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B&j;

en Hetero: General

B&J.

Cuando Bárbara subía las escaleras mecánicas de los grandes almacenes, si hubiera mirado a la persona que la cruzaba bajando, se habría llevado la sorpresa de su vida: una mujer exacta a ella, cargada con dos paquetes, marchaba hacia la puerta.

Jimena se detuvo un momento en el espejo cercano a la salida. Se vio guapa, con el pelo castaño recogido en una cola de caballo, apenas pintada, los ojos verde azulados, la boca de labios finos pero bien dibujados. Vestida con un traje pantalón azul oscuro y una blusa blanca parecía una ejecutiva de cualquiera de las empresas del cercano centro de negocios. Sólo el hoyo en el mentón, que era su seña de identidad más destacada la daba un aire diferente, haciéndola parecer casi una niña.

El carterista que le robó la billetera, pensó que era una incauta despistada. Tan despistada que  no vio los dos hombres que la seguían, iba pensando en los regalos que había comprado para su marido: una camisa a cuadros y una corbata de lana verde a juego.

Al llegar a la esquina, la empujaron y la metieron en un Mercedes negro con cristales tintados. Apenas le dio tiempo a darse cuenta que le había adormecido con un pañuelo empapado en cloroformo.

Bárbara se mareó, tuvo que apoyarse en un mostrador lleno de computadoras personales. Ese tener sensaciones que no entendía le ocurría desde su infancia, unas veces duraban segundos, otras minutos y las menos, horas o días. Cuando se sobrepuso decidió ir a un  hotel, había uno al lado, era el lugar más seguro. Allí podría descansar mientras seguía oculta. Al salir, encontró la billetera tirada en el suelo, la abrió no llevaba dinero ni tarjetas, el que la había robado la despreció cuando la vació, pero para Bárbara tenía algo de mucho valor : un DNI de mujer, la fotos como todas las de documentos no era buena, pero tenía  un gran parecido con ella.

En el hotel , dio el DNI,  pidió una habitación y subió, no podía con su alma. Se quitó el traje pantalón y la camisa. Su traje de trabajo cuando iba a ver al difunto Alan Morois, y con el corpiño y el culotte color carne se tumbó en la cama. No podía mantenerse despierta.

Jimena se despertó, por la ventana entre las rocas se veía agua de un pantano o un gran lago. La casa parecía aislada, en medio de la nada. Tres hombres estaban en la habitación, ella con las manos atadas..

“Bueno, nena, nos vas a decir donde tienes el dinero del Señor Morois. Si nos lo devuelves, no tienes problema, te dejaremos libre. No sabes quienes somos, así que no nos puedes denunciar. Por favor, no nos mientas. El bueno de Alan tuvo la muerte que cualquiera desearía. Follándose a un bomboncito.”

Justina no entendía nada, no sabía de quién ni de qué dinero hablaban.

“No sé de que me hablan, no conozco a ese señor.”

“Deja de hacerte la idiota. Andrés, pon la película. El bueno de Alan grababa con una cámara sus encuentros sexuales, por eso sabemos todo lo que ocurrió:”

Bajaron la persiana, la luz de un pequeño proyector iluminó la pared blanca.

Y se vio, con el traje pantalón, quitándose la chaqueta delante de aquel hombre….No podía ser.

 Ella no era esa mujer que se iba desnudando, ….pero era ella. Ella no era la que se comía semejante verga …..pero era ella. Ella no era la que se masturbaba mientras su pareja se quitaba la ropa…..pero era ella. Ella no era la amazona que se empalaba en el mástil erguido….pero era ella. Ella no era la que pasaba del paso al trote cabalgando al entusiasmado caballo…pero era ella. Ella no era la que, tras un largo coger, desmontaba y ofrecía ,como una yegua, su trasero al semental empalmado ….pero era ella. Ella no era la que, tras aquellas primeras batallas, salía del baño y comenzaba a vestirse….pero era ella. Ella no era la que recibía un fajo de francos del hombre desnudo y feliz en la cama….pero era ella. Ella no era la que con picardía  volvía a acariciar el vástago erecto y lo chupaba con malicia…pero era ella. Ella no era la que se separaba asustada y contemplada aterrada al hombre que, sin perder la erección, estaba quieto, un extraño cadáver con la polla dura, apuntando al cielo.. pero era ella. Ella no era la que miraba el maletín que había en la cómoda , lo abría tras ver la llave con una cadena  de oro que estaba en el mueble….pero era ella. Ella no era la que tras cerrarlo con prisas lo agarraba y salía por la puerta….pero era ella.

