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Conociendo el negocio. (1)

en Hetero: General

2008, un año que la verdad quiero borrar de mi vida. Tuve los mejores momentos, llegué a lo máximo en mi vida, en mi trabajo, dinero, sexo. Fue lo mejor. Pero también, 2008, fue un año donde caí hasta lo más bajo.

Abran su mente para leer de todo y por favor no me juzguen mal.

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-¿QUE? –Dije gritando. Nadie estaba con nosotras. –Acaso escuché bien. –Agarré mi cabeza. Mi corazón se me salía del pecho, y en pedazos. -¿Estas embarazada? Y ¿De mi novio? ¿De Rafa?

UN MES ANTES.

1 DE ENERO 2008

Me había dormido cerca de las 2am. Tenía un viaje con Edith y la salida era a las 11am. Ya había preparado mis maletas. Mi amiga me había dicho que solo cargara poca ropa, que como quiera íbamos a comprar más.

Mis papás siempre pensaron en darme un excelente futuro, y que la preparatoria donde actualmente estudiaba, me estuviera pagando un viaje para conocer universidades, lo vieron con buenos ojos.

Lo que no sabían es que el viaje trataría de otra cosa.

Esperaron conmigo el autobús hasta que llegó y me despedí de ellos. Iniciaba mi viaje.

Fue un viaje de dos horas hasta la ciudad vecina donde ahí me estaría esperando Edith para agarrar un avión y salir a nuestro primer destino.

Cuando llegó el autobús, bajé y vi a Edith.

-Hola. –Saludé con una sonrisa.

-Vienes muy animada. –Me dijo.

-Claro, esto es una oportunidad que quiero aprovechar al máximo. -Dije

-Esa es la actitud. Eso vamos a necesitar. –Me dijo.

Caminamos hasta su auto, arrancó hasta que llegamos al aeropuerto. Bajamos. Ella habló con algunas personas y entramos.

Yo nunca había subido a un avión, de hecho nunca había estado tan cerca de uno. El solo pensar que me iba a subir a uno me daba mucho miedo. Estaba muy nerviosa.

Compramos los boletos, y se hicieron los protocolos. Subimos al avión.

-¿Ventana o pasillo? –Me preguntó.

-Ve… ventana. –Le dije temblando.

-Tranquila, todo está bien. –Asentí.

Nos acomodamos hasta que despegó el avión. Tomé un vaso de agua.

-En total vamos a visitar 10 ciudades. –Me dijo. –Toma. Míralas.

Agarré un cuaderno y vi una lista:

1.       X, Zacatecas. (1-3 Enero)

2.       X, Puebla. (3-10 Enero)

3.       X, Nuevo León. (10-12 Enero )

4.       X, Veracruz. (12-16 Enero)

5.       X, Chihuahua. (16-20 Enero)

6.       X, Sinaloa. (20-25 Enero)

7.       X, Baja California Sur. (25-27 Enero)

8.       X, Oaxaca. (27-29 Enero)

9.       X, Aguascalientes. (29-31 Enero)

10.   X, Durango. (1-3 Febrero)

NOTA: POR OBVIAS RAZONES NO PONDRÉ EL NOMBRE DE LAS CIUDADES.

-No sé qué es esto. –Dije.

-Es un calendario. Las ciudades, los estados y las fechas. –Dijo.

-Y ¿Solo tienes negocios en esas 10 ciudades? –Pregunté.

-No. Tengo negocios en todo el país. –Dijo viéndome. –Durante el año visito muy pocos negocios. De hecho hay negocios que nunca he visto.

-Platícame sobre tus negocios.

-Como ya te dije, por medio de este trabajo que tenemos, tengo muchos contactos en todo el país. Entre todos nos ayudamos y lavamos dinero. Para no llamar mucho la atención, abrimos tiendas chiquitas, supermercados, refaccionarias, car wash, tiendas Oxxo, y cualquier otro negocio que te puedas imaginar. –Dijo. –Y nuestros abogados se encargan del dinero. Mensualmente estoy ganando casi los $500,000 pesos con puro negocio chico.

-¡Wow! –Dije.

-Y como ya te diste cuenta, tengo demasiado dinero en mi cuenta. Pero ese dinero que recibo es dinero ‘limpio’, dinero “sucio” sacamos más. Aparte, a veces recibo uno que otro regalo por parte de estas personas.

Y de pronto me imaginé una cuenta llena de dinero y viajando con Rafa por todo el mundo.

-Y ¿Yo? ¿Dónde entro? –Pregunté.

-Te traigo para mostrarte el negocio. Que te conozcan, que te ubiquen. En un punto, tú serás la que venga a estos viajes sola. –Me dijo.

-Qué miedo. –Dije.

-Así iniciamos todos. –Silencio. Habló. –Tengo planeado abrir negocios en estas 10 ciudades, hablé con mi abogado, ya sé que negocios abriremos y ganarás un total de $50,000 mensuales.

-¿En serio? –Se me hizo un mundo de dinero.

-Solo hay un problema, tú aun eres menor de edad. No podemos abrirte una cuenta y menos para manejar tanto dinero.

-Mi novio. –Dije rápido. –Abre una cuenta para él y que ahí depositen todo. –Dije feliz.

-¿Segura?

-Segura. –Le mostré mi anillo de compromiso. –Nos vamos a casar. E igual pronto cumpliré los 18 años y de ahí metemos más negocios. –Dije. Me abrazó. –Oye, pero, ¿Teníamos que venir? ¿No podías hacer todo llamando?

