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Vida Virtual (6) -¿Yo? ¿Prostituta?

en Hetero: Infidelidad

-Hola Julia. –Respondió. -¿Cómo estás?

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-Bien profe.

-¿Por qué no has ido a la escuela? Faltaste toda la semana.

-Si le digo la verdad, ¿No se enoja?

-Dime.

-Son vacaciones, y no quería pasármela en la prepa.

-Así te voy a decir cuando vengas a reclamarme porque te reprobé.

-Profe, no sea así. ¿En serio me piensa reprobar?

-Ven a clases esta segunda y última semana y ponte al corriente con los trabajos, son muchos.

-Una amiga me dice que es mucho trabajo, no creo alcanzar a terminarlo.

-Si no empiezas, no vas a terminar nunca.

-No sea así profe, deme oportunidad.

-¿Oportunidad? ¿De qué?

Era verdad, ¿Oportunidad? ¿De qué? Lo escribí sin pensar, solo seguí la conversación. Era el momento de hacer lo que tenía planeado.

-De pasar su materia sin ir a la escuela.

-No se puede.

-Ándele, no sea así. A usted no le afecta.

-Tienes que venir a estudiar.

El profe tendría entre 30-35 años. No más. Estaba un poco lleno, guapo. Casado y con dos hijos. Tenía una semana para convencerlo, pasado ese tiempo se acababa el curso y mis papás regresarían de vacaciones. Cualquier segundo que perdiera con otro tema, era perder tiempo valioso.

-Pues, ¿Cómo le hacemos, profe? –En mi mente, eso lo pensé de forma sexy. Me imaginaba estando frente a él, subiéndome a sus piernas, con mis manos en sus hombros y clavándole un beso.

No respondió, y no lo hizo durante 30 minutos. En ese tiempo, me hablaron muchos pero no les respondí, estaba totalmente concentrada en lo que debía hacer para convencerlo de coger. Pensé en esto último “Convencerlo de ¿Coger? O ¿De pasar la materia?”, me excitaba mucho la idea de tener sexo con un profe. Pasado ese tiempo:

-Entonces, ¿Qué decías? –Me escribió el profe.

Sentí que el mensaje venia con doble sentido. Era el momento, pero ¿Y si no era así? Me la tenía que jugar.

-Decía que no quería ir a clases pero a cambio de otra cosa.

-¿De qué?

-Me da pena decírselo.

-¿Por qué? No pasa nada.

El profe seguía mi coqueteo, ya lo tenía.

-Es que… es algo…

-¿Qué?

-Favores. Ayudarle con algunas cosas.

-¿Qué tipo de favores?

-Le quiero enviar una foto, pero tengo miedo de que su esposa lo descubra.

-¿Cómo es la foto?  Mi esposa está dormida, por eso estoy aquí.

-Explíqueme como le hago.

Me explicó como enviar la foto. Me quité la playera y quedé solo en sostén. Me miré en la pantalla y vi mis pechos, enormes. “Con esto va a caer”, y sonreí. Tomé la foto. Se la envié.

-Este tipo de favores. –Le escribí.

-Siempre se me han antojado tus pechos. Son enormes y se te marcan encima de la playera. Tus pezones sobretodo.

-Entonces, pueden ser de usted a cambio de pasar su materia.

-Muéstramelos sin sostén.

Me calenté.

-¿Qué le parece mañana? Después de clases.

-No me dejes así, Julia.

-Mañana seré suya completamente.

-¿Toda?

-Toda.

Y dicho esto, cerré mi MSN y apagué la PC. Había dejado bien caliente a mi profe y estaba excitada por eso. Ya quería que fuera mañana para coger con él. La noche se me hizo larga, imaginando como cogíamos, no podía dormir.

Rafa me envió un mensaje:

“Gracias por el regalo de hoy. Me encantó.”

No le respondí y me dormí feliz.

En la mañana me despertó el sonido de la puerta, me vestí y me levanté a abrir. Era mi vecino:

-¿Qué hora son? –Pregunté.

-Son las 8am.

-¿Qué quieres? –Le dije algo molesta.

-Amargada. –Me dijo. –Solo quería decirte que si quieres más dinero, tengo a un cliente. Es un amigo, me habló ayer y le dije que hoy podías.

“¿Cliente?”, pensé. Y me acordé “Ahora soy una prostituta”.

-Si no quieres no. –Me dijo.

-¿A qué hora viene?

-Cómo a las 10.

Tenía que ir a la prepa.

-¿Crees que me podría llevar a la prepa? –Le dije.

