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Con Sofía y Paz en un barco en Los Angeles

en Intercambios

Mejor leer Dando la vuelta al mundo con Sofía para entender un poco mejor de que va esto.

Descansamos el resto del día en el Club de Regatas.  Yo la verdad es que estaba bastante bien, pero Sofía estaba realmente cansada después de una noche de sexo a tres en la que por lo visto habían practicado una y mil guarradas.  Prefería dejarla descansar antes de emprender el viaje hacía el norte y no salir ya como estaba previsto.

Me quedé perplejo cuando la vi aparecer en la cubierta camino de nuestra última buena cena en unos días.  Se había vestido como para ir a una cena de semi-gala, aunque viendo como iba la gente en el restaurante del club, me di cuenta que el único que a lo mejor no iba del todo bien era yo.

Sofía como digo estaba impresionante y creo que coincidíamos en ello todos los hombres del salón y la mitad de las mujeres, la otra mitad creo que la debían de odiar.

-       Aún se me escurre por el culo leche de ayer – me dijo sonriendo.

-       Más bien de esta mañana.

-       Bueno si, cuando esos dos acabaron conmigo ya era de día – me sonrió.

Me encantaba lo espontanea que podía se Sofía al hablar de ciertas cosas que a otras mujeres les hubiesen dado un corte tremendo.  A ella no.

Nos tomamos dos copas en la barra del bar después de cenar y volvimos al barco agotados.  Después de un tiempo ya con Sofía abordo, me seguía sorprendiendo como no había usado nunca su camarote.  No es que viniese al mío a follar, sino que fue tal su desacuerdo con que tuviésemos camarotes individuales que nunca utilizó el suyo.  Al principio simplemente se quedaba a dormir y más tarde ni siquiera se planteó el que aquella cama no era la suya.

Salimos temprano y dejando Lima a estribor, empezamos a despedirnos de Perú y de su preciosa costa.

La salida de Lima hacía el norte no es nada fácil, hay que cruzar el puerto de Callao, el más importante del país y uno de los principales del continente.  Para un arco a vela pasar por la salida de un puerto de ese tamaño es un deporte de riesgo, de alto riesgo.

Navegamos con buen viento hasta Chimbote a donde llegamos casi anocheciendo.  El pueblo aparte de su hermosa bahía y su maravillosa catedral, no tiene nada, pero después de un día abordo nos pareció una maravilla.  Aunque no había pensado que bajásemos del barco, lo hicimos para cenar.

Esa noche Sofía me comió la polla y ante la falta de respuesta por mi parte con la cabeza en otras cosas, se masturbó para mi con sus juguetes. 

Cuando Sofía despertó ya estábamos en alta mar haciendo millas hacía Ecuador.

Desde que me follé a Paz y ella acabó por su lado la noche con aquel matrimonio, mi compañera de viaje se mostraba mucho más sexual.  Ya no era un tema de todas las noches querer ser tomada sino que pasaba el día provocándome con cosas como no vestirse y andar desnuda todo el día por el barco, masturbase intentado que la viese y oyese, bajarme los pantalones y comerme el nabo cada vez que podía.  Yo procuraba no dejarme llevar por mis instintos y no montarla cada vez que se me ofrecía.  En Los Ángeles volveríamos a encontrarnos con Paz y no quería que pensase que era ella quien tenía la sartén por el mango.

Teníamos tiempo de sobra para llegar a USA, por lo que una vez pasada la frontera entre Perú y Ecuador, nos alejamos de la costa y pusimos rumbo a Costa Rica donde llegamos después de cinco días de navegación tranquila.

Llegamos finalmente a Mazanillo, una preciosa zona de playas donde había pasado unas vacaciones años antes.

Fondeamos cuando casi anochecía, preparamos la cena y nos sentamos a charlar.  A lo lejos una vela se nos aproximaba y después de una hora un velero con muy buena pinta fondeó a unos 50 metros de donde estábamos.  Era de noche cerrada pero gracias a sus luces del barco podíamos ver perfectamente a la pareja que dirigían el velero.

Sofía y yo leíamos en silencio con una copa de vino en la mano, cuando proveniente del recién llegado, empezamos a oír gemidos.  Nos quedamos mirando el uno a otro.  Sofía no dijo ni pio, simplemente se levantó, entró en la cabina, buscó algo dentro y salió tal y como estaba vestida pero con el coño al aire.  Se sentó al lado mía, abrió sus piernas, pasó un dedo por todo el largo de su raja y de un golpe de muñeca se metió su mayor vibrador en el coño.

En menos de dos minutos los aullidos de Sofía inundaban la pacifica bahía y acallaban los gemidos de placer de nuestra vecina de fondeo.

Disfruté de 20 magníficos minutos viendo como Sofía se retorcía de placer y me provocaba a la vez con la mirada.  Se corrió a gritos dejando en silencio toda la había.

Monté a mi compañera de viaje según entramos en el barco, fue un polvo corto e intenso.  Pura descarga de adrenalina y semen por mi parte, la tía me había puesto a cien.  La dejé apoyada sobre la mesa del comedor con esperma cayendo de su agujero cuando me retiré al camarote.  Sofía tardó varios minutos en llegar a la cama.

