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Perdido entre sus piernas

en Hetero: General

Conocí a Amaya en una cena de amigos, ella tenia novio y yo tenia novia.  LA chica era mona, pero tampoco es que hiciese girar a la gente, simpática, muy habladora y muy delgada con pocas tetas.

A través de Facebook nos hicimos amigos y durante al menos un año nuestra única comunicación fue la red social, lo típico pongo “me gusta” en cosas que me la soplan y escribo algún comentario gracioso en fotos que ella cuelga.  Poca cosa.

Yo acababa de pillar a mi novia follandose a su jefe, al principio lo negó todo pero ante la evidencia de las pruebas; emails y fotos, no le quedó más remedio que pedir piedad, cosa que no recibió.  La verdad es que me indignaba más que me jodía, pero bueno las cosas eran así y parecía que asi se iban a quedar.

Llevaba unas semanas follandome a una vieja follaamiga cuando Amaya llamó para preguntarme una duda sobre mi trabajo que a ella le podía interesar, me llevó 5 minutos solucionarlo, algo que ella me confeso que le hubiese llevado por lo menos tres horas ante lo cual me invitó a tomar un día una cerveza.  Una de esas invitaciones que nunca llevan a nada pensé, una de esas que son como una coletilla de agradecimiento, pero con Amaya no fue así.  Amaya insistió por whatsapp y Facebook a ver cuando nos tomábamos esa cerveza.

Llego un viernes a eso de las 9 de la noche en el que no tenia ningún plan, mi follaamiga habitual se había ido con sus padres a Jaén y no me apetecía quedar con ningún amigo en especial por lo que mande un whatsapp a Amaya

-       ¿haces algo para cenar?

-       Lo que tu quieras – contestó.

-       ¿Qué te gusta comer?

-       De todo, tu eliges.  Recógeme.

Reserve en un restaurante vasco, me duche y salí hacia su casa.  Salió del portal embutida en unos vaqueros que dejaban ver perfectamente su figura, una camisa escotada y una cazadora abierta.  La verdad es que para las pocas tetas que tenía la chica sabia como usarla.

El restaurante era coqueto y con poca luz, allí hablamos por primera vez en un año.  Era la primera ocasión que hablábamos más allá de las conversaciones que se pueden tener en una fiesta en la que profundizas poco en temas y contenidos.  Aquella fue una conversación muy interesante, me encontré con una persona culta, viva, simpática, con experiencias, fácil conversación y un poco de mala leche.  Ella después me confesó que descubrió en mi una persona culta, muy simpática y viajada.  Literalmente nos tuvieron que echar del local por que la conversación se alargaba.

-       Llévame a bailar – me dijo.

-       ¿a dónde? – pregunté, pues tenia en mente llevarla a algo más tranquilo donde poder seguir rajando.

-       No se chico, tu decides.

Y salimos hacia el Moloko, un bar en las comendadoras donde ponen buena música y la gente al final acaba bailando y donde además de ser amigo de los dueños se mantienen abiertos a puerta cerrada, ósea que una vez han bajado la verja siguen sirviendo copas y se puede fumar.

El ambiente era perfecto, mucha gente pero toda dando votes con los éxitos de ayer hoy y siempre, Amaya destacaba pues hablaba con las paredes, incluidos los dueños, no paraba de bailar y tomaba las copas con pajita.

Ya quedábamos pocos en el bar, pero quedábamos los más animados. Amaya y yo hablábamos uno al lado del otro cuando le di un morreo.

-       ¿Por qué? – me dijo.

-       No sé, me apetecía.

-       ¿Y no puedes esperar hasta llegar a casa?

-       Pues no sé – le dije cortado.

-       Espérate –me sonrió.

Como es obvio cerramos el Moloko una hora después, sinceramente no sabía que onda llevaba Amaya y prefería no hacerme ilusiones que me la iba a follar por que me había dejado fuera de juego con su pregunta.

-       Vamos a mi casa, tal y como vamos no me atrevo a conducir hasta la tuya.

-       Ok, pero soy muy friolera.  Por cierto, ¿roncas?

-       Un montón.

-       Para el coche que me cojo un taxi a mi casa, se rió – me dijo, yo iba a parar el coche cuando dijo – no te preocupes, suelo llevar tapones para los oídos.  No soporto que me ronquen en la oreja y nunca los dejo en casa.

Entramos en casa, y ella me pidió un cola cao, una camiseta y si podía usar mi cepillo de dientes.  Los primero me dejó a cuadros, lo segundo era mas que lógico si no quería follar y lo tercero me dejo boquiabierto.

Una vez despachado el colacao se metió en el baño y tardó como 15 minutos, fuera de casa se iba haciendo de día y los pajaritos empezaban a trinar.  Con la luz que entraba por la ventana la pude ver salir del baño con la camiseta puesta que marcaban perfectamente sus pezones y su coño al aire.  Se metió en la cama, se abrazó a mi con piernas y brazos

-       que frio que hace en esta casa.

-       ¿frio? Hace un calor de cojones.

-       ¿Ves? Nuestro amor es imposible, tu caluroso y yo friolera – me susurró mientras me daba una chupada a la oreja.

-       Yo el pase el brazo por detrás de su cabeza y le empecé a tocar un pezón.

-       Con más suavidad, no me gusta que me hagan daño, venga lo dejamos para otro día -  mi gozo en un pozo, esa noche no me iba a follar a Amaya y por lo visto no me la iba a follar nunca, estas cosas son así, tienes una única bala y si no la utilizas la bala te la quedas pero nunca será disparada.  Me resigne.

