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De Puta. (3) Por un 10. Parte 3 -Final

en Hetero: Infidelidad

Antes de iniciar este relato quiero agradecer a todas las personas que me escriben, son muchos los correos que me llegan a diario.

También quiero disculparme por no responder a todos. Por motivos personales no tengo mucho tiempo, pero cuando tengo una oportunidad trato de leer y responder todos los correos.

Les agradezco mucho sus comentarios.

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Asustada, casi temblando, tomé el condón con mis manos. Estaba segura de que cuando desperté no había nada en ese lugar, más que mi teléfono.

“¿Mi hermana lo puso ahí cuando me metí a bañar? Si fue así, ¿se dio cuenta de que me cogí a su novio? ¿Dejó el condón aquí como una señal?”, pensé y me aterré. “No, estoy fantaseando mucho. Cálmate.”

No me calmé, me daba miedo salir y encontrarme con mi hermana, que me viera, que me hablara, que me preguntara. “¿Qué voy a decirle?”

En eso suena mi teléfono. Era un mensaje:

“¿Estás lista?”

El mensaje era de Víctor, el novio de mi amiga Marcela. Por unos minutos había olvidado el otro problema en el que me había metido, y con el nuevo problema que surgió, no quería ir con el profe ni hacer nada.

Por otro lado, Víctor era la única manera de salir de ahí sin tener que ver a mi hermana. Sabía que este día, con tal de ayudarle, Víctor me cumpliría todo lo que le pidiera. Le respondí el mensaje:

“Pasa por mí, ¿sí?”

Y me acosté en la cama a esperarlo. A los 5 minutos mi tía entró a mi cuarto:

-July, ya nos vamos. –Dijo.

-Va a pasar una amiga por mí. –Mentí. –Vamos a ir a la tienda a comprar unas cosas para la escuela.

-Está bien. –Me dijo sin preguntar nada más.

Cerró la puerta y se fue. Escuché que arrancó el auto y vi por la ventana que se fueron. Al instante sonó mi teléfono. Un mensaje de Víctor:

“Aquí estoy a fuera. Te espero.”

Le respondí:

“No, entra. Está abierta la puerta.”

Me levanté y fui corriendo a quitarle el seguro a la puerta de la casa. Fui a sentarme al sillón de la sala. Escuché que tocaron la puerta y se abrió. Vi entrar a Víctor.

-Hola. –Saludó. – ¿Nos vamos?

Tenía la cabeza agachada. No quería ir. Me sentía mal. No quería tener sexo con el profe, solo quería hablar. Quería llorar, sacar lo que sentía desde hace mucho.

-¿Qué te pasa? –Me preguntó.

“Dile”, me decía en mi mente. “Habla”.

-Ya sé lo que te pasa. –Dijo.

Volteé a verlo sorprendida y vi que se acercó. Se inclinó y me tomó del brazo y me levantó. Me pegó a su cuerpo.

-No. –Le dije. “¿Qué va hacer?”, pensé. Sabía la respuesta.

Me agarró las nalgas y me las apretó mientras acercaba su cabeza a la mía, sus labios a los míos. Traté de esquivar su beso, pero no pude. Me besó. Sentí como puso suave su cuerpo y aproveché para separarme de él.

-¿Qué te pasa? –Me preguntó de nuevo.

-Nada. –Respondí. Bajé mi cabeza.

-Cuando venía a recogerte, pensaba en que antes de llevarte con el profe te iba a dar un poco de verga, para que fueras bien preparada. –Me dijo. –Mira.

Levanté la cabeza y vi que se había bajado el pantalón y su ropa interior. Su verga apuntaba al techo. No podía quitarle la mirada.

-La quieres, ¿verdad? –Me preguntó mientras la tomaba en sus manos y se masturbaba.

Me calenté.

“No, contrólate. No quieres esto. Quieres hablar. Quieres terminar con esto.”, pensé.

Se me acercó lentamente. Mi corazón latió muy de prisa. De nuevo agarró mi brazo y lo llevó directamente a su verga. La toqué, estaba caliente. Empezó a usar mi mano para masturbarse.

-No, Víctor. –Le decía, sin mucha convicción.

Volteé a verlo. Se veía que disfrutaba mucho. Mi cuerpo empezó a sentir más calor. Estaba a punto de perder el control. Soltó mi mano y seguí masturbándolo.

