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Violación masiva (2)

en No Consentido

No es necesariamente una continuación de VIOLACIÓN MASIVA. Aunque sí mucho más oscura que la anterior. Espero les guste. Gracias.

Splash!

El crujido de la bofetada la hizo sollozar, caía sobre la cama, los tantos hombres que llenaban la habitación, la rodeaban con los ojos sedientos de sexo. Uno de ellos desenfundó un arma, reposándolo entre sus pequeños pero hermosos pechos blanquecinos. Sus rojizos cabellos se desarreglaban en su rostro, mezclándose con las inconsolables lágrimas. Su desnudo cuerpo tenía un color distinto a la leve luz del foco que iluminaba desde la mesa de luz. Sudaba y respiraba entrecortada, con la mirada obvia del terror y espanto.

Sus pedidos de lamentos eran infructíferos, además de inentendibles, dado que salían de una boca que lloraba dejando escapar vergonzosamente babas. La visión del arma la hizo chillar, retrocediendo, revolviéndose entre sus sábanas.

De sorpresa dos se acostaron a sus costados, tomándola de los brazos, sujetándola con fuerza. Otros dos la separaban las piernas, ella pataleaba, se retorcía, pero inútilmente; eran muy fuertes.

El portador del arma se acuclilla frente a la pobre que yacía en la cama, acercando la pistola hacia su coño, meciéndolo, adentrándose apenas, haciéndola sentir el frío metal regodeándose entre su vagina.

Su cuerpo parecía sentir cierto placer, pero su corazón apresuraba los latidos a sabiendas de tan mortífero elemento queriendo introducirse en sus entrañas.

Y en el momento en que arribó allí, ingresando en su fémino y dulce órgano, mojándose el frío metal de la pistola con los jugos que el cuerpo de la joven regalaba sin ella poder evitarlo.

Su mirada aterrorizada, observando semejante revólver entrando en ella, la hizo desmayar allí mismo en su cama, presa de la impotencia... presa del miedo...

Violación Masiva (2)

(Horas antes)

"... y la verdad es un suceso que llama la atención, estos jóvenes escaparon de la penitenciaría, se desconoce su paradero, pero advertimos a la ciudadanía que tome todas las precauc..."

Apagó el televisor, solía prenderse a las 6 de la mañana y le servía de despertador. La pelirroja de 17 años apenas se paraba, desnuda, sus ojos nublados y su cabello desbaratado daba la acertada imagen de una larga noche. Era lunes y Aurora ya salía de su habitación, siempre desnuda, si bien algo gruesita de cuerpo, sus hermosos glúteos, contoneándose en su caminar, hacía de ella, una de las más miradas por los hombres. Se dirigía rumbo al baño.

Su hermana mayor hacía años se había mudado, dejándola junto a sus padres en tan hermosa casa, producto de las excelentes ganancias que acaudalaban, uno como juez, la otra como abogada.

Las tibias aguas de la ducha la reconfortaron, las gotas surcando su pequeño cuerpo, blanco intenso, la estremecían como siempre. Palpándose gustosa su sexo, imaginando ser amorosamente desvirgada en una habitación iluminada sólo con unas tantas velas, con rosas en el suelo y un apuesto afortunado. Sin rostro aún, sólo un cuerpo.

Nunca imaginó que la vida podría dar vuelcos tan impiadosos, al menos en esta historia.

Ya habiéndose vestido de una cortísima falda azul de colegiala, con su ajustada camisa blanca sin ligar en la cintura, las blancas medias envueltas completamente en los tobillos y una pequeña mochila, bajó a la cocina.

Había poca interferencia de sus padres en su estilo de vida, ya que ellos andaban muy metidos en las suyas, haciendo de esta joven, una total libertina, al menos en cuanto a vestimenta.

Su padre ya había salido más temprano por motivos laborales. Su madre había preparado el desayuno, y ni bien la vió a su hija, se despidió con un frío beso en la mejilla. Una vez llegó a la mesa, cayó sentada en la silla, frente al tazón de leche y cereales que siempre "preparaba" su madre todo los lunes, ya que la empleada doméstica recién venía los martes.

