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Sometida en tierras escocesas

en Hetero: Infidelidad

De esto ya hace años, desde entonces he mejorado mucho mi ingles.  Bueno, mi ingles, mi francés y mi griego, ¿por qué no decirlo?

La verdad es que siempre fui muy pasional y abierta a todo en la cama, desgraciadamente múltiples cosas que por mi cabeza pasaban no se hacían realidad por la falta de capacidad de los amantes que iban pasando por mi cama.

Con José la cosa fue distinta.  Desde la primera noche se notó que este no era como los anteriores.  No solo fue un flechazo en el plano sentimental sino que además en la cama por fin encontraba a un hombre que me daba lo que yo necesitaba.

La primera vez que me la metió fue a cuatro patas, lo nunca visto para mi.  Años habían pasado hasta que el primer valiente me había tomado así y José en su primera oportunidad me la metió de esta guisa.  No es que primero me follase a lo misiones y luego me hiciese cambiar de postura, no, sencillamente me hizo ponerme en cuatro y apartando mi tanga me la clavó hasta el fondo.  En la segunda noche me comió el coño y en la tercera se corrió en mi cara después de una hora cabalgando. Me corrí solo de verle meneársela enfrente de mi cara, y casi muero cuando la caliente leche llenó mi cara.  Iba por las mañanas al trabajo relamiéndome de la suerte que tenía.

Con José no había mal sexo.  Cada noche era algo especial, sinceramente me sentía la mujer mas afortunada y mejor follada del mundo.  Fueron cuatro años muy buenos.

Como todo, o casi todo, se acaba pasado el tiempo, la monotonía a pesar de todo empezó a entrar en nuestra cama, a pesar que procurábamos calentarnos al principio con juguetes y con los que descubrí que me encantaba ser doblemente penetrada.  Más tarde entramos en el juego de imaginar a una tercera persona en la cama y por ultimo el que José y esa persona no solo me follase sino que me usaban como a una esclava,

Nunca lo había probado antes pero a José le encantaba atarme y a mi ser atada.  Desde luego era atadura básicas.  A las patas de la cama, al cabecero, incluso a la barra de la ducha.  Me imagino que para mucha gente algo normal pero a mi me ponía a cien como algo nuevo y excitante.  No puedo ni describir las sensaciones cuando me tapaba los ojos y jugaba con mi cuerpo teniéndome atada y desnuda.

Fue un día después de una sesión de sexo en la que yo estaba súper excitada.  José no me había sacado el vibrador del coño y su polla morcillona aun estaba dentro de mi ano.  Me había puesto un plug bucal y atado sus muñecas con una cuerda.  Habíamos fantaseado en que me llevaba a un castillo en Escocia donde su amigo Donald y el me reventarían a depravaciones.  Había sido muy excitante.

-       me ha encantado la historia de Donald mi amor, que imaginación tienes.

-       Ja j aja, no es imaginación.  Donald existe.

-       ¿Existe?

-       Si, ¿no te he hablado de el?

-       Obviamente no.

-       Bueno, Donald es una amigo escoces.

-       ¿y como te da en meterlo en nuestros juegos?

-       ¿Donald?, menudo pájaro.  Estaría encantado.

-       ¿Tan feo es?

-       No, que va, todo lo contrario.  Es un hombre atractivo, lo que pasa es que le mola el tema del sadomaso.  Ya le gustaba en la universidad, pero ahora según me contó utiliza las mazmorras del castillo donde vive y le da mucho juego.

-       ¿Castillo?

-       Si, actualmente es el 23 conde de Sand.

-       ¿Y con castillo y todo?

-       Si, muy bonito por cierto.  Espera que te enseño una foto.

Sin sacarla alargó la mano cogió su móvil y busco una foto donde salía un pedazo de hombre con el pecho al aire y un castillo al fondo.

