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Regalo del cielo

en Parodias

REGALO DEL CIELO.

Me llamo Selina Kyle, unos me llaman Gatubela , otros Catwoman, y mis íntimos ... gatita. Me encantan las joyas, sobre todo los diamantes, como a todas las chicas listas, así que me suelo apoderar de ellos de vez en cuando. También me gustan los hombres, pero no los supermachos, me gustan los tiernos, los dulces,esos que te saben hacer mimos y cogerte bien cogida. Unos dicen que soy mala, yo creo que cuando soy mala , soy mejor. Por eso , por mejor, me había mudado de Ciudad Gótica a Metrópolis, para dejar a mi novio Bruce Wayne ansioso, echándome de menos, y sobre todo para que no me siguiera investigando, cuando se pone hecho un murciélago justiciero. Porque mi chico, millonario, guapo, listo, le da por hacerse el héroe vistiéndose de bicho y pasando muchas noches por ahí, queriendo resolver problemas y sintiéndose el bueno. A mí cuando se pone en ese rol , me revienta, no puedo evitarlo. Con lo bien que lo pasamos cuando salimos a cenar, a bailar , al teatro, a las fiestas, a pasar las noches en la cama, haciéndonos mimos, cogiendo. Pues a él le da por salir disfrazado a perseguir a los que el llama malos, la mayoría pobre tipos que buscan ganarse la vida. Porque a los malos de verdad , ni los toca. Sí a esos que engañan a niños y niñas abusando de su poder, a los maridos que pegan a sus mujeres, en fin a la maldad cotidiana , no le hace caso. Y claro si no quedamos pues yo salgo y algo me llevo, un poco de dinero, un collar, aquellos pendientes,en fin esas cosas que hacen a una gatita la vida más atractiva. Cuando una tarde, después de una siesta y cuando me había deleitado sacándole toda su leche, hasta la última gota, en una mamada perversa y me dijo que no podíamos ir al estreno de la última de la Monroe, porque tená que salir a buscar a una ladrona de joyas, que por lo que dijo era yo, decidí poner tierra por medio y le dije que me iba a Metrópolis donde me habían ofrecido un trabajo en el Dayly Planet. Y cómo lo dije , lo hice.

Metrópolis y Ciudad Gótica se llevan mal. Como Rio y San Pablo, Nueva York y Los Ángeles, París y Londres, Roma y Milán o Madrid y Barcelona. Dos ciudades grandes y distintas.

En el priódico me encargaron de sociales y el horóscopo, un trabajo cómodo. Mas bien mal pagado, pero el dinero no es problema para mí, sé como buscarlo y además tenía mis pequeños ahorros. Me cayó bien Clark Kent , un compañero de trabajo.

Yo estaba sola, siempre he parecido una niña buena, así que le di pena a Clark y me invitó a pasar el día de la madre con la suya, dado que era un largo fin de semana y yo no tenía familia.

Smalville es un pueblo pequeño en la pradera de Kansas, llegar nos había llevado casi tres horas, una de avión y prácticamente dos hasta la casa donde se había criado mi compañero de redacción.

Su madre Martha era un mujer muy hermosa a sus cincuenta y muy pocos años, vestía un vestido camisero rosa con flores azules de algodón y se pegaba a un cuerpo voluptuoso , con unos pechos todavía grandes y erguidos. Lo que me extrañó fue su pelo, pelirrojo sin apenas canas, sólo unas hebras blancas y aquellos inmensos ojos verdes. Viendo el cabello de Clark tan negro, pensé que algo raro había pasado con las leyes de Mendel. Lo pelirrojo es un gen dominante. Tendría que investigar, siempre he sido una gata curiosa.

- ¿ Sólo eres una amiga?- me preguntó destilando un punto de tristeza, mientras me besaba pegando su cuerpo al mío, cargada de cariño, pero que a mi me puso caliente.- ¿ Cuando me presentará una novia?

- Su hijo me parece encantador, pero sólo somos compañeros de trabajo. Como soy huérfana, me ha invitado a pasar el día de la madre con usted, aprovechando que es un fin de semana largo.

- Mi Clark , siempre tan bueno. Es un regalo del cielo.- sonrió con una mezcla de nostalgia y picardía.

