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De niña pija a ser la reina de la coca.

en Trios

Conocí a Alfredo en los corros que se forman en las puertas de los colegios.  Yo iba al colegio de monjas Nuestra Santísima Señora y Alfredo al colegio publico de enfrente, al Vicente Ferrer.  Era una plaza extraña, en ella confluía el colegio más pijo de la ciudad con uno de los de mayor cantidad de macarras por baldosa.

Ambos estábamos en COU, yo era una buena estudiante procedente de una familia bien, educada a la antigua y Alfredo era un bala perdida.  Fumador, porrero, líder natural de todos sus amigos, pero muy inteligente.  Alfredo provenía de una clase social infinitamente más baja que la mía, pero con una cosa y la otra al final empezamos a vernos.  Yo destaca por guapa y rubia y él, ¿qué decir de él? Era el más guapo.

Ni decir tiene que yo era virgen y nadie en este mundo había visto mi cuerpo desnudo.  Alguno me había tocado los pechos, uno incluso el coño, pero follar, de follar nada, Alfredo era en cambio un autentico fucker, por lo visto se había pasado por la piedra a toda tía de buen ver de su cole y a más de una del mío.  Evidentemente era algo que sabía, pero me producía una atracción difícil de dominar.

Sucedió una tarde que me enrolle con él haciendo un botellón en el monte del Castro.  La verdad es que me encantaba ver lo macarra que era, lo culto y que todo el mundo dejaba de hablar cuando él abría la boca.  Esa noche me acompaño a casa dándonos el lote de farola en farola y a pesar de mis resistencia y cuando ya me encontraba en el portal sin camisa, las bragas por la rodillas y su mano en todo mi coño, no tuve más remedio que hacerle subir a casa por que sino me hubiese dejado follar por él a la vista de cualquiera que pasase escaleras arriba.

Una espera que su primera vez sea con el hombre de su vida, una escena romántica llena de amor, pero la mía sin embargo fue lo que una nunca espera.

Entramos en mi casa e instintivamente Alfredo me hizo tumbar con mi tronco sobre la mesa del comedor, levantó mi falda, arranco literalmente mis bragas, abrió mis piernas e introdujo su cara entre ellas.  Nunca me hubiera podido pensar que recibir una comida de coño fuese algo parecido a aquello, alguna amiga me había hablado de ello, pero siempre pensé que exageraban.  Notaba claramente como su nariz apretaba mi esfínter anal mientras con su lengua el pobre lamia mi raja llegando incluso al clítoris.  Me temblaba el labio inferior de la boca de el placer que estaba recibiendo, era tanto el gusto que fui yo misma la que volví a abrir la camisa y empecé a tocarme los pechos, algo que nunca había hecho en mi vida.  Di un grito de placer al tiempo que me corría y ya era un trapo cuando Alfredo me dio la vuelta, abrió mis piernas de todo y de un golpe de cadera me empaló hasta el fondo.

Era ridícula la situación de verse desvirgada cuando esta misma mañana ni se me había pasado por la cabeza enrollarme con nadie, y menos con Alfredo, pero allí estaba con el coño ardiéndome y siendo penetrada por el guapo de la ciudad, con aquel con el que toda chica quería tener un algo.

Me dolió, decir lo contrario sería mentir, pero era tal la excitación que simplemente disfrute de el momento.

Alfredo se corrió sobre mis tetas después de más de 15 minutos de follarme como un bestia.  Debajo mía quedaba una pequeña mancha de sangre y en mi barriga una cuantiosa cantidad de lefa.

Alfredo se despidió de mi y me dejó sola y pensativa.  Casi no pegue ojo aquella noche y mi sorpresa fue mayúscula cuando a la mañana siguiente, bastante temprano el telefonillo sonó y en la pantalla pude ver a Alfredo con un gran ramo de rosas y una caja que después supe que contenía donuts.

-       Hola – dije un poco ruborizada.

-       Hola -  contestó.

-       ¿Cómo tu por aquí?

-       ¿sigues sola no?

-       Si

-       Pues nada, quería traerte esto - me dijo mientras me daba ambas cosas.

-       ¿Por qué?

-       Bueno, ayer me di cuenta que era tu primera vez y no quería que fuese un aquí te pillo aquí te mato.  Quería para ti algo especial - ¿no enamora eso a cualquiera? – ya que me marché un poco abruptamente por lo menos hoy que sea especial para ti.

Nos pasamos follando todo el fin de semana, largándolo de casa con el tiempo justo para ventilar la casa que olía a sexo y esperar que llegasen mis padres.

Aquel primer fin de semana no solo fue mi confirmación en el sexo sino hacer un pequeño MBA en la materia.  Alfredo no solo me folló en todas las posturas que se le ocurrió sino que hizo que le chupase la polla e incluso llego a meter un dedo en mi culo mientras por delante me daba sin pausa.

El lunes ya era oficial en ambos colegio, Alfredo, el gran Alfredo, tenía novia y ella era la pijita rubia del Nuestra Santisima.  Yo no cabía en gozo.

Desde luego tuve un COU que a cualquiera le hubiese dado envidia.  Alfredo me trababa como a una reina, me follaba como a una puta e incluso se destapo como una persona romántica y culta a pesar de las apariencias.

Esta claro que mis padres no veían bien la relación y realmente nunca la llegaron a ver.  Hubiesen preferido para mi un pijito del Club de Campo o del Aeroclub, pero estaba claro que mis preferencia no iban por ahí.

Alfredo vivía muy bien para vivir donde vivía, poco antes del verano y aun sudando después del último maratón de sexo se lo pregunté.

-       Alfredo. ¿de donde sacas tanta pasta?

-       ¿Por qué lo preguntas?

-       Hombre, no es normal, no curras y siempre tienes pasta.

-       ¿Y tu crees que te lo puedo contar?

-       Alfredo mi amor, me puedes contar todo lo que quieras.

-       Bueno, pero si lo cuentas te retuerzo el pescuezo.

-       De acuerdo, soy una tumba.

