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El secreto de Magdi-Blu (4)

en Dominación

EL SECRETO DE MAGDI-BLU

Cuarta parte

RESUMEN DE LOS TRES RELATOS ANTERIORES

Javier Artero y Magdi-Blu forman un matrimonio diferente a los demás. Ellos practican la filosofía del Sado: él es su amo y ella la esclava sumisa. Su amor se basa en las prácticas propias del dolor y durante dos años son felices así. Lo que no sabe el marido es que Magdi tiene un secreto tan guardado que nunca se lo ha confesado: había sido esclava antes y la muchacha, que ha de ser cristalina con su señor no lo puede revelar. Un día, Magdi-Blu recibe un burofax donde la requieren con urgencia unas personas y abandona a su amo.

Javier quedó dolido con la marcha de su sierva pero es policía y está muy atareado con unos asesinatos en serie que se están realizando cada cierto tiempo. Conoce a una compañera, Pilar, especialista en sectas religiosas y del sexo necesaria para la llegar hasta el final del caso, con la que trabaja codo a codo. Esta relación se convierte en pasión cuando tienen que acudir a una mansión donde se practica sexo libre. El ambiente los provoca y se aman abiertamente. Lo que no saben ellos es que están siendo vigilados estrechamente.

 

 

EL COMIENZO DEL FIN DE UNA PESADILLA II

Javier se despertó aquella mañana a las seis y miró a su lado izquierdo. Allí, con el pelo revuelto caído a un lado y un mechón sobre la cara, la boca de labios gordezuelos, todavía con huellas de su semen pegado en las comisuras, y aquellos ojos que tanto besó cerrados en un profundo sueño reparador. Su cuerpo, hacia el lado de él, los pechos descansando el uno sobre el otro y su estómago era la única imagen desnuda de Pilar. Estaba preciosa y aquella noche sensacional, mejor que en la residencia Van GOE.

Se levantó con cuidado, no quería despertarla, sólo tenían cuatro horas de sueño y las otras había sido puro sexo. No era la relación que tenía con Magdi-Blu, arrebatador, frenético, salvaje donde los hubiera. Con Pilar era sereno, con mucha emoción, eso sí, pero pausado, delicado y lleno de ternura y amor puro, si se quiere. No recordaba haber tenido el sexo tan placentero como el de la residencia y el de la noche pasada. Recordaba vagamente sus principios en el instituto con aquella chica… ¿cómo se llamaba? luego se metió en un mundo para él fantástico que lo dominó. Le gustaba esta nueva etapa y, sobre todo, con la mujer que durmió a su lado. Recordó con entusiasmo lo ocurrido.

…

Pilar abrió la puerta de su duplex y los dos entraron en la casa. Tan pronto como la cerró, Javier la tomó en sus brazos, la besó y la acarició toda. Le quitó la túnica y contempló con admiración sus formas. Era una soberana hembra: pechos amasados, pezones marrones oscuros y grandes con aureola ancha que marcaba la grandeza de aquellas mamas, estómago plano, piernas largas y vulva grande e hinchada. Su vello público estaba recortado y afeitado a los lados para llevar tanga. Unos glúteos algo respingones, duros y bien puestos. Ella recibía las caricias con los ojos cerrados, disfrutando de las manos del hombre que sabía sacar partido de su cuerpo. Correspondía de igual forma y a su manera. Tomó el pene y lo masajeaba y apretaba, luego, con suavidad los escrotos y los cogía con una sola mano degustando la suavidad y vellosidad de la bolsa y las suaves durezas de ambos huevos. Quería bajarse y volver a meterse aquel cilindro en la boca hasta el final pero el hombre la tenía muy bien cogida y gozaba de su belleza natural.

Javier empezó a besar los pechos y los pezones, a chuparlos y morderlos con suavidad, a sentir la tibieza de los buenos botones que se endurecían y ensanchaba al contacto con la lengua. Amasaba una mama con la mano izquierda mientras la boca masculina disfrutaba de la otra. Luego cambiaba y hacía lo mismo, y así, durante un buen rato hasta sacarle los suspiros a la gordezuela boca de mujer. La otra mano se ocupaba de trabajar, por independiente, la vulva que estaba ya mojada antes de entrar en la casa. Empezó a bajar por el estómago femenino y mordía las sinuosidades y le hacía cosquillas que aguantaba a duras penas. Pasó al vello y la boca cerrada viajaba por todo aquel bosque recortado, oliendo a hembra en celo, oliendo a hembra follada no hacía mucho, oliendo al macho que la poseyó y que la estaba masturbando para volverla a poseer. La lengua de él se metió entre los labios vaginales que estaban cubiertos por una suave nube de vello negro. Se dirigió al clítoris y, con la punta de la lengua, lo lamía una y cien veces con rapidez, despertando en la mujer sensaciones tan maravillosas que las largas piernas se le doblaban por la falta de fuerza del tremendo goce que estaba percibiendo. Los gemidos, si antes suave, ahora eran sonoros en toda su extensión. Cogía la cabeza de él y la aplastaba literalmente contra su sexo. Aquel órgano logró invadir el interior de su himen y se movía con cierta dificultad ¡pero de qué forma! Un gran orgasmo la invadió y, gritando el nombre de él, le llenó la cavidad bucal de su líquido que el hombre saboreó con deleite.

Javier la giró con una cierta violencia y la puso de cara a la pared. Sin darle tiempo a pensar que era lo que ocurría, estrujó las nalgas femeninas y luego las abrió de par en par. Cuando se quiso dar cuenta de lo que pretendía ya era tarde, el policía la estaba lamiendo el ano de arriba abajo. Nunca se lo habían hecho y sintió una sensación tan extraordinaria que extendió las piernas más aún dejando ver más efectivamente aquel agujero que quería gozar. Él, después de varios lametazos que la puso en órbita, introdujo tres dedos dentro del esfínter y los giró varias veces.

-¡Con cuidado, Javi, con cuidado, por favor! ¡No… te niego… nada… ¡ah!..., despacio… ¡ahhhh!

Pilar era todo un poema de expresividad. Aquellas caricias dadas con las manos, boca y lengua era una gran pasada para la mujer. Si había gozado en la mansión ahora estaba en el edén de la pasión. Su jefe sabía hacerla gozar y eso la llenaba de tantos apetitos que temió sentir algo más que puro deseo hacia un hombre casado y muy enamorado de su mujer. Pero la estaba tocando, acariciando, masturbando su culo que, seguramente querría sodomizar, como antes lo había hecho con su coño, comiéndosela viva y, dentro de pocos minutos, lo tendría dentro de su vagina o del culo y eso era lo que contaba de momento. No resistía más y gritó

-¡Fóllame, Javier, fóllame o déjame mamarla y córrete en mi boca!