 

Desde ese día no fueron pocas las veces en las que me masturbé pensando en Donald, ni la veces que no hacia falta que José empezase con el juego, era yo quien metía a Donald en nuestra cama y en medio del coito empezaba a decirle a mi novio frases del estilo - ¿y no te gustaría que Donald me penetrase el culito? - ¿te gustaría que Donald me follase mientras tu me la chupas? – incluso cuando me estaba poniendo unas esposas o atando con unas cuerdas me atrevía con un - ¿te gustaría ver como Donald me ata mientras tu miras?.

Un día después  de señor polvo y supurando esperma por mi ojete José me susurró al oído.

-       eres una golfa de cojones.  Un día va a aparecer Donald de verdad y se te iba a quitar la tontería.

-       ¿qué tontería?

-       La que tendrías si le vieses la polla y encima le vieses la polla apuntándote.

-       Tu a mi aun no me conoces.  Contigo y con Donald no tengo ni para empezar.

-       ¿Si?, ¿y que te gustaría que te hiciésemos? – me dijo mientras empezaba a volver a tocarme el coño y su polla volvía al activismo.

-       Aggg me encantaría que me ataseis y me follaseis entre los dos sin miramientos.

Fantaseamos todo el polvo sobre el tema.  José me provocaba y yo entraba al trapo.  Me corrí entre gritos de placer y rogando un trio con el tal Donald.

Siempre he pensado que estas cosas se quedan en la cama, pero por el día de mi santo, un mes después, José me dio como regalo al acabar una cena romántica un sobre.

Al abrirlo vi que era un billete de avión con un post it pegado.

“al fin vas a tener lo que querías, te van a follar entre dos en una mazmorra medieval… nota hasta el ultimo momento te puedes echar atrás”

Un relámpago de placer recorrió mi espalda y mi coño se aguó al momento.

Cosí a José a preguntas, el me confesó que como tenias tantas ganas y Donald era como era se lo había propuesto y nos había invitado a pasar un fin de semana en su castillo en los Highlands.

Esa noche follamos como descosidos.  Me corrí varias veces pensando en el placer que iba a recibir en unas semanas con dos pollas en mi interior.

Reconozco que según se acercaba el momento me empazaron a entrar dudas.  Es más fácil decirlo que hacerlo.

Estuve nerviosa hasta que me bajé del taxi en Barajas.  José estaba de viaje de trabajo en Grecia y aterrizaría en Edimburgo directamente desde Atenas.  Nuestros vuelos llegarían con una diferencia de 15 minutos.

El vuelo fue un coñazo gracias a unos estudiantes que viajaban a escocia a aprender ingles y que se ve que empezaban con la fiesta en el mismo avión. 

Mire la pantalla de llegadas según salí de la aeronave.  La puerta de Atenas estaba a pocos metros de la mía por lo que me senté delante de la misma y espere 15 minutos momento en el que empezaron a salir los pasajeros.  Esperé hasta que el ultimo salió y José no estaba.  Pregunté a una azafata de tierra sobre otros vuelos de Grecia y me dijeron que hasta el día siguiente no habría ninguno más.  Encendí el móvil extrañada y empezaron a entrar sms’s.  En el primero me indicaba que iba muy justo al avión por culpa de un cliente, en el segundo que lo había perdido y en los posteriores me indicaba que Donald estaba avisado y que llegaría a la mañana del día siguiente.

¿Qué le íbamos a hacer?.  Cogí mi bolsa y me encaminé a la salida. 

Donald era inconfundible.  Alto, con cara de ingles, vestido como te imaginas a los lores cuando van a cazar zorros y con una sonrisa de oreja a oreja.

El escoces se reía de la situación y me dio dos besos como mi se conociese de toda la vida.  LA verdad es que el tío era muy alto y al lado mi ama sacaba dos cabezas.

Me condujo en un land rover típico de la campiña inglesa hasta una precioso castillo recubierto de musgo y verde.

Al contrario de lo que me esperaba, el interior era moderno y calído.

Me llevó a mi habitación y me dejo que abriese mi maleta.

-       pues una pena lo de José, tenia pensado llevaros a ver una fabrica de whiskey artesano.