-Quiero que te conozcan pero sobre todo hay que cerrar los tratos. –Me dijo. Se levantó al baño.

Incliné mi asiento y me puse los audífonos. Sabía a lo que se refería. Iba a tener sexo con muchas personas en este viaje. Estaba encantada. El año no pudo haber iniciado mejor.

Llegó el avión, agarramos un auto y luego de un tiempo llegamos a nuestro primer destino.

X, ZACATECAS. (1 – 3 ENERO 2008)

Fuimos a un hotel, tenía reservación en la mejor habitación. Al no traer ropa para la ocasión, salimos a comprar. Regresamos al hotel a vestirnos. Edith no soltaba el celular para nada.

Me puse un pantalón de vestir negro con una camisa blanca. Dejé un hermoso escote. Cinto café y tacones negros. De ropa interior, un juego, tanga y brassier negro. Me maquillé y me perfumé.

Edith me chuleó. Ella iba vestida igual que yo pero con otros colores. Se veía atractiva. Un auto nos esperaba fuera del hotel con chofer.

Nos subimos al auto y avanzó.

-La ciudad la dirigen cuatro hermanos; son 3 hombres y una mujer, los 4 casados. La mujer tiene 50 años, no se mete en estos negocios, solo recibe dinero. –Dijo. –El mayor de los hombres tiene 45 años. Es el que controla todo el negocio. Lo más probable es que lleve compañía. Luego le sigue uno de 43; su esposa y él si están metidos. Y el más chico de 39. No está casado y si está metido.

-¿Los vamos a ver a todos? –Pregunté.

-No, solo al mayor. Mañana vamos a ver a la pareja y si tenemos suerte y alcanzamos, al menor. –Dijo mientras se metía cocaína. –El negocio ya está arreglado, por eso no te preocupes. Vamos a darles un enorme agradecimiento.

Llegamos a un bar.

-Este es el bar más grande de la ciudad. –Dijo Edith. La verdad es que estaba muy bonito. –Venimos a ver al dueño del bar de parte de Edith. –Dijo acercándose al personal del bar. Nos llevaron a una mesa. Nos sentamos. –Vamos a esperarlo. Me dijo que llegaría como a las 10pm y son las 9:45pm.

Estuvimos cerca de una hora. En ese tiempo se nos acercaron unos chavos que mi amiga despachó rápido. Hasta que se nos acercó un mesero.

-Pasen por acá. –Nos dijo. Nos llevó por un laberinto donde al final había una puerta. Entramos.

-Tu hospitalidad ya no es como antes. –Entró diciendo Edith. En ese cuarto estaban un hombre sentado detrás del escritorio. Era de piel morena clara, sin cabello y no muy guapo. Sobre el escritorio estaba una computadora y muchos papeles. Había sillas y un sillón grande. Pegado a la pared, un mini bar. En el sillón estaban dos chavas sentadas, vestidas muy atrevidas.

-Pasa Edith, tú siempre eres bienvenida. –Dijo el hombre. Se abrazaron y se dieron un beso en la mejilla.

-Tú eres el socio que más visito. –Dijo Edith. El hombre dijo algo y los dos sonrieron. –Ella es Julia, de la que te hable. –Y lo saludé de beso.

-Tomen asiento, ¿Les ofrezco algo? –Preguntó el hombre. Las chavas se levantaron y trajeron una botella de whisky y varios vasos. Luego pusieron varias bolsas de cocaína. Edith tomó un poco, las chavas también y el hombre.

Empezaron a hablar. Yo no les ponía atención.

Bebía muy poco whisky, tragos chicos. No quería que me pasara lo que me pasó la última vez, quería acordarme de todo y claro, disfrutar. Miraba a las chavas sorprendidas, se acabaron rápido la botella de whisky y se metían cocaína a cada rato.

En ocasiones me atrapaban mirándolas y me sostenían la mirada. Yo las esquivaba por miedo. Tenían muy pesada la mirada y me miraban feo.

Pasaron cerca de 40 minutos.

-Bien. –Dijo el hombre. -Vamos a divertirnos. –Y nos levantamos todos.

Las chavas se pusieron a lado del hombre y este las abrazó de la cintura. Besó a una, luego a otra. Salimos de la oficina.

Escuchamos la música a todo volumen, estaba muy oscuro y solo se veían algunas luces de colores de salían de todos lados.

Caminamos hasta lo que parecía otro bar, donde había 4 mesas y una barra con un cantinero. En la esquina, dos sillones con una mesa en el centro, que fue donde nos sentamos.

Nos trajeron más alcohol y más droga.

Edith levantó su vaso y el hombre y las chavas hicieron lo mismo. Yo los imité sin saber porque brindábamos. Algo dijo Edith que no escuché y bebimos.

Quería ambientarme un poco y me tomé dos vasos rápido.

Edith empezó a explicarme el negocio que se llevaría a cabo. Yo no entendía mucho pero el dinero me gustaba.

-Bueno, son casi las 12. –Dijo Edith. –Vamos a buscar unos chavos para pasarla bien. –Me dijo y volteo a la pista de baile.

-Yo tengo a otro en la mira. –Le dije. Estaba más destapada por el alcohol.

-A ¿Él? –Dijo señalando al hombre con la mirada. Asentí. –Vas muy bien. –Me dijo. -Suerte seduciéndolo.

