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Vida Virtual (5) -¿Yo? ¿Prostituta?

en Orgías

Cuando los vi, me sentí muy decepcionada y arrepentida. Quería salir corriendo de ahí.

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-Dijiste que eran ¿50 por mamada? –Preguntó el guapo.

“¿Qué?”, pensé. “¿Me quiere pagar, porque se la mame? Ni loca.”

-Traigo $50 pesos. –Dijo uno de los chavos “promedio”. –Nos podemos arreglar para que te tragues mi lechita… no traigo los otros $25 pesos.

-Yo vengo a coger. –Dijo el chavo que estaba gordo. –Traigo dinero.

-Yo también. –Dijo el otro chavo “promedio”.

-Y yo. –Dijo el guapo guiñándome el ojo.

-Nosotros no traemos tanto dinero. –Dijo el chavo alto y flaco. –Préstenos aunque sea $25 para que nos la mame y venirnos en su boca.

Yo los escuchaba atenta. Estaba aterrada, arrepentida, quería salir corriendo de ahí. No quería meterme con ni uno de los 5 que estaban ahí.

-Entonces ¿Cómo vez? –Me preguntó el chavo guapo.

“Yo no quiero”, pensé. Apenas iba a abrir la boca, voltee a ver a mi vecino y me dijo:

-Tú pusiste los precios.

“Yo, ¿Qué?”, pensé y al instante recordé en donde estaba parada; en ese momento yo era una prostituta. Cinco chavos me habían contactado para cogerme y quitarse las ganas que tenían. Y me iban a pagar. Estaba claro que los chavos que querían pagar por coger, iban a ser chavos urgidos, que no tenían novia, que se la pasaban viendo porno y masturbándose y no modelos como yo los imaginé. Ellos, tenían a sus novias, nunca iban a pagar por sexo.

Miré a los chavos, uno por uno y a todos ellos les parecía atractiva, una modelo, a todos los tenia calientes. Vinieron solo por mí y eso me hizo sentir bien. Empecé a ver las cosas un poco mejor, me llegó la curiosidad por ver sus vergas, diferentes tamaños, sabores, diferentes maneras de moverse, de acariciar, de besar. Me calenté.

-Póngase de acuerdo para ver quién entra primero. –Les dije, más animada. –Me iré a la recamara y allá los espero uno por uno. Lleven el dinero completo para lo que quieran. –Y dicho esto, me di la vuelta y los dejé.

Caminé, temblorosa, caliente, excitada, rumbo a la recamara. Abrí la puerta, entré y la cerré.

“¿Quién será el primero?”, estaba calientísima, solo imaginando. Pasaron uno, dos minutos y nadie llegaba y yo estaba desesperada, ansiosa.

A los 5 minutos tocaron y abrieron la puerta. Entró el chavo que estaba gordo.

Yo estaba sentada en la cama. El chavo se sentó a mi lado.

-¿Cómo vamos a empezar? –Me preguntó.

-¿Qué quieres hacer? –Le dije.

-Cogerte. Por todos lados.

-Son $100 hasta que te vengas o $200 media hora. Decide. –Le dije.

-Solo traigo $100, pero te la puedo meter con eso, ¿verdad?

-Claro.

Sacó el dinero y me lo dio. Me levanté, lo guardé y me empecé a desvestir hasta quedar completamente desnuda. Me vio todo embobado, hipnotizado.

-Tienes unas tetas enormes. –Me dijo. -¿Puedo agarrarlas?

-Claro. –Le dije.

Se levantó y se puso a mi lado, estaba de mi estatura. Con sus manos agarró mis pechos, de manera torpe y muy fuerte y los empezó a masajear.

-También, si quieres, puedes chupármelos.

-¿En serio? –Me dijo.

-Claro. –Y rápido, se agachó a chupármelos.

Se notaba que era inexperto y muy probable, virgen. Noté que en su entrepierna le crecía un bulto. Se separó de mí y se quitó rápido el short y la ropa interior. Saltó una verga chica y en forma de plátano.

-Acuéstate. –Me dijo.

Se puso rápido arriba de mí.

-¿Traes condón? –Le dije.

-No. ¿Tú no traes?

-No. Espérame. –Le dije. Agarré una toalla y salí del cuarto. Le grité a mi vecino. Vino corriendo. -¿No tienes condones?