Su perro, un enorme canino negro de raza indefinida, posó las patas sobre los muy expuestos muslos de Aurora, que siempre denotaba al sentarse, dada las mínimas dimensiones de la falda. Lo miró y sin más le ofreció el tazón en el suelo, para levantarse y retirarse hacia la salida del lugar.

(No muy lejos)

La comisaría ya empezaba a desplegar unas cuantas unidades, rumbo a cazar a los individuos que escaparon de la correccional. Se trataba de unos 15 sujetos, de 59 en total, que estaban condenados en aquel reformatorio. Eran hombres que habían aprovechado una situación en la milicia, para vejar terriblemente a una adolescente hace ya unos años. El juez encargado de dicha sentencia, era el padre de nuestra protagonista Aurora.

Tras un movimiento rápido de la policía (pero incorrecto, como muchas veces) reforzaron la seguridad en el hogar del General, padre de la joven vejada hace contados años en un entrenamiento militar.

Los hombres que escaparon, entre ellos Michail; el líder de la banda, no tenía planes contra el General o sus allegados, sino contra el propio juez, plan no percibido por la policía del Estado.

Bien les sirvieron los contactos y amistades en la milicia a Michail para ubicar el hogar del juez, y por suerte para ellos, no estaba muy lejos de donde ellos se escondían, tras la fuga en plena madrugada que alarmó a todo la policía.

Sabían, mediante dichos contactos, que por la mañana nadie había en el hogar, si bien el barrio era populoso, certeras fueron sus decisiones de arribar temprano esa misma mañana para acorralar al juez que los había condenado, antes de que éste saliese, cuando fuese muy temprano como para haber alguien en las calles.

Dirigiéndose en cinco grupos de tres, muy separados uno de otros, tomando diferentes arterias del poblado, para así evitar posibles sospechas. Aún así, solo hacía horas de su huida, por lo que esperaban que pocas personas se enterasen de dicho escape. Si bien sus ropas eran algo impúdicas, poco le importaban, sólo querían venganza para la persona que los había condenado sin siquiera dudar en aquel juicio.

Durante aquellos poco bonitos años en la correccional y posterior penitenciaría, la rabia se les acumulaba, tramaban ya los planes de venganza, vigilando los movimientos del juez y su familia.

El primer grupo de tres ya llegaba frente al hogar, entre ellos, Michail. Observaban el hogar, dos pisos y con lujosas decoraciones que se veían a lo lejos, ya que se encontraba en el centro mismo de un gigantesco jardín. La entrada hasta la puerta sólo presentaba un obstáculo, una enorme muralla.

La desazón lo invadió a Michail, el segundo grupo ya se les unía y miraban desalentados semejante muro.

Tantos planes para nada, la inexperiencia en éste campo los llevó a un muro que no sabía que se les podía presentar.

El portón metálico chilló al abrirse, Aurora estaba saliendo, y dejando entreabierta la puerta, observó asustada a los 6 impúdicos hombres que allí estaban en su vereda.

Michail la vió, y en milésimas de segundos, reconoció semejante oportunidad, que pareciera caerle del cielo.

En veloz movimiento, se abalanzó sobre ella, empujándola nuevamente al jardín de su hogar, sus compañeros también entraron, cerrando el portón. Estaban adentro.

Michail cayó al suelo con la joven en brazos, no tardó en sujetar fieramente su boca con una mano, al tiempo en que se acercaba con ojos de lujuria al rostro de la aterrorizada joven. Lamió su nariz, se acercó a su oreja, chupándola, mordiéndola, justificando así años sin siquiera tocar una fémina, susurrándole apenas;

- Zorra de mierda, mírate nada más... tu padre verá las consecuencias de sus acciones... ya no veo la hora de meter mi verga dentro de ti!...

