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BimboTech: Help Wanted

en Control Mental

Nota del traductor: Una nueva historia de The Sympathetic Devil aparecida en la web "Erotic Mind Control". Disfrutadla y disculpad los posibles fallos de traducción que podrais encontar.

Nota del autor: Cronológicamente hablando, esta sería la primera de las historias de la serie BimboTech (Noviembre del 2005). Todos los personajes de esta historia aparecen en otras historias de BimboTech, por lo que dichas historias son posteriores. ¡Espero que disfrutéis de este viaje a los duros comienzos de la que se convertiría en la mayor compañía mundial de modificación femenina! Vuestros comentarios serán bienvenidos en mi email.

 

Había un hombre raspando la pintura del rótulo de la puerta de Millennial Innovations Incorporated cuando Arianna llegó al piso número 32. El corazón de la hermosa joven dominicana se sentía pleno. Sólo necesitaba llenar una solicitud más de trabajo para conseguir su cheque semanal de desempleo. Estaba segura de que esta iba a ser su última parada. El anuncio de empleo mostraba claramente que ella no estaba cualificada para el puesto, por lo que estaba segura de que no iba a conseguir el empleo. ¡Era perfecto!

Pero ahora parecía que la empresa de investigación y desarrollo se había ido a pique, aunque aún cabía la posibilidad de que sólo estuviesen cambiando el diseño.

- ¿Cierran? – preguntó al hombre que raspaba el rótulo.

- Oh, no. Todavía están ahí, algunos de ellos por lo menos. – respondió el hombre. – Ha habido algún tipo de OPA hostil. Ha habido grandes cambios en la gestión. Han cambiado el nombre de la empresa y todo.

- Ah. – respondió Arianna alegre. Definitivamente no creía que quisiesen contratar a alguien después de un cambio de dirección. Probablemente aun estuviesen en ese estado de confusión en el que nadie tiene certeza de que se suponía que se debía hacer. ¡Tal vez alguien firmaría su formulario sin que ella siquiera tuviese que rellenar una solicitud de empleo! - ¿Y cómo se llama la empresa ahora?

- No me lo han dicho. – respondió el hombre. – No estoy seguro de que ni siquiera ellos lo sepan todavía. Me dijeron que ya me lo dirían una vez que la puerta estuviese lista para pintar.

- Bueno, ¿puedo entrar? – preguntó. – Estoy aquí respondiendo a una solicitud de empleo.

- Como usted quiera. – dijo el hombre haciéndose a un lado.

Arianna se colocó bien un mechón rebelde de su largo pelo rizado detrás de la oreja y se alisó el suéter color burdeos. No deseaba el trabajo en ese momento, pero podría después de graduarse, así que había que causar una buena impresión. Entró a la oficina “aún-sin-nombre”.

En el mostrador de recepción se encontraba una mujer negra bastante tetona. La mujer mostraba una cantidad demasiado indecente de su escote para lo que se consideraría correcto en una oficina y estaba embutida en un “jumper” de color morado claro que parecía demasiado pequeño para sus atributos. Llevaba una capa de maquillaje que parecía haber sido aplicada por una niña de doce años. La mujer tenía la mirada perdida en la distancia, como perpleja por algo, al tiempo que mascaba el extremo de un lápiz.

- Hola. – dijo Arianna. – Vengo a solicitar el puesto de analista.

La negra saltó de su asiento conmocionada y miró a Arianna desconcertada.

- Oh, eh… ¡hola! – contestó. - ¿Te conozco? ¿Me… me conoces?

- No creo. – dijo Arianna. – Nunca antes he estado aquí. Usted es la recepcionista, ¿verdad?

- ¿La recepcionista? – preguntó la mujer aún más confundida. - ¡Oh, sí! ¡Eso era! Fui… Fui… esto… ¿ascendida? Ascendida a recepcionista desde mi antiguo puesto de trabajo, cuando me llamaba… ¿cómo me llamaba?

La mujer miraba fijamente a Arianna a los ojos, como demandándole guía, orientación.

- ¿Usted, uh… está casada o algo? – preguntó Arianna, siendo esta la única razón que se le había ocurrido por la que la mujer hubiese cambiado de nombre, aunque no era esa razón para haberlo olvidado. La mujer parecía tener algún tipo de shock.

- No… casada no… No tengo tiempo para el matrimonio… estaba trabajando muy duro para… para lograr un ascenso… ¿a recepcionista? Es tan difícil de recordar… es difícil pensar…

- Mira, veo que tienes mucho que hacer, por lo que no te voy a hacer perder el tiempo. – dijo Arianna. – Si fuese posible que me firmasen este formulario diciendo que he rellenado una solicitud de empleo, podría conseguir mi cheque de desempleo.

Arianna le entregó el formulario y la mujer se quedó mirándolo de forma horrorosamente confusa.

- ¿Firmar? ¿Con mi… mi nombre? – preguntó. – Mi nombre… mi nombre es… T… T… Tittiefuck. ¡Oh!

Sus ojos se pusieron en blanco y se estremeció mientras su rostro pasaba de la angustia perpleja a la dicha pronunciada.

La recepcionista se echó a reír y dejó caer el formulario, que se deslizó debajo de su mesa.

- ¡Uppsie! – exclamó. - ¡Soy una bimbo taaaan tonta!

Su confusión, o más bien su percepción de la misma, parecía haber desaparecido mientras reía de forma incontrolada.

- Um…, tal vez debería irme. – dijo Arianna, bastante descolocada. Pero debía conseguir la firma. ¡Ya tenía cuatro!

