ¡Vas a hacer que me ponga celosa! – dijo Bri simulando decepción. Luego sonrió y le dio a Chrissie un apasionado y profundo beso.

II

 

 

 

Eran las diez y cuarto de la mañana del sábado cuando Samantha, dándose la vuelta en la cama, miró el reloj-despertador.

- ¡Oh, mierda! – dijo arrastrando las palabras tras despertarse. - ¡Había quedado con Chrissie a las nueve!

Durante toda su vida, Samantha Hodge siempre había sido una maniática de la puntualidad. Pero no en esta última semana. Desde su paso por las instalaciones de Total Transformation Salon & Spa, la semana se le había puesto cuesta arriba. La mayor parte de ella la pasó bajo los efectos de la cocaína, llegando a trabajar casi siempre tarde, despeinada y no mostrando demasiado interés por su trabajo, ese trabajo que, hasta hacía poco tiempo, siempre había sido tan importante para ella. Sus superiores lo achacaron a una mala semana, a que tal vez necesitara unas vacaciones. De hecho, en los tres años en el cuerpo aun no se había tomado ni un solo día libre.

Pero si malos habían sido los días esa semana, no podía decirse lo mismo de sus noches. Sam sin duda había disfrutado de ellas. Llegaba a casa del trabajo y se preparaba sus primeras rayas de cocaína nada más entrar por la puerta. Le producía una extraña sensación morbosa, de travesura, el hacerlo con su uniforme aun puesto. Después se lo quitaba, se tumbaba frente al televisor y esnifaba una raya tras otra hasta caer desmayada en el sillón. Se había convertido en una adicta.

Esta mañana no era diferente de las anteriores. A la fuerza trató de librarse del efecto resacoso que le dejaba la cocaína la mañana después de colocarse, se puso unos vaqueros y una camiseta y, metiéndose en su coche, se dirigió a Total Transformation Salon & Spa.

En circunstancias normales, Cassie se hubiese sorprendido desagradablemente del cambio físico que en una semana se había producido en la agente de policía. Sin embargo, lo esperaba. Sam se veía realmente mal. El pelo revuelto, profundas ojeras y el comportamiento nervioso de una adicta a la cocaína.

- Buenos días, Samantha. – la saludó Cassie al entrar.

- ¡Mierda! – fue la escueta contestación de Sam. – Me quedé dormida. Ha sido una larga semana. ¿Puede todavía verme Chrissie?

- Déjame ver. – Cassie descolgó el teléfono y llamó a su compañera. – Chrissie, Samantha está aquí… sí… sí… te la mando.

Cassie colgó el teléfono y dijo dirigiéndose a Sam:

- Estás de suerte, Chrissie te tenderá ahora mismo.

Momentos después, por la puerta que se encontraba tras la recepción, apareció Chrissie.

- Hola Sam. Me alegro de verte de nuevo. ¿Empezamos?

Tan pronto como Chrissie apareció, la actitud de Sam sufrió un cambio total. Se relajó. Aun estaba hecha un manojo de nervios, pero la sola vista de Chrissie pareció calmarla.

- Gracias, Chrissie. – dijo Sam. – Lo siento mucho.

- No te preocupes, Sam. Vamos.

Ambas mujeres se dirigieron a la sala de tratamiento número tres.

- Si quieres asearte un poco, hay una ducha en el vestuario. Tenemos tiempo de sobra por si deseas tomar una relajante ducha.

- Me encantaría. – aceptó Sam desapareciendo en el vestuario.

Sam abrió el grifo y se desnudo mientras esperaba a que el agua se calentara. A medida que el vapor se elevaba de la ducha caliente, Sam podía oler la familiar y tranquilizadora fragancia de aquel su primer día de tratamiento. Lo que ella ignoraba era que el agua de la ducha llevaba una pequeña cantidad de loción TTSS en ella.

Sam dejó que el calmante agua caliente corriera sobre su cuerpo. Relax. Felicidad. Sam se sentía feliz de estar de nuevo junto a Chrissie. Un cosquilleo se apoderaba de su estómago cuando pensaba en la muchacha.

Cuando terminó de ducharse, y tras ponerse el albornoz y las chanclas, Sam entró de nuevo a la sala de tratamiento.

- ¿Mejor? – preguntó Chrissie.

- Muchísimo.  – contestó Sam dejándose caer en la silla.

Chrissie reclinó la silla igual que la vez anterior y comenzó a masajear la cabeza de Sam con la solución TTSS. Combinado con la que ya había tomado en la ducha, el efecto llegó casi instantáneamente. Chrissie comprobó como Sam caía en éxtasis.

- ¿Qué tal has llevado la semana? – preguntó en voz baja.

- Horrible. – contestó Sam.

- ¿Y las noches? – Sam sonrió y soltó una risita.

- Mmmm… Las noches mucho mejor. – respondió al fin.

- Entonces pillaste algo al salir para pasar la semana, ¿no?

- Ajá…

- ¿Y te colocaste un poquito?

- Me puse a tope. Todas las noches, todo lo que pude. ¡Fue genial!

- ¿Te gusta entonces la cocaína, Sam?

- ¡Sííí! ¡Me encanta! ¿Tienes un poco para mí hoy?

- Tengo algo mejor aun si quieres – sugirió Chrissie.

- ¿Qué tienes?

- Bueno, la cocaína te pega aun más fuerte si tú… - Chrissie hizo una larga pausa. - …bueno, si tú te la fumas.

- ¿Crack?

- Ajá… - respondió Chrissie. Tras hacer otra larga pausa preguntó: - ¿Te gustaría probar un poco, Sam?

Samantha, indecisa, se preguntaba qué hacer. Chrissie se inclinó sobre ella y le susurró al oído las consabidas palabras “puedes confiar en Chrissie. Si te gusta la coca te encantará el crack…”. Al fin se decidió. Podía confiar en la muchacha.

