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Sexo, Drogas y Rock & Roll. Vol. 5

en Amor filial

ANTES DE INICIAR QUIERO MOSTRAR MI RESPETO Y SOLIDARIDAD A TODOS MIS FANS DEL CENTRO DE PAÍS (MEXICO) QUE SUFRIERON CUALQUIER TIPO DE DAÑO EL MES PASADO, CON EL TEMBLOR. NO HABIA TENIDO LA OPORTUNIDAD DE SUBIR EL RELATO Y MENOS DE MANDARLES UN MENSAJE DE APOYO.

DESEO DE TODO CORAZON QUE NO HAYAN PASADO POR ALGO MUY DESAGRADABLE.

DESDE ACA DESEO TODO LO MEJOR PARA TODOS USTEDES.

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Vi a mis tíos y a mi papá y caminé directo a ellos como la más puta mujer. Sabía utilizar mis encantos y los iba a aplicar para cogerme a mi papá.

-Hola, ¿Cómo están? –Pregunté de manera firme y segura. Me acomodé a lado de donde estaba sentado mi papá.

Vi que les robé miradas a mis tíos. Me miraron de pies a cabeza sin poder despistarle nada. Con mi mano izquierda acomodé mi cabello atrás de mi oreja y miré a mi papá, que tampoco pudo evitar comerme con la mirada.

-Estamos bien, hija. –Dijo mi papá. Levantó su mano y la acomodó detrás de mi espalda. Empezó a sobarme de manera distraída.

-Qué bueno, ¿Les traigo otra cerveza? –Pregunté y asintieron. Pasé en medio de los tres como solo yo sabía hacerlo: Sonriendo y moviendo mis caderas con la mirada baja. Todo el camino fui moviéndome, sabía que los tres me comían con la mirada. Mi corazón latió de prisa.

Entré a la casa y vi a mis tías y a mi mamá platicando.

Pasé a la cocina y abrí el refrigerador, agarré 4 cervezas y cerré la puerta. Me detuve un rato a tomar aire. Estaba muy excitada.

Traté de levantar mis pechos, que se vieran más firmes y doblé un dedo el short que traía. Salí. Le ofrecí una cerveza a cada uno y me quedé con una. Y de nuevo me acomodé con mi papá.

Puse una de mis piernas encima de uno de los brazos de la silla y le ofrecí una nalga a mi papá.

-July, ¿Qué tal te va en la escuela? –Me preguntó el hermano de mi papá.

-Muy bien. –Dije y sonreí. –Está un poco difícil y “Dura” pero a pesar de eso, llevo excelentes calificaciones. –Dije. Puse mucho énfasis a la palabra “Dura”. Sabía que al andar ebrios, ellos se imaginarían otra cosa.

-Qué bueno, hija. –Dijo de nuevo el hermano de mi papá. –Sobre todo porque es el esfuerzo de tus papás y no debes defraudarlos.

-Entiendo mucho eso, tío. –Dije. –Y por eso, estoy haciendo muchos sacrificios pero todo por mis estudios y mi futuro. –Agarré mi cerveza y bebí. –Por ejemplo, hay días en los que tomo clases fuera de la escuela con mis mismos maestros de la preparatoria. Voy a que me expliquen lo que vimos o me enseñen algo nuevo. Ellos lo hacen con gusto, saben de mis cualidades y quieren ayudarme.

-Entonces, ¿Sabes de muchas cosas que no deberías saber? Vas adelantada. –Me preguntó mi otro tío.

Sabía por dónde iba su pregunta, sin duda había agarrado el doble sentido que les había tirado. Y me devolvió la jugada.

-Sí, bueno. No tanto así. Lo que me enseñan en clase, la mayoría de las cosas las agarro a la primera. Hay otras cosas que repaso en casa, mi novio me ayuda mucho porque sabe más que yo. De hecho, él me enseñó muchas cosas que yo no conocía. Todas esas cosas las practico con él y en ocasiones las practico y les enseño a mis amigos. –Dije y de nuevo bebí. –Me estoy convirtiendo en una maestra. –Sonreí.

-¿Qué quieres estudiar? Bebé. –Me preguntó mi papá. De nuevo me rodeó con su mano, pero ahora la puso en mi pierna que no tenía acomodada en el brazo de la silla. Sentí como la yema de sus dedos empezaron a hacer círculos pequeños en mis piernas desnudas.

Sentí un escalofrío recorrer cada parte de mi cuerpo, cerré mis ojos y solté un pequeño gemido que solo yo escuché.