-       Pues la cosa tiene poca historia.  Cuando estaba en segundo, empecé a fumar porros.  No es un tema que enganche ni nada, pero desde luego que cuesta su dinero, para pagarme el vicio empecé a pillar el doble de lo que me fumaba y a pasárselo a amigos que no se atrevían a ir a pillar.  Lo que empezó como una manera de que lo mío saliese gratis poco a poco pasó a una manera de fumar gratis y tener tela en el bolsillo.

-       Pero hombre, eso no debe dar para tanto.

-       Esperaaaaa….

-       Espero

-       Bueno, el caso es que perdido el miedo, el año pasado localice a uno que pasaba por fichas.

-       ¿qué es una ficha?

-       Un cuarto kilo de costo, imagínate un mando a distancia grande de hachís.

-       Vale

-       Pues reuní un poco de dinero, compre una ficha y empecé a localizar a colegas de insti que quisiesen autofinanciarse las fumadas por lo que el negocio creció y creció y hasta ahora.

-       Ósea que eres traficante.

-       Bueno, eso es una manera muy cruda de decirlo.  Digamos que paso costo.

-       ¿Y cuantas fichas vendes?

-       Dos kilos a la semana.  Piensa que controlo el costo de todo mi colegio, y ahí fuma mucha gente.

La conversación quedó ahí.  Aunque ella coincidió con la candidatura de mi padre a ser concejal por el partido conservador de mi ciudad.

Pasaron los meses y sorprendí a mis padre diciendo que no me iría a Madrid a estudiar y que estudiaría en la universidad de Vigo, mi ciudad.  Desde luego tuve una semana que no se la deseo a nadie.  Mi padre me reprocho que tirase mi futuro por la borda no asistiendo a una universidad de prestigio y si haciéndolo en una de segunda regional como era la nuestra.  Entendía a mi padre, pero lo que realmente deseaba era estar cerca de Alfredo y él nunca podría venirse a Madrid.

Las clases empezaron y Alfredo se lo tomó con calma.  No se había matriculado en la universidad a pesar de lo sobresaliente que era en los estudios.  Según me dijo tenía unos asuntos y se quería pasar un año sabático.

Lo de sabático era una manera de hablar pues llegados a la semana santa del primer año y mientras me sodomizaba en la suite de un hotel de Paris, de estos que quita el hipo y mientras me corría no pude más y le pregunté.

-       Alfredo cabrón, como pagas todo esto.

-       Con mi trabajo mi vida.

-       Una polla con tu trabajo.  Vendiendo costo no se viene en primera, nos espera un mercedes en el aeropuerto, nos hospedamos en el mejor hotel de la ciudad y no en una habitación cualquiera y me llevas a cenar a un restaurante con una estrella Michelin.

-       Currando mi amor.

-       Dame duro y cuéntame cabrón.

Me corrí como una perra cuando Alfredo me comentó que había empezado a alternar el costo con la farlopa y que había hecho que su red de distribuidores no solo ampliasen la gama de productos sino su ámbito de actuación pasando del colegio a un par de discotecas de gente joven.

Sinceramente no me preocupé. Alfredo era un hombre inteligente y después de un año lo dejaría y se vendría conmigo a la universidad.

Papa salió elegido como teniente de Alcalde de la ciudad.

Llegó el segundo año de universidad y Alfredo siguió con sus negocios.  Yo con mis estudios de finanzas.  Cada día nuestra relación era más firme y nuestro sexo mejor.  Me encantaba que me atase, me azotase, me forzase a comerle la polla, me penetrase por el culo, pusiese pinzas de la ropa en mis pezones, me sobase el clítoris mientras me empalaba con su divina polla e incluso mastúrbame para él.  Nunca hubiera pensado hace tres años que el sexo podía ser tan maravilloso, y vive dios que lo era.  Creo que era la chica mejor follada de mi ciudad, sin duda.

A la primera pregunta de papa sobre a que se dedicaba aquel “Pintas” de mi novio, Alfredo montó una empresa de limpieza industrial, una lavandería hablando en plata.  Habíamos estudiado mucho el negocio a montar pues cada día entraba más dinero y no podía justificar de donde sacaba lo que usaba para vivir tan maravillosamente bien.

Fue una semana de vacaciones en un precioso hotel instalado en un faro, cuando sorprendida por su observación del mar con unos prismáticos me atrevía preguntarle.

-       joder Alf, no puedes dejar de mirar al mar ni cuando te como la polla – le dije mientras de rodillas delante de él llevaba comiéndole el rabo mis buenos diez minutos.

-       Calla cielo y no pares que me gusta mucho, pero quiero ver una cosa.

-       ¿Una cosa cabrón?¿Y que cosa es esa que te interesa más que una comida de polla de tu novia?

-       ¿Un barco?

-       Si, un barco.

-       ¿Un barco?

-       Si joder un barco que lleva algo nuestro.

-       ¿nuestro?

-       Si nuestro.

-       ¿es lo que me temo?

-       Lo es, viene un velero cargado para nosotros desde Colombia.

-       ¿y no pretenderás que bajemos nosotros a por la droga?.

-       No cielo, tu hombre es el jefe y nosotros solo vamos a mirar desde aquí.

Creo que me explotó el chocho de placer al oír lo que dijo mi novio.  Follamos como posesos esa noche, con la única diferencia que cada vez que cambiábamos de postura Alfredo se dirigía a la ventana con los prismáticos y volvía a follarme después de echar una mirada.  Supe que lo vio cunado sonrió y dándose la vuelta me montó como un bestia.  Nos corrimos entre gemidos y sudor.

Alfredo se había metido en el negocio a la bestia.  El cabrón follaba igual que hacía negocios, a lo grande.

Llevaba cuatro barcos recibidos y distribuidos cuando Alfredo llego a recogerme a la universidad con la cara desencajada.

-       ¿qué pasa cielo? – le dije

-       Han pillado un barco.

-       ¿Quuuuue?

-       Que si, esta madrugada los GEOS han asaltado uno de nuestros barcos, ha salido en las noticias.