-       ¿Mañana no se puede ir?

-       No, los sábados cierra?

-       Y, ¿qué vayamos nosotros?

-       Si quieres perfecto.

Salimos fuera y volvimos a coger el 4x4.  LA verdad es que aquello era precioso.

La fabrica con mas de 300 años me dejo maravillada, tanto que hasta el whiskey me gustó.  Salí un poco perjudicada pero me lo estaba pasando tan bien que me dio igual.

Visitamos bastantes lugares y la verdad es que bebimos un montón.  Donald me habló de su vida y su amistad con José, me contó un montón de cosas que yo no sabía.

Cuando llegamos al castillo yo iba empapada y borracha.

Subí a mi cuarto y me di una ducha y me puse un vestido de gasa.

En la cena corrieron dos botella de champan y para mi desgracia un whiskey con hielo acabó en mi mano según me senté enfrente de la chimenea.

El calorcito de la chimenea erizaba el bello de mi piel solo cubierta por aquel vestido de gasa, estaba claro que si no llega a ser por el alcohol nunca hubiera sacado el tema.

-       ósea, tenéis aquí unas mazmorras.

-       Ja j aja. ¿Las quieres ver?

-       Me imagino que si no llega a ser por el cliente de José ahora las estaría viendo.

-       Ya, pero no te preocupes que mañana las veras.

-       Si te soy sincera, me muero de curiosidad.

-       Pues si esperas un poco bajo y enciendo las antorchas.

-       ¿no hay luz eléctrica?

-       La verdad es que la hubo pero se jodió la instalación hace unos años y me pareció más chulo mantenerla a base de antorchas y de velas.

Donald se ausentó 10 minutos, cuando volvió cogió la botella, un vaso con hielo y me hizo una seña para que la siguiese.

 

Cruzamos el castillo y salimos al exterior.  Hacia frio y continuaba lloviendo.  Para cuando entré en la puerta abierta el vestido se pagaba a mi cuerpo transparentándose todo.  Donald podía ver claramente no solo mi sujetador y mis bragas sino mi coño y pezones a través de ellos.

Entramos en un pasillo iluminado por antorchas, el pasillo conducía a unas escaleras que rápidamente se volvían a tornar en otro pasillo igualmente iluminando por  antorchas.

Llegamos a una gran sala totalmente iluminada por velas y alguna que otra antorcha en las esquinas.  Mis pezones casi revientan mi sujetador.

Empecé a andar por los distintos mecanismos y útiles de tortura.

Toque las cadenas, observe el potro, palpé la cruz de san Jorge, me imagine en la jaula y finalmente me cogí de las argollas que caían del techo.

-       ¿Te gustan?

-       Mucho – dije con un hilo de voz.

-       ¿Quieres probar que se siente?

-       No se si debo.

-       ¿Por qué?

-       No se.

-       Tu veras.

-       ¿Cómo se pone? – el ingles dejó la botella y me ayudó a colocar cada una de las cadenas en mis muñecas.  Se agachó y ató mis tobillos – no es para tato – dije al verme presa.

El ingles, se acercó a dos palancas y tirando de ellas mis brazos se tensaron y mis piernas quedaron abiertas hasta casi perder el equilibrio.

-       ¿qué se siente ahora?

-       Sumisión.

El sajón se alejó y de repente la cabeza de un látigo cayó por mi pecho.  Donald pasó la parte dura por debajo de mi cuello y me hizo subir la cabeza.  Las puntas del látigo se balanceaban y tocaba a la altura de mi barriga, yo aceleraba mi respiración.

-       déjamelo probar.

-       ¿el látigo?

-       Siiiiii

-       Si pruebas el látigo, luego vas a querer probar el resto.

-       ¿Y que problema hay?

-       Tu novio debería estar presente

-       A eso he venido, el lo comprenderá.

-       Deberías pedirle permiso.

-       Se lo pediré llámale.

