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Sinfonia para dos (11)

en Grandes Series

SINFONÍA PARA DOS (11)

Capítulo final de esta serie, a no ser que mi compañero narrador Pelayo desee continuarla.

 Madrid 1989.

 

“¿ Cómo estoy.? – pregunto.

“Estupenda”- me contesta Pelayo, pero es Lucía la que desnuda, viene a darme un beso de despedida. Está hermosa, el ser delgada hace que parezca que no pasan los años por ella. Sus senos pequeños con enormes pezones siguen erguidos, no han caído pese al partos.

“Dales un chupetón que te dará suerte.”- me propone al ver como los miro. Lo hago, me gusta chupárselos y sentir como se ponen erectas sus puntas con la caricia de la lengua y los labios. Aprovecho para acariciar su vulva , está mojada. Meto dos dedos en su coño. Los saco y saboreo su feminidad.

“Anda , vuelve con Pelayo, que de vernos, seguro que se le ha puesto dura”. Salgo de la  habitación, les dejo en la enorme cama escenario de nuestra pasión.

En el piso bajo del  dúplex me espera Libertad. Tiene casi 60 años, pero no ha perdido su belleza majestuosa. Con una bata de seda que cubre su cuerpo aún incitante, me besa en los labios. La abrazo. La quiero mucho.

“En la maleta va la ropa y en el maletín  toda la documentación. No hace falta que te la estudies más, sabes lo que queremos. Intenta conseguirlo. Abajo te espera el chofer para llevarte a Barajas, tiene los billetes del Puente Aéreo. En Barcelona, está reservada una suite en el Majestic.  No sé que más decirte.”

La vuelvo a besar, y le susurro : “ Deséame suerte.”

Tardo poco en llegar desde Zurbano al aeropuerto.  Facturada la maleta, voy a la sala VIP a esperar la salida. Tomo un café con un sandwich de salmón, no he desayunado y tengo hambre. Apenas lo acabo me avisan para embarcar.

A mi lado, un ejecutivo me estudia y valora mis encantos. Me ofrecen otro café, mientras lo bebo pienso en como cambió mi vida cuando fui a París.

 

París. Finales del 1972.

Pelayo sabe que Inés necesita que la haga el amor con urgencia. Desde que la recogió en su departamento de Barcelona, la ha notado cada vez más mimosa y caliente. Pero sólo la ha dado besos, profundos, dejando que se restriegue contra él, que las lenguas jueguen, pero vestidos, sin desnudarse. Ha intentado llevarla en volandas todo el día. Aeropuerto, avión, aeropuerto, dejar las maletas en el hotel y salir a la calle a recorrer París.

Han ido en metro al Arco de Triunfo y desde allí, han bajado paseando por los Campos Elíseos. Inés estaba deslumbrada, las luces, las tiendas .La grandiosidad de la avenida la ha impresionado.

“¿Me traerás a verlo?”- le ha susurrado insinuante al pasar ante el Lido- “Dicen que es una maravilla.”

“ Vendremos. ¿ qué más quieres ver?”-

Inés le ha recitado el listado de los monumentos y sitios que ha estudiado en la guía. Se ha preparado a fondo, quiere que Pelayo la valore, que se de cuenta que ha cambiado, que ya no es la mujer pueblerina que está buena, pero no sabe nada. Desea conquistarlo, hacer que la ame.

Han entrado en un café, tomando un café con leche con croissants.

“ Todo lo que tienen de caro, lo tienen de bueno”.

Está guapa, tiene estilo pese a la ropa que lleva: un pulover , vaqueros y botas de taco bajo.

“ He deseado tanto estar contigo. Me estás volviendo loca de ti. Ten cuidado que no me ocurra como a la mujer de Felipe el hermoso, que perdió la razón por su marido.”

Pelayo la ha besado despacio en los labios, la señora de la mesa de al lado les mira con simpatía.

Al salir ha oscurecido, chispea, se paran en un cine.

“¿ Quieres verla?”- ha propuesto Pelayo. Inés querría volver al hotel a follar , pero al darse cuenta de qué película se trata , acepta pensando en que su marido se calentará, aunque no llegue a su nivel de deseo.

“ En Fotogramas, dicen que es una obra maestra de Bertolucci”- lo dice para que vea que sabe de que habla- “En España todavía no se ha estrenado ninguna película suya. Dicen que es un cine comprometido de izquierdas.”

