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Sexo con una impedida.

en Amor filial

Mi pequeño mundo se vino encima cuando mi madre me comunicó que iba a venir a vivir conmigo Ana, una prima de Alicante a la que nunca había visto y de la cual sabía solo por comentarios de mi abuela, no es que no supiese que existía sino que vivían lejos ni nunca nos visitábamos las familias.  Ana era hija del hermano de mi madre y a pesar de ser de la misma edad nos habíamos criados en ciudades muy distantes una de la otra.

Después de 3 años en el colegio mayor y tras muchas suplicas a mis padres al fin tenia el piso deseado y ahora mi madre me colocaba a mi prima en casa.  Por lo visto sus padres andaban un poco flojos de dinero y mis padres intentaban ayudar a mi tío quitándole el gasto de la vivienda para que la niña pudiese vivir en Madrid y estudiar donde quería.

No valieron de nada mis suplicas, lo único que logré fue por lo menos no tener que ir a la estación de autobuses a recibirla y ayudarle con las mudanzas.

Ana resultó ser un bellezón, la verdad es que se parecía mucho a mi.  Para ser sincera he de decir que todo el rechazo inicial se transformó en pocos minutos en un interés sobre su vida en cuanto entró por la puerta de casa.   

Ana era habladora simpática, maja, alegre, culta y encima como yo, odiaba a los hombres.  Las dos estábamos más o menos igual, acabábamos de finalizar una relación y no queríamos novios.  Si hombres, pero no novios.

Nos pasamos aquella primera noche en vela contándonos nuestras vidas y bajándonos un par de botellas de vino. 

Ana resultó ser una magnifica compañera de piso.  Me daba un poco de palo, pero ella se encargaba de todo lo relativo a limpieza, compras y demás.  A mi en principio no me gustó la idea pero ella insistió y yo le dejaba hacer.

La verdad es que a nivel salir no fue hasta el tercer fin de semana que salimos juntas, primero a tomar unas cañas que se alargaron hasta las tantas en la discoteca del barrio.  La verdad es que me subía por las paredes para poder ligar con alguno de los chicos que nos entraban, pero no quería quedar mal con mi prima tan pronto.

No me pude contener y se lo confesé durante el desayuno al día siguiente.

-       Ana tía, la verdad es que ayer me vine a casa salida como el pico de esta mesa.

-       ¿Y eso? – me contestó ella aun con la tostada en la boca.

-       Si hubiese estado con alguna de mis amigas fijo que me hubiese enrollado con alguno.  No se si es el morenito del verano, no se si es el calor que aun tiene Madrid o que llevo ya semanas a dos velas, pero como te digo encantada me hubiese ido con uno de los que nos entraron.

-       Rosa, te iba a decir lo mismo.  Llegué a casa muerta y al final tuve que sacar mi vibrador.

-       ¿Tienes un vibrador?

-       Si, me da un poco de palo contártelo, pero bueno, lo único bueno que me quedó de la relación con Paco.

-       ¿Tu ex novio?

-       Si, le encantaba follarme a la vez que me metía el juguete.

-       A mi también me gusta.

-       ¿Tienes uno?

-       Si desde hace bastante.

Ambas fuimos a nuestros cuartos y salimos con el nuestro en la mano.  Eran el mismo modelo.  Las dos reímos al verlos.

Esa tarde salimos al centro a comprar juguetes.  Yo invité.  A Ana le compré una especie de micrófono masturba clítoris y para mi un pollón de dimensiones muy importantes.  La verdad es que aunque la gente piense lo contrario, los juguetes sexuales no han evolucionado mucho desde mi época univeristaria.

Nos arreglamos a conciencia esa noche ya que con las cartas encima de la mesa pensábamos salir a resarcirnos de la noche anterior.