La verdad que Clark Kent era lo que decía su madre : un chico bueno y que además estaba bueno. Alto, con pinta de niño listo, con sus gafas de no haber roto nunca un plato y con un cuerpazo que sólo una gata como yo descubría bajo la ropa siempre convencional. La verdad que me gustaba, aunque a él la que parecía que le iba era Luisa Lane, nuestra audaz reportera, la que podía entrevistar a Superman en exclusiva, porque en Metrópolis también había uno disfrazado de super héroe haciéndose el santo, A mí , ella, me caía como un tiro, es guapa y tiene su aquel, pero tanta energía que derrocha me cansa, yo prefiero descansar, dormitar , sólo entrar en acción cuando algo vale la pena, una gatita un poco mala pero siempre cariñosa hasta que me hacen sacar las garras.

Clark se puso a arreglar cosas de la casa, era mañoso, y lo hacía deprisa, mientras su madre y yo preparábamos la comida: un polla al horno con papas y verduras. Yo nunca he sido de carne, prefiero el pescado, pero aquello tenía buena pinta. Martha era muy buena cocinera. En la comida eché de menos un vino para empujar la pechuga, los muslos fueron para el niño de la casa- La zarzaparrilla no entra entre mis aficiones, pero la alegría de la madre viéndonos comer, era tan grande que me hacía sentir bien y relajada.

Cuando acabamos decidí dejarle solos, no quería ser un estorbo , así que pedí permiso y me fui con el viejo Ford al pueblo. Mi olfato me llevó al bar. Mi entrada fue una sensación, todos me miraron, no era para menos. Sé que soy una gata linda y mi ropa, una falda por encima de la rodilla, tengo unos piernas deliciosas, eso dicen las que las miran y hasta lamen, y una camiseta blanca que me marca las tetas hacía que fuera una atracción en aquel villorio del mediano Oeste.

Llevaba la voz cantante un tipo interesante, de la edad de Clark, con el pelo de la cabeza afeitado, vestido de traje, un urbanita que vuelve a su pueblo y deleita a sus paisanos con las aventuras en la metrópoli. Vino hacia mí, me tendió la mano y se presentó:

-Hola , soy Lex Luthor.

- Yo , Selina Kyle.

- Uau , me encantan tus crónicas de sociedad. ¡ Chicos es una periodista de lo más clase alta! ¿ Que haces aquí y qué quieres tomar?

Aquel tipo quería presumir, hablar y tenía ojillos de querer cogerme, a mí me interesaba saber de Clark Kent, una chica soltera debe tener más de una alternativa de novio por si Bruce me fallaba y Clark , aunque no era rico, tenía muchos puntos a favor: guapo, bueno y dulce, un poco poquita cosa pero podía ser un objetivo. Así que contesté:

- Una cerveza y he venido a Smallville con un amigo de periódico , seguro que lo conocen : Clark Kent.

Me di cuenta que Clark no tenía buena fama entre aquellos hombres, curiosa aclaré que sólo era compañero de trabajo y pregunté sobre él mientras me iba bebiendo la cerveza. Me fueron contando cosas de mi anfitrión donde siempre era tímido, un poco cobarde, nunca se había pegado con nadie, no practicaba deportes y muy respetuoso con las chicas. Lo que contaban de él a mi cada vez me iba gustando más, porque mi sentido felino me decía que junto a esa buena educación , había mucha fuerza oculta y a una gata es algo que nos encanta: la explosión de los volcanes dormidos.

Luthor me empezó a poner por las nubes, como una periodista que iba de fiesta en fiesta, que conocía a todo el mundo de la alta sociedad. En fin, que para aquellos pueblerinos me convertí en la más sofisticada de las mujeres, no me desagradaba, sus miradas en las que se adivinaba el deseo lujurioso, tenía el freno de la admiración de la diosa y eso a todas nos encanta.

Lo estaba pasando muy bien, me enteraba de chismes de un compañero, me convertía en una diosa y la cerveza estaba perfecta, llevaba cuatro. Pero como a Cenicienta las campanadas me hicieron volver a la realidad, debía regresar a casa. Así que dije que debía retirarme. Luthor se ofreció a acompañarme a la camioneta. Hay hombres que no pueden ocultar su deseos, al tipo se le notaba tanto lo que quería que me daba pena.