-Una… una… -No podía hablar. La excitación invadió todo mi ser y solo deseaba coger, y ahí mismo. Respiré y tardé un rato para hablar. –Quiero… quiero… especializarme en… programación. Cualquier ingeniera… que me dé esa oportunidad la… tomaré en cuenta. –Dije. Estaba agitada.

-¿Programación, eh? –Dijo el hermano de mi papá. –Eso es muy complicado.

-Lo sé, pero he hecho cosas más complicadas que eso y he podido con el paquete. –Y les guiñé el ojo a mis dos tíos. Bebí más cerveza.

-Entonces, tienes novio… -Dijo mi otro tío. Asentí. -¿No sientes celos? –Le preguntaron a mi papá. –Es tú hija mayor, la heredera, una niña preciosa.

-Claro que tengo celos. –Dijo mi papá. Era el más tomado de los 3. Me jaló y me tiró sobre sus piernas, quedé con las mías en los brazos de las sillas. Bajó su voz y me dijo. –Pensé que solo sería mía.

Lo abracé, lo vi fijamente y le sonreí.

-Papi, soy tuya cuando gustes. –Le dije y nos dimos un pico.

Se hizo el silencio entre las 4 personas. Pude sentir el tamaño de la verga de mi papá. Era enorme. Se humedeció más mi calzón.

-¿Cómo le harás para abrir una sucursal en la ciudad? –Le preguntó el hermano de mi papá a mi papá.

-El dinero, el diseño y las ganas las tengo. –Dijo. –Me falta conseguir un terreno y lo tengo visto pero no me puedo comunicar con el dueño.

-¿De qué hablan? Papi. –Pregunté en tono infantil.

-Amor, estoy planeando abrir una sucursal de la tienda en la ciudad. –Me dijo mi papá. –Quiero expandir este negocio para estar aún mejor económicamente.

-¿En serio? –Dije levantándome. Me sorprendí mucho con lo que dijo.

Si algo teníamos como familia, era que valorábamos mucho el negocio que habíamos construido. Y que comentara esto mi papá, era fenomenal. Me sentí muy feliz, tanto que grité. Mis tíos y mi papá rieron.

-Justo como dijiste. –Le dijo el hermano a mi papá.

-Que felicidad. –Dije soltando una lágrima. Era increíble. –Y ¿Qué estamos esperando?

-Eso amor, contactar al dueño del terreno. –Comentó mi papá. –De hecho no queríamos comentarles nada porque sé que esto es muy importante para ustedes, pero deben saberlo. Sobre todo tú. –Y me apuntó. Bebió cerveza.

-¿Yo? ¿Por qué? –Pregunté extrañada.

-Tú eres la mayor y tú serás la encargada de ese negocio. -Dijo. –De aquí a un año, ya habrás aprendido todo sobre el negocio y te dejaré encargada.

-¿Qué? –Abrí los ojos del tamaño de un plato. –Papá, sí, claro que sí. Yo te ayudaré a levantar a esta familia. De hecho tengo una idea, mira, la directora conoce mucha gente, le pediré de favor que me consiga algo para contactarme con el dueño del terreno.

-Esa actitud me gusta. –Dijo mi papá.

Di varias vueltas y grité mucho de felicidad. Se reían de mí. Pero yo no quería ocultar nada de felicidad. Me sentía muy orgullosa de mi papá y ese orgullo se transformó en deseo. Debía festejar este gran logro como se merecía: Teniendo sexo con mi papá.

Caminé al baño a preparar mis movimientos finales para seducir a mi papá. Rodeé la casa, pasé el cuarto de la lavadora y me encerré en el baño. Encendí la luz y estaba muy caliente, me sentía un poco sudada.

Me despabilé y salí del baño. Al abrir la puerta casi chocó con el pecho de mi tío, el que no era hermano de mi papá.

-Hola, July. –Noté unas pequeñas llamas en sus ojos. –Cuanto has crecido. La última vez que te vi eras una niña chiquita y ahorita mírate, eres toda una mujer.

Era hora de empezar a subirle el tono.

-¿Tú crees? Tío. –Pregunté viendo mis piernas y moviéndome de un lado a otro tratando de ver mis nalgas. -¿No te parezco aun una niña?

-Claro que no mija, y no solo has madurado físicamente, también te noto que has madurado en tus pensamientos. –Me comía con la mirada.

-¿Crees que soy una mujer deseable? –Le dije y lo miré fijamente a los ojos. Vi que abrió los ojos sorprendido, no se esperaba eso. –Tío, ¿Me deseas?

