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Una farsa de matrimonio

en Amor filial

¿Cual es la mejor forma de follar todo lo que quieres sin que tu marido pueda decir ni pio?  Pillarle follándose a una de tus mejores amigas habiendo adelantado la vuelta de un viaje de negocios. Así de simple.

José y yo nos casamos después de seis meses de noviazgo.  La verdad es que la cosa estaba empezando y poca relación habíamos tenido, cuando me refiero a relación me refiero tanto a relación social como sexual.

El padre de Luis, un conocido industrial gallego falleció de repente, un ataque al corazón dijeron.  Acompañé a mi recién estrenado novio al velatorio y al día siguiente al entierro.  Luis, mi novio, estaba hundido, yo le entendía.  Aquella noche después de verle tan jodido le propuse ir a mi casa a cenar y una cosa por la otra acabamos en la cama follándo como si no hubiese un mañana.  Cosas de la tensión me imagino.  No voy a decir que aquella era nuestra primera vez, pero desde luego si fue la más satisfactoria.  Luis me folló con toda la rabia que se puede tener.  Cuando se quedó dormido le miré y me imaginé las noches de buen sexo que me esperaban a su lado.  Aquella había sido la primera noche de amor frenético de mi vida y si soy sincera la primera vez que me corrí con una polla dentro de mi ser.

Quedé con Luis la tarde en la que se leía el testamento de su padre, Luis llegó pálido.  Como hijo único le legaba todo, pero con una pequeña condición.  Antes de tocar un duro tenía que estar casado y si no lo estaba en seis meses, las empresas pasarían a manos de sus empleados, los cuales obviamente no veían con mala cara aquello.  Una segunda clausula decía que el matrimonio debía de durar al menos 25 años para que la herencia no tuviese que ser revertida.  La tercera era sobre los hijos, debía de darle un heredero en menos de 10 años.

Yo que como quien dice acaba de conocer a Luis y de repente el tío me estaba proponiendo matrimonio. Le pedí unos días para pensarlo.

La verdad es que la cosa era complicada de decidir.  Luis me gustaba, y me gustaba mucho, pero no lo conocía demasiado.  Por otro lado, como toda chica joven yo quería casarme, pero reconocía que era demasiado pronto.  La ultima variable era que Luis era inmensamente rico y yo de clase media apurada y sinceramente no veía con malos ojos empezar a tener una posición desahogada.

Nos casamos un noviembre a dos meses para que venciese el plazo dado por la herencia.

La boda fue fabulosa, Luis, no escatimo en gastos, todo a crédito, pero ¿quién le iba a negar crédito al hijo de José Hernández?.  Aquella primera noche de amor con mi ya marido fue maravillosa.  El hecho de llegar un poco borracha y de saber que mi cuerpo pertenecía a mi marido me desinhibió.  Luis viendo como iba dio rienda suelta a su imaginación.  Según entre por la puerta me tumbó en la cama, se sentó sobre mi pecho y sacando su polla de su elegante pantalón la metió en mi boca.  Yo sonreí y aunque no tenía demasiada experiencia en mamar pollas creo que no lo hice mal.  Después de esto, mi marido se bajó al pilón y subiendo mis faldas arrancó mis tanga rojo y empezó a comerme el coño, algo que nunca antes nadie había hecho.   Mi vestido evitaba que le viese pero mi coño me recordaba a cada movimiento de lengua que estaba ahí.  Me corrí como nunca, me di cuenta que me encantaba se lamida.  Subió con su polla hasta mi coño y de un estacazo me la metió hasta el fondo.  Sacó mis tetas por encima del escote palabra de honor y me comió los pechos hasta la extenuación.  Me corrí un par de veces antes de que me diese la vuelta y poniéndome a cuatro patas me la volvió a endiñar.  Mientras me follaba fue soltando uno a uno los botones de mi vestido y sin dejar de follarme me dejó en pelotas, bueno en pelotas no, las medias y el liguero los mantuvo.  Me hizo ponerme de cuclillas sobre su polla y allí viendo como mis tetas botaban al compas de mis envestidas nos corrimos juntos.

