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BimboTech: La recepcionista

en Control Mental

Con retraso, mucho retraso, continúo con la publicación de la versión española de BimboTech. Les recuerdo que el autor, John Blade (The Sympathetic Devil), agradece cualquier comentario que le querais hacer llegar a su correo thesympatheticdevil@hotmail.com. Su trabajo original lo podreis encontrar, entre otros, en la web "Erotic Mind Control". Sin más, os dejo con el siguiente capítulo de la serie esperando que tenga tan buena acogida como el anterior.

II.- La recepcionista

 

 

 

Tittiefuck levantó la vista de sus largas uñas pintadas de morado para saludar a su última cliente. Como de costumbre, era una mujer muy enfadada con uno de los folletos de la empresa en sus manos.

- Hola, soy Tittiefuck. ¡Bienvenida a BimboTech Inc.! – dijo con la mejor de sus sonrisas.

La mujer a la que se dirigía se detuvo y se la quedó mirando fijamente. A menudo lo hacían. ¡Tittiefuck se había vuelto tan hermosa desde que estaba allí! Ahora sus tetas eran enormes y redondas, y su culo se había vuelto lleno y firme. La compañía también la había enseñado a arreglarse el pelo para que luciese siempre salvaje, esponjoso, largo y suelto. La empresa también le había proporcionado un nuevo vestuario, como por ejemplo el vestido púrpura brillante que vestía ahora y que resaltaba su hermosa piel color chocolate. Sin duda eran muchos los beneficios que le reportaba el trabajar allí.

La nueva cliente seguro que no trabajaba para una compañía tan buena como BimboTech, observó la recepcionista. ¡No era para nada bonita! Tittiefuck no podía apreciar sus tetas, pero no podían ser demasiado grandes. Una copa C como mucho. La mujer, además, vestía un traje feo, feo que le tapaba todo. Tittiefuck no era muy lista, pero ella sabía que si querías follar con chicos, tenías que vestir de forma sexy. ¿Por qué las chicas listas no se daban cuenta de lo divertido que era eso? Bueno, sin duda en ese aspecto la compañía la ayudaría. ¡Entonces podría dedicarse a follar y ser feliz!

- ¿Puedo ayudarla en algo? – preguntó Tittiefuck.

- Esto… esto es algun tipo de broma, ¿verdad? – dijo la mujer mirando la chapita del vestido de la recepcionista en la que podía leerse su nombre. – Algún tipo de broma retorcida y enferma.

- ¡Tal vez! – contestó Tittiefuck – No lo sé, no suelen gastarme muchas bromas, pero me reiré de todas formas.

Y empezó a reírse con fuerza ante la mujer agitando sus enormes tetas mientras lo hacia.

- Yo… Venir aquí ha sido un error. – dijo la mujer. – Me dirigiré mejor a la Agencia para Mejores Prácticas Empresariales.

- Bueno, eso no estaría muy bien. – señaló Tittiefuck.

- Pero esto… esto es horrible. – exclamó la mujer que parecía recuperar su enfado anterior. – Dime, ¿acaso no tienes un poco de dignidad, no te respetas a ti misma?

Tittiefuck se rió al escuchar esto.

- ¡Pues claro que sí! Claro que tengo respeto por mi misma. Tittiefuck es muy bonita y muy sexy… además de ¡superfollable!

- Increíble. – dijo la mujer sacudiendo la cabeza en un inconfundible gesto de negación. – Absolutamente increíble. ¿Acaso estás drogada?

Tittiefuck volvió a reír mientras la mujer retrocedía hacia la puerta de salida.

- Creo que será mejor ir a  la Agencia para Mejores Prácticas Empresariales. Y luego, tal vez a la policía. Esto es demasiado raro.

La mujer trató de abrir la puerta pero esta, por supuesto, no se abrió.

- ¡No se puede salir por ahí, tonta! – exclamó Tittiefuck. - ¡Debes ser procesada primero antes de salir!

- ¡¿Qué?! – protestó la enojada dama. – ¡Mira, niña idiota, o me dejas salir ahora mismo o llamo inmediatamente a la policía!

