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Mi coño y yo - mi etapa universitaria.

en Dominación

Había empezado a follar a los 18 años. 

Soy muy pragmática de nacimiento y desde el primer momento me di cuenta que placer y amor no tenía porque ir necesariamente de la mano. 

Me pase dos años de cama en cama disfrutando todo lo que podía de mi cuerpo, y bueno de mi cuerpo y del cuerpo de todos los que caían a mis pies y a mi me gustaban.  Se puede decir que evolucioné muy rápido en todo lo relacionado con el sexo y en pocos meses ya se puede decir que era una experta folládora que dejaba a los hombre baldados y que no paraba de exigirles que le follasen una y otra vez.

Estábamos a dos meses vista de acabar bachillerato y enfocar lo que sería nuestra etapa universitaria.  Etapa que yo temía como al agua hirviendo.  Me había costado un montón aprobar asignaturas en bachiller y no quería ni pensar lo que iba a ser aquello de la universidad ni como iba a hacer para aprobar una carrera medianamente decente.

Aquella tarde en vez de ir a clase nos habíamos quedado en el bar del instituto tomando cervezas. 

Aquello no era más que conversaciones de esas de hablar por hablar, tonterías, fantasmadas, cosas poco pensadas, pero hubo una conversación en la que no intervine pero si me fijé.

-       Pues si tío, te puedes sacar cualquier carrera a base de dinero – le decía uno de los macarras con los que tomaba cervezas a otro.

-       No jodas tío.

-       Que si, la que quieras – insistía.

-       ¿Y como?

-       Muy sencillo.  ¿Cuántas asignaturas tienes en la carrera?

-       Ni puta idea, pero ponle que 10 por año.  Esto es 40 asignaturas.

-       Pongamosle 50.  Pues muy sencillo.  Ofreces el día antes de cada examen a cada profesor 10.000 euros por un aprobado y con la mierda que cobran tienes el sobresaliente seguro,

-       Si, ¿y de donde sacas el dinero?

-       Ni idea. Por eso sigo que tienes que tener dinero, sino olvidate

-       Pero podrá haber alguno que te diga que no.

-       Seguro, pues entonces vas al plan B.

-       ¿Y cual es ese?

-       Pagar al chapón de la clase los 10.000 y que él haga el examen por ti.

Me quedé mirándoles.  Típica fantasmada de unos que solo saben fumar porros y beber cervezas, pero en el fondo razón a Jonás no le faltaba.  Todo el mundo tiene un precio y pocos se iban a negar a no dejarse comprar a cambio de algo tan nimio como un sobresaliente.

Me despedí para subir a clase de física, no me la podía perder so pena de suspenso.  La clase era una autentico coñazo en la que el profesor no dejaba de mirarme las piernas.  El cabrón de él solo me pedía que fuese a clase, el aprobado lo tenía asegurado.

Estaba pensando en las musarañas cuando mi mente viajo a la conversación de Jonás.  Yo no tenía, ni iba a tener medio millón de euros para pagar por mis aprobados, pero como decía la canción de Def Con Dos, “tengo boca, manos y un magnifico trasero”, y esos precisamente iban a ser mi medio millón de euros para aprobar la carrera que me diese la gana.

Esa tarde en vez de irme a casa pasé por la biblioteca del instituto y me informe sobre las medias que las distintas carreras tenían.  Desgraciadamente la idea de sexo por sobresalientes se me tenía que haber ocurrido con 14 años para poder entrar en Ingeniería de Telecomunicaciones que era la que realmente me atraía, pues pedían una nota de 9,4, sin embargo, según me explicó la bibliotecaria por falta de demanda, ingeniería civil, ósea caminos, solo pedían un 5,8. Y ahí estaba segura que podía llegar.

Me quise probar para selectividad, era obvio que lo tenía que hacer muy mal para no aprobar el examen.  Con eso me valia ya que al no necesitar subir la media de miexpediente, con aprobar me valía, no necesitaba una nota alta. Independientemente de eso como digo, quise probarme.

Después  de mucho pensarlo le pedí a Matías, el más estudioso de la clase que nos viésemos un segundo a solas.  Se lo planteé directamente, le comenté que necesitaba sacar buena nota en selectividad y que si el se presentaba al examen por mi se la chuparía antes del examen y otra vez una vez recibida la nota.

Matías tenía hecho entrar en la Politécnica de Barcelona, se la mamé profundamente la noche antes del examen para asegurarme que no se echaba para atrás.  Le sonreí con toda su lefa en mi boca y le recordé que si aprobaba le haría otra pero esta vez desnuda para que pudiese verme a su antojo. 