Javier se levantó sin quitar los dedos del interior del esfínter. Todavía tenía mucho líquido vaginal en sus comisuras y Pilar los lamió con desesperación pasando su lengua de un lado a otro, como una perrita lamiendo a su amo, hasta dejarlo sin nada. El hombre sacó sus dedos y dio libertad para que los chupara, gozara de las glorias de su propio cuerpo

El policía no aguantaba más la contención. No quería eyacular en la boca femenina sino dentro de ella, en el coño, en el culo, donde más placer le diera a ella. Tomando la mano de Pilar hizo que tomara su pene y preguntó.

-¿¡Elige donde, rápido, Pilar!

-Tu… tu… mandas, jefe. Te pertenezco en estos momentos –Decía desfallecida

-¡Donde, mujer, ya! –La voz imperativa masculina la hizo reaccionar y, sin titubeos, la colocó a la entrada de su himen.

Ella misma dio el impulso para que aquella polla que ya conocía se introdujera en profundidad hasta el infinito. Sintió el grosor del falo rozar toda la pared vaginal y cómo la cabeza chocaba contra el cérvix de ella. Se revolvía como una posesa, levantaba su torso, apretara los dientes, los labios abiertos y casi cuadrados por la estimulación y la garganta dejando escuchar los bufidos de pasión que ella no podía contener.. Javier embestía con gran fiereza aquella entrada sin importarle el dolor femenino. Estaba acostumbrado a ese trato y no pensaba de otra forma ni que era otro tipo de mujer la que follaba. Perdió el norte de la situación al venirle aquel deseo irrefrenable y se fue sin poderlo evitar. Ambos, casi a la vez, se vinieron, y esta vez, Javier se corrió dentro de Pilar sin poder sacar su polla por la desesperación tan grande en la que se encontraba. Los gritos de los dos se oyeron desaforadamente por toda la casa Totalmente extenuados, los dos quedaron enganchados y resoplando durante un buen rato, sudorosos, babeando, los ojos desorbitados… y se quedaron dormido el uno sobre el otro.

…

 

Era grato volver a recordar aquellas horas de deleite y de puro goce. Se acercó a ella, se agachó y la besó en la cara, sobre aquella suave melena que la cubría, con cariño, mirándola como dormía.

-Te quiero, Pili, no lo puedo remediar. Perdona mi brutalidad –Y lo decía en voz baja, a la oreja que quedaba libre de la cabellera besándolo también.

Cuando Javier cerró la puerta de la alcoba, Pilar abrió los ojos, con lágrimas de alegría, y los volvió a cerrar con fuerza.

 

EL ENCUENTRO CASUAL

Javier llegó a su casa, llevaba sin quedarse en ella desde hacía ocho días, sólo se bañaba y cambiaba de ropa. Al entrar se sorprendió visiblemente, frente a él, sentada en un sillón, cabalgando una pierna sobre la otra indolentemente, la falda tan arriba que se le veía la braga blanca, casi transparente, y la sombra del vello púbico, estaba Magdi-Blu. Su rostro denotaba cansancio, sufrimiento, amargura, como si hubiera pasado una amarga experiencia un momento antes. Se miraron larga e intensamente, él demostraba gran sorpresa, ella odio, dolor, despecho

-¡Vaya con Magdi! ¿Has venido para quedarte o volver a marchar?

-¡Esta es mi casa y tú eres mi marido y señor!

-¿De veras? ¿Desde cuando lo has sabido? –Y rió su gracia

-¡Por favor, Javi, comprende!

-¡Qué tengo que comprender, dííííímelo! ¡Explícame porqué te vas y luego vuelves! Si soy tu marido y señor tengo derecho a saberlo ¿No?

-¡Te juro que te lo contaré, Javi! ¡Dame tiempo y ten mucha confianza en mí! No puedo contártelo ahora, pero te juro que ya todo ha terminado y mi familia me dejará en paz para siempre. –Y ella se levantaba y corría a refugiarse en los brazos de su dueño. Javier la paró sujetándola por los hombros.

-Me dijiste que no tenías familia ¿Ahora me sales con una? ¿Desde cuando? Llevamos ahora mismo dos años de casados y has desaparecido, con esta, tres veces ¿Estabas con tu familia desaparecida todo ese tiempo? –Y la miraba con sorna y resentimiento.

-Javi, por favor, ten paciencia conmigo. Te he dicho que ya he terminado con mi pasado. Ahora vuelvo a ser tuya totalmente, tu esclava, tu puta, un cuerpo para maltratar y tener placer ¡Soy tuya, Javier, tuya hasta mi muerte! ¡No tendrás necesidad de buscar a otra puta! ¡Yo soy tu puta, tu perra, tu zorra asquerosa que te hace vibrar! Ya no vas a necesitar más a esa guarra…

-¿Cómo has dicho, Magdi? –La alejó para verla mejor

-Quiero decir… eh, eh…, que… no vas a necesitar de ninguna mujer en adelante…, bueno…, que no tendrás que buscar a ninguna porque estoy yo aquí.

-¡No, Magdiiii! ¡No has querido decir eso! ¿Es que me has estado espiando todo el tiempo? ¿Vienes con esas pamplinas a un policía? ¡Vamos, por Dios, Magdi!

-¡No, Javi, no, mi señor! Quiero estar contigo, nada más. Te contaré todo y verás como volvemos a ser los de hace una semana, mi dueño. Por favor, dame otra oportunidad, perdona a esta perra que tanto te ama ¡No sabes hasta cuanto! ¡Mato por ti sin escrúpulos! ¡No me dejes!

-Estás disparatando las cosas, Magdi. Nunca digas palabras que puedan dañarte en un futuro Bien, vale, te quedarás, pero no querrás mi bendición. Llevas más de una semana fuera de casa y no sé aún donde has estado ni tienes intención de decirlo. Tú sabrás, de momento haremos vida aparte. Demuéstrame que me has sido fiel y yo cambiaré mi aptitud.

-¿Y tu, Javi, me has sido fiel hasta ahora?

-Soy tu dueño y señor, no te tengo que dar a una esclava explicaciones ¿O no lo sabes a estas alturas?

Magdi-Blu bajó la cabeza en señal de sumisión. Era mejor que su señor creyera que ella admitía la superioridad de él, entre otras cosas, porque era verdad, pero le daba un paréntesis para poder llegar a una solución, y luego sí, después se entregaría a él totalmente, le daría su vida para que dispusiera de ella. Era suya y se lo tenía que demostrar. Vería él que ella no mentía. Tiempo al tiempo, se dijo.

-¿Dónde he de dormir? ¿A los pies de tu cama, amo? Yo soy tu perra y es el sitio que me corresponde.

-No, Magdi, dormirás en la otra habitación. He venido para cambiarme, me voy a la comisaría. Has lo que tengas que hacer. Cuando vuelva hablaremos, no me gustan estos juegos tuyos. De lo que salga de esa conversación te quedarás o yo marcharé.

Suena el móvil corporativo

-¿Sí?

-…?

-¿Cuatro?..., si… ¿Dónde?