-       ¿Y pueden llegar hasta ti?

-       La policía no.

-       ¿Y esa cara entonces?

-       La policía no, pero los colombianos si.

-       ¿Pero por qué?, no las ha pagado.

-       Aun no, y por eso no hay problema, el problema es que ha caído gente de su organización y no conociéndome a mi pueden pensar que he sido yo el culpable.

-       No te preocupes mi amor, seguro que lo entienden.

La llamada de los colombianos coincidió con la elección de mi padre como Alcalde de la ciudad por renuncia del alcalde saliente por un pequeño escandalo urbanístico.  La verdad es que debería de ser un día de alegría para mi y mi familia pero sin embargo fue un día bastante triste y preocupante por mi parte.

-       no sé que hacer Sandra, ni idea, estoy cagado.  Quieren que vaya a Colombia a hablar con ellos.

-       Joder.

-       Si, no sé que hacer, no se si desaparecer o que hacer.

-       De eso olvídate, si desapareces te encontraran, entonces no habrá preguntas

-       ¿Y que quieres que haga?

-       Ir.

-       ¿Ir, tu estas loca?

-       No, además voy a ir contigo, ósea que vete diciéndoles que te acompañara tu novia pero que tienes que esperar 15 días pues ella tiene que acabar los dichosos exámenes universitarios.

Durante los siguientes días tanto Alfredo como yo, e incluso como alguno de los empleados de Alfredo nos dimos cuenta que éramos seguidos en demasía.  La cosa era obvia, tíos bajitos con pita de sudamericanos daban mucho el canté en una ciudad como Vigo.

Volamos desde Madrid en primera casi sin hablar.  A la llegada a Bogotá nos esperaba un caballero de traje con un cartel que decía Alfredo Vázquez.  Nos subieron con nuestro exiguo equipaje a un todo terreno de ultra lujo al que una vez arrancado se unieron cuatro motos de mediana cilindrada con dos guarda espaldas cada una.  Uno conducía, el otro con un AK47.  Los dos flipábamos.

El viaje duró como una hora hasta llegar a una mansión.  Al contrario de lo que esperábamos, nadie nos recibió.  Dormimos lo que pudimos y aun cagados de miedo fuimos conducidos en helicóptero a la mañana siguiente y durante tres horas hasta una hacienda en dios sabe donde.

-       Don Alfredo Vázquez y su encantadora novia – nos dijo a modo de bienvenida un hombre que nos esperaba a unos 20 metros del punto de aterrizaje, mientras se aguantaba el sombrero Panamá con una mano para evitar que saliese volando por el viento provocado por nuestra aeronave – espero que el viaje haya sido de su agrado.

-       Don Armando presumo – dijo Alfredo.

-       A sus ordenes – dijo el capo de la droga.

-       Permítame presentarle a mi novia, Sandra López.

-       Es un placer muy grande, no tenemos la suerte de conocer a las esposas ni novias de nuestros socios y menos si viven tan lejos como ustedes – me dijo.

-       El placer el mío – contesté bastante cohibida.

Nos condujeron hacia nuestra habitación la cual era preciosa.  En otras circunstancia en los 10 minutos que llevábamos en la habitación ya estaría cabalgando a mi novio, pero estábamos entonces como para ponernos a follar.

Cenamos en compañía  del tal Armando.  Nadie más nos acompañó.  Nuestro anfitrión era un hombre educado, amable y amante del arte.  Conecté rápidamente con él.  Era una especie de abuelito encantador, muy educado y simpático.

Nos despertó el vuelo de un helicóptero a la mañana siguiente, tres más aterrizaron en la finca antes de darnos tiempo de ducharnos y bajar al salón principal.  Allí nos esperaba Don Armando y su pinta de Juan Valdes y tres hombres más que no habíamos visto, estos desde luego no tenían pinta de ir haciendo amigos por la vida.

-       Les presento – dijo Armando – Don Ezequiel, nuestro jefe de logística, Don Antonio nuestro jefe de compras y don Carlos, nuestro jefe de personal – de personal evidentemente tenía pinta de ser una manera retorica de decir de sicarios por que el tío tenía una pinta de autentico asesino.

-       Un placer dijimos los dos un poco cortados

Nos sentamos los seis en una preciosa mesa de raíces.

-       bueno, permítame que les diga Alfredo y Sandra, que les he cogido mucha estima en las últimas horas de inquilinos en mi casa, ahora bien venimos a hablar de negocios y las percepciones personales no tienen nada que ver.

-       Por supuesto  - dijo Alfredo, yo permanecí callada.

-       Mire usted Alfredo, mis socios tienen sospechas que la captura del último barco enviado desde aquí no fue un tema casual.  A pesar de los buenos informes de su persona que llegaron desde Villagarcia de Arosa, el caso es extrañísimo, y más extraño es que usted no cayera preso con el resto de personal.  De hecho nadie de su organización cayo en manos de la policía y si valiosos elementos de la nuestra

-       La verdad es que no tengo explicación.

-       Desde luego que no la tiene, por que no la hay – dijo el tal Ezequiel. – llevamos demasiado tiempo en esto como para saber cuando es una operación policial y cuando un soplo.

-       Yo les aseguró –dijo Alfredo

-       Usted no aseguré nada, y cállese – dijo el Sicario en jefe.

-       Pero…

-       Ni pero ni nada, cayese - insistió.

-       Usted comprenderá que la base de nuestra organización viene dada por la confianza de toda la cadena. Y con usted la confianza ha desaparecido.

-       Pero…

-       Cállese joder – grito el tal Carlos

-       Lo siento señor Vázquez, pero hemos perdido la confianza en usted y sencillamente este negocio se tiene que cortar – dijo Armando mientas Carlos sacaba una pistola de la chaqueta.

-       Pero…

-       Lo siento no debe de quedar nada de esta conversación – dijo don Carlos mientras se levantaba, por primera vez en mi vida vi a Alfredo apocado.