- ¿A ti te gusta el crack? – preguntó Samantha.

- Sí. Mucho. – respondió Chrissie. - ¿te gustaría probarlo a ti también?

- Sí.

Chrissie se acercó a un armario y sacó la pipa de crack que ya tenía preparada. La tomó y le tendió el encendedor a Samantha. Usando los controles de la silla, incorporó el cuerpo de Sam. Inclinándose sobre su oído le susurró: “te mueres por probar el crack. Confías en Chrissie”.

- Samantha. – dijo ahora tras separarse de la mujer en la silla.

- ¿Sí?

- ¿Estás segura de que quieres probar esto? El crack es muy adictivo.

- Síííí…

- Muy adictivo. – volvió a repetir Chrissie.

- Quiero hacerlo. – contestó Sam.

- Ok. Aquí tienes la pipa y el encendedor. ¿Sabes cómo se hace?

- He visto como se hace. – respondió Samantha.

“Seguro que sí”, pensó para sí Chrissie.

- Adelante, Samantha. Enciéndelo y aspira el humo. – la animó Chrissie.

Y así Samantha encendió el mechero y tuvo su primer subidón de crack. Se sentía rodeada de magia. Mientras aspiraba bocanada tras bocanada de la droga, Chrissie no dejaba de susurrarle al oído: “Amas el crack… Eres adicta al crack… Necesitas fumar crack todo el tiempo y vas a hacer cualquier cosa por conseguirlo… Es muy doloroso no estar colocada… Te encanta estar colocada… Te encanta la coca y el crack… Los amas… Adoras esnifar coca y fumar crack… No te importa cuánto daño te hagan a ti y a tu carrera… Tienes que fumar crack…” Le susurraba una y otra vez hasta que la sugerencia se acabó convirtiendo en una necesidad real.

*****

Bri entró en la sala de tratamiento número tres. Observó como Samantha continuaba aspirando el humo de la pipa de crack mientras Chrissie seguía susurrándole sugerencias al oído. Al verla, Chrissie se incorporó.

- Está hecho, Ama Bri. – dijo Chrissie.

- Sí, ya lo veo. Un excelente comienzo para la caída de nuestra heroína. Pronto la caída será completa. Dijo Bri riéndose.

- ¿Qué desea que haga ahora con ella, Ama Bri?

- Termina su pelo y termínale de plantar las mismas sugerencias de la pasada semana. Dile que cuando salga de aquí se dedique a obtener suficiente droga para pasar la semana y que regrese el próximo sábado por la mañana.

- Sí, Ama Bri. – respondió solícita Chrissie.

- ¿Qué opinas de que exploremos un poco más su faceta lésbica, Chrissie? – preguntó Bri. Chrissie sonrió antes de responder.

- Creo que me encantaría, Ama Bri.

- Muy bien. Haz que aflore un poco, pero no vayas demasiado lejos aun.

- Sí, Ama Bri.

Brianne salió de la sala. Sam y Chrissie estaban de nuevo solas.

*****

Chrissie se inclinó sobre Sam y le habló en voz baja.

- ¿Cómo te sientes, Sam?

- ¡Wowwwww…! – fue lo único que la mujer pudo contestar.

Como ya era costumbre, Chrissie se acercó al oído de Sam y comenzó la tarea de sugestionarla. “Cuando salgas de aquí, irás a buscar crack para toda la semana. En vez de cocaína, fumarás crack toda la semana”.

- … Más crack… - murmuró Sam.

Chrissie siguió susurrando. “Sí, más crack. Toda la semana. Más crack, Sam. Volverás aquí el próximo sábado a las nueve de la mañana. ¿Has entendido?

- … nueve de la mañana… sábado…

“Así es, Sam”, terminó de susurrar la muchacha mientras envolvía con una toalla el pelo de Sam.

-  ¡Oh, lo siento, Sam! Parece que te he empapado toda la parte de arriba del albornoz. Déjame ver si puedo secarte. – dijo Chrissie tomando una pequeña toalla de mano y comenzando a frotar el albornoz por debajo del cuello de Sam. Lentamente, deslizó su mano sobre el pecho de la mujer.

A medida que las manos de Chrissie se acercaban al pecho de Sam, la respiración de la mujer se volvía más y más agitada. Chrissie, notándolo, dejó caer la toalla y colocó sus manos directamente sobre los pechos de Sam. Un gemido de placer escapó de ella y Chrissie notó como a Sam se le endurecían los pezones bajo el albornoz.

- ¿Quieres que pare, Sam?

- Noooo…

- ¿Te gusta que te acaricie los senos?

- Mucho… es muy agradable…

- ¿Alguna vez has estado, ya sabes, con una chica antes? – preguntó Chrissie.

Sam hizo una pausa antes de contestar.

- No.

- ¿Y alguna vez lo has deseado?

- Yo… - Sam titubeaba.

- Puedes confiar en mí, Sam. Puedes contarme lo que sea.

Sam sabía que eso era cierto. Segura de sí, contestó.

- No hasta que te conocí.

Chrissie dio la vuelta a la silla situándose frente a Sam. Luego se sentó a horcajadas sobre ella. Cogiéndole la nuca con una mano, se acercó más a Sam.

- Bésame, Sam.

Sam entreabrió ligeramente sus labios y Chrissie apretó los suyos contra los de la mujer, metiendo la lengua dentro de la boca de Sam. La osadía de Chrissie se vio recompensada por la respuesta de le lengua de Sam. Se besaron apasionadamente unos minutos. Luego, Chrissie se retiró y acercándose al oído de Sam le susurró: “Vuelve el próximo sábado a las nueve para obtener más…”. Tras ello le dio un rápido beso a Sam y se bajó de la silla.

Chrissie se dedicó a secar el pelo de Sam mientras a esta se le pasaban los efectos de la droga. Una hora más tarde, Sam estaba ya en la calle comprando su alijo de crack para el resto de la semana.