Las chavas se levantaron y empezaron a bailarle al hombre. Lo hacían muy rico, muy sensual. Levanté mi mirada y lo miré a los ojos. No volteaba a verme, estaba viendo a sus chavas hasta que lo hizo. A pesar de darme un poco de pena, le sostuve la mirada.

Las chavas se empezaron a besar muy rico, lentamente, agarradas de la cintura y bailando al ritmo de la música lenta. Yo no quitaba mi mirada de los ojos del hombre.

Pensé en varias maneras de seducirlo. La primera, cruzarme de piernas y mostrárselas pero no traía minifalda. Mi otro punto fuerte eran mis pechos. Sentí como Edith se levantó y se fue.

Jugué un poco con mi cabello largo, y despacio lo fui pasando para en frente hasta que quedaron sobre mis pechos. Luego, abrí otro botón de mi camisa y con eso mis pechos salieron más de lo que ya estaban fuera. Levanté mi cabeza y mis manos e hice para atrás mi cabello y quedaron al descubierto mis pechos casi mirándose el pezón.

Las chavas ya se habían sentado al lado del hombre y frente a su bulto se estaban besando. Pero el hombre me miraba a mí y a mis pechos.

Me agaché por la botella para servirme más alcohol. Me incliné lo más que pude y mis pechos colgaron tanto que sentí que se salieron y se vieron completos. No hice el más mínimo detalle por taparme, sino que me levanté, bebí alcohol y le sonreí.

-Iré al baño. –Dije al aire y empecé a caminar rumbo al baño entre la gente.

Me topé con varias parejas besándose y tocándose. Me calenté.

Entré al pasillo que daba al baño y luego entré al baño. La música se escuchaba fuerte. Me lavé las manos y en el espejo acomodé mi camisa para que el escote no se viera tan atrevido sino hermoso.

Estaba una chava que me vio con cara de susto, luego salió.

Me quedé sola en el baño. Abrí una de las puertas de los baño y cuál fue mi sorpresa que estaba un chavo sentado en la tasa del baño y una chava encima cabalgándolo. La chava estaba totalmente desnuda y el chavo tenia los pantalones en sus tobillos.

-Disculpen. –Dije.

-Deja cerrar bien. –Dijo la chava y se levantó. Cuál fue mi sorpresa que era Edith. –Hola Julia. –Me dijo sonriendo y cerrando la puerta. Medio vi al chavo y le calculé algunos 20 años.

Salí del baño sonriendo y caliente. Al instante se apareció el hombre frente a mí. Rápido se abalanzó sobre mí y nos besamos. Era un poco más alto que yo, eso ayudó a que el beso no fuera tan incómodo. Llevé mis manos a sus nalgas y él hizo lo mismo. Las apretó muy fuerte. Dejó de besarme y empezó a morder y besar mi cuello. Llevé mis manos a su paquete, aun flácido.

-Quiero verga, papi. –Le dije. No me dijo nada. Sentí sus manos en mis pechos, los agarraba y los apretaba. Con mucha fuerza arrancó mi camisa, sentí como saltaron los botones al suelo y quedaron al descubierto solo tapándolos mi brassier. Los agarró y los beso. Estaba sintiendo delicioso. Me mojé. –Hay papi, sigue así. –Le rodee la cabeza con mis manos y bajé mi cabeza para ver como chupaba mis pechos.

Se separó y arrancó mi brassier con tal fuerza que lo rompió. Se metió a la boca uno de mis pezones que empezó a succionar. Con su lengua golpeaba mi pezón, muy rico. Empecé a gemir. Con su otra mano apretaba mi otra teta.

La música electrónica se escuchaba fuerte. El DJ estaba hablando y la gente empezó a participar gritando.

Vi como caminaron dos muchachas por el pasillo y pasaron frente a nosotros. El alcohol, la calentura y sobre todo la fuerza del hombre, hicieron imposible moverme. Las chavas nos vieron y sonrieron, festejando. Entraron al baño.

Dejó de jugar con mis tetas y el hombre me agarró de las nalgas y me cargo, lo rodee con mis piernas en su cintura y con mis brazos en su cuello, él me sostuvo de las nalgas. De nuevo nuestros labios se unieron en un beso.

Estaba tan perdida, que ya estaba lista para tener sexo con el hombre en ese pasillo del bar, no importando que nos vieran las personas.

De pronto me baja el hombre y me agaché para sacar la verga que tanto deseaba. Me detuvo.

-¿La quieres? –Me preguntó agarrándose el paquete. -Demuéstrame que la mereces. –Y dicho esto, se fue.

Me dejó ahí casi desnuda, hincada y muy confundida. Pasó enfrente de mí una chava, y me vio con cara de asustada. En ese momento volví a la realidad y rápido me tapé con la camisa. Noté que no tenía botones y no la podía cerrar, mi brassier igual estaba roto.

Con mis manos cruzadas, para sostener la camisa y el brassier, corrí al baño. Vi a la chica que hace unos momentos acababa de pasar frente a mí y entró a uno de los baños. Pensé en Edith que sin duda seguiría cogiendo.

Me vi en el espejo y traté de acomodar la camisa para que no se notara que andaba desnuda. La acomodé sosteniéndola con mis manos y salí despacio rumbo a la mesa donde estábamos.

Pase despacio entre la gente para que no me abrieran la camisa ni notaran nada raro en mí. Vi la mesa y el hombre estaba sentado y las chavas ya le estaban mamando la verga, me vio y con sus manos empezó a empujar a las chavas hacia su verga.

