El debut de Verónica.

Memorias eróticas de Verónica 2.

Me miro en el espejo, estoy totalmente mojada, mis flujos chorrean empapando la vulva. Llevo dos calentones sin aliviarme, quiero estar como una perra en celo para mi cita con el gallego.

Ayer, me despertó mi amiga Carolina, yo dormía con su hijo, me había quedado cuidándolo mientras celebraba su cuarto aniversario de bodas. Sé que el numerito de ruido que montó, era puro exhibicionismo. Sus gemidos , sus ayes , sus más y más, iban dedicados a su amiga del alma: YO, que dormía en la pieza de al lado. La desgraciada tenía la puerta abierta, para que me diera un atracón de voyerismo. Me calenté , pero aguanté. Me quedé en mi camita, eso sí, cachonda perdida, sin poder pegar ojo hasta su último suspiro.

Hoy me he levantado, seguían dormidos, desnudos, he mirado al salir dejándoles una nota.

Antes de subir a mi departamento, me he preparado. Primero, peluquería: lavar y cortar un poco, llevo el pelo a paje o lo garçon , y pasar por la depilación. Sé que a muchas mujeres no les gusta, yo debo ser un extraño ser que me pone el que me quiten los pocos pelillos que tengo.

Sonia es una paraguaya de unos cincuenta y .., bajita, llenita, pero me excita cuando me depila mis bajos, me calienta , ella se da cuenta, se nota mi humedad, se debe sonreír y sacar su lado maléfico porque se despide con un pico insinuante. Se gana la propina, 10 pesos. Llevo yendo a ese salón unos cinco años.

Duchada , con bien de crema, lo que veo en el espejo me gusta.

¿ Debo taparme las ojeras?. La nochecita ha sido mala , decido dejarlas, me dan un aire de debilidad que siempre es bueno para seducir, pero me alargo las pestañas, y me doy un poco de carmín rosa en los labios. No debo asustarle.

¿ Qué me pongo?, eterno dilema que entenderán mis lectoras. Estoy bronceada, destaca lo claro de mis senos y mi monte de Venus donde no ha dado el sol, así que me conviene los colores blancos o negros, para destacar más. Escote que resalten mis 98 cm de busto, algo que no me remarque las caderas, soy caderona, y lucir las piernas , que sé que son espectaculares.

Pues así estoy delante del placard eligiendo. No debo llevar algo de noche, he quedado al mediodía, pero tampoco puedo ir como cuando nos vemos en el trabajo.

Lo decido, corpiño y culotte color carne, totalmente transparentes. Blusa de seda negra, manga ¾, tres botones abiertos para que se vea el canal de las lolas. Pollera blanca tableada, unos 9-10 cms por encima de la rodilla, saco crudo con rayas. Me calzo las sandalias negras, de tiras, y de taco superalto, y me encanta lo que veo. Busco en la bisutería algunos adornos, pocos, aros plateados, tres anillos del mismo metal y estoy lista.

Me parece que fuera la primera vez que voy a coger con un hombre, pero no es así. Mi debut transcurrió de otra manera que cuento a continuación.

Mi debut.

La verdad es que llevaba una temporada que conocía bastantes pijas, cuando lo cuento y las cuento, exactamente 42, entre pajas y mamadas que había practicado con afición y esmero.

Había regañado con mi primer novio, Saúl, su religión nos separaba, el judío , yo gentil, y además ponía mucha voluntad, pero no era bueno en los juegos eróticos.

Y apreció mi amiga Caro, ver su cara y las cuatro amigas que estábamos juntas nos dimos cuenta que ya había debutado.

" ¿ Cómo ha sido?. Cuenta?"- preguntamos .

Caro siempre ha sido y es adornada, estudiaba literatura y teatro, así que su historia parecía sacada de una novela romántica: Besos apasionados, pieles que rezuman lujuria, verga que penetra en lo más íntimo haciéndola mujer. En fin muchas palabras empalagosas de una, que presume de lo que otras no han hecho. Hubo en toda su aventura algo que me quedó marcado :Sentir el calor de su semen estallando en la vagina.

Cuando la preguntamos cómo había hecho para no embarazarse, nos dijo que había esperado a los días súper seguros.

Dado que a mi la leche de macho me encantaba, sentirla cuando caía sobre mi piel o cuando la tragaba golosa , decidí que era el momento de mi debut.