III

 

 

 

Si la semana anterior había sido mala, esta había sido peor. Tras llegar a casa, Sam se pasó el resto del fin de semana fumando. Todo el tiempo en que no estaba desmayada por efecto del crack, se lo pasaba fumando la droga.

Cuando llegó la mañana del lunes, por primera vez desde que era policía, Sam llamó a la jefatura para comunicar que no iría a trabajar, que se encontraba mal. Se paso el resto del día colocada. El martes ni siquiera llamó. Cuando el sargento de su comisaría la llamó, ella solo contestó que estaba en la cama con gripe y, por el sonido de su voz, el sargento no tuvo problemas en creerla. Sam le comunicó que iba a tomarse el resto de la semana libre, y así lo hizo. Con su mente bloqueada por la droga, apenas comió.

Durante toda la semana no dejó de pensar en Chrissie. Le gustaba Chrissie. Sentía por ella algo que jamás antes había experimentado. Sólo de pensar en ella su coño se humedecía y sus pezones se ponían duros como piedras.

Sam tenía el propósito de ser puntual el sábado. Para ello decidió quedarse despierta toda la noche del viernes, sólo que, para conseguirlo, tuvo que hacerlo drogada.

Justo antes de que diesen las ocho, Sam se metió en la ducha. Cuando acabó fue a su armario y pasó más de un cuarto de hora pensando que ponerse. “Quiero estar guapa para Chrissie”, era su único pensamiento.

Al final decidió no ponerse bragas y colocarse un sexy sujetador satinado, aunque dado el tamaño de su pecho no lo necesitase, una blusa roja y una apretada y minúscula minifalda. Se vio sexy, o al menos eso le parecía a su cabeza bajo los efectos de la droga.

No eran aún las nueve cuando Sam atravesaba las puertas de entrada de Total Transformación Salon & Spa. Una vez más, Cassie no se sorprendió de lo que vio, pero solo porque ya lo esperaba. Sam lucía como la adicta al crack que ya era. La falta de alimentos había hecho que su, antes atlético, cuerpo ahora apareciese delgado y demacrado. Las ojeras se habían vuelto enormes. “Patética”, pensó Cassie al ver que a Sam le había dado tiempo de ducharse y ponerse atractiva para Chrissie, “pero tan adorable”.

- Buenos días, Samantha. Es maravilloso volver a verte. – dijo Cassie.

- Gracias, Cassie. – dijo Sam sin ni siquiera poder mirarla a los ojos.

- Veré si Chrissie está lista para ti.

Cassie apretó un botón de su teléfono para indicar a Chrissie que Sam ya había llegado. Dos minutos más tarde, Chrissie apareció tras la puerta.

- ¡Hola, Sam! – dijo Chrissie emocionada.

Sam levantó la vista, vio a Chrissie e inmediatamente sintió brotar la humedad entre sus piernas. Deseó que sus pezones endurecidos no se notasen a través de su sujetador y la blusa, pero sabía que lo harían.

- Vamos, Sam. – dijo Chrissie, y ambas mujeres se dirigieron a la sala de tratamientos número tres.

Cuando llegaron, Chrissie le preguntó:

- ¿Quieres pasar al vestuario?

Sam, avergonzada, se quedó mirando al suelo.

- ¿Qué te pasa, Sam? Puedes contármelo.

- Yo… ummm… - Sam tartamudeaba. – Estaba pensando que… eh… bueno, hace un poco de calor aquí y pensaba que… - la voz de la mujer se fue apagando.

- ¿Pensabas en que desnuda podrías estar más cómoda? ¿Es eso, Sam?

- Sí. – murmuró Sam.

Chrissie se acercó a la mujer y la tomó de la barbilla, levantándole la cara para poderla mirar a los ojos.

- Me gustaría que te desnudases para mí, Sam. – le pidió Chrissie para después besar apasionadamente a la mujer. Unos momentos más tarde, Chrissie separó sus labios de Sam y le dijo en voz baja:

- ¿Estás lista para empezar?

- Ajá…

Chrissie se situó detrás de Sam y le abrió la cremallera de su minifalda, ayudándola a quitársela. Con un suave pellizco en el culo de Sam, le agradeció el detalle de que no llevase bragas. Sam sonrió. Luego, Chrissie ayudó a la mujer a quitarse la blusa y a desabrocharle el sujetador. Este cayó de los brazos de Sam al suelo. Chrissie dio un paso atrás y contempló el cuerpo de Sam.

- Eres hermosa, Sam.

Sam sintió como una gota de humedad comenzaba a resbalar por sus muslos.

- Venga, vamos a empezar. – dijo Chrissie mientras cogía a Sam de la mano y la llevaba hasta la silla de tratamiento.

Chrissie empapó el cabello de Sam y comenzó a masajearlo con la loción TTSS. El masaje fue más profundo de lo que nunca antes había sido.

- ¿Qué tal has pasado la semana?

Sam se puso tensa. Chrissie se inclinó al oído de esta y le susurró unas palabras. “Puedes confiar en Chrissie, puedes contarle cualquier cosa a Chrissie. Chrissie puede ayudarte. Amas a Chrissie…”

Y allí estaba el sentimiento… Sam por fin se dio cuenta de que estaba perdidamente enamorada de Chrissie. Se relajó y dejó que la cálida sensación fluyera a través de ella.

- Estoy mucho mejor ahora que estoy contigo. – contestó Sam en voz baja.

Chrissie continuó con el masaje haciendo que Sam se relajase cada vez más y más.

- Cuéntame cómo te ha ido la semana.

- Ha sido muy dura, Chrissie… - la suave voz de Sam se rompió y una lágrima escapó de sus ojos cerrados. – No sé lo que me está pasando. Siento que mi vida es un desastre, que mi trabajo es un desastre. No puedo comer… no puedo dormir… no me preocupa mi trabajo…

- Ya veo. – dijo Chrissie.