Ella empezaba a respirar entrecortada, sus ojos abiertos del terror, quería pedir auxilio, más la mano de Michail hacía adentrar sus dedos, sucios dedos, en la boca de Aurora, revolviéndolo allí, ante los gestos de repugnancia que dibujaba la joven.

- Vamos a romper este culito –decía otro mientras se arrodillaba para apretar sus nalgas- no caminarás en días puta!

Uno de los seis ya abría el portón, los demás venían, y una vez completo el grupo de 15 allí en el jardín, observaron con júbilo el repentino cambio de planes, al ver a la joven tumbada al suelo, con unos cuatro hombres atajándola.

Uno de ellos ya metía su mano bajo la falda, ya muy recogida, meciéndola bajo su ropa interior, amasando violentamente su vagina.

-Ya verás lo que una buena verga puede hacer en este agujerito... –decía mientras ondeaba allí las yemas de sus dedos que se impregnarían del olor que su vagina ofrecía.

Invadida en varias partes del cuerpo, comenzó a sollozar. No tardaron en meterla dentro de la casa nuevamente, pese a unos infructíferos forcejeos de Aurora, siempre acallada de una mano que metía sin pudor allí sus dedos.

La lanzaron al suelo de la sala principal, y antes de que ella pensara en gritar, una pistola se posaba en su frente;

-Ni te atrevas puta!...

Ella quedó ensimismada.

-Dónde están tus padres eh!?

El sollozo de la pelirroja fue su respuesta. Presionó más fuerte aún el arma en la frente, a lo que la joven, entre las babas que su sollozante rostro derramaba entre sus labios pudo decir;

-Salieron...

-Y quién más está en la casa?!

Ella quedó con la cara inconsolable, sumida de lágrimas; una respuesta muy convincente que Michail y sus amigos interpretaban como que la casa estaba vacía.

-Bueno... tal vez sea mejor así... -Michail volvía su arma tras su espalda, sujetándolo allí en el cinturón.

Agarró fuertemente de su mentón, levantando su rostro, que lo miraban con ojos humedecidos;

-Tu padre ha cometido un error... y tú lo vas a pagar...

Uno la agarró del brazo, levantándola del suelo, otro la sujetó detrás, rodeando con sus brazos su cintura.

-Iremos arriba, y uno a uno te lo meteremos en donde nos plazca, y no quiero chillidos fuertes... entiendes?-decía Michail, sacando y jugando con su revólver.

Cuando parecía querer gritar, Michail llevó el arma, meciéndolo dentro de la boca de Aurora, produciéndole vergonzosas arcadas que provocaban la risa de los hombres;

-Entiendes... o te lo repito más lento puta?!

Ella afirmó apenas, sus piernas le temblaban horriblemente, sus brazos dormidos del susto, pareciera que si no la sujetaran detrás, caería al suelo de la debilidad.

Mientras Michail quedó sentado en el sofá, prendiendo el televisor junto con sus camaradas, unos tres ya la rodeaban, haciéndola subir por las escaleras, rumbo a cualquier habitación que tuviese cama al menos. Aurora por su parte apenas podía levantar sus pies en la escalera, totalmente tembladizos, el miedo la dominaba.

Abrieron la primera, era el cuarto de sus padres, y sin más la arrojaron al suelo de allí.

- Quítate la ropa... –murmuró apenas uno

Aurora estaba muy absorta para captar órdenes, por lo que otro se acercó, sujetando de las mangas de su camisa colegial, arrancándolo de un brusco movimiento, partiéndolo en dos, arrojándolo al suelo.

Su blanco corpiño quedaba a la vista, los hombres sonreían.

-Ahora la falda... vamos!!!

Ella retrocedía allí tirada en el suelo, pegando su espalda en una esquina del cuarto, aunque los tres se acercaban más hacia ella, rodeándola y sin dejarle escapatoria.

-Prefieres que te la arranquemos?!

Entre sollozos retiró la falda, siempre estando tumbada al suelo, pegando su sudorosa espalda a la pared.

-Quítatelo todo... y no te tardes que no tenemos tiempo!