 

Picamos en casa en vez de una cena estándar en un restaurante.  Cogimos un bus hacía La Latina y nada más bajarnos del bus empezó la noche.  La verdad es que lo pasamos de fabula y como ambas esperábamos al volver a casa volvimos en coche.  El coche de dos chulazos que subieron a casa sabiendo que nos iban a poner mirando a Toledo a ambas.

Nos encerramos cada una en su habitación haciendo un gesto con los ojos a modo de “que se te dé bien” antes de cerrar la puerta.

Juan, el mío era le típico malote de discoteca.  Tatuado, rapado, con las gafas de sol aun puestas y con una polla de gran tamaño que empecé a lamer en cuanto la saqué de su apretado slip.  Me encantaba ver la cara de alucinados que ponen mis conquistas cuando lo primero que hago es agacharme y lamerles la tranca a fondo.  Se la mamé hasta que a punto estuvo de correrse.  El cabecero de la cama de Ana ya rebotaba en la pared para el momento en que yo me puse a cuatro patas y pedí al tal Juan que me comiese el coño y sobretodo el ojete.

Juan me hizo una comida de muy señor mío, me corrí intentando controlarme, no para que juan no flipase, sino para que mi prima no flipase conmigo.  Deseaba aquella polla y sencillamente le di un largo morreo con sabor a mi coño y me abrí de piernas como la puta en la cama que soy cuando oí un grito de placer proveniente del cuarto de mi prima.  La jodida se corría como yo, el mismo grito, el mismo tono, la misma duración del gemido. 

-       dame duro machote, dame muy duro – le dije a mi partener esperando que empezase la fiesta de verdad.

Y el hijo de puta me dio fuertísimo, mucho, largo y hasta el fondo.  Me apretó las tetas, me azotó el culo, me cambió de postura mil veces pero siempre con la quinta marcha puesta.  Me corrí unas cuantas veces y aun después de esparcir su fela sobre mi cuerpo, le hice que me comiese el coño largo y profundo. Me volví a correr a gritos estirando mis pezones con mis dedos.

Juan se fue un par de horas después, ni le acompañé a la salida.  Su amigo salió inmediatamente después, me imagino que se fueron juntos.

Me toqué el coño un poco hasta que quedé dormida.

-       Joder Rosa, somos almas gemelas.

-       Si tía, me quedé flipando.  Gritas como yo, aunque tu más fuerte.

-       Eso es que no te oyes, tu gritas como Magila Gorila.

-       Ja ja, ¿también te gustaba oírme a ti?

-       Efectivamente.  Me puso a cien oírte.

Ana y yo éramos definitivamente almas gemelas, nos llevábamos fenomenal y nos encantaba hacer un montón de cosas juntas. 

Ana se integró rápidamente en mi grupo de amigas, al final si soy sincera he de confesar que prefería salir mano a mano con mi prima que con las de siempre, pero bueno hacia por verlas.

Lo pasábamos genial juntas  Nos compenetrábamos en todo incluso hacíamos por compenetrarnos.  La de veces que a lo largo del año acabe con la polla de un tío en la boca simplemente porque era el amigo de a quien Ana se quería cepillar esa noche y si no ponía yo el coño ella se iba a quedar sin rabo.  Por otro lado también es cierto que más de una vez fue ella la que se encamó con un tío que ni fu ni fa por que yo me quedase sin recibir mi ración de rabo deseada.  Eso si, una vez metida en el ajo ninguna se quedaba descontenta y ambas disfrutábamos lo que nos metíamos entre las piernas.  En otra cosa que nos parecíamos, lo mucho que disfrutábamos con el sexo y no le hacíamos ascos a nada.

Todo iba de perlas hasta que Ana un día de lluvia llegó apurada a casa, estaba  calada, por lo visto había tenido que coger un taxi y no llevaba dinero.  Cogió pasta y salió disparada escaleras abajo para pagar al taxista que abajo esperaba.  Mi prima resbaló y se cayó escaleras abajo con tan mala suerte que sus dos hombros se dislocaron y sus dos brazos se partieron.  Yo al oír su grito al caer desde casa me temí lo peor.  Según dijeron los médicos los brazos le salvaron la cabeza y con ello seguramente la vida.