-       Un momento – grité enfurecida haciendo callar a toda la sala. - ¿Me están ustedes diciendo de verdad que nos van a matar por que la policía ha capturado un cargamento?, ¿me están ustedes diciendo que desconfían de nosotros?, ¿me están ustedes diciendo que hemos hecho mal nuestro trabajo.  Pues bien sepan bien ustedes que para el cargamento aquí mi novio se ha jugado el total de su patrimonio personal, de hecho cuando le paguemos su maldito barco lo habremos perdido todo  y tendremos que empezar de cero.  Que nuestra vidas se han dirigido hacia este negocio y partiendo desde la nada, creo que no lo hemos hecho nada mal.  ¿qué la policía ha pillado el barco?, de acuerdo, pero creo que desde la primera entrega insistimos que no se usasen barcos de vela pues daban mucho el cante – ellos me miraban sorprendidos – cante, ósea que llamaban mucho la atención.  Tampoco nos pueden acusar de hacer mal nuestro trabajo pues somos muy buenos, bueno mi novio.  Después de 5 años dedicados a este negocio la policía ni sospecha de nosotros, y en todas las ocasiones antes de dar luz verde a una operación nos aseguramos que no hay manera de relacionarnos.  Por lo que si la policía nos han pillado es por culpa suya o de la mala suerte, pero nunca nuestra.  Lo siento pero no.  Ahora bien, si ustedes quieren meternos una bala en la nuca, poco podemos hacer, pero van a perder ustedes los mejores socios que vana poder tener nunca en Europa – Carlos se quedó quieto, Armando nos miraba fijamente mientras jugaba con un bolígrafo y el tal Ezequiel movía la cabeza de lado a lado a modo de negación.  El silencio se cortaba con un cuchillo – somos jóvenes con ganas, hemos creado una red perfecta de distribución, tenemos contactos y estamos limpios de cara a las autoridades.

-       Me ha convencido señorita – dijo Armando después de un larguísimo silencio -  me ha convencido.  Estas reuniones solo pueden acabar así, o con un tiro en la nuca o con una acuerdo de por vida.  Creo que vamos a llegar a esto último.  Les convertiré en mis distribuidores principales en España, después veremos sin Europa.  Haremos las operaciones a 70-30%, nosotros descontaremos su dinero del total, por lo que no tendrán que poner nada encima de la mesa.  Me fiare de ustedes.

-       De acuerdo - sonreí dándole la mano al viejo.  Solo una cosa, el dinero de la última entrega no realizada se nos condona.

-       No juegue con fuego señorita.

-       No juego, es justo, fue su fallo y nosotros no tenemos que pagar fallos ajenos – Armando me miro sonriendo.

-       De acuerdo, pero entonces yo pondré una condición.

-       Usted dirá – dije.

-       La quiero dentro de la organización, no la quiero de novia de, la quiero de socia de -  y miró a Alfredo quien no había dicho mucho en los últimos minutos.

Después de discutir los detalles  pasamos por nuestra habitación.  Alfredo aún temblaba aunque yo estaba eufórica.  Quise follármelo ahí mismo, pero Alfredo no estaba en condiciones.  Le hice esnifar un par de rallas de coca que en la habitación a modo de complemento para los invitados había.  Nunca la habíamos probado, pero aquella era una buena razón.

Cenamos como reyes, hablamos de todo.  A la cena asistían además de los tres lugartenientes de Armando cuatro señoritas que era más que obvio que eran putas, putas caras pero putas al fin de cuentas.  Los hombres  en las distancias cortas no parecían tan fieros.  Nos reímos, bebimos y Armando y yo nos dedicamos mucho tiempo el uno al otro.

-       creo que en breve vamos a tener que retirarnos – me dijo.

-       ¿y eso?, si la noche acaba de empezar – le dije más por ser amable que por otra cosa pues yo personalmente tenía ganas de mambo y por lo que veía Alfredo producto de la coca, también.

-       Bueno, le tengo que confesar una cosa.

-       Usted dirá.

-       Bueno, en estas reuniones de hombres es una tradición que estas chicas, que como supondrá  no son amigas de la familia, nos la chupen a cada uno de nosotros y después las follemos entre todos – me dijo ya presa del alcohol y de la confianza que íbamos tomando -  y claro como estas tu aquí, y no era ese el plan, pues nos vamos a retirar a cumplir con la tradición.  De hecho la pastillita azul hace tiempo que esta haciendo efecto – me dijo mientras se daba unos golpes en su entrepierna.

-       Por mi no cambie sus planes - le dije yo decidida – A ver tu – dirigiéndome a una de las putas, una sobresaliente hembra eslava que teníamos muy cerca – haz con Don Armando lo que viniste a hacer – ni corta ni perezosa, la rubia se levantó, se puso de rodillas enfrente de nuestro anfitrión, le saco la polla que ya tenía dura como un mástil y empezó a mamar.

Aquello fue una reacción en cadena, viendo que la rubia lamia, las otras tres se dirigieron a sus pares e imitando a la nórdica empezaron a mamar ellas también.  Alfredo me miraba y a mi me iban subiendo los calores viendo a esos monumentos chupar esas pollas morenas con tantas ganas y a ellos empezar a resoplar.

No sé ni como pasó pero instintivamente y para no quedarnos mirando yo misma me puse de rodilla delante de Alfredo y sacando su polla empecé a mamar ese pedazo de carne que tanto placer me había dado en los últimos años.

Desde luego que no era la primera vez que alguien me había visto comerle la polla a mi novio, en alguna de nuestras escapaditas a Madrid habíamos ido a locales de intercambio, pero aquello lo superaba, acabábamos de salvar el pejello y lo celebrábamos con una buena mamada.

Estaba tan concentrada en mi trabajo que no me di cuenta, hasta que oí el primer gemido, que las putas estaban ya en pelotas siendo folladas por los tres cincuentones y su jefe sesentón.   Ver a aquellas cuatro hembras gozando o aparentando que gozaban me encendió aun más por lo que apoyándome sobre la mesa de igual manera que años atrás cuando Alfredo me desvirgo exigí mi ración de polla.