Los pocos pasos hasta mi vehículo fueron un alarde de lo rico que era y las puertas e información que podía darme para que me luciera en el periódico, yo sonreía y entonces me abrazó queriendo besarme. Siempre pasa lo mismo, me confunden cuando me conocen bajo mi identidad pública de Selina, no se dan cuenta que también soy Gatubela, que es otra cosa como le demostré agarrándole de los huevos y apretando.

Aulló como un lobo, me soltó , yo sin soltar sus partes íntimas, le dí un piquito diciendo:

- Nos vemos en Metrópolis. Ya te localizaré yo. Gracias por las cervezas.

La casa estaba un poco lejos, cuando llegué Clark y su madre estaban en el porche, apoyados el uno en el otro, una tierna imagen de amor materno filial. Me senté al lado de él, me pasó protector el brazo por el hombre, yo también me recliné en su pecho ancho y poderoso. Me fijé en los ojos de su madre, brillaban de alegría y relajo. Me gustaba su hijo por tranquilo y cariñoso.

Llevábamos un rato así, en silencio haciendo fluir la ternura , para una gata como yo es uno de los momentos más agradables, dejarse mimar sin dobles intenciones.

Clark se puso rígido, se levantó de golpe, miró a su madre y nos dijo con prisas:

- Me acabo de acordar de algo que debo hacer, perdonadme pero tengo que marcharme. Selina espérame aquí , seguro que te encanta hacer compañía a mi madre.

Salió escopeteado hacia el coche, su madre le acompañó, le dio un beso, me quedé asombrada, era un beso de amantes. Clark se montó, arrancó y agarró camino de la montaña lejana , en vez de hacia el pueblo. Vi los ojos de tristeza de su madre. No me parecía normal lo que había visto con mis ojitos felinos.

Las gatas somos curiosas, y aquello merecía una investigación a fondo. Hacer hablar a una mujer triste no es difícil si se tiene a mano alcohol, pero después de lo de la zarzaparrilla para comer tenía dudas que hubiera algo de beber con graduación. Me quedaba la facilidad gatuna de seducir con mimos, decidí emplearla.

La abracé, la acompañé a un sillón en el porche, me senté a su lado y la comencé a acariciar el pelo y la espalda para relajarla. Poco a poco se fue quedando tranquila.

- Martha , no te preocupes, seguro que tu hijo vuelve enseguida , sin ningún problema.

- No estoy segura, siempre con su obsesión de salvar al mundo. ¡ Es tan bueno! ¡ Un regalo del cielo!

Que al pacífico Clark le diera por salvar el mundo era algo que nunca hubiera cruzado por mi mente. Decidí hacer una apuesta, tanta bondad me parecía sospechosa.

- ¿ No tendrá algo de alcohol para tomar?

- Sí, hija, como Clark no bebe no te he ofrecido. Quedan unas botellas de whisky de la época de la prohibición, es casero, pero sano, sin aditamentos.

Me quedé de piedra, aquella señora encantadora, se había dedicado a la fabricación de alcohol fuera de la ley.

- Seguro que está muy bueno. ¿ Podemos tomar unos tragos?

- Hija, te lo agradezco, beber sola no me gusta nada.

Se levantó, yo tras ella, fuimos al granero, allí había dos cajas que a simple vista podían ser para guardar herramientas, pero no era así. Abrió una , había como una docena de botellas. Agarró una, yo otra, siempre sería una prueba, y nunca se sabe lo que puede pasar.

Volvimos al porche, la noche estaba plagada de estrellas, la luna no llegaba a estar llena, pero nos iluminaba.

- ¿ Quieres un vaso?

- Sí, si es para compartir.

- Me encanta compartir , nunca he podido hacerlo, sólo una vez con mi difunto marido. Él era como Clark, anti alcohólico, lo fabricaba para vender, pero no lo probaba. Tenía miedo.

Ya había llenado el vaso y dado un trago, yo hice lo mismo. Lo rellené y di un sorbo, se lo pasé, ella bebió más.

- ¿ Qué pasaba cuando bebía? ¿ Porqué tenía miedo?

