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La apuesta y algo mas. Parte 4

en No Consentido

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Miércoles, día 3 de la apuesta.

Me desperté luego de dormir tan tranquila. Me arreglé, perfumé y me fui directo a la escuela, pensando en que hoy miraría a Martin, mi novio.

A las 10:30am me hablaron de la dirección.

Llegué.

-¿Qué pasó? –Lo primero que pensé fue que me iban a decir algo sobre mi inscripción.

-Te habla tu tío. –Me dijo la secretaria.

Volteé y vi al rentero. Había olvidado por completo lo que había quedado con esta persona.

-Hola mija. –Me saludó. –Me habló tu mamá, me dijo que pasara por ti.

-Este… sí. –Reí de manera nerviosa. –Voy por mis cosas.

‘’Con esto será la última vez y ya para cerrar este trato y ser libre.” Pensaba mientras iba por mi mochila. ‘’Aparte, necesito que alguien me saque de aquí para ir a ver a Martin”.

Recogí mis cosas y salimos de la Prepa. Subimos a un taxi.

-Este taxi es de mi hermano, el papá del niño que vas a ver ahorita. –Me dijo.

No dije nada. Solo iba pensando en terminar con esto.

Llegamos al lugar.

-Pasa al cuarto, ahorita te alcanzo. –Caminé.

Iba recordando mi primera vez, Rafa se esforzó en hacerlo perfect0 para mí. Para que tuviera bonitos recuerdos y pensé en darle algo muy similar a esta persona por ser su primera vez.

Entré al cuarto, cerré la puerta. Saqué 5 condones y los puse sobre la cama y me acosté. Esperé.

Como a la media hora, tocaron la puerta. Me levanté de un brinco y me quité el uniforme de la escuela. Me había puesto ropa interior sexy para Martin, nueva y recién estrenada. Le gustaría al niño sin duda. Encendí la cámara, agarré una toalla y me tapé, abrí la puerta.

Mi sonrisa se borró y en su lugar apareció una cara de temor al ver a las personas, en la puerta estaban parados 4 tipos; 1 señor de algunos 50, el rentero, un muchacho de algunos 25 y un niño de no más de 15.

-A… a… a… adelante. –Les dije. Pasaron.

-Qué bonita jovencita eres. –Me dijo el señor.

-Gracias. –Bajé mi mirada en señal de pena. Se acercó a mí, me tomó de los hombros y me vio fijamente.

-Me platica mi hermano que eres una prostituta muy joven y que te ha visto entrar con muchachos. –De nuevo me vio. –Para lo que me dice, no se ve que lo seas. Tengo años conociendo mujeres prostitutas y se les ve malicia en su rostro, avaricia y tú… estas en una Prepa, tienes tu piel cuidada, una niña bonita que de seguro tiene un novio guapo, y debes ser de dinero. ¿Qué haces aquí? –Preguntó.

-Yo… -No terminé la frase. Silencio.

¿Cómo decirle que estaba ahí únicamente porque me encantaba la verga? Y fue como si me leyera la mente.

-No voy a juzgar los gustos de cada persona, solo ten cuidado porque este mundo es muy peligroso. –Asentí y me puse más relajada. –Este es mi niño. –Señaló al más chico. –De rato nos vamos, pero quiero darle un regalo porque estos días trabajó mucho.

-Siéntate en la cama. –Le dije al niño. –Mírame, no vayas a cerrar los ojos. –Dejé caer mi toalla y quedé frente a él en ropa interior.

-Mira nada más, es una modelo hijo. –Me tomó de la mano y me dio una vuelta. –Oye, mija, estas buenísima y muy bonita. No conozco gente, sino te comerías México si quisieras.

-A la orden. –Le dije. Desnuda, entre 4 hombres, hizo que me calentará y me transformara en otra persona. Caminé, me subí a la cama y me puse detrás del niño. Lo tomé de los hombros y empecé a darle masaje.

-¿Entonces? ¿Cuánto cobras? Aunque por una persona como tú, fácil pagaría unos mil pesos la hora.

Abrí mis ojos tanto por la sorpresa: era muchísimo dinero.

-Te dije que no había problema con el pago. –Dijo el rentero.

-Sí, pero pensé que sería una prostituta barata. Ahorita veo que tenemos una joya. –Me vio. Tenía mucha pena. –Solo porque eres de mi hijo sino ya te hubiera empezado a meter mano. –Solté un chorro en mi entrepierna. –Ponte precio.

-Yo no sé. Esto es un favor que le hago a su hermano.