Amaya se soltó después de 5 minutos, se agacho, apartó mi calzoncillo y se metió mi placida polla en su boca.

-       Pero… ¿no decías que lo debajamos para otro día?

-       Bueno, me encanta ver como crece en mi boca.

-       Ya, ¿y?

-       Pues he cambiado de opinión – Amaya siguió chupando con una increíble maestría.  Me mamaba la base, me mordía el capullo, me pasaba la lengua por los huevos, me chupaba entre los pliegues de mis piernas, mordía dulcemente mi bello publico mientras empezaba a tocarse su coño o eso parecía por como metía su brazo entre sus piernas.

No dije nada, simplemente me deje hacer durante aproximadamente 10 minutos.  Rezaba por que no parase y rezaba por que parase por que si no me iba a correr en su boca.

-       te gusta que se corran en tu boca – pregunté.

-       No especialmente – me dijo – pero si quieres correrte córrete, ya acabaré sola.

La cogí por lo sobacos y la subí, la empuje hacia mi cara y la hice sentarse en ella.  A pesar de la presión sobre mi cara mi lengua empezó a jugar por su prominente clítoris, Amaya empezó a sudar y a gemir.  Yo chupaba y ella retorcía su cuerpo, lo tensaba, se dejaba caer apoyándose en la pared, se restablecía, tocaba los pechas, me tocaba el pelo, miraba hacia arriba, miraba hacia abajo y hablaba sola.

-       como me pone una lengua cuando estoy caliente.   Con una lengua en el coño soy la tía mas feliz del mundo.  Me encanta como me lo haces.  Hoy soy tuya.  Dime que soy tu puta.  Follame duro – gemía mientras un orgasmo alcanzo su cuerpo.

Me incorpore, la puse de rodillas en la cama y con el cinturón de mi albornoz que estaba tirado en la cama la ate los brazos a la espalda, ella se puso rígida apuntando con esos pequeños pezones hacia el techo de la habitación.

-       ¿qué vas a hacer conmigo?, ¿te gusta montar a tías indefensas?

-       Creo que tu eres cualquier cosa menos indefensa – le dije mientras empujaba su cuerpo hacia delante y le metía un vibrador naranja que había sacado de la mesita de noche.

-       Ponle un condón cerdo, a saber en que coño ha estado esto metido – me dijo mientras movía la cadera.  En la mesita de noche encontré uno y se lo coloque, me jodia gastar un condón en esas cosas, pero un polvo es un polvo.  Una vez metido el condón dentro la apoye le metí con esfuerzo y poco a poco el vibrador en el coño – con cuidado Manuel, tengo la puta suerte de tener un coño enano.

-       ¿Suerte?

-       Si suerte, me mata de placer y mata de placer a los que me folla – me dijo mientras por sus caras se notaba que le estaba costando tener aquella cosa en su chocho.  Cuando acabe empecé a moverlo lentamente.

-       ¿Así?.

-       Me gusta duro.  Ya estas dentro, ahora házmelo saber – empecé a mover la mano como un loco hasta casi dolerme y aunque ella aguantaba su respiración iba entrecortándose y gritando iba llegando al orgasmo.

-       ¿Sufres vida?

-       Mas que sufrir estoy gozando como una puta.  Me vuelve loca esa polla de goma.  Dame, dame, dame me decía mientras se incorporaba y ella misma  votaba sobre el vibrador y tiraba de sus brazos como queriendo soltarse, algo jodido por que estaba atada y bien atada.

-       ¿Te gusta más esto o mi polla?.

-       Ahora más esto pero mañana por la tarde voy a decir que tu polla una vez la haya probado.

-       ¿Tan segura estas? – le dije mientras le mordía un pezón.

-       ¿te importa que me corra?, luego te compensaré.  Ahora no me hables déjame disfrutar de mi corrida -  no dijo nada, cerró los ojos, se concentro, abrió la boca y su cuerpo empezó a temblar, solo articuló a decir mi nombre cuando su orgasmo llego a su cima cayendo derrotada a mis pies.

No esperé ni un minuto, la tumbe, le saque el cacharro del coño, me puse un condón  y de un golpe de cadera le metí mis 17 centímetros de polla en ese estrecho coño.  Vive dios que era estrecho y un tanto seco para acabar de tener un orgasmo, pero desde luego era un señor coño en términos de sexo.  Amaya me besaba el cuello mientras yo la montaba.

-       rómpeme, dame duro, párteme en dos, quiero volver a correrme.

-       Eres de lo mas puta que he conocido – dije sin creer lo que había dicho.

-       Dame duro, dame de verdad, rómpeme que nunca lo has hecho.

-       Me moriría por follarte sin condon

-       Y a mi mi amor, pero yo no sé con quien te has acostado tu antes y además si me follases tu me podrían follar todos y tu no sabes quienes son esos otros – dijo con un nuevo orgasmo que inundó la habitación con un grito de placer

Nunca he sido mucho de fiarme de los condones, por saque mi polla del coño, me quite el condón y me la meneé para correrme sobre su cuerpo.  Ella solo sonrió.

Quedamos extasiados durante unos minutos hasta que Amaya con gestos me pidió que la soltase

-       tengo sueño – me dijo, se dio media vuelta y se puso a dormir.

CONTINUARA 

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