Fueron dos años maravillosos, todo eran viajes, lujos y sexo, pero como en toda historia, todo tiene un final, y ese final empezó cuando Luis fue casi obligado a empezar a trabajar en el día a día de sus empresas.

Al principio la cosa se diferenciaba en que pasaba más horas sola, pero con el paso del tiempo, empezamos a distanciarnos según me decía Luis debido al stress.

Pasamos de sexo a diario a tres o cuatro a la semana, de ahí a fines de semana y uno suelto, después uno los sábados y con el tiempo se limitaban algunos sábados al mes.

Sinceramente no sabía que hubiese sido de mi vida si Luis y yo hubiésemos tenido un noviazgo más largo, lo cierto que no era feliz con aquello, pero al menos tenía seguridad económica.

Para combatir el hastío, me metí en una ONG que la verdad empezó a comer mucho de mi tiempo.  Al principio cosas locales, pero más tarde gracias a mi tiempo disponible y capacidad económica, empecé a colaborar con la ONG a nivel nacional, lo cual me hacía viajar fuera en muchas ocasiones.

Resultó que un viaje a Madrid en el que me debía de quedar dos noches, la presidenta de la ONG se indispuso. No tenia sentido quedarme por lo que decidí volver a Coruña en el ultimo vuelo.  Llamé a Luis, pero este no contestó, la verdad es que daba igual pues tenía mi coche el aeropuerto y de cualquier manera pensaba bajar sola hasta casa.

Cuando abrí la puerta lo evidente se hizo obvio, no solo la casa olía a coño que tiraba para atrás, era obvio que allí se había estado follando no horas sino días sin parar, además de eso un sujetador tirado en el suelo de la entrada evidenciaban la realidad.  Una corriente de indignación recorrió mi espalda.  Instintivamente saqué el móvil del bolso y lo puse a grabar.  Seguí el rastro de ropa tirado hasta la habitación de invitados, donde impunemente pude ver como mi marido, mi estresado marido, se la clavaba con violencia a mi amiga Claudia mientras las caídas tetas de esta se balanceaban al compas.

Les grabé durante más de dos minutos sin que los tortolitos se diesen cuenta.  Tuve que toser dos veces para que mi marido dejase de penetrar a la zorra de mi amiga y que ambos mirasen para la cámara.  A veces vuelvo a ver el video y me rio de la cara que pusieron.

Claudia se tapó los pechos con las manos mientras gritaba, mi marido se quedó libido.  Yo salí de casa y sin siquiera coger la maleta me dirigí a un hotel.  Luis me llamó como 200 veces esa noche, evidentemente no le cogí.

Por la mañana fui a ver a un abogado que se frotaba las manos según yo contaba mi historia, cuando le conté lo de la herencia dejó de sonreír.

-       Mira Carmen lo tengo que estudiar, pero tal y como me lo pones, si te divorcia de tu marido os quedáis los dos en la calle.  Vamos con lo puesto, el lo perdería todo y tu no tendrías nada que reclamar.

-       Pero…

-       Lo estudiare.

Y efectivamente no había nada que hacer.  Nos reunimos tanto nuestros abogados como nosotros dos una tarde de mayo.  Los letrados solo querían limar asperezas, nos quedaban mucho años para completar los 25 y a ninguno nos convenía el divorcio.  Además de eso teníamos que concebir un hijo en menos de 4 años, cosa que en ese momento me repugnaba.

-       Carmen – dijo Luis casi llorando en un ataque de sinceridad que nadie en la mesa esperaba – tienes que perdonarme, fue un error, fue un arrebato que no supe parar, por favor no me abandones, me da igual el dinero pero en estas semanas me he dado cuenta que no puedo perderte.

-       Haberlo pensado antes, tu lo has querido.  Evidentemente no te puedo abandonar, pero desde hoy mismo, bueno desde el día que sacaste tu asquerosa polla del coño de aquella puta, tu y yo vamos a hacer vidas separadas.