-Yo… este… pues… -Tartamudeó.

Me le pegué a su brazo izquierdo, mis tetas grandes tocaron con mucha presión su brazo, me acerqué a su oído y le susurré:

-Siento que, al no ser de la familia, tú esta noche podrías tener suerte. –Y le di un beso en su oreja.

Se quedó paralizado. Caminé sonriendo y excitada y me metí al cuarto de la lavadora. Metí mis manos por debajo de mi camisa y agarré mis tetas que me dolían de tanto placer que traían. Las masajeé. Luego bajé una mano y me sobé por encima de mi short mi panochita. Ésta estaba ardiendo.

Perdí la noción del tiempo. Escuché la puerta del baño abrirse y vi a mi tío salir. En cuanto pasó por delante de la puerta le hablé:

-¡Hey! –Le susurré. Volteó y corrió. Se metió y cerró la puerta, rápido se abalanzó sobre mí. Llevó sus manos a mis tetas y besó mi cuello. Empecé a jugar. –Tío, ¿Qué está haciendo? –Le dije en tono asustado.

-Eres una putita, esto es lo que quieres. –El alcohol y la calentura lo tenían muy acelerado.

-Pero tío, esto no puede ser. –Le dije. Disfrutaba de sus manos grandes y fuertes que apretaban mis tetas. Gemí.

-Mira como me tienes, toda la noche me has estado calentando con tus pláticas. Agarra. –Me dijo.

-Pero tío, usted sabe que no puede ser. –Bajé mi mano y agarré su bulto por encima de su pantalón. -¡Wow! Tío. ¿Esto lo hice yo? –Pregunté divertida.

Se separó y me vio.

-Tú hiciste esto y tú lo vas a bajar. –Me dijo. Sus ojos estaban rojos.

-Con mucho gusto tío pero aquí no, si quiere que lo hagamos usted sígame el juego. –Le dije.

-De acuerdo. –Me dijo. Salió primero del cuarto y caminó. Le di 2 minutos, me acomodé todo y salí caminando rumbo a donde estaban los tres.

-¿Qué tal? July. ¿Por qué tardaste tanto? –Me preguntó mi papá.

-Fui a ver la lavadora, en la mañana puse ropa y con las visitas se me olvidó. –Dije. Miré a mi tío y le guiñé un ojo. -¿Mas cervezas? –Pregunté y los tres asintieron.

-Yo voy. –Dijo mi tío. –Tú quédate aquí.

Platicamos del negocio y la propuesta que le hice a mí papá sobre Edith y sus contactos. Se quedó asombrado con la amistad que había hecho y me dio luz verde para conseguir contacto con el dueño del terreno.

Regresó mi tío.

-Ya no hay cerveza pero traje este tequila. –Dijo mi tío. Se lo pasó a mi papá y luego mi papá a su hermano. Lo veían por todos lados. Luego lo abrieron y los 3 se echaron un trago. –Como quiera vamos por más cerveza, esta vez yo pago. Que me lleve July, ustedes esperen aquí.

Mi tío salió más listo que yo. Mi papá asintió y me dio las llaves de la Hummer. En el camino rumbo a la Hummer:

-Lo pensó muy bien, tío. –Le dije.

-Lo pensé desde que te vi cuando llegamos. –Me dijo.

-¿A poco ya me había echado el ojo? –Le pregunté.

-Estás buenísima. Me la he jalado 3 veces pensando en mil formas en cómo te cogería. –Me dijo.

-Ahorita me va a tener para usted solo. –Le dije.

-¿A dónde iremos? –Preguntó.

-Conozco estas tierras, mi novio me ha llevado a algunos escondites muy ricos. –Subimos a la Hummer y arrancamos.

Apenas dejamos atrás la casa y se bajó el pantalón. Saltó su verga, tamaño normal, un poco grueso, la cabecita estaba mojada. Vi cómo se llevó su mano a la verga y empezó a masturbarse lentamente, subiendo y bajando la mano.

Llevé mi vista al camino, volteando ocasionalmente.

-¿Te gusta? Mija. –Me preguntó.

-No tiene una mínima idea de cuánto. –Le dije.

Apenas dejamos las casas y agarramos carretera, me metí a la primera brecha que había. Bajé mucho la velocidad, mi tío lo notó y agarró una de mis manos para llevarla a su verga.

-Hazlo, lento, despacio. –La agarré y la moví a su ritmo, me mojé la mano, su mano y sus líquidos estaba calientitos.