-No, pero mis papás creo que tienen. Fíjate en la mesa que está a lado, en el cajón. De ahí agarro para jalármela. –Me dijo.

-Ese es ¿El cuarto de tus papás? –Pregunté.

-Es el más grande. –Me dijo. No dije nada.

Regresé al cuarto y abrí el cajón. Había una caja llena de condones. Agarré uno y se lo pase al chavo.

-Estás bien buena. –Me dijo.

-Métemela. –Le dije.

Me acosté y me abrí de piernas, el chavo ya con el condón, se subió listo para metérmela.

Sentí como entró la cabeza de su verga lentamente y luego me la dejó ir toda. Me dolió ya que no estaba lubricada. Gimió y gritó un poco fuerte. En su rostro se notaba una satisfacción total. “Se vino”, pensé.

Luego de un minuto dentro, se salió y se puso a mi lado.

-Dejé de ser virgen. –Dijo al aire, festejando.

Yo reí.

Se quitó el condón y lo tiro en el piso. Se levantó, se vistió y salió del cuarto. Me pagó, me la metió y se fue. Esto es ser una prostituta. Gané $100 pesos en un minuto. Esperé al segundo, acostada, desnuda.

Tocaron la puerta y entró uno de los chavos que yo etiqueté como “promedio”.

-Traigo $50 pesos. –Me dijo. “Directo al grano”, pensé.

-Una mamada.

-Eso quiero. –Me dijo.

Me acosté boca abajo en la cama y le hice una seña para que se acercara y se pegara en la orilla de la cama.

-Pero quiero venirme en tu boca. –Me dijo mientras le bajaba su pantalón.

-Solo traes $50 pesos… -Le dije a secas.

-Me gustaría sentir eso, nunca lo he hecho. –Me dijo con un tono de suplica. –Por favor.

Me quedé pensando en su suplica mientras le bajaba su ropa interior y veía saltar su verga gorda y de tamaño normal. Ya estaba erecta. “Calenturientos. Ahorita han de estar pensando e imaginando como me van a coger. Todo tipo de posiciones, fantasías”, pensé y de nuevo me calenté. “Entre ellos han de estar platicando de mi cuerpo. El gordo les ha de estar diciendo lo que hicimos” y no aguanté, me metí aquella verga gorda y dura a la boca. Sentí su calor.

-Entonces… –Dije. – ¿Nunca te la han mamado? –Le dije mientras sacaba la verga de mi boca y lo masturbaba. Lo miré a los ojos.

-A mi novia no le gusta mamármela. –Me dijo. –Muy apenas la convenzo de coger.

-¿Tienes novia? –Le pregunté. De nuevo me metí la verga a la boca que ya había soltado líquidos y tenía un sabor salado. Eso me gustaba mucho. Puse mis manos en sus nalgas para empujar más la penetración en mi boca. La sentía hasta el fondo de mi garganta pero rápidamente la sacaba para no ahogarme. Me gustaba y disfrutaba mucho mamar verga.

-Si tengo novia pero nunca… –Soltó un gemido. –Me la quiere mamar.

-¿Está buena? ¿Coge bien? –Le pregunté sacando la verga de mi boca y rápido metiéndomela.

Gimió el chavo. Me esforcé en darle una buena mamada porque quería verlo sufrir, gritar, gemir, suplicar. Me agarró de la cabeza y empezó a bombear mi boca. Esta acción no me incomodaba, al contrario, disfrutaba que lo hiciera.

-Tú estás más buena, chiquita. –Me dijo. –Y más bonita. –Me empezaba a gustar lo que me estaba diciendo. –Y no te aprietas como mi novia. La mamas bien rico.

No aguanté mas, mi cuerpo se encendió y ya no pude controlarme. Me saqué la verga de la boca, empujé al chavo hacia atrás.

-¿Qué pasa? –Me dijo asustado.

No le hice caso y rápido me bajé de la cama. Me puse de espaldas hacia él y me incliné en la cama, dejándole mis nalgas a su disposición.

-Métemela. –Le dije.

-Pero no traigo dinero.

-No importa. –Queria que me cogiera. –Me dijiste cosas bien ricas y quiero agradecerte de esta manera.

El chavo se acercó y me agarró las nalgas. Me las abrió.