Las dos chicas se saludaron cordialmente con la mano cuando levantamos anclas y pasamos cerca de su barco al día siguiente.  Hay que ver la complicidad de las mujeres cuando no tienen que competir por un macho.

Pasamos tres maravillosas semanas de cala en cala subiendo por la costa de Centro América, Baja California y California.  Llegamos a Los Ángeles con dos días de margen según la fecha marcada por Paz.

Alojamos el barco en Marina del Rey, un increíble club náutico arrancado a la tierra, una maravilla arquitectónica que admiré boquiabierto desde el momento que embocamos la entrada del puerto hasta que el catamarán se paró en nuestro amarré.

Decidí llevar a Sofía a comer a Hollywood,  personalmente no lo conocía y a pesar que ella si, el plan que le ofrecía era desde luego uno que ella como azafata no se podía permitir, económicamente, se entiende.

Comimos en Ink, uno de los sitios de moda de la ciudad, Sofía reconoció a varios famosillos algo que yo no hice, es lo que tiene haber tenido una vida normal y no horas muertas que matar en un avión leyendo toda revista de cotilleo que cae en sus manos.   Tomamos un café en Rodeo Drive y después nos fuimos de compras. 

Al principio Sofía estaba un poco cortada por los precios y no le cambió la cara hasta que le susurré al oído.

-       Te invito a que te compres dos cosas, yo te las regalo, eso sí a cambio de una mamada al llegar al barco.

-       Sabes que la mamada la tienes segura aunque no me compres nada.  No tienes porque regalarme nada, una es independiente.

-       Bueno, tu dirás – le dije sonriendo.

Sofía dio dos pasos, cogió una de las etiquetas.

-       Y la mamada, ¿exactamente en que parte del barco la quieres? – no reímos los dos.

Finalmente no fueron dos cosas, fueron tres.  Unos zapatos Jimmy Chu, modelo numerado, una inmoralidad de precio y  una cazadora de cuero de la cual no quise ni ver el precio.  La tercera cosa fue un vibrador de acero inoxidable con swarovskis incrustados en todo él.  Estos americanos, tan conservadores y tan depravados todo a la vez pensé cuando entré en el sex shop donde lo compramos.

Cenamos ligero y nos fuimos al barco.  Sofía no se olvidó de su promesa.  Se sentó en el asiento del timón, metió sus manos bajo sus faldas y se quitó las bragas.  Metió sus manos en la bolsa del sex shop y con los ojos encendidos sacó el vibrador.  En cuanto le metió pilas se le engulló en su coño.

-       joder que gusto que dan los cristales cuando entran y salen.

Me imagino.

-       no, no te imaginas.

Y se dio si parar durante más de media hora.  Gimiendo y lamentándose a cada movimiento del aparato en su coño.

Gracias a Dios absolutamente todos los barcos alrededor nuestra eran de millonarios locales quien lógicamente entre semana y por la noche no estaban en en ellos.  No estábamos en otros países donde hasta los guardias de seguridad se hubieran reído, allí hubiésemos no solo acabo en comisaria sino también en el trullo durante unos días.

Acabó su adoración al dios Onos y dejando el caro vibrador a un lado, vino hacía mi a gatas y abriendo mis shorts con la boca, se hizo con mi polla y la engulló hasta el fondo.  Chupó tan profundo que le salían lagrimones de los ojos.  Me corrí como un campeón haciéndola toser por la cantidad de leche acumulada en mis huevos.

Nos levantamos tarde y pasamos tomando el sol todo el día.    Por la tarde fuimos al cine y por la noche cenamos en Maude, el restaurante estrella del año en la ciudad.  Me costó la ayuda de un par de contactos en Silicon Valley conseguir mesa de hoy para mañana, pero visto lo visto, valió la pena.

Mi móvil sonó a las 12 del mediodía.  Paz me indicaba que acababan de aterrizar y ella conseguido wifi.  Me indicaba que estarían alojados en el hotel Hilton West LA, nos proponía ir a su hotel y tiranos a la bartola en la piscina con ella.

Contesté a su mensaje con otro que ella recibiría cuando llegase a su habitación y volviese a tener conexión.

Paz y sus compañeros de tripulación se fueron bajando de la furgoneta que les trasladaba desde el aeropuerto hasta el hotel.  Uno por uno pasaron por recepción donde les asignaron sus habitaciones y les dieron la llave.

Paz subió a la suya y en cuando comprobó el código del wifi lo introdujo en su terminal.  Un whatsapp entró en él – mejor vente al barco, salimos a pasar el día fuera.  Creo que es más atrayente que una piscina de hotel.

Mi exnovia contestó con un escueto – de acuerdo, voy con alguien.

Paz levantó el teléfono de la mesita de noche.

-       Hello – se oyó a través del auricular

-       ¿Sergio?

-       ¿Qué tal Paz?  ¿Qué haces?

-       Me iba a duchar.

-       ¿No te quieres duchar aquí?

-       Ja ja ja.  ¿No te valió lo que pasó hace tres semana?

-       Pacita, Pacita, Pacita, cada vez que coincido contigo en un viaje no veo el momento tenerte de compañía.

-       Que cursi eres hijo, lo que no ves el momento es de montarme.

-       Eso también j aja

-       Oye una cosa, he quedado con unos amigos en pasar el día con ellos en su barco.  ¿Por qué no te vienes conmigo?

-       ¿Americanos o Españoles?

