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La apuesta y algo mas. Parte 5 - Final

en Confesiones

-Quiere pasar esta última semana contigo. –Le dijo mi mamá a mi tía.

-No te preocupes, yo la cuido. Aquí la ponga a trabajar. –Dijo mi tía.

-Te la encargo, y te dejo. Voy hacer cosas de la tienda. Cuídate July. –Y se fue mi mamá.

Apenas cerró la puerta.

-¿Va a venir Pablo? Tía. –Pregunté.

-No mija, ya se fueron a su casa. Quizá regresen hasta el otro año. Pero cuéntame, ¿Cómo te fue con él?

-Me dijo que hicimos de todo, al principio me dolió pero luego me puso aceite y resbaló bien rico y me gustó.

-Me da gusto. –Me dijo. –Y ahorita viniste para hacer el amor con él, ¿Verdad? –Asentí. –Lo vamos a extrañar.

Pasó gran parte de la mañana.

-July, mira ven. –Corrí, me detuve en seco. –Es el vecinito del que me hablaste. –Ahí estaba el niño con el que días antes me había encerrado en el closet. –Vayan al cuarto a jugar. –Dijo. Me agarró del brazo y me detuvo. –Pasa al cuarto mijo, quiero hablar con July. –Le dijo al niño.

-Sí, está bien. –Entró al cuarto.

-Ese niño es de tu edad y quiere lo mismo que tú.

-¿Ya sabe que yo quiero hacer el amor? –Pregunté asustada.

-No, pero ahorita que entres, te quitas la ropa y le dices. Te aseguro que aceptará.

-Está bien tía.

Avancé al cuarto, entré y cerré la puerta.

-¿A que jugamos? July. –Me preguntó. No respondí. Estaba muerta de la pena. No me animaba a dar el paso.

Agarré los tirantes de mi vestido y pasé por debajo mis brazos. Luego me lo bajé y me lo quité hasta quedar en ropa interior. Luego me quité mi calzoncito y quedé desnuda.

-¿Quieres hacer el amor? –Pregunté.

El niño se me quedó mirando asustado, luego se levantó y se quitó la ropa. Nos acostamos en la cama y estuvimos encerrados por horas haciendo el amor.

Eso se repitió toda la semana.

Desperté sobresaltada.

Había tenido un sueño. Poco a poco empezaron a llegar mis recuerdos.

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Ya había luz. Vi el reloj, eran las 10am.

Me levanté y me arreglé. Salí y me asusté al ver a Pablo y Pedro comiendo en la mesa, y mi tía en la cocina. No me acordaba de ellos.

-Hola. –Saludé.

-Hola. –Me saludaron.

-¿Quieres almorzar? –Me preguntó mi tía.

-Claro. –Respondí.

-Bueno. Mientras cuéntanos porque llegaste tan temprano anoche. –Preguntó mi tía.

Y sin pena, les platiqué el encuentro que tuve con Martín, como empezamos, como terminamos. Cada quien dio su opinión. Empezaron los chistes, reímos y en ese momento, con mi tía, me sentí en total confianza. Ese era mi mundo.

A la 1pm

-Tía, me voy a mi casa.

-Te llevo. –Me dijo.

-No te preocupes, yo me voy sola.

-Quieres ir a ver a Rafa, ¿No? Si voy y estoy con tú mamá, vas a poder quedarte hasta muy tarde con él. Espero le des una buena reconciliación.

-Gracias tía, sí, eso me ayudará mucho. –La abracé.

Más que Rafa, tenía el compromiso con el director.

-Chicos, los dejamos, están en su casa. Mañana regreso temprano con unas amigas. –Les dijo mi tía y nos despedimos de ellos.

Arrancamos rumbo a la casa. Todo el camino fue plática sobre el sexo. Llegamos a la casa.

Saludé a mi mamá, estuve un rato con mis hermanos. Luego fui a la tienda a ver a mi papá, estuve un rato con él ayudándole. Dieron las 6pm

Fui a mi casa a arreglarme para ver a Rafa y el video. Como a las 9pm llegó Rafa. Me vestí de manera casual, no quería darle motivos a mi mamá de qué pensará mal por si me quedaba muy tarde. Me pinté muy simple.

-Hola Rafa. –Saludó mi tía.

-Hola. –Saludó Rafa a mi tía y a mi mamá.

-Espero no lleguen tan tarde. –Le dijo mi mamá a Rafa mientras lo veía seria y fijamente.

-No les digas eso. –Dijo mi tía.- Ya váyanse y diviértanse. –Nos dijo mientras nos sacaba a empujones.

Cerró la puerta. Nos vimos, sonreímos y nos besamos como hacía mucho tiempo que no lo hacíamos. Nos tomamos de la mano y caminamos al auto. Arrancamos a una noche inolvidable.

-Amor, te tengo malas noticias. –Le dije apenas arrancamos.

-Dime amor. –Me dijo.

-A las 11 tengo un compromiso y me voy a ir. –Le dije.

-Pero amor… hace muchísimo que no estábamos solos. Te extraño y deseo estar contigo. Tenía planeado ver el video y pasar toda la noche teniendo sexo.

-Hay amor, deseaba lo mismo. Esperé tanto este momento. Pero tengo un compromiso muy importante.

-¿De qué se trata? –Me preguntó.

-Vamos a ver el video y luego te digo. Se trata de algo así. –Le dije.

-Está bien. Vamos entre las parcelas, a ese lugar bonito. –Me dijo.

Y recordé al instante que en ese lugar vi a mi novio tener un trío con mi amiga Andrea y con mi hermana Olga. Llegamos.

-Vamos para atrás. –Me dijo y nos brincamos. Apenas nos acomodamos y como desesperados nos lanzamos el uno sobre el otro.

Hacia tanto tiempo que no sentía las caricias de Rafa que apenas puso sus manos en mi cintura, hizo que me mojara.

