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Asustada o astuta

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ASUSTADA O ASTUTA.

 

Capítulo 2.

Este es el segundo capítulo de la serie "La pelirroja indómita". El anterior “La mujer del látigo” puede encontrarse en el perfil de la autora.

 

Rhonda entra en la oficina del sheriff. El negro de su ceñida ropa acentúa más el rojo de su cabellera. Fija sus enormes ojos verdes en el hombre con una mirada de mujer débil, entregada, asustada.

-“ Tiene que ayudarme. Mataron a mi marido y ahora me quieren asesinar a mí”-

Al sheriff Alan Hoffman le gusta dominar a las hembras, y la pelirroja temblando le excita.

-“Acompáñeme a mi despacho, estaremos más tranquilos”-

Con un gesto indica a sus hombres que le dejen solo con la exuberante mujer. Ésta, cuando se van los ayudantes, le agarra las manos y gimotea:

-“Tengo mucho miedo, Alan”-

El hombre se da cuenta de la búsqueda de intimidad de Rhonda. Los movimientos agitados de su busto, que parecen querer romper el vestido, le producen una erección.

La pasa un brazo sobre los hombros para darla confianza. La voz le sale forzada:

-“Niña, ¿en que te puedo ayudar?”-

Rhonda se recuesta en su pecho, sabe que el hombre ha caído en la trampa. Con un ligero acomodarse, la mano protectora queda sobre su seno.

-“Anteayer iba a venir al pueblo con dos vaqueros del rancho. Me detuve un momento en casa del capataz, su mujer quería encargarme ropa interior, de esa tipo francesa, para dar una sorpresa a su marido. Quedé en alcanzarlos, cuando lo hice, estaban muertos. Si no me hubiera entretenido, me hubiera ocurrido lo mismo”-

Mira al sheriff con ojos cargados de lágrimas. Los baja, simulando vergüenza, se fija en el bulto de la entrepierna del hombre, le vuelve a mirar, jadea, sabe lo que va a ocurrir. Él la besa. Se entrega al hambre del macho. Cuando su lengua responde, se aprieta , pegando su cuerpo al de él. Su mano busca el arma erguida, acaricia a través del pantalón.

-“Te necesito. Hazme tuya”-

A Hoffman le vuelven loco las mujeres sometidas, y nunca ha podido tener a una hembra como ésta. Rica, señora, poderosa y entregada . La vuelve a devorar en un abrazo mientras sus manos recorren el cuerpo de carnes prietas.

- “¿Puedes cerrar al ventana?”“- suplica Rhonda.

Mientras el sheriff realiza la operación, la pelirroja se ha desabrochado el vestido que ha caído al suelo. Cuando se vuelve el hombre, tiene que ahogar un rugido de lujuria. Un corpiño negro deja al descubierto la mitad de sus senos y las largas piernas enfundadas en las negras medias sujetas por tiradores al corsé. Unas pantaletas del mismo color cubren su intimidad.

Se lanza sobre ella, le recibe con un beso. Sus manos sueltan las cartucheras y el pantalón que cae al suelo. El calzón se levanta por la fuerza de su verga erguida. Desata los botones buscando la carne, apenas le acaricia, sabe que se derramará si le manosea.

Se apoya en la mesa con las piernas abiertas y alzadas. El sheriff separa la tela de la bombacha y la penetra de un golpe. Galopa a la mujer como si fuera un yegua en carrera. Su semen salta en el interior de Rhonda que gime mimosa.

-“Eres maravilloso. Júrame que me protegerás y volveré a ser tuya las veces que quieras.”-

Mientras guarda su arma en los pantalones el sheriff la mira condescendiente.

-“Nena, este no es el lugar. Buscaré uno y ahí podremos gozar. No te preocupes, yo te cuidaré”-

 

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-“Don Robert, acá tiene los dos machos que le envía doña Rhonda, dice que no me los pague ahora, tenemos miedo. Ayer mataron a nuestros hombres que iban al pueblo para la compra, se llevaron el dinero y gracias a Dios que la señora no pudo ir a última hora, la hubieran despenado.”-

Luís acentúa más su papel de mexicano un poco torpe y miedoso.