Me senté frente a él, sin dejar de mirarlo y pensando en lo que me había dicho. “¿Qué quiso decir con esas palabras?”, pensé. Vi su verga y tenía una promedio. Las chavas disfrutaban muy rico de la mamada. Se turnaban para mamarla y para besarse. El hombre no dejaba de verme. “Quizá quiera que me les una”, me levanté y caminé derecho al trio. Quité mis manos y se abrió la camisa y el brassier. Me hinqué y la verga quedó frente a mí.

En ese momento una de las chavas se levantó y me empujó, caí de espaldas al piso y mi camisa se abrió dejando al descubierto mis tetas.

Mi corazón se aceleró a millón, no había entendido lo que había pasado. Rápidamente la misma chava se puso encima de mí y me dio una cachetada, se agachó en mi oreja:

-Ese hombre es nuestro, no va a venir una niña rica y fresa a quitárnoslo. Si te le acercas una vez más te vas a arrepentir. –Me dijo.

Vi cómo se levantó hasta el aire. Dos de seguridad la habían agarrado de los brazos y la habían quitado encima de mí. Otro de seguridad me ayudó a levantar. En cuanto me puse de pie, corrí a sentarme en el sillón muy asustada, como perrito regañado. Me tapé mis pechos con las manos.

Vi a la chava, me veía sonriendo con cara de malicia. Se estaba acomodando su ropa y su cabello. La otra chava se había levantado también y el hombre solo nos vio divertido. “Me amenazó”, pensé.

Caía en la realidad de que estaba conviviendo con mafiosos. Se manejaba mucho la violencia en ese ambiente. “Edith, ¿Dónde estás?”, pensé y solté una lagrima. Las chavas se sentaron alrededor del hombre y se metieron cocaína. Me veían divertida.

Vi a los hombres de seguridad y todos con chalecos y armados.

Me levanté y corrí al baño a buscar a Edith. Abrí la puerta y estaban dos chavas viéndose en el espejo, pintándose. Corrí a la puerta donde estaba mi amiga y toqué con mucha fuerza.

-Edith, abre. –Sollocé. Toqué más fuerte. Tardó unos segundos pero salió desnuda.

-¿Qué pasó? –Me dijo viéndome. –USTEDES DOS, A LA CHINGADA, SALGANSE. –Les gritó a las chavas. Levanté la mirada y vi como salieron corriendo las chavas. Edith caminó hasta la puerta y la cerró con llave. Caminó hasta mí, desnuda y con sus tacones puestos. -¿Qué pasó? –Volvió a preguntarme.

-Es que… -Voltee a la puerta donde estaba Edith con el chavo y lo vi parado viéndonos. Sonreía. Iba desnudo y su verga erecta apuntaba al techo.

-Él no es nadie, olvídate de él. –Dijo Edith rápido.

-Empecé a fajar bien rico con el hombre y cuando me disponía a mamársela, me dejó ahí tirada y me dijo que me la ganara. –Le dije. –Luego lo seguí hasta la mesa y pensé que lo que quería era que participara en una orgia con las otras dos chavas pero cuando me le acerqué, una de ellas me empujó, me golpeó y me amenazó. –Edith sonrió. La vi desconcertada. -¿Qué pasó?

-Es bien desgraciado. –Dijo al aire. –Hay mija. Creo que no es muy difícil de entender.

-Explícame. –Le dije.

-No, esto es algo que tú debes averiguar sola. No me decepciones. –Me dijo, se agachó a darme un beso en la mejilla.

-¿Qué hago?

-Vete al hotel. Pide un taxi y descansa. Mañana hablamos de esto y te doy una ayudada. –Me dio la dirección del hotel y la llave. Caminó hasta donde estaba el chavo y se volvieron a encerrar.

Y me quedé ahí, sola de nuevo, asustada y desconcertada. Salí del baño y del bar. Pedí un taxi que me llevó al hotel. Llegué y entré a la habitación.

Encendí la tele y puse el máximo volumen. Me metí a bañar. Terminé y así desnuda me metí entre las sabanas a ver un rato la tele.

Pensaba en lo que me había pasado. Sentí un vacío en mi pecho, un miedo enorme. Esta no era la vida que me imaginaba. Vi el reloj, eran casi las 3am. Cerré mis ojos.

Escuché que la puerta se abrió. Se escucharon voces y risas.

-¿La viste? –Escuché a Edith

-Vamos a olvidarnos de ella. –Escuché a un hombre. De pronto ya no escuché nada. Abrí los ojos. Ahí estaba Edith besándose con un hombre ya grande de edad. Le calculé unos 50 años.

El hombre le agarraba las nalgas y Edith le rodeaba el cuello con sus manos.

-Hola Julia. –Dijo Edith. Se tambaleaba un poco. Sus ojos los tenía entrecerrados. Se le notaba muy ebria. –Permíteme. –Le dijo al señor que la acompañaba. Caminó rumbo a mi cama tambaleándose y se sentó. -¿Cómo sigues?

-¿Qué hora es? –Pregunté.

-Son las… -Vio su reloj. –Es la 1 de la tarde.

-Y ¿Acabas de llegar? –Pregunté asombrada.

-Hoy llegué temprano. –Me dijo hipeando. –Normalmente no piso el hotel hasta que me voy. Pero hoy regresé para ver como seguías. –La vi y entre las drogas y el alcohol, me dio mucha pena verla en el estado en el que venía.