-No, por favor!-se abalanzó a los pies de uno de sus captores, rodeándolo de sus brazos, llorando allí en el suelo;

- No sé que pudo haber hecho el monstruo de mi padre... ¡¿pero porqué yo tengo que pagarlo tan caro?!

Esta frase ni siquiera pareció ser oída por los captores, quienes adquirieron vigor en sus vergas al verla en esta vergonzosa posición, con tan sólo su blanca ropa interior y las medias recogidas.

Su captor sacó un cuchillo de su cinturón, y de un rasguño le arrancó los corpiños, y en otro veloz movimiento, antes de que Aurora pudiese reaccionar, ya despedazaba en dos la ropa que ocultaba su fémino órgano, dejándola desnuda con tan sólo sus medias.

Se retiró nuevamente al rincón, tapándose sus pequeños senos con un brazo, y ocultando su vagina con el otro, sollozando de la impotencia.

Uno de ellos la sujetó de ambas piernas, arrastrándola por el suelo. Cuando la llevó al centro de la habitación, los otros dos la cargaron sin sensibilidad alguna, arrojándola en la cama.

Un sonido, un clic metálico, de una esposa cerrándose en su muñeca izquierda, apresándola a la cabecera de la cama, la hizo implorar súplicas;

-No!!! Llévense lo que quieran, pero por favor, alejaos!!!

Sus chillidos eran atronadores, no tardaron en amordazarla con los pedazos de su ropa interior, meciéndola entera hasta el fondo de su boca, sujetándola con una cinta adhesiva que habían conseguido del armario.

Uno de ellos, bajándose el pantalón, mostrando un motivada verga, ya se acostaba en la cama, abriendo sus piernas a la fuerza, separándola enormemente, dejando a la vista sus dos agujeros:

-Miren nada más! Tan pequeños los dos!

Hizo un leve movimiento para atrás, apuntando su polla, rumbo a su dulce sexo. Y de golpe...

Sus ojos lacrimosos se cerraron fortísimo, su boca mordía fuertemente las telas allí atascadas, su mano apresada se apretujaba con fuerza, la otra mano arañaba el colchón, su espalda se arqueaba tremendamente, era ferozmente penetrada por una verga para nada promedio, aquella verga, sucia y maloliente, se adentraba en pequeño agujero, rompiéndolo a su paso, mezclándose con los jugos que el cuerpo de Aurora regalaba sin ella poder evitarlo.

La imagen de la inspirada polla entrando en su totalidad hizo de los otros dos hombres aplaudir socarronamente, y mientras lo mantenía allí hasta el fondo, sujetando y abriendo las piernas de la pelirroja, sus secuaces ya se acercaban. Uno empezó a estrujar sus senos, lamiendo de vez en cuando sus ya destacadas aureolas, mordisqueando, chupando con sonidos que Aurora la tenían al borde de la locura. El tercero, sin más miramientos, arrancó el improvisado bozal de su boca, y antes que la desdichada pudiese gritar, la lengua de su captor ya la invadía, recorriendo las paredes de su boca, tocando su jugosa lengua que estaba inmóvil del susto, estaba así el hombre, succionando y lamiendo en aquella dulce boca.

Aquel que la penetraba, decidió retirar la verga, viendo como de su órgano pendían hilillos de semen, que se pegaban al coño de la joven.

- Te gusta, verdad puta?! Tu padre se enojara cuando sepas que ya no eres virgen?!

El que la besaba, la sujetó del rostro, haciéndola mirar impotente ante tan dañinas palabras;

- Eres una verdadera guarra, no?! Sabes que te gusta, aprenderás a chupar vergas, zorra!

Se levantó acercando su motivado mástil al rostro, haciéndolo adentrar en su boca, forjándola a sentir sus propios jugos, mezclados con el semen que empezaba a derramar a borbotones.

El rostro del hombre, dibujando júbilo, cayendo luego al suelo, totalmente sonriente, indicaba paso libre para los otros dos.

Aquel que tan cruelmente le apretujaba sus senos, dejó de hacerlo para dirigirse a su ano.