- Pero el crack hace que todo sea mejor. A través de él me encuentro a mi misma.

- ¿Y tu trabajo, Sam? Pensé que amabas tu trabajo.

- No he ido en toda la semana. Me he quedado en casa toda la semana colocada. Me siento mejor así. Le dije a mi superior que tenía la gripe y necesitaba la semana libre. Pero uno de mis proveedores me ha soplado que la policía anda husmeando por ahí haciendo preguntas sobre mí en las calles. Creo que me podrían estar investigando…

Sam se calló y comenzó a llorar desconsoladamente.

- Está bien, Sam. Chrissie está aquí contigo… No pasa nada…

- Me he gastado todo el dinero del alquiler en drogas. No voy a tener donde vivir. Si se enteran, perderé mi trabajo… Pero, ¿sabes?, creo que no me importa… Es que… es que… no sé si quiero seguir siendo policía. Siento que, de repente, mi vida no tiene sentido. – Sam seguía llorando.

Chrissie dejó de masajear la cabeza de Sam y, cogiendo un taburete, se sentó a su lado. Puso una mano sobre la frente de Sam y con la otra la tomó de la mano.

- Shhhhh… nena. No pasa nada, Chrissie está aquí…

Sollozando, Sam volvió la cabeza hacia Chrissie y abriendo ligeramente los ojos, dijo suavemente:

- Te amo, Chrissie. – y se quedó mirándola fijamente mientras las lágrimas seguían brotando de sus ojos.

Chrissie se inclinó y abrazó a Sam mientras esta se terminaba de quebrar entre sus brazos, dándose cuenta de que estaba totalmente perdida, impotente y sin rumbo.

- Puedo hacer que tus penas desaparezcan, nena. ¿Quieres que Chrissie te ayude?

- Ayúdame, por favor. Chrissie, ayúdame.

Chrissie estiró un brazo y cogió una jeringuilla, que ya tenía preparada, de una bandeja mientras susurraba al oído de Sam. “Confía en Chrissie. Chrissie te va a ayudar. Amas a Chrissie…”

- Tengo aquí algo que te ayudará a que desaparezcan tus penas. – dijo Chrissie mostrándole la jeringuilla a Sam.

- ¿Qué es?

- Heroína.

Sam se quedó mirando fijamente la aguja.

- Hará que todo el dolor desaparezca, Sam.

Más lágrimas brotaron de Sam al comprender lo que podría pasar. Pero no le importaba. Sentía tanto dolor. Su vida estaba del revés y ella estaba completamente perdida. Pero tenía a Chrissie para ayudarla. Sí, Chrissie la ayudaría. Colocó su brazo sobre el regazo de Chrissie.

- ¿Quieres esto, Sam? – preguntó Chrissie.

- Sí. – susurró Sam.

Chrissie tomo una banda de goma y la apretó alrededor del brazo de Sam. Tomó la vena más grande y poco a poco fue vertiendo el contenido de la jeringuilla en su interior. Antes de que pudiese retirar la banda, la droga ya había golpeado a Sam como si de un tren de mercancías se tratase.

Durante las tres horas siguientes al chute, Sam, recostada en la silla, había abandonado el dolor que sentía y lo sustituía por las salvajes alucinaciones de la heroína.

Chrissie vigilaba todo el tiempo a Sam para comprobar que el viaje iba bien. Unas dos horas después del chute, Chrissie se colocó a los pies de la silla de Sam.

- ¡Sam! ¿Puedes oírme? Abre los ojos, Sam. – le ordenó Chrissie.

Sam abrió los ojos, pero el cuelgue le impedía concentrarse. Estaba en otro mundo.

- Mírame, Sam. Mira a Chrissie… - y comenzó a desnudarse. Primero se quitó la bata y el sujetador. Chrissie poseía unos magníficos senos. Durante unos instantes, se detuvo a jugar con sus pezones. A través de la niebla en que se encontraba, Sam sintió un cosquilleo.

A continuación Chrissie se despojó de sus pantalones dejándolos caer al suelo. Estaba de pie ante Sam vestida solo con un tanga, pero eso no duró demasiado. Deslizando sus dedos entre la banda elástica de la prenda, se lo quitó sujetándolo en la mano.

Poco a poco Sam empezó a regresar de su viaje mientras, allí sentada, veía como la chica a la que amaba, se desnudaba frente a ella. ¡Había sido un viaje estupendo!

Chrissie colocó las piernas a ambos lados del cuerpo de Sam y poco a poco fue avanzando sobre la silla hasta que su hermoso culo descansó sobre la barriga de Sam.

Chrissie aun portaba el tanga en la mano. Mientras Sam la miraba embobada, ella lo llevó a su pecho izquierdo y frotó con él su pezón. Este reaccionó endureciéndose ante el contacto de la suave y sexy prenda.

Sam jadeaba de excitación. Chrissie siguió jugando con el tanga, ahora en su pecho derecho para luego bajar hacia su estómago y su húmedo sexo, empapando la prenda de sus jugos.

- ¿Te gustaría probar a que huele Chrissie, Sam?

Sam solo pudo asentir con la cabeza.

Chrissie puso su tanga bajo la nariz de Sam.

Sam aspiró profundamente saboreando el maravilloso aroma almizclado del coño de Chrissie. Sin pensarlo, se llevó las manos a la cara y tomando el tanga de Chrissie, lo frotó por toda su cara y luego comenzó a lamerlo. Quería saborear a Chrissie.

Mientras Sam hacía esto, Chrissie, sobre ella, empezó a jugar con sus tetas. Se pellizcaba los pezones, pasaba sus manos sobre las areolas, masajeando y tirando de sus pezones hacia su boca para besarlos y mordisquearlos.

Sam, bajo ella, se corrió disfrutando del espectáculo y del aroma y sabor del tanga de su amada.

- ¿Quieres lamer mi coño, Sam? – preguntó Chrissie con voz seductora, como si lo necesitase.

