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Dulce Adiós

en Gays

El olor al alcohol te recorre la vértebra, sólo ves el auto que yace desquebrajado en la autopista, a metros de ti, los bomberos acaban de llegar e intentan salvar al hombre que se encuentra dentro, aquél hombre parece estar entre la puta línea de la vida y la muerte... pero sabes que él no es un hombre cualquiera. Te limpias las lágrimas del rostro y recuerdas... recuerdas que él no es un hombre cualquiera.

. . . . .

Lo habías conocido en la plaza de tu barrio, él siempre iba al mediodía, cuando finalizaba su trabajo en un edificio cercano para luego sentarse en uno de los bancos que estaban pegados a los árboles que daban sombra. Aún recuerdas, casi siempre lo veías comiéndose una manzana mientras leía un libro de no sabes qué. Tú nunca fuiste de encarar a un desconocido, de hablarlo y conocerlo. Pero él tiene algo especial. Sólo él y tú suelen aparecer en aquella plaza, tal vez algún que otro cuidador de perros, algún grupo de estudiantes... pero tú sientes que en aquella plaza sólo están tú y él. Sabes que ser nuevo en la ciudad no es divertido, tal vez deberías conocer más gente.

Un día en que la primavera empieza a golpear fuerte la ciudad, decides acercártele, un simple "Hola" basta para arrancarle una sonrisa y comenzar una interesante amistad. Él te cuenta que siempre te había visto por el lugar pero que nunca se atrevía a conocerte, "qué coincidencia" – piensas mientras conversas. Su manera de hablar es casi femenino, tienen demasiadas cosas en común; los estudios, luego la música, comidas, películas, algo en ti te dice que tal vez él sea... tal vez, si el destino se apiada de ti, él sea tu partenaire.

De pasar a hablar todos los medios días en la plaza, empiezas a salir con él, primero acompañándolo hasta el edificio donde trabaja, sólo por curiosidad. Luego a su departamento, donde te muestra cómo decidió adornarlo. No te interesa un santo comino los adornos, lo sabes, pero él tiene un aire especial que hace que hasta lo más nimio te empiece a interesar. Tras casi dos meses de amistad sabes que él tiene algo oculto... cuando te ve lo ves gozante, cuando te sonríe te contagia, cuando se despide de ti parece hacerlo con tristeza. Él es especial.

Luego comienzas a salir con él. Suelen recostarse por la barra del bar para ver a la gente bailar bajo la fuerte música, ambos hablan y señalan la manera ridícula en que baila mucha de esa gente. Te das cuenta cómo mira él a los hombres mientras bebes de tu botella. Una sensación de hormigueo te invade el estómago, tienes unas ganas de tomar su rostro con ambas manos y besarlo como nunca nadie lo ha hecho, estás a punto de hacerlo, empuñas tu mano y te armas de valor mientras él sigue mirando el gentío que danza... pero te acobardas y vuelves a beber. Tienes miedo de perder una amistad.

Días después un viejo amigo te presenta a una muchacha para que la conozcas, no te interesa porque sigues pensando en él, pero ante la insistencia decides salir a cenar en un restaurante. La conoces, ella es bonita y notas cómo la gente que cena a tu alrededor los mira de reojo, como pensando "Qué bonita pareja hacen". Es divertida pero en un punto de la cena vuelves a pensar en él, ella no nota que estás ausente. Al final de la velada ella te cede su número telefónico, quiere que la llames para volver a salir, le pareciste encantador y bastante distinto a los hombres con quien ella suele salir. La muchacha no tiene ni puta idea de cuán diferente eres.

Pasan los días y decides dar el paso, vas a besarlo, no te interesa en absoluto aquella mujer. Arriesgas a perderlo todo por un beso, lo llamas por el celular para encontrarse en la discoteca de siempre y esperas...

El hormigueo te vuelve a llenar el estómago, lo saludas con nerviosismo y lo invitas a un trago. Conversas con él, parece que sólo tú y él están en el bar pese a que hay un gentío que los rodea, todos parecen desaparecer mientras te habla, se enmudece la música, se esfuma el gentío. Lo miras y tomas de la mano mientras tu labio inferior tiembla tremendamente, te acercas y clavas un beso mientras cierras tus ojos. Los abres y observas el rostro de espanto de él, varias personas te miran con sorpresa, tú sientes que tu mundo se cae mientras él se levanta estupefacto y se retira del bar. Estás destrozado, lo sabes, ya no sientes que sólo están tú y él, sientes las miradas de todos los de la discoteca, miradas de odio. No aguantas más y decides regresar.