-       Bueno habrá que hablar del tema del hijo – dijo el abogado de Luis.

-       De eso ya hablaremos, tenemos aun mucho tiempo – dije yo mientras me levantaba.

La convivencia se hizo muy dura al principio, Luis trataba de reconquistarme, pero aquello era imposible.

Dormíamos en habitaciones separadas, yo en la principal y el cabrón de mi marido en la habitación donde se había estado follando a la golfa de Claudia.

AL principio me jodía su presencia y procuraba que no me viese un pelo, cuando antes me hubiese secado el pelo en el baño con una toalla en la cintura y las tetas al aire y con la puerta abierta, ahora cerraba la puerta y no salía hasta estar vestida.  Nada de escotes ni nada que pudiese el tío mirar. Luis insistía y eso me hacia más fuerte. 

Estaba jodida, pero si Luis me había dado algo en la vida era el gusto por el buen sexo.  ¿quién lo hubiese dicho con lo cortadita que era yo de joven?.  Luis era un cabrón pero había que reconócerle que no solo follaba bien sino que había sacado de mi la zorra que llevaba dentro.

Me había comprado toda clase de instrumentos de placer sexual, a falta de un hombre buenos era los juguetes.  Al principio me cortaba que Luis oyese los motores pero con el paso de los meses me la soplaba que oyese el zumbido de los mismos o mis gritos al correrme como una obsesa con una mano en el juguete y con otra estrujando la almohada.

Me estrené en mi nueva vida en un viaje a Madrid con mi amiga Eva.  Eva es soltera por lo que quería marcha por la noche.  Después de muchas copas conocimos a dos tipos, continuamos la noche con ellos hasta que Eva se enrolló con el suyo.  La pareja se despidió con una sonrisa en la boca rumbo hacía la casa de el.  Yo me quedé con el otro que estaba bueno como un pan pero era un poco parado.

-       ósea que tu no me vas a follar como tu amigo se va a follar a Eva – le dije a modo de directa.

Aquella noche en la habitación de hotel el chico me compensó tantos meses de abstinencia sexual.  Me jodió hasta que los vecinos de planta se quejaron a recepción y disfrute como meneándose su hermosa polla con su cuerpo en tensión se corrió sobre mis tetas y cara.  Recibí polla sin parar y sin parar me hizo correrme.

Eva se disgustó cuando llegó por la mañana y encontró el campo de batalla con claros síntomas de que allí había habido más que palabras.  No me dijo nada pero por su mirada no le pareció bien que le hubiese sido infiel a Luis.

En el viaje de vuelta le confesé todo.  Eva no solo se solidarizó conmigo sino que además me dijo que no me preocupase que iba a follar más que recién casada.  Y lo cumplió.

Cada vez que Eva no tenía guardia en el hospital provincial nos desplazábamos a ciudades cercanas como Orense, Lugo, Santiago o Vigo a corrernos juerga tras juega.  Eva tenía sus folla amigos en Coruña, pero estando conmigo los planes cambiaban.  Nuestra ciudad es una ciudad pequeña y aunque nadie se escandaliza que una mujer entrada en la treintena tenga amigos con derechos, la cosa con una casada cambia, por lo que había que ser discreta.

Eran pocos los fines de semana que volvíamos sin mojar, de hecho eran pocos los fines de semana que no eran la bomba.  Llegó un día que por accidente y salidas como esquinas nos llevamos a dos a falta de otro lugar a nuestra habitación donde una en cada cama nos follamos al nuestro.  Nos gustó tanto que solíamos insistir en llevarlos de dos en dos.  Al principio me parecía interesante ver como mientras a mi me daban a Eva se la metían por todos lados, me encantaba ver como las pollas entraban y salían por su cuerpo y Eva reaccionaba a ello con gritos y espasmos.

Luis seguía como un perro faldero, a mi cada día más me gustaba provocarle.  Cosas como dejar la puerta de mi habitación abierta y un vibrador a la vista o pasearme desnuda por ejemplo desde el baño a la nevera me encantaba, al cabrón le ponía malo.  A veces le oía masturbarse mentando mi nombre.  Yo me descojonaba.

