Capítulo 5: Llego el héroe
Me despierta al día siguiente con cierta delicadeza.
- ¿estas bien?
- si, he tenido pesadillas...
Digo tocándome la cabeza.
- tranquilo, es el veneno.
- ¿tu crees?
Digo mirando la espada con cierta preocupación.
- seguro a mi tambien me paso la primera vez, por eso salgo de casa con el antídoto tomado; oye, gracias por salvarme la vida ayer.
- ...dos veces...
- oye, deberías ser más humilde; yo también te la salve una vez. - bromeó.
- en realidad lo tenia controlado, pero gracias.
- ¿ah si? La proxima vez lo dejare unos segundos más, para ver si realmente lo tenias controlado.
Sonreí y el tuvo que reírse.
Mientras calentamos el desayuno.
- oye, ¿por qué tardaste tanto en ayudarme?
- ¡culpa mía! Me quede asombrado con tu forma de pelear, solo reaccione cuando te hirió.
- gracias igualmente
- no gracias a ti, sino hubieras estado...yo hubiera muerto.
- para eso estamos los compañeros, ¿no?
- ¿compañeros? Si, así debería de ser.
Pareció sorprenderle que le llamara compañero, tras comerme la ración robada a los rateros; agarre el cuchillo del asesino para observarlo, además de algunas dagas.
- si las quieres son tuyas, por salvarme.
- solo quiero 8 dagas y el cuchillo, el resto para ti.
- esta bien, es un trato justo.
- eso intento.
Había 3 o 4 más que guardo el, los cogimos con obvio cuidado; los guarde en una mochila a parte, ya que las dagas están envenenadas.
Tras eso nos ponemos en camino con cuidado, hace un poco de frio esta mañana; pero algo soportable, cuando llevamos un cierto rato caminando un pies grandes salto delante nuestra echo una fiera.
Sorprendido desenfundo la espada, Carl me sonríe mirando hacia detras; desenfunda la suya y gritando, carga contra el pies grandes. Veo como le hace un corte en el costado, este grita de furia y de dolor e intenta aplastarlo; mientras está ocupado contra el, cargo con mi espada y lo atravieso por el otro costado cómo si fuera mantequilla.
El pies grandes cae gritando, justo antes de que los dos lo rematemos.
- hacemos buen equipo
- ahora que lo dices, eso parece.
Chocamos los brazos, voy a guardar la espada cuando el detiene mi brazo.
- los pies de pies grandes, valen dinero en el mercado.
- esta bien, gracias.
- uno para cada uno, ser un heroe tiene sus gastos.
- tienes razón, fue fácil matarlo.
- dos oros lo matan con facilidad, un grupo de bronces habrían tenido que huir con heridos o alguna baja; si llega a atizarme con su puño, me hubiera roto algo.
- entiendo, menos mal que no lo hizo.
Carl sonrie, cada uno guardamos un pie grande; tras cortarlo, me parece una salvajada pero no soy rico para desaprovechar oportunidades.
Seguimos caminando hasta que llegamos a la entrada de una cueva, en la entrada hay 4 hombres salvajes en taparabos; con palos de madera en la mano algunos y otros piedras, parecen rudos.
- ¿cual es el plan?
- ¿plan, que plan? - ríe mi amigo, desenfunda su espada; hago lo mismo, observándolo con todo detalle.
- ¡¡Llego el héroe!! Rendios o ateneros a las consecuencias, malditos salvajes.
Los salvajes gruñeron, dos se prepararon para lanzar sus piedras; los otros dos cargaron hacia nosotros.
- desde luego...un plan brillante.
- no te quejes, te e echo una presentación.
- ¿a mi?
El asiente por toda respuesta, las primeras piedras llegan a nosotros; tanto el cómo yo, las desviamos y entonces llegan a nosotros los otros. El detiene el palo con el garfio y mata a su rival hundiendo su espada en su estómago. Yo solo doy un paso hacia el lado y corto en dos desde abajo a mi rival.
- ¡vaya! ¿te has pasado un poco no?
- ...ese ya no se levanta.
Carl rompe a carcajadas, los salvajes al ver eso; tiran una última piedra y se ocultan en la cueva, esquivo la piedra y Carl la bloquea con su espada.
- van a pedir refuerzos
- no, importa; tenemos al héroe.
Sonrió y el me sonríe de vuelta, pero en el fondo siento que me esta sobreestimando; tras eso nos adentramos en la cueva con extrema cautela, cuando vamos a encender una antorcha vemos que mi espada brilla.
- ¿tu espada, es magica?