-Te extrañé tanto mi amor. –Le dije.

-Y yo a ti mi amor. –Me dijo mientras subía mi blusa arriba de mis pechos. –Había olvidado lo grandes que eran estas cositas mías. –Me las masajeó. –Y lo duras pero esponjosas que son.

-Te extrañaron, papi. –Le dije. Ya estaba caliente, perdida.

-Espero que no hayan disfrutado muchos de mis cositas. –Me dijo. Puso su cabeza en mis pechos y por encima del brassier empezó a chupar y a morder mis pezones.

-Algunos, pero solo responden a tus caricias. –Estiré mi mano para buscar esa verga que es mía y que hacía mucho tiempo que no disfrutaba. La agarré, estaba erecta. –Y yo espero que hayan sido pocas las que disfrutaran de esta verga mía.

-Algunas, pero solo responden a tus caricias. –Me dijo.

Y dicho esto, nos vimos, sonreímos y nos abrazamos.

-Vamos a ver el video. –Le dije. Asintió. Sacó la cámara. Se la arrebaté. –Cada quien va a reproducir sus videos, ¿De acuerdo?

-Y ¿Por qué no todo corrido? –Me preguntó.

-Es como si te enseñara con quien cogí, es más excitante, ¿No crees? –Y le di un pico.

-Está bien. De acuerdo. Y recuerda, el o la que haya cogido con mas, ganará la apuesta y le pedirá algo al otro. –Dijo.

-De acuerdo. –Me arrebató la cámara.

-Yo empecé, ¿Te acuerdas? –Me dijo.

Salió la primera imagen; estaba Andrea acostada en la cama.

-¿Qué pasó? Primo. –Dijo Andrea.

-Fui por un condón. –Respondió Rafa que apareció en la cámara.

-Ya te dije que no me gusta hacerlo con condón.

-Si quieres seguir conmigo, así será.

-Sabes que no puedo resistirme. –Y Rafa se puso encima de Andrea y se empezaron a besar.

-No me quedaste mal. –Le dije a Rafa.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-Sabía que la primera sería Andrea. Por cierto, esta buenísima.

-Es una modelo. –Me dijo.

-¿Aún viven juntos? –Pregunté. Rafa me vio y asintió. –De seguro cogen todos los días.

-3-4 veces al día.

Y por lo que se vio en el video, habían formado una excelente pareja sexual. Rafa se movía de manera increíble y Andrea, sabia utilizar su cuerpo. Se me antojó verlos coger en vivo.

-¡Wow! Fue increíble. Andrea esta divina. –Le dije.

-¿Has hecho tríos? –Me preguntó.

-No. –Respondí.

-Piénsalo… tú, yo y Andrea.

-No tengo que pensarlo, quiero estar con ustedes dos. –Le dije. Nos besamos. –Mi turno, préstame la cámara.

Salió la imagen. Apareció el niño de la secundaria. Me aventé una carcajada.

-¿Qué pasa? –Me preguntó.

-No me acordaba de ellos.

-¿Ellos? Es solo uno. ¿Quién es? –Preguntó Rafa, viendo la cámara con mucha atención.

-Son 3 niños de secundaria que conocí ese día en un parque. Me hice novio de uno y quería que fuera el primero pero se fue. Se quedó ese conmigo y me lo llevé. Estaba muy feliz. Me dio ternura. –Le dije. –Quedó en presentarme a su novia para enseñarle a coger pero ya no le hablé.

-Háblale después. –Miré a Rafa y tenía esa cara de excitado. Me encantaba.

-Si eso haré. –Se me ocurrió ponérsela a Rafa.

-Y ¿Cogiste con el otro niño? –Me preguntó.

-Aún no. –Y le guiñé un ojo.

En el video, me quité rápido la ropa y quedé en ropa interior.

-Estás buenísima amor. Tienes unas tetas enormes y no se te caen.

-Son tuyas amor.

-Se vino rápido. ¿Qué pensaste en ese momento? –Me preguntó Rafa.

-La verdad es que solo lo llevé para tener a uno en la lista. Es una apuesta, no quería perder. Fingí todo. Y más porque estaba deseando que aquello acabara rápido porque otro chavo me estaba esperando. –Le dije.

-¿Voy a ver a dos?

-No, el otro fue en otro lugar. Como quiera cuenta, ¿No?

-Claro que no, solo los que salgan en esta cámara. –Me dijo. Terminó el video. –Vamos 1 a 1. Mi turno. –Dijo Rafa.

-Adivino: Olga.

-Así es. –Dijo Rafa. -¿Cómo supiste?

-Los vi entrar. Minutos antes estaba con un chavo.

Apareció en la imagen del video, Miguel y yo.

-Y ¿Ese quién es?

-Es Miguel. –Le dije.

-Miguel… Miguel… -Repetía Rafa al aire. –Miguel el novio de ¿Tu hermana? –Me dijo sonriendo.

-Si, ese mero. –Le dije con tono de orgullo.

-¿Cuándo te lo cogiste por primera vez?

-Fíjate que no tenia pensado cogérmelo. Andaba bien caliente ese día y era la hora en que llegarías con alguien al cuarto. Solo el pensar, me calenté demasiado y pensé en Miguel, en fajar nada mas y con la calentura, terminé cogiendo. –Le dije con una sonrisa. –La primera vez que íbamos a coger, fue el 14 de Febrero, aquel día que tu y yo terminamos cogiendo en el cuarto de la lavadora...

-Como olvidarlo. –Dijo.

-Ese día estuve con 4 personas, incluido tu. –Le dije.

-Me ganaste. Yo estuve con 3. -Me dijo. –¿Quiénes fueron? –Preguntó. En el video, yo ya estaba encima de Miguel, moviéndome.

-Fue el novio de una amiga, fue su primo, Miguel pero no lo hicimos, solo fajamos, pero él se vino, y tu. –Le dije. –Y ¿Tu? ¿Con quien estuviste?