-       Son españoles.  Él es de Palencia como yo y a ella la conoces.

-       ¿Quién es?

-       Ya la veras, vuela con nosotros.  La conoces seguro.

-       Me apunto, pero uno de Palencia en un barco, no sé yo.

Paz se ducho lavándose la cabeza.  Se retocó el pelo del coño y se pintó las uñas.  Sergio apareció por su habitación cuando con una toalla al la cintura y las tetas al aire se secaba el pelo delante del espejo.  No tuvo ningún reparo en abrirle así.

Sergio se acercó a ella y la beso en el cuello tocándole uno de sus pechos.

-       ¿un clavito rápido? – dijo el piloto.

-       No, ahora mejor no.

-       Joder nunca me has dicho que no hasta ahora.

-       Hoy es un día especial, ya lo verás – le dijo guiñándole el ojo.

Se puso un bikini aún con etiqueta que al ver la cara de Sergio se cambió por otro también por estrenar, el copiloto puso esas caras que ponemos los hombres cuando vemos la cantidad de ropa que las mujeres tienen en sus armarios sin haber siquiera quitado la etiqueta. Aún así ver como la azafata se cambiaba de ropa con total naturalidad le hacía olvidarse de todas esas cosas mundanas y pensar solo en su cuerpo.

Dos horas después del ultimo whatsapp estaban cruzando el puesto de seguridad de la marina.

No tardaron en localizar el barco.

Paz subió a él como Pedro por su casa, como si nos hubiésemos visto todos dos días antes y estábamos a punto de iniciar una nueva aventura.

-       Hombre Sofía, ¿qué tal te va la vida?, hacia años que no te veía – le dijo una chica a la otra.

-       Muy bien Paz, muy bien, me alegro mucho de verte – Sofía se quedó un poco parada cuando vio a Sergio detrás de Paz.

-       Ósea que eres tu, me avisó Paz que iba a conocer a la acompañante de nuestro anfitrión, y joder mira quien era – dijo el copiloto dándome a mi la mano presentándose, después de darle dos besos a su compañera de línea aérea con un abrazo un poco más efusivo de lo habitual.

Le pregunté a Sergio si sabía algo de barcos y me contestó que al final pilotar era lo mismo que navegar pero por el aire, lo cual era cierto, pero yo quería saber si sabía algo de manejar un barco.  Si sabía.

Salimos la de la marina de nuevo ante el asombró de todos por el despliegue de instalaciones.  Enfilamos sur y navegamos durante dos horas hasta Abalone Cove, una playa que no valía mucho pero con un mar azul y sin casas alrededor, algo poco habitual en la poblada costa del sur de California.

Según salimos de la marina y nos alejamos un poco de la costa, Sofía se quitó el sujetador del bikini dejando sus pechos al aire como marcando terreno frente a la recién llegada al barco, Paz no se quedó quieta y se despojó de la misma prenda.  Tenía los pezones en su máxima expresión.  Sergio no perdía detalle de las dos hembras tumbadas en la proa del barco, bueno, Sergio y yo.  Ambas llevaban dos minúsculas bragas del bikini que a ambas les quedaban de fabula.  Quizás sobresalía más Sofía por eso de llevar mes y pico bajo el sol, pero el cuerpo de Paz estaba para tomar pan y mojar.  La verdad es que los años la habían mejorado y bastante.

Anclamos el barco y preparé una nueva ronda de cocktails.  Habíamos estado picando comida durante la navegación por lo que no se me ocurrió sacar nada aparte de las consabidas patatas y la bebida, ninguno teníamos ganas de una comida formal.

Paz se levantó de su toalla, metió sus dedos en el lateral de su braga y muy sensualmente se la bajó mostrándonos su poderoso culo.  Los tres nos quedamos mirando como dio un salto por la borda y se sumergió en las calidad aguas del Pacifico.  Sofía no pudo ser menos e imitando a su compañera de trabajo, se deshizo de sus bragas y la siguió al agua.

Desde la lona central del catamarán Sergio y yo veíamos a las mujeres nadar desnudas bajo nuestros pies, compitiendo una y otra en belleza.

Ambas chicas empezaron a gritarnos y animarnos a que nos zambulléramos con ellas.  Sergio ni se lo pensó, saltó al agua justo después de quedarse en pelotas deshaciéndose de su bañador.  Me moría por saltar yo también, pero nunca, absolutamente nunca todos los tripulantes de un barco deben lanzarse al agua, por mucho que el barco este anclado y la escalera bajada.

Me puse una cerveza y observé como las tres personas jugueteaban haciéndose aguadillas y disimuladamente meterse toda la mano que pudieron, Sergio estaba en la gloría, era evidente que en ese momento estaba preguntándose a cual de ellas se tiraría o si se tiraría a las dos.

Estuvieron más de media hora de cachondeo en el agua.  Yo aproveche para hacer una ensalada y preparar las cosas para cenar.  Empezaba a refrescar cuando me avisaron que subían.

Cogí unas toallas y les esperé.  Paz fue la primera en subir chorreando al barco.  Me llamó la atención como le chorreaba el pelo del coño.  Abrí la toalla y Paz se envolvió en ella abrazándome. 

Sofía y Sergio subieron y cogieron sus toallas. Paz no me soltaba e incluso apretó su pubis solo cubierto por la toalla contra mi pierna.

