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Top Models

en Sadomaso

Top Models

Jay se había despertado débil, apenas había dormido. Es que el hecho de debutar como diseñador profesional, serio y respetado lo había dejado en vigilia. Se dirigía a un vestuario vacío, pronto las modelos infestarían el lugar. Era el día de su estreno.

El desfile tenía como tema el bondage. Novedosas prendas de cuero, conocidos artículos del bdsm, y hermosas féminas era su fórmula. Los tantos esfuerzos en conseguir a la supermodelo del momento, habían dado fruto.

Se trataba de Marissa. Exótica, piernas largas, oscuros y brillantes cabellos, se mezclaban con aquellos penetrantes ojos azules.

Su único defecto; la horrible personalidad suya. Se consideraba superior a todo ser vivo, una diamante entre rocas. Odiada por las modelos, amada por los hombres.

El lugar elegido, era un hermoso local cerrado, espectáculo privado, sólo para los críticos, selectos invitados y reconocidos periodistas del medio, más una minúscula presencia policial. Se acercaba la hora.

Las hermosas modelos estaban apiñadas, semidesnudas, cambiándose y probándose sus respectivas prendas de cuero.

Misha era una de las tantas mujeres ansiosas de debutar, se encontraba jugando con uno de los látigos, dando fustes por doquier entre las risas de sus compañeras. Otras apretaban desprevenidamente los consoladores entre las nalgas de sus amigas. El ambiente distendido era notable. Las risas, los juegos, y los fustes; todo aquello paró.

El silencio invadió el vestidor. Entraba Marissa; pavoneándose de sus atributos, movía las caderas de una manera tremenda, sus redondos cachetes estaban a reventar en tan apretado buzo. Su top rojo brillante, de menor talla de la que debería usar, revelaba enormes senos, rebeldes aureolas. Sus tetas sobresalían notablemente por debajo y encima de la franja.

No miraba alrededor, no miraba a ninguna modelo, no las saludaría, sería bajar de nivel para ella, la frente alta, dirigiéndose a su vestidor privado, uno de los tantos requisitos que exigía. Las otras modelos se abrían paso a su camino, observándola con odio en los ojos. Se había encerrado.

Misha no la conocía tan bien como las otras, pero sí había oído hablar de ella. Estaba segura de su cuerpo, vestida con el traje de Jay, toda de cuero negro. Fiada en sus tetas, sobresalientes en su traje de cuero negro, que ofrecía rajas para una mejor vista. Confiaba en su juvenil trasero, marcando dos hermosos círculos en la falda brillante y negra. Los guantes le llegaban hasta casi los hombros; las botas, largas y radiantes hasta sus muslos, donde eran atajados por tiras a un cinturón bondage que se conectaba a la falda. Un collar negro, con incrustaciones de diamantes puntiagudos completaba la exquisita visión de la blonda, maquillada tal última zorra del mundo.

Agarraba sus accesorios; un enorme látigo en mano derecha, y una correa en la otra, que más tarde sería conectada al collar de otra modelo, que iría a la pasarela de cuatro patas, con una máscara ocultando el rostro. Habían pasados los minutos, la hora cero se acercaba; el local repleto. Marissa salía por fin de su vestuario privado;

Todas quedaron boquiabiertas.

Provocativa; era un vestido o no lo que Jay le había preparado?

Solo tiras rojas adornaban su cuerpo, pequeñas tiras de cuero rojo. Una pasaba horizontalmente sus senos, cubría levemente sus aureolas y nada más. Otra tira del mismo material y color, daba tres vueltas su cintura, como actuando de improvisada falda, apenas tapando, revelando demasiado.

Zapatillas rojas y brillantes, de cuyos bordes desprendían tiras más pequeñas, que se entrelazaban una y otra vez en cada pierna, hasta los altos muslos. La raja de su trasero era notablemente evidenciable, dada la poca dimensión de su improvisada falda. Los guantes, pequeños, siempre de cuero rojos, también dejaban surcar a lo largo de todo su brazo, las finas tiras que llegaban a su hombro. Una última tira, en su cuello, actuaba de collar.

Un fuste poseía en la mano, y con la otra, blandeaba una correa con el collar; estaba llamando a la pobre modelo que haría de su perra.