-Andrea, tu y... –Dudó

-¿Quién? –Me entró curiosidad.

-Este... tu tía. –Me dijo.

-¡¿Queeeeeee?! –Y sonreí. –¿De verdad?

-Pensé que te enojarías.

-¿Cómo crees eso? Me hace feliz, mi tía no está tan buena pero es bien cogelona.

-Eso sin duda. –Me dijo.

-¿Desde cuando cogen? –Pregunté.

-Desde que viniste a vivir aquí.

-Que bien. Fíjate, una idea que me acaba de surgir. –Dije. –Pero es bien loca.

-Haber, dime...

-Que te cojas a mi mamá. –Y lancé una carcajada.

-Todavía aguanta. –Me dijo.

Y los dos nos carcajeamos.

Terminó mi video y siguió Rafa con mi hermana Olga.

-Le gusta disfrutar de perrito. –Me dijo Rafa.

Ver a mi hermana coger con mi novio me provocaba demasiado morbo.

-Algún día me gustaría verte coger con Olga. –Le dije. –O hacer un trio. Pero dudo que me anime.

-Lo pensamos, amor. –Me dijo. Se agachó a mamarme las tetas. Para este momento, ya estaba desnuda de arriba. Rafa no se separaba de ahí.

-¿Qué hora son? –Pregunté mientras agarraba mi teléfono. –10:03pm, seguimos. Adivino, tu tercera es la vecina.

-Te equivocaste.

-¿Entonces?

-Bueno, me conseguí una "novia" de la secundaria donde trabajo. Estamos en un proyecto, una maestra y yo con una niña. La niña es muy inteligente y tiene un concurso, acaban de mudarse, es de la ciudad de México.

-Hablas, ¿De la niña o de la maestra? -Pregunté.

-De las dos. –Me dijo. –En el video primero saldrá la niña, 13 años. Flaquita, exquisita. Y bien chichona, las tuyas están chicas comparadas con las de ella.

El video empezó y salí en medio de 4 hombres.

-Ese es mío. -Dije arrebatándole la cámara. Rafa me vio sorprendido.

-¿Tuviste una orgia?

-No, para nada. Ese día me contrataron para atender al niño, era su primera vez.

-¿Andas de prostituta?  –Me preguntó.

-Me gustan las cosas caras.  –Dije mientras sonreía.

Y eché a andar el video. Apareció toda la cogida,  Rafa no perdía detalle. Recordé la violación y de alguna manera no debía perder la cámara y debía pausar el video. Se terminó mi cogida con el niño.

-Mi turno.  –Dijo Rafa.

-No, ese día tuve a dos.  –Le dije casi temblando.  –Mira. –Y le mostré solo el inicio y apagué la cámara.

-¿Qué pasa? –Preguntó Rafa desconcertado.

-Es que no quiero que lo veas, por favor. ¿Me respetas eso? –Le dije mientras le sacaba la verga del pantalón y saltaba ese palo que tanto extrañaba. Lo empecé a masturbar.

-Empezó fuerte. –Dijo. Si había notado algo extraño. –Parecía como violación, ¿Te violaron? –Me preguntó.

-Me pagaron bien ese día. –Le dije mientras le besaba el cuello, y bajaba despacio. –Me cogí al niño y la otra persona quería sexo anal. Me dio fuerte y hasta lloré por eso no quiero que lo veas. –Y me metí a la boca su verga. Empecé a mamársela.

-¡Uf! –Gimió mi novio. –Hace mucho...

-Sigues. –Le dije mientras me levantaba.

-No me puedes hacer esto. –Me dijo. No respondí. –¡Hay! Bueno. Mira a la niña, cayó rápido. –Me dijo.

-Espera, adelanto el video. –Le dije. La pantalla se puso negra. –Listo. Ten.

-Ahorita entra. –Dijo Rafa mientras reproducía el video. No iniciaba nada. –No puede ser.

-¿Qué?

-Se le terminó la capacidad a la cámara. No se grabaron las ultimas cogidas.

-¿Cómo? –Pregunté media ignorante.

-Que por tanto grabar, ya no se pudo grabar mas. –Me dijo.

-Creo que fue mi culpa. –Le dije. –La ultima, que fue anal, me dolió tanto y estuvo fuerte que me olvidé de apagar la cámara.

-Y ¿Ahora? –Me preguntó mi novio.

-Decir con cuantos mas cogimos y confiar. –Le dije. –Yo cogí solo con esos 4 que viste, y ¿Tu?

-Con las 2 que viste, con la niña que ibas a ver de 13 años, con la vecina y con la maestra. Fueron 5 y parece que gané. –Dijo sonriendo.

-Pero fuera de la cámara yo cogí con 2 mas. –Le reclamé. –Esos deben contar. Es mas, cogí con 3.

-Haber dime, ¿Quiénes fueron? El chavo ese no cuenta, es normal. –Me dijo.

-Bueno... –Dudé. No estaba segura si decirle quienes fueron las otras dos personas.

-Pierdes si no me dices y me convences que son especiales.

-La primera es una mujer. –Le dije y recordé a mi amiga Karla con la que tuve algo.

-¿Lo hiciste con una mujer? –Preguntó asombrado.

-Nos besamos, nos desnudamos y nos tocamos. No estaba lista en ese momento para tener sexo con una mujer pero se dio. No lo disfruté y espero disfrutar con mi amiga Andrea. –Le dije.

-¡Wow! Si amor, hazlo con mi prima. –Rafa se emocionó.

-4 a 4, ¿Verdad? –Dije.

-Así es. –Me dijo. –Sorpréndeme con el otro y ganas.

-Te sorprenderás. –Le dije. Rafa se puso serio y atento. –Fue con el director de la prepa en la que estoy.

-¿QUÉ? –Soltó un grito enorme que sin duda se escuchó en todo el mundo.

-Así como lo oyes.