Ana se pasó dos semanas en el hospital en el que tuve a su madre metida en casa, bueno, la pobre solo venia a dormir.  Cuando le dieron el alta su madre pretendió llevársela de vuelta a casa, pero entre ella y yo decidimos que se quedase. 

La verdad si no fuese tan grande la putada, lo de Ana era de chiste.  Sino fuese tan grave seguro que seria para reírse pues no es normal ver a una chica con los dos brazos escayolados en posición de cruz.

Salvó el tiempo que algún compañero le traía los videos de las clases que los profesores amablemente se habían prestado a grabar, Ana se pasaba todo el día conmigo.

La verdad es que no fue fácil la vida.  Tenía que desde darle de comer, de beber, limpiarle el culo o ducharla.  Ni nos pensamos para lo mucho que sirven los brazos.

Tenía a Ana frente a mi desnuda, ya le había puesto los plásticos sobre los yesos y le ayudaba a entrar en la bañera.  Con el mono mando empecé a mojarla, después me puse gel en la mano y empecé a enjabonarla por todos lados, incluidos su raja.  Ana dio un respigo cuando la esponja rozo sus partes pero no dijo nada.  Acabe de ducharla y la sequé, la volví a vestir y me la llevé al salón a ver un poco la tele.

-       Rosa.

-       ¿si?

-       Gracias por todo.

-       No seas tonta tu habrías hecho lo mismo por mi.

-       Lo sé, pero gracias igualmente.

-       No te preocupes.  Se la putada que es lo tuyo.

-       Ni te lo imaginas.

-       Caro que si.

-       Es una putada de verdad no poder valerte, es un putada increíble, pero hay algo que no soporto.

-       ¿Qué es?

-       No poder tocarme antes de dormir.

-       J aja. Que cosas tienes.

-       No, no te rías, a mi me gusta hacerme un dedo antes de dormir, como a ti, la diferencia esta es que antes nos lo hacíamos a la vez y ahora solo te lo haces tu y yo tengo que oírlo.

-       Pues nunca te he oído

-       Ni yo te había oído a ti, pero deduzco que no te oía porque yo estaba oyéndome a mi, desde que no me tocó cada noche es un tormento, primero porque llevo la temporada más larga de mi vida sin un orgasmo y segundo porque me das una envidia que me muero.

-       Lo siento, creo que voy a parar.

-       Ni se te ocurra, por favor. Al menos sé que yo no gozo pero alguien lo hace por lo menos.

Esa noche no lo pude evitar y se me fue la mano al coño.  Me masturbé con la mano y uno de los juguetes hasta caer rendida.  Me toqué la aureola de un pezón hasta que caí en la cuenta que Ana se debía estar retorciendo de envidia.  No lo pensé mucho porque sino no lo hubiera hecho.  Desnuda como estaba me levanté salí de mi cuarto, cruce el pasillo y entré en el cuarto de Ana.  Esta estaba despierta mirando al techo.  No dije nada, le quité el pantalón del pijama que yo antes había puesto, le quité las bragas y planté mi mano en su entrepierna.  Ana automáticamente abrió sus piernas y me miró.  Con dos dedos empecé a mover mis dedos sobre su clítoris cada vez más abultado hasta de su coño empezaron a salir ríos de flujo.  Cogí el vibrador que yo misma había usado y se le metí hasta el fondo.  Ana empezaba a gemir alto, estaba muy muy muy cachonda.

-       ya no podrás decir que no nos hemos follado al mismo una misma noche – le dije mientras subía la velocidad del vibrador que yo acababa de usar minutos antes.

-       No pares por el amor de dios.  No sabes cuanto lo necesitaba.  Sigue por dios Rosa.

Y yo metía y sacaba el bicho de su coño.  Me encantaba ver como movía su coño al compas de mi mano.