-Tonterías. Ten. –Se metió una mano a la bolsa y sacó varios billetes, me los dio.

Lo tomé y los conté. Eran mil pesos.

-Oiga, esto es mucho. –Le dije.

-Para nada. Si tuviera dinero, te contrataría todo el fin de semana por unos 5mil pesos. -No podía creer lo que me estaba diciendo aquella persona. –Conozco a muchas mujeres feas y nada atractivas que cobran $800 y ni te dejan hacer nada. Una jovencita como tú, que hace esto por puro gusto, debe hacer maravillas.

Solté de nuevo otro chorro.

-Gracias, creo.

Soltó una carcajada el señor.

-Vámonos, que llevamos prisa. Por favor, complace en todo a mi hijo, que se vaya cansado.

-Estoy ansiosa por bajarle el pantalón. –Le dije. Y dicho esto, salieron. – ¿Nunca lo has hecho?

-No.

-Y ¿Si quieres hacerlo?

-Si quiero pero no se esta manera.

-¿Cómo? –Pregunté.

-Apresurada.

-¿Tienes novia?

-¿Crees en el amor a primera vista? –Me dijo. No respondí. –En cuanto te vi, me enamoré de ti.

-Hay mi amor. –Le di un beso en su mejilla. –Acuéstate. –Me puse encima de él y nos empezamos a besar. Mi mano rápidamente fue hasta su bulto, que ya lo tenía marcado. –Esta verguita ya está ansiosa por salir.

-Me dieron una pastilla y creció rápido. –Me dijo. No supe qué tipo de pastilla le habían dado. De nuevo nos besamos y abrí su pantalón para luego meter mi mano y empezar a jalársela. Empezó a gemir.

-¿Te gusta? –Asintió.

Empecé a bajar, besándole primero el cuello, luego su vientre. Me levanté de la cama y le quité el pantalón con todo y ropa interior. Saltó una verga erecta de unos 14cm. Subí a la cama y me puse entre sus piernas, tomé su verga en mis manos y empecé a masturbarlo. Me incliné y con la punta de mi lengua, le di unas golpecitos a su pito. A los 10 segundos, sentí como se retorció y apunté su palo a mis tetas para que me las llenara de leche.

-Siento rico. –Me dijo. Sonreí divertida. Cuando soltó la última gota de leche, me metí la verga a la boca y empecé a mamársela.

Un mete y saca lento fue con lo que empecé, para luego pasar mi lengua por el palo. Bajé a sus bolas, y masturbándolo con la mano, se las empecé a chupar.

-Hay, despacio. –Me dijo.

Me levanté a verlo.

-Si. –Le dije.

De nuevo bajé a sus bolas.

Disfruté de su verga 10 minutos. Se la dejé llena de saliva. Me encantaba como se miraba.

-Es tu turno. –Me acosté en la cama. –Ven, quítame el calzón pero primero levántame las piernas y pongas en tus hombros. –Y con gran habilidad, que me sorprendió, lo hizo muy bien. –No, todavía no me la metas, primero mama mi panocha.

-Dime como lo hago.

-Solo usa tu lengua y pásala por toda la raja, de arriba abajo, juega, muévela para todos lados. –Le dije. –Y aprovecha porque ahorita está mojada y eso sabe riquísimo.

Se agachó y sentí como su lengua tocó mi entrepierna. Al instante me retorcí y tuve un orgasmo.

-¡Wow! Te está saliendo algo, ¡Hmm! Sabe rico.

-Sigue, no te detengas. –No era el mejor en usar la lengua pero el ambiente me tenía caliente. Disfruté de su lengua por 10 minutos.

Tocaron la puerta y dijeron:

-Ya vámonos. –Era la voz del señor.

-Espere. –Grité. -5 minutos. –No respondieron. –Ven, deja mojarte la verga.

Se acercó y me metí su pito, se lo llené de saliva.

-¿Para qué? –Me preguntó.

-Me la vas a meter. Así resbala. Listo. -Me acosté y abrí mis piernas. El chavo se puso frente a mí. –Mira bien, ponla en la entrada y de un golpe métemela.

Sentí su verga en la entrada, como la tocó. Yo estaba ardiendo, estaba mojada, de un momento a otro soltaría un segundo orgasmo. El niño la metió de un golpe toda, en ese instante tuve mi orgasmo. Abrí mis ojos y el niño estaba con los ojos abiertos sorprendido.

-Ri… ri… ri… co… ca… ca…liente… moja… do. –Dijo. Se puso duro y llenó mi panocha de leche.