-¿Cómo fue? Cuéntame.

Miré la hora en mi reloj, le di un pico en la boca y me agaché.

-Quedan 20 minutos para que me vaya. Te cuento después, por lo pronto quiero irme con tu leche en mi boca. –Y me metí su verga a la boca.

Durante los siguientes 10 minutos, en aquel auto, no se escuchaba nada mas que gemidos. No había disfrutado tanto de una verga desde hace mucho. Y a los 10 minutos, me llenó la boca de leche que disfruté tragando lentamente. Nos bajamos del auto y nos acomodamos la ropa.

-Tengo a la mejor novia del mundo. –Me dijo Rafa mientras conducía.

-Y yo al mejor novio del mundo. –Le dije y nos tomamos de la mano.

-¿A dónde? –Me preguntó.

-Bájame en la plaza, ahí espero al director.

-¿Te vas a ver con él? –Preguntó sorprendido. Asentí. –No me digas nada mas. Sorpréndeme con la historia del director otro día. –Rafa se veía emocionado. Llegamos a la plaza. Bajé. –Por cierto, ganaste la apuesta, ¿Qué quieres?

Lo miré, sonreí y hablé.

-Quiero que me veas coger con un hombre, pero que me consigas al que me gusta. –Dije y caminé al centro de la plaza.

-Pero, ¿Amor...? –Y ya no escuché nada mas.

Me olvidé de todo lo que había pasado y pensé en el director y en que me llevaría con uno de sus clientes, para satisfacerlo. Mi idea era sacar buen dinero esta noche para darle un buen regalo a Rafa, y que si para eso tenia que atender a muchos hombres, lo haría.

Sonó mi teléfono.

-¿Mija? ¿Dónde estas? –Preguntó el director.

-¿Usted donde esta? –Pregunté y me dijo. –Mire, siga derecho hasta donde topa, luego a la izquierda y va a mirar una plaza al fondo, ahí estoy, en la parte mas oscura.

Colgó.

Me llegaron nervios, pero mas que nervios, era ansiedad, ya quería empezar. Estaba feliz. Se detuvo una Hummer negra y sonó el claxon. Ahí estaba. Caminé temblando. Abrí la puerta del copiloto. Me asusté. Estaban dos muchachas, sentadas y manejando el director.

-Sube atrás. –Me dijo. –Háganle espacio, muévanse. Una, muévase para atrás. –Les dijo a las chicas.

Las dos chavas que llevaba el director en frente, traían minifalda e iban muy bien maquilladas, muy guapas. Estaban delgadas.

Abrí la puerta de atrás e iban 8 chavas mas entre los asientos y la parte trasera (Cajuela) de la Hummer, arregladas de la misma manera. Guapísimas. Subí y nos apretamos y acomodamos como pudimos. Arrancó la Hummer.

-Como eres primeriza, no sabes bien las cosas. –Dijo el director. Imaginé que a la que le hablaba era a mí porque era mi primera vez que iba con él. Arrancó la Hummer. –Debes venir vestida enseñando mucho. Ya viste a las muchachas. Y cuando lleguemos, debes estar a disposición para cualquier cosa de las personas que estén en ese lugar. Si lo haces, te van a pagar muy bien. Las chicas que se portan bien llegan a sacar hasta 8mil pesos en una sola una noche. Es todo.

Subió la música. En la camioneta iba variedad de mujeres; algunas bonitas, otras buen cuerpo, otras chichonas. Iba sentada en los asientos de atrás con 4 chavas mas. Vi que una chava sacó una bolsita de algo blanco de su bolsa. Luego con el dedo, agarró un poco de eso blanco y lo aspiró con la nariz.

Vi que movió la boca pero con el ruido de la música no alcancé a escuchar que dijo. La chava que estaba a mi lado se estiró por la bolsita e hizo lo mismo, con el dedo chiquito tomó un poco y lo aspiró.

-¿Quieres? –Me preguntó ofreciéndome la bolsita.

-¿Qué es? –Pregunté de manera inocente.

-Cocaína. –Me respondió sin inmutarse. Me asustó su respuesta y asustada respondí que no. –Está bien. Este es un trabajo muy duro y pesado, no sabes en la que te metiste. La mayoría de nosotras solo veníamos por el sexo y dinero, y eso es. Pero nunca nos imaginamos que esto de prostituirse fuera tan difícil. –Agarró una cerveza que tenía entre sus piernas y bebió. –Solo drogándose y emborrachándose puede aguantar uno. –Y se tomó toda su cerveza. –Director, abre el quemacocos. –Se abrió la ventana del techo de la Hummer y se paró la chava que iba a lado mío. Empezó a gritar y a bailar al ritmo de la música. Se miraba perdida.

Al estar parada, pude ver sus nalgas. Traía una tanga. Otra de las chavas se levantó y se puso a su lado. Las dos me daban un espectáculo.

Miré a las chavas que iban atrás, en la cajuela. Dos de ellas se iban besando. La otra iba bailando sola con una cerveza en la mano. Las chavas se dejaron de besar, y una le ofreció cerveza a la otra.

Agarramos carretera y se cerró el quemacocos. La música se apagó.

-Dígame. –Dijo el director contestando el teléfono. -¿Dónde? Ahí voy, en 10 minutos llego. –Colgó el teléfono. –Chicas… Son 3 hombres, $700 cada uno, pero es toda la noche. ¿Quién se anima? –Preguntó.

Yo no entendí lo que dijo, no respondí.

-Yo. –Dijo la chava que iba atrás con la cerveza en la mano y bailando.

-De acuerdo. –Dijo el director. Le subió a la música y pasaron cervezas.

-Ten. –Me dijo la chava que iba a mi lado.

-No tomo. –Le dije.

-Como quieras. –Dijo encogiéndose de hombros.

La Hummer iba muy rápido y en menos de 10 minutos llegamos a la ciudad. Fuimos a un motel de los más baratos.