Tenía que esperar el período de infertilidad y aprovechar esos momentos. Yo siempre era como un reloj, así que sólo me faltaba buscar con quién. No tenía novio, y los chicos con los que salía no me parecían adecuados. Tenía un par de semanas para encontrar mi príncipe azul.

Maravilloso no era, pero sí simpático, guapo, buena persona, fuerte ( jugaba al rugby) y dulce. Su nombre: Jorge.

No me fue difícil seducirle, en apenas cuatro días lo tenía bebiendo los vientos por mi personita. Besos, pajitas y mamadas y estaba preparado para ser el partener en mi debut.

Y llegó el día, era un sábado, hacía buen tiempo y habíamos quedado después de su partido de rugby. Yo no contaba con el tercer tiempo, ese momento en que los equipos, tras el enfrentamiento, se dedican a tomar en sana camaradería. La verdad que cuando fui a buscarle, duchada, preciosa , con una ropita interior de escándalo, una mini y una remera que me marcaba las lolas, lo encontré totalmente borracho, y encima besucón.

Me dí cuenta que no era un momento y una persona para mi debut. Lo llevé a su casa , eso sí antes de dejarlo, le hice una mamadita. Costó que se pusiera dura, pero con ayuda de la mano, logré un breve momento de dureza y expulsión de leche.

Al día siguiente, Jorge estaba avergonzado, no sabía que decirme, habíamos esperado al fin de semana , para aprovechar bien el día, y había sido un fracaso.

Nuestras salidas se llenaron de ternura, su sensación de culpa le convirtió en una persona pendiente mis más pequeños deseos. Paseábamos de la mano, nos besábamos sintiéndonos los cuerpos , a veces, pocas, investigaba la verga que me iba a convertir en mujer completa. La acariciaba, la besaba, la lamía, y sentía el calor de la leche cuando saltaba del ojo del cipote. Y esperaba el día. Y el día llegó.

Parecerá una tontería pero me vestí de blanco de dentro a fuera para la ocasión. Corpiño, bombacha, medias a medio muslo, y un vestido sin mangas , con botonadura delantera, por debajo de la rodilla. Zapatos de medio taco también blancos.

Me vino a buscar en el coche de sus padres. Había elegido un telo de lujo en el camino de Rosario, quería compensar su fracaso anterior.

Cuando entramos en la habitación , me quedé maravillada, yakuzi, cama enorme, tele con peli porno, espejos y un techo que se abría para poder ver el cielo. Decidí que si lo pasaba bien, intentaría aguantar hasta ver las estrellas. Era media tarde cuando llegamos.

Nos paramos uno frente al otro. Yo comencé a desabrocharme el vestido. A medida que iba surgiendo la mezcla de carne y lencería , sus ojos se iban saliendo de las órbitas. En mi ropa interior blanca giré sobro mi misma para que viera el espectáculo.

" Sos preciosa. Te quiero hacer feliz. Nunca he visto a una mujer más hermosa"

A todas nos gusta que nos digan esas cosas, y más cuando lo hace un hombre que cuando se quita la ropa muestra un cuerpazo. Anchos hombros, pectorales de cine cubiertos de un vello ensortijado, cintura estrecha, un vientre plano como una tabla en la que se marcaban los músculos. El culo duro y respingón. Piernas como columnas y entre ellas una verga erguida como un faro al que dirigir los ojos. Era un adonis , un dios griego.

" ¿ Qué quieres que haga?"- pregunté mimosa.

" Necesito besarte, déjate hacer"

Me besó en los párpados, después en los labios. Tierno al principio, ardoroso a medida que las lenguas entraron en juego. Notaba contra mi vientre la dureza de su miembro. Las orejas y el juego con mis lóbulos, el cuello fueron las etapas siguientes de su boca.

Se separó.

" Quítate el corpiño". Desaté el cierre , pero quedó colgado de mis montañas gemelas. Cuando lo dejé caer, mis senos se irguieron orgullosos , los pezones erectos, rígidos de deseo.

Los lamió y besó sin cansarse. Yo estaba empapada. Tras un largo tiempo en mis lolas fue recorriendo mi pecho y mi vientre. Quedó arrodillado ante mí.

" Quítate la bombacha"

Empujé la fina tela hasta que pasó mis caderas, después con un ligero movimiento logré que cayeran al suelo. Abrazo mis muslos y su rostro quedó sobre mi monte de Venus. Yo entonces no me depilaba toda. Se hundió en él. Besaba mi feminidad y olía mis más íntimos perfumes. Sus manos recorrieron la parte trasera de mis muslos hasta llegar a mis nalgas. Ahí sus dedos se engarfiaron empujándome contra su boca.