…

-Bien, voy para allá

-Tengo que marchar tan pronto me cambie ¡Adiós, Magdi

…

La habitación estaba revuelta, los cadáveres esparcidos, de cubito supino, atados y una escena espantosa y grotesca: todos tenían sus penes cortados y metidos en sus respectivas bocas y cuatro barras de medio metro introducidas en los anos masculinos rasgados y ensangrentados.

El escenario estaba en penumbras, como los anteriores, cuatro velas pequeñas eléctricas a los costados de cada uno de los asesinados y, la inscripción a spray en ambas paredes frontales "La mujer es escoria ¡Esclava del placer del hombre! ¡Su venganza ha llegado! ¡Yo soy la muerte!". La habitación estaba revuelta y desordenada, las camas utilizadas y las sábanas llenas de manchas que estaban siendo analizadas por la Científica.

-Aquí vivían estos hombres y solos –Dijo Pilar desde la puerta, haciendo su aparición- No hay pruebas evidentes de estar atendidos por mujer o mujeres algunas, no sois cuidadosos con vuestras cosas y, además, sois guarros de naturaleza, la prueba es esta casa y la limpieza. Sin embargo, aquí estuvo una mujer varios días y todos estos se acostaron con ella. Fue atada, fustigada y vilipendiada con su consentimiento. Posiblemente la asesina. Fijaros en la habitación del fondo, allí hay barras, potros y cadenas en la pared. En el suelo se encuentran látigos, fustas, pinzas, mordazas, máscaras, bodys de cuero y de correas, cinturones con muñequeras y arandelas, muñequeras con collar y argollas, collares con arandelas y un largo etcétera de tienda de sex shop muy bien surtida. Id a verlo y se os pondrán las pollas a tope.

-Su comentario está de más aquí, subinspectora. Limítese a informar y guárdese sus sarcasmos obscenos ¿Estamos? –Espetó Javier furibundo a su subordinada

-Si, señor. Al fondo y a la izquierda encontrarán lo que he dicho. Científica está allí.

Durante más de dos horas la policía al mando del inspector jefe Javier Artero hizo un concienzudo análisis de la situación. Un forense se acercó al jefe y le informó.

-Artero, todas las pruebas de sangre, semen, fluidos vaginales, salivas y sudores pertenecen a los hombres asesinados y a la mujer que se encontraba aquí. Las huellas son todas de ellos y, de la mujer no hay indicio ¡Cosa extraña! Eso puede significar que se encontraba siempre atada o, estando libre, vendada de manos y pies. Por las pruebas analizadas sobre el terreno, la mujer ha permanecido en esta casa sin salir de ella una semana a diez días y no más. Las manchas en las sábanas son de los hombres y la mujer. Por ejemplo, ella ha cohabitado con dos o tres de ellos o con todos, a solas con cada uno y también hay huellas de flujos vaginales como consecuencia de masturbaciones que se hacía.

Esto es un informa preliminar para que usted y los suyos tengan datos. Mañana, sobre el medio día le pasaremos los informes completos solo a falta del médico forense cuando haga las auctosias.

-¿Por qué el vendaje de la mujer en las manos y pies? –Preguntó Javi.

-No lo sé, jefe –Dijo el forense científico- La subinspectora está más especializada en estos asuntos que yo.

-Se debe –Dijo Pilar, detrás de Javi- como buenos adoradores de la filosofía del dominio, el bdsm, el sado duro, en el que pueden morir mujeres y hombres, que la sierva/siervo o esclava/esclavo no puede dejar rastro de su "asqueroso cuerpo" por donde ellos, los amos pisan. Si no tenían sótano, como es este caso, la mujer que nos incumbe tenía que estar cubierta por calcetines, guantes, vendas u otras telas que no permitiera el sudor, la sangre o sus flujos vaginales manchar el suelo sagrado por donde los señores circulaban. Sólo en el lugar del dominio era donde la mujer gozaba, por así decirlo, de libertad de esas ataduras en sus miembros, pero tenía que estar atada, bien por el cuello, las muñecas o los tobillos a una cadena larga a la pared, en las barras o atada al potro por la cintura y el lugar que se le destinaba era, aquí, aquella habitación donde hemos encontrado los arneses.

-¡Joder, sería bueno practicarlo con la parienta! –Decía uno

-¡Coño, ya lo creo! Y sobre todo esa mordaza en la boca ¡Estaría guapa la gorda de mi mujer, ja ja ja y me dejaría en paz! –Contestaba otro

-Pues yo la ataría al potro y se la mandaría a su madre después de darle fuerte con el látigo y mi "látigo particular". ¡Iba a saber la bruja de mi suegra quién soy yo! –Replicaba un tercero

-¡Mujeres, a las barrasssssss! Vamos a daros de lo lindo –Se reía uno más mientras hacía movimientos de pelvis y los brazos en ángulo recto y los puños cerrados al compás de ella.

A Javier no le hizo mucha gracia la excelente explicación de su querida Pilar. Aquellos berracos estaban haciendo guasas de algo que él dominaba y practicaba como un auténtico especialista, no en vano, en el mundo del sado por el que él se movía estaba considerado un "maestro"

-¡Machistas hijos de putas! –Y un sonoro y fuerte portazo sonó detrás de todos. La subinspectora Pilar Araña se había marchado.

-¡Vamos señores, calma, calma! –Ordenaba el inspector jefe con una contenida sonrisa por no demostrar mal humor- Hemos terminado aquí. Nos marchamos.

Un forense se acercó a él casi corriendo. Llevaba algo en la mano que le enseñó.

-Señor, mire. Hemos encontrado en la habitación donde están los cadáveres esta alianza cerca de donde se supone estaba la mujer. Tome un guante.

Javi se puso el guante, tomó el aro y, un sudor frío recorrió su cuerpo y miles de recuerdos, sensaciones y sospechas recorrieron su mente. Miró la inscripción interior y estuvo a punto de caérsele la prueba al suelo. Le costó trabajo entregar la joya al funcionario. Dejó pasar algo de tiempo para recuperarse y que sus hombres no se dieran cuenta de su estado.

Ya en la calle buscó afanosamente el cocho de Pilar. Estaba cerca del cuatro por cuatro de él y ella dentro, seguramente enfurecida. Las piernas no le respondían y debió estar mal porque ella descendió de su vehículo y se le quedó mirando con el seño fruncido, sorprendida. Cuando llegó a dos metros del cocho ella le preguntó.

-¿Te pasa algo, Javi? ¿Estás blanco como el papel? –Se notaba que la mujer no se encontraba en su mejor momento.

Tan pronto lleguemos a la comisaría ven a mi despacho. Te daré un documento para que lo investigues. Ruego la máxima discreción. Lo que averigües no lo ha de saber a nadie. Me informarás a mí. Yo sé lo se ha de hacer. Otra cosa, no quiero que me cuestiones cuando lo averigües, tú misma te darás cuenta en su momento por que te digo esto. No es una orden, es un ruego, un favor muy grande. Vamos.