-Aquí es. Cuarto 25. –Dijo el director. –Te llamo después.

La chava se bajó, esperamos a que entrara y arrancamos la camioneta.

La vi y no había entendido lo que dijo la chava que iba a mi lado. Si ese era el trabajo no era tan malo, quizá aguantar muchas vergas si lo era pero por 8 mil pesos lo haría. Me sentí un poco menos nerviosa. Arrancó la camioneta. Salimos de la ciudad.

-¿A dónde vamos? –Pregunté a la chava de a lado.

-Al rancho.

-¿Qué rancho?

-Ahí es donde se reúnen todas y todos… -Y su mirada se perdió. Me dio miedo y no dije nada más.

Nos metimos entre las parcelas, dimos un par de vueltas. Vi a lo lejos unas luces de linternas. Nos paramos frente a dos personas.

-Buenas noches, jefe. –Dijo una de las personas. Los dos traían armas.

-¿Cómo los trata la noche? –Preguntó el director.

-Nos sentimos solos. –Dijo el mismo que había saludado.

-Oye, tú. –Le habló el director a la chava que iba a mi lado. –Aquí te quedas.

-Sí, señor. –Dijo la chava y se bajó.

-Cuídense. –Dijo el director mientras avanzaba.

Avanzamos otro km entre la parcela y nos detuvimos en otra parada.

Estaban otros dos chavos armados y dos chavas.

-¿Todo bien? –Preguntó el director.

-Muy bien. –Dijo uno de los chavos. –Adelante.

Avanzamos otro km y llegamos a una puerta que la abrió un hombre, también armado. Avanzó en un camino en serpiente lleno de árboles. A lo lejos se veía una casa. Entre los arboles pude ver hombres armados dispersos.

Llegamos a un estacionamiento, al pie de la casa. El estacionamiento era enorme, y estaba lleno, cerca de 50 autos.

La casa era aún más grande. No podía imaginarla por dentro y hasta dudaba si ya se habían usado todos los cuartos.

-Llegamos. Ya saben qué hacer. –Nos dijo. Empecé a tener miedo.

Nos bajamos. Me vi y comparada con las otras me sentía muy fea. No iba nada arreglada.

El director entró a la casa y nosotros detrás de él.

-¿Qué tal? ¿Cómo estás? –Se acercó a varias personas que estaban dentro de la casa. –Ustedes, sigan. –Nos dijo.

Las chavas avanzaron y yo las seguí. Fácil las personas se podían perder en aquella casa. Nos topamos con un hombre armado.

-Hola papi. –Dijo una de las chavas que iban con el director en frente de la Hummer.

-Hola, chiquita. Mucho tiempo sin verte. –Y al instante se recargaron en la pared a besarse. El chavo levantó unas de las piernas de la chava y empezaron a fajar.

Las chavas sin inmutarse, siguieron avanzando. Las seguí. Alcancé a escuchar.

-… Y si hay un rato libre te espero ya sabes dónde. –Le dijo la chava al chavo. Al rato nos alcanzó.

-¿Sigues con eso? –Le dijo la chava que en la Hummer había sacado la bolsa de cocaína. –Ya habíamos hablado de esto.

-Pero me gusta, lo quiero y lo amo. –Dijo la chava.

-Pero tú le gustas uno de los manos derechas...

-¿Eso qué? –Interrumpió la chava.

-¿Cómo que que? –Le dijo. –Te vas a meter en un problema si te atrapan. Deberías disfrutar a la persona que le gustas, tiene buen puesto y mucho dinero. Tendrías tu futuro asegurado. Tienes suerte y no la aprovechas.

-Pero yo amo a otro y ya dijimos que nos vamos a escapar en diciembre.

-Recuerda lo que le pasó a… -Y la miró fijamente. Silencio.

Seguimos avanzando.

Llegamos al final del pasillo. Se abrió la puerta.

Había cerca de 100 personas entre hombres y mujeres, en el centro había una piscina; dentro había chicas en bikini muy buenas, y había hombres. Algunas parejas besándose y otras tocándose y sin duda, una que otra cogiendo.

Alrededor había mesas y sillas; los hombres sentados y las mujeres sentadas arriba de ellos, unas en bikini y otras con ropa. Igual besándose y tocándose.

Había música, y mientras platicaban, bebían alcohol y pude notar como muchos consumían cocaína. Las chavas a mi lado se dispersaron y se acercaron a las mesas.

Escuché balazos. Mi corazón latió muy de prisa y me agaché asustada. Escuché gritos de una mesa. Todos gritando de felicidad. Todos se levantaron a felicitar a una persona junto con una chava.

-Y ¿Tú? ¿Quién eres? –Brinqué asustada. Alguien me había hablado. Volteé y vi a la esposa del director sentada pegada a la puerta.

-Soy Julia, señora. –Respondí asustada.

-Claro, claro. Me acuerdo de ti. Fuiste a mi casa. –Agarró su vaso y bebió. Se notaba muy tomada. –Tu asustada y allá festejando que la chava está embarazada. Es uno de los jefes. La chica la supo hacer y se irá bien forrada de dinero. –Me dijo, aunque más bien fue como un pensamiento. Agarró una bolsa de cocaína y aspiró. -¿Por qué viene vestida así?

-No sa… sa… sabía nada de esto.

-Sí, es tu primera vez. En la próxima tienes que venir mejor vestida. Mira a todas. –Las miré. Andar entre tantos hombres y casi desnuda, me daría pena. –Los hombres que ves aquí, tienen mucho dinero. Y las chavas que ves aquí tienen necesidad de dinero. Como aquella chica que se embarazó, la supo hacer. Aunque no creas, tendrá una vida difícil. Si la sabes hacer, les sacarás mucho dinero a estas personas sin embarazarte. –Bebió otro sorbo.