-       pellízcame un pezón por favor.

Aparte mis dedos de su clítoris y abrí subí la camiseta con imperdibles con la que dormía.  Agarré uno de sus pezones y apreté.  Ana se corrió como una posesa, como yo me corría cuando me lo hacían bien.

La tapé con las mantas y le di un beso de buenas noches en la frente.  Creo que esa noche durmió feliz.

Por la mañana creí que ambas estaríamos avergonzadas, pero no, ella estaba feliz y yo estaba feliz.

Ana me confesó aquella misma tarde mientras la secaba después de su ducha diaria que no veía le momento de ir a la cama y que la volviese a masturbar, la verdad es que no lo había pensando, pero una vez roto el precinto aquella era una necesidad como cualquier otra. 

Esa noche de nuevo me masturbé con fuerza en mi cama, una vez acabada y aun jadeando entre en el cuarto de Ana a quien no le me había molestado en ponerle los pantalones.  Le bajé las bragas y puse mis dos dedos en su clítoris.  La miré a los ojos y empecé a darle.

-       Dale con la palma – me dijo mientras abría las piernas a más no poder.

Yo empecé a pasarle la palma de mi mano por su raja durante largos minutos. Le di hasta que empezó a darle espasmos en su cuerpo.

-       méteme algo por favor, lo necesito.

Y cogiendo el trabuco que había traído conmigo, se lo metí hasta el fondo.  Ana acompañaba con sus caderas la carencia de mi mano al entrar y salir de su coño.  Sus pezones en punta delataban su placer y sus gemidos eran sintonía musical para mis oídos.  Mi prima estalló en una tremendo orgasmo.

-       Rosa, ¿cómo te lo podría pagar?

-       Gozando de estos momento preciosa – le dije sonriendo

La verdad es que me encantaba masturbarla cada noche.  A partir de las seis de la tarde se respiraba en el piso un ambiente sensual que se culminaba con la paja que yo ya me hacía en su presencia mientras la masturbaba a ella.

Ocurrió tres semanas más o menos de empezar todo.  Estaba yo a mil con un vibrador en mi coño fustigando mi interior a mil por hora y con otro en la otra mano dándole caña al coño de mi prima.  Le había metido una bala vibratoria recién adquirida en el ano,  Ambas estábamos gozando como perras cuando Ana gimió muy bajito

-       necesito que alguien me coma el coño – lo oí perfectamente y a pesar de nunca haber comido un coño en mi vida, cambie el ángulo de entrada en el coño de mi amiga, baje mi cabeza y sin dejar de masturbarnos a ambas le di un lametón en la almeja de mi Ana que hizo que se corriese y yo por simpatía con ella.

No fue más que un lamentón, pero aquello abrió la veda a largas comidas de coño que como ella decía le hacían volver a la vida y alcanzar unos orgasmos dignos de ver. 

Un sábado por la noche nos quedamos ambas a ver un partido de Ferrero en el Open Americano.  Eran las cuatro de la mañana cuando el valenciano acabó con su rival y nos íbamos a ir a la cama.

-       ¿Te digo una cosa? – me dijo mi prima

-       Si, claro.

-       Me muero por una polla.

-       Ahora te meto una guarrilla - le dije sonriendo.

-       No, una de verdad.  La verdad es que las de goma hacen las veces, pero me muero por un hombre entre mis piernas – aquello puso en marcha mi mente.

-       Esta bien.  ¿Confías en mi?

-       Claro.

-       Pues te desnudo y tardo una hora.

Llevé a mi prima al cuarto y la desnude dejándola postrada en la cama con la tele encendida para no se aburriese ni se durmiese.

Yo me arreglé deprisa y corriendo y salí disparada hacía Bamboo, la discoteca más cercana a casa.  Pedí una copa y me puse a otear el mercado.  Descarté a un par de ellos hasta que vi a dos horteras musculosos de gimnasio como nos gustaban a nosotros.

Les entré ante su asombro.