-Víctor. –Le dije. Seguía masturbándolo. “Dile”.

Quitó mi mano. “¿Qué pasó?”, pensé.

Se fue a sentar al sillón.

-Mámamela. –Me dijo mientras agarraba su verga.

Empezó un debate en mi cabeza; miraba la verga de Víctor, sus venas, su cabeza, babosa.

“Que rica se ve, mámasela. No, dile que te sientes mal. Ese sabor agrio me encanta”, pensé. Di un paso hacia delante, me detuve. Dudé. “Levanta tu falda y quítate tu calzón que ya está bien mojado”, me llevé mis manos debajo de mi falda y agarré mi calzón. Me detuve. “No, dile que no quieres esto. Que te deje en paz.”, levanté mis manos.

“Que rico se siente tenerla dentro, que te empuje, que te agarre las tetas”, pensé. Me encendí.

Caminé hasta el sillón y me agaché. Me metí la verga a la boca. Empecé a mamársela. Arriba, abajo, rápido, mientras le agarraba y masajeaba las bolas. Estuve en esa posición unos 5 minutos.

-Detente. –Me dijo.

Me levanté y me agaché para quitarme el calzón.

-Vámonos.

-¿Qué? –Pregunté asombrada.

-Deseas tanto una verga, ¿no es así? –Me preguntó.

-¡Sí! –Casi grité. Me acerqué y lo besé, mientras lo masturbaba. –Deseo la tuya ahorita.

-A mi me esperan en la casa, Marce. –Me dijo. –A ti te espera el profe.

-¿Tan temprano van a coger tu y Marce? –Pregunté.

-El mañanero. Siempre cogemos en las mañanas de este día. Mis papas salen temprano. Por eso llega tarde a la escuela.

Analicé y era cierto, mi amiga Marcela, siempre llegaba tarde a la escuela “cierto” día. Me miró curioso.

-Ahora sabes porque llega tarde. –Me dijo. Se acercó y me susurró al oído. –Antes de que llegue a la escuela, imagínatela cogiendo conmigo, mamando verga, montando, brincando, gritando, bien abierta de patas, mostrándome su panochita rasuradita, o bien empinada, con su culito al aire.

Me mojé y sentí como escurrieron mis líquidos por mis piernas. Lo besé. Estaba calientísima. Había olvidado por completo a mi hermana y el problema con ella (o el que me imaginaba). En esos momentos solo deseaba verga.

-Háblale al profe. –Le dije. –Quiero coger pero ya.

-No puede, hasta la tarde. Tendrás que esperar. –Me dijo Víctor. Sufrí.

-Bueno, métemela tú, no me puedes dejar así. –Le supliqué.

-Me esperan. –Me dijo. –Y vámonos ya.

No me quedó de otra más que aceptar. Me puse la ropa interior y nos fuimos. Estaba ardiendo. Pensaba tanto en la cogida que iba a recibir Marcela, en la que yo iba a recibir.

Llegamos a la escuela, me bajó unas cuadras antes para no levantar sospechas. Quedamos en vernos a la hora de la salida.

Caminé hacia la escuela, iba temblando, por la calentura, por la excitación, por lo que me iba imaginando; sabía que mi amiga Marce tenia sexo con su novio pero nunca se me ocurrió imaginármela. Ella era muy atrabancada, atrevida, y un poco mal hablada, “Ha de dar unos brincos enormes sobre la verga, se ha de mover mucho y diciendo malas palabras. Justo como quiere Rafa que yo sea.”, pensé.

No sé porque pero me imaginé a mi amiga Marcela cogiendo con mi novio y a este disfrutando como nunca. Mi calentura estaba al máximo.

Llegué a la escuela y vi a mis otras dos amigas. Me hablaron pero no fui, primero corrí al baño, a bajarme un poco la calentura con agua fría. Entré y me mojé la parte de atrás del cuello. Me relajé un poco, y mi calentura disminuyó.

Pasé a uno de los baños, cerré la puerta y saqué papel que siempre cargaba. Tomé un poco y me limpié en la entrepierna, estaba muy mojada. Salí y me dirigí al lugar donde estaban mis amigas. Transcurrió todo muy normal, salvo mi calentura, que ya era poca pero ahí seguía.

No ponía mucha atención en las clases, pero tampoco quería seguir pensando en el sexo. A eso de las 10:30am, en el descanso, llegó mi amiga Marcela.