- S… s… sí…

Sam levantó los brazos mientras Chrissie se alzaba en la silla para poner su sexo a la altura de la cara de Sam. Poniendo las manos de Sam sobre sus caderas, Chrissie dijo:

- Empuja mi coñito caliente sobre tu cara, nena.

Sam obedeció y sumergió su cara en el húmedo y caliente sexo de Chrissie, empezando a lamer y chupar con avidez, disfrutando del momento, perdida en la niebla de la heroína. Se corrió otra vez, y otra.

Totalmente agotada, perdió el conocimiento. Chrissie se bajó de la silla y se vistió, pero dejando en una bandeja, a la vista, su tanga. Siguió observando a Sam mientras pasaban los efectos de la droga.

Cuando Sam comenzó a mover los ojos, señal de que estaba regresando de su cuelgue, Chrissie se colocó tras ella y empezó de nuevo a aplicar la solución TTSS en la cabeza de la mujer o, mejor dicho, en lo que quedaba de ella.

Tras unos minutos, finalmente Sam abrió los ojos. El masaje le producía una maravillosa sensación relajante.

- Hey, nena… bienvenida de vuelta. – dijo Chrissie suavemente. - ¿Cómo te encuentras?

- Increíble… - contestó Sam arrastrando las palabras. Mientras miraba a los ojos de Chrissie, tuvo una repentina oleada de visiones. Su respiración se agitó a medida que estas cruzaban su cabeza. “¿Eran reales o solo parte del viaje?”, pensó.

- ¿Qué te pasa, cielo? – preguntó Chrissie.

- Mmm… nada… - dijo en voz baja Sam rememorando las imágenes de su mente.

- Creo que deberíamos darle un poco más de brillo a este hermoso pelo largo y oscuro que tienes.

Sam se sintió halagada. “Chrissie cree que mi pelo es hermoso”, pensó.

- Suena bien, Chrissie. Lo que tú digas.

Durante la media hora siguiente, Chrissie se dedicó a teñir, cortar y secar el pelo de Sam mientras esta se quedaba allí, inmóvil, disfrutando de la combinación de su viaje y sus fantasías con Chrissie.

Esta vez, Chrissie no necesitó programar a Sam para que saliese directamente a la calle a conseguir su alijo de drogas o para que concertase una nueva cita. La dosis de heroína la había enganchado irremediablemente a las drogas y las sesiones a Chrissie.

- Es hora de que te levantes y te vistas, nena. – dijo Chrissie trayendo a Sam de vuelta de sus ensoñaciones. - ¿Quieres ver lo que te he hecho?

- ¡Oh, sí! – respondió Sam.

Chrissie puso un espejo en las manos de Sam. Por suerte, Sam no parecía percatarse de los dramáticos cambios que había sufrido su rostro. Lo único que fue capaz de ver fue el trabajo que Chrissie había hecho en su pelo. Su pelo negro azabache se hallaba tachonado de mechas de color castaño, una combinación muy exótica.

- Estás muy hermosa. – dijo Chrissie.

- Me encanta. – respondió Sam mientras lágrimas de alegría brotaban de sus hundidos ojos. Tras unos minutos contemplándose en el espejo, Chrissie la interrumpió.

- Hora de vestirse, cariño.

Torpemente, Sam se puso en pie, sujetándose de la mesa para no caer. Chrissie le entregó el sujetador.

- Déjame que te ayude con esto. – dijo mientras se colocaba tras Sam y le abrochaba la prenda. A continuación le entregó el top y le ayudo a colocárselo.

Los ojos de Sam se fijaron en el tanga colocado en una de las bandejas. Su mirada volvió a Chrissie a medida que nuevas visiones de su viaje y su primer encuentro lésbico se abrían paso a través de las nieblas de su mente.

- ¿Te gustaría ponértelos? – preguntó Chrissie adivinando los pensamientos de Sam.

Sam continuó mirándolos fijamente. Incapaz de contestar. Incapaz de mirar a Chrissie a los ojos.

Chrissie tomo el tanga y se colocó detrás de Sam.

- Me gustaría mucho que te lo pusieses, Sam. Por favor. - le dijo en voz baja acercándoselo a la nariz de Sam. Esta aspiró profundamente y dejó caer la cabeza sobre el hombro de Chrissie.

Chrissie empezó a mover la prenda acariciando el cuello de Sam, bajando luego por su pecho y su vientre en dirección al sexo de la mujer.

Haciendo un gesto sensual, Sam levantó la pierna izquierda ligeramente para indicarle a Chrissie que continuara. Lentamente Chrissie se arrodilló detrás de Sam y comenzó a deslizar el tanga sobre las piernas de Sam mientras besaba y mordisqueaba las nalgas de la mujer. Finalmente deslizó el tanga entre las nalgas de Sam, presionando sobre el sexo de la mujer.

Dando un paso atrás, Chrissie dio la vuelta alrededor de Sam colocándose frente a ella. Se acercó a su cara y hundió su lengua en la boca de Sam dándole un apasionado beso. La mano derecha de Chrissie bajó hacia el coño de Sam, masajeándole el clítoris sobre la tela del tanga.

Un instante después, Chrissie se apartó de los labios de Sam y de su abrazo. Tomando la minifalda de la mujer, la ayudó a colocársela. Volviendo a situarse detrás de Sam, le subió la cremallera aprovechando la oportunidad para acariciarle las nalgas.

Por último, se inclinó sobre Sam diciéndole:

- Nos vemos la próxima semana, nena… ¡Dulces sueños!

Sam se dirigió hacia la puerta de salida, luchando por mantener el equilibrio, un poco colocada aun, aunque más que de drogas, de placer y lujuria.

*****

 

 

 

En cuanto la puerta se hubo cerrado, Bri entró por la puerta trasera.

- Creo que su próxima visita será la última. – dijo Brianne.