La mujer sacó su teléfono móvil del bolso.

- Solo los teléfonos de BimboTech pueden ser usados en las dependencias de BimboTech. – explicó Tittiefuck.

La mujer trató de usar el teléfono de todas formas aun que sin resultados. Tittiefuck negó con la cabeza. ¡Las chicas listas pueden llegar a ser tan estúpidas a veces!

- Si quieres salir debes ver primero al Sr. Corbin. – dijo Tittiefuck. – Por aquí.

Tittiefuck se puso en pie sobre sus tacones de quince centímetros para acompañar a la mujer a ver al Sr. Corbin, en el departamento de “Ajuste de Comportamiento”.

- ¡No! – gritó la mujer abalanzándose sobre el teléfono de la recepcionista, pero se quedó plantada ante él sin saber que hacer.

Una vez más, Tittiefuck se maravilló de lo estúpida que podía llegar a ser aquella mujer. No era nada complicado el uso de aquel teléfono. El botón azul era para el Sr. Corbin, el rojo para el Sr. Lorenz, el verde para el Sr. Comer y el amarillo para el Sr. Fink. ¡No era como esos complicados teléfonos todos llenos de números! Obviamente, esta iba a ser una de esas clientes “difíciles”. Por suerte, Tittiefuck sabía lo que tenía que hacer. Pulsó el botón grande y púrpura de su escritorio reservado para este tipo de clientas. De la boquilla de un disimulado pulverizador situado en su escritorio, salió una niebla de un alegre color rosa que impactó directamente en la cara de la mujer, rodeando por completo su cabeza.

- ¡Ack..! Coff… coff…. – tosió la mujer. - ¡Oh, Dios mío! ¿Qué es esto? ¿Qué me has hecho? ¡Me has envenenado! Coff… coff…

- ¡Oh, no seas tonta! – dijo Tittiefuck, colocándose detrás de la mujer. – No es venenosa, es Niebla Feliz.

Para calmar a la mujer, Tittiefuck aspiró una buena bocanada.

- A Tittiefuck le encanta la Niebla Feliz, pero me metería en problemas si usase el botón de color púrpura sobre mí misma. ¡Me mandarían a casa sin sexo!

- ¿Niebla Feliz? – atinó a preguntar la mujer tambaleándose - ¿Qué…? Yo… me siento… mareada… oh… wow…

- ¡Ves! ¿A que ya te sientes mejor? – preguntó la recepcionista para después inclinarse sobre su escritorio y pulsar el botón azul de su teléfono.

- Sr. Corbin, hay una nueva clienta lista para verlo. – dijo ella cuando el Sr. Corbin descolgó el teléfono.

- ¡Estupendo, Tittiefuck! Estaba pensando que una nueva cliente podía alegrarme la mañana. ¿Se resiste mucho?

- Lo hacía, Señor, pero apreté el botón feliz.

- ¡Mierda! El efecto pasará en unos pocos minutos. ¿Por qué no la traes a mi despacho?

- Ahora mismo, Señor. – dijo para luego dirigirse a la mujer que se balanceaba frentea ella mirando sonriente a las luces fluorescentes. – El Sr. Corbin te verá ahora.

- ¿Eh?

Tittiefuck se echó a reír. Le gustaba que la mujer no estuviese ya enfadada.

- Tienes que venir conmigo. – le dijo la recepcionista tomando a la mujer de la mano.

- Oh… - contestó ésta dejándose llevar.

- ¿Cómo te llamas? ¡Me olvidé de preguntártelo!

- Trina. – contestó la aturdida mujer.

- Yo también tenía un nombre feo como el tuyo. Tal vez, si te portas bien, el Señor Corbin te pondrá un bonito nombre como a Tittiefuck.

- ¿Eh? – dijo la mujer y Tittiefuck volvió a reír.