- Si tan solo pudiese, um, devolverme el formulario…

Como la mujer no respondía, Arianna se dirigió a la parte posterior de la mesa para recuperarlo por sí misma. Cuando lo hizo se sorprendió al ver a la recepcionista acariciándose la entrepierna con los dedos vigorosamente.

- ¿Todo bien por aquí, T.F.? – preguntó un hombre elegantemente vestido saliendo de uno de los despachos. - ¡Oh! ¡Tenemos compañía! Disculpe, señorita. La compañía está un poco alterada en estos momentos. T.F. aún se está acostumbrando a su trabajo de recepcionista. Mi nombre es George Fink, el nuevo CEO de la compañía. Quizás yo pueda ayudarle.

El brillo depredador que emanaba de sus ojos hizo comprender que la última cosa en la que él estaba interesado era en ayudarla. Ahora sí que estaba descolocada. Realmente estaba asustada.

- Yo… yo sólo necesito mi formulario. – explicó, aprovechando la distracción de la recepcionista para recogerlo de debajo del escritorio. – Volveré otro día… cuando ya estén completamente instalados.

- ¡De ningún modo! – dijo el hombre. – En BimboTech Inc., siempre estamos dispuestos a ayudar a una mujer joven y bella como usted. ¿Para qué ha venido?

- Nada, sólo… ¿BimboTech? – preguntó incrédula.

- Sí, es nuestro nuevo nombre. Se lo acabo de poner ahora. ¿Le gusta? ¿Cómo puede BTI ponerse a su servicio?

- Yo sólo… - comenzó a decir ella retrocediendo hacia la puerta. – Vi la solicitud de empleo, pero realmente no quiero un trabajo. En un mes comienzo en la Universidad por lo que realmente les estoy haciendo perder el tiempo. Me voy ya.

Girándose, dio cuatro rápidos pasos en dirección a la puerta.

Pero la puerta no se abrió.

- Lo siento. – dijo el hombre situándose a la derecha, detrás de ella. Arianna dio un respingo. NO lo había oído colocarse detrás suyo. – Como parte de nuestras nuevas medidas de seguridad, no se permite ninguna salida no autorizada.

- ¿Salida no autorizada? ¿Qué diablos significa eso? – preguntó, buscando una salida con la mirada.

- Significa que insisto en que no salga de aquí hasta que pruebe alguno de nuestros nuevos productos. – dijo el hombre sujetándola del brazo.

- ¡Oiga! ¡Aparte sus manos…! ¡Ay! ¡Me está agrediendo! – exclamó.

- Sólo un poco. – explicó él. – En algún momento te olvidarás de ello.

- ¿Qué quiere decir con que voy a… voy a…? ¿Qué es lo que decía? Me siento toda… toda…

- ¡Toda bimbo! – exclamó la recepcionista. - ¡ Cada mujer lleva una puta en su interior! ¡El Sr. Fink simplemente ayuda a que la bimbo salga a la luz para que podamos ser felices, felices, felices! – terminó diciendo entre risas.

- ¿Felices? – preguntó Arianna. Ahora se sentía extrañamente feliz para ser una mujer que estaba siendo retenida contra su voluntad. – Pero yo no he venido a ser feliz… Vine por el trabajo… pero no quiero el trabajo… porque sólo quiero el dinero… porque ¡Dios, todo es tan confuso! – dijo lanzando una risita. - ¡Me siento rara!

A medida que el cerebro de Arianna se revolvía, inútilmente, buscando algo donde sujetarse antes de hundirse en la viscosa y resbaladiza sustancia de color rosa en la que se estaba hundiendo; el Sr. Fink la condujo con una mano sujetando su brazo y otra apoyada el culo de la joven al interior del complejo de oficinas.

Entraron finalmente a una sala donde un achaparrado hombre de cara redonda y gafas se hallaba sentado en frente de una mujer rubia desnuda.

Arianna pensó que aquello debería hacerla sentir incomoda, pero, de alguna manera, lo encontraba divertido. Los brazos y piernas de la rubia estaban sujetos a su silla y ella chupaba ansiosamente una barra de color rojo cereza sujeta frente a su cara por un andamiaje metálico. Cables metálicos estaban sujetos a su cabeza.

- Ya ves, Candyass que en realidad no puedes ayudarte a ti misma. – Explicaba pacientemente el hombre con voz razonable. – Eres adicta. Estás obsesionada. Tienes una fijación oral que supera cualquier otro deseo que alguna vez hayas tenido. Necesitas chupar pollas tanto como otras necesitan beber agua. Necesitas comer coños tanto como otras mujeres tomar chocolate. Sabes en el fondo de tu alma que eso es lo que deseas. Es lo que necesitas. Simplemente no puedes dejar de ceder a esos increíbles impulsos que has desarrollado.

- ¡Mmmhmm! – gimió la rubia, con los ojos vidriosos, estremeciéndose mientras, de alguna manera, chupar más fuerte aquella boquilla de color rojo.

- Siento interrumpirte, Doug. – dijo el Sr. Fink. - ¿Estás acabando con la silla?

- Me temo que la necesito durante otros veinte minutos. – dijo el hombre las gafas. – Ha recaído un poco.

- Sí, Tamara probablemente necesitaría una sesión de refuerzo así. – dijo el Sr. Fink.

- ¡George! ¡Por favor! ¡TIT-TEE-FUCK! – respondió el hombre de las gafas. - ¿Cómo podemos esperar que acepten sus nuevos nombres si vas por ahí usando los viejos?