- Eran otros tiempos. Yo me casé muy joven, apenas una niña, él era mucho mayor que yo. Queríamos tener hijos. Eran necesarios para el campo, la granja es muy grande. Todos los días …..lo hacíamos...para ver si me quedaba embarazada......Me da un poco de vergüenza....es algo.

- Por favor , siga , son cosas de mujeres...todas sabemos lo que nos pasa.

Le dije muy tierna y muy cómplice, mientras le pasaba una mano por la cabeza, acariciándola y dándole un poco más de whisky, tras darle yo un trago y empezó a contarme la historia.

En aquella época las mujeres dependíamos del marido, mi Jonathan era muy bueno, yo era feliz con él. Lo hacíamos todos los días, siempre igual , yo debajo, él encima, sin quitarnos los camisones. Un día vendimos nueve cajas de whisky, era mucho dinero para nosotros. Pudimos comprar otra vaca y pagar para que nos cubrieran a la nueva y a la que ya teníamos. El señor Luthor tenía un semental estupendo. Volvimos con los dos animales felices a casa. No sé como decidimos probar aquella bebida que nos había dado tanto dinero. Al principio no nos gustó, tosimos un poco, pero luego nos dio calor en el cuerpo y...

Martha tomó otro trago, sonrió mirándome a los ojos, se recostó en mí y siguió contándome.

Nos comenzamos a besar, a tocarnos vestidos, y sin darnos cuenta, nos fuimos quitando la ropa el uno al otro. La chimenea nos iluminaba, nunca le había visto desnudo ni él a mi. Me gusto, era fuerte, su...miembro parecía apuntar al cielo. Y yo me di cuenta que mi cuerpo le excitaba....también me ponía a mí ver como le salía el deseo por los ojos. Y lo hicimos como el toro y la vaca. Mi Jonathan pensó al día siguiente que no estaba bien lo que habíamos hecho la noche anterior. Decía que nos habíamos dejado llevar por la lujuria. Y que el Señor nos castigaría. Siempre creyó que no teníamos hijos como un castigo de Dios. Cuando llegó Clark, un regalo del cielo, lo vio como un ruego a sus plegarias y un perdón del Señor.

Martha seguía bebiendo, apoyándose más y más en mí. Le pasé una mano por el hombro de modo que cayera sobre su seno izquierdo y me di cuenta que: a) no llevaba corpiño, b) que tenía las tetas duras y grandes y c ) que tenía los pezones rígidos de excitación. Con disimulo lo acaricié, dio un suspiro enorme y me siguió contando.

Clark era un niño diferente, mejor que los demás, más fuerte, más rápido, más listo y eso es un problema en Smallville como este donde la envidia es la base del pueblo. Así que le enseñamos a que pareciera como no es, débil, medio miope, patoso. A él le costaba mucho, me tocaba a mi convencerle que lo tenía que hacer por su propio bien...Siempre lo lograba , es muy mimoso y le encantaba que le hiciera cariños.

Una gata sabe cuando una mujer se está calentando y Martha estaba cada vez más cachonda , así que le di un besito en el cuello y pasé a tocarle el pecho buscando darle gusto. Ronroneó mimosa.

Los años nos fueron cayendo encima, mi marido fue perdiendo el ardor, algo que a mí no me ocurrió y....pues tuve que aliviarme...con los dedos. Sé que no está bien, pero si no había coyunda tenía que satisfacerme yo sola.

Decidí que era cosa de aumentar la dosis de whisky y de toqueteos más íntimos. Le serví otro vaso y le metí los dedos dentro del vestido para sobarle bien sobada la teta. Giró la cabeza, sus labios rojos se pusieron al alcance de los míos. Y la besé. No titubeó, respondió con pasión, agarrándome la cabeza para que no me separara.

La señora Kent , la mamá de Clark, era una llama. Si abandonar el beso con la otra mano tanteé dentro de la falda, subiendo por el muslo. No llevaba ropa interior. Mis dedos encontraron un nido de vello rizado. Las gatas somos muy promiscuas y curiosas, y aquello me gustaba. Así que empecé a pajearla.

- ¡ Qué lindo! ¡ Qué maravillosa es la caricia de otra hembra!

- Por favor , Martha sigue contándome. Necesitas liberarte de lo que llevas dentro.

- Mi niña, tus caricias me liberan, son tan ...dulces...te cuento.