-Trae auto, tú le dices. –Me dijo y se fue. –Por cierto, no le dije los precios. Es de dinero, sácale lo más que puedas. –Y ahora si se fue.

La persona era de dinero. Pensé en el dinero que había conseguido en mi primer día como prostituta y me sentía satisfecha. Quería seguir cogiendo y consiguiendo dinero, me empezaba a gustar mi trabajo.

Cerré la puerta y me arreglé para recibir a mi cliente.

Me maquillé un poco exagerada, agarré una minifalda negra y una blusa roja de tirantes. No tenía tacones. “Para este trabajo, necesito unos tacones”, pensé. Agarré unos zapatos negros, que tenia.

A la media hora, llegaron mis vecinos los adultos, para dejar aquí a sus hijos. No recordaba esto y mis planes de ir a la prepa se habían arruinado.

-Vecino. –Le dije cuando se fueron sus papás. –Debo ir a la prepa pero no los puedo dejar solos.

-Tu vete, así tengo más tiempo a solas con mi hermana y ahora si me la cojo bien rico.

-No es eso. –Y de pronto me imaginé una escena entre los hermanos: Mi vecino, arriba de mi vecina, abriéndole las piernas y metiéndosela. Me quedé en silencio imaginando.

-¿Qué pasa? –Me preguntó mi vecino.

Reaccioné.

-Nada. –Pensé en mi novio Rafa. –Le voy a hablar a mi novio para que esté con ustedes mientras estoy fuera.

-Pero él se va a coger a mi hermana y yo quiero cogérmela. –Me dijo casi llorando.

-Hazme ese favor y te prometo que yo te compensaré, ¿está bien? –Le dije, mientras me le acercaba y le plantaba un beso. Agarré sus manos y las guié hasta mis nalgas. Me las empezó a acariciar mientras nos besábamos. Pensé en mi cliente, en la cogida que iba a recibir. En el dinero. Me calenté demasiado.

Necesitaba una verga en ese momento y ahí la tenía a mi disposición.

Bajé mi mano hasta ya su erecta verga. Se la masajeé por encima de su pantalón. Al hacerlo, sus caricias, en mis nalgas se hicieron más intensas.

Sin dejar de besarnos, bajé mi otra mano y le desabroché el pantalón. Metí una mano por debajo de su ropa interior y toqué su verga, calientita, mojada. Dejó de besarme y levantó su cabeza, gimiendo. Disfruté verlo gemir. Estaba muy caliente, me lo iba a coger.

-Mámamela. –Me dijo.

No me lo dijo dos veces, besé su cuello, le di unas mordidas chiquitas pero fuertes…

-¿Interrumpo? –Escuché la voz de mi vecina.

Los dos nos separamos de golpe. Mi vecino se acomodó rápido la ropa. Yo mi cabello y me empecé a echar aire con las manos.

-Bueno. –Le dije, algo apenada. –Deja le hablo y me arreglo.

Mi vecino asintió. Salí corriendo de ahí, directo a mí cuarto. Mi corazón latía muy de prisa. Estaba caliente, muy excitada. Me gustó que la hermana de mi vecino nos haya descubierto.”Y ¿Si nos ve coger?”, cerré mis ojos imaginando. Sonreí.

Me acomodé un poco la ropa, me volví a maquillar y a pintarme.

Me vi en el espejo. “Soy una puta que va por su dinero”.

Bajé y vi a mi vecino.

-¿Dónde lo voy a ver? –Le dije con señas a mi vecino.

-En la plaza. –Me dijo.

-Está bien. Me voy, pórtense bien. Ahí viene mi novio a estar con ustedes. –Cuando lo dije, volteé a ver a mi vecina. Me regresó la mirada un poco nerviosa. Sabía que se había imaginado lo que hicieron y lo que harían. –Ven, vecino. –Le hablé para estar a solas.

-¿Qué pasó?

-Quiero que se comuniquen conmigo por si quieren el servicio.

-¿Eh? ¿Cómo?

-Sí, que no te hablen a ti. Que me hablen a mí directamente.

-Está bien. ¿Les doy tu número?

-No. Dales mi correo. –Se lo anoté en un papel. Nos despedimos.

Salí de la casa, rumbo a la plaza. En el camino le hablé a mi novio. Le dije que lo esperaba en mi casa con una sorpresa. Me dijo que llegaría rápido. Llegué a la plaza. Había un poco de gente, y algunos hombres me miraban con un poco de lujuria.

Cada hombre que pasaba por a lado mío, pensaba que era mi cliente. Pero ninguno me hablaba ni se detenían. Solo robaba miradas por la forma en que vestía. Sin duda todos se imaginaban estando conmigo, cogiendo.