- Bueno, no ha sido delante de ella, por supuesto. – respondió el Sr. Fink a la defensiva.

- ¡Nuestra vicepresidenta ya no existe! -insistió el hombre de las gafas. – Ahora es solamente la recepcionista Tittiefuck. Al igual que este pequeño bocadito es Candyass, ¿no es así, Candyass?

- ¿Mmmmeh? – dijo la rubia desnuda.

- ¡Claro que eres Candyass! Esa otra mujer que fuiste nunca llegó a chupar pollas. Y tú necesitas chupar pollas, ¿verdad, Candyass?

- ¡Mmmhmmm! – asintió ella.

- Ni siquiera puedes recordar ya nada de la vida de esa otra mujer, ¿verdad, Candyass? Cuando intentas acordarte de ella y de su aburrida vida, esos pensamientos son rápidamente sustituidos por tus deseos de chupar pollas. Fellatio siempre ocupa tu mente, Candyass. Simplemente no puedes hacer nada por evitarlo. Es una fijación. Y no tienes voluntad de cambiar. ¡Te gusta tanto! ¡Te hace tan feliz! ¿Cómo podrías pensar en parar alguna vez? ¡Simplemente no puedes evitarlo!

- ¡Mmhmm, mmhmm! – asintió de nuevo la rubia.

- Entonces volveré con esta joven en veinte minutos. – dijo Mr. Fink. – Tenemos que conseguir aún más de lo que ya hemos hecho.

- Habla con Philip. Monopoliza la tecnología de modificación corporal. Opino que primero deberíamos averiguar las causas de la reincidencia de la personalidad y luego, en nuestro tiempo libre, jugar con la apariencia física. Claro que el cambio de aspecto, sin duda, puede ayudar a mantener la personalidad alterada, pero creo que la raíz de las reincidencias es el no haber establecido unas bases psicológicas profundamente arraigadas. Creo que la culpa la tiene la ditzolina potásica. Me parece que suprime los centros de aprendizaje hasta un punto en que el cambio permanente de personalidad se hace difícil. Sí, las hace sugestionables, pero nuestras sugestiones permanecen, en gran medida, en la memoria a corto plazo. Creo que quebrar su resistencia a través de la conversación y el estimulador da mejores resultados a largo plazo.

- Bueno, pues vamos a tener que conseguir un par de chicas para probar tu teoría. Una fuente útil puede ser la de “novias por correo”. Este sexy bocadito se presentó en respuesta a una solicitud de empleo. – dijo Mr. Fink.

- Pero no quiero un trabajo. – aclaró Arianna con una risita tonta. - ¡Solo necesito mi papel!

- Por mi la dejaría sobria y permitiría que aplicases tus métodos con ella, pero quiero conseguir su procesado rápido para el caso de que le hubiese contado a alguien a donde venía.

- De acuerdo, pero luego no me eches la culpa si su nueva personalidad revierte. – dijo el hombre con gafas.

- Oh, tengo un buen presentimiento sobre ella. – dijo el Sr. Fink. – Te gusta la ditzolina, ¿verdad, señorita? ¡Eres una bimbo mexicana nativa!

- ¡No soy mexicana, soy dominicana, maldita sea! – exclamó ella automáticamente. Fue como si le hubiesen tocado un punto sensible. ¿Y qué demonios estaba haciendo aquel hombre? ¿Y por qué la mujer rubia…?

- ¡Ay! – gritó Arianna sintiendo un pinchazo en su culo. De nuevo, más sustancia de color rosa gorgoteaba metiéndose en su cabeza.

- ¡Y toda una pequeña bimbo luchadora dominicana! – dijo el Sr, Fink. – Perfecto. Me gustan luchadoras. Siempre y cuando eso no se interponga en el camino de conseguir lo que realmente necesitas.

- ¿Mi papel? – preguntó Arianna.

Mr. Fink simplemente se rió.

El hombre condujo a Arianna a una gran sala abarrotada de dispositivos a medio montar y donde varios hombres correteaban a su alrededor tratando de colocar todo en su lugar.

Cuatro hombres se encontraban alrededor de un tanque lleno de una especie de baba verde. En su interior, una delgada mujer del sureste asiático flotaba en el fluido, sonriendo como si hubiese sido drogada casi hasta la inconsciencia.

- ¡Hey, Sr. Fink! – gritó un hombre joven con acento portugués.

- ¿Sí, Ruíz? – preguntó el Sr. Fink.

- ¿Quién es? No recuerdo haberla visto antes. – dijo el joven mirando a Arianna de arriba abajo.

- Solo necesito mi papel firmado. – explicó Arianna para luego echarse a reír. ¡Ruíz era tan guapo! No se había dado cuenta de lo caliente que estaba. ¡Sus bragas estaban húmedas!

- Apareció en un momento inoportuno. – aclaró el Sr. Fink.

- ¿Puedo probar algo con ella? – preguntó el joven. – Todo el mundo está trabajando con el tanque, pero he estado desarrollando una tecnología alternativa que debería ser capaz de usar el aire como medio de modificación.

- ¿De verdad? Bien, eso podría resultar muy útil. ¿No te importa servir de conejillo de indias, Arianna?

- Estoy confundida. – respondió la joven.

- ¡Claro que lo estás! – respondió el Sr. Fink pinchando de nuevo el trasero de la chica.

Al mismo tiempo que burbujas de color rosa borboteaban a través de su cerebro, aumentó la confusión de Arianna pero, sin embargo, se mostró más colaborativa para convertirse en conejillo de indias. Soltó una risita tonta. ¡El Sr. Fink también era guapo! ¡Y Ruíz era precioso!