Llegaron a la Comisaría casa uno en sus coches y Javier Artero fue directamente al despacho, tomó un sobre abierto y lo entregó a la subinspectora que en esos momentos entraba.

-Has de ir al Correos de esta dirección y has de averiguar quién o quienes enviaron este borofax, la dirección, el día y la hora. Sólo cuando sepas la dirección sabrás de qué se trata la investigación. Por favor, infórmame sólo a mí. Te juro que no voy a prevaricar en este caso, Pilar. Si no estoy aquí, déjame el informe cerrado sobre la mesa. Gracias de antemano.

Pilar, otra cosa –Se acercó a ella, la tomó por la cintura y la atrajo hacia sí, besaba suavemente los labios femeninos. Una manos recorría aquellas nalgas macizas, deliciosas y la otra buscaba por debajo de la axila el pecho izquierdo que se entregaba gustosamente a las caricias- Has de tener mucho cuidado. No me preguntes, pero tú estás, si no me equivoco, en el punto de mira de la asesina. No te voy a decir nada más porque lo vas a descubrir próximamente. No temas estaré siempre detrás de ti, eso sí, abre mucho los ojos, serás la siguiente. Vete ahora.

Javier dejó de acariciarla para tomarla por los hombros y abrirle la boca y meter la suya en un húmedo beso profundo, fiero, doloroso, cargado de deseos irrefrenables, de angustias, de que todo acabara para tenerla para él siempre. La dejó extasiada, con los ojos cerrado, degustando las caricias, le dio la vuelta hacia la puerta y, con una nalgada, la despidió.

-Esa es la primera nalgada que te doy, mi vida, de las varias que me debes ¡Por favor, cuídate!

 

UN DESCUBRIMIENTO SORPRENDENTE

Pilar Araña entró en las oficinas de Correos y se dirigió a Telegramas, preguntó por el jefe del Negociado y se presentó como policía. Enseñó el sobre que el hombre abrió y dijo que deseaba saber quien había enviado el borofax.

-Bien, subinspectora, normalmente no se facilita información de esta clase si no es por conducto judicial, o sea, una orden del juez. Pero me cae bien, confío en usted y me agrada como mujer. Es usted muy bonita ¿Se lo han dicho ya? Hace seis meses que estoy divorciado y no me he comido un rosco desde entonces. En fin, ya sabe… uno es de carne y hueso.

-Pues que bien ¿eh? Qué suerte para su ex que se ha visto liberada de un zang… de un, digamos, don Juan como lo es usted, señor mío. ¿Vamos al asunto? –Y yendo detrás de él hizo un gesto de dar un pescozón al ligón que le tocó en suerte topar.

El hombre era muy eficiente y, con dos o tres toques de teclado, encontró un listado de ese día. Pasó el ratón por la lista y se paró, como a la mitad.

-¡Aquí está! Quien puso este buro fue un tal Alfredo Blu Alcántara y lo remitió como Familia Blu Alcántara a…, vamos a ver…., sí, a una tal Magdalena Blu Alcántara ¿Quiere confirmar el texto?

Pilar había quedado petrificada. Sus expresivos ojos estaban abiertos como platos ¡la mujer de Artero es la mujer buscada, la esclava maltratada por los asesinados! Él debió sospechar algo raro y guardó ese buro, no como sospechosa del caso, sino que dudaba de que lo estuviera engañando y, por alguna circunstancia, llegó a la conclusión exacta de que ella era la mujer del caso, la asesina en serie, pero ¿cómo llegó a esa conclusión? Tuvo que ser allí, en la casa de la familia de ella y, además, lo descubrió antes de salir de allí ¡Dios mío, era verdad lo que le dijo de que se encontraba en serio peligro! ¿Sabría Magdi que ella y su marido había tenido relaciones? ¿Y si era así, cómo lo sabía si se encontraba prisionera, secuestrada y como fuera? Tomó la copia informática que le dio el jefe de Telégrafos, se despidió e hizo caso omiso a las pretensiones del funcionario.

Salió de Correos y, temerosa de lo que había descubierto y de la advertencia del jefe, miró a un lado y a otro. Antes de salir, Pilar desabrochó disimuladamente la pequeña correa que mantenía su pistola reglamentaria y mantuvo su mano derecha al cinto preparada para cualquier evento.

Estremecida por los acontecimientos, la subinspectora tomó un sobre DINA 4 y metió el buro y la información cerrándolo y asegurando la confidencialidad con un sello en rojo y el pegue sobre la solapa con cinta adhesiva transparente. Pasó al despacho del jefe de lo Criminal y dejó el sobre en los portafolios. La curiosidad policial la hizo ir a ver al segundo de abordo. Jordán que se encontraba revisando unos documentos. No le gustaba aquel hombre porque la miraba descaradamente de arriba abajo y, en un par de ocasiones, le sacó la lengua moviéndola grotescamente, pero tenía que saber algo.

-Jordán ¿Sabe usted donde está el jefe? Necesito saberlo –Lo miraba de frente, retadora, demostrando que no le tenía simpatía.

Esta vez Jordán no se hizo el grosero, se le veía preocupado, nervioso y, los documentos sobre la mesa eran del caso que tenían entre manos la brigada.

-¿Qué ha descubierto, Araña? Estoy al tanto de lo que pasa. Sólo usted, el jefe y yo sabemos lo que se supone se ha descubierto. No sé donde está pero le aseguro que salió de aquí como alma que lleva el diablo, a toda mecha. Yo sospecho que estará en su casa o buscándola en algún sitio que el matrimonio tenga, no lo sé. Me ha pedido que tan pronto la vea no me separe de usted o que le ponga escolta. Eso es lo que voy a hacer, Araña, le pondré escolta, tengo que estar aquí coordinando esto hasta que el jefe me llame o me diga el paso siguiente ¿Se marcha ya?

-Si no hay otra cosa que mandar, sí. Aprovecharé para hacer unas compras al Súper y estaré en casa. Tendré el móvil encendido en todo momento, Jordán.

Jordán le ordenó que esperara un momento, tomó el teléfono y pidió un agente en servicio que estuviera libre. Un chico joven, alto, veterano apareció ante el inspector y éste le dio órdenes concreta que no se separara ni un momento de la subinspectora. En el rostro del policía se vio el contento de estar destinado a escoltar a la hermosa mujer. Pilar lo miró seria sabiendo lo que pasaba por la cabeza de aquel hombre.

-No te hagas ilusiones, compañero, es solo vigilancia de cerca no pegado a mí porque te levantaría del suelo a la primera insinuación que tuvieras con tus manos ¡Ojo, tío! No te pases y seremos amigos.

 

SOSPECHA CONFIRMADA

Javier Artero subió las escalera de tres en tres hasta su piso. Como de costumbre el puto ascensor estaba roto y la desesperación era patente en su ánimo. Tenía la esperanza de encontrar a Magdi-Blu en casa, de comprobar que ella seguía luciendo la alianza en su dedo anular, de preguntarle si ella tenía lazos familiares con aquellos hombres asesinados. El corazón le salía del pecho y tenía la boca amarga.