Miré fijamente una mesa y pensé. Chavas riendo, tomando, drogándose para cumplir el capricho de hombres que les van a dar dinero. Me llegó un miedo en mi pecho y lo único que quería era salir corriendo de ahí y olvidar todo lo de esa noche.

Me gustaba la idea de prostituirme pero no esto que estaba viendo. Todas las personas de ahí eran delincuentes, eran narcotraficantes.

Caminé dos pasos hacia atrás y choqué con alguien.

-Cuidado. –Noté un acento diferente. Giré la cabeza y vi un montón de militares en la puerta. Pasaron a lado de mi y uno de ellos me tomó de la cintura y me llevó con él.

Se levantaron unos tipos de la mesa. Mi corazón casi se me sale del pecho.

-Pensé que no vendrías, compadre. –Le dijo uno al militar.

-Tuvimos algo, invítame algo y a alguien y vamos a hablar. Hay cosas importantes. –Le dijo el militar a la persona. –Diviértanse. –Les dijo a los militares.

Todos se empezaron a mover entre las mesas. El militar que me agarró, no me soltó y me llevó a otra mesa, llena también de personas. Agarró un vaso y se sirvió alcohol, luego consumió cocaína. Me invitó de las dos cosas pero no acepté.

Nos acercamos a uno de sus compañeros. Ya estaba con una chica, que estaba en bikini. Ella traía una cerveza en la mano y le bailaba al militar, este ni se inmutaba.

-Wey, viste el juego de… -Y empezaron a hablar de fútbol.

La chava me miraba y me hacía señas de que hiciera algo. Yo, asustada, no podía moverme.

-Vamos por un trago, ¿Quieren? –Les preguntó la chava. Los dos asintieron. La chava me jaló y nos acercamos a una mesa.

-Mijita, pareces nueva. –Sirvió un vaso de alcohol y agarró una bolsita llena de cocaína. –Sé que es difícil pero ten. –Me dio las dos cosas. –Para que se te quiten los nervios.

-No quiero. –Le dije.

-Entonces aplícate. –Me dijo. –Soy Verónica. –Me dijo e inhalo cocaína. –Esto… esto… te ayudará. –Dijo señalando la droga. –Eres nueva, ¿No?

-Así es. –Le respondí.

Aquel ambiente no me gustaba para nada, estaba asustada; armas, droga, alcohol, criminales. Todo esto era contrario a lo que yo había soñado para mi vida.

-¿Cómo te llamas? –Me preguntó.

-Julia.

-Bueno Julia, no te fue tan mal para ser tu primera vez. –Me dijo bebiendo alcohol.

-¿Cómo? ¿Por qué?

-Aquí entre nosotras tenemos reglas. Si pones atención, somos casi el doble de mujeres que de hombres. Hay dos por cada hombre. –Me dijo. –Pero si ves, mira aquella mesa, si esa, ahí están los jefes. Y todos están acompañados.

-Y ¿Por qué dices que me fue bien? Ellos te dan más dinero, ¿No? –Pregunté extrañada.

-Pero, ¿A cambio de qué? –Me dijo. –Si le gustas mucho a un jefe, te lleva con él y ya no regresas. Pobre de la chava que se embarazó. Yo busco dinero, para mi hija, soy madre soltera pero aquí tengo a mi familia. No quisiera irme para ningún lado, por eso mantengo un perfil bajo. Y pagan bien más propinas y algo que pueda robar. Una vez saqué $10,000 pesos pero tuve que hacer cosas muy vergonzosas. Porque no solo es sexo aquí…

-Y ¿Cuáles son las reglas? –Interrumpí.

-La más importante, tu turno acaba cuando complaces a una persona. –Dijo y bebió alcohol. –Si alguien te pide, vas a estar con esa persona hasta que lo hayas complacido; hay hombres que solo quieren una mamada, otros un faje, otros todo completo y hay uno que otro un trío. Pero al momento de complacerlos, ya te puedes ir si gustas.

-Obviamente es menos dinero. –Le dije.

-Tú tienes tu sueldo y como quiera te lo van a pagar. Las propinas las sacas de los que vienen a vernos. Tú decides si irte o quedarte. Hay muchas mujeres. –Volteó a ver a los militares que nos agarraron. –Ellos se van muy rápido, a veces no alcanzan ni una mamada.

-Y si se van, nosotros ya cumplimos.

-Exactamente. –Me dijo y me vio. –Te ves más relajada.

-Me siento un poco mejor.

-Vamos a ponerte ropa más cómoda y regresamos con los militares. –Les hizo una seña de que nos esperarán. Entramos a la casa y caminamos, entramos a un cuarto. –Aquí dejo ropa mía y de otras, vamos a buscarte un bikini.

-Bikini, no. ¿Cómo crees? –Le dije apenada.

-Todos queremos ver estas chichotas. –Me dijo mientras me las agarraba.

-Quítate. –La separé.

-Está bien, solo te digo que estas chichotas son las más grandes que hay por aquí. Tarde o temprano te pedirán que las enseñes. –Dijo y me aventó una minifalda y una blusa. Me las puse. Casi enseñaba nalgas con esa minifalda. Salimos. -Yo estoy por mi hija aquí, pero ¿Y tú? –Me preguntó.

-Luego de que me dijiste eso, me da pena decirte. –Le dije.

-Dime, quizá terminemos siendo buenas amigas. –Me dijo.

-Es que… -Bajé la cabeza apenada. Verónica sonrió.

-No me digas que estas aquí solo porque te gusta el sexo…

-Si. –Dije interrumpiéndola.

-Qué suerte tengo. –Me dijo.

-¿Por qué?