La escena era un poco surrealista.  Mi exnovia de la juventud, aquella que no logré quitarme de la cabeza durante más de 5 años, aquella que me abandonó como a un perro por haber osado a masturbar, ahora se abrazaba desnuda a mi clavando su sexo en mi cuerpo sin importarle lo que su compañero de trabajo pudiese pensar y peor aún las consecuencias que podría tener que mi compañera de viaje y evidente amante, pudiese pensar sobre su actitud.

La cara de Sofía era un poema, pero no dijo nada.  Sinceramente y aunque me ponía mucho tener a Paz de aquella manera, por nada del mundo hubiera querido joder a mi compañera de viaje.  Paz seguía abrazada a mi sobando su cuerpo contra el mío y diciéndome pequeñas confidencias al oído.  Hay que ver lo mucho que puede cambiar una persona.  Jamás de la vida con 16 años hubiera pensado que la pía Paz iba a tener esa actitud con nadie y menos con gente por medio.

-       A ver Paz hija, deja de sobarle que a este paso voy a tener que empezar a hacerle lo mismo  a Sergio – dijo Sofía un poco con “rintintin”.

-       Por mi no hay problema – dijo Sergio de una forma muy graciosa, como queriendo quitar hierro al asunto.

-       Pues por lo que tengo entendido, no sería la primera vez – dijo Paz de una manera que pretendía ser simpática, pero que en realidad disparaba a la línea de flotación.

-       Si, creo que no nos habíamos visto desde hace dos años, ¿no?, pero si, ha habido momentos muy buenos en la época que nos tocó volar juntos – dijo Sofía dirigiendo su mirada a Sergio.

-       Mejor que buenos.

Empezaba a refrescar por lo que hice ponerse a la chicas unas camisetas mías.  De los Ramones y de Motorhead, lo menos glamurosa que encontré.  Me gusta ver mujeres con las tetas al aire y camisetas mías puestas.  Me gusta ver como se marcan sus pezones en ellas.  Y este era un buen ejemplo de ello.  Ninguna de las dos se cubrió el coño y solo Sergio me imitó y se vistió con camiseta y short como yo iba.

Evidentemente el ambiente estaba extremadamente caldeado y allí todo el mundo esperaba mi primer movimiento.  Era más que obvio que Sergio esperaba para ver por cual de las dos me decidía para él pincharse a la otra, algo que no parecía molestarle demasiado.  Por su parte Paz y Sofía competían una para ser tomada por el “señor de la casa” y la otra por no dejarse comer el terreno y dejar bien claro el por que de ser ella quien era mi compañera de viaje.  Todo era muy sutil pues a pesar de las tensiones previas, me daba la impresión que las cosas entre las chicas cada vez iba siendo más llevaderas, parecía que se lo tomaban con un poco  más de deportividad.

Eran las once de la noche y llevábamos encima más copas de las que convenían a nuestros cuerpos.

-       ¿A que hora salís mañana para España? – pregunté.

-       A medianoche.  ¿Por? – contestó Sergio.

-       No, estaba pensando que podíamos pasar aquí la noche.  Estamos un poco pedo como para navegar de vuelta a la marina y aquí los guardacostas lo de beber y navegar se lo toman muy en serio.

-       Por nosotros no te preocupes – me dijo Paz – creo que podemos perfectamente pasar la noche aquí y volver después de comer.  Con que estemos en el hotel a las 7 u 8 de la noche.

Me sentía a cada momento más relajado.  Me dirigí a la nevera y saqué un bonito que había comprado el día anterior.  La nuestra iba a ser una cena sencilla, pero regada de mucho vino.

Efectivamente, los tres se relamían con mis habilidades culinarias y después de un par de botellas de rioja y un par de rondas de copas unidas a los cocteles anteriores la cosa estaba mucho mejor.  Desde luego aún faltaba por saber con quien compartiría cama.  Sinceramente me apetecía mucho volver a follarme a Paz, pero en ningún caso quería herir los sentimientos de Sofía.

Bailamos, reímos, bebimos, nos contamos anécdotas y filosofamos sobre la vida.  Eran ya pasadas las tres de la mañana cuando Sofía se sentó a mi lado.

-       odio lo que te voy a decir, pero no puedo ser tan egoísta.

-       Dime – le dije mirándola previniendo algo que no me iba a gustar.

-       Se que te mueres por tener un rato a solas con Paz, evidentemente te la vas a follar, pero sé que te gustaría poder hablar con ella a solas por lo que tragándome mi orgullo me voy a ir a dormir con Sergio, si lo prefieres le mandaré a dormir al tercer camarote, aunque creo que voy a poder dormir mejor si antes mis gemidos evitan que oiga los de ella.

-       ¿segura?

-       No, pero es lo que vamos a hacer – y levantándose entró en la cabina, hizo algo y por último sacó la cabeza fuera y soltó un sencillo.

-       Sergio. ¿Me sigues? – y obviamente Sergio dejó su copa y la siguió.

Paz y yo nos quedamos solos en la cubierta.

-       Pues parece que nos toca dormir juntos – dijo ella sonriendo pero un poco mirando al suelo por primera vez superada por la situación

-       Eso parece.  Ve entrando, es el camarote de la izquierda, no entres en el de la derecha que seguro que te vas a asustar – le dije sonriendo.