El ranchero, grande, fuerte, intenta ver lo que piensa el capataz de los Dos Ríos, sólo ve estulticia.

-“Cuéntame que os pasó”-

Luís le explica como habían aparecido muertos los dos hombres que iban a pueblo, y desaparecido el carro con el dinero.

Robert Tandy piensa que sus hombres al ver que no iba la mujer, y tras matar a los dos vaqueros se han fugado con la pasta. Mandará a buscarlos, no le gusta que desobedezcan sus órdenes.

-“La señora dice que mejor le pague en el banco, ahí están mas seguros. Si usted quiere puede ser el jueves, así tenemos dinero para pagar a los hombres. Nos están robando ganado y estamos preocupados. Desde que murió el patrón, ya no hay el miedo que se tenía a hacernos mal. Ya le digo a la doña que debía volver a casarse con un hombre fuerte , así como usted o el sheriff”-

 

 

Alan Hoffman , rubio, menudo, pero fuerte y Robert Tandy , moreno , grande, con un pequeño bigote, sabiendo que es guapo , elegantes ambos, destacan entre los clientes de saloon . Sentados, en una pequeña mesa en el fondo del mismo, paladean un autentico güisqui de Kentucky. Son los dueños del local, como de casi todo el pueblo , excepto el rancho 2 R. Lo han logrado en pocos años, desde que acabó la Guerra de Secesión .

La base de todos sus negocios la habían obtenido robando en haciendas del Sur, eran enemigos y todo valía. Aunque también habían expoliado alguna del Norte disfrazados de sudistas. Como decían entre ellos, de esa manera la población sentía más odio al enemigo.

-“La viuda folla como las diosas. Se ve que está necesitada”-

-“Pues a mí, me la ha venido a ofrecer su capataz. La verdad es que lo tenemos al alcance de la mano. Ha sido mejor que el secuestro no saliera bien. Pero ¿ no te pondrás posesivo? Yo también quiero cogerme a esa pelirroja.”-

-“Es puro vicio, da para los dos. Como todo. No me ha gustado que nuestros hombres se hayan largado con el dinero, al ver que no estaba la hacendana.”-

-“Habrá que buscarlos y darles un escarmiento”-

Un hombre fuerte, pero asustado se acerca a la mesa. Se dirige a Alan para en voz baja decirle:

-“Jefe, nos han robado 50 cabezas. Las estaban vigilando cuatro hombres que también han desaparecido. Creo que han sido ellos, sólo hay sus huellas y las de las vacas, que van hacia México.”-

-“Yo me quedo vigilando el rancho y cuidando el pueblo. Tú con 20 de los muchachos los buscas, los encuentras y los ahorcas”-

Alan sonríe , era lo que iba a proponer, siempre le ha gustado la crueldad y lleva demasiado tiempo sin poder ejercitarla como desearía.

-“Prepara los hombres, mañana al amanecer salimos en su busca. Hoy dormiré en el rancho”-

-“ ¡ Pauline!. ¡ Betty!. Joe, llévalas al rancho. Antes de una expedición de guerra hay que animar a los soldados. Las dejas en mi casa, y cuando acabemos con ellas, las mandaremos para los muchachos.” -

 

 

 

 

Rhonda , Jo y Luís están paladeando un jerez añejo. Han cenado tranquilos y es el momento de evaluar el día.

Luís cuenta su visita al ranchero, Rhonda su encuentro con el sheriff. Jo les dice como los apaches han bajado, matado a los vaqueros del rancho y llevado el ganado hacia México, para volver por otro paso y subirlo a las montañas donde viven.

-“Creo que empiezan a tener su propia medicina. No están acostumbrados y les va a poner nerviosos”- comenta la pelirroja.

-“Y encima te has quitado el calentón, porque el sheriff será un asesino, pero es guapo y …”- le recuerda Jo

Se oyen unos golpes en la librería. Luís se levanta y tira de una vieja edición del Quijote. Se abre una puerta escondida tras el mueble, entra Agustín. El apache saluda a los reunidos y se sienta con ellos, le sirven una copa del vino dulce que paladea.