-¿Por el culo? –Me preguntó.

-Por donde quieras. –Estaba desesperada, solo quería sentir su verga dentro.

Sentí la cabeza de la verga en la entrada de mi culo. Empujó fuerte. Solté un grito de dolor pero no lo iba a detener. Con sus palabras, me tenía.

-Estas apretada. –Me dijo.

-Tú dale fuerte.

Empujó y entró la cabeza. Pegué mi cabeza a la cama, grité pero no se escuchó. El dolor era fuerte y mucho pero me gustaba y quería seguir. Ahora era mi turno y empujé mi cuerpo. Lo moví para atrás.

-No te muevas, cabron. –Le dije. Me sorprendí por las palabras que solté pero me salieron natural, por lo que estaba pasando.

Me agarró fuerte de las caderas y empujó con todas sus fuerzas. Grité fuertísimo al sentir la verga entrar completamente.

-¡Hay! ¡Hay! ¡Hay! ¡Hay!

-¿Te lastimé? –Me dijo asustado. Sentí como se iba saliendo.

-No te salgas. –Le grité. –Y cógeme.

Empezó a moverse. Lo hacía de manera torpe.

-Estas bien apretada y no puedo moverme mucho y… -Gimió. –Siento bien rico. –Volvió a gemir. –Me vengo.

-Hazlo dentro de mí. –Le dije, casi susurrando. El dolor no me permitía hablar mucho.

Un chorro… dos chorros… tres chorros… mi culito estaba lleno de leche. El chavo no se salió hasta pasado unos minutos, cuando pude sentir que su verga estaba flácida.

Yo gemía mucho por el dolor y el placer que sentía.

-¿Te gustó? –Me preguntó.

-¿A ti te gustó? Querías venirte en mi boca.

-Tenía más ganas de metértela por tu culo. –Me dijo. –Mi novia menos me deja hacer eso. Y luego venirme dentro de ti, se sintió más rico. Tienes unas nalgotas, y unas chichotas. Estas bien buena.

Reí apenada. Me levanté y le di un piquito en su boca.

-Háblale al que sigue.

Estiró su mano y me dio los $50 pesos. Se vistió y salió.

Me acosté con un dolor inmenso en mi culo. Vi los $50 pesos y los guardé. “$150 pesos en un ratito”, pensé. “Y haciendo lo que me gusta”. Y sonreí satisfecha.

Miraba al techo y recordé como había empezado esta cogida y lo que pasó. “Llegó y me dijo que traía poco dinero, no alcanzaba nada más que una mamada. Me gustó lo que me dijo y por eso le di mi ano de premio”, y luego pensé “Espera, soy una prostituta, si no traen dinero se deben aguantar. Si les cumplo sus caprichos, al final querrán hacer de todo y no van a querer pagarme”.

Me entró el miedo solo de pensar que el tercer chavo que entrara por la puerta me pediría algo y se pusiera violento en caso de que no le cumpliera. Me quise levantar pero el dolor de mi culo no me lo permitió. Me dolía muchísimo. Tocaron la puerta. Me asusté:

-Pasa. –Le dije con voz temblorosa.

Vi pasar por la puerta al chavo alto y flaco. Con dolor, me levanté y me senté en la cama.

-Quiero todo completo. –Me dijo.

Lo vi a los ojos con miedo, debía decirle el precio y en ese momento quizá me reclamaría.

-Son… -Dudé. -$200 pesos y soy… tuya… media hora.

Vi que llevó su mano atrás de su pantalón, sacó la cartera y un billete de $200. Me los dio y los agarré. Se empezó a desvestir. Mientras lo hacía, fui hasta mi bolsa a guardar el dinero “$350 pesos”, sonreí satisfecha.  El dinero y su actitud hicieron que olvidara un poco el dolor y se me quitó el miedo. Me volteé para atender a mi cliente. Solté un grito de sorpresa:

Vi al chavo totalmente desnudo, se miraba más alto y flaco. Lo que me sorprendió mas fue su miembro, estaba enorme. La verga esta flácida y aun así era enorme y gruesa. Me llegaron tantos pensamientos en la cabeza que provocaron que me mojara y me llegara un orgasmo. Aguanté el gemido. NOTA DEL AUTOR: DESPUES DE AÑOS PUEDO DECIR QUE ESA VERGA ES DE LAS MAS GRANDES QUE HE VISTO.