Entró en la casa y la llamó a gritos. No obtuvo respuesta alguna y la buscó por todas las habitaciones y los servicios. Se pasó la mano por la frente, estaba sudando, al borde un infarto -se dijo- Tenía que encontrar algo que le dijera donde se encontraba. Magdi, siempre dejaba una nota para él. Si estaba trabajando dejaba anotaciones recordatorias de asuntos pendientes siempre fue una mujer muy ordenada. Pasó a su pequeño despacho que compartía con él. En el escritorio encontró un pequeño bloc para escribir, estaba en blanco. Lo cogió, pasó el dedo por la superficie y notó que había huellas de surcos de escrituras. Tomó un lápiz 2B y rayó toda aquella superficie y fue saliendo lo escrito en líneas blancas. Lo que leyó le hizo poner los pelos de punta y un grito profundo, agónico, salvaje le salió de la garganta y retumbó por toda la casa. Un nombre de mujer surgió del chillido y, sin esperar a más, salió corriendo de la casa sin cerrar la puerta de entrada.

 

UN ENCUENTRO CASUAL

Pilar Araña y su escolta llegaron al supermercado sobre las cinco de la tarde. La joven no tenía ánimo de nada. Estaba preocupada por los acontecimientos, por la ausencia de Javi, por la repercusión que podría depararle si no rehusaba salir de la investigación ¿Qué pasaría de ahora en adelante en la relación amorosa entre ellos dos? Ensimismada estaba entrando y saliendo por entre las calles de súper, cogiendo y metiendo en el carro de forma mecánica los productos que no se dio cuenta que tropezaba con alguien. Era una mujer joven, hermosa, castaña clara, bien vestida, más baja que ella y con gafas de sol muy oscura. El sentido de deducción policial le alertó que era extraño ver a alguien con lentes oscuros dentro de un local cerrado pero no le dio más importancia.

-¡Oh, disculpe, señora! Estaba en mis cosas y no me fijé en usted

-¿Por qué? No hay de qué, estamos en el súper y es normal que nos tropecemos ¿Nos conocemos? Usted vive en la urbanización Puerta de Hierro no sé donde, pero sí, la he visto en varias ocasiones.

-Si, así es ¿Trabaja por aquí, en el centro?

Cerca de Carabanchel, tenía que realizar unos asuntos por estas inmediaciones y también atender mi casa y la familia.

-Pues nada, encantada. Seguramente nos volvemos a ver por la urbanización ¡Adiós!

-¡Adiós! Que tenga una buena tarde.

Pilar la observó por los espejos retrovisores que hay en cada calle de los súper y la observó. Era una mujer elegante y con gran porte ¿Y las gafas? ¿Tendría alergia a la luz del día? Cuando siguió comprando se olvidó de la mujer y no volvieron a verse. En el aparcamiento, al lado de su vehículo se encontraba otro más pequeño de color rojo metalizado muy pegado a la puerta que casi no podía abrirse. Era un Mini moderno y parecía de alquiler. Estando metiendo las bolsas de la compra en el portabultos, ayudada por el compañero, apareció la mujer elegante de las gafas oscuras que se dirigía al Mini directamente,

-¡Dios mío, ahora me toca pedir disculpas a mí! ¡Mire como he aparcado mi coche y es que no soy buena conductora! Ya lo estoy quitándolo ¡Perdono nuevamente! –Dejaba el carro a un lado con presteza y subía al Mini y en un momento dejó suficiente espacio para las dos puertas delanteras de ambos coches.

-"¿Si es mala conductora, como ha dicho, ha hecho una excelente maniobra de apertura?" –Pensó

-¿Usted cree en las coincidencias? Se dice que si se cree en estas cosas se cree en el Karmas y si tienes fe en él es que también crees en la reencarnación ¿Estaremos predestinadas las dos para estos tipos de encuentros casuales? ¿Hemos tenido otras vidas paralelas en otros tiempos? –Y reía alegremente

-Todo es posible. Nunca había oído esto del Karmas, claro, yo no practico este tipo de ritos y no estoy ducha. Me llamo Pilar Araña ¿Usted?

-Magdalena Blancos. Y de tú, por favor, somos vecinas y, posiblemente cerca ¿El policía Nacional es algo tuyo?

-Sólo un compañero de trabajo que me viene a ayudar en la compra y, como donde vive le coge de camino a la urbanización, lo llevo hasta donde me diga.

-Pues nada, Pilar, nos veremos pronto ¡Adiós!

Rodando el coche, el guardaespaldas de la joven, hombre joven y ligón, seguramente, alabó la prestancia de la desconocida.

-¡Joder, qué buena está la tía! Es una mujer de unos treinta años maciza como a mí me gusta. No me importaría ahora mismo ir con ella y echarle… estos… ayudarla a colocar la compra donde diga ¡Joder, joder, joder, qué buena está la tía, que buena!

Pilar lo miraba seria de reojo. Pensaba que no era más que un salido y un insensato jovenzuelo que se le había puesto la polla en alza como ocurrió cuando Jordan le encargó el trabajo de acompañarla a todas partes, y como se dejaba ir varias veces para atrás para mirarle el culo a sus anchas. No le importaba, mientras mirara eso no hacía daño al cuerpo.

-Así que le echarías un polvo a esa señora y me dejarías a mí en la estacada, incumpliendo una orden, todo porque tienes la polla muy caliente ¿No?

-¡Subinspectora, no, ni loco! ¡Me costaría un paquete, quiá! Menudo es ese hijo puta de Jordán ¡Perdone la expresión, señora! Pero uno tiene ojos en la cara y me caliento como buen macho cuando veo una hembra como usted, como… -Calló y miró por la ventanilla del coche. A veces era un bocazas y la cagaba siempre.

La policía no contestó. Por dentro estaba que se mondaba de risa pero tenía que dar una apariencia de mujer molesta por las formas del subordinado. Llegaron a la casa de Pilar y descargaron la compra. El muchacho aceptó una taza de café y dijo que iba a inspeccionar el jardín. A las diez vendría una compañera a relevarle. Era tarde ya. Las luces de la calle empezaban a encenderse poco a poco y la calle tomaba el aspecto de la noche. No vio que una sombra de mujer hermosa se acercaba a él por detrás y le rompía el cráneo de un mazazo.

El timbre de la puerta sonó. A Pilar aquello la molestó. Si tenía que revisar toda la casa jardín incluido, que dejara la puerta abierta, ella estaba ocupada con labores caseras. Abrió.

-Mira, cuando salgas deja la… -Delante de ella estaba la mujer del supermercado, todavía con las gafas puestas, seria, mirándola intensamente.

No tuvo dudas de quien se trataba. Antes de tomar cualquier decisión miró hacia fuera, en busca del chico y lo vio tendido en el suelo de cinturas para abajo. No vio más, algo contundente le dio en la cabeza y cayó redonda al suelo hundiéndose en un mar de tinieblas.