Seguí esperando, parada, en la orilla de la plaza. Veía también, pasar autos de un lado a otro. Miraba a los que estaban parados. Nadie se acercaba. A los 10 minutos vi de lejos una camioneta del año, brillaba de limpia. Hermosa.

“Es de dinero”, recordé las palabras de mi vecino. Debía ser él. Vi que dio un par de vueltas por la plaza, y cuando pasaba frente a mí, no podía ver para dentro por sus vidrios polarizados. En la tercera vuelta, se detuvo frente a mí. Mi corazón latió a millón. Estaba sola, arriesgándome, pero quería sexo y dinero. Estaba dispuesta a todo.

-¿Eres la mujer que ando buscando? –Dijo el chavo. Traía lentes, y estaba más o menos llenito.

-¿Eres el hombre que busca compañía? –Le dije. Me acerqué a su ventana.

-¿Cuánto?

-$500 por 1 hora. Haremos de todo.

-¿Qué es todo?

-Sexo normal, anal, mamadas, venidas, lo que quieras, papi. –Estaba caliente y entré en mi papel de puta.

Silencio. Estaba nerviosa pero ya estaba ahí. Y quería coger. Y dinero.

-Ahorita voy a la ciudad, tengo poco tiempo. No hay casa ni motel. Vamos un poco alejados del pueblo y ahí cogemos.

-Pero ¿Y si nos ven?

Metió sus manos a la camioneta, bajó su cabeza y empezó a contar.

-Ten. –Estiró la mano con dinero. –Son mil. Quiero que la gente de lejos, nos vean, que se imaginen todo.

Morí de la vergüenza. Estaba frente a toda la gente, vestida de manera muy provocativa y alguien, arriba de un auto, me estaba ofreciendo dinero. Quería salir corriendo de ahí, y esconderme en el fin del mundo. Volteé a ver de manera despistada a las personas y unos nos estaban viendo. Por suerte, nadie me conocía.

-$1500, es mi última oferta.

Volteé y vi 3 de 500 frente a mí. Los tomé sin decir nada y corrí a subirme a la camioneta, mas por pena que por ganas. Solo quería que nadie nos viera.

La camioneta por dentro estaba muy elegante, muy cuidada, muy limpia.

-¿Se mira para dentro? –Pregunté.

-Nada.

Avanzó la camioneta. Guardé mi dinero. Estaba más tranquila.

Dimos la vuelta a la plaza, y puse atención a toda la gente. No conocía a nadie pero quizá alguno me había visto y sabia quien era. “Para la otra debo hacerlo con mas discreción”, pensé. Agarramos carretera, y salió en cuanto vio la primera calle y se metió entre las parcelas. Íbamos por un lado de un canal lleno de hierba y basura.

Se detuvo, no muy alejado de la carretera principal. Alrededor no había arboles, ni mezquites, ni nada que tapara. Recordé una vez que hice el amor con Rafa en la parcela, de mis primeras veces; fue lindo, fue hermoso, caí cansada, me dormí, llena de semen dentro de mi panocha y escurriendo por mis piernas y desperté sintiéndome mal por lo que había hecho. Me había dicho a mí misma “Puta” pero me sentí amada por mi novio. Y ahora, luego de un tiempo, regresaba “a ese” lugar pero ahora si como una “Puta”.

Volteé a ver a mi cliente que me estaba mirando. Nos quedamos un rato viéndonos.

-Y ¿Ahora? –Dijo.

-No sé. –Respondí. Andaba excitada y asustada por la exhibición que había dado en la plaza. Me gustó lo que hice pero temía que me hayan reconocido.

-Deberías hacer el primero movimiento. –Me dijo. Seguía mirándolo.

-Estoy un poco nerviosa. Lo que acabo de hacer fue… -Me detuve. Era una prostituta, se supone que eso lo hacía a diario.

-Ven. Dame tu mano. –Me dijo. La llevó hasta su entrepierna y toqué su verga por encima de su pantalón. La masajeó. Ese impulso era el que necesitaba. Estiré mi otra mano y empecé a desabrochar su pantalón con las dos manos.

Cuando lo hice, se levantó un poco se bajó su pantalón hasta debajo de las rodillas. Su verga aun estaba flácida. La tomé con una de mis manos y empecé a masturbarlo.

-Eres muy bonita. –Me dijo.

-Gracias. –Me ruboricé. –Tú también eres muy guapo. Me gustas. –Y era verdad. A pesar de estar un poco lleno, era guapo. Seguí masturbándolo sin dejar de mirarlo a los ojos. –Deberíamos hacer un bebé.