- no lo se, es la primera vez que hace eso.
- tu delante, así me iluminas.
Vamos para adelante, cuando llegamos a una sala grande; más de 10 enemigos nos están esperando, Carl tira de mi hacia el pasillo.
- aquí no podrán usar su número.
- inteligente
- un heroe debe serlo.
El enemigo tendría que venir de dos en dos, por lo que tenemos ventaja; los primeros enemigos se sitúan delante nuestra, estos llevan piezas de armadura un escudo oxidado y una espada rota oxidada.
- ¿y esto?
- de la gente que matan, supongo.
La lucha feroz empezó, esta vez no sería tan fácil; no eran muy duchos en el combate con equipo, pero tampoco novatos y además sabían colaborar entre ellos.
Nuestras armas eran largas, el espacio limitado; choque mi espada con su escudo, y su espada repetidas veces hasta que vi una abertura pero su compañero lo cubrió.
Mi compañero tampoco conseguía una clara ventaja, hasta que se me vino a la mente unas cientos de batallas similares; entonces tenía claro lo que tenia que hacer ya, mi amigo empezaba a tener cara de preocupación.
- ¡agachate!
Mi amigo se agachó al instante, gire sobre mi mismo y lance a toda potencia rozando la pared de la cueva un corte lateral de espada; ambos pusieron sus escudos por delante, pero los partí en dos y les hice un corte en el brazo. Ante su estupor, mi amigo tampoco reaccionó; mate al que tenia en frente y corte por el lado al de mi izquierda, los demás huyeron más adentro de la cueva.
- ¡lo logramos!
- ...
Carl estaba en silencio. Observando el corte en la roca; en los escudos, el muerto.
- ¿cómo dices que conseguiste esa espada?
- fue un regalo
- ¡impresionante regalo! Creo que jamás he visto hacer algo así.
- y no lo volverás a ver, solo yo estoy tan loco para hacerlo.
Carl tuvo que reírse, sin decir nada más; continuamos el camino, atravesamos la zona ancha y llegamos a una bifurcación triple.
- ¿hacia donde?
- fácil, sigamos la sangre.
La sangre iba por el camino del centro.
Cuando llegamos vimos a un tipo más grande que los demás con una rama cómo escudo, una armadura en condiciones; una rama gorda en la mano y larga, junto a el...el herido con un nuevo escudo, y al menos 9 más detrás.
- ¿...que...queréis...? - dijo el grandote.
Carl me mira sorprendido, casi blanco.
- ¡¿ha hablado?!
- eso parece...queremos a la mujer.
- ¿...por...qué...?
- ¡¿ha vuelto a hacerlo y te ha contestado a tu pregunta?!
- si, silencio Carl.
Carl me miró mal, pero comprendió que estaba interrumpiendo; se cruzo de brazos y espero en silencio.
- porque su familia la busca y la quiere.
- ...Ella...es...nuestra...la...ganamos...la...necesitamos
- ¿por qué?
- ...combatimos...por...Ella...
- ¿y la necesitáis por?
- ...no...hembras...
Ambos nos sorprendimos ante ese testimonio, observamos a nuestro alrededor; todo varones, empecé a entender cual era el problema aquí.
Dos subtipos de humanos diferentes, unos con un problema y sin poder hablar; intentan solucionar su problema causando otro, lo que termina en sangrientas batallas una y otra vez.
- Carl, ¿cuanto costarían un par de señoritas de compañía? ¿Los próximos 10 años?
- 7.300 monedas de cobre
- ¿tenéis sala de tesoros?
- ...seguidme...
Tras seguirlo por un par de grutas de la cueva, llegamos a una sala donde hay una montaña de oro pequeña; varias de plata de mayor tamaño, muchas de cobre aun más grandes.
- danos 73 de oro y te traeremos 2 mujeres, podréis tenerlas 10 años; tendréis que tratarlas bien, pero podréis tener hijos con ellas.
- ...esta...bien...si...tu...no...volver.
Hizo la señal de cortarme el cuello.
- volveré.
Se nos dio las 73 de oro, se nos dio a la mujer desnuda; llena de sustancias inimaginables, con heridas sangrando y con moratones por todas partes.
- ...siento...su...estado...
- si en 10 años vuelvo y las mujeres están así
Le devuelvo el gesto, Carl se pone nervioso; el tipo hace el amago de una sonrisa, y asiente en señal de que me ha comprendido.
- en 3 dias nos vemos al pie de la montaña.
Cargamos y tapamos a la chica, la pobre estaba inconsciente; seria traumatico cuando despertará.