Sonreí, agitada. Había tenido una buena cogida. El chavo se tiró a un lado agitado.

-Me cogiste rico. Como hace tiempo que no lo hacían.

-¿Serás mi novia? –Me dijo.

-Mira, esto me gusta a mí. Coger con otros, la verga. No puedo ser solo tuya, tu ten una novia diferente. –Le dije. –Mi novio, al que amo con mi vida, me deja hacer esto, disfrutar con otros y me ama y yo lo dejo con otras, nos llenamos. ¿Tú me dejarías estar con otros?

-No, claro que no.

-Entonces no pienses en mí. Ya cogiste, dejaste de ser virgen ahora ten una novia. Si quieres volver a coger conmigo cuando regreses, háblame.

-Mi papá cree que soy joto por eso me consiguió a alguien para coger.

-Y ¿Lo eres? –Pregunté.

-Tengo novio. Tenía mis dudas pero ahora contigo me doy cuenta que me gustan los dos tipos.

-Pues cuando regreses con tu novio, coge con él y así estarás seguro. –Le di un beso y se vistió. Sin decir ni una palabra más, salió.

Me tiré en la cama feliz de lo que había pasado y de pronto pensé en Rafa. ‘’Le dije que mi novio me dejaba hacer lo que me gustaba, Rafa, mi amor, pero él no es mi novio ya, es Martín. Pero no me dejaría hacer esto y a mí me gusta. Pero quiero ser diferente.”, y me levanté de un brinco. Vi el reloj, eran las 12:10pm. Rápido me levanté, me puse la ropa interior y de nuevo tocaron la puerta. Instintivamente tomé la toalla y me cubrí.

-¿Quién? –Pregunté.

-¿Puedo pasar? –Preguntó el señor.

-Sí, adelante.

-Gracias por el trabajo. Solo de verle la cara a mi hijo, me doy cuenta que lo trataste como rey.

En cuanto vi al señor, se encendió algo dentro de mí. De nuevo me calenté.

-Le di el mejor trato. Ninguna otra mujer se lo hubiera dado. Y cualquier cosa estoy a la orden. –Empecé a coquetearle, me quité la toalla esperando que cayera.

-En otra vuelta, sin duda te llamaré. Cuídate. –Y salió del cuarto.

Me acosté en la cama con los brazos levantados, en señal de victoria. Me reí. Estaba feliz. Quería llegar ya con Rafa para contarle. Sentí un nudo en el estómago y me sentí triste, pensé en Martín.

Me levanté sin ganas y me puse la ropa. Tardé unos 10 minutos cuando abrieron la puerta. Me asusté y vi al rentero entrar.

-Hoy no te me escapas. –Me dijo.

-¿Perdón? –Dije sin entender sus palabras.

Me tomó de un hombro y con gran fuerza me tiró a la cama. Caí de espaldas. Escuché como se quitaba su cinto y su pantalón. Volteé a verlo y ya estaba con su verga de fuera, poniéndose un condón.

-¿Qué le pasa? –Le pregunté asustada. Me levanté. De nuevo me tiró a la cama. Con sus dos manos me volteó.

Estaba en shock, tardé en reaccionar lo que pasaba. Hasta que desperté: estaba siendo violada.

-Ya le dije que lo haríamos. Pero hoy no, y no de esta manera. Por favor. –Le dije, suplicándole. Me movía con todas mis fuerzas pero el rentero era demasiado fuerte y pesado.

Me levantó la falda del uniforme para luego arrancarme la ropa interior. La agujeró, la rompió. Yo luchaba, suplicándole.

-No lo haga de esta manera, por favor. –Empecé a llorar. Me acomodó en la orilla de la cama y sentí su verga en la entrada de mi culo. –No lo haga, no, primero póngale algo, me va a doler. -De nuevo luché pero no nos movimos nada. Y cedí, solté un llanto y mis lágrimas salían, y ya no me moví.

Me estiré por la almohada, la mordí. Sentí demasiado dolor en mi culo. Me la estaba metiendo a la fuerza, y no entraba y empujaba con demasiada fuerza. Seguía llorando. Me dolía.

-Deténgase por favor.

Su verga despacio, y con mucha fuerza, entraba. Empezó a moverse.

-Me duele, no siga por favor. –El dolor era inmenso, insoportable. Golpeaba mis nalgas, fuerte, pero ese dolor no era comparado con el que sentía en mi culo.

Tardó 2 minutos cuando se salió y llenó mi culo de leche.