- Mi sueño es desarrollar una versión de bolsillo. – dijo Ruíz entusiasmado. – Pero la versión que tengo ahora pesa alrededor de veinte kilos. Si pudiese ponerse de pie frente al banco de trabajo, a cosa de metro y medio de distancia, podríamos comprobar si funciona.

- De acuerdo entonces. Eltanque está funcionando hasta ahora muy bien, ¡pero BimboTech es innovación! Y, por cierto, es así como hemos decidido llamar a la compañía: BimboTech Inc.

- ¡Un magnífico nombre, señor! – dijo el técnico. - ¡Estoy orgulloso de ser un hombre BimboTech!

 - ¿Y quién no lo estaría? – preguntó el Sr. Fink mientras colocaba a Arianna de pie frente a una achatada caja de metal con una especie de linterna saliendo de ella.

- Vamos allá. – dijo el técnico. Tiempo de magia.

El técnico pulsó un interruptor y la “linterna” despidió un resplandor púrpura opaco al tiempo que emitía un zumbido bajo. Los pezones de Arianna inmediatamente se endurecieron y se pusieron en punta. Sus pechos empezaron a hormiguear de una manera muy agradable. La joven comenzó a reír.

- ¡Oh, cielos! ¡Creo que funciona! – exclamó Ruíz.

Luego su sujetador comenzó a quedarle estrecho. Al principio a Arianna le resultó molesto, pero se sentía tan bien que no le importó. Sin embargo, pronto las tiras comenzaron a cortar su carne.

- ¡Ay! – se quejó la joven.

- ¡Oh, mierda! ¡Lleva un sujetador! – dijo Ruíz apagando la máquina.

- ¡Pues claro que lleva sujetador, idiota! ¡Y tú lo sabías! Siempre andas mirando al detalle cada par de tetas que pasa por aquí. ¿Qué creías, que crecerían hasta hacer estallar su ropa?

- Um… yo esperaba… - respondió el hombre con timidez.

- ¡Idiota! – dijo el Sr, Fink. – ella estaba perfectamente dispuesta a dejar que lo hiciésemos de manera normal

Pronto la despojaron de su suéter y el Sr. Fink logró quitarle el sujetador con la ayuda de un par de alicates que usó para cortar el broche. Después de eso, no hubo más problemas cuando la luz violeta volvió a salir de nuevo.

- ¡Mis tetas se sienten tan bien! – dijo entre risitas tontas la joven. - ¡Ay, Dios mío! ¡Cada vez son más grandes! – dijo volviendo a reír. - ¡Enormes tetas grandes! ¡Sí! ¡Qué bueno!

- ¡Ya lo ve! – exclamó Ruíz. - ¿No es magnífico?

- Esta bien. Pero el tanque hace lo mismo. – dijo el Sr. Fink.

- ¡Así no! ¡Van a ser mucho más sensibles de esta manera, estoy seguro de ello! ¡Apuesto a que ella se correría si ahora le hiciese una cubana!

- Bueno, tal vez fuese así. Voy a buscar algunas chicas nuevas para que Doug Corbin pruebe algo diferente con ellas. Sólo con sus cerebros. Cuando haya terminado, voy a dejarte que hagas una prueba de sensibilidad en tetas entre el tanque y este aparatito.

- ¿No hay alguien más con quien pueda probarlo ahora? – preguntó Ruíz. - ¿Qué hay de Tamara?

- ¡Tittiefuck! – le reprendió el Sr. Fink.

- Sí, sí, Tittiefuck. – corrigió Ruíz. Con un nombre como ese debe tener las mejores tetas de la compañía, ¿me equivoco? ¡Permítame hacerlas mayores! ¡Sería genial!

- ¡Eh! – exclamó el Sr. Fink con un respingo. - ¡Me ha costado mucho encontrar ropa adecuada para ella tal y como es ahora! ¡Pero qué demonios!

- ¡Muy bien! – exclamó Ruíz. - ¡No lo lamentará, señor!

- Ahora, ¿por qué no apagas esa cosa mientras ella todavía puede permanecer en posición vertical?

- ¡Oh, sí! – respondió Ruíz. - Ya está. ¡Dios, que par de hermosuras!

La máquina se detuvo, pero la agradable sensación que recorría a Arianna no lo hizo. Esto era debido a que la muchacha seguía amasando sus pechos, ahora del tamaño de pelotas de voleibol, con ambas manos, ordeñando sus congestionados pezones y encadenando orgasmos múltiples recompensando sus esfuerzos. Apenas era consciente de lo que sucedía a su alrededor.

- Bueno, no sé si esperar a que el tanque esté libre. – dijo el Sr. Fink. – Con esos melones ella ya es todo un espectáculo. El culo que tenía ya estaba bastante bien. Si cardamos un poco su pelo y la maquillamos como a una zorra, ¡y creo que ya tenemos a una chica BimboTech! Voy a darle sus instrucciones para que regrese de vez en cuando. Que no se diga que hacemos todos los cambios a la vez.

- ¡Incluso podríamos hacérselas mayores! – comentó Ruíz.

- De verdad que tendrías que hacer que alguien te tratase esa obsesión tuya, Ruíz. -  dijo el sr. Fink. – En la vida existen otras cosas aparte de tetas.

- Sí. – replicó Ruíz. - ¡Pero nada tan agradable como ellas!

