00: 35 AM
Tengo tres prioridades, la primera es no volver a beber, cinco semanas de abstinencia, casi cuarenta días sin ir al bar de la esquina con los mismos borrachos de siempre, casi mil jodidas horas sin toparme con el miserable del barrio que siempre me pide dinero que por supuesto no me devolverá, sin la puta de la esquina insinuándoseme para invitarla a la mencionada taberna y luego a algo más... una botella de la misma mierda podría acabar con todo el sacrificio.
La segunda es no dejar que la culpa termine por carcomerme, me corroe y me destripa el alma, quiero morir, lanzarme desde la ventana del segundo piso de mi hogar y terminarlo todo... o en todo caso, hacer como Superman, girar alrededor de la Tierra varias veces para hacer retroceder el tiempo. Desde luego no soy Superman.
¿La tercera prioridad? Pues eso, no lanzarme desde la ventana. No suena bien... lo sé.
(Diez minutos antes)
De la puta madre, la mejor sesión de sexo que he tenido en mi vida y lo mejor de todo es que ella no piensa irse, muy a diferencia del resto. Sí, ella es diferente. Lentamente se duerme reposando su cabeza en mi pecho y con sus pelos desarreglándose poco a poco, las manos que antes me arañaron del goce; una reposa en su vientre y la otra se enrosca entre mis dedos;
- Nena, te amo- le miento, sé cuánto le gustan esas estupideces sentimentales, pero con la noche que me ha regalado soy capaz de ser así de cara dura. Pero Sandra sólo me devuelve un gimoteo ahogado... se ha dormido, en la alfombra mueren el cigarro y mi condón. Su espalda perlada del sudor refleja la luna nocturna que entra por la ventana, no sé cómo pero aquella imagen con tinte romántico hace que me debata algo en mí; ¿En verdad la amo?
(Minutos antes)
- Me encanta el "coño" de "puta" que tienes. le susurro al oído, firmo luego con mi lengua. Aumento mi vaivén mientras ella gruñe como gata en celo al ritmo de mi dedo que busca hacer salir su clítoris. Ella está de cuatro en mi cama, arañando y desgarrando el colchón. El condón aprieta infiernos pero me la suda, con lo excitado que estoy no sentiré el verdadero dolor sino recién entrada la mañana. No quiero venirme antes que ella pero...
(Minutos antes)
Sandra tiembla en la cama, mira el techo y fuma mientras yazgo arrodillado con mi lengua enterrándose en lo más profundo de sus carnes, buscando su agujero entre sus abultados labios... lo encuentro y ella rodea sus piernas por mi cuello para atraerme más.
- Deliciosa mascullo apenas- deliciosa tu vagina.
- "Coño"... así suena más morboso. jadea ella mientras expele el humo que se riega hacia el techo.
- Delicioso tu "coño".
(Minutos antes)
- ¡Auch!
- Te dije que no lo usaras, santurrón.
- ¡Pero aprieta terrible!
- Te lo advertí. dice ella mordiéndose los labios.
(Minutos antes)
Uno, dos, tres, cuatro botoncitos se desprenden de su blusa pero no me importa, mucho menos a Sandra que se empeña en quitarme el cinturón. Vuelve su mirada hacia mí, se muerde los labios y me empuja para hacerme caer en la cama. Se sienta sobre mi pelvis mientras mis manos empiezan a recorrer su cintura, suben y suben por su torso. Sandra retira una caja de cigarros ceñida en su media de red, saca el último pitillo que queda y lo prende con el encendedor que le cedí de la mesa de luz;
- Bonitos senos, nena.
- "Tetas"... es mucho mejor así, ¿no? dice ella mientras su otra mano toma mi sexo como la garra de un depredador a su presa, lo aprieta, lo blande un poco como a un juguete, la odio, ella ríe y empieza a subir y bajar mi piel con ruidos secos. Fuma mientras lo hace, mejor imposible.
(Minutos antes)
- No tengo "forro", nena.
- Tengo guardado uno en mi carterita.
- Seguro que sí
- Pero muchos se quejan de que aprieta mejor sales a comprar uno. ríe ella como sabiendo que no lo haremos y todo no es más que una maldita broma.
- Dámela, no me molestará.
- No digas que no te lo advertí.
(Minutos antes)
- No te atreverás, santurrón. ríe ella.
- ¿A que no, nena?- respondo cercándola contra la pared de la sala y clavando mis ojos en los de ella. La desgraciada no se inmuta, es más, me regala una sonrisa leve, cómplice y oscura.
- ¿Nena? Dime "puta" y pega una risa al techo mientras menea su cadera adelante y atrás, rozando mi sexo que sólo es separado por las telas de nuestras ropas. Sí, ella es especial, sabe excitarme. - así suena mejor... santurrón.
(Minutos antes)
- Me sorprende que hayas regresado con ropas.
- No soy así de zorra, cabrón.
- ¿No te acostaste con alguien? ¿Ni siquiera borracha?... vaya, estás perdiendo habilidad.
- Retráctate, puto. ¿Hace cuánto que tú no te la chascas, pajero? Tú no podrías hacer gozar a alguien como yo. dice altiva... borracha, pero altiva. Me levanto hacia ella.
(Minutos antes)
Sentado en el sofá, con un gesto de desaprobación y una copa de champagne llena entre mis manos, más de media hora con la santa copa, mirándola con ganas de beberla. Sandra entra en la casa a raudas, camina por la sala, apenas se yergue, busca apoyo por las paredes y muebles de nuestra casa. Su blusa se revela desgastada, se nota que la manosearon, el maquillaje del rostro está corroído y la minifalda... la puta minifalda es muy corta. Me excita sólo de verlo.
(Minutos antes)
Sandra entra en la casa tras varios minutos de intentar acertar la llave en la puerta. Viene de la fiesta de fin de curso y se tarda lo que quiere pues sabe que en la casa no hay nadie más que yo. Su rostro se divisa raro, enrojecido, está borracha... sí, definitivamente mi hermana está borracha.