Aunque lo intente evitar, acabe desnuda a cuatro patas en medio del salón.  Alfredo me follaba sin pausa, la coca hacia sus efectos y el chico aguantaba como nunca.  A mi alrededor las putas se esforzaban en seguir mi ritmo ante los envites de sus amantes que iban poco a poco cambiando de postura sin perder ojo de mi cuerpo y tetas balanceándose al compas de las embestidas.

Hubiese jurado que alguno de los tres colombianos iban acabar profanado alguno de mis agujero, pero se comportaron como caballeros y solo fui montada por mi pareja.

Antes de dormir y después de despedirnos hasta el día siguiente leí en la mi iphone que  mi padre había sido nombrado conselleiro de a Xunta de Galicia.  Sonreí

Nos despedimos por la mañana de nuestro anfitrión y acompañantes emprendiendo el viaje de vuelta.  Aquella noche antes de coger nuestro vuelo volvimos a follar como posesos en la mansión de Bogotá, aquella noche probé la coca por primera vez en mi vida y sentí como mi cuerpo se derretía entre la polla de mi novio.  Como mis entrañas eran todo sensaciones mientras aquel pedazo de carne me rompía por dentro.

Estaba en el último año de carrera, pero era más que obvio que los deseos de Don Armando eran ordenes.  Alfredo se le ocurrió la idea de comprar a mis profesores.  Yo no podía ir a clase, pero tampoco podía ni suspender ni no acabar la carrera, sobre todo siendo mi padre el conselleiro de educación.  Teníamos dinero, y por poco más de 50.000 euros por asignatura salí por última vez en mi vida de la Universidad de Vigo con la promesa de un sobresaliente en cada una de ellas.

Los negocios fueron viento en popa.  En poco más de un par de años habíamos aumentado las importaciones un 400%.  Había logrado convencer a Don Armando de que usásemos distintas formas de importación que desde luego no pasaban por los veleros.

Una parte de mi trabajo era diseñar nuevos sistemas de importación.  Lo probamos todo con gran éxito, evidentemente alguna vez la policía de chiripa lograba algún alijo, pero en general todas las operaciones iban viento en popa

A nivel personal, y ya con la carrera acabada me fui a vivir con Alfredo.  El dinero nos sobraba, de hecho habíamos tenido que montar todo tipo de negocios para lavar aquello.  Os preguntareis por que ya forrados antes de los 26 no lo dejábamos y emprendíamos una nueva vida.  La respuesta es sencilla, éramos muy buenos y siendo tan buenos Don Armando y su organización no podía renunciar a nosotros.   Seguíamos follando con pasión y cada vez más radical.  Cada día me gustaba más que Alfredo me jodiese sin miramientos, me follase a lo bruto, me hiciese daño, me poseyese y me dominase.  Hiciese salir mi lado animal.  No eran pocos los fines de semana que salíamos de Vigo solo para follar salvajemente.  Eran pocos los fines de semana que nos quedábamos en casa a descansar.  Lo normal era que acabásemos en una gran capital europea gastando a manos llenas y disfrutando del sexo más salvaje.  Me encantaba ser doblemente penetrada por desconocidos mientras Alfredo jodía a alguna desconocida en un bar de intercambio.  Era dichosa de ver la cara de envidia de mi hombre y darme cuenta que por su cabeza pasaba la suerte que tenía al tenerme.

A papa le nombraron ministro de educación.

Los viajes a Colombia fueron constantes en aquellas épocas En los primeros desde luego se seguían produciendo los polvos en grupo que tanto nos habían gustado en nuestro primer viaje.  Ya nadie se cortaba follando delante mía, ni yo me cortaba siendo poseída por mi hombre.  Todo cambió cuando por primera vez Don Armando me metió su dura polla llena de flujos de la puta de turno me mi boca mientras Alfredo me daba por el culo.  Ni lo dudé, se la chupe.  No por deseo, sino por un instinto de dominación.  Un hombre esta en tus manos mientras se la chupas y al menos durante esos minutos yo dominaba a Don Armando.

Después de aquel viaje siempre acababa teniendo sexo de alguna clase con Don Armando, siempre delante de Alfredo, desde luego el cual ya no pintaba nada.  Yo decidía sobre los negocios, yo decidía sobre nuestra vida y yo decidía sobre nuestro sexo, a pesar de que una vez en la cama me gustaba ser dominada por él.  Don Armando, incontestable en el día a día era un trapo en mis manos cuando tenía a su disposición mi culo, coño o boca.  Era contactar con mis mucosas y volverse un corderito que a pesar de dar algunas ordenes, yo era en realidad la que marcaba los tiempos y las formas.

A lo largo de los años Don Armando se había destapado como un amante habilidoso.  Buena polla, buen conocimiento de su uso, y buena mano y buena lengua.  La verdad es que no es que fuese el que mejor me follase fuera de mi relación, pero el tío no lo hacía mal y sin duda el sexo nos unía como socios como no le unía con ninguna otra persona.

Llevábamos más de 10 años dirigiendo la parte española de la organización cuando un día mi madre me llamo.

-       Sandra mi vida. ¿Qué tal estas? ¿qué tal en Madrid?

-       Muy bien, pero estoy en Vigo.  Pásate por casa a comer cielo, que necesito hablar contigo.

A casa me encaminé a la hora de comer.  Abrí con mis propias llaves, saludé desde allí con un grito y cuando entré en el salón tuve una gran sorpresa en encontrarme a mi padre serio como en un funeral, mi madre callada y un señor al que no conocía.

-       ¿como el señor ministro por Madrid?  - pregunté sonriendo a mi padre – Sandra López, le di la mano al desconocido.

-       Lo sé – contestó secamente.

-       Siéntate hija, tenemos que hablar – una señal de alerta sonó en mi interior, pero lo hice.

-       Hija, este señor es el director general de seguridad del ministerio del interior.  Tienen pruebas contra ti de que diriges la mayor organización de Europa de drogas.