- Estoy de acuerdo, Ama Bri. Está rota. – dijo Chrissie.

IV

 

 

 

Cuando Sam salió de Total Transformation Salon & Spa, se dirigió directamente a las calles. Tenía que conseguir un poco de heroína. No importaba como.

Podría pensarse que una oficial de policía sabría hacer las cosas “en silencio”, pero a Sam ya no le importaba nada. Se había hundido y necesitaba su dosis. Fue capaz de encontrar un poco, pero no demasiado, lo suficiente para un par de días.

Cuando llegó a casa y no pudo esperar a meterse otro viaje. Pasó la noche del sábado en otro mundo.

La mañana del domingo la encontró vestida solo con su ropa interior bañada en sudor. “El tanga de Chrissie”, pensó alegremente y al sudor se unió la humedad de su sexo mientras empezaba a masturbarse fantaseando con Chrissie. El domingo se fue entre viajes de heroína y fantasías lésbicas.

El lunes a mediodía, fuertes golpes en la puerta hicieron que Sam se despertase. Tambaleándose por el suelo, vestida únicamente con el tanga de Chrissie, se dirigió hacia la puerta y abrió.

- ¡Mierda! – exclamó Bill al ver el estado en que se encontraba el que solía ser el bien cuidado apartamento de Sam.

El olor era espantoso. El suelo estaba cubierto de basura. La penumbra lo invadía todo. En una mesita, Bill pudo ver los restos del uso de  drogas de las semanas anteriores: un espejito con restos de coca, una pipa de crack, una goma quirúrgica y un montón de jeringuillas usadas. Frente a Bill, Samantha Hodge, teniente de policía, la mujer que él conocía, había desaparecido. Ante él se encontraba una yonki flaca, desnuda.

- Sta. Hodge, durante toda la semana he estado recibiendo quejas de los inquilinos. Contacté con la policía y estuvieron aquí la mañana del sábado pasado para encontrar… ¡esto! ¡Jesús, ahora es aun peor!

Sam apenas podía asimilar lo que su casero le decía.

- Srta. Hodge, lo siento, pero no puedo permitir esto en mi edificio. – dijo Bill entregándole unos papeles a Sam. – Este es el aviso de desalojo. La quiero inmediatamente fuera de mi piso.

Eso sí que lo entendió Sam sorprendida.

                - Y en la policía me dieron esto para usted. – volvió a decir el casero dándole aun más papeles a Sam.

- ¿Qué coño es esto? – preguntó Sam arrastrando las palabras.

- Una suspensión de empleo y sueldo, Srta. Hodge. La policía vio el apartamento y lo que usted había hecho en él. – contestó apesadumbrado Bill. – Sta. Hodge… Samantha… No sé qué ha pasado, pero por favor, necesita ayuda. Tiene mucho en su favor. Por favor, busque ayuda.

Bill no pudo seguir contemplando más el espectáculo que tenía ante él. “¡Qué desperdicio!”, pensó. Bajó los ojos, dio media vuelta y se alejó. Oyó como la puerta se cerraba lentamente detrás de él y entonces oyó a Samantha Hodge romper a llorar y gritar.

Al otro lado de la puerta, Sam se acurrucó en el suelo en posición fetal… histérica. Estaba rota, perdida. Necesitaba a Chrissie.

*****

 

 

 

Sam se puso un pantalón corto y una camiseta. A trompicones bajó las escaleras de su edificio y, descalza, caminó por las calles en dirección a Total Transformation Salon & Spa.

Al entrar en el establecimiento, Sam tropezó en la puerta. Cassie la estaba esperando.

- Tengo que ver a Chrissie. – dijo arrastrando las palabras y cayó al suelo sollozando.

Una auxiliar salió rápidamente al encuentro de Sam y la llevó a la sala de tratamientos número tres, donde Chrissie y Bri ya le esperaban.

A pesar de que ya sabían que iba a venir, a pesar de que ellas eran las culpables de ello, la imagen con la que Sam se presentaba ante ellas les impactó profundamente. La oficial de policía, la chica americana perfecta, la mujer recta se había convertido en tan solo dos semanas y media en una yonqui drogadicta que lo había perdido todo.

- Es hora de empezar a traerla de vuelta, Chrissie. – dijo Bri.

- Estoy deseando hacerlo, Ama Bri. – contestó esta con una sonrisa.

Bri dejo a Chrissie hacer su trabajo.

- Sam… Sam… ¿me oyes, Sam? – A través de la neblina que cubría su mente, Sam pudo escuchar la voz.

 “¡Es Chrissie!”, pensó, “¡Chrissie! ¡Chrissie me ayudará!”. Sam abrió los ojos tanto como pudo.

- Sam, estoy aquí para ayudarte. ¿Quieres que te ayude, Sam?

- Ayúdame… Chrissie… - suplicó Sam entre lágrimas.

- Estás pasando por el síndrome de abstinencia, Sam. Tienes el mono. ¿Entiendes?

-S… s… sííí… - contestó arrastrando las palabras, temblando y tambaleándose como una drogadicta.

- Tengo que darte algo para ayudarte a pasarla, Sam. ¿Quieres que lo haga?

- A… ayú… ayúdame…

- Voy a inyectarte una nueva droga, Sam. Esto te ayudará a pasarlo. ¿De acuerdo, Sam?

- Ssssííí…

- Bien, allá vamos, Sam. – y Chrissie comenzó a inyectarle una mezcla de metadona y TTSS. La metadona para ayudarla a dejar la heroína y el TTSS para ayudar a terminar su transformación.

Tan pronto Chrissie terminó de vaciar la jeringuilla, Sam notó los efectos. Aun lejos de estar normal, se sintió mucho mejor y la calma se apoderó de ella.

- Sam, tengo que atarte a la silla para que salgas de esto, ¿de acuerdo?

- Sííí… susurró Sam.

- Voy a desnudarte y atarte después, Sam.