La pobre era Ashley, pequeña y pelirroja. Con la cabeza gacha, se acercó a ella, conectando con rabia el collar en su desnudo cuerpo. Jay no tardaría en darle un pequeño short de cuero negro, ajustados y con rajas que hacían placentera la panorámica de su trasero. Un pedazo de remera blanca, sucia y despedazada a latigazos, con la inscripción "Perra" en el pecho, serviría para seguir vistiendo a Ashley. Lo último, y lo fundamental, la máscara de cuero. La cubría todo el rostro, dejando escapar la cola de su rojizo cabello hacia atrás de la máscara. Dos pajillas salían de los orificios de la nariz para dejarla respirar por ellos. Marissa tenía órdenes de asfixiarla por unos segundos, tapando con la yema de sus dedos, los orificios de ambas pajilla.

Otra modelo exactamente igual vestida, sería la perra de Misha. Todo por el Show.

Había empezado el desfile. El Dj, ubicado en una mini torre, tocaba extraordinarios temas, las modelos pasaban, giraban, daban fustazos al aire, sonreían y volvían a cambiarse. Marissa y Misha tenían órdenes de Jay, de no salir sino sólo hacia el final.

Marissa estaba sentada, observando de reojo a Misha; los celos la invadían, era extremadamente hermosa, digna de ser rival futuro, posible destronadora de Marissa.

Dado los dolores que le causaban las botas, Misha se los quitó, se los pondría llegada su hora de salir. Fue al vestidor a tomar un vaso de agua, observando al diseñador; Jay estaba sudoroso, miraba por las pantallas a los jueces.

- No tienen buena pinta, sus rostros están asqueados!

Se frustraba su sueño, sus manos abiertas cubrían su avergonzado rostro. Misha palmeó su espalda;

-Cuando me vean con este traje, quedarán boquiabiertos...

Con esta frase se retiró del vestidor.

Una de las modelos había terminado sus vestidos, estaba libre. De manera discreta, subió a la minitorre junto al Dj. Fuerte bofetaza al trasero del desprevenido tocadiscos. El hombre dio la vuelta, sonreía, era una modelo cachonda por el desfile. Nuestro amigo notó su estado; ambos se lanzaron en un frenético beso, sin presiones, sin ataduras de una relación, amorío de una noche...

Puso la máquina en automático, y se decidió a lametear el fémino órgano que allí se le regalaba.

Misha se había puesto nuevamente esas largas y molestas botas. Era el momento. Misha y Marissa debían salir juntas, arrastrando sus respectivas perras. Habían llegado al final de la pasarela. Se sentaron sobre las espaldas de sus perras, abalanzándose hacía las máscaras, obstaculizando con sus dedos, el paso de aire en las pajillas.

Misha largó sus dedos a los cinco segundos. Algo andaba mal; Marissa, con una tenebrosa sonrisa, seguía privándole oxigeno a Ashley;

-Suficiente, suéltala ya! –murmuraba Misha

La perra se retorcía;

-Que no ves que está sufriendo!

Cuando Ashley empezaba a convulsionar, Marissa se levantó de su espalda, soltado las pajillas. Alzando el látigo, fustigó a la pobre perra. Los críticos lanzaron una leve sonrisa, el público quedó con el golpe del susto.

Media vuelta, y se retiraban. Misha sentía una de sus botas perder un taco, perdía entonces el equilibrio. El ruido violento de ella cayendo en la pasarela, hizo resonar las luces de las cámaras. Se había caído.

Avergonzada, sin saber donde meter su rostro, observa su taco roto en el suelo de la pasarela; parecía recientemente cortado... alguien la saboteó.

Levantó la mirada; Marissa estaba sonriente. La única capaz de hacerlo era en definitiva, aquella celosa.

Desde el suelo agarró su látigo, propinándole un cruento golpe a los muslos de la modelo. Las perras, al escuchar el sonido de sorpresa del público, sacaron sus máscaras;

Marissa estaba retorciéndose en el suelo. Agarraba con dolor su muslo afectado. Ambas perras observaron el taco roto de Misha, era seguro que la tan odiada la saboteó.

Y como sus destrozadas remeras lo decían, se lanzaron hacia Marissa. La sujetaron de los brazos.

El público atónito; se miraban entre ellos;

- Es parte del show?

- Bueno, es sobre bondage y dominación... pues es eso lo que estamos viendo... - decía uno de los espectadores

El sonido de afirmación, el famoso"ahh", se hizo sentir.

Los policías no sabían si era en realidad una pelea o parte del acto.