Entran en la sala, al quitarse el jersey, ante los ojos de Pelayo  los pezones erectos por la excitación y el frío parecen querer romper la blusa de la mujer. Se sientan y el hombre pasa el brazo por encima de los hombros de Inés, la mano queda sobre el pecho derecho.

Quiere que se ponga cachonda perdida, acaricia la teta a través de la tela mientras dura la proyección.

Salen , ha dejado de llover, las luces se reflejan en el pavimento mojado.

“Por favor, vamos a hotel, quiero que me lo hagas. Necesito sentirte.”

“ Me dijiste que no te gustaba, que lo habías probado, pero que..”

“ Ismael era una bestia. Tú me enseñarás. Quiero que me descubras todos , absolutamente todos, los placeres del sexo. Por favor vamos ya. No aguanto más”

Apenas unos minutos de paseo, están en la habitación. Fuera se reflejan las luces del Sena.

“De verdad, ¿ lo quieres hacer?”

“Sí. Dime que hago.”

“Desnúdate. Quiero ver esa maravilla de cuerpo que tienes.”.

Fuera jersey, camisa, pantalón, botas, calcetines y la pequeña braguita. Queda en cueros ante la mirada del hombre. Pelayo piensa que está inmensa. Delgada, alta , con un culo redondito, bien parado, un pedazo de tetas grandes que desafían la gravedad, los pezones erectos, y una cara hermosa, que estalla de sensualidad. Están los dos de pié, uno frente al otro. Ella desnuda, él vestido.

“Quiero ver como te masturbas. Así, parada.”

Inés pone su mano en el monte de Venus, El corazón y el anular entran en contacto con sus labios, comienza un suave frotamiento. Tiene los ojos abiertos, mirando a Pelayo. Quiere que  note su deseo.

El hombre se ha desnudado de medio cuerpo. A la mujer le gusta su torso fuerte, peludo, con los pezones semicubiertos de vello. Le sale un suspiro. Siente que va avanzando hacia el momento de no retorno. Se toca más despacio, paladeando su calentura. Los pantalones han caído, el boxer muestra una montaña de deseo. Cuando lo baja, la verga dura, erguida, se muestra ante los ojos de Inés.

No pude más, le desborda el dominio de su marido, siempre ha calentado a los hombres que se han abalanzado sobre ella. Él es diferente. Se controla hasta que suplica que la folle. Con la mano libre tira de la carne del pubis para poder acceder más directamente al clítoris. Lo acaricia . y estalla. El orgasmo le llega entre temblores. Sonríe feliz cuando ve como Pelayo se acaricia la polla.

“¿ Estás segura?”

“ Sí , quiero que me hagas como le hace Marlon Brando a su amante. Quiero sentir esa mezcla de placer y dolor, ese darte a un hombre para que sepa que eres suya. Necesito que comprendas que soy tu alumna, tu discípula, tu mujer, tu  esposa, tu puta.”

Pelayo va al baño, vuelve con un frasquito de crema de manos y una toalla grande , la extiende en el suelo, se acerca a la cama, toma dos almohadones y los coloca en el toallón.

“Ponte como una perrita, que la tripa te apoye en las almohadas.”

Pelayo se deleita con el culito en pompa de Inés, las dos esferas gemelas, el valle entre ellas, el sexo húmedo que se deja ver incitante. Desearía clavársela y sacar el ansia salvaje que siente, pero sabe que debe controlarse , hacer que sea la mujer, habituada a levantar pasiones desenfrenadas, la que implore por su satisfacción.

“ Tócate con los dedos el clítoris.”

Extiende la crema , que Inés siente fría, por entre los cachetes del culo, deja mas en el esfínter, que desaparece bajo el gel. Y acerca su verga al coño de la mujer, la mete despacio, entra fácilmente empapada con sus flujos.

“ Por favor, dame por culo.” –suplica  Inés en un susurro.

“ ¿ Quieres ser toda mía?. ¿ No te importa que te duela?”

“ Mi amor, mi señor, mi dueño, mi marido. Quiero ser toda tuya. Rómpeme el orto. Soy  tu puta.”

Pelayo saca la polla dura y totalmente mojada, jugando con los labios del coño femeninos, roza los dedos con los que se masturba. Apoya el glande en el esfínter, podía dilatarla con los dedos, pero ese no es el juego. Lubricada la ciruela del macho empieza a entrar a cámara lenta en Inés. Quiere que sienta como se ensancha para recibirle.

