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En una isla desierta con mi ex-mujer

en Orgías

Las vacaciones en Micronesia habían sido una autentica maravilla, pocas veces en la vida visitas un lugar tan maravilloso como son unas islas perdidas con unos hoteles totalmente exclusivos.  Y no lo digo por la distancia desde España, más de 30 horas de viaje, sino por el altísimo precio del mismo.

Llevábamos preparando esto más de 2 años.  En principio íbamos a ir tres amigos, muy amigos de hechos pues nos conocíamos desde la época de la universidad.  No sé como lo lograron pero finalmente al viaje de tres se unió mi exmujer, de la cual me había divorciado hacía 10 años y aunque la relación era buena, prefería tenerla lejos.  Mi ex estaba recién divorciada de su segundo marido y necesitaba alejarse de su mundo en Madrid.

Las vacaciones como digo fueron increíbles.  Llegamos agotados a Nauru después de un vuelo de Madrid a Singapore, de Singapore a Sumatra, y de Sumatra en un avión a hélices hasta la isla.  El hotel era magnifico, todo overwaters a los que se accedía por una serié de pasarelas que unían todos los palafitos.  Ocupamos uno con cuatro habitaciones y un magnifico salón.  Después de descansar un rato nos tocó tostarnos al sol en una de las playas privadas del complejo.

Ya en el vuelo se me puso la mosca detrás de la oreja cuando vi a mi ex tontear más de lo habitual con Ernesto, el rompebragas del grupo.  Lo cierto es que Vanessa es muy abierta y nos hizo mucho caso a todos, incluido a mi, pero con Ernesto la atención era mayor.

Aquella primera noche cenamos en el increíble restaurante del hotel y después de un par de copas conocimos a un par de inglesitas.  La noche prometía, pues el alcohol unido a lo cansados que estábamos y el hecho de tener que hablar ingles con las dos hembras hacía la noche muy simpática y divertida.

Volvimos tarde a nuestra cabaña y cada uno se fue a su habitación. 

El jet lag me hizo despertarme cuando aún no había amanecido y ante mi asombró una nube de jadeos venían de algún lugar en nuestro palafito.  El hijo de puta de Ernesto se había despertado y había decidido volverse a dormir a base de follarse a mi ex mujer.  Vanessa gritaba como si no hubiese follado en la vida y la estuviesen desvirgando mientras Ernesto le daba duro.

No me corté un pelo, si se estaban follando  a mi ex sin ningún tipo de problemas, ¿por que iba yo a tenerlo?.  Salí de mi cuarto, me dirigí a la mini cocina, me preparé un café y salí a la terraza mientras seguía oyendo el cabecero de la cama golpeando la pared.

-       Joder, menuda nochecita que llevan estos dos – me giré y vi que era Ernesto quien me hablaba, ósea que era Juan el cabronazo que estaba montando a Vanessa.

-       Ni que lo digas, ni se han inmutado cuando he salido al pasillo, y seguro que me han oído moverme.

-       Ya, por lo menos tu no los tienes pared con pared.

Nos descojonamos de risa cuando después de haber acabado, Juan salió de la habitación de Vanessa medio en pelotas intentando volver discretamente a su cuarto para ver si no le pillabamos.

-       Espartaco Santoniiiiiii, ¿dónde vas que te hemos visto? – le gritó Ernesto.

-       Joder, no me digáis que os hemos despertado – dijo Juan un poco cortado.

-       No, coño, nos ha despertado el cambió horario de las pelotas, pero vosotros dos no habéis ayudado mucho – dijo de nuevo Ernesto

-       Espero que no te importe, ya sabes, el alcohol – dijo Juan dirigiéndose a mi.

-       Ya sois los dos mayorcitos – dije yo aguantando mi proteccionismo hacía mi ex mujer.

Vanessa salió una hora más tarde ya arreglada y sin saber las coñas que le esperaban.

-       joder Vanessita, yo que esperaba que te quitasen los calores vaginales algún nativo y va y te hace el favor Juan – dijo Ernesto,  Vanessa sonrió.

-       Desde luego Vane, espero que conmigo guardases luto más que con tu segundo marido – dije yo.

Desayunamos como reyes y nos dirigimos a una pequeña isla conducidos por empleados de hotel, donde íbamos a pasar el día.  La sorpresa fue mayúscula cuando nos encontramos a las dos inglesas en topless debajo de un cocotero.  Ingrid, la más mona se tapó las tetas y Juliet se las dejó al aire.  La verdad es que buenas tetas pensé.  No es una belleza, pero tiene un cuerpazo y ser pelirroja y el cuerpo lleno de pecas la hacía más atractiva.