-       hola chicos ¿que tal todo?

-       Pues no también como tu – me dijo uno en plan vacilón.

-       ¿Os puedo proponer algo?

-       Claro que si.

-       ¿Estáis libres esta noche?

-       Si, ¿por?

-       Porque me gustaría que vengáis a casa a follarme a mi y a mi compañera de piso – ambos me miraron alucinando.

-       ¿Y tu compañera de piso donde anda?

-       En el piso

-       Y que pasa, ¿te llama y te dice tráete a dos maromos uno para ti y otro para mi?

-       No, simplemente si queréis follar venir conmigo y no hacer tantas preguntas – Sinceramente no creo que una tía de mi nivel les entré muy a menudo con ganas de que follen los dos.

Los chicos no perdieron el tiempo y me siguieron entre risas y comentarios.  Por la mañana me confesaron que pensaba que quería un trio con los dos, pero me imagino que esa idea se le quitó de la cabeza cuando entraron en nuestro piso, entraron conmigo en la habitación de Ana quien abrió sus piernas al vernos entrar.  Yo puse una mano en el coño de mi prima y miré a los chicos mientras con mi dedo empezaba a dibujar círculos en el botón del placer de la impedida.

-       como os dije mi compañera no podía salir y necesita a un macho que la monte.  A ver ¿quien va a empezar comiéndole el coño?

No tuve que repetirlo, el más alto se agachó y empezó a comerle el coño a mi amiga.  Yo no sabia si irme con el amigo a mi cama o hacerlo allí de pie.  Ante mi sorpresa el otro chico sacó su polla y sin decirme nada se la metió en la boca de mi prima quien empezó a lamer con ganas.  Yo estaba fuera de juego, mi prima la impedida estaba recibiendo atenciones de dos y yo ninguna. Creí ver la solución en mi ropa, me arranqué la ropa y me quedé en pelotas, mirando pero en pelotas.

El que le comía el coño a Ana no tardó en reaccionar y dejando el sitio libre se dio la vuelta y sacándose la polla del pantalón que aun llevaba me hizo agachar y empezar a mamar aquella dura minga.

El que era chupado por Ana se la sacó de la boca y se acomodó entre sus piernas.  El mío me la hizo chupar hasta que sintió deseos de metérmela.  Me apoyó contra la pared y me la clavó de un solo estacazo.  Ambas follabamos a voz en grito mientras nuestros machos no paraban de hacernos gozar.

-       como me gusta por el culo – gimió Ana.  Efectivamente el amante de mi prima había cambiado de agujero y le daba sin piedad por su cacas, yo sentí envidia y no pude resistirme a sacar la tranca que quien me daba caña a mi y metérmela poco a poco en mi ano.

La verdad es que nos follaron muy bien pero hicieron con nosotras lo que quisieron a partir de que en un momento dado yo le comí la almeja un rato a mi prima.  Desde ese momento no pararon hasta que me senté en la cara de Ana para que ella me comiese mi chocho, también el primero que comía y lo cierto es que no lo hacía nada mal.

La noche acabó con nuestros cuerpos llenos de lefa y vibradores tirados por el suelo.  Los chicos pretendían quedarse a dormir, pero les largamos a sus casas pues a mi no me apetecía y con Ana no se podía dormir en la misma cama.

Estuvimos tres meses así hasta que a Ana le quitaron la escayola.  Entre semana yo la masturbaba y le comía el coño, bueno y nos comíamos los coños, y un día el fin de semana yo bajaba a por machos a Bamboo y follabamos hasta bien entrado el día.

Lo de comernos el coño siguió después de la escayola, la verdad es que me excitó mucho ver a Ana masturbarse delante mía por primera vez y claro no me pude contener y me uní a ella y sus juegos onanistas para luego meter mi cabeza en su coño para iniciar una actividad que no cesaríamos hasta la llegada del verano.