Mientras mi niño iba creciendo, cada vez más hombre, más fuerte. Un día me di cuenta que había una mancha en la sábana.

- La típica polución nocturna de los jóvenes.

- No, es que se tocaba hasta derramarse.

La cosa se ponía interesante. Por un lado la historia, pero por el otro , la pelirroja cada vez estaba más caliente, gemía y suspiraba ansiosa y yo, no soy de piedra, andaba con el coño empapado. Y siguió.

Un día no pude por menos que preguntarle que le pasaba y me lo soltó. Que veía como yo me tocaba, él hacía lo mismo. Que se sentía muy mal, porque no estaba bien desear a la madre. Que había pensado en cortarse la pija, lo dijo con esa palabra tan grosera.

Yo le abracé y le dije que no era hijo mío, que era un regalo del cielo, que había llegado una noche en una cunita de metal. Y entonces me besó. El pobrecito era todo ansias.

Me quedé de piedra. Clark Kent era un extraterrestre, y veía a través de las paredes. Sume 1+1+1 y me dio el resultado: CLARK KENT ERA SUPERMAN. Necesitaba saber más, sobre todo cuando la narración se había puesto a mil. Así que aceleré la movida de mis dedos buscando su botón del placer.

- ¡Aahhh! No pares niña, que me das mucho gusto.

- Y qué pasó.

- Lo hicimos. Hicimos el amor una y otra vez. Por favor...sigue ….uuuuuhhhh. ¡ Ya! Me vine. ¡ Que lindo!

La besé de nuevo, la mujer estaba feliz, el licor y el orgasmo le habían llevado a una nirvana donde era fácil sacar la información.

- Y ¿ Cómo fue? ¿Te daba satisfacción?

- Al principio costaba. Era como un conejo , rápido pero incansable. De modo que él se iba diez veces hasta que yo acababa. Pero ya te he dicho que es un regalo del cielo. La tiene dura siempre, no se le baja, puede pasarse cogiendo horas y horas.

- No lo parece- le dije mientras le iba soltando el vestido.

- Es que siempre le hemos enseñado a disimular. Luego cambió...cuando murió mi pobre marido...( Pensé para mis adentros que rico no era y cornudo a todas horas)- Fue a un sitio a aprender y cuando volvió , era otra cosa. Hacer el amor con él es algo que no se puede contar.

Ya estaba desnuda. Para sus cincuenta y tenía un cuerpo magnífico, aguitarrado, con cintura estrecha , caderas amplias y un buen culo. Los pechos eran enormes como melones con unos pezones del tamaño de la moneda de dólar y lo completaba un matojo de vello en el pubis que parecía un fuego con sus llamas.

Yo me paré ante ella y también me quité la ropa.

- Martha, yo también estoy ardiendo. ¿ Has estado con otra mujer?

- De jovencita, antes de casarme, jugaba con una amiga, Halle , un mulata preciosa, cosas de niñas.

- Pues podemos jugar a cosas de niñas.

- Ven- y agarrando una botella nueva de whisky me llevó de la mano a su cuarto.

La verdad que la señora de Kent era una caja de sorpresas agradables, porque apenas empezamos el juego de lesbos aunque se notaba que le faltaba experiencia, lo suplía con ardor y vocación.

En pocas palabras podría decir que nos acariciamos, nos tocamos, nos besamos, yo devoré su zarza ardiendo , ella mi vellocino de oro y cuando no fuimos capaces de tener más orgasmos, desmadejadas, y caímos en brazos de Morfeo haciendo la bandera española o catalana al mezclar nuestro vellos, rojo y amarillo, en un roce continuo de nuestros pubis.

Me desperté de un golpe, siento cuando alguien me mira cuando duermo, abrí los ojos y allí estaba Clark Kent. Con lo que sabía de él fue una muy agradable visión de su verga empalmada que quería romper el pantalón.

- Martha, ¡ despierta ha llegado Clark!

La pelirroja incansable giró para deleitarse con su hijo y sólo dijo:

- Ven. Creo que tu amiga te necesita.

Se desnudó a la velocidad del rayo y quedó ante mí en todo su esplendor, porque era espléndido. No había visto una pija así, tan grande , tan gorda, tan dura. Tanta hermosura hacía que no te fijases en el cuerpazo que tenía. Un superatleta.