El pobre chico se presentó a el examen pero firmo con mi nombre.  En los registros él apareció como no presentado y en la Politécnica se excuso con que una tremenda gripe le había impedido ir a la selectividad, a la universidad le bastó con que aprobase en Septiembre.

Desde luego Matías recibió la mejor de las mamadas cuando recibí la noticia que había obtenido una de las cinco mejores notas de la provincia.  Creo que Matías aun sigue embobado con mi cuerpo desnudo y mi succionadora boca, tanto tiempo después aun me lo imagino machacándosela en mi honor

Me pase el verano en con las piernas más tiempo abiertas que cerradas, iba a dejar Albacete y tenía que aprovechar pues no sabía que me iba a encontrar en la gran ciudad, ese verano alguien me tomó por el culo y me gustó.

La noche antes de salír llamé a Jonas, mi viejo compañero de instituto y haciendo que me llevase en su coche hasta un descampado dejé que me tomase duramente.  Era mi manera de darle las gracias por su inocente idea.  Repetí ese polvo de agradecimiento todos los años de carrera hasta el último verano.

Llegué a Madrid un poco desubicada, no conocía la ciudad, no conocía el ambiente.  Podemos decir que empecé a conocerla cuando salí esa primera noche con una compañera del colegio mayor que ya llevaba allí un par de semana y acabé la noche fornicando con mi amiga al lado en la casa de dos melenudos de Malasaña.

La verdad es que me pasé toda primero sin pasar prácticamente por clase.  Era mi primera vez fuera de casa y Madrid ofrecía muchas cosas que mi pequeño Albacete no me daba.  Rara era la noche que no salía y rara el la noche en que no follaba. No era rara la mañana que me levantaba con agujetas en las piernas de tanto follar la noche anterior, eran mañanas de propósitos de enmienda, pero cuando sonaba el reloj y me indicaba que eran las 10 de la noche, salía a la carrera a vivir la noche madrileña, y por supuesto a conocer nueva gente.

A clase iba de vez en cuando para enterarme de cuando iba a haber exámenes y saber manejarme un poco por la facultad, no era de recibo que me perdiese por donde en teoría debía de pasar el año.  Algún que otro profesor se reía por lo bajini cuando me veía en el aula, una cara nueva siempre llama la atención y si esa cara nueva es la misma, pues ni os cuento.

Se aproximaba el final del año y con ello los exámenes.  Era el momento de poner a prueba si aquella conversación de bar de instituto nos llevaba a algún sitio y si Jonás había tenido razón.

Mi primera visita a un despacho fue al profesor de Materiales, era el primer examen que estaba al caer y quería ver como aquello iba.

Llamé a la puerta de su despacho y abriendo un poco la puerta con voz infantil pedí permiso para entrar

-       seeee puede – dije con voz de pito.

-       Hombre, Srta. Peláez según creo, pase, pase.  Es un honor tenerla aquí después de lo poco que ha venido a clase este año.

-       Bueno quería hablar con usted.

-       ¿Y de que quiere usted hablar conmigo después de no haber aparecido por clase en todo el año y a una semana del examen final?

-       Bueno de eso quería hablar – dije mientras dejaba mi bolso en una silla y empezaba a soltar el lazo de mi vestido – sabe que mi familia esta haciendo un gran esfuerzo por tenerme aquí en Madrid y yo debo aprobar como sea – el tío se sonreía – bien, y he venido a preguntarle si podría hacer el examen de manera oral – y dejé caer mi vestido al suelo quedando completamente desnuda salvo unos tacones de infarto que resaltaban mis piernas.

El hombre se quedó embobado. Una pequeña descarga de placer inundó mi cuerpo, mis pezones se pusieron duros, me gustaba la situación.  Sencillamente me di la vuelta, me apoyé en una librería y abriendo mis piernas dejé mi coño y ano a su vista.  Por un momento pensé que me iba a echar de allí a patadas pero cuando noté como su lengua se apoderaba de mi coño y culo, me di cuenta que el sobresaliente era mío.

El tío era un torpe de cuidado.  El cabrón no volvía ya a los 50 y estaba claro que sexualmente era una nulidad.

Empecé a suspirar para animar al profesor, cuando le vi debidamente encendido empecé a pedirle por favor que no lo hiciese, que no se aprovechase deuna pobre estudiante.  Era evidente que no quería que parase, pero quería que se quedase grabado en la cámara que tenía dentro del bolso que le había pedido que parase y el profesor no lo había hecho.  Era mi seguro de vida en caso de que no cumpliese su parte del pacto.  Nunca tuve que usar ningún video.

El hombre no pudo resistir la tentación de penetrarme tal y como estaba.  Viendo la imagen en mi casa la escena era de risa, yo que estaba para comerme de buena y el profesor sin quitarse las gafas y con los pantalones por los tobillos me daba como un conejo.

