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Los mercados financieros se relajan

en Trios

Aurora salió de la habitación aun desnuda como la deje.

-       ¿Problemas? – me dijo a ver mi cara colgando el teléfono.

-       ¿Perdona?

-       ¿ que si todo va bien?.

-       Si, un poco más jodido a cada momento.

-       ¿perdona?

-       Si, discúlpame tu Aurora.  Un cosa, ¿quién es este tío que sale en tantas fotos?

-       ¿Antonio?, mi marido, ¿por?

-       ¿Por?, por nada, porque es mi jefe – Aurora se quedó más pálida de lo que yo estaba.

-       ¿Cómo que tu jefe?

-       Si, mi jefe.  Antonio Jiménez Estrada, Antonio.  Director General de Miño Securities.

-       Joder, es tu jefe de verdad – me dijo boquiabierta.

-       Joder – me dije a mi mismo en alto y elevando la voz - de todas las tías que me puedo follar, me follo a la mujer de mi jefe.  Mira que tenía opciones, mira que podía haber hecho cosas, mira que podía haber llamado a mi novia, mira que podía haberme ido a pasear, mira que podía haberme vuelto a la oficina, pero no, el gilipollas de siempre no se le ocurre otra cosa que sodomizar a la puta mujer de su jefe.

-       Rubén por dios, no grites que son las 4 de la mañana y hay vecinos.  Y coño, ¿cómo lo íbamos a saber?

-       Ni puta idea, pero soy gilipollas.  ¿Sabes que te digo?, que me voy, me voy a pasear hasta que a las ocho se abran los mercados y me pueda olvidar de todo esto – deje a Aurora de piedra.  Recogí mi ropa, estaba hecha una mierda, me lo puse y sin decir mucho me despedí con un gesto de la mano.

Salí a la calle y empecé a caminar.  Realmente había sido un pedazo de polvo, joder como follaba la señora, menuda puta que tenía en casa Antonio.   Traté de tranquilizarme.  Antonio no lo podía saber, su mujer era la primera en tener que callar aquello.  Si lo descubría era hombre muerto, adiós a mi carrera profesional, seguramente adiós a mi relación de pareja, adiós al futuro… en fin.

Anduve durante dos horas, esperé a que abriese un bar de mala muerte cerca de la oficina.  Desayuné copiosamente, necesitaba recuperar fuerzas.  A las siete de la mañana entre en el edificio, el guardia de seguridad se quedó libido al verme con toda mi ropa echa un gurruño.  Me encerré en mi despacho.

No había salido de allí cuando todo el mundo ya circulaba por la oficina.

Llamé a mi secretaria.

-       Marivi, hazme un favor.  Toma estos 200 euros.  Necesito que bajes al corte ingles, compres una plancha, una camisa talla M, blanca y una corbata roja lisa.

-       Joder, menuda pinta que tienes.  Tan malo fue ayer que tuviste que ir a quemar Madrid?

-       No preguntes porfa, simplemente haz lo que te digo.

Esperé media hora, solo faltaba media hora para que abriesen los mercados en Londres y necesitaba estar preparado para la batalla.

Marivi llego con las cosas pedidas.  Sin esperar a que se fuera me quité la camisa y me puse la limpia, me até la corbata y  creyéndome ya solo me empecé a quitarme los pantalones para plancharlos sobre mi mesa.

-       No estas nada mal en calzoncillos jovencito, sinceramente nunca me había fijado – la tía no se había ido, estaba ridículo en calzoncillos, con la corbata y mi pantalón en la mano. 

-       Por favor vete un segundo.

-       ¿Qué vas a hacer?

-       Plancharme los pantalones.

-       Déjame – y cogiéndolo de mis manos me los colocó en la mesa y hábilmente me los plancho dejándolos como nuevos. 

-       Mil gracias Marivi.

-       De gracias nada, un día me pagas una copa.

Marivi tenía seis años más que yo, la típica chica que empezó a trabajar con nosotros a los 18 años y llevaba toda su vida profesional con nosotros.  Según me contó Antonio los primeros años tenía novio e incluso llegó a  estar a punto de casarse.  El pillar a su novio con una amiga de él en la cama la hizo girar en redondo a su tipo de vida.  De ser una chica reservada, recatada e incluso un poco sosa paso a ser otra mujer.  Empezó a vestir un poco más provocativa y con el paso del tiempo, empezó a unirse a los planes de afterwork y relacionarse más con la gente de la oficina.