-Hola. –Nos saludó.

-Hola, de nuevo llegas tarde. –Dijo una de mis otras amigas.

“Por coger”, pensé.

-Me quedé dormida. –Dijo.

Por primera vez le puse atención y vi que tenía las mejillas rojas, tenía un aire como de cansancio y una cara de felicidad.

Me la imaginé en 4 patas, bien empinada y Víctor dándole duro. Me volví a calentar muchísimo y me mojé.

-Voy a baño. –Les dije.

Necesitaba calmar mis ganas. Me encerré en unos de los baños, me quité mi ropa interior, me senté en la tasa del baño, acerqué uno de mis dedos a mi panochita, me lo metí despacio, y me empecé a masturbar.

Lo hice lento, despacio, y traté de no hacer ningún ruido para que no sospecharan.

Moví mis dedos, para dentro, para fuera, me imaginaba siendo penetrada por el profe, ahí mismo.

Escuché que sonó el timbre para avisar que se terminó el descanso. Entraron unas chavas al baño, esperé a que se fueran. Cuando ya no había ruido alguno, me olvidé por completo de todo.

Me abrí completamente de piernas y metí dos dedos, luego 3 en mi panochita y comencé a meterlos y sacarlos rápido. Ya no ahogaba mis gemidos, sabía que no había nadie.

Pasaron 2 minutos, y tuve un orgasmo, que no me calmó para nada. Me sentí mal por lo que había hecho y sobretodo porque fue en vano. Me limpie, me acomodé y salí como si nada hubiera pasado. No había nadie, y me dirigí al salón de clases. Mi corazón latía muy de prisa, estaba muy caliente.

Las horas pasaron muy lento. Hasta que por fin llegó la hora de la salida.

Le mandé un mensaje a Víctor:

“¿A qué hora pasas por mi?”

Me respondió:

“Espérame en la tienda de la esquina, voy a llevar a Marce a su casa. Regreso rápido.”

Me despedí de mis amigas y me fui, caminando hacia la tienda. Tuve que esperar 20 minutos hasta que llegó Víctor. Fui a su auto y subí.

-¿Estás lista? –Me preguntó.

-No me hagas sufrir más. –Le dije. –Ando con muchas ganas.

Nos reímos.

Arrancó el auto.

-¿Dónde lo vamos a ver? –Pregunté.

-En la plaza, de ahí se van a ir a un motel o a su casa. –Me dijo.

Se hizo el silencio.

Noto que mueve su mano y lo dirigí a mi pierna, empieza a acariciarme, luego la mueve dentro de mi entrepierna.

-Ya andas bien mojada. –Me dijo.

-No he estado tranquila desde la mañana que me dejaste caliente. Todo el día he pensado en sexo. –Le dije.

-Me encantaría cogerte ahorita mismo.

-Y ¿Qué esperas? –Le dije. Me agaché, le abrí su pantalón y salió su verga, aun flácida. Me la metí a la boca.

-Espera, espera. –Me dijo.

-No. La quiero ya. –Le reclamé. Comencé a mamársela. Al minuto, ya tenía una erección.

Sentí como detuvo el auto, hizo el asiento para atrás y se dedicó a disfrutar de la mamada. Abrió las ventanas para que entrara un poco de aire.

Pasaron unos 5 minutos, no me detuve ni un momento. De nuevo me sentía mojada.

Ya me había acomodado, estaba empinada. Mis nalgas apuntaron hacia la ventana. No estaba muy levantada por miedo a que me vieran, y la falda tapaba hasta la mitad de mis piernas.

Más o menos a los 7 minutos sentí como Víctor subía mi falda para dejar al descubierto mi ropa interior, mis nalgas, y en ese momento sentí otra mano, más gruesa, masajear mis nalgas, luego darme una nalgada.

Me levanté rápido, asustada, y volteé a ver. Estaba parado, fuera del auto, el profe. Nos estaba viendo con una sonrisa.

-Que putita me has traído Víctor. –Dijo el profe. –Mira que mamártela en público.

Víctor se rio. Miré para fuera y me di cuenta que estábamos en la plaza. “¿Cuántas personas nos habrán visto?”, pensé. Bajé la cabeza apenada, preocupada, triste. “Soy una puta”.

-Abre la puerta de atrás. –Le ordenó el profe a Víctor.