Y vino y me la metió, pese a estar empapada, costó que entrara aquella tranca. Se sabía mover, me llenaba y llegaba hasta lo más profundo de mi intimidad y me fuí y volví a irme. No podía contar mis orgasmos, era un super hombre y yo una gatita en sus manos. Mientras me cogía , Martha me besaba la boca y los pechos.

- Por favor, haced que estalle como la bomba atómica. Deja que me ponga como una perrita y tu mamá mientras me la clavas me come el botoncito.

Fue dicho y hecho, en segundos tenía a Martha bajo mi cuerpo con su lengua lamiendo mi clítoris y al extraterrestre clavándome su estaca. Yo intentaba lamer el sexo de su madre aprovechando sus embestidas. Era grandioso, apoteósico como fue mi grito.

- ¡Me matas! ¡No puedo más!. ¡Quiero tu leche!

Fue la descarga de un volcán , la rotura de un presa, me llenó de su semen mientras yo notaba como entraba en un séptimo cielo, más allá de todo lo vivido, donde veía el arco iris en explosión. Me quedé semidesmayada.

- Yo también quiero la bomba atómica- dijo Martha.

Vi la polla de Clark , seguía dura, me la metí en la boca y la dejé limpia y ensalivada, parecía de acero, luego me acomodé bajo la pelirroja para lamer su clítoris que se mostraba duro, grande entre el matorral de su vello.

Y volvimos a hacerlo, la mujer gemía , chillaba cuando no me chupaba la concha, y de nuevo otra gran explosión.

Me di cuenta que el miembro de Clark no se bajaba, así que decidí hacerle una mamada. Cuando acabó derramando su simiente en mi boca que chorreaba por los labios como si fuera baba que me caía, me di cuenta que sí que aquel macho era SUPERMAN.

El día pasó entre coger y comer para reparar fuerzas. No supe las veces que cogí aquel día. Cuando volvíamos a Metrópolis, le vis preocupado.

- No te preocupes , este fin de semana es nuestro secreto. No sé lo diré a nadie. Sé que a ti te gusta Luisa Lane, de mí no va a salir una palabra. Eso sí iré de vez en cuando a ver a tu madre y me encantará que pases a vernos.

Estoy con mis dos bebés: May y Brand, una niña preciosa de ojos azules y un nene guapo e inteligente, no hay que ver más que como engaña a su hermana para mamar antes y evitar que ella me saque todo el alimento, porque May es muy fuerte. Sí son hermanos de distinto padre, son cosas de la naturaleza y mi sexualidad felina. Los papás: Bruce y Clark.

Bruce vino a buscarme a Metrópolis, desesperado por mi ausencia, una cosa llevó a la otra, de modo que volví a Ciudad Gótica para casarme. No es un mal futuro para una gata ser millonaria. Por ese lado todo perfecto.

El problema , que para otro sería problema, pero para Superman no, porque puede viajar deprisa, vino de Clark. El pobre tiene una sexualidad de lo que es: un super macho y...con la Lane no lo hace. Con Martha , su madre iba bien, hasta que me probó y claro...se encoñó. Cuando estaba muy muy caliente, un vuelo y a cogerme. Yo no podía ni quería negarme, así que creo que un día fértil, estuve primero con Bruce y luego con Clark. Mis óvulos buscaron alegrarse y ...dos niños.

Bruce no se ha enterado, mis ojos azules pueden ser el gen de los de mi hija, los negros de Brand de él.

Así que todo perfecto.

Las alegrías no vienen solas, como necesito una mujer que me ayuda, Martha ha venido a trabajar a casa. La pelirroja está feliz. Le he insistido que no tenga favoritismos con la niña, pero una abuela es una abuela. Alfred , el mayordomo de Bruce anda como lobo en celo tras ella, conociéndola como la conozco, creo que Caperucita roja lo va a dejar seco, el pobre no es un niño.

Dicen que Batman y Superman hay problemas de entendimiento. Algo tendré que hacer, porque a las gatas nos gusta la paz y ..la promiscuidad. Así que debo lograr que me den gusto los dos y también Martha. Seguro que lo logro, pero eso será otra historia

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