Una noche loca acabé con ella en la cama y una semana después me la asignaron como secretaria.  Al principio fue un poco cortante, pero según iban pasando los meses nuestra relación se fue haciendo más estrecha.  Nos acostábamos de vez en cuando, en general en noches en las que salíamos con los de la oficina.  Hay que reconocer que Marivi era una maquina en la cama, por lo que tampoco quería abusar.  No solo era mi subordinada, no solo yo tenía novia sino y sobre todo porque a MArivi le gustaba mucho follar y no tenía limite.  Algunas veces habíamos hablado del tema y por lo visto la chica tenía una vida paralela muy “animada”

El día fue horrible, las cosas se hundían por momentos, se recuperaban a ratos, bajábamos, subíamos, casi nos arruinábamos, nos forrábamos por momentos.  La cosa iba de un lado para otro y por momentos pensaba que me daba algo.

Estaba enfrascado en una dura negociación con un pollo en Estocolmo cuando Marivi me interrumpió.

-       Perdona.  Tienes una visita.

-       Que se vaya, no puedo atender hoy a nadie. – respondí

-       A esta persona si.

-       Dile que le den por el culo.  Hoy no atendería ni a mi madre.

-       A esta si.

-       Que no joder.

-       Que si.

-       ¿quién coño es?

-       Una tal Aurora Estévez, la mujer de Antonio, y además si que es la mujer de Antonio.  Había venido aquí una vez antes.

-       Hooooooootia, ¿qué cojones querrá?

-       Ni idea. ¿le aviso?

-       Que remedio.

Aurora entró por la puerta.  Aunque yo estaba hecho una mierda, tanto por fuera como por dentro ella tenía una pinta envidiable.  Estaba imponente envuelta en un modelito de alguna firma de estas prohibitivas, perfectamente peinada, enjoyada y maquillada.

-       Aurora, tu por aquí.  Pasa, pasa y siéntate.

-       No estoy lo que se dice en perfectas condiciones como para sentarse – me dijo sonriendo – Ayer algo me paso que me dañó la parte trasera.  Un supositorio mal metido me imagino– me metió la puya sin piedad.

-       Ok, pues me levanto yo.  ¿Qué se te ofrece?.

-       Bueno, quería hablar contigo de lo de ayer  - me dijo mientras cerraba la puerta.  Mi teléfono no dejaba de hacer señales luminosas señal de que una llamada estaba entrando.  No le hice ni caso – Soy una mujer directa como notaste ayer.  Iré al grano. 

-       Por supuesto.

-       Ayer me quedé pensativa cuando te fuiste.  Ni decir tiene que no eres el primero que me llevo a casa, es más es algo habitual en mi, pero nunca nadie había sabido nada de mi.  Tu aparición trastorno un poco el tema.

-       Imagínate a mi.

-       Calla un segundo.

-       OK.

-       El caso es que después de pensar las cosas me di cuenta que tu tenias mucho más que perder por haberme follado que yo por haberte follado a ti.  No sé que haría Antonio, seguramente me dejaría.  Le costaría caro, básicamente saldría económicamente muy bien librada, pero tu estoy segura que te quedarías en la calle.

-       Eso es más que obvio.

-       Bueno, Antonio y yo tenemos una relación un tanto especial – mire con los ojos como platos – no es que hagamos vidas separadas que no, simplemente vemos nuestra sexualidad de una forma distinta que los demás.  Solo hay dos reglas en nuestra vida sexual, nada de sexo sin que el otro lo sepa, y nada de sexo con alguien relacionado con nuestra otra vida.

-       Joder.  ¿y?

-       Bueno, Antonio sabe que esta semana no me iba a estar quieta, como él no lo estará, pero claro follar contigo rompe una de las reglas.  Y ojo no son reglitas, para él es algo muy serio, yo soy un poco más flexible.

-       Ya veo…

-       Simplemente quería decirte que ayer goce como hacia mucho tiempo que no gozaba, que me encantó la noche hasta que me enteré que eras el correveidile de mi marido.  Pero como a Cesar lo que es del Cesar, gocé como una zorra.

-       Un honor

-       Y no me importaría repetir - soltó.

-       Tu estas loca.

-       Piénsalo.  Ya sabes lo que hay, Antonio va a estar fuera toda la semana, por mi no se va a enterar. 

-       Mira, hoy voy a irme de aquí a las seis de la tarde que es cuando cierra el mercado.  Me voy a ir a casa, me voy a meter en la cama y voy a dormir hasta mañana.

-       Tu te lo pierdes – me dijo esto mientras se despedida de mi con una sonrisa y un gesto con la mano.

Tal y como prometí me despedí de Marivi un segundo después de cerrar el mercado.  Salí disparado, cogí un taxi, entré en casa, visita al tigre, fumarme un cigarro y a la cama.

Estaba soñando con los angelitos cuando sonó el timbre de casa.  – joder ¿quien coño puede ser a estas horas? – me puse un batín, me dirigí a la puerta y al abrir me encontré a Aurora envuelta en un abrigo de pieles que le cubría desde sus hombros a sus tobillos.

-       ¿se puede saber que cojones haces aquí?