- Sííí…

Unos instantes después, Sam ya estaba desnuda, recostada en la silla. Tenía los pies firmemente sujetos a unos estribos en la base de la misma y los brazos sujetos a los apoyabrazos con fuertes correas de cuero.

- Sam, voy a colocarte una cosa en la cabeza que te ayudará a mantenerla derecha. ¿Vale?

- Sííí… lo que quieras Chrissie… Ayúdame, Chrissie…

- Lo haré Sam. Lo haré.

Chrissie manipuló unos controles de la silla y desde el techo descendió un dispositivo similar a un casco. Tomó un par de dispositivos ovales y los colocó luego en las hundidas órbitas oculares de Sam.

- Tienes que mantener los ojos abiertos, ¿de acuerdo, Sam?

- Sííí…

Mientras Sam abría los ojos, Chrissie sujetó los dispositivos en su sitio impidiendo así que Sam pudiese volver a cerrarlos.

- Ahora voy a colocarte esto, - dijo refiriéndose al casco que había bajado del techo, -  y voy a sujetártelo para tu seguridad. Las imágenes y sensaciones que experimentarás te ayudarán, Sam. ¿Vale?

- Sííí…

Chrissie conectó unas sondas del casco a las sienes de Sam. Luego, terminó de bajar el casco y colocó unas pequeñas pantallas de video sobre los dispositivos ovales sujetos en las cuencas de los ojos de Sam.

- Sam, voy a ponerte un programa que te ayudará a salir de esto. Verás hermosas imágenes que te harán sentir tranquila y feliz. Bellas imágenes que harán que tus pensamientos se centren en ellas. Bellas imágenes que harán que te encuentres a ti misma, ¿de acuerdo, Sam?

- Sííí…

Chrissie se dirigió al ordenador portátil que había sobre la mesa y puso en marcha un programa. De pronto, las pantallas de video de los ojos de Sam cobraron vida mostrando imágenes de hermosas mujeres… imágenes de atractivas féminas… imágenes de hembras calientes… imágenes de mujeres de grandes pechos.

La música comenzó a sonar en la cabeza de Sam junto con imágenes de bailarinas eróticas. Sexys bailarinas de stripteases. A Sam le agradó. Se sentía excitada.

Chrissie se inclinó sobre el oído de Sam y le empezó a susurrar. “Te gustan las chicas, Sam… Acuérdate de cuando lo hiciste con Chrissie… Te gustan las chicas, Sam…”

Las imágenes de bailarinas fueron sustituidas por imágenes de Chrissie. El sexo de Sam goteaba. En la pantalla, Chrissie empezó a acariciarla… a besarla…, pero no era Chrissie. A la mente de Sam acudió la imagen de otra hermosa chica lamiendo su sexo, y luego otra, y otra… Decenas de hermosas y sexys lesbianas haciéndoselo con Sam en todas las formas imaginables.

Chrissie volvía a susurrarle al oído. “Sam es lesbiana… A Sam le gustan las chicas… A Sam sólo le gustan las chicas… A Sam no le van los tíos…”

Ahora en la pantalla aparecían imágenes de hombres. Hombres besando y acariciando a Sam. Sam, de repente, se sintió mal. Otro hombre insertó su polla, dura como la piedra, en el coño de Sam. ¡Dolor! Un terrible dolor hizo llorar a Sam.

Chrissie seguía susurrando. “Lesbiana… sólo chicas… pechos grandes… bailarinas de stripteases… sexys… lesbiana…”. Las imágenes seguían sucediéndose sin pausa.

“A Sam le gustan las chicas”, pensó Sam. “Soy lesbiana, lesbiana, lesbiana…”

El ataque a la mente de Sam continuaba salvajemente. Imágenes de sexys bailarinas de stripteases… ¡Placer! Imágenes de hombres… ¡Dolor!

Chrissie no paraba de susurrar al oído de Sam. “A Sam le gustaría ser bailarina exótica, bailarina de striptease… Sam es lesbiana… A Sam sólo le gustan las chicas… pechos grandes… bailarinas de striptease… sexys… lesbiana…”. Una y otra vez.

Dos horas más tarde, la operación había acabado y Sam se había perdido. Ni ella ni Chrissie tenían idea de cuantas veces se había corrido durante la programación. Pero Sam era ahora totalmente lesbiana, con imágenes de mujeres sexys pululando aun en su cabeza. La metadona había eliminado el mono y el TTSS había hecho su trabajo. Chrissie le quitó lentamente el casco.

- ¿Cómo te sientes, Sam?

- Bien. – contestó esta con un susurro.

- ¿Qué es lo que te pasó? ¿Qué te ha ocurrido estos días? – preguntó Chrissie.

Sam se echó a llorar.

- Soy una yonki, Chrissie. Lo he perdido todo. Mi casa, mi trabajo… no tengo dinero… mi vida se ha acabado.

Si hubiese podido, Sam hubiese vuelto a acurrucarse en posición fetal. Pero estaba aun atada a la silla, por lo que solo lloraba.

Chrissie la consolaba pasándole la mano por la frente y el pelo.

- Vamos, vamos, Sam… ya pasó… Chrissie está contigo… puedo ayudarte a dejar la heroína… ¿te sientes mejor?

- Ajá… - Sam seguía sollozando – Pe… pero… he perdido todo lo demás. No tengo trabajo, ni dinero, no tengo una vida…

- Podemos ayudarte a empezar de nuevo Sam. Chrissie te ayudará a…

Sam seguía sollozando.

- Bri tiene contactos, Sam. Sé que ella podrá ayudarte, ¿te gustará que lo intentase, Sam?

- Sí… por favor… ayudadme… - contestó entre llantos.

*****

Unos minutos más tarde, Bri hacía su aparición en la sala de tratamiento número tres.

- Hola, Samantha. – dijo al entrar.

- Ho… ho… hola.