“¿ Te duele?”

“ Un poco, pero me gusta. Sigue.”

Inés acelera la caricia del clítoris, está entregada al placer. Nota como el arma de Pelayo la va traspasando. Se ha relajado para recibirla y el dolor se ha convertido en una molestia, cuando la espada está enterrada hasta la empuñadura. Tiene la cabeza apoyada en la toalla, que agarra con una mano, mientras la otra frenética no para de tocar su botón inflamado.

Pelayo cuenta hasta 20 antes de empezar a moverse. El guante que aprisiona su verga lo vuele loco de placer. La cara de su mujer refleja una sumisión total. Sabe que no va poder aguantar mucho, lleva dos días ansioso de ella. Va retirándose despacio hasta dejar sólo la cabeza dentro, de modo que el aro oscuro quede dilatado por el mayor volumen de esa zona de su pija. Cuenta hasta 10, vuelve a meterla más deprisa, se queda dentro parado. Bien enfundada la polla, mueve sus caderas en un martilleo constante.

Los gemidos de Inés se van transformando en gritos de placer. Su marido ahora deja deslizar el tronco del árbol por su gruta trasera. Revienta en un orgasmo salvaje, sus MÁTAME, RÓMPEME  son el disparadero del hombre que derrama en ráfagas su semen en lo más profundo de ella.

Apenas acaba , Inés siente como él se retira. La deja tumbada y va al baño. Le oye orinar. Cuando mira en esa dirección , ve como se está lavando la polla. Se levanta y se acerca.

“Deja que te la lave yo.”

Enjabona bien sus manos y con delicadeza va limpiando la verga todavía gruesa, desencapulla el glande y va retirando los pequeños residuos de sus heces entre el pellejo del hombre. Lo enjuaga.

“ Hay que dejarlo bien limpio para no agarrar infecciones.” Inés  besa y lame el arma que la ha sodomizado. Está arrodillada ante él y la mete en la boca. Un retortijón la obliga a dejarlo. De un salto tiene que ir a sentarse en la taza, se está cagando.

“Tenía mucha leche y te he puesto una lavativa de esperma.”

Se ríen los dos viéndose en el espejo. Cuando ella acaba, intenta ir a ducharse.

“ Estamos en Paris, aquí las mujeres no se duchan tanto. Lávate en el bidet , invento francés. Me gusta que huelas a hembra follada”

Inés se higieniza a fondo sus bajos. De la mano van a la cama, se quedan abrazados mientras fuman un cigarrillo. No hablan. sólo se sienten.

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París. 1972. cuatro días después.

“ ¿ Voy bien así.?”- pregunta Inés.- “Esta noche es muy importante.

“Maravillosa”- El vestido negro que le ciñe el cuerpo con  los hombros y la mitad del busto al desnudo. Apenas unos dedos por encima de la rodilla, la falda deja ver unas piernas largas, espectaculares, enfundadas en las medias. Los zapatos de tacón alto estilizan aún más su figura, destacando la voluptuosidad de sus curvas.

Pelayo con un traje azul oscuro, camisa blanca y corbata rosa , disfruta de la excitación de su mujer. Sabe que va a ser la NOCHE, él pensó siempre que tendría que convencerla , pero es ella la que le ha incitado a él , sin saberlo, a la realización  de los planes que había pergeñado con Libertad .

Los días en París han sido para Pelayo una sorpresa continua. Está maravillado con Inés. Una mujer pueblerina que en poco tiempo se ha convertido en una persona culta, curiosa, conocedora. Han recorrido museos, iglesias, lugares cargados de historia y  ella sabía lo suficiente sobre casi todo, lo había estudiado, y cuando preguntaba algo, tenían que buscar en una guía especializada, la mayoría de las veces, porque él tampoco lo sabía.

Es elegante de manera innata, han comprado algo de ropa, nunca ha buscado lo más caro, fácil en la ciudad de la luz y la moda, ha seleccionado prendas de calidad que acentúan su hermosura con una mezcla de sensualidad y estilo.

No sólo los hombres la siguen con la mirada seducidos, también las mujeres con envidia. Él presume de pareja cuando pasean o van a comer. Le divierte verla en la mesa. Saborea sin miramientos los platos, bebe con alegría, sin preocuparse de la línea. Le dice, con picardía, que necesita cargar mucha energía porque la consume en la cama con él.