Bárbara volvió a contar el dinero del maletín, 50 millones de francos, una pasta, suficiente para empezar una nueva vida sin los apuros que recordaba desde pequeña. Esa falta de dinero era lo que le había llevado a la prostitución ocasional para reforzar la poca cuantía de su beca. Cuando lo vio junto al cadáver de su cliente, tomó la decisión: largarse con todo. Salió haciéndose la tranquila, llevaba el pasaporte, así que en un taxi fue a la estación. El tren salía para Madrid en 15 minutos, había un departamento libre, compró el billete y volvió a España. Apenas bajó del tren buscó un hotel. Necesitaba comprar algo de ropa y decidir a donde iba. Ni Madrid por cercano a Paris, ni Barcelona donde había vivido hasta que murieron sus padres, en ambos sitios la buscarían. El Sur podía ser su destino, tras borrar las pocas pistas que ayudaran a  identificarla.  El DNI que había encontrado le valía para comenzar tranquila, alquilar un piso y poner una pequeña boutique – bisutería. Siempre había diseñado bien y era en lo que se estaba formando en Francia. Nadie la encontraría.

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Jimena estaba aterrorizada, aquellos hombres iban a interrogarla con violencia, estaba segura y no podía decir nada. Sólo que no era ella la mujer de la película.

“Mira, niña. Mas vale que empieces a largar”

“Yo no soy esa, por favor créanme….. No sé cómo demostrarlo….. Miren mi  bolso, vean m DNI. …”

El que parecía el jefe se acercó con una navaja, la apoyó en el cuello de la mujer y la ordenó:

“Desnúdate. Vamos a comprobar que eres Bárbara Montent. Y cuando no lo puedas negar , hablarás.”

Justina obedeció, sin titubear se quedó sin ropa ante los cuatro hombres.

“No lo puedes negar, tienes hasta el mismito coño depilado. Así que déjate de tonterías y dinos donde has guardado el maletín con la pasta. Cuando bajaste del tren la llevabas. No creas que vamos a follarte. Vamos a cortarte hasta que no resistas más. Si nos lo dices te evitarás problemas”

Jimena pensó deprisa, necesitaba ganar tiempo.

“En la consigna de la estación. Armario 3. La consigna: el día de mi cumpleaños 504. Si quieren, vamos y lo comprueban.”

“Iremos Juan y yo, y tú te quedas con Andrés.”

Los dos hombres salieron, ella quedó desnuda con su guardián. Tenía que escapar. El  raptor la miraba con ojos cargados de lujuria, se dio cuenta de cual era la forma de huir. Coqueta le sonrió y le propuso, procurando que su voz sonara sensual.

“ No quieres que nos entretengamos mientras van a buscar  el maletín. Tenemos tiempo y …”

“No  es mala idea, puta de mierda. Eres una buena folladora.  Ven y empieza por hacerme una mamada.”

Jimena se acercó, arrodillándose ante el hombres. Levantó las manos atadas.

“No puedo trabajar bien así.”-

 Andrés sacó una navaja del bolsillo, la abrió y corto las ligaduras.

“ Ahora , cerda. Chúpala bien.”

Jimena tomó la erecta verga y comenzó a lamerla, después se metió el enorme glande en la boca y con una mano comenzó a acariciar el tallo de aquella grandiosa polla. Con la otra soltó el cinturón y empujó los pantalones hacia abajo. El hombre la tenía  agarrada  por el cabello y la obligó a mover la cabeza como si fuera una maquina. Entonces mordió con furia. El grito del hombre fue desgarrador y la soltó.

Jimena se levantó y corriendo abrió el ventanal, saltando desnuda al exterior. Tenía que alejarse. Vio como el hombre, sangrando, salía tras ella. Procuró moverse sin hacer ruido, pero la luz de una potente linterna iluminó la noche.

“Ven aquí, maldita zorra. Te voy a coger y vas a saber lo que es bueno.”

Jimena aceleró la carrera. No vio la piedra a sus pies y tropezó. Perdió el equilibrio y cayó hacia el abismo camino de las aguas profundas. El primer golpe en la cabeza la hizo perder el conocimiento, así evitó los enormes dolores de romperse contra las rocas antes de sumergirse el pantano.

Bárbara  se bañó tranquila, después totalmente relajada, al mirarse en espejo decidió que le convenía teñirse de morena. Lo haría al día siguiente, antes de dejar el hotel y hacer las compras que no había podido hacer ese día. Envuelta en el albornoz, se sentó en la cama para secarse el pelo. Un dolor enorme de cabeza la sacudió, cayó quedando desmayada.

 

“Esa puta de mierda se escapó y se ha caído al pantano”- chilló Andrés al ver entrar a sus compañeros.