Donald me dejó sola atada a esas cadenas.  Aquel silencio total era muy excitante, oía gotas caer y no eran de mi coño, pero si no hubiera tenido las bragas puestas sin duda las mías también se hubieran oído.  Mis pezones estaban duros, mi respiración agitada y mi mente volaba sobre lo que allí podía salir.

Mi anfitrión volvió 5 minutos después con mi móvil en su mano.

-       la clave

-       223780

-       Un segundo, bien – habla.

Se puso delante mía y me apuntó con mi iPhone. Veía en un recuadro de mi pantalla mi imagen despeinada y encadenada.  José tardó en contestar.

-       ¿Mireia? ¿Estas bien?

-       Estoy fenomenal mi amor.  Se le había ocurrido a Donald – mire su cara de desaprobación y rehíce la frase – se me había ocurrido probar la tortura esta noche.  Ya se que no estas, pero a eso hemos venido y con la mala noche que hacer no hay muchas mejores cosas que hacer.

-       Pues hombre…

-       Porrrrr fissss

-       Esta bien, pasarlo bien.

Donald colocó mi teléfono aun encendido en un saliente de la pared y me rodeo poniéndose a mi espalda.  De un tirón rasgó mi vestido y antes de que pudiese protestar con una navaja rasgó los tirantes y broche de mi sujetador y las tiras de mi tanga.  A pesar de ser un modelito carísimo no me importó lo más mínimo.

Oí a mi espalda unos pasos y poco después un latigazo cruzo mi espalda desnuda.  Una sacudida de dolor y placer cubrió mi cuerpo.

Oí como Donald dejaba el látigo, vi como cogía mi teléfono, le guiñaba un ojo a su amigo y lo apagaba.  Lo dejó donde estaba.

Volvió sobre mi espalda y un nuevo latigazo cruzo mi espalda.  En la vida había notado tanto dolor, sin embargo me corrí.  Me corrí como una cría, me fallaron las piernas pero me sujetaron los brazos.  De nuevo otro latigazo.

Donald dejó que me recompusiera y volviese a ponerme en pie.  Esperé sin atreverme a mirar atrás.  NO se el tiempo que pasó.  Segundos pero me parecieron horas.  Noté detrás mía el aliento de Donald en mi cuello, me cogí una teta por detrás y me puso en mi súper desarrollado pezón una pinza de folios que creí morir con él, después me puso una segunda en el otro pezón.

Donald se agachó y sin ningún tipo de cuidado, agarró los labios de mi coño y de cada uno de ellos colocó una pinza similar a los que tenia en los pezones.  De cada una de las cuatro pinzas colgó un peso que estiraron mi piel allí donde hacía presión.

Mi temporal amo se puso a mi espalda y volvió a azotar mi espalda.  En esa ocasión el dolor fue distinto, mas esparcido, como realizado con algo que abarcase más mi espalda.  Me dio cinco o seis golpes hasta que cogió una especie de raqueta de playa y empezó a azotar mi culete esta vez por más de 10 minutos.

Donald me iba soltando barbaridades tanto en ingles como español.

Me puso una correa de perro en el cuello y amarró una cuerda a una argolla del techo.  Soltó mis manos pero no me pude mover pues la cuerda estaba especialmente tensa.  Me mantuvo así durante más de 5 minutos mientras él se ponía otra copa.  Cunado la acabó soltó la cuerda y tiro de mi hacía una especie de cama articulada con argollas.

Me ató a ella, y dándole a una palanca abrió mis piernas en un grado que no sabía yo que podía llegar.  Me tiraban los tobillos y la cadera.  Mi coño quedó completamente a su disposición.  Con mucho cuidado el escoces metió una especie de vibrador grande y agradable.  La verdad es que con tanto dolor no había echado de menos placer en mi coño, pero al entrar aquello frio poco a poco en él me estaba gustando.  Donald puso una especie de cuña que mantenía el vibrador dentro de mi.  Metió en la parte que salía de aparente vibrador una Jack tipo el de los auriculares, el cable conectaba con dos pinzas que aplicó a cada una de las pinzas metálicas de mis pezones.  No tenia ni idea para que era aquello.