El Sr. Fink llamó a Tittiefuck que acudió a la sala belleza. Ayudó a Arianna a peinarse y a maquillarse, y luego el Sr. Ruíz se la llevó para que su máquina la hiciese aún más neumática y explosiva. Deseaba para su recepcionista un tamaño mayor que el que poseía Arianna. Para cuando el Sr. Fink pidió a Ruíz que apagase la máquina, Tittiefuck apenas podía alcanzar sus propios pezones.

Animadas por los dos hombres, la recepcionista y Arianna aplastaron sus tetas una contra otra. ¡Era algo maravilloso! Ambos hombres rieron.

Entonces, junto al hombre con gafas, entró la mujer rubia chupándose un dedo.

- Ya he terminado con la silla, George. – dijo el hombre con gafas. – Candyass necesita chupar pollas y la mía está disponible. Vamos a estar en mi oficina.

- ¡No puedo evitarlo! – explicó Candyass. A continuación se rio y se volvió a meter el dedo en la boca, siguiendo al hombre de las gafas, balanceando su culo de lado a lado con cada paso.

- Muy bien, señorita. – le dijo Fink a Arianna. – Vamos a ocuparnos de ti.

- ¿Va a firmar mi papel? – preguntó.

- Podría decirse así. – dijo Fink.

- ¡A… adiós! – dijo Tittiefuck.

- Estoy seguro de que nos veremos de nuevo, T.F. – dijo Fink. - ¡Pero ella será una mujer completamente nueva!

Fink la llevó de nuevo a la habitación donde estaba la silla. La sentó y la sujetó bien a ella. La pieza rojo cereza para chupar había desaparecido, pero los cables que se conectaban a la cabeza todavía seguían allí.

El Sr. Fink se los colocó. No era una sensación para nada desagradable para Arianna. Nada en ese momento le resultaba desagradable a la muchacha. Aunque ella aún deseaba seguir acariciando sus tetas. Comenzaba a pensar un poco más claramente, a pesar de que todavía estaba increíblemente feliz.

- ¡Por fin podemos hablar! ¿Así que estoy en lo cierto al entender que no deseas que te contratemos, Arianna? – preguntó el Sr. Fink mientras ajustaba diales y pulsaba algunos botones.

- ¡Sí! ¡Quiero decir, no! Me refiero a… - empezó a decir soltando una risita. - ¡Dios, estoy tan confundida! Vine aquí para, esto…, para conseguir una firma para poder conseguir mi cheque de desempleo.

- Pero Arianna, ¡con esas nuevas tetas que tienes, lo único que tienes que hacer es bailar en tanga alrededor de una barra y los hombres no pararan de tirarte dinero!

Un extraño zumbido golpeó la parte posterior del cráneo de Arianna. Se sentía bien. Se imaginó enseñando sus nuevas tetas. ¡Él estaba en lo cierto!

- Sí, son muy grandes, ¿verdad? – dijo con una risita tonta. – Y se sienten… ummmm… ¡Dios, son un espectáculo!

Fink acariciaba suavemente las nuevas aldabas de la joven. Ella se sonrojó.

- ¿Qué estaba diciendo? – preguntó la joven.

Estabas diciéndome lo mucho que te gustan tus nuevas tetas. Se llaman chichis[1] en español, ¿no es cierto?

- No, digo sí, pero yo… yo no estaba… Estaba diciendo que…

Las manos del hombre habían sido remplazadas por las suyas propias comenzando a sobar y amasar sus propios senos mientras su cerebro se reblandecía más y más.

Ella se estiró para intentar asir al hombre de las muñecas, pero de alguna manera se perdió y se encontró de nuevo acariciando sus propios pechos. Existía un amplio espacio en ellos para las manos de ambos.

- Creo que chichis es un buen nombre para ellos, ¿verdad? – dijo el Sr. Fink.

- Boniiiiito. – repitió ella y luego se rió mientras de su coño, de alguna manera, brotaba otro chorro de humedad que empapó sus bragas.

- De hecho, es un nombre tan bonito que ¿por qué no lo usas como tu nombre de stripper? – continuó diciendo al tiempo que apartaba una mano de las tetas de la joven sólo el tiempo suficiente para colocar un dispositivo contra su entrepierna que vibraba y vibraba de una manera deliciosa. – Imagínate todos los hombres que pagarían por ver tus chichis, Chichi. ¡Podrías sacar mucho más dinero enseñándolas que el que sacarías de tu cheque de desempleo! Un montón de deliciosas chicas jóvenes con deliciosas tetas se pagan la universidad de esa manera. ¿Por qué no haces la prueba? Di “¡Hola, me llamo Chichi!”

- ¡Eso es una tontería! – protestó riendo tontamente.

- Oh, no es tan tonto una vez que te acostumbras a la idea. Podría ser divertido y tú eres una joven a la que le gusta divertirse, ¿no es cierto, Chichi?

- Bueno, sí, quiero decir… - Arianna se interrumpió riendo nuevamente. – la diversión es… esto… diversión… y…

- ¡Y tú eres una chica divertida, Chichi! – dijo el Sr. Fink. - ¡Todo el mundo te quiere porque eres divertida, Chichi! ¡Y tienes un par de chichis divertidos!

Él apretó sus pezones logrando que ella soltase un gritito.

- Son chichis divertidos, ¿no es cierto? – dijo el hombre sin dejar de presionar.

- ¡Chichis divertidos! – corroboró ella.

Fink pulsó un botón y una tremenda ola de placer recorrió la columna vertebral de la mujer para, finalmente, explotar detrás de sus ojos. Arianna se echó a reír.