Misha se acercaba rengueando, el tobillo le dolía enormemente. Lanzó un terrible fustazo en el vientre de Marissa, ésta a su vez, chilló bien fuerte. Las demás modelos, entraban a la pasarela, la mayoría de ella aún vestidas de los trajes de cuero, tanto de las amas como de las esclavas. Todas contra una.

Una de las amas estaba equipada de un consolador. Lanzándosela a Misha, ésta la metió en la vagina de la ahora sometida Marissa. Otro grito atronador. Rápidamente metieron otro pene de plástico en su boca, asegurándolo con tiras de cuero alrededor del rostro; un perfecto bozal improvisado. Otras modelos, abofeteaban brutalmente su rostro, dejándola sangrar en sus narices, y forzados labios, denotando ojos aterrorizados.

El público vio la sangre, los críticos también. Los policías estaban disfrutando, recostados por la pared, doblando una rodilla a fin de evitar ver sus inspiradas pollas. Uno de estos oficiales levanta las manos abiertas;

-Tranquilo público!, en años de mi profesión, he visto sangre a borbotones, y esto señores, sólo es sangre falsa...

El publico se tranquilizo, algunos sonreían;

-Pero es muy bueno el acto! –decía la mayoría.

El oficial reía secretamente, un compañero se le acerca;

-Capitán, eso es sangre de verdad!

-Cállate y disfruta! –decía con los ojos cargados de hormonas.

Ambos sonrieron, recostándose hacia la pared nuevamente.

Dado que la víctima sólo tenía tiras de cuero como vestido, no fue nada difícil arrancárselos. Ante la aparición de sus enormes senos, una de las amas empezó a injertar pinzas de acero, con esos dientes filosos, atravesándole sus pezones.

Sus mascullos eran débiles, pero se convulsionaba fuerte en el suelo.

Una atroz pisada en el rostro, hizo al público estremecerse.

Jay estaba observando en sus pantallas con horrible pavor los hechos. Sus sueños de ser respetado se hacían pedazos. Se levantó de su lugar para dirigirse a la pasarela. Cayó desmayado a mitad de camino, preso de la vergüenza.

Y es que la música seguía sonando, el Dj ni cuenta del espectáculo, ahora la modelo se lo chupaba, y sólo atinaba a encoger su rostro ante la húmeda boca de la mujer jugando con su miembro, humedeciéndolo como toda una zorra experimentada.

Las pinzas se retorcían hasta donde eran físicamente posibles. Ashley, quien anteriormente había sido asfixiada por Marissa, agarró otro consolador; cabrían dos en su vagina? Sin pudor lo hacía adentrarse entre los labios y el consolador que reposaba también allí. Se retorcía en el suelo, pero las demás modelos la sujetaban fuerte. Su órgano se resistía, más la "actitud positiva" de Ashley la hizo insistir. Rebuscaba espacio, sacaba y metía con más fuerza, haciendo que su fémino órgano se estirase cada vez más. Con ambas manos empezaba a empujar. Los dedos de Marissa se apretujaban fuertemente, como la atormentaba aquello!

Entraba ya un tercio del aparejo, junto con el otro que yacía enterrado completo. Parecía no dar más lugar, pero patadas al consolador, rumbeándolo a destino, se encargaron de penetrarlo allí. Ahora dos enormes objetos de placer la penetraban. La dieron media vuelta. Ya estaba medio atontada por el abrumador dolor. Su ano fue el siguiente objetivo. Observaban como la pasarela bajo Marissa empezaba a sangrar desde su vagina, que estaba presionando el suelo, al igual que sus senos, siempre mordisqueados por las pinzas. Fustazos a su desprotegido, blanco y perfecto trasero era la orden. Las rajas rojizas empezaban a surcar a los alrededores de su ano. Aprovechando entonces el dolor zonal, brutalmente la penetraron por uno de los mangos del látigo más largo y grande. La pobre apretujaba sus nalgas, a fin de evitar lo inevitable; la arribada de aquel mango la hizo estremecerse, tanto a ella como al público.

Un gordo y barbudo se levantaba de su mesa, masticando un cigarro cubano;

-Bravo! –aplaudía

Su erecto miembro lo delataba. Su esposa, con el rostro avergonzado, lo estira del brazo a sentarse.

Masculladas más que gritos por parte de la infortunada. El publico se levantaba y aplaudía. Los críticos igual, rfelicitando la originalidad del desfile.. Jay se levantaba nuevamente, de dirigía a la pasarela, observando entonces sorprendido al delirante público. Era su oportunidad; entraba en la pasarela a recibir los aplausos y grandes elogios.