“Idiota, esa zorra nos ha engañado y no podemos sacarle donde está la pasta. Seguro que te las querido follar y se te ha escapado. Siempre has tenido más polla que cerebro.”

Disparó dos veces, Andrés se dobló al recibir los impactos.

“Vamos a tirarle al agua. Diremos que mató a la chica y no hemos podido averiguar donde estaba el dinero. Ojala nos crean. Esos marselleses tienen muy mala hostia.”

 

“Cariño, ¿ qué te pasa?. Por favor, vuelve en ti.”

Bárbara sintió como la zarandeaban, abrió los ojos. Un hombre rubio, guapo, varonil, la abrazó con ternura.

“Jimena, amor mío, por fin despiertas. Casi me muero del susto. Llevas más de 30 horas perdida. Gracias a Dios, que en el hotel al venir a limpiar la habitación y verte así, han visto donde vivías y han ido a preguntar si alguien te conocía. He venido corriendo.”

Se dio cuenta que la confundían con la mujer del DNI que había encontrado. No podía hacer nada. Decidió seguir el juego, no tenía otra alternativa.

“¿Quién soy? Tú ¿quién eres?”

“Soy Javier, tu marido. Jimena, mi niña, te ha debido dar uno de esos ataques que te pegan de vez en cuando. Este mayor y has perdido la conciencia durante más de un día”

“No me acuerdo de nada. Tengo la mente en blanco.”- se abrazó al hombre para que sintiera su desnudez. Sabía que sus senos turgentes, su boca junto al cuello del hombre resolverían cualquier problema.

“Vamos a casa. Allí te recuperarás, mi vida.”

Bárbara se levantó envolviéndose  en el albornoz. Miró su ropa apoyada en el silloncito de la habitación, junto al maletín con los francos.

“Si, vamos. Di que lleven mis cosas a casa.”

Mientras Javier pagó el hotel , ella cogió la llave del maletín y la metió en el bolsillo de la bata de toalla.

 

Al limpiar los aliviaderos de la salida del pantano, los trabajadores han encontrado dos cadáveres, el de un hombre y el de una mujer desnuda, irreconocibles. Los peces les han dejado prácticamente en el esqueleto.

“ Las jodidas carpas se han dado un atracón. Deben llevar más de un mes en el agua. ¿Qué hacemos?”

“No he leído nada sobre dos desaparecidos, así que lo mejor es ponerse los guantes, meterlos en un saco y volverlos a tirar, pero más arriba. Si decimos algo, nos van marear y no nos dejarán tranquilos.”

“Vale, me parece buena idea. Los lanzamos en la sima donde estaba la iglesia y.. Luego nos duchamos y acá no ha pasado nada.”

”Tonto, ha pasado hoy por la mañana y limpitos volverá a pasar”

Los dos hombre se besan y empiezan a quitarse un problema de encima ara poder seguir disfrutando de su amor.

 

Bárbara miró por el enorme ventanal la piscina, hacía buen tiempo, le apetecía un baño. Abrió el armario y sacó un traje de baño. La tal Jimena debía haber sido una puritana, ni un bikini. Seguro que se había largado con alguien. El espejo reflejó su cuerpo desnudo. Se acarició los senos hasta que los pezones se irguieron orgullosos. Cuando vio su triángulo púbico, se dio cuenta que necesitaba una depilación. Le daría una sorpresa a Javier, se lo afeitaría todo. El recuerdo del hombre la hizo sonreír. Se había ido adaptando sin problemas a su nueva vida. Hasta había estado con los padres de Jimena un fin de semana en el cortijo que tenían en Sevilla. Sólo su nuevo marido había encontrado una diferencia con Jimena. Se lo había dicho una mañana de domingo, tras hacer el amor.

“La perdida de consciencia y de memoria te ha cambiado. Ahora eres mas sensual, más apasionada. Antes sólo hacíamos el amor dos o tres veces por semana.”

“Ahora, dos o tres veces al día…”-le dijo ella mimosa- “ ¿Qué prefieres a la antigua Jimena o a la nueva?”

“Ni color, princesa, a la nueva.”

 

Veintiséis años atrás. Barcelona.

“ Doctor , ¿ qué hacemos con la segunda niña?”

“Mire hermana. La le hemos sacado dos millones de pesetas a la Marquesa de los Guazales, y tiene su hija. Deje a la otra con su madre, ninguno sabíamos que iba a tener gemelas y la pobre mujer se iba a llevar un disgusto si le decimos que su hija ha nacido muerta. Una va a vivir en Barcelona, sus padres son pobres. La otra en Sevilla, sus padres son muy ricos. Nunca se van a encontrar. Dos familias felices.”

“La Suprema Providencia es sabia.”

“Ni que usted lo diga , hermana.”

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