Se despertó con un tremendo dolor de cabeza. En el primer instante no sabía que había sucedido, ella estaba en la puerta, la… ¡Ah, ya! Abrió los ojos y se encontró con un horrendo espectáculo. La habitación estaba en penumbras y cuatro cirios pequeños eléctricos la rodeaban: dos por cada lado de los pies y otros dos a los costados de los hombros. Estaba atada con cuerdas de nailon fino pero fuerte a los pies de la cama y por la cabecera, abiertas las piernas y los brazos totalmente, desnuda completamente. Delante de ella se encontraba aquella hermosa mujer, ahora sin gafas, dejando ver unos ojos grandes y desorbitados por el odio contenido en ellos. En la mano derecha una daga pequeña de dos filos

Vestía como una dominadora de sadomasoquismo. Su cuerpo estaba desnudo y con un correaje que no tapaba los medianos y rectos pechos. El cinturón ancho que le cubría el ombligo, un tanga muy pequeño con un triángulo que sólo tapaba la vulva bien señalada cogido a una pletina casi invisible que se enrollaba a las caderas. Un collar ancho y con argolla grande de oro era el adorno del cuello. Por último, las piernas estaban cubiertas por unas botas de caña alta y ajustadas al los muslos que le llegaban casi a las ingles y unos guantes también largos que les cubrían los dos torneados brazos hasta las axilas. Unas muñequeras también con argollas doradas se fijaban a las muñecas finas de la mujer. Todo el ropaje de esta dominadora era de color rojo y acharolado

-¡Ves, mujer, hay que creer en las casualidades, hay que creer en el karmas! Otra vez juntas ¿No te dice eso nada? Compartimos algunos gustos, por ejemplo, Javier Artero ¿No lo conoces? ¡Te folló anoche, puta! ¡Te folló antes en la residencia Van GOE, zorra asquerosa! Yo os vi., con estos ojitos detrás de la cortina, luego, cuando empezó el juicio y los castigos os volví a ver delante de mí, mirando cómo mis hermanos y mi padre me poseían y aleccionaban por haberles traicionados ¡Sí, aquella perra que estaban juzgando, atada, poseída, sodomizada y realizando felaciónes era yo, Pilar! ¡No me reconocisteis porque el antifaz y el giro que hice con la cara no dieron pista alguna! ¡Pero os miraba por el rabillo del ojo!

¿Sabes? Cuando me azotan ya no siento dolor. Mi padre y hermanos me han azotado desde los diez años, he sido siempre la puta de ellos, su zorra, la esclava dispuesta, quisiera o no, a todas sus apetencias. Yo, Pilar, no soy más que un pedazo de carne bien construido nacida para dar placer, mucho placer y no recibir nada a cambio. Yo no tengo derechos. Nací esclava de ellos hasta que los eliminé y soy esclava de Javier ¡El único amo al que respeto, quiero y obedezco por encima de mi Dios, si es preciso! Pero él también realiza disciplinas en mi cuerpo, por todas partes, sin miramientos., duramente. Es el amo, un amo muy conocido en nuestro mundo, duro, sin escrúpulos, como han de ser los dueños y señores ¡Es su condición de dominador! ¡Dios se lo ha dado, él ha de emplearlo con sus siervas, un derecho divino inviolable! Pero no es un amo al uso, no conmigo ¡Cuando me castiga es para darme placer, mucho, mucho placer! ¡Tú no sabes que el éxtasis del placer viene a través del dolor. !A más dolor más sensaciones maravillosas tienes! ¡Me toma los pezones así! –Sin soltar la daga cogió los de la policía y los estiró de tal firma que la chica grito desaforadamente

!Caramba, que fina nos ha salido la niña! ¿Te ha castigado en la vagina de esta forma? –La barra de madera que iba a servir de pene más tarde, fue descargada brutalmente en la vulva.

¡AAAhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! –No era un grito de desesperación lo era de terror, de un dolor lacerante inimaginable. Levantó el cuerpo de tal forma que quedó apoyado sobre los talones y la cabeza- ¡Mira, mira, mira, la pobrecita! Veo que nuestro señor y amo no te ha aleccionado debidamente. No creo que lo haga, te voy a matar ¡Jamás serás de él, nunca más, puuuuuuuuuta!

Gritaba Magdi-Blu en los oídos de la joven como una corneja. Pilar, ante el gran dolor recibido se movía de tal forma que daba la sensación de que iba a soltarse. El gran golpe en la vagina le ocasionó vómitos y por entre los labios salió sangre en abundancia.

-¡No me jodas, inmunda y asquerosa perra! ¿Nuestro amo no te ha follado tan salvajemente que parece el docto Jekill y Hyde? ¡Imposible, no puede ser! ¡Él es un dios, nuestro amo, el dominador y nos folla como le viene en ganas! ¿Y a ti te trata como a una puta cualquiera? ¡Yo soy la reina de su polla, la reina de sus deseos, la reina que lo deja totalmente exhausto! Te voy a meter esta vara por el coño y luego simularé que el señor te folla ¡Has de aprender, antes de morir, lo que te has perdido, puerca asquerosa de mierda! ¡Te meteré esta barra por tu coño, otro por el culo y un tercero, este, por la boca! ¡Dios mío, vas a morir gozando como las otras, como esos maricones que me apartaron de mi señor! ¡Te zurraré a placer antes que nada y luego terminaré el rito!

-No somos seres iguales a ellos ¡Estás equivocada si lo piensas! Ellos se valen de nuestra eterna debilidad femenina, de nuestra sumisión ¡Algo innato en nosotras! ¿No te has dado cuenta, inmunda y asquerosa pedante? ¡Somos carnes con forma humana, el desahogo del varón para su debilidad! ¡FOLLAR, FOLLAR, FOLLAR!, ¡la que le damos hijos varones para que siga la divina tradición de su estirpe masculina!

-¿Nunca te ha disciplinado al llegar a casa de esta forma? –Y el revés de la mano fue descargado sin piedad sobre aquella vulva hinchada y desbaratada por los tremendos golpes echo con el cilindro de madera- ¿O de otro forma, como esta?

El golpe terrible en medio de los pechos hizo que Pilar escupiera sangre, los ojos se le salieran de las órbitas y su semblante se desfigurara espantosamente. Gritó

-¡Acaba ya conmigo puta y asquerosa loca! –Pilar daba la sensación de que se iba a salir de sus ligaduras, tal era la fuerza desarrollada.

-¡Bien, bien, querida! ¿Empezamos ya?

Pilar Araña no veía ni entendía nada. La vista estaba nublada, sangraba por la boca, sus bajos la hacían bramar de auténtico dolor. No le importó nada, que terminara –se dijo otra vez- si la mataba toda aquella pesadilla terminaría ¡Ahora comprendía el terror reflejado en las caras de las otras víctimas! ¿Qué estaría haciendo aquella demente? Sintió un dolor agudo a la entrada de su himen ¡Estaba colocando aquella barra para introducirla y reventarla! ¡Otras! ¿Dónde?