-       ¿No prefieres que te ayude aquí?

-       Yo recojo esto un poco, aseguro un poco más el barco y entro en cinco minutos – Paz así lo hizo.

Tardé nada en dejar todo listo, me senté en la primera de las escalinatas que llevan al agua.  Encendí un cigarrillo e hice balance.

Recordé aquellas tardes frías en Palencia cuando había empezado a salir con Paz, recordé los revolcones en cualquier lugar oscuro, el poder tocar sus tetas, como ella paraba mis manos, el tocar su coño por primera vez y verla correrse desinhibida.  Recordé como el mundo se me calló encima cuando me dejó.  Recordé como me miraba con indiferencia.  Recordé cuando llegué a Barcelona y aquel primer polvo el primer fin de semana con otra estudiante.  Mi ascenso social, mi ascenso económico, como alguna vez la había visto a lo lejos en Palencia en Navidades y no me había atrevido a saludarla.  Recordé el día que me di cuenta que llevaba unas semanas sin pensar en ella.  Esa noche me la iba a volver a follar, esta vez no sería un polvo espontaneo como ocurrió el Lima sino que en esos momentos ella me esperaba desnuda en mi cama con ganas de volver a sentir mi polla dentro.

Tire lo que quedaba de copa por la borda, tire lo que quedaba de cigarrillo y entre en el salón del barco.  Abrí el cajón de los juguetes, cogí un par.  Busqué en el cajón de los enseres náuticos y cogí unos cabos.

Entré en la habitación.  Solo una luz de la mesita de noche iluminaba la estancia.  Paz me esperaba desnuda dada la vuelta y mirándome por encima de su hombro.  Me acerque a ella y puse mi mano en su culo.

-       Dame tus muñecas – ella lo hizo y yo empecé a atarlas.  A través de la pared de la habitación oía el característico ronroneo de Sofía cuando va a empezar a gemir.

-       Ummm, esto se pone bien – dijo Paz.

-       Calla – y acabé de atar sus manos a la espalda.  Cogí una bandana y le tapé los ojos con él.

-       ¿Qué me haces mi vida?

-       Calla – Puse mi mano en su entrepierna y abrí sus piernas un poco.

-       ¿me vas a follar?

-       Espera – metí mi mano en su entrepierna y desde atrás con mi dedo corazón empecé a masturbarla despacio muy despacio. 

No nos dijimos nada en 10 minutos, solo oía su respiración y los gemidos de Sofía al otro lado de la pared.

Paz empezó a agitarse y a gemir a su vez, yo paré la velocidad.

-       exactamente es así como te he recordado durante años.  He borrado el momento en que me dejaste pero durante años me ha acompañado ese recuerdo de tus suspiros a punto de correrte.  La verdad es que fue el momento más feliz del mundo, oírte como te ibas entre mis manos y pensar que era el inicio de un nuevo paso en nuestra relación.  Tardé años en superar que me dejases, años muy duros, años en los que me preguntaba que sería de ti, y ahora aquí te tengo, desnuda en mi cama después de una noche casi rogándolo por tu parte, totalmente a mi merced, con las manos atadas y a punto de ser follada por un vibrador de goma XXL – y cogiéndola de la coleta y levantando su cabeza, le dije al oído - ¿quieres que te lo meta?.

-       Siiiiiii  - grito la azafata excitadísima

-       Pues te va a costar.

-       Lo que quieras pero méteme algo de una puta vez.

-       Te va a costar que me cuentas que paso con tu vida desde que me dejaste hasta hoy.

-       Ya lo sabes,

-       No, no lo se.  Cuenta – y le metí el vibrador hasta el fondo, lo moví los veces y lo saqué de nuevo -  Cuenta – y Paz empezó a narrar mientras la iba masturbando lentamente con aquella polla de goma.

-       Aquella noche me encantó sentirme usada, lo del alcohol era solo una excusa.  Llevaba excitada desde que me tocaste las tetas por primera vez, mi coño deseaba tu mano pero mi cabeza y mis convicciones religiosas no.  Bebí aquella noche porque solo deseaba acabar en tu casa y dejarme hacer.  Me encantó, me sentí mujer, aunque me sentí también sucia, rastrera, vulnerable.  Sabía que deseaba sentir tu dedo una vez más en mi coño, pero sabía que  si te dejaba acceso a él seguramente yo me lanzaría sobre tu polla y me la incrustaría sin piedad.  Tuve que dejarte Jose, tuve que dejarte o en unos días hubiese roto con aquello con lo que tanto creí.  Aggg que gusto -  me dijo Paz mientras suspiraba de placer.

-       Sigue

-       Siiii, El día que te deje me masturbé por primera vez y me gustó.  Le confesé todo al cura menos mis juegos solitarios.  Decidí yo también recluirme en casa para no encontrarte, me moría por abrazarte.  De verdad era un infierno cruzarme contigo por los pasillos.  Muévelo en círculos por favor.

-       ¿Que más?.

-       Nada más llegar a Madrid me apunté a actividades de la parroquia.

-       Como en Palencia.

-       Si, pero aquí quería olvidar.  Me involucre activamente en esa parroquia y en realidad lo único que hacía era ir a ella y a clase, no tenía tiempo para mucho más.

-       ¿Y de sexo?