Al minuto escuché que se abrió y se cerró la puerta. Se había ido. Yo seguía llorando por el dolor, por la impotencia, me quería acomodar en la cama pero no me podía mover. Por el dolor, mi cuerpo no respondía.

-Me duele, me duele. Ayúdenme. –Y con un gran esfuerzo, me levanté y me acomodé en la cama.

Me toqué y traía sangre. Vi la hora, 12:30pm. Lloré y lloré… hasta que me quedé dormida.

Me despertó el sonido del teléfono. No alcancé a contestar. Vi que tenía 7 llamadas perdidas de mi tía y 5 de Martín. Y tenía 2 mensajes. Eran las 4pm. Recordé el suceso, me seguía doliendo, física y emocionalmente.

Me lavé y acomodé mi ropa, vi mi calzón destrozado en el piso. No podía caminar bien, me dolía demasiado.

Salí del cuarto y sin ver ni buscar al rentero, caminé rumbo a mi casa. Pedí un taxi que me llevó.

Durante el camino, me habló mi tía:

-July. ¿Por qué chingados no contestas?

-Disculpa tía, dejé el teléfono en la mochila y no lo escuché…

-Bla bla bla bueno ya. Por motivos de trabajo tuve que salir de viaje, regreso el domingo en la tarde. Tu hermana se regresó con tu mamá. Cuídate y cuida la casa.

-Si tía. –Respondí sin ganas.

-¿Qué te pasa?

-Nada, cuídate. –Y colgué.

Llegué a mi casa, me bañe y me dormí lo que restaba del día.

Jueves. Día 4 de la apuesta.

El despertador me levantó. Di un brinco asustada.

No tenía ánimo de ir a la escuela pero sería peor quedarme. Tenía que contarle esto a alguien pero no tenía con quien.

-Debo ver a Martín. Necesito un abrazo.

Tenía dos mensajes en mi teléfono. Uno de mi tía diciéndome que saldría de viaje y otro de Martín:

-Te espero en “x” motel, en la habitación “x”

Me sentí mal por no haber ido pero no había sido mi culpa.

Le escribí un mensaje.

-Discúlpame. Me surgió algo pero hoy te veo sin falta, a las 12. ¿Puedes?

Me vestí y fui a la escuela.

El día transcurrió normal. Mis amigas notaron que andaba mal pero les dije que no me sentía bien de salud.

A eso de las 10am me hablaron de la dirección.

-El director quiere verte, espéralo aquí mientras llega. –Me dijo la secretaria.

-Si. –Respondí.

Tomé el periódico y comencé a hojearlo. Sección nacional, deportes, policíaca, local… y llegó la cereza del pastel. Estaba una foto de Martín con una muchacha, abrazados, y los felicitaban porque próximamente se casarían. “¿Qué? ¿Martín… casarse? Y ¿lo de nosotros?”

Sonó mi teléfono, me llegó un mensaje de Martin.

-Está bien, te espero en el mismo hotel, en el mismo cuarto y a la misma hora.

Mi vida se estaba derrumbando, era mucho para mí. No sabía mi situación en la prepa. Tenía un compromiso con el director. Había sido violada. La persona que me gustaba, Martin, se iba a casar. A pesar de la apuesta, no sabía cómo llegar con Rafa. Días antes, había tenido sexo con una amiga. Mi mamá y mi tía sabían que ya tenía relaciones. Me había estado prostituyendo. Y más cosas.

No podía pensar con claridad. Agarré mis cosas y salí de la dirección.

-Me dieron permiso de salir. –Le dije al intendente que en seguida me abrió la puerta.

Me fui rumbo a la casa de mi tía, donde estaría sola todo el fin de semana. Solo quería dormir y dormir… y terminar con mi vida.

Tomé un bote de pastillas para dormir que tenía mi tía, agarré dos…

Viernes, día 5 de la apuesta.

-Entonces, ¿No vendrás?

-No mamá, tengo mucha tarea y prefiero quedarme. –Dije con voz apagada.

-Si lo que quieres es estar a solas con Rafa ahora que no está tu tía, dímelo. Solo quiero saber. -Me dijo mi mamá.

-Te lo diría si fuera eso, pero no amá.

-Está bien, cuídate mucho. Cualquier cosa háblame.

-Está bien, adiós. –Le dije y colgué al instante.

Agarré el bote de pastillas y tomé dos. Cerré mis ojos y dormí.

Era viernes, 9am y no había ido a la escuela. No tenía ganas de salir, solo de dormir y olvidar todo lo que me pasaba.