Nos sentamos con ellas y pasamos toda la mañana y tarde.

De regreso en el hotel nos duchamos, arreglamos y pasamos al comedor a cenar donde nos esperaban las dos hijas de la Gran Bretaña.  La cena y las consiguientes copas fueron un festival de risas, bromas y arrumacos.  Estaba más que claro que Juan se iba a volver a follar a mi Vanessa, Ernesto lo intentaba como loco con Ingrid y yo iba a saco por Juliet, la cual no parecía disgustarle la idea.

Tenía a Juliet mostrándome su rosado coño coronado por una mata pelo naranja y a punto de volvérmela a follar por segunda vez, cuando oí la puerta de nuestra cabaña cerrarse.

-       I am sorry Darling, I told you no penetration, I got a boy friend and you know it already - A Ernesto se le ha jodido el plan, pensé, la tía sale por patas.

Yo seguí disfrutando de Juliet como si no hubiese un mañana, la chica lo valía y ese movimiento de pelvis que tenía cuando mi polla la penetraba, bien valía el viaje hasta el otro lado del mundo.  La chica no rehuía nada, cambiaba de posición, le hacía chuparme la polla, me metía un dedo en el culo mientras la penetraba, la hacía llegar al cielo para parar de golpe y hacerla sufrir.

No sé mi hermana y Juan, pero aquella noche yo follé como un enano.  Hacía tiempo que no follaba con una chica con tantas ganas y creo que se notó en el resultado final, pues Juliet acabó molida.

Los siguientes días fueron una putada para Ernesto, sus compañeros de viaje no paraban de follar y ella a falta de otras mujeres se tenía que confirmar con Ingrit, a la cual calentó de lo lindo pero no sacó más que un par de 69´s unas cuantas comidas de coño y alguna que otra paja.

Las chicas abandonaron la isla un par de días antes que nosotros.  La verdad es que fue una pena, ya no solo por el follar sino por lo bien que nos caían, creo que menos le dolió fue a Ernesto que estaba dolido en su amor propio.

Cenamos opíparamente la última noche.   El vino, el champan y por último las copas corrieron durante la noche y cuando llegamos al palafito caí rendido en mi habitación.  Antes de poder quedarme dormido, ya estaba Vanessa gritando de placer y dejando bien claro que cuando una madrileña se corre es que se corre de verdad.  Esa noche fue sin duda la más escandalosa de la semana.

Por la mañana un bote nos recogió para llevarnos al aeropuerto donde una mini avioneta que nos iba a llevar hasta Taikini donde cogeríamos una avión ya a reacción.  Por lo visto como solo éramos 3 no les interesaba coger la avioneta con la que vinimos.

La verdad es que entramos acojonados, pero un par de bromas de Juan, un chiste de Vanessa y un animo de Ernesto le quitaron hierro al asunto y nos lanzamos dentro.

El viaje iba a ser de 4 horas, pero solo duraría dos.  El tiempo que el avión tardo en quedarse sin motor y empezar a planear.  Uno se imagina que en un accidente aéreo uno se enfrenta a una tormenta electica, o que una ala salé volando o los motores se incendian, o incluso que el piloto queda indispuesto.  No, aquí nos quedamos sin corriente eléctrica y por nose que coño el motor se paró dejando todo en silencio.

Por un momento pensamos que el piloto estaba de coña pues no dejaba de sonreír, pero nos dimos cuenta que algo iba mal cuando empezó a levantarse del asiento para ver mejor las pequeñas islas que teníamos cerca y donde podríamos amenizar.

La cosa fue como muy civilizada, pues en vez de ponernos a dar gritos de terror, sencillamente nos callamos y dejamos al piloto hacer.

El tío hay que reconocerlo fue un virguero.  Planeó alrededor de una isla, negó con la cabeza, continuó hasta la siguiente, volvió a negar y en la tercera se le dibujó una sonrisa en la cara.  Como si lo hiciese todos los días el tío se fue acercando al mar y poco a poco sin sacar el tren de aterrizaje fue tocando el agua hasta quedar posados sobre él.  Ni dimos botes, ni golpes, ni hierros retorciéndose o partes desprendiéndose.  Simplemente nos posamos en el mar a un par de cientos de metros de la costa.

