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Gatita y perro

en Zoofilia

GATITA Y PERRO.

Tenía todo el día para jugar con mi nuevo amante, Bartolo, mi caniche enano. Me puse una colaless, no suelo usarlas , se meten demasiado por el valle del sexo, pero era lo que quería. Cubrir sólo mis entradas, para evitar que el perro me pudiera contagiar algo, que la salud es muy seria.

Agarré un toallón, lo extendí en el suelo del salón, y me tumbé.

Mi bolita de pelo vino corriendo hasta mí, lo tomé en mis manos y lo abracé. Era un placer sentir contra mi piel sus rizos y el latir de su corazón acelerado. Lo pegué a mí, y apenas notó mi contacto, sacó su lengua rosa, y me dio un lametazo. Una corriente eléctrica recorrió mi cuerpo. Y me dejé llevar.

Me lamía la piel, apoyado sobre mí, con lengüetazos rápidos, incansables, yo ardía, mi mano bajó al pubis y comencé a acariciarme por encima de la tela que cubría mi sexo mojado.

Pasaba el tiempo en un estado de orgasmo perpetuo, me masturbaba mientras me lamía la piel, que ardía de pasión. Me levanté, no podía más. Me bebí una Coca, prácticamente de un trago. Pensé en gratificarle, sacándole toda la leche de su cuerpecito. Decidí esperar, yo quería gozar más y tenía miedo que, si le pajeaba perdiera interés en mí.

Me lo llevé a los senos, y empezó. Nunca en mi vida , nadie me había dando tan placer lamiéndome los pezones. Movía la lengua como una batidora a toda velocidad, ni el vibrador más exquisito era capaz de llevarme tan lejos. Me fui , sin tocarme , sólo con su ardor chupador. Apenas le solté, en el semidesmayo del orgasmo violento, cuando se plantó sobre mi monte de Venus, y se lanzó sobre la minúscula tela que cubría mi concha. El tejido estaba mojado, y él lo mojó más, volviendo a llevarme a la estratosfera. Yo era una llama que ardía sin consumirse, un fuego perpetuo.

El teléfono me sacó de la nirvana, tardé en contestar. Era mi marido.

" Cariño, mira si puedes dejar al crío con la peruana. Tenemos cena con mi paisano."

"Luego te llamo, voy a ver si la encuentro"- contesté casi sin darme cuenta de lo que decía.

Hortensia, es una peruana casada con un argentino, vecina de mi edificio, con un hijo de la misma edad que el mío, que es además compañero de colegio.

Cuando la telefoneé y le pedí que se quedara con el niño, lo aceptó al momento y me hizo una contrapropuesta, llevarlo con ella a la quinta de sus suegros durante el fin de semana, me lo devolvería el domingo a media tarde. Eso sí, nosotros le debíamos tres noches de viernes o de sábado para que ellos salieran a cenar ó al teatro.

Volví a llamar a mi marido con las buenas noticias, me dijo que cenaríamos a las nueve, y que vendría la nueva amiga de su cliente.

Una puta de Black, el gallego se había encoñado, como dicen ellos. Ahí tenía competencia, tendría que ponerme linda.

Llamé a mi vecina para cerrar la operación.

Pero eran las doce y media y tenía todavía tiempo de gozar de mi galancito canino.

Le debía una satisfacción, pero quería volver a sentirle, así que me tumbé cara al suelo, dejando mi espalda y mi cola a su alcance. Se lanzó a lamerme. Comprendí que era un camino experimentado en el cuerpo de Tony, porque el recorrido de su lengua por mi columna y la parada en los hoyuelos de mis riñones, era tan enervante que sólo era posible si le había enseñado a dar placer.

Ahora que escribo aquellos sucesos, me doy cuenta que no he dicho algo muy importante. Junto a la calidad del chupeteo, con un lengüita que te volvía loca con el ritmo y calidad de los lametones, el sentir su respiración agitada, que te daba un calor delicioso junto a su boca, te hacía todo más maravilloso.

El caniche sabía lo que hacía, tras la espalda pasó a las piernas, de abajo a arriba. Yo, aprovechando la postura, metí la mano bajo la escasa tela que me cubría. Soy una mujer que cuando estoy caliente, me humedezco, pero nunca había sentido mi concha tan mojada, era una charca. El clítoris estaba a erecto, lubricado, y cuando mi índice le atacó, lanzó su primera corriente orgásmica. Y no paré, una tras otra las olas me rompían .

Sin darme cuenta, abrí mis muslos y mi galancito se situó entre ellos.

Me lamía las nalgas y el valle entre ellas, era delicioso, y al tiempo quiso meterme su pijita en el sexo. Mi mano lo cubría, y contra ella sentí, su glande durísimo, como una piedra, en frenéticas embestidas. La mano que mecía mi concha siguió su ritmo.

El pobre animal no podía más, necesitaba descargar su líbido. Me volteé, le puse contra mis senos y le masturbé. Estalló, cubriendo de leche mis senos, dejando mis erectos pezones como helados de dulce de leche con crema americana.