-Tengo miedo de salir. Dime que hago. –Supliqué recordando lo que me había pasado.

-Levántate. –Me dijo. Me destapó. Rápido me tapé con las manos, estaba desnuda y no quería que el hombre viejo me viera. –Espérame fuera, 30 minutos, ahorita le seguimos y te prometo que la espera valdrá la pena. –El tipo asintió y salió. Vístete ahora sí.

Me levanté, me puse un pantalón y una blusa sin escote pero si muy apretada. Me puse unos zapatos mientras Edith me cepillaba el cabello.

-Estoy lista. –Le dije. –Tengo miedo, ¿Qué hago?

-Mira, esas niñas son unas pinches perras putas que no tienen en que caerse muertas. El hombre tiene de esas cientos pero ellas se creen especiales. La realidad es que ni el hombre metería las manos por ellas, pero le divierte lo que pasó en el bar.

-Pero me amenazaron y tengo miedo. –Dije casi gritando.

-¿Qué puntos tienes fuertes a tu favor? –Me dijo.

-Pues… para lo que estamos aquí, que me gusta coger y yo creo que cojo bien. –Dije.

-No pendeja. –Me dijo. –En este negocio hay que ser unas mujeres fuertes y decididas, yo a base de mucho sufrimiento he llegado aquí. Me golpearon muchas veces, fui amenazada muchísimo y me hicieron más cosas que ni te imaginas. Pero me supe ganar mi lugar…

-Entonces, ¿solo les digo que me dejen en paz porque estoy contigo? –Pregunté interrumpiendo.

-No, quiero que uses el poder que tienes para demostrar que eres fuerte. –Me dijo. Me dio dos papelitos. Los vi y enseguida entendí a lo que se refería. Me aterré totalmente. Mi mundo se hizo pequeñito. –Recuerda, estas aquí para que los jefes te vean como buena prospecta para suplirme.

Caminó a la puerta y le habló al hombre viejo que entró. Nos despedimos. Cerró la puerta y empecé a temblar. Estaba sola en un mundo enorme. Tenía miedo. Mi corazón se me salía del alma. No podía estar pasándome esto. Quería regresarme a mi casa.

Como pude, cargué mi cuerpo fuera del hotel. ¿Qué debía hacer? Agarré un taxi.

-¿A dónde la llevo? Señorita. –Preguntó el chofer.

Se hizo el silencio. Pensaba en mis próximas palabras. Dudaba en lo que quería decir.

-Al banco, por favor. –Le dije finalmente. En menos de 10 minutos llegamos. –Espéreme, por favor. –Le dije. Bajé y saqué del cajero lo máximo que podía. Regresé.

-¿A dónde vamos? –Me dijo.

Abrí el papel que me había dado Edith.

-Lléveme a tal lugar. –Arrancó el taxi. Luego de unos 20 minutos llegamos.

-Llegamos. –Dijo. -¿En qué casa o calle la dejo? Por su acento, usted no es de aquí. Le aviso que esta es una de las colonias más inseguras de la ciudad. Viven puras prostitutas y la mayoría de los hombres las venden. ¿Segura que se quiere bajar aquí?

Guardé silencio y miré. En la esquina del lugar a varios tipos, se les veía una maldad en su ropa.

-Este… -Silencio.

-Señorita, se baja o me dice a donde la llevo. –Dijo un poco molesto el taxista.

Mi sangre hirvió por el comentario y el tono del taxista.

-¿Cuánto ganas en un día? –Dije levantando la voz y perdiéndole total respeto.

-Perdón. –Dijo con una voz temblorosa volteando a verme.

-Te voy a dar $2mil pesos si te callas y me esperas unos minutos. –Le dije molesta. El taxista no dijo nada. Se volteó.

Nuevamente me centré en los tipos de la esquina. Pasaron 10 minutos sin hacer nada.

-Llévame al centro comercial más grande de la ciudad. Por favor. –Le dije más tranquila.

Vi nuevamente uno de los papeles que mi amiga me había dado, aquel papel contenía los nombres de las chavas y la dirección donde vivían. Tiré por la ventana el papel.

A los 20 minutos llegamos. Bajé, le pagué los $2mil pesos al taxista y se fue.

Quería desesterarme y que mejor que comprando. Entré al lugar, estaba lleno de jóvenes y padres, pensé en que serían los últimos días de vacaciones para muchos niños. Durante un tiempo yo fui de esos niños, ahora me había convertido en… agité mi cabeza. Caminé. Tenía hambre y fui a comprar comida. Me senté sola en una mesa. Ordené y empecé a comer.

Vi el reloj y eran casi las 3pm. Abrí el otro papelito.

Vi un montón de niños sentados en otra mesa. Llevaban uniforme de la secundaria. Eran 2 hombres y tres mujeres. Quería olvidar un poco lo que había pasado y caminé hacia ellos.

-Hola, disculpen. ¿Me puedo sentar con ustedes? –Dije. –Estoy de vacaciones y ahorita estoy sola y me siento aburrida.

-Hola. –Saltaron los hombres.

-Hola. –Saludaron las chicas. -¿Cómo te llamas?

-Julia. –Respondí. Todos me dijeron su nombre.

Empezamos a platicar, me hicieron preguntas y yo a ellos. Resulta que les mintieron a sus papás diciendo que iban a exámenes que habían reprobado y la verdad es que andaban de pinta. Luego de una media hora.