Se subió el profe.

-Ven, aquí atrás conmigo, amor. –Me dijo el profe.

Yo seguía con mis sentimientos. Me sentía de lo peor.

-July. –Me habló Víctor.

No respondí.

-Quizá le haga falta verga. –Dijo el profe.

Víctor tomó mi mano. Ni siquiera me opuse. La llevó a su verga. De nuevo sentí caliente y mojada, por mi saliva.

-Jalamela. –Me dijo.

Como poseída, empecé a masturbarlo. Ya no los escuchaba, estaba metida en mis pensamientos.

“¿Qué estoy haciendo? ¿Qué es esto? ¿Por qué? ¿Por qué me gusta la verga?”, pensé. Levanté la cabeza y vi a las personas que iban pasando por ahí. “A esas mujeres, ¿También les gusta coger como a mí? ¿También han estado con dos hombres al mismo tiempo en plena vía pública?”. Vi a familias. “En su juventud, ¿Se exhibieron?”

Volteé a ver la verga de Víctor. Mi mano seguía moviéndose. “Esto me gusta mucho. Deseo mamarla, su sabor, su grosor, sentir las venas, calientita. Que me la metan, me gusta, siento rico. Que me acaricien, que me toquen.”, pensé. Me calenté muchísimo. “Esta soy yo. Si a las personas de afuera no les gusta, no me importa. Puedo disfrutar del sexo siempre y cuando me cuide mucho.”

-¿Qué estamos esperando? –Le pregunté al profe.

-Que se vaya mi mujer de la casa.

-Con esa mujer que tiene, no va a disfrutar bien. Podemos hacerlo aquí, en el auto. –Dije. –Lo esperamos en el campo de futbol.

Se miraron Víctor y el profe desconcertados.

-Ando muy caliente, ya quiero verga. ¿Se van a quedar ahí viéndose? o ¿Nos vamos a coger de una vez? –Les dije.

El profe de un brinco salió del auto y se subió al de él y arrancó.

 -¿Nos vamos? –Le dije a Víctor. –Recuerda que esto lo hago por ti, me puedo arrepentir.

Rápido arrancó el auto y le dio rumbo al campo. Tardamos unos minutos en llegar. Vi el auto del profe acomodado debajo del árbol donde nos vimos la primera vez. Víctor de acomodó a lado de el auto del profe.

-Espérame. –Le dije. Me acerqué y le di un beso.

Salí del auto y caminé, decidida, al auto del profe. Abrí la puerta de atrás y me metí. La cerré.

Iba muy caliente, excitada. Escuché la voz del profe, volteo a verme y me hizo una señal con la mano de que guardara silencio.

-Sí, Claudia… no te preocupes, yo lo hago… hasta la noche. –Se despidió el profe. –Era mi mujer. –Me dijo con una sonrisa.

-Qué bueno que ya se deshizo de ella, mire como estoy. –Puse una de mis piernas en el sillón donde estaba sentado y la otra pierna en el sillón del copiloto, levanté mi falda y dejé al descubierto mi calzón, mojado en la entrada de mi panochita.

El profe no esperó más y se pasó a los asientos de atrás por dentro del auto.

Se puso a lado mío, me tomó de la cintura, sin bajar mis piernas y nos besamos. Metió su lengua lo más que pudo en mi boca. Estaba besando a un hombre de entre 45-50 años, gordo, feo pero no me importaba, solo quería que me cogiera.

Bajó su cabeza a mi cuello, me besaba con desesperación. Me cansé y bajé las piernas. Me acomodó, acostada, a lo largo del asiento. Se acercó a mis pechos y los besó por encima de mi playera.

-¿Qué tenemos aquí? –Dijo agarrando mis pechos.

Solo reí.

Me levantó poquito y me quitó la playera.

-Grandes. –Me dijo.

Los tocó por encima de mi brassier, con un dedo, con la mano.

-Quítate el bra.

Lo hice.

-Todavía están firmes, y grandes.

No dije nada. Bajó su cabeza y se apoderó de ellos con su boca. Los lamía, los besaba, los acariciaba. Yo me calenté mucho viendo lo que hacía. Como disfrutaba. Metió su mano en mi entrepierna y me empezó a masturbar. Gemí y solté un chorro.

-Para ser una puta, como dice Víctor, no se nota. Te mojas rápido. Pareces principiante.