-Yo creo que para tener sexo, no te limitas, no le haces el feo a nada. Todo lo disfrutas. –Asentí. –Hay trabajos fuera de aquí, que a veces piden muchachas para tríos y orgías. A las chavas de aquí casi no les gusta, ni el pago ni el sexo. Dicen que es muy poco dinero para lo que harían. Pero dicen que muchos piden a mujeres para que hagan casting para películas porno, que las graban mientras tienen sexo y luego te pueden hablar para hacer una película. –Yo me quedé asombrada, imaginándome en una película porno. –Otra chava, también ninfómana como tú, y yo, fuimos a un trío. Pero no nos grabó ni nada. No nos tocó suerte. Y ahora llegas tú y podríamos hacer servicio más grande, las 3 mujeres participando. Quizá nos hablen más rápido. ¿Participarías?

-Sí, porque no. –La miré y tenía la mirada llena de ilusión y sueños.

-Desde que llegué aquí, soñé con ser una estrella porno y tener mis propias producciones. –Dijo. Me miró. –Si me ayudas, te daré papeles en mis películas con hombres bien vergudos. –Dijo y sonrió.

Salimos. Me detuve asustada. Habían sacado una alberca y estaba llena de lodo, y había dos muchachitas dentro, en traje de baño.

-Luchas en lodo. –Me dijo. –Se trata de sacar a la otra a empujones. Hay muchas peleas. La que gane, le dan unos $2000 pesos. Se me hace algo vergonzoso.

Caminamos a donde estaban los militares. Verónica agarró al suyo y lo abrazó. Le copié e hice lo mismo. Verónica bailaba al ritmo de la música. De nuevo le copié y en ese momento me di cuenta que era una chava que tenía ritmo. Hasta me empezó a gustar.

Vimos varias peleas.

Empezamos a hablar con los militares, nos preguntaron cosas personales. No pasó nada más. Se tuvieron que ir.

-Te lo dije. Con esto terminó nuestro turno. Vámonos. –Me dijo.

La seguí hipnotizada. Caminamos a un cuarto dentro de la casa y entramos. Ahí estaba la esposa del director.

-Ya terminamos. –Dijo Verónica. La esposa del director nos vio.

-¿Qué tal te la pasaste? –Me preguntó.

-Bien. –Le dije.

No dijo nada más. Sacó dinero y nos lo dio. Verónica dio la vuelta y salió sin despedirse.

-Gracias y con permiso. –Le dije. Y salí.

-$2000 pesos sin hacer nada. –Dijo. –¿Vamos a putear? –Me dijo mientras salíamos de la casa. –Es temprano, es casi la una. Conseguirnos a unos para que paguen el pisto y coger.

-Por hoy pasó…

-¿Nunca has hecho eso? O ¿No te gusta? –Me preguntó. Avanzamos hacia unos autos. –Llévanos a casa. –Le dijo a un señor que estaba ahí. Subimos a un auto y avanzamos. -Y bien, ¿Nunca has estado con hombres de una sola noche?

-Sí, claro. Solo que por hoy fue mucho para mí. –Le dije. –Nunca imaginé que esto sería así de fuerte, solo quiero descansar.

-Te entiendo. –Me dijo. –Entonces yo aprovecharé para ver a mi novio. –Y me acordé de Rafa. Lo dejé solo, y para irme a un lugar que no me gustó.

‘’Igual mis sentimientos ya están estables y no me preocupa, otro día lo aprovecharé”, pensé.

-Me bajas en esa esquina. –Era cerca de la casa de mi tía. Cambiamos teléfonos y me despedí. Caminé a la casa de mi tía. Ahí estarían Pedro y Pablo y con suerte me aventaría un trío con ellos.

La calle estaba sola, solo pasé por el frente de una pareja.

Llegué y toqué la puerta. Tardaron en abrir pero salió Pablo sin playera.

-Hola July, pasa. ¡Fiu! No dejas nada a la imaginación. –Ese recibimiento me gustó.

-Así desperdiciamos menos tiempo. –Le dije.

-Yo quiero ver. –Gritó Pedro. Avancé y me detuve en seco. ¡Wow! Es mía, Pablo. –Dijo rápidamente.

No estaban solos, ahí estaban dos chicas.

-¿Te nos unes? –Preguntó Pablo.

-En otra ocasión. –Dije y me di la vuelta. –Agarraré aire. Ustedes sigan disfrutando, como si yo no estuviera aquí. –Salí de la casa. Me senté en una de las sillas que tenía mi tía.

Me puse a ver la calle vacía. Vi a la pareja, y la chava se metió a una de las casas de cerca. Vi que se levantó el muchacho y avanzó a su casa, antes de entrar se regresó. Avanzó hasta donde yo estaba. Por la luz no le miraba el rostro.

-Hola Julia. –Me saludó. –¿Te acuerdas de mí?

-Hola. –Saludé. Vi el rostro de él en la luz. –No, ¿Quién eres?

-Soy el vecino. –Me dijo.

-Tú eres... –Y si, le daba un aire a aquel niño. Que ese niño ya no tenía nada.

-¿Cómo estás? –Me preguntó. Me llegaron unos nervios increíbles. Ahí estaba frente a mí el niño con el que yo tenía relaciones cuando era niña.

-Bi…bien. –Dije tartamudeando.

-Muy buena diría yo. –Sacó unos cigarros.

-¿Me das uno? –Le pedí sin pensarlo. Fue como si mi cuerpo me lo pidiera.

-Claro. –Me lo encendió.

-¿Cómo se fuma? –Le pregunté.

-Tira y luego trata de metértelo a la garganta. Luego lo expulsas. –Hice lo que dijo. Me dio tos, me andaba ahogando. –Con práctica lo lograrás. ¿Puedes apagar la luz? Es que si mi mamá me ve, me regaña. No le gusta que fume.

-Listo. –Le dije. -¿Ella es tu novia? -Le pregunté y me senté en unos escalones, dándole la espalda al vecino.

-Sí, tenemos dos años. –Respondió. –Y ¿Tu novio?

-Ahí anda. –Silencio.

Fumaba como desesperada. Escuché que se levantó y luego se acomodó a mi lado. Quedamos muy pegados. Solo fumamos. Seguía nerviosa.