-“Esto es un placer, no el matarratas que quieren vendernos los traficantes. Tu marido me enseño a paladearlo.”-

Rhonda recuerda las dos etapas de Agustín en la casa, apenas un niño, casi dos años y luego de joven durante seis meses. Era una forma de educarse en los usos de los blancos. Era algo necesario para cuando fuera el jefe de la tribu. Desde que firmaron la paz muchos años antes entre los apaches y el segundo Santorcaz, se convirtió en una costumbre entre los dos pueblos. Ahora como había ocurrido con los herederos anteriores, su hijo estaba con los indios , sus aliados, aprendiendo a ser un guerrero.

-“Las vacas están arriba en los montes, son demasiadas para comerlas, había pensado cruzarlas con algún semental de calidad para mejorar la cría e intentar venderlas cuando sea el momento”-

-“ Me parece buena idea, y además así parecerá que nos han robado a nosotros también. Sólo yo debo dar la cara, si se dan cuenta que tú o Luís habéis matado a un blanco se declarará una guerra contra el indio o el mexicano. Y ahí perdemos. Tenemos que actuar con astucia. Enfrentarles entre ellos. Ese es el camino.”-

Los hombres se retiran. Quedan las dos mujeres.

-“¿ Qué te pasa?. No me puedes mentir, desde que te intentaron violar has cambiado. Estás llena de vida, con ganas de lucha”-

Jo, cómo me conoces”- le contesta la pelirroja besándola con pasión, empujándola hacia el cuarto.

La desnuda con rapidez y sin quitarse la ropa, baja a libar del sexo de la mulata, que se retuerce en la cama. El orgasmo la hace vibrar.

Jo mira a su amiga y empieza a desabrochar los botones hasta que el vestido cae al suelo. Después besa y lame la carne que va quedando a su alcance mientras retira el corsé y las medias. Se recrea en los pezones que, erectos, responden a sus pequeños mordiscos, baja por el vientre y luego al alcanzar su vulva , la lengua investiga los labios recogiendo sus flujos. Mete dos dedos en la vagina buscando la pequeña lenteja donde se centra el placer, al tiempo que ataca el botón rosado. Lame, chupa, toca hasta que Rhonda se deja ir en un alarido.

Abrazadas la mulata vuelve al ataque.

-“Cuéntame… dile a tu amor que te pasa”-

-“ Estoy excitada. Al ver a Agutín martirizar al prisionero, me corrí, no pude evitarlo. Me he dado cuenta que me gusta ser cruel. Y luego él, tan joven, tan fuerte, tan frío. Me miraba con admiración, como si fuera una diosa. Hoy con el sheriff pensaba que era con él , con el que hacia el amor”-

-“Mi niña, te está poniendo un apache. Y además me sales sádica. …Cuando era pequeña, he visto como mujeres blancas se volvían locas por un esclavo negro. También vi como dueñas de plantación se excitaban torturando a hombres. No juzgo, no sé si es bueno, pero es. Disfruta de ello. Y aprovecha para atacar a esos hijos de perra.”-

 

El pueblo tiene dos partes. La antigua, mexicana, con sus casas blancas de adobe, y calles en cuadrícula alrededor de la iglesia y del antiguo ayuntamiento, que pasó a ser el banco cuando comenzaron a llegar los nuevos habitantes tras la independencia de Texas. Construyeron edificios de madera en lo que se dio en llamar el Green Hills , por las pequeñas colinas que rodeaban la población pegada al río, olvidando San José de la Ribera, con el que habían bautizado los misioneros que lo habían fundado.

En el Banco se encuentran Rhonda con Tandy y Hoffman , allí le han dado el dinero por la venta de los sementales que la pelirroja ha hecho a los ganaderos. Los dos la miran con lujuria, las curvas rotundas de la mujer destacan más con el ceñido vestido negro que lleva.

El director del banco ha abierto una botella de güisqui para brindar por la operación. Los hombres beben , Rhonda apenas moja sus labios y les mira con una mezcla de súplica y deseo en sus ojos.

-“Les necesito, me están atacando y soy una mujer sola. Haré lo que quieran para que me defiendan.”-

En ese momento llaman a la puerta del despacho.