-¿No le gusta eso? –Le dije entre gemidos.

-Puta o no, quiero cogerme a cualquier mujer.

-Aquí me tiene, con ganas de verga. Puta o no. Principiante o experta.

Guié mi manos hasta su pantalón, su paquete estaba a la altura de mi estomago. Le desabroché su pantalón. Estaba en una posición incómoda, no podía hacer nada.

-Te ayudo. –Dijo.

Se sentó en el sillón. Hice lo mismo, me puse a lado de él. Miré como se bajaba el pantalón y se lo quitaba. También se quitó su camisa. Se quedó en calzones, los más anti sexys. Tenía una barriga enorme, llena de bello.

Vi su entrepierna, su paquete. Noté un bulto chico. Había visto el paquete de Rafa, el de Víctor y se les marcaba grande, pero este… imaginé por un momento una verga  del tamaño de la de Miguel, el novio de mi hermana. Pero Miguel, era chico de edad.

Vi que se levantó un poco para quitarse el calzón. Miré fijamente su verga, tenia curiosidad; estaba peluda y era chica, y tenía forma de plátano. Era un poco más gruesa que la de Víctor y Rafa.

El profe la tomó con sus dos dedos y empezó a masturbarse.

-Aquí tienes lo que querías. –Me dijo mientras señalaba su verga. –Mámamela.

Dudé. Me tomó de la cabeza y me inclinó. Quedé frente a su verga. No sabía qué hacer.

Levanté mi mano y la agarré. Mi mano chica, casi la cubría por completo. Empecé a masturbarlo como pude. “¿Cómo me la meto a la boca?”, pensé.

Pasé mi lengua por su cabeza, en círculos. Quité mi mano, y me metí su verga a la boca. Lo hice profundo. No me incomodó para nada hacerlo, no llegaba a mi garganta. Empecé un mete y saca rápido, comiéndomela completa.

El profe me tomó de la cabeza y me empujó hacia su verga, él se movía hacia arriba, como si me estuviera penetrando. Estuve mamándosela alrededor de unos 2 minutos.

-Súbete. –Me dijo.

-Y ¿El condón? –Le pregunté.

Se agachó a su pantalón y sacó de la bolsa un condón. Se lo puso mientras yo me quitaba la ropa interior, dejando mi falda.

Se recostó un poco, me puse encima de él. Puse mis manos en sus hombros y me dejé caer despacio. Sentí como su verga, chica, pero gorda se abría espacio entre mi panocha. Me llegó el primer orgasmo.

-Que rico gimes. –Dijo el profe. Lo besé mientras gemía.

Me tomó de la cintura y me empezó a levantar y a dejarme caer. Sin descansar, me moví mientras gemía y descargaba mi orgasmo. Me agarró

mis pechos y los empezó a besar.

Estuvimos unos 2 minutos haciendo eso, yo moviéndome y el profe besando y agarrando mis pechos. Me volví a encender y de nuevo tuve otro orgasmo. Me detuve mientras gemía.

-Muy rápido, putita. –Me dijo.

-Así me pones. –Le dije.

Me levantó poquito y abrió con sus manos, mis nalgas. Y me empezó a bombear. Su verga entraba y salía rápido, fuerte. Se escuchaba el sonido del golpeteo de sus piernas con mis nalgas.

Rápidamente sentí que me llegaba otro orgasmo. Instintivamente empecé a decir:

-Más rápido, más rápido. Fuerte, fuerte.

-Te gusta ¿eh? –Me dijo.

-Me encanta esta verga tuya. –Le decía entre gemidos.

-¿Y te gusta la lechita?

-Sí, me fascina. –Le respondí en automático.

-¿Te la quieres tomar? –Me preguntó.

Seguía bombeándome fuerte. Sentía el orgasmo cerca.

-Sí. –Le respondí.

-Pídela. Dime que te gusta, que la quieres.

-¡Hay! Dame tu lechita, dámela toda, me la quiero tomar.

Me llegó el orgasmo.

-Bájate y acuéstate. –Me dijo.

Gimiendo, agitada y con el orgasmo, me acosté como pude. Cerré mis ojos y me dediqué a disfrutar de la rica sensación.

-Vamos, sácame la lechita y tómatela. –Me dijo.