-¡¡¡Maaaaaaaaaaaagdiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii –El grito venía de alguien más que estaba allí. No podía conocer de quién ni poderlo ubicar. Era desgarrador y potente. Una sombra pasó como un rallo por delante de los velados ojos de la muchacha y, aquella mujer, voló literalmente ¿Quién era el salvador oportuno? Dentro del dolor por todo su cuerpo, Pilar pensó que era bienvenido porque tenía la certeza de que la estaba salvando y, entonces, se desmayó.

Magdi-Blu no comprendía porqué su dueño no la dejó terminar la labor ¡Se lo había encomendado Dios a través de sus plegarias!

-"¡Salva a tu señor, perra y te recompensará con su amor eterno!" –Había dicho el Divino Hacedor cuando ella, para salirse de las pesadillas que le infligía su familia, se desdoblaba.

-¡Señor, estoy haciendo justicia, una justicia divina, amo! ¡Dios, nuestro Hacedor me lo ha encargado! ¡No te metas en sus decisiones celestiales, señor, aunque seas el dueño y señor de esta hembra maldita! ¡He tenido que acabar con las otras mujeres que no eran más que diablos disfrazados de hermosas mujeres para tentarte y alejarte de mí, mi señor! ¡Ayúdame, soy tuya!

-Magdi, mi vida, no hay más mujer que tú para mí. Estaba celoso de que te fueras y no me consideraras como tu dueño. Pero ya todo pasó, déjalo, ella no tiene culpa alguna, es una policía que trabaja conmigo y es normal que nos vieras juntos, no hay nada más. Pilar es una gran mujer y no merecía que le hicieras esto, Magdi. Ven querid…

Javier no se dio cuenta que su mujer, estando encima de ella para reducirla, para calmarla y convencerla había cogido la daga de doble filo, la levantaba con las dos manos iba a descargarla sobre la espalda cuando un tiro de pistola sonó y fue certero a los entrecejos de la asesina. Se despatarró y los brazos cayeron abiertos en cruz bajo el cuerpo del marido. El estilete cayó a medio metro de ellos

Javier Artero no tuvo dudas de donde venía el disparo y su autor: Jordán, campeón nacional del club de la policía española de tiro al blanco. Se levantó como un poseso y se arrojó contra su compañero que no comprendía aquel proceder.

-¡Javier, Javier! ¡He tenido que disparar porque iba a clavarte esa daga en la espalda! –Decía mientras señalaba el arma blanca- ¡Mírala, mírala ahí, hombre!

El inspector jefe descargó un tremendo derechazo en la mandíbula de Jordán. Estaba enloquecido, no era dueño de sus actos, no sabía lo que hacía y su compañero había matado a su mujer

-¡Maldito, te mataré yo también! ¡Ahhhhhh!

No tuvo tiempo de llegar al maltrecho inspector caído en el suelo y semiinconsciente, unos policías de uniforme que vieron todo lo cogieron por los brazos cuando iba por el aire derecho al otro.

-¡Soltadme, soltadme cabrones! ¡Ha matado a mi mujer! ¿No lo habéis visto, hijos de puta? ¡Nunca hubiera atentado contra mí, contra su dueño, malditos, dejaaadme!

Javier, una vez reducido fue rodeado por sus hombres que le hicieron ver la realidad de lo ocurrido. No lo creía pero a medida que iba pasando el tiempo se dio cuenta de la verdad.

…

 

Pilar, después de ser liberada y atendida por el médico forense, se encerró en el baño y allí estuvo dando riendas suelta a su amargura con llantos que, siendo sonoros, no eran ruidosos. El terror se apoderó de ella y se acurrucó en un rincón, encogida como un feto, desencajada, despavorida, ida de sí misma hasta que la tranquilidad le fue llegando en dosis muy lentas, tan lenta que duró más de tres horas en la posición fetal cuando la encontraron. El médico ordenó el desalojo del recinto y se quedó a solas con la muchacha. Poco después salió y a los cinco minutos la ducha empezó a funcionar fuertemente.

 

RESUMEN

Han pasado quince días desde entonces. Javier se encontraba delante del comisario leyendo el informe que había escrito

-"…Cuando llegué a casa –leía con voz entrecortada- el temor se apoderó de mí. Si la encontraba es que Pilar Araña estaba a salvo, si no era así, el peligro subsistía. No la encontré y, desesperado busqué algo que me dijera donde se encontraba. Una mujer de profesión abogada y procuradora era ya, por defecto profesional, ordenada. Hay un escritorio en casa que compartíamos cuando estábamos juntos allí y, efectivamente, había escrito algo sobre un bloc amarillo. Advertí huellas de trazos, fondee con lápiz el fondo y lo escrito salió a la luz (prueba nº 9) En él decía:"

"Pilar Araña, Urbanización Puerta de Hierro, duplex 130"

"La subinspectora estaba realizando unas investigaciones encomendada por mí en Correos y, desesperado salí de casa y fui directamente a la urbanización. No había llegado. Llamé al inspector Jordán y me dijo que había dejado en mi despacho el sobre con el informe escrito por ella. Le ordené que lo trajera y que se reuniera él y una patrulla conmigo en la Cafetería Viena, cerca de la residencia. Conté con detalles al compañero lo descubierto en la casa de la familia de mi mujer, la existencia del burofax y la razón por la que encargué a la subinspectora dicha investigación. Volvimos los dos a vigilar la casa de ella y fue cuando vimos al policía que el inspector Jordán asignó a la compañera tendido en el suelo, muy grave."

"Entramos sin necesidad de abrir la puerta, estaba entornada, y oímos la voz de mi esposa amenazando a la policía…"

…

Javier Artero ordenada sin ánimo su escritorio. La vida seguí y los casos policiales se acumulaban siendo el pan de cada día en la Comisaría. Unos golpes sonaron en la puerta. Sabía de quien procedía

-¡Pasa!

-¡Buenos días, jefe!

-¡Hola, Pilar! siéntate. Estuve varias veces en el hospital pero parece ser que no querías verme ¿Por qué?

-¿Tengo que contestar a eso?

-Claro, es una orden. Hasta que no firme este informe que tengo delante de mí, la investigación que ha causado mi esposa no estará cerrada, por lo que todavía tengo autoridad sobre ti por estar aún designada a esta Brigada. Cuando la firme pasarás automáticamente a tu destino, de momento, contesta.

Pilar bajó la cabeza durante un rato. Estaba preciosa –pensó Javier- Su pelo le caía por la cara demacrada aún. Quince días yendo diariamente a verla y ella se negaba todos los día a recibirlo. Cuando levantó su agradable cara los ojos estaban humedecidos. Le costaba decir lo que iba a decirle pero aquellos días fueron de reflexión diaria y de conocimiento sobre la sumisión y la esclavitud en la mujer. Una psicóloga, amiga suya de universidad, la ayudo mucho.