Un ordenador reconoció la cara de la recepcionista y abrió la puerta ante ellas. Se internaron por un pasillo hasta llegar a un despacho con la puerta azul. Tittiefuck se detuvo ante ella y llamó a la puerta. El Sr. Corbin abrió la puerta. Era un hombre bajo, gordo, calvo y con unas gruesas gafas. El Sr. Corbin era realmente un hombre sexy, pensó Tittiefuck.

- Hola, Tittiefuck. ¿Qué me has traído esta mañana?

- Se llama Trina. – dijo la recepcionista señalando a la mujer que la acompañaba.

- No por mucho tiempo. – dijo el Sr. Corbin.

- ¿Va a ponerle un nombre bonito como el mío? – preguntó la recepcionista.

- Sin duda. Anda, éntrala y veamos que es lo que tenemos para trabajar.

Tittiefuck entró a la mujer al despacho y el Sr. Corbin tomó el bolso y el maletín de Trina.

- Asegúrala en la silla. – ordenó el Sr. Corbin mientras hurgaba en las pertenencias de la mujer.

Tittiefuck ayudó a la cliente a acomodarse en la gran silla que ocupaba el centro de la habitación y se dedicó a sujetar con correas las piernas, los brazos, la cintura, el cuello y la frente de la mujer. Esta seguía sonriendo con la boca entreabierta y los ojos muy abiertos. Tittiefuck pensó que así se veía más bonita, aunque aun seguía siendo una mujer fea.

- Veamos… Trina Castner, Máster en Administración de Empresas… Tú también fuiste a una Escuela de Negocios, ¿no, Tittiefuck?

La recepcionista se echó a reír.

- Síp… ¡Pero fue una estupidez! Eso no me ayudó a conseguir que me follen todos.

- No, no directamente, por supuesto. Pero si no te hubieses convertido en vicepresidente y en nuestra supervisora, posiblemente no te hubiésemos ascendido a recepcionista tras tomar nosotros el control.

- Me ascendieron… me ascendieron… - canturreó Tittiefuck  balanceando sus tetas y acariciando su coño rememorando el día más feliz de su vida.

- Sí, ascendiste.  – dijo el Sr. Corbin. – Y fue una decisión acertada. No solo eres la perra del jefe, sino la mejor recepcionista que un hombre podría desear.

Tittiefuck rió deleitándose con el cumplido.

- Volviendo a lo que nos ocupa, me gustaría esperar a que la Sta. Castner se recupere y ofrezca un poco de resistencia antes de que la ayudemos con su “actitud”. ¿Qué te parece si te doy un premio mientras esperamos?

- ¡Sí! – exclamó Tittiefuck. - ¿Dónde quiere darle el premio a Tittiefuck el Sr. Corbin?

- Bueno, te he puesto el nombre de Tittiefuck por un buen motivo, ¿no es cierto? Bájate el top que voy a hacer buen uso de esos melones que Gary te ha dado.

Sonriendo con anticipación, Tittiefuck liberó sus descomunales tetas de la prenda de color púrpura brillante. Luego fue a uno de los dispensadores que estaban dispuestos en todas las paredes de BimboTech y tomó un poco de lubricante que extendió generosamente entre sus tetazas. Luego se tendió sobre el sofá.

- Por favor, Sr. Corbin, fólleme las tetas y llene de semen toda la cara de Tittiefuck. – suplicó.

 El Sr. Corbin rió entre dientes.

- ¡Maldición! ¡Adoro mi trabajo! – dijo, dejnado caer sus pantalones y tendiéndose sobre la recepcionista.

- ¡Oooohhhh…! – gritó la mujer al notar en su pecho el erecto miembro del Sr. Corbin. - ¡Una deliciosa polla! ¡A Tittiefuck le encantan las pollas! ¡Tittiefuck es una bimbo chupapollas!

- Sí, claro que sí. – dijo el Sr Corbin mientras manipulaba su miembro haciendo que este alcanzara la dureza deseada. Frotó su polla sobre cada uno de los pezones de la recepcionista, que gemía por la excitación. Tittiefuck no era muy inteligente, pero si algo sabía, era como tratar a una polla. Y la del Sr. Corbin era de sus favoritas.