Dormí todo el viernes.

Desperté el sábado a mediodía, me despertó el sonido del celular.

Era un mensaje de Rafa.

-Te amo mucho mi amor. Fue una semana increíble. Tengo en mis manos el video para verlo en la noche. Tengo muchas ganas de verte. Estoy ansioso. Te amo.

Leí el mensaje. Me levanté, agarré el bote de pastillas y tomé dos. Cerré mis ojos…

Desperté el domingo.

-July. July. Despierta. –Tocaron la puerta de mi cuarto. Me desperté espantada.

-¿Quién es? –Pregunté.

-Soy tu tía. Ya regresé. Vente a comer.

Agarré mi teléfono. Tenía 20 llamadas perdidas de Rafa, 10 mensajes. Tenía 10 llamadas perdidas de Martin y 1 mensaje. No los leí. Me levanté y me arreglé un poco. Salí del cuarto.

-Vente, traigo tortas. –Me senté sin decir nada. –Fue un viaje muy pesado, mucho trabajo pero ya estoy aquí. Tendré esta semana de descanso. –Me dijo. No le respondí, agarré mi torta y le di una mordida. -¿Qué te pasa?

-Nada, tía. –Me vio y no dijo nada. Comimos en silencio sin decir nada. Mi tía entendió que no quería hablar.

El domingo me la pasé encerrada en mi cuarto, y se pasó todo el día. Mi tía me preguntó un par de veces que me pasaba pero no le respondí. Llegó mi hermana y se acabó el domingo.

Empezó la semana.

Las dos siguientes semanas no fui a la escuela y mi tía me dejaba faltar. No salía de mi cuarto, no respondía ni llamadas ni mensajes. Hasta que el viernes de la segunda semana…

-Arréglate. –Me dijo mi tía. –Vamos a salir. –Elevó su voz y sentí miedo. Me levanté sin ganas, me bañé, me arreglé casual y para las 7pm salimos.

-¿A dónde vamos? –Pregunté.

-Vamos a salir con unos muchachos.

-Tía, la verdad, no traigo ganas…

-¡Shh! Es hora de que sepas quien eres y que dejes de deprimirte.

No entendí lo que dijo o a que se refería pero sus palabras me ayudaron de alguna manera.

Llegamos a un restaurante. Caminamos a una mesa y nos sentamos junto a dos chavos de algunos 27-30 años.

-Hola. –Saludó mi tía sonriendo.

-Hola, tía. –Saludaron los dos chavos a mi tía.

-Ella es July. –Me presentó mi tía.

-Hola. –Saludé apenada.

-Has crecido mucho. –Me dijo uno de los chavos.

-¿Me conocen? Porque yo no me acuerdo de ustedes.

-Son Pablo y Pedro. –Me dijo mi tía. –Son sobrinos míos de parte de mi ex esposo.

Y empezamos a hablar de cosas muy casuales. Dieron las 10pm cuando:

-¿Quieren venir a mi casa? –Preguntó mi tía.

-Vamos. –Dijeron los dos sobrinos.

-Bueno. –Y nos fuimos a la casa de mi tía.

Llegando a la casa de mi tía, nos acomodamos en la sala:

-¿Gustan algo de tomar? –Ofreció mi tía.

Los dos chavos pidieron whisky. Yo nada. Se hizo el silencio.

Empezaron a tomar los tres.

-Y bien tía, ¿Para qué nos hablaste? –Preguntó el mayor, Pablo.

-¿No te acuerdas de ellos, July? –Me preguntó mi tía.

-No. –Pero de pronto sentí algo en mi pecho.

-Ellos son mis sobrinos solo que viven en USA. Casi no vienen. –Dijo. Silencio.

-No entiendo. –Dije.

-Tú no eres así desde hace poco tiempo. –Me dijo mi tía. Seguía sin entender.

-¿Cómo?

-Tú eres muy parecida a mí. La palabra que hoy en día usan es, ninfómana. Son las personas que les gusta el sexo. –Me dijo.

-¡Aja! –Dije.

-Yo soy así, y tú eres igual que yo.

-Está bien. Te gusta el sexo, igual que a mí, lo entiendo. ¿Ellos que tienen que ver aquí?

-Pablo, fue tu primera vez. Cuando tú tenías 10 años y el 20.

-¿QUE? –Grité asustada. Lo vi y me vio.

-¿No te acuerdas?

Y de pronto me empezaron a llegar recuerdos…

Continuará.

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