-       Me masturbaba a diario, me masturbaba como una loca, consumía porno y me imaginaba que era yo aquella que era follada una y otra vez por los actores que aparecían en la pantalla, pero no.  Si a sexo te refieres a follar, olvídate. No.

-       Vaya

-       ¿Vaya?, tu abriste la lata de las esencias.  Estaba salida pero mis convicciones me impedían salir a la calle en busca de macho

-       ¿Y?

-       Me metí en el gym al que acudían bastante gente de la parroquia, sabes que no había hecho deporte en mi vida.  En pocos meses lo amé.  Me encantaba ver como mi cuerpo se ponía duro y deseable a mis dedos.  Por fuera no se notaba porque seguía vistiendo recatada, pero por dentro me sentía la mujer más arrebatadora del mundo.

-       ¿Y?

-       Conocí a un chico.  Alguien de la parroquia y empezamos a salir.  Raúl me respetaba y no me tocaba.  Besos furtivos, poco más.  El como yo creíamos en que para construir algo firme hay que empezar por los cimientos y no hay ningún cimiento más firme que la virginidad.  Los dos los creíamos por lo que no había problemas.  Eso no quitaba que una vez llegada al colegio mayor y en mi habitación fuera de miradas indiscretas, me masturbase con fuerza y lujuria.

-       ¿Y?

-       Acabé la carrera y viendo que en filología no había demasiado trabajo y que tenía en realidad pocas salidas laborales, me apunte a las pruebas de Iberia. Las saqué con el gorro gracias a mi excelente estado de forma.

-       ¿Y?.

-       Raúl me pidió matrimonio.  Era poco antes de empezar a volar.  La boda fue preciosa he de reconocerlo… ahgg que gusto.    

-       ¿Cómo fue tu noche de bodas?

-       Estaba hecha un flan, casi me tuvieron que empujar a la habitación entre mis amigas.  Me daba miedo pero deseaba más que nada poder follar por fin.  Solo tenía 24 años, pero deseaba un hombre entre mis piernas.  Raúl no era ni mucho menos el prototipo de hombre que me gustaba ver en los videos, pero con él había decidido pasar el resto de mi vida y con él quería estrenarme.

-       A esa edad la gente ya ha follado, y mucho

-       Yo no, y lo deseaba.  Raúl fue el primer hombre que vi desnudo en vivo.  Me tuve que desnudar delante de él y la verdad es que me dio mucha vergüenza.  Pensé que le dejaría impresionado con mi cuerpo, pero no.  Me penetró torpemente y me hizo el amor de una manera mecánica, no me gustó nada.  Gemí por compromiso y no por gusto aquella noche.

-       Pero la cosa mejoraría.

-       Que va. Solo mejoró al año de casados en el que un día me dio por el culo... La verdad es que solo a nivel sexual solo me daba por el culo, por el coño solo cuando yo me la enchufaba.  Eso si, le encantaba que se la chupase.  Yo tenía mis dudas.

-       ¿que dudas?

-       Morales

-       ¿Y?

-       Hable con mi confesor, me confirmo que las felaciones y la sodomía era actos contra natura pero aceptables si era en vías a excitar a mi pareja y poder concebir.  Me volví una experta en mamadas, al final me di cuenta que con su polla en la boca era el único momento de nuestra convivencia en la que yo llevaba la voz cantante y lo tenía a mi disposición.

-       Y concebiste.

-       Si tres veces, lo mejor que me ha pasado.

-       ¿Y?

-       Aguantaba a base de sexo anal, no solo llegue a apreciarlo sino que he de reconocer que Raúl era bueno en ello.  Solo le ponía ver mi culo abierto a su disposición.  Los orgasmos eran maravillosos, además me compre un vibrador con el que jugaba los días en los que no tenía que trabajar y él no estaba en casa.  Muchas veces pensé en sacarlo para ser doblemente penetrada, como había visto en los videos, pero no.  Raúl jamás lo hubiese aceptado.

-       Y en Iberia.

-       Estaba horrorizada.  Todos follában con todos.  Era un horror.  No había vuelo en el que un piloto o azafato no se follase a una de nosotras.  Ojo no es que les obligasen, era que la gente iba a buscar en el trabajo lo que no tenían en casa.  Estaba escandalizada, me costaba mirar a la cara a la chica que la noche anterior había destrozado mis tímpanos a gritos de placer.  Me chocaba verla por los pasillos del avión tan modosita sabiendo que horas antes había sido montada como una perra.  Creí que no aguantaría en ese trabajo con ese ambiente.

-       ¿Y no tenías proposiciones?

-       Todas las del mundo y más, cada vuelo me entraba uno o incluso una, pero pronto empecé a coger fama de Opusina, además como no me calló, la cosa empeoró y digo lo que opino...  No es que sufriese bulling, pero en poco tiempo las bromas de las tripulaciones eran gracias a mi.

-       ¿Y tu que hacías?

-       Dame fuerte que estoy a punto.  No pares cabrón.

-       ¿Qué hacías?

-       Yo me masturbaba como una loca oyendo al otro lado de la pared a la gente follar y gozar, justo como ahora oímos a tu amiguita en el otro camarote.

-       ¿Y?