-       Bueno, le pedí tu dirección a la chica esa que te hace de secretaria con la excusa de mandarte unos bombones y sabiendo tus horarios he decidido salir a tomar unas copas antes de presentarme aquí.  Para dejarte dormir unas horas, claro.

-       ¿Y que quieres?

-       Me esta dejando de escocer el culo y quiero ver si me harías el favor de volver a reventármelo – así de sencillo, así de seco, así de puta que era.  Se presentaba en mi casa a las cuatro de la mañana para pedir que le rompiese el culo.  Sin más.

Aurora me apartó y entró.  Avanzó hasta el salón de mi casa, soltó el bolso, dejó caer el abrigo, levantó su vestido, se bajó las bragas y reposándose en la mesa y dejando su culo en pompa con sus dos manos abrió sus cachas.

Me quedé dudando ante la situación, mi polla decía una cosa y mi cerebro otra.  Como no puede ser de otra forma mi polla triunfo frente a la razón y dirigí mi ariete ante aquel abierto culo.

-       con cuidado mi amor – me dijo cuando estaba a punto de llegar al punto de no retorno.

Fui metiendo mi polla poco a poco hasta que mis huevos tocaron su monte de venus.  Aurora se había quejado muy poco, estaba claro que la tia se había tomado unas copas antes de llegar a mi casa.

Le agarré por las caderas y empecé un suave vaivén

-       Dame caña chaval, ya sabes lo que me gusta, no te cortes.

Y no me corté.  Empecé a darle con furia pistoneando su abierto pompis sin piedad ninguna.  Aurora gritaba de placer después de largos minutos de penetraciones, yo pasaba mis manos por sus pechos.  Le agarraba sus antebrazos con fuerza facilitando con ello mis movimientos.  La mujer de mi jefe seguía recostada en la mesa que chirriaba ante nuestro empuje.  Pasé una mano entre nuestras piernas y toqué su coño.  Lo tenía encharcadísimo, metí dos dedos en su vagina más encharcado de lo que esperaba y empecé a moverlos.  Me quedé acojonado cuando al sacarlos, estos, estaban completamente manchados de esperma, la muy puta había estado follando antes de pasar por mi casa y su coño emanaba lefa y no flujo como yo pensaba.  Me dio bastante asco, estuve a punto de parar en seco, pero ese culo me tenía fuera de mi. 

Seguí dándole con fuerza más de cinco minutos.  Aurora se derretía enlazando un orgasmo tras otro.  Estaba a punto de correrme y así lo anuncié.  Aurora movió su cadera sacando mi polla de su agujero y dándose la vuelta se puso de rodillas y metiéndose mi polla en su boca me la meneó y chupó durante un momento antes de descargar mis huevos en su boca.

Aurora se subió las bragas, alisó su falda, recogió abrigo y bolso y se despidió.

-       Te dejo dormir cariño, te llamaré.

Me quedé de piedra con lo puta que se podía llegar a ser.  Volví a la cama sin aún creerme lo que estaba pasando.  En el fondo me daba un poco la situación con respecto a Antonio, mi jefe, pero lo cierto es que su mujer era un pedazo de mujer.

Me levanté a las 7 con el cuerpo roto tanto de sueño como por el esfuerzo realizado a media noche.  En la mesa del salón aun se notaba los signos de la guerra pasada. 

Me duché, vestí y salí hacia el curro.

Un extenso email de Juan me esperaba en mi portátil, me daba las gracias por las medidas tomadas, el resultado obtenido y haber apagado el fuego con tanta habilidad.  El mail me contaba mil y una chorradas sobre sus actividades en Australia, las reuniones que estaba manteniendo y demás. 

La cosa estaba muy tranquila y decidí que me iba pronto.  Marivi me pillo al vuelo y me propuso unas cervezas, acepté y bajamos a un bar cercano donde nos encontramos con varios amigos.  Muchas risas, buen rollo y muchas cervezas.  Marivi hizo un par de amagues de irse pero cerveza a cerveza la chica se iba animando.

Cuando nos quedamos solos Marivi me propuso picar algo y que le pagase la copa que le debía por el pantalón.

Tomamos una rica hamburguesa y nos fuimos a una discoteca a tomarnos una que pasaron a ser tres copas.  Las conversaciones de curro hacían horas que habían pasado al recurrente tema del sexo.  Sin dar nombres le conté que me había follado a una señora casada y ella me habló de sus ultimas hazañas sexuales.  Me dejó con la polla como una piedra con tanto detalle que me deba.

-       A ver Rubencito, me iría contigo esta noche a tu casa.

-       Pues vamos – contesté ya imaginándome los pequeños pechos de mi secretaría entre mis manos

-       No, te quiero llevar a un sitio que me llevaron hace unas semana y que te vas a quedar flipando.

-       ¿Y no es mejor que vayamos a follar?