Llegas a tu departamento y tomas el número de aquella mujer con quien cenaste en el restaurante. La llamas y fijas salir con ella nuevamente, quieres olvidarlo y qué mejor manera que salir con aquella encantadora muchacha. Esa misma noche te encuentras con ella en su hogar, cenan y ella decide avanzar más, van a su alcoba y hacen el amor... no, tienen sexo. Tú no sientes nada por ella, mientras la penetras sólo piensas en él... qué desdichas tu vida, no sientes nada por una mujer que te desea y en cambio amas a alguien que no te quiere. Vuelves a tu departamento, ella no desea volver a salir contigo, gritaste el nombre de él mientras alcanzabas el orgasmo.

Te sorprendes al encontrarte con el hombre de tus sueños, sentado frente a tu puerta. Le pides perdón mientras sollozas, pero él te ruega silencio, se acerca a ti y te besa tiernamente, sólo labios. Estás sorprendido, él te toma de la mano y entran, te confiesa que aún es muy tímido para decírselo al mundo que te ama... sí, que te ama. Que desea a un hombre.

No te importa, estás con él y eso te hace feliz, le devuelves el beso y esa misma noche lo haces tuyo en el cuarto. Lo acuestas en tu cama, tocas su muslo lentamente y subes tu mano hasta llegar a su sexo, él te toca con inexperiencia, tiembla su mano, tiembla tu labio, palpitan las venas de ambos sexos que se rozan, en aquella noche sentiste que en el mundo sólo estaban tú y él...

Pasan los días y quieres más, quieres decírselo al mundo que lo amas, pero él aún no está listo. Te tirria, discutes con él porque crees que siente vergüenza de ti. Crees que ésa es la razón por la que él no quiere decírselo a nadie. Sales de su apartamento totalmente enojado.

Vuelves al bar de siempre, todos te miran despectivamente porque ya te conocen y saben que te gustan los hombres, pero no te importa, quieres estar a solas, vas a una mesa alejada a beber desconsoladamente. Él te llama por celular y te promete que va a cambiar, que por fin andarán por las calles tomados de las manos como dos personas enamoradas... que por fin él te dirá "Te amo" en público, eso es lo que quieres, sonríes y le dices "Te espero aquí."

Pasan las horas y él no vuelve, lo llamas pero no te responde nadie, tu corazón se acelera y coges un taxi rumbo a su departamento. En medio del camino el taxista te informa que no pueden seguir adelante; un auto ha chocado contra otro y la ruta se ve clausurada. Bajas y observas... se te cae el mundo al ver que es el coche de un hombre... pero él no es un hombre cualquiera, es el hombre a quien amas. Te acercas con lágrimas mientras oyes a un bombero susurrarle a su compañero: "No se salvará, un pedazo de acero se incrustó en su cuerpo". Eso te mata por dentro, lo vas a perder. Pero sigues acercándote, algunos hombres te advierten que no te acerques pero no los oyes, las luces de las sirenas te ciegan un poco, casi ni oyes el sonido ahogado de las personas que están ahí, te inclinas hacia el auto y lo ves, sentado en el asiento del conductor, inmóvil, blanco, tiembla su cuerpo.

Él te mira con miedo, te susurra un crispante "Voy a morir, me lo acaba de decir el doctor" . Lloras porque él ha sido el único a quien has amado, tus piernas flaquean, te inclinas más hacia él y lo besas tiernamente, como siempre lo has sido, sólo con labios.

- Míralos – dice una mujer entre el gentío, su rostro se asquea terriblemente al igual que los demás- Un puto menos en el mundo – susurra ella.

Pero tú lo besas como si fuera la última vez que lo ves... de hecho esta es la última vez que lo ves. Sientes los últimos retazos de los recuerdos de tu primer y único amor, cuando lo conociste en la plaza, tu primer beso... recuerdos que te recorren y arden en tu acelerado corazón, sientes cómo va muriendo, cómo va desvaneciéndose... le susurras que lo amas y que nunca lo olvidarás mientras empiezas a oír sus últimas palabras clavándose en lo más profundo de tu alma desgarrada;

- Te amo...

Lo dice fuerte, para que todos lo oigan, para demostrarte que de veras te desea, que no tiene miedo de decirle al mundo que él ama a otro hombre. Sonríes, luego el gentío masculla estupideces. Pero tú haces caso omiso a los murmullos de la gente que te rodea, porque al fin y al cabo, cuando estás con él, todos se esfuman, se enmudecen las sirenas y sientes... sientes que sólo están tú y él.

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