-       Madre de dios, ¿y ahora como coño vamos a llegar a la costa? – dije yo.

-       No problema, we have a boat but bisides you can walk to it.

-       Mira el hijo puta, si lo entiende todo – dijo Ernesto – dice que tiene una balsa, pero que se puede andar a la isla por que no hay profundidad.  Eso debía de estar buscando el tío cuando sobrevolaba isla tras isla.

-       No really, I was looking for reefs and this one did not have one, so we could land and walk without a problema.

-       No, aquí Limberg que nos dice que buscaba una isla sin arrecifes.

Pasamos todas nuestras cosas a la balsa incluyendo la batería del avión que estaba muerta, la radio, comida, un arma y toda la bebida en el avión.  El piloto ancló el avión al fondo para que no se lo llevase la marea y empezamos a andar hacia la playa.

La isla era una preciosidad, eso había que reconocerlo.  Deshabitada, colmada de cocos y cocoteros, aguas cristalinas y una inmensa playa.

Pasamos en la isla una semana sin ninguna novedad, al principio el piloto nos aseguró que sería cuestión de días.  De hecho vimos pasar a aviones de reconocimiento sobre nuestra isla pero sin ningún resultado.  Rápidamente nos hicimos a la isla y a vivir en ella.  El piloto, nos enseñó a pescar con una lanza, era tal la cantidad de pescado que era difícil fallar. A hacer fuego con dos palos y hojas secas de cocoteros.  A subir a los cocoteros y mil y unas cosas que solo los isleños realizaban con facilidad.

No habían pasado ni dos días cuando volvimos a escuchar nada más hacerse de noche, los lamentos y gemidos de Vanessa cuando era empalada por Juan.  Definitivamente nos habíamos hecho a la isla

Dos semanas pasaron cuando el piloto nos propuso coger la barca e ir a buscar ayuda, solo Vanessa estaba dispuesta a ayudarle, cosa que yo me negué en redondo.  Según mi parecer, era cuestión de tiempo que nos rescatasen.  Teníamos agua de coco en millones de envases naturales.  Pescado a mansalva, el clima era magnifico y alguien vendría a por nosotros.  El piloto no lo vio tan claro y decidió empezar a sacar pescado, recoger cocos y acondicionar la balsa para una larga travesía, cosa que como digo yo no aplaudí.

Pasó un mes y no había noticia del piloto.  Los aviones de búsqueda hacia semanas que habían dejado de buscar.  Afortunadamente entre nosotros todo era armonía y no había malos rollos, algo fundamental para llevar adelante un tema así.

Era noche cerrada y yo saboreaba el enésimo coco del día cuando Vanessa empezó su jadeo de cada noche.  Se la estaba follando duro de nuevo.  No creo que nunca Vanessa había follado con su ex ni conmigo, ni tanto ni tan bien.  Joder que aguante tiene el cabrón de Juan – pensé.  Me quedé de piedra cuando vi pasar a Juan entre las sombras de la noche – y Vanessa no dejó de ser follada.  Me quedé de piedra, ¡¡se la estaban follando los dos!!, bien que llevásemos un mes perdidos, pero joder, Vanessa es como de mi familia y la tía se debería de cortar al menos un poco.

No dije ni pio, pero según avanzaban las semanas la cosa se iba haciendo más y más evidente.  Llegamos a un punto en el que ya no veía a uno u otro pasar cerca cuando se follaban a la chica, sino que llegó un punto en el que era más que obvio en la oscuridad que ambos se la follaban a la vez.  Yo como es lógico me la pelaba primero pensando en chicas que habían pasado por mi vida, en especial Juliet y finalmente en honor de los ruidos guturales de ambos amantes y sus siluetas que se dibujaban en la sombra.  Creo que me hubiese unido en algún momento a la fiesta, pero algo me decía que no debía de tocar de nuevo ese palo, por lo que dejé que el tiempo pasase como mero espertador.

Ya sé que Vanessa es mi exmujer, pero me ponía a mil ver como se la chupaba a uno de los chicos mientras otro se la follába a cuatro pata con sus tetas botando por los movimientos de los tres.

Día tras día Juan y Ernesto se la follaban al compas mientras yo me la meneaba como un machaco con un poco de envidia y un poco de añoranza.

La obviedad de una doble penetración y ver como mi Vanessita recibía a gritos una o dos pollas en su culo llevaron mis pajas a una nueva dimensión.  Evidentemente hubiese preferido montarme yo a una tia mientras estos tres cabrones disfrutaban, pero eso era lo mejor que tenía en esas circustancias.