-       Disfrutaba como una loca, el placer que mi marido no me daba, me lo daba yo, aprendí a masturbarme con cosas cotidianas, cosas que encuentras en la habitación de un hotel, el mango de un cepillo grande o el motor de un cepillo de dientes.  A veces me sorprendía yo misma con un nuevo descubrimiento.

-       ¿Y?

-       Entonces todo se vino abajo.  Cancelaron nuestro vuelo una y otra vez, por motivos técnicos.  Para cuando la aeronave estuvo lista a nosotros nos había pasado las horas máximas que podíamos volar.  Estaba sin batería en el teléfono por lo que ni llame a casa, simplemente aparecí.  Me quede de piedra cuando vi a Raúl a cuatro patas con su amigo Rodolfo desnudo detrás envistiéndole duramente, Raúl gemía de placer y su amigo bufaba como un loco.  Me dio asco.  Empecé a gritar, a preguntar por mis hijos a llamarle de todo.  Ellos aun desnudos lo negaban, me llamaban loca, enferma.  Le amenacé con contárselo a todo el mundo sino se iba de mi casa.  Evidentemente se fue.  Me sentía ultrajada, violentada, engañada.

-       ¿Y?

-       ¿Y?, pues espere con ansias mi siguiente vuelo cuatro días después, me comía la casa y necesitaba dejar a los niños en casa de una amiga y salir a volar. 

En cuanto acabamos de cenar en Berlín, nos tomamos una copa toda la tripulación y nos dirigimos a nuestra habitaciones.  Estaba nerviosa pero me desnudé, me puse un albornoz y cogiendo mi llave salí al pasillo.  Llamé a la puerta de comandante tenebrosa de que alguna se me hubiese adelantado.  El comandante me abrió con una toalla en la cintura y se quedó perplejo cuando me vio en la puerta.  Dejé caer mi albornoz y le mostré mi cuerpazo.  Se quedó con la boca abierta, me conocía desde hacía años y conocía mis antecedentes  Di un paso, me arrodillé, aparté la toalla y me metí aquella polla dura y rodeada de pelos canosos en la boca.  Era la segunda polla que me metía en la boca pero gracias a chuparle la polla a un maricón con éxito, era una experta.  Para cuando la sobrecargo vino a su habitación buscando su ración de sexo nadie le abrió.  El comandante simplemente ni oyó la puerta, yo si, pero en esos momentos era montada como una yegua y sintiendo mis primeros orgasmos como una mujer liberada.  Era curioso ver a mi segundo hombre desnudo, sentir los segundos huevos rebotando en mi culo, mi segunda polla…

-       ¿Gozaste?

-       Como una perra.  Aquella noche gocé lo que no había gozado en años de casada.

-       ¿qué hiciste?

-       ¿esa noche?, todo.  Y cuando digo todo es todo.  Me montó a cuatro patas, le monté yo encima, se la mamé y hasta me permití le gusto de meterme el rabo en el culo para que acabase en él.  Desde luego fue su día de suerte.

-       ¿Y después?

-       Después le di un pico y me fui a mi habitación.  Algo le debió contar a su segundo que cuando llegamos a Lisboa la noche siguiente durante la cena no dejaba de mirarme.  Esa noche fui doblemente penetrada por primera vez en mi vida.  Sencillamente cuando acabamos de cenar se lo dije directamente, le hice subir a mi habitación y con él traerse al bocazas de su jefe.

-       ¿Te diste cuenta que te gustaba follar?

-       Me di cuenta que era idiota.  Cada vez que estaba a cuatro patas siendo penetrada con una manos extrañas cogiéndome mis caderas o cada vez que tenía la cabeza de una de mis compañeras entre mis piernas, o cada vez que me chupaban los pezones me daba cuenta que estaba a punto de cumplir los treinta y que había desaprovechado un tiempo precioso.  Y si, si, me encantaba follar, ya me encantaba cuando el Raúl me daba por el culo, ya me encantaba cuando me masturbaba en el colegio mayor y aunque te duela oírlo ya cuando abierta de piernas aquel fin de año me corría con tu mano en mi clítoris.

No me resistí y sacándole el vibrador del coño le hice darle la vuelta sin desatarla.  Recosté su espalda contra el cabecero y volví poner la palma de mi mano en su coño,  Paz permanecía abierta de piernas, totalmente sudaba y con sus pecho empitonados.  Estaba preciosa, Paz me miraba con deseo.

-       Folláme ya – me dijo.

-       No, aun no – en su habitación Sofía aun gemía duro.

-       ¿Qué tengo que hacer para que me penetres?

-       Seguir hablando. 

-       Poco más hay que contar, durante estos años he recuperado el tiempo perdido.  Cada vez que he estado un poco salida he buscado a uno que me montase.  Durante estos años he hecho de todo, he probado todo lo que me han ofrecido. 

Cuando uno de mis compañeros me estaba montando y me proponía que nos follásemos juntos a una de nuestras compañeras, al día siguiente la tenía entre mis piernas.  Si un día uno me propone invitar a su compañero de trabajo, sé que al día siguiente voy a tener una polla en el coño y otra en otro agujero.  Amo saber que todos me desean, no solo que sepan que conmigo pueden descargar, eso lo pueden hacer con cualquiera de las zorritas que van en los aviones con mi mismo uniforme, sino que conmigo van a tener la noche de sus vidas.  Que quiero sexo y doy sexo, sexo del bueno, sexo duro, sexo sin ataduras, sexo sin miramientos.