Deseaba esa verga dentro de mí. Vi el primer árbol, y al ir hipnotizada y caliente, no frené bien y le di un pequeño golpe a la Hummer. Los dos reímos.

Metí el freno, apagúe la Hummer. Me agaché poniendo mis nalgas en la ventana y mi verga a la altura de mi boca. Comencé a mamar.

Pasé mi lengua de arriba abajo, llenándola primero de saliva y luego me la metí completa. Mi tío me trató como toda una dama y solo puso su mano en mi cabeza, dejando que yo hiciera todo el trabajo.

Empezó a gemir, sentí sus manos en mi espalda, levantó mi camisa y trató de quitármela. Me levanté y con una sonrisa pícara me quité la camisa y luego mi bra, mis tetas cayeron.

Las vio y sus ojos se las comieron. Sentí como sus manos tocaron la parte de abajo de mis pechos, luego las subió para tocar mis pezones.

-¿Le gustan? Tío. –Pregunté haciendo mi cabello hacia atrás.

-Tu rostro es hermoso, tus nalgas redondas pero tus pechos son un milagro. –Me dijo. Se agachó y abrió la boca, se metió un pezón a su boca, que mordió de manera dulce. Solté un gemido. Llevé mis manos alrededor de su cabeza. Pasó su lengua, sus labios, llenó mi pezón de saliva.

Luego se fue al otro pezón e hizo lo mismo. Yo gemía:

-Así tío. Más, despacio. Llénelos de saliva. –Le dije.

Llevó una mano a mi entrepierna y por encima de mi pantalón empezó a tocar mi rajita. Levanté su cabeza y lo besé. Mi tío empezó a besarme torpemente. Subió la mano que tenía libre para agarrar mis tetas y yo bajé una de mis manos para agarrar su verga que estaba fuera, mojada.

Empecé a masturbarlo.

La escena me transportó a un momento de hace años, en la cual, estaba ahí a punto de ser devorada por mi novio Rafa.

Levanté mi cuello y mi tío empezó a besarlo y morderlo muy rico.

-Así, Rafa, despacio. –Le dije. Me separé al instante. –Lo… lo… siento. –Dije muy apenada.

-No te preocupes mija. –Me dijo mientras sonreía. –A mi edad, no tengo muchas oportunidades con jovencitas. Y menos con una jovencita que parece una modelo como tú. Llámame como quieras, soy feliz cogiéndote. –Se abalanzó sobre mis tetas. –Mejor cuéntame de ese tal Rafa, ¿Quién es?

Besaba y mordía con desesperación mis pechos. Yo acariciaba su cuerpo.

-Es mi novio, tío. –Gemía.

-Es un pendejo, imagino. –Me dijo. Agarraba aire para seguir mordiendo mis tetas.

-No tío, me da unas cogidas que ni se imagina. Me llevan al cielo. –Le dije. Gemí. –Lo que sí es que es bien puto, coge mucho con otras mujeres.

-Por eso te digo, que es un pendejo porque teniendo a tremendo manjar en su casa, va y coge con otras. –Subió a mi cuello y empezó a desabotonar mi short.

-Hay tío, yo le doy permiso de que lo haga. –Le dije. –Así me da oportunidad de yo también salir a putear a gusto, por eso estoy aquí. Debería agradecerle porque mi novio le está dando permiso de coger conmigo.

-Bendita mujer que eres, cualquier hombre quisiera tener a alguien así. Eres una puta bien hecha.

Me separé de él y bajé de la Hummer.

Vi cómo se quitó su pantalón y se puso un condón que traía. Empezó a masturbarse mientras me comía con su mirada.

Me puse de espaldas y moviendo mis caderas lentamente, empecé a quitarme el short junto con mi ropa interior, lo bajé hasta que llegó a mis pies y me empiné para quitarme el short, dándole el mejor de los espectáculos.

Me paré y sentí unas manos en mis nalgas, gemí. Las apretó y las empezó a morder.

-¡Hay! Tío, me haces cosquillas, ¡wow! Que rico me muerdes. –Gemí. Llevé mi mano a su verga y lo empecé a masturbar. Se levantó y nos besamos.

Me separó.

-Súbete, acuéstate y ábrete de piernas. –Me ordenó. Me subí y me acomodé en la orilla del asiento de la Hummer. Luego me abrí de piernas. –Tienes una panochita peludita.