Aurora rogaba ya apenas que la liberasen, haciendo resbalar de entre sus labios, los rastros de láctea sustancia que el primero había depositado.

El segundo hombre, abrió sus piernas, ya sin dificultades, puesto que la joven ya no quería pelear una batalla perdida.

El hombre hacía adentrar un par de dedos, poco a poco, dilatándolo de a centímetros, ante los sonidos de tormentosos chillidos que tiraba la pelirroja, removiéndose violentamente en la cama, mientras el segundo intentaba atajarla, tomándola fieramente de su cadera.

-Mira como la puta intenta escapar! –reía el que la sujetaba, mientras el otro ya metía su verga dentro del recto, haciéndola sufrir ardores inimaginables ante semejante sodomización.

La velocidad de la arremetida era lenta, pero de a poco aumentaba, dilatando el recto de manera dolorosa pero efectiva.

Tras un par de intensos chillidos y bruscos movimientos, el hombre apartó la verga, observando con satisfacción el enorme agujero que dejó tras taladrarla. Hizo revolver sus sucios dedos dentro, escupiendo después;

-Mi turno, y ya bajamos-dijo al que fuertemente la atajaba. Mientras, el primero en follársela, lentamente se levantaba a reposar al lado de Aurora, quien ya sentía otra verga adentrándose en su trasero, ya sin más problemas, dada la dilatación que alcanzó.

Aquel que se acostó a su lado, se sentó de imprevisto sobre su rostro, meciendo su verga aún erecto, dentro de la boca de la pobre, que sólo atinaba a lanzar sonidos de arcadas ante el semen que nuevamente descargaba en su garganta.

Mientras, su recto le ardía enormemente, parecía que nunca terminaría de violarla allí. Tras minutos de sodomizarla, terminó largándose dentro de su recto;

-Ahh!!! Mmm... Ya no más!... les suplico! –decía apenas con semejante verga aún en su boca.

Es que sentía los espesos y tibios líquidos bañarle sus tripas.

La soltó, el que se derramaba en su boca también, retirándose los tres, sonrientes de la habitación, dejándola abandonada, sollozando sumida en un mar de semen allí en la cama.

-Ayúdenme!... –Aurora gritaba desesperada, pero su casa, tan alejada de las calles, con semejante jardín que los separaba de sus vecinos, nadie podría escucharla.

Observó la entreabierta puerta de la habitación, tres sombras acercándose. Su corazón latía más fuerte, el terror corría en su cuerpo, al ver a otros tres, entrando en la habitación, mirándola lascivamente.

-No!... Que ya no tuvieron suficiente!

-Los tres primeros seguro... pero nosotros estamos con todas las ganas, cerda... –dijo uno de los tres, quienes ya se abalanzaron sobre la cama, prestos a devorarla.

Entre dos la atajaban, apretujando de paso por sus senos y boca sin piedad, mientras el tercero ya bajaba su pantalón, recio a penetrarla brutalmente.

Aurora lloraba, su boca era abierta por las manos allí, y ya sentía otra verga meterse hasta el fondo de su garganta, a la vez que otra, de mucho mayor dimensión, entraba apenas en su fémino sexo, desgarrándola, destrozándola. El tercero ya quería acción y dejarse de toqueteos, razón por la cual se dirigió tras ella, sorteando posiciones para no molestar a su compañero que la violaba, para poder sodomizarla.

Esposada a la cama, penetrada violentamente en sus tres agujeros por varios minutos, sintiendo el espeso líquido de varios extraños derramándose dentro de ella, en su boca, ano y vagina, desbordando tales líquidos por los bordes de sus orificios, ya que apenas cabían, mezclándose con sus salivas, jugos y lágrimas de impotencia que bañaban su rostro.

Ya viniendo el tercer grupo, la pobre empezaba a enloquecer, su conciencia intentaba desviarla de la realidad, más la intensa penetración que sufría en su coño la hacía llorar inconsolablemente.