-       Ósea que si ahora llamo a Sergio o Sofía o a los dos para que se unan, no te parecería mal.

-       Desde luego que no me parecería mal, y disfrutaría como una loca, pero esta noche preferiría que no.  Si quieres que hagamos algo así tendrás que esperar a Tokio.

-       No nos da tiempo a llegar.

-       Cambio el vuelo con alguna compañera.  Nos damos dos meses, os dará tiempo de sobra.  Ya lo he mirado.

-       Que puta eres.

-       No, lo que pasa es que cuando me despediste en Lima, me di cuenta que te quería volver a ver y una vez te he visto quiero que me veas en plena acción.  Tu y yo vamos a follar bastante en el futuro.

Le dí la vuelta de nuevo, le puse el culo en pompa y sin atender sus suplicas de que primero me la follase por el coño, le penetré el culo de una estocada hasta el fondo.  Paz dio un gemido algo y profundo y movió su cadera hacía mi y empezó ella a mover su culo para delante y para detrás.  Sus dedos en sus manos atadas se retorcían e intentaban arañar mi pecho.

Empecé a mover mi cadera acompasando sus movimientos.  Me excitaba muchísimo ver como mi polla entraba en ese esfínter que en tantas pajas imaginé penetrar.  Paz se corrió a gritos de placer y cayó rendida antes de darme tiempo de eyacular en sus intestinos.

Paz ronroneó durante un rato hasta que se dio la vuelta a un con sus manos atadas.

-       Me ha encantado, pero te he dejado a medias, desátame porfa.

Le desaté y Paz me besó tiernamente por primera vez desde que éramos crios.

-       No sabes cuantas veces pensé en ti mientras me masturbaba antes de casarme y la veces que soñé en que eras tu quien me penetraba mientras Raúl lo hacía.

Le abrí las piernas y poco a poco le fui metiendo mi polla en su vagina.  Paz me abrazó y empecé a moverme lentamente en su interior.  Ambos empezamos a respirar con mayor intensidad y en pocos segundos empezamos a suspirar.  Me ponía a cien viendo como aquellas tetas que tanto deseé se movían al compas de mis movimientos, Paz me arañaba la espalda y disfrutaba de mis envestidas levantando ligeramente su cadera para facilitar la penetración.  Paz se volvió a correr cuando mi cuerpo empezó a tensarse marcando la antesala de mi orgasmo.  La chica se salió de mi polla y agachando su cuerpo se la metió en la boca y empezó a chupármela y meneármela duramente.  No paró hasta que me corrí abundantemente en su boca.  La azafata no dejó de chupa hasta que la última gota de lefa salió de mi polla.  Desde cadera Paz sonreía mirando hacía arriba.

-       no sabes lo que me ha gustado.  Ya ves que soy de fácil orgasmo y que no eres el primero que pasa por mis piernas, pero espero que te hayas dado cuenta que para mi esto ha sido especial.

Dormimos abrazados hasta que empezamos a oír ya entrada la mañana pasos sobre nuestro camarote. 

Me puse una toalla en la cintura y salí a fuera.  Sofía con una camiseta que le cubría hasta media cadera tomaba un café al lado del timón.

-       gracias – le dije sinceramente

-       ¿por qué¿

-       Por haberme dejado pasar la noche con Paz, hay heridas que hay que cerrar.

-       Lo sé.  Me ha costado muchísimo, no es que no me lo pasase bien en la cama con Sergio, pero me ha costa un montón dejarte ir a la cama con esa loba.

-       A mi también me ha costado oírte gemir al otro lado de la pared.

-       Cuando Paz gritaba de placer me he tenido que contener en no entrar y sacarla de los pelos – yo sonreí.

Preparé un brunch potente.  Cuando acabamos después de desperezarnos sobre las toallas, pusimos rumbo hacia Los Ángeles con un poco de melancolía en el ambiente.  Sobre las cuatro de la tarde nos despedimos de los dos integrantes de la tripulación de Iberia en el pantalán del que habíamos salido el día anterior.

La despedida fue un poco cortante, en el fondo me quedé con la sensación de querer volver a Paz, por otro lado me alegraba quedarme a solas con Sofía.  Es algo que me pasa continuamente cuando me estoy follando a dos tías, quiero a una pero no quiero dejar a la otra.

Preparamos el barco durante un par de horas.  Rellenamos el deposito de fuel, repusimos comida y agua.  Después de pagar la marina salimos de la misma rumbo hacía Hawaii.  Ni discutimos la posibilidad de visitar San Francisco o Portland en Oregon, simplemente nos apetecía volver al mar y empezar a visitar islas.

Sofía me esperaba en mi cama desnuda y a cuatro patas.  Era la una de la mañana y después de 7 horas de navegación ya podíamos dejar el barco con el piloto automático y relajarnos un poco.

No dijimos nada, simplemente dejé caer mis shorts y apuntando mi polla a ese coño horas antes invadido por un desconocido, la penetré hasta los huevos.

-       agggghh no sabes lo que lo necesita.

-       No sabes lo que yo lo necesita – dije sinceramente pero con mi incongruencia habitual.

Follamos durante horas al compas de las olas que tan relajantemente mueven un barco al ir por alta mar.

CONTINUARAN

  

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