Conocí a Juan una noche después de una cena con amigas.  No le había visto nunca antes pero me pareció atractivo gracioso y muy sensual.  Estaba casado pero eso no evitó que cogiésemos una habitación de hotel y echase mi primer polvo en Coruña en ya años.  Esa noche vi las estrellas con la torre  de hércules iluminada al fondo.  Juan me folló a fondo.

La segunda vez que me encontré a Juan fue en una cafetería, en 15 minutos estaba abierta de piernas en otro hotel con mi amante casado encima con su polla en mi interior y uno de sus dedos dentro de mi ano.  Me encantaba sentirme usada y volver a casa con olor a sexo.

Seguí viendo a Juan durante seis meses hasta que una madrugada después de follar como animales en una habitación de hotel y tras los cigarros y besos de rigor, cuando salíamos de la habitación, justo en el momento que cerrábamos la puerta, la habitación de al lado se abrió y salió Manuel, el primo de Luis.  Me sonrió como si fuese lo normal vernos ahí y se alejó por el pasillo como si no me hubiese reconocido.

Roberto era el primo macarra de Luis, la parte de la familia sin un duro.  El tío había tocado de joven en un grupo de rock sin ningún éxito, desde entonces saltaba de trabajo en trabajo.  A Roberto lo había conocido de jovencita, el típico guaperas que incluso se había enrollado conmigo una tarde, aunque solo me tocó las tetas, el típico cabrón de las que todas estábamos enamoradas.  Me sorprendió verlo en mi boda pues no sabia de la relación con Luis.  La verdad es que el tío es el típico malote que a las mujeres nos gustan.

Esperaba que Luis no fuese muy bocazas.

Cuatro días después me llegó por mail un mensaje acompañado de un video hecho desde el balcón de nuestra habitación en el hotel.

“se que tienes un amante, por 5000 euros soy una tumba”

Me la solaba mucho lo que pensase Luis o incluso que todo Coruña se enterase que la mujer del mamón de mi marido tenía un amante, aún así quise jugar un poco a ver como iba aquello.

Sencillamente cogí mi SLK y me fui a casa de Roberto.  Me dio un poco de palo dejar mi coche en la calle en ese barrio, pero lo mire y pensé que era reemplazable.

Roberto se quedó de piedra cuando abrió la puerta.

-       Ho o o la  Carmen ¿cómo tu por aquí? – dijo tartamudeando

-       Vengo por lo de video.

-       ¿que video?

-       No me jodas Roberto, me quiero imaginar que estabas en el hotel con alguna de tus amigas y al oír a los de la habitación de al lado follar te asomaste a ver si veías algo, viendo quien era yo la montada, sacaste el móvil y decidiste sacarte unos cuartos videos como el que me has mandado.

-       Pero…

-       No me jodas Roberto que aparte de guapo te hacía más listo.

-       ¿Qué quieres que te diga?

-       Para que quieres 5000 euros.

-       Para pagar deudas.

-       Pues tómalos – y se los di

-       Pero.

-       ¿No querías 5000 euros?, ahí los tienes.

-       Pero…

-       Ni peros ni hostias, y ahora sácame a cenar que tengo hambre -  me apetecía ver como acababa aquello.

Le llevé en el Mercedes a un restaurante caro y después de muchas copas empecé a contarle que estaba hasta los huevos de su primo, nunca se habían llevado bien por lo que me daba la razón en todo.  Le mentí contándole que lo que Juan había sido una cosa de una noche y que yo no era así.

Repetía aquello de que “yo no era así” mientras a cuatro patas en una habitación descorchada en un barrio marginal de Coruña el primo de mi marido profanaba mi coño con sus manazas agarrando firmemente mis caderas.  Aquella primera noche me jodió con ganas y fuerza.  Hice que me hiciese de todo, me ponía mucho ver su musculado y tatuado cuerpo darme caña.  Me volvía loca como mordía mis pezones, como lamía mi ojete y como me metió un dedo en él, cosa que hasta entonces nadie se había atrevido que no fuese Juan.  Aquella noche estallé en un fuerte y desgarrador orgasmos embarillada por la polla de mi primo político.