- Ahora inténtalo. Di “Me llamo Chi-chi”. Sólo por diversión. Prometo que será divertido, Chichi.

- Me llamoChi-chi. – respondió ella mirando el botón. El lo pulsó y lo mantuvo pulsado.

- ¡Wheeeeee! – exclamó ella. - ¡Mi nombre es Chi-chi!

La joven no paraba de reír.

- ¡Eso es, pequeña bimbo Chichi! – la animó el Sr. Fink. – Eres una pequeña bimbo, ¿no es cierto?

- ¿Lo soy? – Preguntó y entonces recordó el botón. - ¡Oh, sí! ¡Los soy! ¡Soy una pequeña bimbo!

Él apretó el botón llevándola de nuevo a la tierra de la felicidad.

- Sí que lo eres. Y sabes como poner a funcionar tu caliente y atractivo cuerpo para conseguir lo que quieres. – dijo el Sr. Fink ajustando un dial haciendo que el zumbido en la base del cráneo de la muchacha se hiciese más fuerte. – No te avergüenza mostrar esos bellos chichis que posees. Estás orgullosa de tus chichis. Adoras tus chichis. ¡Deseas que el mundo ame tus chichis!

- ¡Chi-chi quiere enseñar sus chichis¡ - asintió Chichi.

- ¿Y por qué quieres enseñar tus chichis, Chichi? – preguntó el Sr. Fink.

- Um… porque… porque… ¿es divertido? – preguntó.

- ¡Chicchi ha acertado otra vez! – dijo el hombre apretando de nuevo el botón de la felicidad.

Ella gritaba de alegría. A ella le encantaba acertar.

- Pero no se trata solo de diversión, Chichi. Es sexy. ¡Es muy sexy enseñar tus sexys chichis! Cuando los hombres vean tus grandes melones se van a poner calientes, muy, pero que muy, calientes.

Chichi rió.

- ¡Sí! – asintió ella.

- ¿Y qué sucede cuando los hombres se ponen calientes, Chichi? ¿Y qué sucede cuando tus tetorras los ponen calientes?

- Ellos, um…, a ellos…, esto… a ellos se les pone dura. – contestó ella mientras imágenes de hombres desnudos llenaban su mente.

- ¿Y qué parte se les pone dura, Arianna? – preguntó el Sr. Fink, pulsando un botón que hizo que el dispositivo en la entrepierna de la muchacha se lanzase a toda marcha.

- ¡Sus penes… vergas… pollas! ¡Enormes pollas duras! – balbuceó.

- Y a Chichi le encantan las pollas, ¿no es cierto? ¡Grandes pollas duras! ¡Chichi las necesita! ¡Tienes necesidad de polla! ¡Necesidad de verga! ¡Las necesitas en tus entrañas! ¡Sueñas con pollas! ¡Vives para las pollas!

Cientos de duras pollas bailaban insistentemente un obsceno ballet en su imaginación.

- ¡Chichi está caliente! ¡Chichi quiere polla! – gritó la muchacha.

Fink pulsó dos botones y el coño de Chichi cantaba mientras su cerebro explotaba en felices fuegos artificiales de color rosa. Ella gritó extasiada.

Cuando por fin dejó de babear, el Sr. Fink le explicó muchas otras cosas, cosas que ella necesitaba, cosas que quería, cosas que a ella le gustaba hacer.

Él también le explicó lo mucho que a ella le gustaba practicar sexo con otras chicas. Esto sorprendió un poco a Chichi, pero se acordó lo bien que lo había pasado frotando sus chichis contra los grandes melones de Tittiefuck y lo caliente que se había puesto. Y cuando el Sr. Fink le explicó que sus actividades bisexuales pondrían a los hombres aún más calientes para ella, estuvo completamente convencida.

Por último, el Sr. Fink le explicó a Arianna como siempre podría confiar en el agradable personal de BimboTech. Que si en algún momento se sentía confundida acerca de alguna de las cosas que le había contado, siempre podría volver por allí. Que en BimboTech siempre iba a sentirse bien, siempre se sentiría feliz.

Sin duda, todo lo que el hombre le estaba contando era verdad, por supuesto. Era tan agradable. ¡Y tan atractivo! Deseaba que sus chichis también se la pusiesen dura.

El hombre pulsó una última vez el botón de la felicidad y luego soltó las ataduras que retenían a la joven, que reía estremecida.

- Ahora tengo dos cositas para ti, ¡mi bombón latino! – dijo el Sr. Fink. – Tu formulario de desempleo, el cual he firmado por si realmente aun lo quieres, y esta tarjeta de visita para “Jiggles”, un club nocturno cercano a tu campus. Percy, el dueño, es amigo mío y siempre necesita de bellas bimbos. Te garantizo que vas a ganar más dinero moviendo lo que tienes de lo que nunca conseguirás del gobierno. Seguro que Percy, además, también tendrá otras ideas para que consigas más dinero aún.

- ¿Cómo cuales, Sr. Fink? – preguntó ella.

- Oh, ya verás, serán una sorpresa. Pero te garantizo que te van a encantar.

Chichi tomó el formulario y la tarjeta mirando a ambos, luego arrojó el formulario por encima de su cabeza riendo. ¡El Sr. Fink estaba en lo cierto! Jamás conseguiría tanto dinero como el que conseguiría desnudándose. Además, ¡ni siquiera había escrito bien su nombre en el formulario!

- ¡Es usted tan bueno, Sr. Fink! – dijo ella. - ¿Puedo darle las gracias por todo lo que ha hecho por mí?