Me despedí con un tierno beso en la frente y salí de su despacho con lefa cayendo por mis piernas.

La historia se repitió en las restantes 9 asignaturas. Ni uno dijo ni pio, ninguno se ofendió, ninguno se acordó de su arrugada esposa, ninguno se acordó del crucifijo que colgaba en la pared, todos se levantaron presa del deseo al ver mi arreglado coño y me tomaron como pudieron, algunos con dureza y otro sin ella, pero me tomaron.

Los años iban pasando y realmente no hacía otra cosa en Madrid, que salir, follar y ganarme mis aprobados.  Algún que otro año me dio palo acostarme con mis profesores pues tenía novio formal y estaba muy contenta con él.  En cambio otros años en los que se me había ido la mano a nivel sexual llegaba encendida a esos despachos y les daba a los abueletes una buena sesión de sexo.  Me encantaba ver su cara desencajada cuando tumbada en sus mesas y abierta de piernas recibía sus blandos falos en mis entrañas.  Se lo hubieran pedido les hubiera dado el culo, pero ninguno se atrevió.  A alguno se le ocurrió que se la chupase, incluso uno se corrió en mi boca, pero poca cosa.

Una de las cosas que más me llamó la atención de mi último año fue ver que mi profesor de proyectos no solo era joven sino que estaba muy bueno.  Me había topado con otros profesores jóvenes los años anteriores, las típicas ratas de biblioteca que en su vida habían aspirado a una tia como yo.  Antonio, que así se llamaba el profesor, estaba muy bueno y estoy segura que se había pasado por la piedra las tias que le hubiesen dado la gana.   No tenía la pinta de vivir de dar la clases, por lo menos el audí que conducía y en el que le ví el primer día no lo hacía así pensar.

He de reconocer que por primera vez en la carrera a su clase fui más que a ninguna otra.  Debí de ir 10 veces en total. 

El tío me excitaba mucho, hombre no tanto como para ir a clase todos los días pero me daba bastante morbo.  No eran pocas las veces que siendo montada por un amante ocasional me imaginaba que era Antonio quien me montaba con rudeza en su despacho.  No podía esperar el ir a por mi aprobado y sentirme penetrada en su despacho.

Siguiendo mi rito de cada año fuí despacho por despacho buscando mi sobresaliente.  Alguno de los profesores repetían en darme clase y llevaban sudando lefa desde que vieron mi nombre en la lista de estudiantes.  A esos les di ración doble de manera que nunca se olvidasen de su alumna preferida, sinceramente a mi me constaba tan poco y para ellos significaba mucho.

Tome aire antes de llamar a la puerta.

-       Seeeee puede – use mi voz más sencual.

-       Hombre Peláez, cuanto tiempo.  Pasa, pasa – me decía el profesor descojonándose de risa al verme.

-       Mire quería hablar con usted de su asignatura.

-       Pues tu dirás – era el primer profesor que me tuteaba en 5 años.  NI un reproche por mi falta de asistencia, ni un cascarrillo, nada.

-       Usted verá, a mi familia le cuesta mucho mantenerme en Madrid y esperan que yo acabe este año la carrera para poder ayudarles económicamente.  Soy una estudiante de sobresaliente y su clase se me ha atascado – decía yo sarcásticamente – venía a ver si sería posible hacer el examen oral – y siguiendo un ya practicado ritual dejaba caer mi vestido hasta el suelo quedando desnuda con mis pezones mirándole desafiantes.

Como acostumbraba me di la vuelta y me apoyé en la bibliotec, elevé mi cadera para dar acceso visual a mi raja y mi ojete.  Noté los pasos de Antonio hacía mi.  Noté su aliento en oreja.  Note como sus labios de acercaban a mi cabeza.

-       ya me han hablado de ti. ¿o te crees que estas cosas que haces entre profesores no se saben? Somos hombres, nos lo contamos todo.  En general a todos esos carcamales o a esos pajilleros muertos de hambre un polvo con una como tu les cambia la vida, pero a mi no.  Yo me follo a tías como tu a diario y sin tener que dar nada a cambio.  Para mi es mucho más morboso joderte no follándote que joderte con la polla.

-       Pero… -  intenté arreglarlo

-       ¿Qué esperabas ser ingeniero a base de coño?  Vístete y lárgate, yo solo hago exámenes por escrito… y a ti te va a costar mucho aprobarlo.

CONTINUARÁ…

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Disfrutando con alguien por el que algo sintió...

Ya he visto lo que querías.

Que no este aqui cuando vuelva

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¿Por cierto que quieres hacer?

Ya veremos como le pagamos el favor

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A las putas no se le besa (la bomba II)

La bomba