-“Es urgente, me han ordenado que les de una caja a ustedes y otra a la señora. Me han amenazado con matarme sino lo hago.”-

Son dos cajas envueltas en papel gris, Alan y Robert las toman y rompen el papel sin miramientos, dentro en unos frascos de cristal flotan las cabezas de Russ y Joe, uno de los hombres del ranchero.

 

Los hombres no saben donde mirar si a las cabezas cortadas en los frascos de cristal o a los pechos turgentes ,apenas cubiertos por la camisola de Rhonda, que se alzan agitados marcando los enhiestos pezones en la ligera tela. La pelirroja , apenas ve la macabra entrega, simula un desmayo y sólo la habilidad del banquero evita que caiga de un golpe al suelo. Llaman a Nélida , la mujer de Luís que la acompaña, ésta con rapidez abre la blusa para comenzar a desabrochar el corsé que la oprime e impide la respiración. Consecuencia de esos trajines es la imagen de la mujer postrada, con parte de su torso casi al desnudo.

-“¿ Quién te dio estos frascos?”- pregunta el sheriff.

-“ Dos jinetes aparecieron en la curva de la Culebra y me obligaron a parar disparándome , pero sin herirme. …Me dijeron que si no quería morir entregara rápidamente estos paquetes a ustedes y a la señora. Al llegar al pueblo y preguntar donde podía encontrarlos , me dijeron que estaban todos en el banco y aquí he venido. Me pidieron también que tuviera cuidado que no se rompieran y que los entregara en mano. Y me dieron una carta con cada bulto…..”-

El hombre alarga dos sobres, uno dirigido a Hoffman y Tandy , el otro a la Sra. de Santorcaz.

Abren las cartas y leen en voz alta: “ Sabemos lo que hicisteis y lo vais apagar. Los lobos del Sur” El papel tiene como firma una cabeza de perro.

Al hacer lo mismo con la de la mujer, ven que varía el texto: “ Tu marido fue un espía del Norte , lo pagarás.” Pero la firma es la misma.

Entre gimoteos Rhonda dice, totalmente compungida:

-“Es verdad, mi marido ,aunque pareciera neutral , trabajó para los confederados. No lo sabía prácticamente nadie. Sólo tres hombres cercanos al general Grant.          ¿ Cómo han podido enterarse?”-

Se acerca al ranchero y apoya su pecho turgente en la chaqueta del hombre. Éste aunque preocupado por la dos malditas cabezas, siente la erección de su miembro que responde al contacto con el cuerpo de Rhonda.

-“Os pido por favor que me ayudéis. Yo estoy sola, la gente de la hacienda no sabe manejar las armas y yo soy una pobre mujer, que intento hacerme la fuerte para llevar el rancho, hasta que vuelva mi hijo.”-

El sheriff la abraza también, la pelirroja se encuentra entre los dos hombres, acerca su cuerpo a uno y a otro que endurecen sus vergas ante la turgencia femenina.

-“Te ayudaremos. Son también nuestros enemigos. Esos malditos lobos del sur van a encontrarse con lo que no buscaban. Hasta ahora han jugado con sorpresa, ahora estaremos preparados. Tu enciérrate en el rancho, nosotros pasaremos a verte a medida que investiguemos y vayamos acabando con ellos.”

-“Haré lo que decís. Mis hombres por lo menos valen para defender unas casas. No sé cómo podré agradeceros lo que estáis haciendo por mí.”-

La mirada, que lanza a los dos hombres, está cargada de entrega y deseo.

Alan la besa, un beso posesivo, restregante, donde su enhiesta arma empuja la falda de la mujer. La deposita en los brazos de Robert que le imita, mientras acaricia los pechos semidesnudos de Rhonda.

-“Sabemos cómo nos lo vas a agradecer y creo que encima te gustará. Necesitas un buen macho y eso te lo vamos a dar.”.

Es ahora, ella las que les devuelve los besos haciéndoles creer que está caliente y emocionada por sus propuestas.