-Ven, mámamela. –Me ordenó.

Caminé hacia él, gateando por la cama. Mis pies y piernas iban temblando de la excitación. Se me hacia agua la boca. La tomé con las manos, que no cubrían ni la mitad de esa verga enorme. Mis manos eran chicas, yo era chica, pero en ese momento no importaba el tamaño de mis manos porque aun con unas manos enormes, no podría cubrirla.

Acerqué mi boca al miembro, la tuve que abrir mucho. Me la metí, la sentía en mi lengua y en mi paladar. Y no la pude meter profunda, me la metía una cuarta parte. De ahí empecé un mete y saca rápido, y lleno de saliva. Puse una de mis manos en sus bolas mientras hacía esto. Sus bolas cabían perfectamente en mi mano.

No había disfrutado tanto de una mamada, como la que le estaba dando a esta persona. Se me ocurrían tantas maneras de mamársela y todas imposibles. Mi mano paso de sus bolas, a la base de su verga. Me la metí lo mas que pude, pero no llegando al grado de ahogarme y ahí me paré. Por dentro empecé a jugar con mi lengua, pasándola alrededor de toda la verga y mientras hacía esto, empecé a masturbarlo, como si lo exprimiera.

-Mamas bien rico. –Me decía entre gemidos. De reojo vi que tenía su vista hacia el techo. –Vas hacer que me venga.

No le dije nada y seguí mamándosela de esa manera. Pasaron cerca de 10 minutos en esa posición. Yo estaba encantada de estar así y el chavo lo disfrutaba, nunca me dijo que me quitara.

-Me vengo. Me vengo. Me vengo. –Dijo.

Yo moví más rápido la mano y mi lengua. Sentí como se puso duro, me tomó de la cabeza y me empujó hacia su verga. Me atravesó toda la boca y su verga tocó mi garganta. Sentí un deseo enorme de vomitar.

1 chorro, 2 chorros, 3 chorros pegaron en mi garganta… yo tocía, ahogada, pero no podía separarme, me tenia agarrada muy fuerte. En un momento, sentí que aflojó un poco las manos y logré separarme de él. Todavía alcanzó a lanzar un par de chorros de semen que me cayeron en la cara. Tosí saliva y leche, que cayó en la cama. Tenía los ojos llorosos y casi no podía respirar.

-Nunca me la habían mamado así. –Me dijo. Yo no podía responder, seguía tratando de agarrar aire. –Me gustó mucho y sobretodo me sorprendió que aguantaras tanto mi verga dentro de ti. Te voy a premiar. Esta mamada me costó $200 pesos, no quiero coger, con esto estoy satisfecho.

Lo escuché nada más. Vi que se empezó a vestir. Miré su enorme palo. “¿Cómo puede existir una verga de ese tamaño?”. Se tardó un poco en vestir porque dijo que quería que se le bajara.

Cuando estuvo listo, caminó hacia la puerta.

-Espera. –Le dije. Se volteó a verme. Ya estaba más tranquila. –Te debo una cogida y esa verga tuya me encanta. La quiero dentro de mí.

-No me debes. –Me dijo con tono tranquilo.

-No te debo, pero vamos a coger después tú y yo. –Y dicho esto, abrí mis piernas dejando mi panochita peluda a su vista. La vio, se volteó y salió del cuarto.

Levanté mis manos en señal de triunfo. “Ya tengo una verga para después”, pensé.

Me levanté y caminé rumbo al tocador, me lavé la cara y me enjuague la boca. Vi el maquillaje de la mamá de mi vecino. Me puse un poco de polvo y me pinté los labios de color rosa. Me miré en el espejo. “Hace unos meses inocente y ahora toda una puta”, y sonreí.

Tocaron la puerta.

-Pasa. Ahorita te atiendo. –Dije en tono despreocupado.

Salí del baño y vi al otro chavo “promedio”, sentado en la cama.

Me vio de pies a cabeza, hipnotizado.

-Eres muy hermosa. –Me dijo. -¿Por qué puta? Si puedes tener a cualquier hombre. Tu cuerpo bien formado, esa curva en tus caderas… y esos pechos enormes…

Se levantó y se dirigió hacia mí. Me tocó los pechos con sus dos manos. Se los metió a la boca y me los mordió un poco.