- Veo que estás atravesando una mala racha. Me gustaría ayudarte, Samantha.

- Gracias, Señora. – contestó Sam empezando a calmarse.

- Sé que eras policía. ¿Qué más has hecho o a que te gustaría dedicarte?

- Yo… yo… yo puedo bailar. – respondió tímidamente Sam.

- Hummm. Suena interesante. ¿Alguna vez lo has hecho de forma profesional, Sam? – volvió a preguntar Brianne.

- No, pero me gustaría hacerlo. – contestó Sam.

- ¿Qué tipo de baile, Sam?

Sam no podía mirar a Bri a los ojos. Se sentía avergonzada, pero en su interior sabía que quería ser bailarina de stripteases. “Las bailarinas de striptease son hermosas”, pensó.

- Striptease. – respondió finalmente Sam.

- ¡Estupendo, Sam! ¡Estás de enhorabuena! Resulta que tengo un muy buen amigo que es dueño de un club de stripteases justo al lado de la Calle 5. Estoy segura de que podría encontrarte un trabajo allí.

El mundo de Sam de repente se hizo algo más luminoso.

- ¡Oh, Señora…! ¡Eso sería maravilloso!

- ¿Necesitas también un sitio para vivir?

- Sí, Señora. – contestó Sam avergonzada.

- Bueno, Doug, el propietario, tiene una casa en la que viven muchas de sus chicas. Todo lo que hace falta es que firmes un contrato para bailar para él al menos durante dos años. – ofreció Bri.

- Puedo hacerlo, Señora. ¡Es genial!

- Muy bien. – dijo Bri volviéndose hacia Chrissie. – Creo que nuestra chica debería pensar en hacerse algunos arreglos si quiere triunfar en su nueva carrera.

- Claro, Bri. – respondió Chrissie.

- Iré a llamar a Doug para lo tuyo, Sam. Puedes quedarte con nosotras unos días mientras Chrissie trabaja en tus mejoras. Luego podrás ir al local de Doug. – y diciendo esto, Bri salió de la habitación.

Sam miró a Chrissie.

- ¿Qué quiso decir con lo de las mejoras?

- Hablaremos de eso enseguida, Sam. Pero ahora vamos a asearte bien. – dijo Chrissie.

- Oh, claro.

Chrissie recostó a Sam y de nuevo mojó su pelo para lavarlo y aplicar más loción TTSS. El efecto fue inmediato y Sam se relajó. La muchacha comenzó de nuevo el proceso de sugestión susurrando al oído de Sam. “Vas a ser una bailarina maravillosa… una estupenda bailarina de stripteases lesbiana… Te encantará vivir con las otras chicas porque ellas también son lesbianas… Lesbianas sexys, hermosas y calientes…”

- Bailarina… lesbiana… - repetía monótonamente Sam.

Chrissie continuaba susurrando. “Las bailarinas deben tener grandes tetas y un culo redondo y perfecto…”

- Grandes tetas… culo redondo… - repetía Sam.

Chrissie continuó masajeando la cabeza de Sam unos minutos más antes de preguntarle:

- ¿Sam?

- ¿Sí?

- ¿Alguna vez has pensado en hacerte algunos cambios de cirugía estética? Realmente no tienes cuerpo de bailarina de striptease. Aquí podemos hacerte cualquier cosa que nos pidas, lo sabes. Y Bri correrá con los gastos.

- Mmmmm… - sonrió Sam. - ¡Quiero unas tetas grandes y un culo bonito!

- Suena muy bien, Sam

- Quiero parecerles sexy y caliente a las otras bailarinas. Me gustan las chicas.

- ¿Algo más, Sam?

- ¿Unos pezones largos y duros a juego con las tetas?

- Claro que sí, Sam. Y una cosita más…

- ¿Sí?

- Creo que una bailarina lesbiana y sexy como tú necesitará un nombre mejor que el de Sam.

- ¡Claro! Elígeme uno Chrissie. Confío en ti.

- ¿Qué tal el nombre artístico de Vixen? ¿Te gusta?

- Mmmmm… ¡Vixen! Me gusta ese nombre. Seré Vixen. Suena sexy.

- Bueno, Vixen. ¿Hablamos sobre los detalles de tu cirugía estética?

- ¡Por supuesto! ¿De qué tamaño pueden ser mis tetas? Vixen debe tener unas tetas enormes.

- ¿Qué tal una talla doble D? Y podemos agrandar tu culo hasta aproximadamente el doble de su tamaño y redondearlo un poco hacia afuera.

- Y no olvides los pezones. – añadió Vixen.

- Sí, grandes y duros. ¿Y sabes qué más, Vixen?

- ¿Hmm?

- Las bailarinas llevan sus coñitos depilados. ¿Quieres que te lo haga?

- ¡Eres tan buena, Chrissie! Sí, sí. ¡Depílame, por favor!

*****

Bri apagó el monitor en su oficina. “Problema resuelto con esa zorrita”, pensó.

*****

 

 

Un mes después:

Una voz se oyó a través de los altavoces del club:

- Damas y caballeros… un aplauso para nuestra nueva chica… ¡la espectacular Vixen!

Vixen saltó desde detrás del telón. Sus tetas doble D sobresalían en la sexy parodia de su antiguo uniforme que vestía. La diminuta chaqueta de uniforme apenas podía contener sus pechos, que sobresalían del borde inferior. Unas diminutas esposas colgaban del piercing de su ombligo. En vez de pantalón, llevaba un tanga negro brillante. Completando el atuendo, unas botas altas que le llegaban a la rodilla de color negro con un exagerado tacón, una falsa porra colgando del cinturón y una placa grande donde se leía “Teniente Vixen”.

Dando cinco eróticos pasos sobre el escenario, Vixen se arrancó la chaqueta y saltó hacia la barra de baile. Como una profesional, la atrapó entre sus piernas y comenzó a frotar su sexo en ella.

FIN

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