-       Eso tendrán que probarlo – dije con toda la chulería que pude y quemando mis naves.

-       Callate idiota, eso lo tienen probado y si yo no llego a ser ministro hace semanas que hubiesen tirado a bajo tu puerta y tanto tu como el impresentable ese de tu novio dormiríais en prisión.

-       Pero…

-       Que te calles joder, que te calles – grito mi padre -  por ser vos quien sois, o mejor dicho por ser yo quien soy.  Sencillamente te van a proponer un trato, trato que aceptas o rechazas, pero lo decides ahora.

-       Ante todo señorita López -  dijo el desconocido – le diré que tenemos pruebas más que solidas contra usted.  Llevamos 4 años detrás de ustedes.  Le voy a dar dos alternativas, la primera llamo al equipo de GEOS que se encuentra en las escaleras de este inmueble para que entren y procedan a su detención y a su vez otro asalte su casa donde se encuentro Don Alfredo Vázquez.  Y le garantizo que nadie le quita 30 años de cárcel a cada uno por lo menos.

-       ¿O?

-       O nos entrega a toda la organización.

-       ¿Alfredo incluido?

-       Alfredo incluido.

-       ¿Y que debo de hacer?, en caso que acepte, me refiero.

-       No sabemos quien es su jefe, nadie lo sabe.  Tráigalo a España.

-       ¿Y como pretende que haga eso? El nunca sale de Colombia – dije mientras mi madre sollozaba.

-       Con el sexo.

-       ¿Con el sexo?, ¿usted se ha pensado que soy una puta?

-       Si.

-       ¿Perdone?

-       Señorita López, tengo más horas grabadas de sexo suyo que lo que Tracy Lords ha grabado en su vida.  Llevamos 4 años siguiéndola y es obvio que su pasatiempo es esnifar cocaína y mantener orgias.

-       Bien, pero de ahí a follarme a mi jefe.

-       Tenemos horas de video y de audio, y sabemos de sobre que en Colombia usted mantiene orgias con su jefe -  me quedé muda -  me tiene que decir que prefiere, o esposas o delación.

-       ¿Y que será de mi en el segundo caso?

-       Usted será detenida con el resto de sospechosos, aunque usted nunca llegará a comisaría, la meteremos en un avión rumbo hacia un lugar de España donde rehará su vida.   Desde luego que nunca podrá volver, nunca podrá volver a ver a los suyos, pero al menos será libre.  Tenga en cuenta que todo esto se hace por ser hija de su padre y de alguna manera por que él gobierno evite el escandalo.

-       Soy toda suya.

Esa noche ya en casa hice que Alfredo me follase lo más duro que pudo.  Me corrí entre gritos de dame más dame más.  Necesitaba desahogarme después de la tensión.  Pensé en contarle todo el tema a Alfredo, pero primero estaba segura que teníamos la casa llena de micrófonos y cámaras, y por otro lado no sabía como reaccionaria.  Sencillamente me lo guarde para mi.

Desde luego la decisión no era fácil, pero menos fácil serían 30 años de cárcel que con la legislación actual se cumplirán uno tras otro sin posibilidad de ningún tipo de beneficio.

Tres semanas después de la reunión en casa de mis padres, Alfredo y yo aterrizábamos en Bogotá por enésima vez.  De nuevo un hombre de traje nos esperaba con un cartel con mi nombre puesto en él.  Hacia años que el nombre de Alfredo Vázquez no aparecía en los carteles.  De nuevo fuimos conducidos a la mansión en la ciudad y de nuevo un viaje de tres horas en helicóptero nos llevo a la hacienda de Don Armando.

Don Armando como de costumbre nos recibió con una amplia sonrisa. Como él decía, volvíamos a estar en casa.

Después de descansar unas horas en nuestra habitación pasamos al comedor donde una cena típica colombiana nos esperaba.  De nuevo cenábamos Alfredo, Armando y yo como protagonista de ella.

Llevábamos unas copas encima cuando yo como una gatita me acerque al regazo de Armando, como en otras ocasiones y poco a poco fui sacando su polla de su pantalón y empecé a pasar mi lengua por esa polla tantas veces lamida por mi.  Se marcaban las venas en el falo moreno y yo poco a poco empecé a pasar mi lengua por ella.  Era increíble como el viejo se sofocaba con mis lamidas.  Me fascinaba pensar que teniendo a su alcance modelos de revista cada vez que quisiese, era obvio que había algo en mi que enervaba al capo.

Alfredo se acercó por detrás y empezó a pasar sus dedos por mi raja apartando el tanga que lo cubría.  El hijo de puta sabía de sobra como masturbarme y yo lo agradecía intensificando mis chupadas al dueño de la casa.  No tardó más de 5 minutos en penetrarme de un golpe y empezar un vaivén que me llevaba hasta el cielo a base de orgasmos.  Don Armando eyaculó en mi boca y después de descansar unos minutos observando como mi marido me mataba a gritos de placer reorganizó todo aquello he hizo que Alfredo se tumbase, yo me subiese encima suyo, y de un golpe de cadera me plantificase su polla en mi ya dilatado ano.  Debía de estar nerviosa por la situación pero las doble penetraciones me pueden, es lo que más me puede excitar y aquello dos machos me hacían llegar al éxtasis.  Notaba como las dos pollas confluían en mi interior sacando de mi las mayores sensaciones que una mujer puede recibir en esta vida.

Nos corrimos los tres entre gritos de placer.  Mi piel se erizó cuando noté que ambos hombre depositaban su caliente lefa en mis agujeros y los tres caíamos rendidos en la alfombra del salón.

Alfredo estaba muerto por el esfuerzo, y sinceramente yo en circunstancias normales hubiese dicho basta, pero don Armando victima de los efectos del viagra y aún con la polla dura, reclamo un último asalto.

Me subí a su polla y poco a poco empecé a brincar sobre ella apoyando mis manos en su pecho mientras los míos botaban a compas de mi movimiento.

-       que placer me das hija mía.

-       Es usted quien me hace recordar lo que es sentirse mujer Don Armando.