-“Vuelvo a Dos Ríos para avisar a mi gente. Os necesito, buscaré un lugar seguro para poder estar juntos ,seguros y con tranquilidad para cumplir mi parte del trato.”-

 

 

Jo y Luís se están quitando los disfraces de Lobos del Sur. Se les nota contentos y alegres como niños que hacen picardías. Semidesnudos se miran.

-“¿ Piensas lo que yo?”- pregunta el mexicano.

-“Me apetece lo mismo que a ti, semental”-

Se besan, al unir sus labios, sienten la camaradería que siempre han tenido. Y la pasión se va mezclando con la amistad de viejos compinches. Las manos de la mujer recorren la espalda del hombre hasta las nalgas, que empuja haciendo que la pija dura golpee su pubis. Se frotan y refrotan. Al separarse las miradas destilan hambre de sexo. Se quitan la camiseta y el calzoncillo largo de algodón sin dejar de devorarse con los ojos.

Luís se relame con el cuerpo de la mulata, los senos erguidos, con los pezones excitados, duros, el vientre liso, los muslos poderosos que marcan el triángulo del sexo . Los ojos negros, la boca jugosa con los labios gordezuelos que entreabiertos dejan ver la blancura de unos dientes perfectos. Una belleza total, mezcla de razas, hecha para el placer.

Jo se sonríe ante el macho, que verga en alto, está ante ella. Los ojos oscuros , con esa mirada de depredador hambriento que hace que un escalofrío recorra su columna. Los bigotes enmarcan una boca en la que se mezclan la crueldad y la ternura. El pecho fuerte, ancho, los brazos y las piernas musculosas, cubiertas por un vello escaso pero fuerte. Y como una espada amenazante, aquella masa dura de carne, poderosa, en la que el glande parece brillar como un faro que atrae a la nave de su sexo.

La mujer se gira, le da la espalda, se arrodilla y apoya las manos, esperando como una yegua al garañón que la cubra. Siente el tanteo de la punta por su vulva, sus labios sea abren generosos al ciruelo que entra en su concha. La va penetrando, la vagina , elástica, lubricada, abraza la pija del mexicano, hasta que llega hasta el fondo de ella. Nota los huevos del hombre contra su carne. Empalada, se quedan quietos. Ella comienza a jugar con los músculos vaginales, comprimiendo y soltando el arma del macho. Luís nota la caricia en su polla.

-“Nena, ahora voy a moverme yo”- le susurra ronco de deseo. Y sin perder la compostura, empieza un adelante y atrás deslizando el vástago en la funda engrasada.

La mulata gime, el mexicano le acompaña con sus bramidos. Se aumenta la velocidad hasta que la explosión de semen inunda a la mujer.

Descansan tranquilos en el lecho, se han reencontrado los viejos amigos y compañeros.

-“Llevábamos sin hacerlo ,desde dos meses antes que mataran a José. Y siempre es agradable, follar contigo. Sigues siendo un titán del sexo”-

-“Estabas muy centrada en Rhonda que necesitaba ayuda. ¿ Cómo está ahora?”-

-“ Es una situación extraña. Por un lado, ya sabes como es, tiene ansia de macho, por otro todo esto que ha pasado en los últimos días la ha sobre excitado y anda un poco sádica. Y encima le ha entrado el capricho por la carne joven. Le pone Agustín.”-

-“Yo la ayudaría, pero si lo hago, habría que contarle lo de José y yo. Y no sé como lo aguantaría”-

-“Es que lo que os pasaba era especial, os cambiabais las mujeres de vez en cuando sin que ellas se enteraran.”-

-“Es tradición familiar, en nuestro caso se desarrolló en Cuba, cuando fuimos a estudiar. Éramos compañeros, hermanos. En las dos familias desde que salieron por piernas de México y se salvaron la vida varias veces el uno al otro se convirtió en un modo de amistad entre hombres. Lo mío es tuyo, lo tuyo mío. Por eso soy copropietario de la hacienda, aunque sólo lo sepamos Rhonda , vos y yo. La gracia de cambiarnos las esposas es que ellas no se enteraran.”-

-“ Yo creo que en algún momento resolveremos esa situación, esta batalla en la que estamos va a dar muchas sorpresas.”-

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