-Javier, negar que te quiero es mentirme a mí misma. Te quiero desde la primera vez que te vi dando aquella clase magistral en mi primer curso, seguí admirándote a través de tus artículos de la revista de la Policía y en otra clase, también magistral, que diste como fin de carrera. Cuando el destino me dejó cerca de ti aprendí el horario de llegada tuyo. Sabía que eras casado, me resigné y no me acerqué ni una sola vez por respeto a tu esposa fallecida. Cuando solicitaste mis servicios me emocioné, tenerte de jefe, verte todos los días, hablarte, era medio sueño a mi fantasía amorosa ya cumplida. Darte las informaciones y acudir juntos a los escenarios criminales era mi deseo diario, Cuando conseguí las invitaciones para ir a Van GOE, llegué a tu despacho y me tocaste y besaste por primera vez me corrí de puro gusto. La defensa tuya para salvaguardar mi integridad de hembra exclusiva, las caricias en público y el acto de amor me hicieron olvidar tu condición de casado. Mi entrega fue total y, cuando llegamos a mi casa fue la noche más maravillosa que he tenido jamás.

Te oí, Javi, cuando, al despedirte aquella mañana, dijiste al oído que me querías. Todo aquel día viví pendiente de ti y, también en el último escenario de estos crímenes que ya han acabado.

¿Sabes? Fui al súper y Magdi se hizo la encontradiza conmigo. Yo no la conocía no sospeché de ella. Iba detrás de mí. Lo supe inmediatamente que la vi en el quicio de la puerta pero no tuve tiempo de defenderme. Me golpeó y cuando desperté estaba atada.

Sentí terror, mucho terror, infinito terror, Javi, estar indefensa, a merced de una psicópata envilecida por hombres como su padre, sus hermanos y tú. Pertenecéis a una secta ideológica que la sociedad no mira bien. Magdi-Blu contó que fue dominada, castigada, poseída y sodomizada desde los diez años ¡Diez años, Javier, una niña que debía jugar con muñecas! No las tuvo, en su lugar jugaba diariamente con pollas que la penetraban por todas partes, la acostumbraban al dolor diario, a ser atada y maltratada. La mentalizaron a considerarse sólo carne para dar placer al hombre, único ser humano y privilegiado en el mundo. La enseñaron tan bien que nunca se consideró una igual, ni siquiera estando contigo, y eso fue peor. Tú fuiste cariñoso con su persona pero gozabas de ella a través de su dolor, del sufrimiento. Me dijo que te convertías en un ser horrible de la literatura de terror "Jekill y Hyde". Sin embargo, Javi, te amaba tanto que comenzó a matar mujeres para apartarlas de ti ¿Fueron su padre y hermanos los culpables de todas las muertes? Sí y no.

Sí: fueron los que la iniciaron y le desaparecieron de su humanidad el sentido natural de gozar del hombre como las demás mortales. Los que la mentalizaron a considerarse ¡una mierda! A creer que sólo estaba para ser placer del macho, a pensar que estaba las veinticuatro horas al servicio del hombre. De ahí que creyó firmemente que había nacido esclava del placer, los famosos mensajes.

No: no fueron los causantes de las muertes y, menos las de ellos a manos de su propia sumisa que habían perdido cuando se unió a ti. Fuiste tú, con esa actitud, delicadeza y dedicación plena a su persona. Dejaste a otras esclavas y la preferiste a ella. Hiciste de ella la esposa de un ser privilegiado, impensable en una mente enferma, desposeída de todo criterio, de todo derecho real, como la de Magdi-Blu. Tú fuiste la causa por la que la mujer enloqueció en un momento determinado, seguramente, las tres veces siguientes que desapareció y fue requerida por su familia. Creer que estabas solo, sin su presencia para calmar, con su cuerpo y los castigos, los deseos diarios de su señor, porque antes de casarte con ella la hiciste tu esclava, ya casados la seguías señalando como tal, podías buscar otras que te hicieran felices, con el derecho que te da se un maestro y amo, yo, por ejemplo. Tengo entendido que toda mujer guapa era propicia a ser ejecutada. Lo hizo con varias y lo intentó conmigo. De no aparecer el burofax y la sortija no hubieras dado con ella jamás y, tampoco de llegar a tiempo y salvarme la vida. ¡Muchas gracias! Matando a su familia jamás se separaría ya de ti, matando a mujeres bonita estarías libre de tentaciones.

¡Enhorabuena, jefe, sí que eres un ser privilegiado! ¡Una sola mujer ha dado jaque a toda una policía de élite matando a diestro y siniestro y, mira por donde, pertenecía al Cuerpo por matrimonio! Ella mató por ti, Javier y, aunque fue una asesina yo, una aventura momentánea, policía agraviada y herida por su mano, le debo tal respeto que he decidido no volver a tener relaciones contigo jamás y olvidarme de ti, cueste lo que me cueste.

Me marcho, Javi, vuelvo a mi Brigada, no me busques nunca ¡Déjame en paz! ¡Es con tu conciencia con la que has de tener relaciones y ponerla al día y a la altura de una sociedad en la que vives, trabajas y desarrollas una gran labor! Quiérete a ti mismo, respeta a tus mujeres futuras y hazle un favor a toda la Humanidad femenina ¡Muérete!

¡Adiós, inspector jefe Javier Artero! Ya firmes o no firmes ese informe, yo volveré de "motus propio" a mi anterior puesto.

Javier se puso en pie cuando Pilar Araña se levantó y salió del despacho, cerrando la puerta sin mirar atrás. Estuvo así un gran rato, con la cabeza baja, reflexionando todo lo que aquella preciosa mujer le dijo. Dirigió los pasos hacia el ventanal del despacho, con las manos metidas en los bolsillos del pantalón, y miró al cielo

-¡Magdi, Magdi! ¿Por qué me has dejado? ¿Qué voy hacer ahora sin ti? Me han aconsejado dejar nuestras costumbres, nuestro mundo, mi vida. Me gusta esa mujer, su libertad, su forma de amar. Es un cariño diferente… que me agrada ¿Qué me dices tú desde ahí? Magdi, Magdi-Blu… Ahora ha llegado tu felicidad, ya eres libre.

¡Adiós!

 

 

 

AGRADECIMIENTO

Esta última parte del relato la dedico a Ilargia Garayalde. Ella fue la que me animó a editarlo en nuestra web TODORELATOS.COM a través de un correo que me envió. Y yo, como hombre bien nacido, se lo agradezco.

¿Por qué no había publicado la última parte de este relato? Suelo guardarlos en disquetes y, este, que consta de cuatro partes, lo guardé en uno de ellos con tan mala suerte que el sector donde quedó grabado estaba deteriorado, entonces me cabree y lo abandoné. Apliqué el programa que restaura archivos de Windows y logré salvar un 30% del escrito, lo volví a rescribir y aquí está.

Gracias, Ilargia, espero que te agrade.

Germán