-Hagamos un doble! –gritó uno

-No!...- Aurora aulló al escuchar esta frase, volvía a patalear y forcejear con las pocas fuerzas que tenía, de manera inútil.

Sintió otra verga apenas metiéndose en su coño, donde ya posaba uno hasta el fondo. Su rostro totalmente espantado y sus manos apretándose fuertemente, anunciaban el arribo del segundo fuste, incrustándose ambos de manera sorprendente. El tercero sorteó una posición para sodomizarla. Los chillidos fueron atronadores, las risas eran tremendas, sonando al ritmo de las bofetadas que le propinaban en sus nalgas, que de a poco adquirían un color rojizo.

El sonido de un perro ladrando fuertemente abajo, hizo a Aurora abrir sus lacrimosos ojos, cargándose de esperanzas, escuchando al perro subir las escaleras donde ella estaba.

- Ahora verán! -pensó para sí misma, a sabiendas que su canino los devoraría al ver que la ultrajaban.

El perro entró en la habitación, los tres hombres quedaron tiesos, con sus vergas aún dentro de la joven.

El perro saltó sobre uno de ellos, devorándolo... a lengüetazos, con su cola moviéndose felizmente.

Aurora, al escuchar las risas de los tíos, observando horrorizada como su perro saltaba amistosamente con sus captores, atinó a gritar;

-Maldito perro! Ataca! Ataca!

Poco les importó, siguieron con lo suyo, y tras minutos de intensas arremetidas, uno a uno se fueron largando en su rostro, obligándola a abrir su boca para degustar sus diversos líquidos. Pero no terminaban allí.

-Mira nada más! Tu perro está cachondo!

-Huug? –Aurora estaba ya apenas consciente

-Hay que tranquilizarlo! Pero como?... –sonreía burlonamente, tocándose el mentón como si tuviese que pensarlo.

-Ya sé! –respondía otro- a ver si también quiere tirarse a su dueña!

Las risas fueron tremendas, y sin más colocaron a la pelirroja boca abajo en la cama. Ella estaba muy lejos de oponerse, tan debilitada en cuerpo y alma, se dejó hacer sin más inconvenientes. Al amistoso perro le subieron sobre su dueña, uno de los hombres separó las nalgas de ella, para facilitar la vista al can que ya empezaba a lamer el mojadísimo coño, con rastros de semen de sus violadores.

- Ag! –la pobre se retorcía del leve placer, pero al darse cuenta de quien la lamía era su propio perrazo, empezó a suplicar;

-Esto no!... Por favor no más!

Uno de ellos se arrodilló en la cama, frente al sollozante rostro de la víctima, agarrando sus cabellos, levantando el rostro, dirigiéndolo nuevamente a su verga, apuntándole con un arma en la cabeza;

-Lame bien puta! Ya!

Entre nuevos llantos, empezó a lametear la verga, mientras que su perro empezaba a penetrarla con violentas embestidas.

Asqueada recibía los vestigios de semen que aún quedaban en tan maloliente verga, sintiendo nuevamente sus propios jugos y olores, mezclándose con sus salivas que en conjunto, hacían tremendos sonidos de succión.

El perro jadeaba y babeaba en su espalda, mientras sus movimientos eran veloces y brutales. La penetración fue intensa, veloz e impiadosa, propia de los animales.

El aullido anunció que terminó, pero siguió trancado allí por unos minutos en los que la desdichada rogaba que lo sacaran. A duras penas lo hicieron, llamando al siguiente grupo, pero manteniendo en secreto lo del perro...

-¿Quién querría follarse a una que ha sido penetrada por un animal? –decían mientras la escupían, insultándola con terribles adjetivos de guarra, puta cualquiera, pedazo de basura con semen, cerda coje-perros y otros más que la dejaban inconsolablemente al borde de la locura.