-Nosotros nos vamos. –Dijo uno de los hombres, estaba gordito.

-Cuídense. –Se levantó una de las chavas gordita también.

Se fueron. Nadie dijo nada. A los 10 minutos le tocó el turno al otro hombre y nos quedamos solas las 3 muchachas. Las dos chavas eran flaquitas, muy delgadas y una estaba media fea y la otra si muy bonita.

-¿Qué hacemos? –Preguntó la fea.

-Vamos de compras. –Les dije y fuimos a las tiendas.

Las convencí de comprar toda la ropa que querían y cerca de las 6pm salimos del centro comercial felices y cargadas de ropa. Me olvidé de todo y la pasé de maravilla. Cuando salimos.

-¿Qué harás ahorita? –Preguntó la bonita.

-Me iré al hotel donde estoy hospedada. –Dije.

-¿No quieres venir con nosotras a cenar a mi casa? –Me preguntó.

-Si. –Acepté rápido.

-Vamos para allá que pasa el camión, iremos incomodas por las bolsas que traemos. –Dijo la fea.

-Nada de eso. –Pedí un taxi y nos fuimos.

Llegamos a una casa de familia clase media. Bajamos y entramos.

-Mamá, ya llegamos. –Gritó la bonita.

-Hola. –Saludó la mamá. Entramos a una cocina.

-Mamá, ella es July. –Me presentó, saludé. –Anda aquí de vacaciones. La invité a comer, mañana se va.

Nos sentamos a comer. La mamá nos atendió muy bien. Para las 7pm terminamos y las 3 chavas pasamos al cuarto de la niña bonita.

Sacamos la ropa de las bolsas y las empezamos a ver.

De pronto la chava bonita se quitó la falda de la escuela y quedó al descubierto el short de lycra que traía debajo. Era un short muy pegado que le quedaba hasta la mitad de las piernas. No estaba nada mal, y solté un chorro fantaseando.

La otra niña hizo lo mismo e igual me calenté viéndola e imaginando. A las dos se les formaba una curva chiquita muy bonita en sus nalgas. Se empezaron a medir la ropa.

Le pedí permiso a la niña bonita de pasar al baño para cambiarme. Me puse un short de mezclilla y una blusa transparente. Abajo traía una tanga naranja y un brassier del mismo color.

Salí.

-¡Wow! –Dijo la niña fea. –Se te ve todo.

-Es ropa que no me deja usar mi mamá –Dije. –Porque es muy atrevida. –El hilo de la tanga los saqué a los lados del short.

-¿Traes tanga? –Me dijo la bonita. Se acercaron a verme.

-Sí, pero es para andar ahorita aquí. Mi mamá me mataría si me viera usándola. –Dije. Las tres sonreímos.

-La mía también. –Dijeron las dos niñas.

-¿Les gustaría probarse una tanga? –Pregunté. –Aquí estamos encerradas, luego se la quitan.

-Pero no tenemos… -Dijeron.

-Compré de varias medidas. –Dije tirando varias encima de la cama. Las niñas miraban sorprendidas la ropa.

Enseguida la bonita agarró una tanga, y se metió a ponérsela al baño. Salió sacándose el short de lycra de entre las nalgas. Luego la fea hizo lo mismo. Las tres nos sacamos el hilo y empezamos a jugar; caminamos por todo el cuarto de manera sexy fingiendo una pasarela. Me quité la blusa transparente y quedé en brassier. Las chavas me vieron sorprendidas por el tamaño de mis tetas. Las animé a que ellas también se quedaran en solo brassier, fingiendo que era una pasarela de ropa interior.

Jugamos cerca de 30 minutos hasta que nos tiramos en la cama sonriendo.

Me olvidé completamente del problema del día anterior, estaba feliz como una niña buena pero mis instintos malos me pedían sexo. Miré la hora, eran casi las 9:00pm

-Me voy. –Les dije.

-Aprovecho para irme. –Dijo la fea.

-¿Vives muy lejos? –Pregunté.

-Pasando el centro comercial. –Me dijo la niña fea.

-¿En cuál hotel te estas quedando? –Me preguntó la bonita.

-En tal hotel. –Dije.

-Ese queda a varias cuadras de aquí, está cerca. –Dijo la bonita. –Y el centro comercial lejos.

-Si quieres te acompaño y de regreso me vengo sola. –Dije.

-Mejor la acompañamos las dos, de regreso me bajas aquí y te vas al hotel que está cerca. –Me dijo la bonita. Las tres asentimos.

Las dos niñas se pusieron la ropa de la secundaria dejándose el short y la tanga. Yo salí como andaba vestida. Nos despedimos y salimos de la casa, agarramos un taxi rumbo al centro comercial. Ya estaba algo oscuro y se cerró la noche nada más llegamos al centro comercial.

Nos bajamos y caminamos por dentro. Por como andaba vestida de atrevida, sentía que iba robando miradas. El movimiento de mis caderas cada vez se hizo más lento y sensual.

Pasamos el estacionamiento que estaba medio vacío, luego pasamos la calle y a la orilla estaba la casa de la niña fea. Nos despedimos y la dejamos. Caminamos de regreso al centro comercial, pasamos la calle, al instante una camioneta de lujo nos tocó el claxon y se asomó un señor grande de edad, canoso.

-¿No quieren que las lleve? –Preguntó. Andaba en una camioneta grande cerrada.

Voltee a verlo.