-       No seas impaciente.  Yo también quiero follar, pero quiero enseñarte algo.

-       Venga vamos a casa, me apetece follarte duro.

-       No seas tonto, te va a gustar

A regañadientes accedí.  Pagamos, salimos y cogimos un taxi.  Cruzamos Madrid hasta un chalet en la zona de Aravaca.  Había bastantes coches aparcados fuera, pero nada de ruido.

Tocamos el telefonillo y nos abrieron.  Cruzamos un pequeño jardín y una chica vestida de sirvienta nos abrió la puerta.

-       anda paga tu que estas forrado – me dijo Marivi – saqué la cartera y pagué el pastón que costaba la entrada.

El sitio era lo que yo definía como gótico.   Elegante, extraño y muy oscuro.

-       ¿que cojones es esto? – pregunté acojonado.

-       Un club liberal.

-       ¿Cómo?

-       Si, eso, un sitio a donde se viene a follar, a ver y a ser visto.

Pasamos por las distintas estancias después de tomar una copa en el elegante bar.  La copa a precio de oro, eso si.

Nos desnudamos en un vestuario, era imprescindible estar en pelotas para salir del bar.  Hay que reconocer que Marivi estaba impresionante desnuda.  Debería hacerle más caso a nivel sexual, pero bueno, tampoco ella parecía querer o necesitar más caso fuera del trabajo.

Ella me dirigió a través de las distintas salas.  En mi vida había estado en uno de esos sitios y ciertamente la cosa tenía mucho que ver.  Al principio chocaba ver a la gente follar y no inmutase por la proximidad de extraños, después empezaba a chocar ver a gente follando en grupo y por ultimo y en ciertas salas ver a gente hacerse daño aunque por lo que se veía gozaban con ese daño.

Nos tomamos una segunda copa en un sofá mientras veíamos una negra siendo follada por un rubio de cuerpo tallado en un gimnasio.  Marivi se tocaba sin casi darse cuenta, la tía estaba realmente excitada y sus manos se le iban.  Aquello era la bomba pero se estaba haciendo tarde y al día siguiente teníamos que currar.  Cogí a Marivi de la nuca y la incliné sobre mi polla.  Mariví sabía que hacer y abriendo la boca se fue metiendo mi rabo poco a poco en su delicada boca.  Siempre que me comía pensaba en que hubiera pensado su exsuegra si hubiera sabido que en los años venideros, esa chica tan formal con la que estaba a punto de casarse su hijo, iba a comer pollas como una fiera, y desde luego no a su hijo.

Marivi sabía como comer un rabo.  Alternaba con gran acierto cortas chupadas de mi capullo con profundas felaciones de todo el tronco.  Me estaba dando mucho placer pero deseaba meterle el pollón en ese maravilloso coño.

Le levanté la cabeza, le besé y la llevé a uno de los reservados.

Tumbé a Marivi en una cama un poco más elevado que lo normal, le abrí las piernas, pasé un dedo desde su ano hasta su clítoris y metí mi polla.  La verdad es que nunca había follado en una cama así, estaba claro que estos tíos habían pensado en todo y veías una y otra cosa rara que luego al verle el uso aplaudías en silencio al diseñador.

Mi secretaria gozaba como una loca, la chica era de siempre de fácil orgasmo y no había que ser John Holmes para hacerla gozar.  Estábamos a medio camino cuando una chica diciendo un – te importa – sentó su coño sobre la cara de Marivi.  Me quedé de piedra cuando al fijarme que el cuerpo desnudo que ante mi se erigía vi que era el de Aurora que con sus manos abría su labios del coño para facilitar las lamidas que mi secretaria ya le proporcionaba. Me quedé sin habla.

-       No sabía que venias por aquí – me dijo dando su primer suspiro de placer.

-       Y no vengo

-       Pues quien lo iba a decir.

-       Me ha traído mi amiga.

-       Pues como come coños tu amiga – Marivi algo me había contado en alguna de nuestra conversaciones, pero nunca me imagine que la iba a ver hacerlo.

-       Si, eso dice.

Seguí dándole caña a Marivi mientras Aurora gozaba como una cerda mientras mi amiga le comía el coño y ella se pellizcaba sus pezones con fuerzas.

Me corrí dentro de su coño mientras las dos chicas por simpatía se vinieron conmigo.

Marivi se quedó de piedra cuando se reincorporó y vio a quien había comido su coño,  tierra trágame debió de pensar.  Marivi le dio un largo morreo para romper el hielo.

Aurora nos invito a una copa.  Marivi estaba realmente cortada allí desnuda delante de la mujer del jefe supremo, Aurora parecía que no le daba importancia al asunto.

Nos pidió varias veces que la cosa no saliese de allí y después de media hora de conversación intranscendente nos dependimos y nos dirigimos cada uno en un taxi a casa.

CONTINUARA…

  

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