- ¿Y cómo te gustaría darme las gracias, Chichi?

- ¡Con mis chichis! – exclamó ella sosteniendo sus enormes senos frente a él.

- Bueno, eso sería lo apropiado. – corroboró él.

El Sr. Fink la tendió en un sofá presente en la sala. Tal y como ella había imaginado, su miembro era grande y duro. Se sentía genial acomodándolo entre sus chichis.

Apretando sus aldabas alrededor de aquella verga comenzó a arrullar aquella polla, riendo cuando la hermosa cabeza de aquella verga aparecía una y otra vez entre sus tetas. Cada vez que aquella cabeza sobresalía, ella, juguetonamente, la lamía. ¡Esto era algo a lo que podría acostumbrarse!

Chichi lanzó un chillido cuando, por fin, aquella polla, estremeciéndose, salpico su cara y sus chichis con caliente jugo de hombre. Tal y como le había contado el Sr. Fink, aquello le encantó. ¡Aquel tacto, aquel gusto, la forma en que la manchaba! ¡Se sentía como la puta bimbo que siempre quiso ser!

- Te ves hermosa con mi semen sobre ti. – Observó el Sr. Fink.

- ¡Muchas gracias, Sr. Fink! – contestó con una risita. - ¡Me encanta!

- Bueno, busquemos tu suéter. Te quedará estrecho, pero podremos estirarlo lo suficiente para que no cometas una ilegalidad saliendo a la calle. La verdad es que voy a necesitar poner aquí un departamento de vestuario.

- ¡Eso sería genial! – dijo Chichi. - ¡Me encanta la ropa bimbo zorra sexy!

El Sr. Fink también se lo había dicho ya antes.

- Claro que sí. Dime, antes de que vayas a ver a Percy en “Jiggles”, ¿crees que podrías hacerme un favor?

- ¿Quiere follar conmigo en otro sitio? – preguntó ella esperanzada.

- Vale, dos favores. – contestó con una sonrisa el hombre. – Antes de follarte otra vez, necesito que vayas a una tienda que conozco y me consigas un nuevo traje para Tittiefuck. No tenemos nada aquí que se adapte a esas monstruosas tetas que Ruíz le ha dado. También puedes comprar algo para ti. Ya les llamaré para darles la información de mi tarjeta de crédito. Nunca le doy la tarjeta a una bimbo. Date prisa en volver con lo que te he dicho y te daré el mejor polvo de tu corta existencia como bimbo.

Chichi gritó de alegría. No podía imaginar como este día podía ir a mejor. Nuevo nombre, nuevas chichis, ropa nueva… ¡y una segunda ración de polla!

Acompañó al Sr. Fink en busca de su suéter. Tomaron algunas fotos de su delantera antes de limpiarla. A continuación, se las arreglaron para meter sus nuevas chichis en la prenda. Ahora, el borde inferior del suéter quedaba muy por encima de su ombligo.

Encontraron a Tittiefuck de regreso en la recepción, tendida en el suelo demostrándole al Sr. Ruíz lo apropiado que era su nuevo nombre.

- Tómate un respiro, Ruíz. – ordenó el Sr. Fink. – Necesito tomarle nuevas medidas a T.F. y no quiero tu esperma en la cinta métrica.

- ¡Oh, pero estoy tan cerca! – protestó Ruíz.

- ¡Podría chupársela mientras espera! – se ofreció voluntariamente Chichi.

- Oh, bueno, umm, supongo que entonces eso valdrá.

¡Su polla era tan buena como la del Sr, Fink! Aunque también era diferente, más corta pero mucho más gruesa y sin circuncindar. También poseía un color diferente. LE gustaba como la sentía, introducida profundamente en su garganta mientras el la sujetaba por la cabeza. Se preguntó como se sentiría si el Sr. Fink le hiciese eso, o si se lo hiciese aquel chico del apartamento enfrente del suyo. ¡Tendría que averiguarlo si quería convertirse en la experta en pollas que deseaba ser!

Ruíz se corrió rápidamente, pero a ella no le importó. ¡El semen era delicioso y no desperdició ni una gota!

El joven la ayudó a levantarse y el Sr. Fink le entregó un papel con las nuevas medidas de Tittiefuck. Antes de marcharse, Chichi le dio un beso de despedida a la recepcionista en topless, con amplio intercambio de lengua entre ambas bimbos. Mientras lo hacía, alguien buscó sus chichis, pero no estaba segura de quien, aunque tampoco le importaba. ¡Todo era tan bueno!

- Trae también algo de lubricante. – deijo el Sr. Fink mientras ella se marchaba. – Creo que lo necesitaremos.

Chichi salió a la calle, a la brillante luz del sol, con una perpetua risa caliente resonando en su mente. Media docena de hombres se giraron para fijarse en sus chichis. Era un hermoso día.

***

El primer semestre (y como se vio después, el último) de Chichi en la Universidad fue de leyenda. Una década más tarde, universitarios borrachos aún contaban a sus incrédulos compañeros su historia en tono reverente. No hubo ni una fiesta en quince kilómetros alrededor del campus a la que ella no asistiese. Y cuando se presentaba, cada uno de los asistentes tenía casi asegurado correrse en ella.

Hacer de stripper y, luego, de prostituta, le permitió pagar su matrícula universitaria e infinitos trajes de zorra, sobrándole aun un montón de dinero para alcohol. Se mostraba tan generosa con el alcohol como con su cuerpo. 