Vino el cuarto grupo, lacerándola a más de lo mismo, uno metiéndosela en la boca, a la vez que uno en el tan dilatado ano, y otro en lo que una vez fue una hermosa vagina. Tras el quinto, la pobre estaba inconsciente, arrojada en tan maloliente cama, esposada aún a la cabecera. Poco le importó al quinto y último grupo, quienes sin piedad siguieron atravesándola, derramando todo sobre ella, observando los vestigios de semen navegar entre sus senos, goteando en su ano y vagina, desbordándose en sus labios, pegándose entre sus cabellos, haciendo hilillos en su boca cuando despertaba gritando de las tremendas e impiadosas arremetidas.

Una vez finalizado los 15, la bajaron cargándola a la sala, donde sin más, tras despertarla, la obligaron a mamar algunas de las vergas que aún estaban con el vigor necesario, siempre a punta de pistola. Aprendió a chupar, lametear en círculos, de manera punzante, a succionar y pajear con una mano, todo esto mientras sollozaba terriblemente. Pedidos de súplicas no eran escuchados.

De su cuerpo goteaba semen a borbotones. La obligaron a tragarse todo aquello, a recoger lo que quedaba colgando de entre su coño y ano, de entre sus muslos.

Por si fuera poco, al perro lo volvieron a traer. Nuevamente la esposaron al suelo, con los brazos sujetos a los pies del sofá. Unas almohadas bajo su panza para levantar y mostrar el recto, totalmente dilatado y su vagina, en extremo maltrecha. El perro no tardó en saltar nuevamente sobre ella, haciéndola gritar penosamente mientras la penetraba en una vagina por lejos ardorosa.

Dejándola así, salieron de la casa rápidamente, despidiéndose con adjetivos terribles, corriendo presurosamente rumbo a las calles para dispersarse. Todos sonriendo, todos con la satisfactoria sensación de victoria, dibujándose en todos sus rostros. Escapando rumbo a lo desconocido, en aquella terrible libertad que forjaron para someter a una pobre inocente...

(Ya entrada la noche)

-Lo sé, el caso no tiene solución, aunque mañana temprano nos volveremos a reunir-decía el juez, padre de Aurora, hablando con su esposa, entrando en el jardín, rumbo a su hogar.

-Supiste de los que escaparon de la correccional, querido?-preguntó mansamente la esposa –Este barrio está lleno de salvajes, a esos hay que eliminarlos en la silla eléctrica, a toda esa gente!- decía mientras abría la puerta, siempre mirando a su esposo- verdad querido?... querido?...

El señor juez observaba con los ojos atónitos su sala, viendo a su propia hija, desnuda y tirada en el suelo, con el perro aquél, durmiendo en su espalda, con su enorme verga trancada allí.

-Ahh!... –su madre cayó desmayada, con sus ojos orbitando mientras caía, el padre por su parte no tardó en llamar a la policía, y en cuestión de segundos, la casa estaba infestada de oficiales, médicos y periodistas que lanzaban tremendas luces de las cámaras.

Uno de los oficiales notó una carta reposando sobre el televisor;

"Recuerdos de una fantástica velada, y esperamos no la última..." decía, quince firmas impregnaban el papel, claro, todos eran sobrenombres, aunque ya se sabía de quiénes se trataban, incluso la mancha de una de las patas del perro estaba allí, en señal obvia de burla.

Ya había pasado días de aquel funesto suceso, si bien las marcas físicas desaparecían satisfactoriamente en el hospital, el alma de Aurora siempre quedaría marcada por los terribles sucesos que vivió.

Y mientras sollozaba, no podía olvidar las horribles vejaciones en la que fue subyugada. Nunca volvería a ser la misma, los medios hicieron un tremendo eco del hecho, por lo que su salud mental empeoraba al ritmo que el de sus padres. A lo lejos podía sentir las seguras risas de aquellas bestias, felices de concretar la represalia contra su padre. Es un funesto suceso, y por ende, imposible de recobrarse fácilmente. Y no la culpen;

¿Quién podría recuperarse tras sufrir semejante trasgresión?

¿Quién podría volver a su vida rutinaria tras terribles acosos?

¿Quién podría esperar un final feliz tras una... Violación Masiva?...

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