Riendo de placer, la mujer empujó la barra de dura carne hacia el surco engrasado entre sus enormes tetas, luego, atrapando sus doloridos pezones los apretó entre sí formando una estrecha cueva que alojaba el miembro del Sr. Corbin.

- ¡Oh, sí…! ¡Así, así, puta! – exclamó el hombre mientras empezaba a bombear entre sus grandes tetas negras. – ¡Esa es la forma en que me gusta!

- A Tittiefuck también le gusta. ¡A Tittiefuck le encanta! ¡Fóllese a Tittiefuck, Sr. Corbin! ¡Fólleme… fólleme… fólleme…!

Con cada embestida, Tittiefuck podía ver la cabeza de la polla del Sr. Corbin asomar entre sus tetas. ¡Eso la ponía taaaaan caliente! Se apretó más las tetas y con sus muslos presionó sobre su coño. ¡No podía esperar más a recibir la lefa de su jefe sobre ella!

- ¡Córrase sobre Tittiefuck, Sr. Corbin! ¡Derrámese en la cara de Tittiefuck! ¡Tittiefuck necesita ya su delicioso y sabroso semen!

- Lo tendrás… no te preocupes zorra… Lo tendrás… aquí… ya… ya… ¡ya viene…! ¡Oh, sí! – gritó el Sr. Corbin arqueando la espalda.

- ¡Oh, sííí…! – gritó Tittiefuck cuando el primer chorro caliente salpicó su cara.

- ¡Oh, nooooo…! – gritó Trina que estaba saliendo de la ensoñación producida por la Niebla Feliz.- ¡Oh, Dios mío! ¿qué… qué están haciendo?

- ¡El Sr. Corbin se está corriendo sobre Tittiefuck! – exclamó la recepcionista con alegría sorprendiéndose de nuevo de la estupidez de la mujer.

- ¡Oh Dios mío! ¡Oh Dios mío! ¡Ayuda! – gritó la mujer. - ¡Ayuda!

Tittiefuck no prestó demasiada atención a los ruegos de la mujer. Ya se encargaría el Sr. Corbin de explicarle las cosas. Bastante ocupada estaba ya ella lamiéndose la deliciosa lefa que embadurnaba su cara.

El Sr. Corbin se limpió la polla en la teta derecha de la recepcionista y bajó del sofá para hablar con la angustiada mujer inmovilizada en la silla de su despacho. Tittiefuck apenas prestó atención a las palabras de su jefe. Estaba mucho más interesada en extraer hasta la última gota de semen que brillaba sobre su oscura piel y llevárselas a la boca. ¡Amaba el sabor del semen!

- Cálmate, Srta. Castner. – dijo el Sr. Corbin accionando el botón destinado a ayudarlo acalmar a sus “clientas”.

- ¡Unnggghh…! – gimió la mujer mientras de la silla comenzó a salir una musiquilla y una sonda presionaba contra la base de su cráneo.

- ¡Espere…! – gritó débilmente. - ¿Qué…? ¿Qué…?

- Todo va a ir bien, Srta. Castner. Solo tienes que aprender algunas cosas y desaprender otras.

- ¿Qué? – preguntó confundida la mujer.

- Lo primero que vas a aprender es que no debes cuestionar jamás lo que te diga y a obedecer todo cuanto te ordene. Una vez que hayas aprendido eso, todo lo demás lo aprenderás con rapidez.

- No… Noooooo…

- Sí, Sta. Castner, sí. – corrigió el Sr. Corbin. – Decir siempre sí te ayudará a ser una persona mucho más feliz. Este es el primer paso para que logres una vida nueva, plena y feliz, al igual que en su día lo hizo Tittiefuck.

Al oír su nombre, la recepcionista levantó la vista de su comida, sonrió y saludo con la mano.

- ¡Noooooo…! – volvió a gritar Trina.

- ¿Otra vez esa palabra? – la reprendió el Sr. Corbin. – Esa palabra es parte de tu vieja y triste vida. ¡Solo necesitas decir sí para comenzar tu nueva y feliz vida! Y una nueva vida merece un nuevo nombre, ¿no es cierto? Creo que te llamaré… ¡Pussycunt! ¡Sí, eso es! Te sentará muy bien.