-A mi novio le gusta que la ten… -No terminé la frase y metió su lengua entre mis piernas. Gemí. Llevé mis manos a su cabeza. Su lengua, su boca me comía muy rico la panocha. –Sigue así tío. No pares. –Sentí un dedo en mi culo que jugaba y trataba de entrar. Di un brinco seguido de un grito.

-¿Qué pasó? Mija. –Me preguntó con un tono divertido. -¿Nunca te han dado por el culo?

Lo vi con una sonrisa, algo agitada.

-Muchas veces, tío. Ahorita me sorprendiste. Y si supieras, que rico se sintió. –Le dije.

-No soy cualquier hombre, mija. Sé que le gusta a una mujer y como tratarla.

De un brinco bajé de la Hummer y caminé hacia el árbol. Puse una mano y volteé a verlo, levanté mi dedo índice y le indiqué que viniera.

Se acercó hasta juntarse a mí, me agarró de la cadera y besó mi cuello. Sentía su verga en medio de mis nalgas. Moví mis nalgas para sobarme.

-Te diré algo. –Le dije. –Yo sé lo que a mí me gusta.

-¿Qué es? –Me preguntó. Seguía acariciándome.

-Darle las nalgas a los hombres y tener una verga dentro de mi panocha. –Le dije.

Se detuvo y me vio con sus ojos bien abiertos, sorprendido. Sentí una de sus manos abriendo mis nalgas y la otra guiando su verga a la entrada de mi cuevita. Me volteé y puse mis manos en el árbol, me incliné un poco levantando mis nalgas.

La verga de mi tío se abrió paso entre las paredes de mi panocha, mojada. Solté un gemido, casi grito. Me agarró de la cadera muy fuerte y de ahí se sostuvo para empezar a bombearme. Empezó con un ritmo lento pero golpes fuertes.

-Estás riquísima, sobrina. –Me dijo. –Me la aprietas rico.

Me moví y batallé en agarrarle su ritmo a pesar de que sus metidas eran lentas, pero a los 30 segundos, nos movíamos al mismo ritmo.

Luego aumentó el ritmo y puso una de sus manos en mi espalda. Sus caricias me provocaron escalofríos. Sus huevos golpeaban mis nalgas en cada embestida. Mis tetas grandes se golpeaban entre sí y al minuto, tenía mi primer orgasmo. Mi cuerpo se puso flojo.

-Hay tío, tuve el primer orgasmo, fue rico. –Le dije entre gemidos.

-Falto yo, mija. Ahí te voy. –Me dijo. Agarró mis tetas con sus dos manos y empezó a embestirme más rápido y fuerte.

Con sus manos apretó contra mí, mis tetas y me dolieron.

-¡HAY! Tío, despacio, espera. –Le dije pero no me hizo caso. –Termina rápido, papi, dame la lechita, lléname.

Sus movimientos eran más intensos y el dolor en mis pechos se convirtió en placer y al minuto se detuvo mi tío dándome unas pequeñas embestidas.

Gemía en cada embestida. Sus manos se acomodaron en mis hombros, y fue moviéndose cada vez menos hasta que dejó de hacerlo. Pero no se salía de mí. Sentí un beso en la espalda.

-Gracias, July. Me has hecho muy feliz, regresé a mi juventud. –Me dijo.

-¿Cogía mucho? –Le pregunté.

-Con tu tía cogía muchísimo. –Me dijo. Sentí como se salió, me levanté. Se quitó su condón y lo tiró.

-Si se porta bien, tío, quizá le toque más en un futuro. –Me acerqué y le di un pico.

-Sin duda lo haré. –Me dijo.

Nos vestimos y subimos a la Hummer. Iba cansada y no quería manejar. El camino se me hizo largo. Y dentro, muy dentro de mí, sentía un hueco, que me indicaba que me hacía falta un poco más de sexo.

Llegamos a la casa y nos estacionamos. Bajé y antes de andar, acomodé mi ropa para evitar que se viera algo más y se sospechara algo.

Mi papá y mi tío estaban dormidos en sus sillas.

-Y ¿Estos? –Preguntó mi tío. -¿Qué les pasó? -Abrió los ojos el hermano de mi papá. Nos vio y no dijo nada. Los volvió a cerrar. Mi tío caminó a su lado y se agachó y me mostró la botella que les había traído, vacía. –Por eso están así. No aguantaron.

-Deja le aviso a mi mamá para que nos ayuden a acostarlos. –Dije y corrí a la casa. No vi a nadie. – ¡MAMÁ! –No obtuve respuesta. Subí las escaleras y choqué con mi hermano.

-July. –Dijo.