-Primero pónmela dura.

Acerqué mi otra mano a sus bolas y se las masajeé, despacio, luego pasé mi mano por toda su pierna. Su verga crecía despacio. Me sorprendió que esa verga creciera mucho. Estaba grande.

-Tienes una verga enorme. –Le dije sorprendida, mojada, con ganas de tenerla dentro.

-Es mejor, la sentirías más adentro.

Lo miré con una sonrisa, luego miré la verga.

-Es cierto. –Le dije.

-Vamos a intentarlo. –Lo miré. Se levantó y se quitó completamente el pantalón. –Levántate y voltéate. –Me ordenó.

Me agarró y me volteó poniéndome en 4, viendo hacia la ventana.

-No quiero ensuciarte tus asientos. –Le dije.

-¿Andas muy mojada? –Me dijo mientras levantaba mi minifalda y bajaba mis calzones. Puso su mano en mi panochita y se dio cuenta de mi humedad. –Sí. Muy rica.

Me acomodé para estar mejor puesta de perrito.

-Pon tus piernas juntas para que estés más apretadita. –Me dijo. Lo miré y se estaba poniendo el condón.

Hice lo que me dijo y al poco tiempo sentí su verga en la entrada de mi panocha. Me la empezó a meter despacio, la sentí chocar en las paredes de mi panocha. Sentía delicioso. Solté un gemido fuerte. Empezó a bombearme de manera torpe, con sus manos acariciándome las nalgas.

No era la mejor cogida que me habían dado pero el dinero valía la pena. Sus piernas chocaban con mis nalgas y se escuchaba el golpeteo. Miré por la ventana pasar a todos los autos por la carretera principal. La carretera quedaba un poco lejos pero si la camioneta no tuviera los vidrios polarizados, mirarían perfectamente la cogida que me estaban dando.

-Espera. –Me dijo. Sacó su verga de mi panocha y vi como el vidrio que quedaba frente a mí se bajó.

-¡Hey! ¿Qué te pasa? –Le dije asustada mientras me agachaba.

-Pagué por ti y porque nos vieran. Ponte en 4 y saca la cabeza. –Me dijo.

Dudé. “No quiero pero ya me pagaron, tengo que hacerlo”, pensé.

Despacio me levanté y me acomodé sacando la cabeza por la ventana. Sentí sus manos abriendo mis nalgas y como me la metió. Gemí. Empezó a bombearme con más fuerza y más rapidez.

Me sentía asustada, no disfrutaba de la cogida, al contrario. Me concentré más en ver los autos pasar por la carretera. Noté que nadie nos volteaba a ver.

-¿Te gusta? Perra. –Me dijo y noté un tono muy agresivo. Me dio con más fuerza. Yo me sostenía de la ventana para que no me tumbara.

No respondí. Era lo peor que había hecho hasta ese momento. Estaba totalmente arrepentida. Estaba aterrada. Nos iban a ver. Me iban a ver. Quería que terminara.

Sentí sus manos en mi espalda, me acariciaba mientras me cogía. Luego puso sus manos en mis nalgas, y las bajó a mi vientre. Me gustaba lo que hacía, pero ya no quería seguir. Llevó sus manos a mis pechos, y las masajeó y las apretó. “Riquísimo”, pensé. Escuché un auto pasar y pitar su claxon. “Nos vieron. Detente, ya para.”, pero seguía. No le importaba. Otro claxon. Otros tantos. Todos nos miraban.

De repente sentí que aplicó un poco de fuerza sobre mis pechos y me levantó, y sacó la mitad de mi cuerpo por la ventana. Mi estomago quedó a la mitad de la ventana. No dejó de penetrarme.

-Espera. –Le dije, al tiempo que trataba de quitarme. No dijo nada pero siguió en lo suyo.

Vi que un auto se detuvo en la orilla de la carretera, bajaron dos personas y nos empezaron a gritar. No entendía muy bien lo que decían, por lo asustada que estaba.

En ese momento se me vino a la cabeza lo que había pasado hace rato con mis dos vecinos; yo cogiendo con él y su hermana viéndonos. Empecé a imaginar: Rafa cogiendo conmigo y mi vecina viéndonos, o mejor aún, Rafa cogiendo con mi vecina y yo viéndolos. Me olvidé de donde estaba e imaginaba esas escenas. Me gustó.

-Mas. Mas. Mas. Mas. Más fuerte. Dámela toda. –Dije. Estaba calientísima, excitadísima. Me mojé completa y rápido.

-Que rico me mojas, puta. –Me dijo.