Las semanas pasaban y las cosas no cambiaban.  Ni rastro del piloto, ni rastro de aviones o barcos y mientras tanto los tres seguían follando como conejos.  Era tal la obviedad que más de una vez se la follaban a la luz del día, uno, otro o los dos a la vez.

Oí a Vanessa gritar de placer al correrse mientras pescaba con Juan, los dos sonreímos mirándonos y seguimos con nuestra labor.

Se estaban pagando un polvo del copón.  Desde luego que ambos disfrutaban  sin duda ninguno de los dos se cortaban un pelo.  Se corrieron como poseídos por el diablo.  Ambos quedaron tendidos un rato largo, levantándose Vanessa una vez limpiado su barriga inundada por la lefa de Ernesto

Vanessa paseaba desnuda por la otra punta de la playa cuando Juan y yo recogimos los pescados capturados y nos dirigimos a la zona donde hacíamos las hogueras. Nos encontramos a Ernesto todavía desnudo con un coco incrustado en su cabeza.  Corrimos hacía él pero llevaba ya un tiempo muerto.  El chico se había quedado dormido después de follar con Vanessa y un coco que se había desprendido de un cocotero le había dado de lleno en la cabeza matándolo al instante.  Evidentemente es algo que te dicen siempre que vas al trópico o zona de cocos, pero viendo la belleza de la zona y su tranquilidad es algo que siempre pasas de largo.

Nos quedamos hundidos, Vanessa se lamentaba de haberle dejado allí y Juan se repetía una y mil veces las veces que le había dicho que cuidado con los cocos y donde se tumbaba.

Enterramos el cuerpo sin vida de Ernesto lo mejor que supimos e intentamos continuar con la vida a pesar de lo mucho que nos dolía.

La vida volvió a la normalidad cuando oí por primera vez en dos meses a Vanessa gemir como una posesa mientras Juan la montaba.  Lejos de ser un golpe en mi orgullo oír como se follában a mi exmujer. Fue una liberación ver que a pesar de la procesión la vida seguía.  Debería joderme, supongo, pero para mi fue la gloria oír esos gemidos

Ya llevábamos año y medio en la isla.  Estábamos hasta el gorro de agua de coco, pescado a la brasa y la falta de preocupaciones.  Vanessa y Juan follaban continuamente y yo me masturbaba viéndoles sin ningún disimulo.

-       Un día te vas a tener que unir a nosotros, sino te la vas a acabar arrancando – me dijo Juan entre risas.

-       Si, creo que un día de estos te la voy a tener que meter por el culo – le contesté riendo.

-       No me jodas, no me jodas – me dijo mi amigo descojonado.

La vida pasaba despacio cuando una noche después de una montada de las suyas oí como Juan gritaba.

-       ¿Que pasa? – dijo Vanessa

-       Ni idea, me ha picado algo.  Hostia que dolor.

-       Ufff, no se ve nada.  Esperemos a mañana a ver que es.

Cuando amaneció Juan era un baño de sudores, tenia un pequeño picotazo que se había hinchado y puesto verde alrededor.  Juan deliraba ante la fiebre sin nada que pudiésemos hacer ni Vanessa ni yo.  Juan dejó de respirar 24 horas después de un día tremendo dolores, delirios y sudores.

El mundo se nos cayó encima.  Enterramos a Juan cerca de donde habíamos enterrado a Ernesto.

Sinceramente no sabíamos que hacer con nuestras vidas.  Llevábamos muchos meses encerrados en esa isla y no había ninguna salida a la vista.

Pasaros los meses y Vanessa seguía como ida, afortunadamente una noche sin luna le oír gemir tímidamente mientras intentaba conciliar el sueño.

A partir de esa noche Vanessa se masturbaba cada vez con más ganas, según me comentó era su manera de liberarse ante la presión de la inseguridad en nuestro futuro.  Yo tampoco le andaba a la zaga, me la meneaba cada vez que sentía un calentón.

No sé quien gritaba más al correrse, ella o yo.  No eran pocas las noches que aún jadeantes nos mirábamos uno y otro a los ojos.

Llevábamos tres años y a esas alturas Vanessa se masturbaba delante mía sin ningún tipo de complejo.  Estaba visto que aquellas “vacaciones” se iban a alargar mucho tiempo, no veíamos una posibilidad clara de ser rescatados pues en ese tiempo no habíamos visto ni siquiera un avión comercial volar sobre nuestras cabezas por lo que ni siquiera podíamos intentar la hazaña de hacer un help inmenso en la arena que se viese desde el aire.