-¿Mi mamá? –Pregunté.

-Salieron a traer de cenar. –Me dijo. –Aquí estamos los gemelos y yo. Las demás se fueron. –Silencio. –Dijo que sí mi papá se quedaba dormido, que lo acostaras.

-Estoy segura que dijo que me ayudaras. –Le reclamé.

-Claro pero no lo haré y tendrás que meterlos porque si no mi mamá te regaña. –Dicho esto, se volteó y se fue.

Salí resignada y le pedí ayuda a mi tío de meterlos. Empezamos con el hermano de mi papá y lo acomodamos en su cama. Luego subimos a mi papá  y lo aventamos en la cama también.

-Gracias, tío. Yo me hago cargo a partir de aquí. –Le dije. Volteé a mi papá boca arriba, agarré una sábana y se la acomodé.

Caminé a la salida y agarré la puerta para abrirla. En aquella casa no se escuchaba nada de ruido, era un silencio total. Vi a mi papá durmiendo tan plácidamente. Mi sexo gruñó de hambre. Cerré la puerta sin hacer ruido. Temblé de nervios y de miedo, iba a coger con mi papá y podían descubrirme pero ese pensamiento me calentó aún mas.

Me acerqué a mi papá y le quité la sábana de encima. Mis manos empezaron a quitarle su pantalón, su ropa interior y quedó a la vista aquella hermosa verga.

Flácida era grande, se me antojaba verla parada y metérmela.

Me agaché y me puse frente a la verga de mi papá. La tomé en mis manos y abrí la boca para comérmela. Empecé un arriba y abajo, lento, despacio, quería disfrutarla toda.

Mi papá soltó un gemido, me detuve y lo vi. Seguía completamente dormido. Mientras lo veía empecé a masturbarlo. Su verga batalló, pero despacio empezó a crecer.

Me empecé a calentar, la verga tomó tamaño, se veía hermosa, preciosa, grande y gruesa. Una vena la partía a la mitad y no tenía ni una mata de bello. Esa era la verga de mi papá, y era mía en ese momento.

Mi mano chiquita no cubría ni la mitad del palo, la levanté poquito y le pasé la lengua de arriba abajo, cuando llegué a la punta, me metí la cabeza y ahí mismo le di un rápido abajo y arriba. Me detuve, con una de mis manos lo masturbé y con la otra le sobé las bolas.

Le solté saliva para que se mojara bien rico.

Quería probar la leche de mi papá pero también quería meterme el palo a mi panocha que me pedía a gritos que le diera verga.

Mis nervios no cesaron ni un momento, el miedo de ser descubierta por alguien provocaba que me calentara más y no me iba a detener.

Me levanté y quité mi short y mi ropa interior. Estaba deseosa, y temblaba.

Me subí a la cama y me puse encima de mi papá. Agarré su verga y la froté contra mi panocha que se mojó toda, escurrían los líquidos por mis piernas.

Metí la cabecita poquito y sentí como abrió las paredes de mi panocha. Solté un gemido. Empujé despacio y mientras más entraba, más me dolía. Me detuve porque ya no pude meterme más. Había tenido un orgasmo solo sintiendo como entraba en mí.

La agarré mientras gemía y noté que había entrado poco más de la mitad. Me incliné y caí acostada encima de mi papá. Lo besé. Empecé a mover mis caderas con la poca verga que había quedado dentro de mí. Lo hice rápido, mis labios se movían en sus labios inmóviles.

-Así papi, dame más. –Le susurré. Sentí como gimió y se movió. Yo ya no me preocupaba por eso, al contrario, quería que se despertara para que disfrutara que la cogida que le estaba dando su hija.

Sentí unas manos ponerse en mis nalgas, para luego caer a un lado. Lo volví a besar y esta vez mis besos fueron correspondidos.

A los 3 minutos, tuve otro orgasmo. Y al minuto, sentí a mi papá ponerse duro, gemir y leche escurriendo entre mis piernas.

Estaba agitada y agotada. Mi papá, borracho, me había cogido rico. O ¿Era violación de mi parte? No importando, y sin tiempo para descansar, me salí de mi papá, su leche escurría y goteaba por su estómago.

Me agaché y con mi boca limpié todo rastro de leche.

Me puse la ropa interior y el short y me acerqué a mi papá.

-Gracias por la cogida, papi. –Le dije, y le di un pico.

Abrí la puerta del cuarto:

-Descansa. –Susurró mi papá.

Sonreí y cerré la puerta.

Continuará.

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