Una descarga eléctrica desde mi coño hasta mis pechos me descubrió que me acaba de aplicar una maquina de dar descargas eléctricas.  El aparato distribuía las descargas.  A veces dos seguidas, después un corta, otra larga, un rato sin nada, cuatro gordas seguidas, una corta.  En fin, 15 minutos que no se los deseo a nadie, bueno se los deseo a todo el mundo.

Donald me desató y me hizo ponerme a cuatro patas.   Levanté la vista y por primera vez lo vi en pelotas.  El tío era un David de Miguel Ángel, un cuerpo perfecto coronado con una polla increíble.  Cuando esta entró en mi chichi creí morir de gusto.  Jamás nadie me había metida un zeppelín de semejantes dimensiones y desde luego nadie me dio tanto placer desde el momento en que entró en mi.

Donald se folló sin descanso sin descanso mi súper sensible coño durante más de una hora.  Me reventó.  Perdí la cuenta de los orgasmos, perdí la noción del tiempo, solo disfrutaba con aquel pedazo de carne destrozándome por dentro.

Fue un visto y no visto, Donald abandonó mi coño y rápidamente me la metió en mi pobre boca hasta que se corrió llenándome la misma de infinita leche.

Como si nada hubiera pasado, volvió hacia su botella de whiskey se puso una copa nueva y se sentó a observarme.  Desnuda como estaba, con la ropa destrozada y el cuerpo destrozado, no sabia bien que hacer.  He sido muy poco de sexo esporádico y por tanto de acabar de round desnuda y sin mucho que decir a la otra persona, desde luego no estaba preparada a sadomaso esporádico.

-       espero que te haya gustado, siento no haberte dado caña de verdad pero te vi como preparada.

-       ¿poco preparada?

-       Si, se nota que nunca había pasado por un sitio así.

-       Cierto.

-       Bueno, mañana con la ayuda de José, la cosa ira mejor.  Volvamos al salón si te parece.

Ni me molesté en coger mi ropa, simplemente desnuda como estaba le seguí hasta el patio de armas y de allí después de un recorrido corto pero intenso por el frio y la lluvia llegue empapada hasta le interior de castillo.

Donald me puso una copa y empezamos a hablar.  Eran las cinco de la mañana y en breve deberíamos irnos a la cama.  Encendí el ipad que se encontraba a mi lado mientras Donald empezaba a apagar las múltiples luces.

“Erupción del volcán Eyjafjallajökull” leí como noticia destacada del ElMundo.es.  No leí la noticia porque llegó Donald para acamparme a mi cama.

Era la primera vez en mi vida que tenia sexo con alguien y no dormía con el.

Dormí realmente bien a pesar del picor de coño agudo, creo que en mi vida lo había usado tanto.

Estaba aun profundamente dormida cuando noté una especie de cosquillas en mi tobillo, fui a moverme un poco en la cama cuando noté que mi muñeca derecha tenia atado algo, tire de la izquierda y lo mismo y cuando iba a moverlo pies en aquella oscuridad, un cuatro tirones de cada una de mis extremidades hicieron que mis brazos se abriesen, mis piernas se abriesen y quedasen así.  Se encendió la luz y vi a Donald que acaba de atar las cuatro cuerdas al cabecero de la cama.  Yo esta muerta.

-       ¿no es mejor que esperemos a José? – le dije pidiendo un poco de campo.

-       José no va a venir – me dijo mientras ponía delante de mis ojos el ipad de ayer con la noticia – “suspendidos todos los vuelos en Europa por la Erupción del Eyjafjallajökull, tal y como ocurrió en el 2010 se espera que durante más de una semana no puedan haber vuelos en el continente.”

Donald dejó el ipad en la mesita de noche y con la misma navaja usada el día anterior empezó a rajar mi pijama de raso desde la pernera derecha a la manga izquierda dejándome de nuevo atada y en pelotas.

CONTINUARA…

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