-Dame tu leche ya. Dámela debajo de la camioneta.

Se quitó y los dos bajamos de la camioneta. Me puse de rodillas, no importando  ensuciarme de tierra. Mi cliente se puso frente a mí y se masturbó. Yo también empecé a masturbarme.

-Dámela. –Dije. Las personas que nos veían empezaron a gritar y a aplaudir. Me excitó mucho el ambiente y tuve un orgasmo tan intenso. Y cayó leche en mi cara; en mis ojos, nariz, frente. Lo disfruté tanto.

Gemí, agitada, cansada. “Gracias por esta cogida Rafa y tu por dejar que te viera coger con mi novio, vecina”, pensé. Volteé al cielo mientras me quitaba la leche de mi cara y de mi ropa.

Me despertó el sonido del claxon. Volteé y vi 3 autos y como 5 personas abajo, viéndonos. Se me cayó el corazón hasta el piso. Me levanté tan rápido como pude y me subí a la camioneta de mi cliente. La cerré rápido y me puse debajo de los asientos para que no me vieran. “¿Qué hice? No lo puedo creer. ¿Qué acabo de hacer? Ahora todos sabrán quien soy. Mis papás.”, estaba aterrada.

Pensé mejor y me pregunté si de verdad estaba asustada. Me levanté a ver a las personas que nos veían y no conocí a ni uno, “Nadie sabe quién soy. Quizá era gente que pasaba por aquí”. Me asustaba el hecho de que me reconocieran y dijeran algo, pero la verdad es que me calenté de nuevo al ver que no eran de aquí y que me vieron coger.

-¿Por qué te asustas? –Me preguntó mi cliente, al subir a la camioneta.

-Por nada. –Dije.

Sonrió mi cliente. Sacó servilletas y me las aventó.

-Límpiate y me limpias. –Me dijo.

Empecé a limpiar mi cara y mi ropa. Luego le limpié su verga. Mi cliente bajó el vidrio y tiré las servilletas, vi que las personas que nos habían visto ya se estaban yendo. Me gritaron y me saludaron, les regresé el saludo, le subí rápido al vidrio y me tiré en el asiento con una sonrisa en mi rostro.

-¿Qué te pasa? –Me preguntó mi cliente.

-Nada. –Respondí sin voltear a verlo. La verdad era que estaba feliz por lo que había pasado, no había estado tan mal sino todo lo contrario, me había gustado.

-¿Dónde te dejo?

-En mi casa. –Respondí en automático.

-¿Dónde es?

-No, regrésate. –Le dije asustada, levantándome.

-No he avanzando. –Y se rió.

Tomé aire.

-Me dijeron que ibas a la ciudad.

-Sí.

-¿Me llevas?

-Claro.

Avanzamos y nos fuimos.

Durante el camino nos fuimos besando, yo sentada a su lado y él agarrando mis piernas y mis nalgas. Disfruté tanto todo el camino, me volví a calentar. Llegamos a la ciudad.

-¿Dónde te dejo?

-En la preparatoria “x”.

Llegamos a la calle donde estaba la prepa y vi que era la hora de la salida, todos los muchachos estaban saliendo. De manera natural, subí mis pies al asiento, acomodé mi cuerpo junto al de mi cliente y puse mi cabeza en su hombro.

-Vamos a dar la vuelta, para ver que hay. –Me dijo.

Asentí.

Íbamos despacio, miraba a todas las personas, unos parados y otros pasando por nuestro lado. Algunos nos miraban. Quizá la mayoría, era una camioneta del año, llamaba mucho la atención.

Pasamos por el frente de la puerta principal y vi paradas a mis amigas. Nunca me acordé de ellas y era tarde para hacer un movimiento, me habían visto, reconocido y me habían saludado. Yo no sabía qué hacer, fue muy incomodo. Las saludé de una manera muy falsa. Seguimos avanzando.

-¿Las conoces? –Me preguntó.

-Son mis amigas.

-Y ¿Son igual de putas que tú?

No respondí.

-La de la derecha esta buenísima. –Me dijo. Se refería a mi amiga Marcela.

“¿Amiga?”, me pregunté. “Me cogí muchas veces a su novio”, recordé.

Dimos un par de vueltas, y yo seguía muy incómoda.

-Mámamela. –Me dijo. –Nadie nos ve. Te agachas y listo. –Mientras me decía, se bajó su pantalón y salió su verga flácida.

Me había pagado mucho dinero, no me quedó más que hacerlo. Le dio a su camioneta y se metió entre la gente. Me agaché y me metí la verga a la boca…

Continuara…

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