Yo estaba en las nubes, mi ego estaba al máximo y mi excitación a todo. Como nunca.

Lo separé y lo empujé hacia la cama.

-¿Qué quieres? –Le dije en tono sexi mientras movía mi cuerpo de un lado hacia a otro.

-Traigo solo $50 pesos pero quiero coger. –Me dijo. –Tu rostro es hermoso, eres muy hermosa, esos ojos y tu boca… mmmmmmm…

-Me gusta lo que me dices pero ya entregué la cogida gratis a uno de tus amigos. –Le dije.

-Lastima. –Dijo en tono triste. –Igual todo lo que te dije es cierto. Eres perfecta.

-Gracias. Entonces, solo una mamada.

-Pero quiero venirme en tu boquita. –Me dijo con tono de suplica.

-Te faltan $25 pesos.

-No traigo.

Me puse de rodillas en el piso, pegada en la cama. Quedé frente a su verga, que todavía estaba tapada con su pantalón. Acerqué mi boca hasta su verga y mis manos en sus piernas. Empecé a masajearlo y a morderle despacio su paquete.

Luego de un rato:

-Sé que puedes conseguir lo que te falta. –Le dije. Me levanté y le quité su pantalón. Su verga ya estaba erecta. Acerqué mis pechos y la puse en medio. -¿No sientes rico?

-Muy rico.

-¿No quieres venirte en mi boca? ¿No quieres que ponga tu verga entre mis tetas?

-Sí, una puñeta rusa. Házmela.

-Ve por lo que te falta. –Le dije.

-Voy.

Se levantó, se subió el pantalón y salió del cuarto.

“Puñeta rusa”, pensé.

Me acosté en la cama, y esperé a mi cliente. Al minuto entró corriendo. Rápidamente se quitó el pantalón.

-Aquí tienes los $100 pesos. –Y me los aventó. –Hazme una rusa.

“Con $100 alcanza una cogida pero esta tan caliente que solo quiere lo que le enseñé”, no le dije nada y seguí con lo que quería.

Se puso encima de mí, acomodó su verga entre mis pechos.

-Aprieta mi verga. –Me dijo.

Agarré mis pechos con las manos y los apreté. Cubrían todo el palo de mi cliente. El chavo empezó a moverse, simulando que me penetraba. Levanté un poco mi cabeza, solo para alcanzar a tocar su verga con mi lengua. No tardó mucho y a los 2 minutos:

-Me vengo. Abre tu boca. Ahí va mi leche.

El primer chorro cayó en mi frente. No alcancé a acercar mi boca pero los demás no se me escaparon y los demás chorros cayeron en mi boquita. Leche agria y calientita.

Salió el último chorro y la tragué toda, la disfruté toda.

-Tus tetas con increíbles. –Me dijo.

-Cuando gustes, ya sabes dónde encontrarme. –Y dicho esto, el chavo se arregló y salió.

Corrí hasta donde tenía el dinero guardado. “$450 pesos. En un rato y mucho placer. Esto me gusta”, pensé.

Esperé al último chavo. Luego de un rato, entró el chavo guapo.

Después de atender a 4 chavos, con este 5to ya estaba más relajada. “Voy a disfrutarlo”, y en cuanto cerró la puerta, me le acerqué y le rodeé su cuello con mis brazos.

-¿Qué vas a querer? –Le dije. Lo noté un poco nervioso.

-Hablar. –Dijo y vi que quería tartamudear.

-Bueno, ven. –Lo tomé de la mano y lo jalé hasta la cama. Me detuve de golpe y pegué mis nalgas en su paquete. -¡Ups! Lo siento. –Le dije en tono inocente.

El chavo no dijo nada.

Nos sentamos en la cama.

-¿De qué quieres hablar? –Le pregunté. Puse mis manos en sus piernas y lo acaricié.

-Es que la verdad, soy virgen. –Me dijo.

Me quedé helada por su confesión. Luego reaccioné y lo tomé como juego.

-No te creo.

-De verdad.

-Pero si te miras bien tremendo.

-Sí, doy a entender eso. –Me dijo. –Pero no soy así. Nunca he hecho nada.

Lo vi a los ojos y se le podía ver miedo. Estaba hablando en serio.