La mujer abrió completamente los ojos. A Tittiefuck no le pareció que estuviese muy feliz. La recepcionista no sabía el por qué. Pussycunt era un nombre muy bonito.

- Venga, es un buen momento para empezar. – dijo el Sr. Corbin. – Vamos, di “mi nombre es Pussycunt”.

- ¡Unggghhhh! – dijo resistiéndose la mujer con un temblor.

- Vamos, vamos. – volvió a decir el Sr. Corbin girando un botón de su panel de control. – Di “mi nombre es Pussycunt”.

- Mi nombre es Tri… Tri… T… Pussycunt – dijo ahora la mujer, con los ojos muy abiertos ahora.

- ¡Bravo, Pussycunt, bravo! Venga, dilo otra vez.

Pussycunt sacudió ligeramente la cabeza tratando de resistirse al tiempo que comenzaba a hablar.

- M… M… Mi nombre es… Pussycunt.

- Sí, Pussycunt, ¡sí! ¡Ese es tu nombre! – la elogió el Sr. Corbin. - ¡Dilo de nuevo!

- Mi… nombre es… Pussycunt. – dijo la mujer y el Sr. Corbin oprimió un botón azul.

- ¡Ohhhh…! – exclamó Pussycunt presa de un placer inesperado.

- ¿Ves? El aprendizaje va acompañado de recompensas. Vamos, dilo otra vez.

- Pussycunt es mi nombre. – dijo ahora la mujer con mucha más seguridad.

- Una vez más. – ordenó el Sr. Corbin dándose golpecitos en el puente de su nariz.

- Pussycunt es mi nombre. – dijo ahora con ojos suplicantes.

El Sr. Corbin sonrió y presionó de nuevo el botón azul.

- ¡Eeeeeeee…! – gimió la mujer.

- Más alto, Pussycunt, más fuerte. – animó el Sr. Corbin a la mujer.

- Pussycunt es mi nombre. – volvió a decir la mujer.

- ¡Vamos! ¡Siéntelo! – exigió el hombre accionando otro botón.

- ¡PUSSYCUNT, mi nombre es Pussycunt! – gritó la mujer y el Sr. Corbin volvió a accionar el botón azul y lo mantuvo presionado mientras la mujer chillaba, gemía y se sacudía en la silla.

Tras soltar el botón, El Sr. Corbin la dejó jadeando en la silla y se dirigió a Tittiefuck.

 - Se una buena bimbo y lleva las cosas de Pussycunt al almacén antes de volver a tu sitio, ¿de acuerdo, Tittiefuck?

- Por supuesto, Sr. Corbin. – dijo la recepcionista colocándose el top y recogiendo el bolso y la cartera de la cliente. - ¡Gracias por el premio, Señor!

El hombre asintió y se volvió hacia la desconcertada cliente.

- Ahora, Señorita… umm… ¿cuál era tu nombre?

- Pussycunt. Me llamo Pussycunt. – contestó la mujer.

- ¡Ah, sí! Pussycunt. Bien, ahora vamos a hablar acerca de las cosas que más te gustan en el mundo entero…

Tittiefuck dejó al Sr. Corbin educando a Pussycunt y se fue por el pasillo rumbo al almacen. Mientras lo hacía reflexionó sobre lo maravilloso que era trabajar para una empresa como BimboTech Inc. No solo lograba estar hermosa todo el tiempo y ser follada en el trabajo de todas las formas imaginables, sino que además jugaba un pequeño papel ayudando a otras mujeres a ser más felices. Pussycunt era ahora más feliz que cuando llegó. Y pronto también estaría más guapa también. ¡Y entonces podría follar todo el tiempo!

Poder follar. De eso se trataba después de todo. Eso fue lo primero que Tittiefuck aprendió en su proceso formativo laboral. Follar es felicidad. Y todas las clientes de BimboTech eran felices, eso era seguro.

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