Cuando entré en casa ya de día me planteé sino lo estaba llevando demasiado lejos, si follarme al primo de mi inutilizado marido iba a traer consecuencias, pero cuando recibí media hora después una foto por whatsapp de su polla se me quitó toda la tontería.

Empecé a follar con Roberto casi a diario.  Lo que los dos teníamos era sobre todo tiempo,  tiempo y ganas.  Se convirtió en una obsesión para mi.  Me ponía mucho su polla, su cuerpo tatuado y sus modelas rudos, pero sobre todo lo que más me ponía era que pensaría su familia si me viese con esa polla entre las piernas.

Roberto era un cerdo y un salvaje en la cama, pero arrancaba de mi cuerpo hasta el ultimo gramo de placer.  Con el tiempo empecé a distanciar mis viajes con Eva, por un lado porque prefería quedarme en Coruña a follar en aquella casa destartalada y por otro porque en un viaje en el que nos acompañó acabamos follando los tres.  De aquel trió saqué dos conclusiones.  La primera, no me gusta el sabor a coño, y menos de una amiga, la segunda, no soporto ver la polla de Roberto entrar en ningún sitio que no sea en mi cuerpo.  Egoísta que siempre ha sido una.

 

Disfrutaba cada instante con Roberto, a demás de buenísimo amante era un hombre culto, simpático, entusiasta y malote.  Me ponía enferma cuando con el coño o el culo al rojo vivo se sentaba en el asiento de mi coche para volver a casa.

Llegó lo que tenía que llegar.  Me quedé embarazada.  Tenía que contárselo a Luis y la verdad es que no me importó absolutamente nada plantarme delante de e´l y soltarselo. 

Luis ardió en furia, me llamó puta, me exigió que abortase, me dijo que mi hijo debía de ser suyo, me amenazó con divorciarse y perderlo todo.

Fueron dos semanas duras en las que Luis no dejaba de gritar y de amenazar.  De concretarse esa amenaza me quedaría sin nada.  Sin un duro. 

La relación con Roberto se basaba en mi dinero, bueno no, pero si.  Si yo me quedaba sin posibles aquello se acabaría, ¿y que sería de nuestra vida?  Ni él ni yo habíamos trabajado nunca y yo me había acostumbrado a lo mejor.

Lo hablamos mucho Roberto y yo.

Luis fue apuñado por un desconocido cuyo rostro cubría una sudadera con capucha en un cajero automático el día que celebrábamos nuestro aniversario de bodas.

Sentada en la mesa del mejor restaurante de la ciudad le esperé durante más de una horas hasta que recibí una llamada de la policía nacional indicándome que mi marido había sido victima de un asalto con resultado de muerte.

Grité, lloré y hasta me desmayé en el restaurante.

Me tuvieron que atender de una crisis de ansiedad en el mismo hospital provincial donde trabajaba Eva y mi estaba la morgue de la ciudad.

En su entierro recibí las condolencias de las fuerzas vivas de la ciudad, la familia más cercana incluido el primo de mi marido Roberto.

La policía seguía sus pesquisas, algo me contaban del avance de las mismas, pero no mucho, solo que estaban cerca, pero pasaban las semanas y nada.  Al principio Roberto y yo no nos dejamos de ver juntos.  Tres meses después y estando yo de siete meses empezamos a vernos a escondidas.  Yo estaba embarazada y chachondisima y los juguetes no llegaban.  Me moría por sentirme empalada por mi rudo amante, las otras opciones que tenía estaban bien, pero sentir la polla de mi primo político romperme y sus manos machacar mis sensibles pechos podían conmigo.