-       Calla Sandra, calla, seguro que se lo dices a todos.

-       No creo que me haya nunca oído decir esto a mi marido – dije ya jadeando.

-       Me gusta que vengas a ver a este humilde viejo.

-       Vengo con el coño húmedo Armando, desde que sacó los billetes hasta que me la meto en la boca paso semanas con el coño encharcado pensando lo que va a pasar.

-       Sabes como contentar a un jubilado.

-       No, y lo sabe.

El viejo se corrió por última vez en mi coño mientras a mi lado mi marido se masturbaba viendo la escena.

-       Don Armando, tiene que visitar España

-       ¿Cómo voy a dejar Colombia chiquilla?, ¿no sabes los peligros que ello conlleva?

-       Para usted ninguno.  Usted es un jubilado para ojos del mundo y nadie sabe de nuestras actividades.  Es usted libre de viajar por el mundo.

-       Chica, es un riesgo que no quiero asumir.

-       Inauguramos nuestra casa nueva y en ella vamos a tener un cuarto dedicado al sexo, nadie mejor que usted para inaugurarlo.  Prometo que no se arrepentirá.

-       ¿Y que ofreces?

-       Una sensaciones que nunca antes ha recibido de mi.  Además podrá ver nuestro trabajo in situ.

-       Ya veremos hija, ya veremos.

La reunión de día siguiente fue como todas muy fructífera.  Nuestras cifras de negocio crecían año a año en un porcentaje de dos dígitos.  Los colombianos ni nosotros nos podíamos quejar.

La orgia posterior fue un desmadre.  Dejé que mientras Alfredo se follaba a modelos de revista al igual que el resto de narcos yo me pasé por la piedra al dueño de la casa en todas las formas y posturas.  Jodimos durante horas y cuando Armando al fin se corrió en mi culo me confirmo que iba a estudiar lo de venir a España.

Pasaron varias semanas sin noticias.  Por supuesto el ministerio del interior y la policía no dejaban de vigilarme e incluso de hacerme llegar su inquietud sobre que el tema se llevase adelante.  No fue hasta la cuarta semana cuando un sms a un teléfono seguro me confirmo que Don Armando venía a vernos.  La verdad es que en el fondo no daba crédito, el zorro abandonando su madriguera por algo tan antiguo como es un coño, y ese era el mío, coño que iba a lograr mi libertad.

Hicimos los preparativos para su llegada.  Personalmente me aseguré que nuestra nueva casa estuviese lista y la sala de sadomaso que nos habíamos preparado estuviese en perfecto estado de revista para ser usado por una primera y última vez, pues ahí sería donde la policía practicaría las detenciones.

Recogimos a Don Armando en un aeropuerto privado del norte de Portugal.  Como unos turistas más visitamos con él Porto, Braga y acabamos cenando en un pequeño y recóndito restaurante cerca de Valença do Minho.

-       no sabes las ganas que tenía de verte mi niña

-       yo también, Don Armando, yo también.  Ardo de deseos que crucemos la frontera e inauguremos esta noche la sala de sadomaso que lleva esperándole un mes sin que le hayamos aun tocado.

-       Bueno mi vida, eso será mañana.  Esta noche tengo un capricho y espero que me lo concedáis.

-       Desde luego, lo que deseé.

-       Bien, he hecho algunos preparativos por mi cuenta y he alquilado un pequeño hotel cerca de un lugar llamado Viana do Castelo donde mi gente lleva trabajando un par de semanas para dejar todo a nuestro gusto.

-       Pero, ¿no prefiere dormir en nuestra casa hoy?

-       No, te aseguro que lo que vas a encontrar valdrá la pena.  Tu deja hacer a este viejo que a su edad tiene algunos caprichos.

Pues si el viejo tenía unos caprichos no iba a ser yo la que se los negase y menos en su último día de libertad.

Nos dirigimos hacía un precioso hotel en las afueras del pueblo.  La verdad es que era un sitio paradisiaco que a pesar de vivir en Vigo jamás había ni visitado de sabido de su existencia.

Por lo que me dijo, el hotel llevaba alquilado por don Armando y su gente desde hacía dos semanas y lo mantendrían una semana más – todo en aras de la seguridad y de la discreción, no te preocupes mi niña que no nos va a faltar de nada.

Dejamos nuestras cosas en nuestras habitaciones.  En la mía encontré en una caja de terciopelo un precioso corpiño de cuero con incrustaciones de piedras de colores, unas bragas con aperturas anales y vaginales, un liguero y una medías de encaje preciosas.  Alfredo sonrió

–      se ve que el viejo hoy quiere dedicarte la noche, creo que una vez más vas a ser la estrella

–      como no puede ser de otra forma- sonreí.

Me puse el conjunto sintiéndome realmente sexy y deseada, cubrí mi cuerpo casi desnudo con una bata de seda preciosa que también había dejado a mi disposición.

Bajamos al salón, según las indicaciones de Armando.  Aquello era increíble.  El tío había habilitado una sala dedicada en su totalidad el sexo y la lascivia que dejaba a la altura del betún nuestra completísimas sala de sado.

No es que nos demos mucho al sado, en realidad lo hemos practicado a nivel fuerte en nuestros múltiples viajes de fin de semana, pero en Vigo nada de nada.  A los ojos de todos yo seguía siendo aquella niña pija que fui y triunfadora con mi marido en los negocios.

En la sala una joven de color ya estaba atada a una cruz de tortura y Armando con una copa en la mano le daba pequeños fustazos en los pezones mientras esperaba nuestra venida.

-       Mis queridos Sandra y Alfredo, espero que no les moleste que haya invitado a una amiga a nuestra fiesta privada de esta noche y espero que no les importe que haya empezado sin ustedes.  Esta joven se estaba impacientando, y uno ha perdido hace mucho la osadía de hacer esperar a una dama.

Nos acercamos a la barra donde copas, coca, viagras y todo tipo de juguetes sexuales nos esperaban.  Armando había preparado dos copas y un par de rayas listos para ser esnifados.  Catamos el material, cogimos las copas y nos dirigimos al lado de Armando.