-No gracias. –Respondí siguiendo con mi paso sexy. En mi mente pasaron millones de cosas calientes. Si la niña no hubiera ido conmigo, si me hubiera subido a la camioneta.

-Ustedes dos le darían mucha vida a esta camioneta. –Dijo.

Sentí como la niña se pegó a mí.

-¿Qué le vas a decir? Julia. –Me susurró al oído.

Me detuve en seco. La tanga la traía muy húmeda.

-¿A dónde va? –Pregunté.

-Las llevo a donde ustedes quieran. Si quieren a conocer la ciudad de noche. –Dijo.

Yo deseaba subirme pero la niña me detenía.

-Que nos lleve a tu casa, te baja y luego que me lleve a mí. ¿Te parece? –Le pregunté.

-¿No será muy peligroso? –Me preguntó. “Eso espero”, pensé.

-Somos dos niñas fuertes, que nos lleve, que nos baje y si no quiere entre las dos podemos. –Le dije y la convencí. Subimos a la camioneta, yo en frente y ella atrás.

Le dimos la dirección y empezó a hacernos plática. Me preguntó de donde era, ya que mi acento era diferente. Dio muchas vueltas por las calles, en ocasiones ponía su mano en mi pierna, la pellizcaba y la quitaba. Yo me hacía como que me incomodaba por mi actitud, porque me movía.

Seguía con su juego y cada vez lo hacía con más frecuencia, la dejaba por más tiempo hasta que ya no la quitó. Me miraba en ratos, mordiéndose los labios, yo le devolvía la mirada para luego bajarla y ver cómo me acariciaba. Perdiendo totalmente la pena:

-Crees que si me detengo en un lugar tranquilo y sin interrupciones, ¿Puedan darme unas mamadas? –Preguntó el señor. Voltee a ver a la niña bonita, iba mirando hacia fuera, fingiendo que algo le interesaba. El señor no había hablado despacio y sin duda ella había escuchado.

-Si llegamos rápido a dejarla, podría darte más que una mamada. –Le dije.

-Si es por mí, no se detengan. –Dijo la niña bonita. Me sorprendieron totalmente sus palabras.

-Entonces tenemos el permiso. –Dije y sonreí.

Salió de las calles donde estaba y vi el centro comercial. Pensé en que solo estaba dando vueltas hasta que cayéramos.

Se estacionó en la parte más alejada del estacionamiento y donde no había tanta luz. No apagó la camioneta. Se acostó recargando su cabeza en su puerta y subió sus pies. Yo me puse encima de sus piernas.

Sin perder el tiempo, el señor se desabrochó el cinto y el pantalón y se lo bajó junto con su ropa interior. Saltó una verga depilada y de tamaño normal.

Voltee a ver a la niña bonita y la descubrí viéndome. Rápido apartó su mirada y miró fuera de la camioneta. Sonreí. Me agaché y tomé la verga con mis manos, abrí mi boca y me la comí.

Lo primero que hice fue llenarla de saliva, tenía un sabor muy limpio, me agradó el gesto. Con la verga en toda mi boca, solté lo más que pude saliva, luego me la saqué y con las manos empecé a esparcirla. Usé mis manos y empecé a masturbarlo mientras le soltaba más saliva, despacio. La verga empezó a tomar tamaño y era más grande que una normal. Me saboree los labios.

Voltee a ver a la niña bonita y se asustó al verme. Se había estirado un poco para ver. Regresó y volteó para fuera.

Miré al señor y le guiñé el ojo. Me incliné en el tablero de la camioneta y me empiné dándole todo el espectáculo al señor. Este me dio unas palmaditas en mis piernas, las sobó. Luego agarró mis nalgas por encima de mi short. Empecé a moverme para atrás y para adelante, para disfrutar de sus manos. Me volví a sentar sonriendo.

-Que tetas tan grandes tienes escondidas debajo de esa blusa. –Me dijo el señor. Con su mano, levantó mi blusa y tocó mis tetas por encima de mi brassier. Empezó a apretarla muy rico. Le quité mi mano y me agaché para mamarle de nuevo la verga. –Espera, quítate lo de arriba, quiero sentir esas tetas, esos pezones en la punta de mi verga. –Dijo el señor.

Me quité la blusa y mi brassier. Cayeron mis tetas. Me di cuenta que mis tetas estaban creciendo más pero más que crecer, se estaban cayendo.

No tomé mucha importancia y me agaché a comerme aquel palo grande que tenía frente a mí. La tomé con mis manos y me metí solo la cabeza del palo, empecé un mete y saca lento, disfrutaba rico de aquella verga, luego la dejé dentro y con mi lengua le di un parte golpes, la rodeaba, y la sacaba de mi boca para darle un beso.

No quería voltear a ver a la niña bonita que sin duda estaría disfrutando del espectáculo. No quería que perdiera detalle.

Empecé con un mete y saca más profundo y más rápido. Me empiné y puse mis nalgas apuntando a la ventana. El señor se inclinó y agarró mis tetas que, con mis movimientos, golpeaban su verga.

Me levanté rápido y vi a la niña, que rápido se acomodó en su lugar. Sin soltar la verga:

-¿No te gustaría mamarla? –Le pregunté. Estaba ardiendo.

-¿Qué? No, ¿Cómo crees? –Dijo en tono asustada.

-¿Habías visto una? –Pregunté.

-No, ni siquiera tengo novio ni he tenido. –Me dijo temblorosa. –Ni siquiera he besado a alguien.