-Entonces… ¿esta seria tu primera vez? –Le dije.

-Sí y no.

-¿Cómo?

-Es mi primera vez pero no quiero hacerlo. –Lo escuché atenta. –Tu… -Tartamudeó. –Estas bien bonita. Me gustas mucho. –Me dio ternura su confesión tan inocente. –Yo sé que no vas a querer pero quiero invitarte a salir y si me das oportunidad, ser mi novia. –Me dijo y me sorprendieron sus palabras. –Yo tengo dinero y no tendrás necesidad de seguir con este trabajo.

Me vio. No dije nada. No sabía que decirle. Luego de un rato se levantó:

-Al menos lo intenté. –Me dijo y se dirigió a la puerta del cuarto. –Ten $50 pesos, por quitarte el tiempo.

Reaccioné:

-Espera. –Le dije. –Anota mi correo. Hablamos por ahí y nos ponemos de acuerdo para salir. ¿Te parece?

-Sí. –Y se dibujó en su rostro una sonrisa enorme. Me dio un beso en la mejilla y salió del cuarto.

Mi corazón se llenó de amor, de felicidad, de sexo. Y de $500 pesos. Fui por mi dinero y al verlo me sentí plena. Llena. Agarré mi ropa y me vestí. Esperé un rato para salir. Mientras esperaba, me imaginaba la cita con el chavo. Empezó a volar mi imaginación…

-Vecina. –Me habló mi vecino. –Ya se fueron. Me levanté y salí de cuarto. -¿Cómo te fue?

-Saqué $500 pesos. –Le dije. –Gracias. Luego te compenso. –Le di un piquito y dicho esto me fui a mi casa.

Abrí la puerta y los vi parados en medio de la puerta; a mi novio y a mi vecina, abrazados, besándose. Sentí una alegría inmensa. Esa era la cereza del pastel. El día fue perfecto.

Toqué la puerta y voltearon. Mi vecina apenada se separó de mi novio. Este sonrió.

Mi vecina salió de mi casa, no volteó a verme para nada ni me dijo nada al pasar a mi lado. Cerré la puerta.

Vi a Rafa y me abrió los brazos, corrí hasta sus brazos y lo abracé.

-¿Cómo te fue? –Le dije, con mi cabeza en su pecho.

-Perfectamente. –Me dijo. –Me fue tan bien que hasta me dejó grabarla.

-¿Tienes un video con ella? –Lo vi a los ojos, sorprendida.

-Completo. ¿Quieres verlo?

-Sí. Después. Ahorita ando bien cansada.

-Se ve que el vecino te disfrutó. –Me dijo.

Asustada, respondí rápidamente.

-¿Por qué lo dices?

-En tu cabello tienes lechita.

-¡Ups! No me limpié. –Y se me ocurrió una idea. -¿Quieres probarla?

-Nunca. –Casi me gritó.

-Ándale, hazlo por mí.

-No.

-¿No me amas?

-Sí. Pero no lo haré.

-¿No estás agradecido por el regalo que te di? –Le dije.

No dijo nada. Llevó una de sus manos hasta mi cabello, me tocó y luego se llevó las manos a su boca.

-Listo. Ya probé.

-Gracias mi amor. –Le dije. –Ahora déjame descansar. Te hablo luego. Adiós. –Y lo empujé sin decirle mucho hasta sacarlo de la casa.

Cuando se fue, me hice de comer y me acosté a dormir. Me despertó el teléfono en la noche.

-Hola.

-Hola amiga. –Era una de mis amigas de la prepa. -¿Por qué no has ido a las clases de verano?

Se me había olvidado por completo la escuela.

-He estado enferma. –Mentí.

-El profe ha estado encargando mucha tarea y trabajos. Te nombró y dijo que quizá no pasabas.

Me quedé pensando.

-¿Tiene MSN el profe? –Le pregunté.

-Sí, anótalo.

-Gracias, lo voy agregar. Nos vemos mañana en la escuela.

-Cuídate.

-Adiós.

Encendí mi computadora, abrí mi MSN y lo agregué. En mi mente solo tenía una cosa, ofrecerle mi cuerpo para aprobar la materia. Aceptó mi solicitud.

-Hola profe, ¿Cómo esta? Soy Julia, una alumna de su clase.

Continuara.

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