Rodeado de las sonrientes modelos. Miró a Marissa por el suelo, ella lo observaba llorando, como diciendo "es tu culpa, cabrón de mierda!". Jay no aprovechó en pisar su rostro, y retorciéndolo en su cara, alzaba las manos abiertas, sonriente y radiante, ante el muy emocionado público.

Se retiraba, no sin antes susurrarle a Misha;

-Destrózala... –sonriente se fue a los vestidores.

Tras jugarles nuevos fustazos en las nalgas, decidieron darle otra vuelta, boca arriba. Ashley, quien sostenía su máscara, decidió ponérsela a Marissa, no quedó tan bien, puesto que el enorme consolador en su boca no permitía cerrarlo por completo, aunque por lo menos tapaban la vista y su respiración se limitaba ahora mediante las pajillas. Sentándose sobre la panza sangrante y llena de rajas de látigos de la víctima, empezó a tapar las pajillas que daban oxígeno. Mientras, Misha violaba brutalmente con ambos consoladores, haciendo que su fémino órgano se abriese más y más. Las demás pateaban y propinaban latigazos por todo su cuerpo, que se encontraba retorciéndose por la falta de oxigeno. Pasado uno segundos más, la dejaron respirar. Esposaron sus manos a su espalda.

Ashley la volvió a privar del aire. Misha adentraba más y más el látigo en su sangrante recto. Las modelos con filosas botas, pisoteaban panza, hombros y rostros, la escupían mientras la pobre convulsionaba del dolor y la asfixia.

Soltaba nuevamente las pajillas... ella respiraba fuertemente, sus senos saltaban de aquel movimiento.

Le retiraron la máscara, estaba con el rostro lleno de lágrimas, dando pena;

-Mira a tu alrededor –le susurraba Misha- te están aplaudiendo...

Marissa observaba como todos estaban levantados y celebrando. Hacía un buen tiempo que no veía semejante reacción.

Otra pinza ahora tapaba su nariz, nuevamente la asfixia. Pasada algunas convulsiones, le retiraron el consolador de la boca. Ahora respiraba mediante una boca ensangrentada y adolorida.

El Dj por fin había terminado con la exhausta modelo. Sorprendido también quedó al contemplar el sombrío espectáculo. Atinó a seguir con la música.

La engancharon a una correa, y la levantaron. Los críticos totalmente excitados, observaban la penosa imagen de Marissa; Con un látigo penetrándole el trasero, dejando las tiras del cuero del fuste, colgándole del ano como la cola de un caballo. Dos enormes consoladores cabían perfectamente en su rojizo órgano. Latigazos y golpes por todo su desnudo cuerpo. Dos pinzas mordiéndoles sus senos, y una más a la nariz. Respiraba con la boca bien abierta, por lo que su disimulada sonrisa era bien rara. Alguna vez vieron a alguien sonreír con la boca abierta al máximo para respirar?. Era una imagen bien graciosa.

Las modelos volvían. Misha, disimulando su bota sin taco, forzaba a Marissa a seguirla.

La desdichada intentaba continuar con sus típicos movimientos, más todo lo que la metieron apenas la permitía cerrar las piernas como debería de hacerlo.

Ni bien llegado a los vestuarios, caía desmayada del dolor. Risas y abrazos entre Jay y sus sonrientes modelos.

Y es que la bruja había recibido su merecido castigo.

Jay había obtenido el estreno de lujo que soñó, pese a que fue portada por unos días, sólo duró poco, obteniendo modestos contratos. Nada mal para el hombre.

Cuando Marissa despertó al día siguiente en un hospital, se encontraba entre la espada y la pared; demandar y exponerse a la vergüenza pública de haber sido realmente violada, o callarse aquello, y disfrutar de los siguientes desfiles bondage en la que la contratarían. Eso sí, la violación aquella, la bajó de las nubes, nunca más volvería a ser la zorra de una vez.

Pero volvamos a esa noche, las brillantes luces de las cámaras, el público, los críticos, e incluso los policías, todos aplaudiendo, y una Misha sonriente. Los contratos jugosos le lloverían. No tardaría en destronar a Marissa como la nueva Top Model. La venganza la había seducido. La hacía enmarcar sonrisas en cuerpo y alma. Ella lo sabía. Ella sonreía...

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