Cogí un taxi para no dar el cante con el Mercedes.  Roberto me esperaba fuera de si, por primera vez en su vida llevaba tres meses sin follar, o al menos eso me dijo y estaba como un animal enjaulado.  Le importó bien poco mi estado de buena esperanza, y gorda y poco ágil como estaba. Me hizo ponerme de rodillas y lamerle aquel fabuloso falo.  Me encantaba aquel sabor a salado y me relamí de gusto a cada mamada.  Roberto me quitó la ropa premamá y me llevó a la cama donde poniéndome a cuatro patas metió su cabeza entre mis nalgas y empezó a lamer mi clítoris y escroto.  Me volvía loca de placer, me mataba de gusto y me reventaba de lujuria.  Dejé que chupase hasta que me corrí incontables ocasiones.  Roberto tenía la verba empapada de flujo de mis agujeros.  Aun jadeando y llena de sudor pedí que me perforase.

Tal y como estaba a cuatro patas me metió poco a poco su dura polla en mi abierta vagina.  No recordaba que nunca hubiese metido el estoqué con tanta delicadeza y la verdad es que disfruté como mis carnes se abrían al paso de aquella polla.

Me sentí lleva cuando su pubis chocó con mi culo. 

-       dame duro campeón, no te cortes – y Roberto empezó a darme con rabia.

Cada roce de las sabanas con mis extremadamente sensibles pezones me volvían loca, cada vez que la polla tocaba el fondo de mi coño me mataba de placer.  Gritaba cada vez que me corría, y no paraba de hacerlo.  Gemía como una posesa cuando me apretaba las tetas insistiéndole que no tuviese piedad conmigo.

La puerta de la casa cayó victima de una explosión, yo estaba  cuatro patas y no pude ver nada, pero rápidamente gente entro en el cuartucho y desencajando a Roberto de mi coño lo tiraron al suelo y lo esposaron.  A mi a punta de pistola me hicieron tumbarme de lado e igualmente fui esposada desnuda como estaba.  Uno de los policías bromeó diciendo que era más fácil esposarme a la espalda que delante con semejante barriga.

Nos tuvieron en esa postura durante más de una hora mientras llegaba el comisario.  Nos hicieron vestir y salimos esposados de la casa ante la presencia de vecinos, curiosos y la prensa.

Nuestro traslado de la comisaria a los juzgados y de allí a la cárcel fueron tumultuosos.  Tuve a mi hijo en prisión.

La policía encontró la sudadera y la navaja con la que Roberto acabó con Luis ,en su casa, había que ser idiota.  Para conseguir una sentencia menos severa Roberto me delató.  El hijo de puta de contó de todo, incluso exagerando alguna cosa.

Las pruebas contra Roberto era concluyentes.

Las pruebas contra mi, aparte de la delación, era circunstanciales. 

De acuerdo que tenía multitud de mensajes de móvil que salieron a la luz con Roberto, y que era obvia mi implicación sexual con él, pero también tenía la misma cantidad de mensajes con otros amantes que me follaban a la vez que Roberto sin su conocimiento.   Los abogados testificaron que lo de Luis y yo era una farsa y mis equipo de defensa subió al estrado exactamente 174 caballeros que me habían follado durante esos años, más de 15 por periodos más largos que los que había estado follando con Roberto y seis de ellos a la vez que a Roberto, incluidos los tres meses que pasaron desde la muerte de Luis hasta que unos grilletes se cerraron en mis muñecas.  Una factura de una clínica de inseminación y un examen de ADN demostraron que el hijo biológicamente era de Luis. Mis abogados tuvieron mucha mano en presentarme como una devoradora de hombre pero en ningún caso una asesina.  No perdieron en tiempo diciendo que mi marido y mi amiga Claudia me empujaron a esto simplemente que era una mujer adulta con un matrimonio roto y que disfrutaba de su libertad sin ataduras.

Fui absuelta y Luis condenado a 40 años de prisión.  Vendí las empresas de mi suegro y me despedí de mis últimos folla amigos en unas semanas memorables.

Desde ya hace años vivo en Miami donde abundan los mulatos y a mi las pollas de mulatos siempre me gustaron.

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La bomba