-¿Te acuerdas? –Rompió el silencio.

-¿De qué? –Respondí de forma agresiva.

-De que tú y yo tuvimos algo. –No respondí. –Tu tía, nos ayudó mucho.

-¿Qué quieres decir? –Pregunté.

-Acuérdate que ella nos enseñaba.

Y en se momento me llegó un recuerdo:

-Mira July. –Dijo mi tía. Sacó un dildo y lo puso en el suelo. Estaba desnuda frente a nosotros. –Ponte arriba del vecino, agarras su pene con la mano y lo acomodas a donde está tu panochita y te dejas caer. –Y ella simuló ese movimiento con el dildo. –Te mueves de esta manera. -Hice todo lo que me dijo. –Y tu vecino, agárrale las chiches y masajea. Repitan este proceso y el de tu arriba de ella.

Hicimos esas dos posiciones por un buen rato.

Vi al vecino y sonreí.

-Cuándo me enseñó a montarte.

-Sí, pasamos como 2 horas haciendo eso. –Me dijo sonriendo.

-Me gustaba. –Le dije.

-Y ¿Qué tal la de perrito? Esa no la olvido.

-Haber July. –Me dijo mi tía. -Bájate. Hoy serás una perrita.

-¿Qué hago?

Mi tía se subió a la cama.

-Te pones de rodillas así como estoy, acomodas tus manos así y tratas de levantar tus caderas de esta manera. –Me dijo. Ella se puso así en la cama. –Luego tú, ven, súbete, ponte de rodillas detrás de mí y métemela. –Le dijo al vecino. -¿Ya? Ahora agarra mis caderas y muévelas para atrás y para delante. -Vi como cogió mi tía con el vecino por unos 5 minutos. –Listo, me salgo. Ahora háganlo ustedes. –Salió mi tía.

-¿Aprendiste bien? –Le pregunté.

-Si. –Me respondió bien seguro. Me acomodé en cuatro.

-Si me acuerdo. Ahí te cogiste a mi tía.

-Así coger lo que se dice no. Eso fue otro día. –Me dijo.

-¿En serio? –Pregunté.

-Claro. Me dijo que me iba a entrenar para que fuera su amante y hemos estado cogiendo.

-Imagino que ya habrás mejorado bastante. –Le dije y lo volteé a ver.

-A una puta tan buena como tú, si la lleno. –Me dijo y me volteó a ver.

Nos besamos. Al principio fue un beso muy simple, pero incrementó su intensidad cuando puso su mano en mi pierna y la masajeo. Me moví un poco dándole a entender que podía subir más. Entendió rápido y subió su mano, junto con ella, mi minifalda.

Llevé mi mano a una de sus piernas.

El beso había subido de tono. Metió su mano por debajo de mi blusa y tocó mi vientre, y subió más hasta poner su mano en uno de mis pechos. Los masajeó.

-Están enormes. Antes no tenías nada. –Me dijo.

-Cállate, y sácatela. –Le dije. –Quiero mamártela. Tú vigila que nadie venga.

Se la sacó y la vi. Casi del mismo tamaño que la de Rafa. Me agaché y me la metí a la boca.

El miedo de que alguien nos pudiera descubrir calentó mi panocha y la puso al 100. Solo le di una mamada de 20 segundos.

-¿Traes condones? –Le pregunté mientras lo masturbaba.

-Si.

-Póntelo. Aquí te voy a montar.

Se levantó rápido, sacó la cartera y sacó un condón. Se lo puso, se volvió a sentar.

Me levanté y me hice a un lado mi calzón. Me agaché pero me puse de rodillas. En esa posición, sentí todo el grosor de la verga del vecino. Sentí como iba abriendo y de manera fuerte, las paredes de mi panocha. Yo gemía de dolor, de la excitación y de lo rico que iba sintiendo mientras entraba.

Se levantó Pablo, había estado mamando mi panochita.

-Ya estas lubricando. –Me dijo y puso sus dedos en mi panocha.

-¿Y eso que quiere decir? –Pregunté de manera inocente.

-Que estás lista para ser penetrada. –Se levantó y vi que sacó algo y se lo puso en su verga que era enorme, grandota. Quizá mi inocencia la miraba así.

-¿Qué te pusiste?

-Un condón.

-¿Para qué?

-Para que sientas más rico.

Se sentó frente a mí, levantó mis piernas y sentí algo en mi entrepierna. Empujó un poco y dolió.

-¿Te duele? –Me preguntó.

-No, me asusté. Sigue. –De nuevo empujó, me dolía pero al mismo tiempo sentía un placer enorme. Lo más rico que una mujer podía sentir. Me golpeó con sus piernas.

Gemí de placer.

-¡Wow! –Dijo mientras se salía. –Tuviste un orgasmo. ¿Te lastimé?

-No. –No podía ni hablar. –Fue lo más rico que he sentido. Quiero hacer el amor toda la vida y con todo el mundo. –Dije. -¿Me puedes hacer lo mismo? –Levanté mis piernas.

-Claro. –Y se acomodó listo para cogerme.

-Muy rico, así como antes. –Dije entre gemidos.

-¿Terminaste? Ahora sigo yo. –Me dijo el vecino.

-Claro que no. –Seguía hablando sin poder recuperarme. –Ya terminamos. Me han dejado caliente, ahora yo te dejo así. –Le dije levantándome. Caminé a la entrada de mi casa. –Gracias por los recuerdos. –Y entré temblando.

-Vente July. –Me dijo Pedro. Lo ignoré.

Entré a mi cuarto. Le puse llave y me desnudé. Me tiré en la cama y grité de felicidad.

-Esto es lo que quiero. Amar a mi novio, que me ame y tener sexo sin control con cualquier otro. –De nuevo grité de felicidad. –Ahora tengo dos cosas en mente: cobrarle la apuesta a mi novio y ser una estrella porno.

Continuará.

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