Le besé, le llené de mimos, me había dado una de las mañanas más placenteras de mi vida, pero era hora de volver a la realidad, y prepararme para la cita con mi marido.

Lo llevé a la ducha, nos duchamos juntos, utilicé para lavarle champú infantil, luego me enjaboné yo, fue una ducha higiénica, había tenido más sexo del que podía imaginar. Le dejé jugando en el agua, mientras me secaba, después hice lo mismo con él, utilizando mi misma toalla. La metí en el cubo de ropa sucia, y lo saqué a la terraza.

Tomé un yogur , y empecé a preparar lo que me iba a poner en la noche. La competencia iba a ser dura, la otra mujer seguro era una belleza, yo no lo soy, así que debía jugar con otra fantasía. Casada y enamorada de tu marido, no debes dejar que pase envidia cuando estás con otra pareja. Una no puede ser la más linda, pero sí debe ser atractiva, para que piense que su hembra vale la pena. Me di cuenta que era hora de buscar al niño.

Me puse una túnica de algodón azul y calzada con unas hawaianas, preparé la mochila con la ropa de mi hijo y fui a buscar a mi vecina.

" Me has dicho que del cole al coche, así que te traigo la ropa para el finde"- le dije mientras la di un piquito.

" He llamado a mi hijo para que le diga que se viene al campo y tu niño está feliz. Nos va a buscar Sergio y salimos para no tener muchos coches en la carretera."

" Yo se lo diré ahora, él no tiene celular. Ya sabés, que a Lalo le parece que es muy pequeño para andar con móvil, como dice él."

Hortensia estaba preciosa con sus jeans y su remera de Chocolate. Cuando me tomó del brazo para ir al ascensor, se dio cuenta de cómo iba yo.

" No llevas nada debajo."

El ascensor llegó, bajamos solas, mirando sus ojos, me subí la túnica y me mostré desnuda.

" Así voy más cómoda y no se transparenta"

Me estudió con una mezcla de envidia y deseo. Teníamos una asignatura pendiente las dos y lo sabíamos.

" ¡ Cómo eres!"- me dijo en un susurro.

" Una descarada argentina y vos, una malvada peruana"- le contesté apoyándome en ella y besándola en los labios.

Bajamos del ascensor, mientras íbamos paseando a buscar a los niños, me miró y notó mis pezones erectos que querían romper la tela.

" Vas provocando, se te notan las tetas sin nada, saltando y encima en punta"

"Mas alegría se llevan los que miran, y es que estoy un poco cachonda, con ganas de .."

" Eres una loca, pero divertida"

"Tenemos que quedar un día, tranquilas, para ver quien es mas loca y más divertida."

Llegamos cuando la riada de pequeños salvajes que salía por la puerta parecía arrasar a sus familiares que esperaban.

" Mamá, mamá ¿ es verdad que me dejas ir al campo el fin de semana?"

Le besé y abracé mientras le dije que sí, y como madre responsable le di los consejos que una debe dar, portate bien, come todo, sé obediente …

Nos acercamos al coche donde nos esperaba Sergio. No bajó , sólo abrió el portaequipajes para que pudiéramos meter las cosas. Besé a mi hijo, a Hortensía y a su niño, y saludé a su marido mientras se montan.

Cuando me quedé sola, fui a la peluquería. No había que esperar.

" Hola , Gladis, hoy vengo a casi un completo. Lavado, planchado, manos , pies y maquillaje. Dejadme guapa"

" Vas a salir de acá, teniendo que cuidarte de los hombres, para que no se tiren sobre vos"- me contestó con una amplia sonrisa.

Una hora larga más tarde estaba en casa. Eran las siete. Tenía tiempo. Comencé a pensar qué ponerme.

Normalmente no uso apenas joyas , pero iba a jugar con la bisutería.

Elegí siete anillos, dos para los pulgares y los meñiques, uno para el corazón de la mano derecha, y los otros para el índice y anular de la izquierda. Eran todos de plata, menos el del anular, una flor de diamantes montados en platino. La plata siempre volvió locos a los españoles, por lo menos eso dice la historia.

Los aros y el collar de caoba , de grandes círculos engarzados también en plata. Tres pulseras para cada muñeca, las clásicas que compramos en Italia y Grecia.

Busqué un look de señora elegante y perversa. Unos pantalones negros de seda, un top de lamé rojo con hilos plateados, que se abrochaba al cuello, no tenía escote, pero dejaba la espalda al aire, por lo que no permitía llevar corpiño, y se resaltaban más los pezones, grandes en mi caso.

Un bombacha pequeña, negra que no se marcaba en el pantalón.

Me desnudé, y me miré en el espejo, estaba bien para mis 33 años y un hijo. Oí los ladridos de Bartolo, me fijé que no tenía señales en el cuerpo de nuestra pasión.

"Mi vida, estoy muerto, no puedo con mi alma"- me dijo Lalo tumbado en la cama.