-       chúpale los pecho Sandra, creo que lo agradecerá – me dijo, ante lo que yo me incliné un poco pasando mi lengua por los ya irritados botones de la negra, esta suspiró.  Alfredo empezó a tocarle el coño mientras Armando apartaba mi bata y me empezaba a tocar una nalga.

Me excito muchísimo sentir el pezón de la negra mientras Armando se agachaba, subía la bata y me pasaba su lengua por el agujero que dejaba al descubierto mi ano.  Me estremecí.

Armando me separó de la chica y acercó a Alfredo a ella.  Mi marido empezó a sobarla mientras el capo me dirigía a un potro de tortura en el que ató mis manos después de quitarme la bata dejando mi culo y coño expuestos ante él.  Me abandono un segundo y dirigiéndose a la barra volvió con un pollón de plástico de inmensas dimensiones, los que a mi me gustan.

Armando metió dos dedos en mi coño, los movió durante un segundo, los retiró y de un golpe de muñeca  me penetró hasta el fondo reventándome el coño con ese zeppelín de latex.  Empezó a moverlo con fuerza dentro de mi ser, acompañaba las embestidas con dos dedos en mi ano.  No podía ver lo que Alfredo hacía con la negra pero esta gemía como si se acabase el mundo.   Me corrí perdiendo las fuerzas después de más de media hora de placer artificial, la negra no dejaba de gemir.  Recuperé las fuerzas cuando de un solo golpe Armando me rompió el culo.  Grite de placer.  Es alucinante lo que la pastillita azul llega a hacer en un viejo, pero desde luego el resultado era un follador embrutecido que no descansaba en sus “meteres”.

Caí rendida después de otra media hora de metidas, fue una bendición notar como Armando llenaba mis entrañas de caliente leche después de haber recibido más de 5 orgasmos seguidos.

Fui desatada del potro y mientras me preparaba una copa pude ver como mi marido y el señor de la droga hacían un hacían un sándwich con la morena.  Me ponía mucho ver aquello, era una pena que no fuese a repetirlo más, pero desde luego no hay nada que el dinero no pague y estaba segura que muchos días de sexo me esperaban en el futuro, aunque evidentemente con otros protagonistas.

Cuando una nueva ronda de copas volvió a caer, hice a Alfredo tomarse una pastilla azul.  Necesitaba ser follada más y eso de compartir con otra mujer no es una buena idea si las cargas de lefa y dureza de las pollas a mi disposición eran limitadas.

Con la negra de espectadora fue colocada en medió del salón encima de don Armando que me esperaba tumbado presentando armas.  Esa polla entro en mis entrañas como cuchillo sobre mantequilla, solo faltaba que Alfredo me penetrase analmente para poder dar casi por conclusa la noche.

Alfredo fue incorporándose a nuestro polvo poco a poco.  Primero me metió la polla en la boca, después de un rato, me metió un dedo en mi muy lubricado y encharcado ano y a continuación poco a poco ir introduciendo su herramienta de la manera que a él le gusta.  Personalmente soy de las que le gusta que la penetren de un golpe seco, pero a mi Alfredo le gusta ir sintiendo como mi cuerpo se abre ante él y su polla.  Sinceramente daba igual por que los dos acelerarán el ritmo a una orden mía y me usaran con violencia que es lo que más me pone en esta vida.

Me jodieron como locos, yo pedía y ellos realizaba, no se como no me arrancaron los pezones o como no me desgarraron entera.  Me dieron lo mío sin cuartel hasta que cubiertos de sudor nos corrimos los tres prácticamente a la vez.

Parecía que la cosa iba a calmarse, cuando la negra se abalanzó sobre la aun dura polla de mi marido justo en el momento de desengancharse de mi y de un bocado engulló toda la polla de Alfredo.  Mi chico se sorprendió, pero visto el ansia de nuestra invitada y la experiencia y arte en chupar pollones simplemente se dejó hacer.

Armando y los contemplamos durante un rato hasta que él se levantó y volvió al segundo con una pastilla.

-       tomatela chiquilla, es una pastilla de acción rápida y sin efectos secundarios que durante 30 medía hora van a ser todo sensaciones y pasado ese tiempo volverán tus sensaciones normales.  Una especie de éxtasis rápido y corto -  me quede mirando con un poco de cara rara, pero que cojones, nos dedicamos a las drogas.  Tomarlas de vez en cuando no nos podía hacer ningún mal.  Me tomé la pastillas.

Un calor recorrió mi cuerpo segundos después de tragármela y una sensación de placer inmenso corrió por mi cuerpo cuando Armando, Don Armando, el rey de la droga me chupó un pezón.  Ni decir tiene que me moría de gusto cuando Armando me colocó a cuatro patas y me metió la polla en mi ano de un solo golpe.  Cada envestida era un pequeño orgasmo, cada golpe de cadera una sacudida de placer extremo.  Enfrente mía la negra le chupaba la polla a mi marido quien se retorcía de placer.

Me moría de gusto y no quería que aquello acabase, el viagra y mi pastilla estaban funcionando como un reloj y yo espasmo tras espasmo, llegue incluso a preocuparme el cagarme encima de Don Armando pues el placer no dejaba controlas mi cuerpo.

Un orgasmo nunca tenido me vino cuando vi como la negra con un cable de acero asfixiaba hasta la muerte a Alfredo, me corrí como en mi vida sin darle importancia a aquello.

Dicen que nunca oyes la bala que te mata, eso no es cierto, yo oí perfectamente como una bala reventaba mi cabeza en medió del orgasmo final.

La noticia de mi muerte y de mi pareja fue acallada por los gobiernos portugueses y españoles había muchas preguntas que contestar y sinceramente nadie quería hacerlo.

Mi padre dimitió meses después de nuestro funeral.

Don Armando volvió esa misma noche a su rancho en su jet privado, la justicia le perdió de nuevo la pista.

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La bomba