Cuando asistía a clase, a menudo lo hacía tan borracha que acababa chupándosela a algún estudiante afortunado o a toda una fila de ellos en vez de tomar apuntes.

De alguna manera consiguió pasar medio semestre sin ser expulsada, aunque sí pasó muchas horas en los despachos de los profesores siendo reprendida por su mal comportamiento, a menudo “reprendida” en más de un orificio.

Los chicos de las fraternidades también contaban, con diabólica alegría, sobre aquella vez que la profesora de humanidades la había expulsado de clase por la seguridad del campus.

Chichi se las había arreglado para drogar a la profesora y conducirla a una maratón bisexual de tres días. Las fotografías que hizo lograron que la profesora estuviese poco dispuesta a tomar nuevas medidas disciplinarias.

Para cuando llegaron los parciales, estaba visto que podría haberlos superado con una generosa media de C-, pero finalmente su suerte acabó.

En realidad, nunca había asistido a clase de geografía. Eran las ocho de la mañana, un momento en el que, por lo general, solía encontrarse desmayada en un charco de cerveza o de semen. Todo lo que sabía del profesor era que era u hombre y eso le pareció información más que suficiente.

Fue sólo después de que su oferta estándar de pasar por su despacho para intercambiar un aprobado por una cubana fuese rechazada cuando cayó en la cuenta de que su profesor era un amargado homosexual a la que le disgustaba el sexo de la muchacha.

Para cuando Chichi se dio cuenta de su error fue demasiado tarde. Para empeorar las cosas, el profesor no acudió al decano, que ya estaba más que un poco familiarizado con el culo de Chichi, sino a la cara de bulldog de su mujer, muy amiga del profesor homosexual. Ante la insistente mirada de su esposa, al decano no le quedó más remedio que expulsar a Chichi. Con su esposa y el profesor en la habitación, el decano ni siquiera pudo tirársela como despedida.

Chichi ya no era estudiante y supuso que su mejor opción era conseguir un trabajo. Hacer de stripper y prostituta era bueno, por supuesto, ¿pero era eso realmente una carrera? Sus aspiraciones habían sido mucho más altas cuando ingresó en la Universidad…

Y así fue como se encontró de nuevo en la sala de recepción de BimboTech Inc., vestida con su mejor camiseta sin mangas de vinilo rojo con pantaloncitos cortos a juego y botas de plataforma de piel artificial.

Había vuelto varias veces con anterioridad desde aquel primer día caótico, por supuesto, pero sólo para charlar con Tittiefuck, que se había convertido en su mejor amiga y compañera de cama, o incluso para probar alguna de las nuevas drogas, aparatos o juguetes que desarrollaban los calientes y competentes hombres de la compañía.

Sin embargo, esta vez, la bimbo tenía una misión.

- ¿Sr. Fink? – dijo Tittiefuck al pulsar el botón amarillo grande de su mesa. – Chi-chi está aquí. Quiere preguntarle algo.

- ¿Oh, en serio? Envíamela directamente. – respondió la voz del Sr. Fink a través del intercomunicador.

Chichi se puso en pie, con miles de mariposas revoloteando en su estómago, y se ajustó la parte del cuerpo de la que recibía su nombre en su sitio.

- ¿Cómo me veo? – preguntó a Tittiefuck.

- ¡Absolutamente follable! – contestó la recepcionista.

- ¡Estupendo! – exclamó y se dirigió resueltamente al despacho del Sr. Fink.

El Sr. Fink se mostró muy comprensivo cuando Chichi le explicó su situación. Naturalmente usó sus tetas y todos sus encantos con el fin de pedir un puesto para ella en BimboTech Inc.

- Bueno, Chichi, sabes que aquí todos te adoramos. – explicó el Sr. Fink. – Pero me temo que no puedo ofrecerte un trabajo solo porque te has tirado a casi todos los empleados al menos una vez durante todo este tiempo. Me temo que tendrás que pasar por el proceso de la entrevista completa.

- Oh, bueno, bueno, está bien. – contestó Chichi un poco decepcionada.

- Oh, no te preocupes. – dijo el Sr. Fink tomando un atomizador azul de su escritorio. – Estoy seguro de que lo vas a hacer muy bien. Tienes mucha práctica.

Y diciendo esto disparó en cada una de sus fosas nasales un chorro del atomizador e inhaló profundamente. Enseguida, sus ojos adquirieron el brillo de un depredador, con la mirada ligeramente desenfocada. Sin embargo, el efecto más dramático estaba mucho más abajo, como pronto Chichi pudo comprobar.

- Por supuesto, el primer paso del proceso de selección es que te arrodilles y supliques por el puesto, ¡cómo la bimbo hambrienta de polla que eres! – dijo revelando su masiva y enorme verga.

- ¡Oh, Dios, sí! – exclamó Chichi dándose cuenta de que aquella iba a ser una entrevista de trabajo para la que estaba muy bien preparada.

Una hora y media más tarde, Chichi se tambaleó de nuevo hacia la recepción tras haber sido entrevistada a fondo y duramente para cada uno de los puestos que una bimbo podía desarrollar por sí misma en BimboTech. Restos de semen goteaban y brillaban en más de una docena de sitios. Su rostro estaba ocupado por una sonrisa de estar bien follada.

- ¡Lo conseguí, Tittiefuck! – anunció. - ¡Soy una chica BimboTech!

Las dos bimbos lo celebraron con una andanada de chillidos y risitas felices.



[1] El autor, que pasó un tiempo en Centroamérica, usa la palabra que allí usan para designar “tetas”.

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