Era más que evidente que de aquella isla nadie nos iba a sacar, tendría que darse una carambola para que nos encontrasen.

Era casi de noche y envueltos en un precioso anochecer que volvía la isla naranja, Vanessa se marturbaba a cuatro patas con el culo en pompa.  MI exmujer ni siquiera se había apartado de mi cuando yo saqué mi polla y empecé a meneármela poco a poco.  Vanessa me miraba con el rabillo del ojo mientras se mordía el labio.  Poco a poco fue moviendo su cuerpo dejando despacio su ojete mirando hacía mi cara.  No me di ni cuenta cuando si pensarlo se la metí de un golpe en su dilatado culo.

-       joder con cuidado – me dijo entre jadeos.

No tuve ningún cuidado simplemente empecé a bombear como cuando eramos adolescentes y la había roto el culo por primera vez.  Simplemente aplique mis manos en sus caderas y empecé a darle con fuerza.  Llevaba más de tres años sin follar y si había empezado no iba a para.

-       Dame duro, dame de verdad.  Necesito una polla, la necesitaba mucho.

Yo no decía nada simplemente le daba con fuerza.  Vanessa se corrió unas cuantas veces antes de que un latigazo de placer recorriese mi espalda.  Vanessa notando que me iba sacó mi polla de su culo e intentó hacer que me corriese en su cara.  Yo simplemente me meneé la polla hasta correrme evitando su cara con todas mis fuerzas.

No nos dirigimos la palabra en 24 horas.  Rompimos el silencio cuando Vanessa se tumbó entre mis piernas y apartando el harapo que me hacia de short, sacó mi polla y empezó a mamar.  Me chupo la minga despacio, recreándose en mi capullo y tronco y meneándomela cada poco rato, para bajar de nuevo la velocidad y volviendo al ritmo reposado.

No dejó que me corriese, sencillamente soltó mi polla, se puso a cuatro patas y me dijo

-       dame, dame en el coño, como en los viejos tiempos.

Yo no hice nada más que seguir sus instrucciones.  Apunté mi dura polla hacia su tremendamente peludo coño y la penetré sin dudarlo.  La follé sin cuartel hasta que corrí copiasamente en su coño.

Yo me quedé muerto, pero Vanessa salió corriendo al agua y se lavó el coño durante más de 10 minutos.

-       ¿tu estas loco?, ¿me quieres preñar o que coño te pasa?

-       Pero… pensé que tomabas algo.

-       ¿qué tomaba algo mamón?, pero de donde coño voy a sacar el jodido algo.  Tómame como y cuando quieras, pero si te quieres correr tienes dos agujeros, el tercero déjalo en paz.

Vanessa se pasó disgustada toda la semana, no le había parecido bien mi eyaculación en su vagina.  Vanessa volvió a romper el hielo mamándome de nuevo la polla y poniéndose a cuatro patas para hacerme disfrutar de su cuerpo.

El maldito sexo había roto entre nosotros la armonía que hasta entonces teníamos, pero desde luego esa situación no dudaría demasiado pues no había pasado ni un mes desde que habíamos vuelto a follar como hacía años que no lo hacía, cuando retomamos nuestra pasada amistad, algo que nunca más se rompería.

Me gustaría decir que un día llegó un barco a rescatarnos y nos pillaron en pleno acto, y después de una gran vergüenza nos subieron a bordo para nunca más volver, pero no.  La cruda realidad es que fueron pocos los aviones a más de 10.000 metros que vimos pasar cada año, desde luego para esos aviones, nuestra islilla no era más que un punto en el mar y era imposible que nadie viese ninguna actividad en ella.

Vivimos juntos en la isla durante más de 25 años, la verdad es que a falta de otra actividad, follamos como tigres mientras la salud nos lo permitió.  La vida dentro de lo que abe fue muy feliz, nos teníamos el uno al otro y en nuestras circunstancias, eso no era poco.  Vanessa murió hace 10 años ahogada mientras nadaba a un par de cientos de metros de la costa.  Debió de darle un calambre o algo así, sencillamente desapareció en el mar y nunca más la volví a ver.

Llevó más de 38 años en esta isla y mi momento de acerca, me siento cansado, viejo y solo y después de meses escribiendo mi historia en cortezas de coco, solo espero que alguien algún día las encuentre y sepa de nosotros.

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