-Mira. –Le dije levantándome y haciéndome una cola de caballo. Amaba mi pelo largo y hermoso. Me metí la mano a la bolsa y saqué dinero. –Te voy a dar $500 pesos si vienes y se la agarras. –Le estiré el dinero para que lo viera. La niña me miró incrédula.

-¿Cómo?

-Sí, mira ven acá adelante. –La niña dudó un poco. Luego de un par de minutos en silencio, la niña bajó de la camioneta y subió para en frente. –Toma el dinero. –Los agarró.

-¿Qué hago? –Me preguntó muy inocente. La tomé de la mano y la llevé hasta la verga del señor. La agarró. Solté su mano.

-Ya que la tienes ahí, empieza a moverla de arriba abajo. Despacio, no muy brusco. –Vi que empezó. –Sí, así. Muévela así.

La niña masturbaba al señor y el señor nos veía a las dos excitado.

-Salí buscando a una puta y me encontré a dos niñas preciosas que me las cogeré y gratis. –Dijo el señor.

-Hoy es tu día de suerte. –Le dije.

La niña no ponía atención a nada, solo a masturbar al señor. Pasaron cerca de 5 minutos donde, le besé el cuello a la niña y le acariciaba el pelo. Me empecé a sentir extraña, de pronto mis pechos me dolieron.

-Ten, otros $500. –Le dije. –Mámasela.

La niña sin decir nada más, tomó el dinero y se agachó. Se metió por primera vez en su vida, una verga a la boca. Me gustó la inocencia con que lo hacía. “Pensar que yo era así, y ahora estoy dando clases.”, pensé.

-Sigue así, nena. –Dijo el señor.

-Me da un poco de asco. –Dijo la niña.

-Mámala y cuando quieras respirar y descansar, sácala y toma aire. Luego métetela de nuevo a la boca. –Le dije. La niña se agachó de nuevo.

Estaba disfrutando mucho enseñarle a coger a una virgen. Mi cuerpo de nuevo me avisó.

-¿Damos el siguiente paso? –Dijo el señor.

-¿Cuál? –Preguntó la niña. Sonreí.

-¿Cogerías con él? –Le pregunté.

-¿Qué? No, nunca. –Dijo.

-Espera, tranquila. –Le dije. –Aquí no pasará nada que no quieras. –Le acaricié el cabello. -Mira, te daré $1500 pesos. –Le mostré el dinero.

-¿Qué? Eso es mucho dinero. ¿Para qué? –Los tomó con la mano.

-Te estas ganando $2500 pesos por coger con esta persona. –Le dije. -¿No es mucho dinero?

-Pero yo no soy ninguna prostituta. –Me dijo.

-Yo no creo que seas prostituta. Y ¿tu? –Le pregunté al señor.

-Yo tampoco creo eso. Más bien creo que eres una niña muy madura que sabe lo que quiere, no como muchas otras. –Dijo el señor.

La niña miró el dinero.

-Y ¿Si quedo embarazada? –Dijo asustada.

-El señor usará un condón. –Dije y dicho esto, sacó un condón que se empezó a poner.

Yo, llevé mis manos a la entrepierna de la niña y empecé a acariciarla despacio encima de su short de lycra. Soltó un gemido rápido. A los 30 segundos sentí su short húmedo. Le levanté las piernas y le quité el short quedando solo en tanga. El señor se masturbaba viéndonos.

-Me la preparaste muy rico, Julia. –Dijo el señor. No respondí. De nuevo metí mis manos en la entrepierna de la niña, y miré que estaba lista para ser penetrada por primera vez en su vida.

-Te vas a poner encima del señor. –Le dije. –Al tu tener el control, tú vas a decidir que tanto quieres que te la meta, la profundidad y la rapidez. –La niña asintió asustada.

Se puso encima del señor y agarró la verga para que no se moviera. Apenas sintió la punta en su panocha virgen y soltó un gemido. Sin perder detalle, vi cómo se metió la cabeza dentro de aquella panocha con poco bello virgen.

Soltó un gritó seguido de un gemido. Luego se clavó más. Pujó. Se agarró del tablero de la camioneta y del respaldo del asiento y empezó un mete y saca lento.

Gemía como loca, gritaba.

-Hazla sentir especial, mujer, que desee seguir en esto. –Le dije al señor.

-De eso no te preocupes. Te agradezco lo que hiciste hoy. –Me dijo. Me acerqué a la niña y la besé.

-Tu primer beso, ojala me recuerdes toda la vida. –Le dije y dicho esto, bajé de la camioneta y me puse la ropa. –Esto les tocará el día que sea dueña de esta ciudad. –Dije y cerré la puerta.

Pedí un taxi.

Me llevó a la farmacia. Mi cuerpo tenía una visita inesperada que llegaba cada mes. De regreso y con menos preocupación, le dije al chofer que me diera una vuelta por la ciudad antes de llegar al hotel.

Vi las luces, algunos edificios bonitos, plazas, calles todavía adornadas del 2007-2008.

Agarré el otro papelito que me había dado Edith. El papelito decía: “Entre 8:30pm y 10:00pm, alrededor del centro comercial andará el segundo hermano, encargado de la ciudad. Quiere que lo sorprendas.”

Me recargué en el asiento y disfruté de la brisa que pegaba en mi rostro.

Mi visita al estado de Zacatecas, había terminado.

Continuará.

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