" Cariño, déjate hacer, tu mujercita te va ayudar a dormir"

Le quité zapatos, calcetines ( pocas cosas hay menos eróticas que coger con un hombre con las medias puestas), el pantalón y los calzoncillos. Ante mí, se mostraba su verga gruesa, parecía un morcilla, hermosa, apetecible, pero lejos de la dureza requerida.

Me saqué el pantalón y las bombachitas, le abrí la camisa y comencé a acariciarle el pecho cubierto de vello. A mis yemas, siguieron mis uñas, sus pezones se pusieron erectos. Los lamí, los chupé y los mordí.

Su arma se había endurecido, escupí en mi mano, y la agarré. Mi puño ensalivado inició un sube y baja , enseguida la pija parecía una piedra.

Quería sentirle dentro, lo monté dejándome empalar por su mástil.

Lo cabalgué al paso, usando mis músculos vaginales para apretar y distender la carne que me penetraba.

Mi marido dejó de ser pasivo, su pelvis entró en movimiento. Me di cuenta que pronto iba a estallar, a mi me quedaba un largo recorrido, pese a tener el clítoris muy sensible por las batallas del día, simulé y gemí, y hasta chillé, al cambiar el ritmo de galope, sintiendo su glande llegar a lo más profundo de mí.

Estalló llenándome de semen, me moví un poco más como si me quedaran segundos para acabar, lancé un DIOOOOS , y paré.

"Mi cielo, que polvo más rico"- musitó – " Me pasas un cigarrillo"

Sin desmontar, notando como poco a poco , le bajaba la fuerza, le encendí un Lucky, dárselo y salirse su miembro fue todo uno. Me tumbé abrazada a su lado.

" Acábalo tú"- me dijo al pasarlo a la mitad, apenas le di dos caladas, me di cuenta que se había dormido.

Me desabracé, y decidí aliviarme yo misma, tenía ratones para ayudar mi masturbación.

Mi mano bajó a mi concha empapada con la leche y comencé a acariciarme , pensando en la noche que había pasado.

Había sido muy agradable y sensual. Carlos, el cliente de mi marido, era un catalán muy próximo a los 50, pelado, con esa manara de mirar que nos vuelve locas a las mujeres. Hacerte sentir deseable, hermosa y con ese punto de peligro, que dice que si te descuidas, acabas en la cama con él.

Su compañera era una belleza fuera de serie, con estilo, elegante, muy alta, el vestido midi parecía mini con sus piernas largas y magníficas.

Nos caímos bien tras pasar por el aseo, me preguntó que donde trabajaba y que no atacara a su "pagano". Me había tomado por otra "prosti" de lujo. Eso a una mujer, casada y con hijo, le sube la moral, así que tras darle las gracias y aclarar que " yo soy puta de uno solo, mi marido". Decirle que era igual que una famosa modelo argentina, ahí hubo confesión de su parte, explicando que se llamaba Gracia, pero que en el ambiente se había puesto Nico por la similitud, quedamos de amigas dispuestas a pasar la noche con alegría.

Tras la cena en Rond Point : ostras, crepes de langostinos ( Nico y yo), mollejas crocantes (mi marido), y salmón (Carlos), regado todo con champagne extra brut, nos fuimos a bailar.

Llevaba mucho tiempo sin salir por la noche, los hijos pequeños te atan mucho, lo que añadido al champagne ( se decidió seguir con la bebida burbujeante) que había tomado y seguí tomando, hizo que me soltara y danzara como una loca con Lalo, con Nico y con Carlos, jugando a excitar .

Mi mano se deslizaba por el mar de mi sexo, al principio despacio, pero a medida que recordaba la música, iba acelerando la caricia y al rememorar la verga dura , enorme del catalán pegada a mi pubis, en la cumbia me vine como mar que rompe.

Me despertó el collar apretado contra mi pecho, mié el reloj , eran casi las 10. Mi marido dormía pierna suelta como un bebé. Me levanté , me quité las joyas de manos, orejas, cuello y también el maquillaje. Cuando me lavé la cara con agua fría, me sentí renacer. Tras dejar el top con el que había dormdo, me puse la túnica y sandalias y fui a dar los buenos días a mi noviecito canino.

El pobrecito no había podido aguantar y había hecho pis y kakas en el balcón, pero muy educadito, sólo había manchado una esquina.

Agarré la cartera y a Bartolo y bajé a que hiciera sus necesidades matutinas. No podía aguantar mucho, apenas en la calle soltó su carga matutina.

Me acerqué a comprar medias lunas para desayunar, al volver a casa, pasé por la tienda para animales. Entré pedí un collar para pastor alemán, expliqué que para regalar a unos amigos. La mujer que atendía me ofreció uno precioso, de cuero negro con adornos en acero.

" Es para perros o perras grandes. Parece de boutique, lo suelen usar algunas personas como adorno."

Había adivinado mis intenciones, así que sin muchas explicaciones, pagué y subí al departamento.

Mi marido seguía dormido, limpié el balcón, dejé allí a mi galán canino, hice un café con leche y desayuné leyendo la prensa.

Sonreí pensando que no es verdad que se lleven mal, los perros y las gatas.

( Continuará)

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