Guié mi mano en busca de su verga, la encontré en frente de mi boca. Le quité el condón y lo empecé a masturbar por un minuto hasta que gimió. Quitó mi mano y me tomó de la cabeza, apuntó su verga a mi boca mientras se masturbaba.

-Abre la boca. –Me ordenó

En el instante que la abrí, salió el primer chorro de semen directo a mi boca, me cayó directo en la garganta, el siguiente pegó en mi paladar, el siguiente en mi mejilla. Los demás, cayeron en mi boca. Cuando terminó, se quitó de encima de mí. Me levanté y tragué el semen que había recibido y me limpié la cara.

El profe estaba sentado, gimiendo, agotado. Me acerqué a darle un beso en su mejilla. Movió su cabeza en señal de que no quería.

-Bájate. Terminamos de coger, ya vámonos. –Me dijo. –Pero, me quedo con tu calzón.

-Lo necesito. –Le reclame.

-Traes falda, nadie lo va a notar. –Me dijo.

No intenté reclamarle. Me puse la ropa, salí y me dirigí al auto de Víctor, que nos estaba esperando.

-Sí que tardaron. –Dijo Víctor en cuanto subí al auto.

-Fue rápido. –Le dije.

-Como media hora. –Dijo mirando el reloj. –Ese profe todavía aguanta.

No dije nada.

-Voy a hablar con el profe. Espérame. –Me dijo. Salió.

Mientras me acomodé un poco la ropa y me miré en el espejo para ver si no tenía rastro de semen. “Muy rico que me cogió el profe”, pensé. En eso sonó mi teléfono. Era un mensaje de Rafa:

“Vengo de pasada. ¿Estás en tu casa?”

Le respondí rápido: “No estoy, ando con unas amigas”

“Está bien. Solo quería invitarte a la playa. Ya vienen las vacaciones de semana santa. Para que pidas permiso. Es con toda la familia”

“A la playa con Rafa mi amor”, pensé. Le respondí “Sabes que no me dan permiso. Pero haré el intento.”

Respondió: “Hablaré con tus papas un día de estos. Vienes porque vienes.”

Respondí: “Gracias, te amo mucho bebe.”

Respondió: “Yo también te amo mucho. Llegaré a tu casa a dejarte algo. Voy con prisa. Te amo. Sigue divirtiéndote.”

Respondí: “¿Qué es?”

No recibí respuesta. A los 10 minutos regresó Víctor.

-Vámonos. ¿No quieres ir a comer? –Me dijo.

-No, quiero llegar a mi casa. –Le dije. Quería ver lo que Rafa había dejado para mí.

-Vamos. Te lo debo. –Me dijo.

Acepté.

La comida pasó rápido. Platicamos de muchas cosas. Yo no podía dejar de pensar en Rafa.

A eso de las 6pm, me llevó a mi casa. Llegamos y bajé rápido.

-Tía, ya llegué. –Grité. No recibí respuesta. Caminé hasta el cuarto de mi tía. Toqué.

-Pasa. –Dijo mi tía.

Entré. Vi a mi tía envuelta en una toalla, su cabello mojado.

-Ya llegué. –Le dije.

-Está bien. Vino Rafa. –Me dijo. –Te dejó algo en tu cuarto.

-Sí, me mandó un mensaje. –Le dije. Salí y caminé a mi cuarto.

Vi un sobre. “Un carta”, pensé. La abrí y la leí. Estaba corta.

“Perdóname por abandonarte tanto tiempo. No hay excusa, antes me daba tiempo y ahora es como si no me importaras. Me importas mucho. Te amo mucho. Será como antes de ahora en adelante, ya no miraré a Andrea. Ella nos quita mucho tiempo. Te amo.”

Me quedé un rato pensando.

Hace un par de horas decidí que me iba a dedicar a disfrutar 100% del sexo, que era lo que me gustaba. Eso no iba a influir en el amor que le tenía a Rafa.

Y me sorprendí leer, que ahora mi novio, se quiere dedicar solo a mí y ya no iba a coger con su prima, como habíamos quedado.

Pensé: “Desde hace algún tiempo, no le mando mensajes, ni pienso mucho en él. Yo soy la que lo tiene abandonado”

“Y así será de ahora en adelante”

Me acosté en la cama, con una sonrisa de oreja a oreja; tenía un novio que me amaba y que se dedicaría a mí. Y tenía vergas que me daban placer. ¿Qué más podía pedir?

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