" No puedo más, por favor Jorge , CÓGEME"

Se levantó y volvió a besarme, éramos dos posesos. Abrazados, sintiéndonos, fuimos hacia la cama. Tiré de la sabana y me tumbé abierta, esperando que me incrustara su ariete.

" Te va a doler un poco, relájate. Tenemos todo el tiempo del mundo"

Apoyó su glande en mi virginal entrada y fue entrando en mí muy despacio hasta que topó con mi himen. Mi vagina era una fuente , su verga deslizaba suavemente hasta el femenino obstáculo. Me besó , mordiéndome los labios y me penetró de un golpe. Sentí mas el dolor en mi boca que el mi sexo, apenas una puntada.

Con su pija bien dentro de mí, culeó rápidamente, un calor me inundaba y paró.

" Ahooora"

Y como una ametralladora reanudó sus movimientos hasta que sentí el geiser que explotaba en mi interior. Le abracé muy fuerte, por fin era MUJER.

Quedé en sus brazos , hasta que volvimos a hacer el amor. Esta vez fue mas lenta, gozando de su penetración y de sus embestidas salvajes.

Telefoneé a casa , dije que me quedada a dormir con Caro. Llamé a Caro para que dijera , si me llamaban , que les llamaría enseguida. Le di el número del telo, quería que pasara envidia y con las precauciones tomadas, reanudé mi actividad sexual.

Vi las estrellas en el firmamento y también amanecer. Cogimos seis veces en un período maravilloso.

Suena el celular , me espera abajo con su Audi 4. Vamos a almorzar a la Costanera, en Happening. Está orgulloso de cómo me devoran los hombres con la mirada.

Caliente que soy y que me encanta y me excita que me deseen , estoy como una bestia en celo. Creo que debo hasta soltar efluvios de concupiscencia. Pero Manolo, sólo me acaricia la mano de vez en cuando, aprovechando el darme el pan o servirme el vino. Tras el café y pagar la cuenta , me invita a dar un paseo viendo el río. Yo estoy deseando coger, no me aguanto, pero el maldito gallego me habla de la inmensidad del Mar de la Plata, de sus colores, su historia. Y todo eso un español a una argentina, intentando darme otra visión de lo que yo sé.

Tomamos otro café, sentados en un mirador. Sus ojos hambrientos recorren mi cuerpo, yo he soltado cuatro botones de la blusa y muestro el canal de los senos y parte de los mismos cada vez que me inclino a escucharle.

Llamo al camarero y pago yo.

" Manolo. La copa ¿en tu departamento o en el mío?"

" Tú me buscaste el piso, me gustaría que vieras cómo ha quedado. Tu opinión me importa mucho."

Vive en un departamento junto al Alto Palermo. Un piso diez, desde el que se ve el cielo porteño. Un salón enorme, dos dormitorios , uno con baño en suite y vestidor, otro baño para invitados y visitas.

No le doy tiempo a que me lo enseñe, apenas entramos me paro ante él. Está para comerle con su camisa azul, sus jeans y mocasines de Guido. Más bajo que yo con los tacos que llevo, llegándome a la frente .

Le echo los brazos al cuello y le beso, le aprisiono para que no escape. No parece que sea su intención, pues me abraza pegando su cuerpo al mío. Mi lengua le explora hasta la campanilla, él responde con pasión desesperada.

Le desabrocho el cinturón , y tiro para que le caigan los pantalones. No puedo bajarlos, su verga los sujeta. Más habilidoso me ha dejado sin pollera ni bombacha.

Nos caemos al suelo, me abro de piernas para recibirle. Se quita el calzoncillo y el pantalón.

¡ DIÓS MÍO . NUNCA HABÍA VISTA UNA PIJA ASÍ!. Es enorme, gorda y larga. Me abro más , tantea la boca de la concha, entra en el puerto despacio. Sólo es posible por la cantidad de flujo que tengo. Me llena . No pensé que me podía caber aquella estaca. Empieza a moverse dentro- fuera, muy lento al principio, más rápido cuando la lubricación hace efecto.

Yo chillo de placer, él sigue cogiéndome, callado , concentrado. Me voy y sigue. Me vuelvo a ir y entonces acelera como un loco hasta que me inunda con su semen.