Estuvimos así un par de meses más hasta que llegó nuestra ultima noche en el piso.  Ambas habíamos acabado los exámenes y teníamos que volver a casa hasta el curso siguiente, yo porque era reclamada por mis padres .  Habíamos preparado la noche desde hacia semanas.  Discutimos si salir o montarla en casa, finalmente nos decidimos por lo ultimo.

Nos encontramos las dos desnuda de rodillas sobre mi cama, mirándonos a los ojos.  Ana me besó muy sensualmente y mis pezones se pusieron erectos como piedras.  Yo empecé a pasar mi mano por su cuerpo que se ruborizó ante mi contacto.  Ana se dejó hacer hasta que sus instintos animales pudieron con ella y lanzó su mano a mi cuerpo.  Cada una metió un dedo en el coño de la otra y nos masturbamos si dejar la posición de rodillas hasta que nos corrimos juntas.  Nos abrazamos y volvimos a besarnos, al principio poco a poco y después con más fuerza.  Ana bajó al pilón y empezó a comerme la almeja.  Yo no aguanté por mi parte y le hice darse la vuelta y empezar un maravilloso 69, iba a echar de menos el sabor de su coño todo el verano.  No paramos de comernos el coño hasta corrernos, incluso cuando Ángel y Manuel, dos viejos discontinuos, ya estaban en la habitación tal y como habíamos quedado después de facilitarles llaves.  No nos dejaron descansar, simplemente nos agarraron a cada una de nosotras, nos ataron las manos con correas a la espalda y poniéndonos en posición de huevo (de rodillas con la cara en el colchón, ósea con el culo en pompa) enfrentadas la una a la otra, nos perforaron el ano.  Los dos chicos no jodieron duro y sin miramientos.  Mi chocho chorreaba, el de Ana también, nuestros ojetes nos mataban de placer, y cada vez que los chicos nos tiraban a la vez de la coleta para que nos viéramos una a la otra ser sodomizada, nos morreábamos en plan muy cerdo hasta que nos soltaban las coletas y volvíamos a nuestra posición original.  Los chicos nos follaron más de una hora y media haciéndonos llegar al orgasmo en múltiples ocasiones hasta que ambos se corrieron en nuestras caras limpiando a continuación sus pollas en nuestras bocas.  Tal y como les habíamos pedido, nos dejaron atadas y jadeantes.  Se despidieron con una azote cariñoso a cada una.  Ana y yo descansamos de la jarana hasta que recuperamos fuerzas, nos dimos un largo morreo aún atadas, estuvimos jugando un rato entre morreo y brotamientos con nuestras rodillas y piernas en nuestras rajas. Nos desatamos después deun nuevo orgasmo, lo cual no fue difícil.

Volvimos a hacer un 69 antes de dormir y por la mañana antes de que Ana saliese hacía la estación de autobuses.  Nos despedimos con un largo morreo.

Me pasé todo el verano pensando en la ganas de ver de nuevo a Ana, creo que el 90% de mis dedos fueron dedicados a mi prima, y me hice muchos.  Cada vez que ligaba con un tío me imaginaba y este me montaba fantaseaba que Ana entraría en breve y se uniría a nosotros.

 

Dos semana antes de volver  a Madrid, mi madre me dijo como quien no quiere la cosa.

-       no sé si Ana te escribió pero por lo visto ha conseguido un beca en Bruselas y ese año no estudiará en Madrid.  Tendrás el piso para ti sola.  No te quejaras.

Me quedé hecha mierda, mi madre sabia que nos habíamos hecho muy amigas, pero ni se imaginaba que habíamos acabado siendo amantes.  Le escribí una larga carta que nunca recibí contestación, de hecho ahora, veinte años después, solo sé flashes que me cuenta mi madre sobre ella.  Las cosas no eran como ahora con el whatsapp y el correo electrónico y era más fácil perder el contacto con la gente.

Me pase el siguiente año de trio en trio sin poder quitármela de la cabeza, pero esa ya es otra historia…

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