Porque, encima, es una maquina sexual. Abierta a todo.

Follan dos veces al día, se tiene que contener para  no estar jodiendo a todas horas. Desprejuiciada, han ido a cines de porno duro, a cabarets en Pigalle, donde a parte de striptease  había algunos números de sexo en vivo. No se escandalizaba por nada. Luego, eso sí, excitada , entraba en una fase de orgasmos continuos cuando volvían a la habitación del hotel y hacían el amor.

“ Pues , vamos a la batalla”- dice mientras agarra el abrigo de lana y le toma del brazo para salir hacia el Lido.- “ Tenemos que llegar nosotros primero, no las debemos hacer esperar.”

Apenas en unos minutos están en la puerta del local, mientras entra la gente elegantemente vestida hacia la cena – espectáculo. Enseguida llegan Lucía y Libertad.

La mesa está ubicada en un lugar discreto pero con magnífica vista al show. Es mejor así, es el único hombre acompañado de tres mujeres, a cual más guapa e insinuante. Lucía, la más joven, con un vestido beige, tipo túnica que moldea su cuerpo. Libertad con un traje  pantalón , negro. Al desabotonar la chaqueta, debajo deja ver un corpiño negro de encaje ,que muestra las dos semiesferas de sus pechos orgullosos.

Pelayo apenas atiende a la cena ni al espectáculo, ve a las mujeres y analiza la situación.

 Tenía miedo de Lucía. Se había enamorado de Inés y podía contarle toda la operación en la que estaban metidos. La solución, que pensaron entre Libertad y él, fue reunirse en París en intentar acelerar los tiempos, de modo que Inés se viera como una más de una familia abierta, entrando a participar de los negocios. Estaba casi seguro que una vez tuviera la oportunidad de ver sus posibilidades de ascenso social, aceptaría dejar Barcelona y ser su autentica esposa.

Con Libertad, se habían citado en el último piso de la Torre Eiffel. Un buen lugar de encuentro. Simularon sorpresa al verse. Inés se asombró de la relación familiar entre Pelayo y la “ Señora”, que además era la jefa de Lucía, pero no la preocupó. Al contrario se unió al grupo con toda su alegría , mezclada con picardía.

Libertad les invitó a almorzar a la Tour dÁrgent. Celebraban el 20 cumpleaños de Lucía. El ambiente , las miradas, las palabras con doble intención entre los cuatro,  iban cargando el ambiente de erotismo. Nada ocurría y todo insinuaba lo que los cuatro querían. Libertad y Lucía estaban en un piso alquilado junto al Arco del Triunfo, quedaron en ir juntos al Lido.

Pelayo reservó la mesa. Y allí estaba con tres bombones y una botella de champagne tras la cena, viendo bailar a las hermosas mujeres, a los animales que formaban parte del espectáculo, pero deseando que acabara para poder disfrutarlas.

Van dando un pequeño paseo hasta llegar a la casa alquilada,  suben en el lujoso ascensor, cuando entran Inés se queda deslumbrada. Su nuevo apartamento cabía en el salón.  Los muebles de época , los espejos , las lámparas, todo la llevaban a un mundo que ella no soñaba pudiera existir. Quiere ser parte de todo ello. Y sabe cual es el precio. Además le apetece pagarlo. Pasa por el el sexo y está caliente, excitada, así que le va a ser fácil.

“Creo que debemos alegrar a la cumpleañera. Lucía , a ti qué te apetece.”

La muchacha , sabe que los tres esperan su decisión. Mira a Inés y no duda al contestar.

“ Quiero hacer el amor contigo”

Inés se lo imaginaba , pero quiere que todos participen. Si quiere que la acepten , debe ser capaz de llenarles de placer.

“Libertad , Pelayo, ¿ podéis desnudarla?”

Es sencillo , apenas le desatan el broche que sujeta los tirantes en el cuello, el vestido cae al suelo. Tiene los senos pequeños, con los pezones que parecen estallar de excitación. Unas braguitas blancas y unas medias del mismo color dejan a la vista una mujer preciosa, sensible, caliente, ansiosa.

“Dejadme un cuchillo.”

Pelayo le acerca uno, Inés lo mete entre la cadera y la tela, y corta. Las bragas caen al suelo. El pubis está cubierto con una matita de pelo, recortado, un triángulo negro en el blanco de la carne.

Lucía se acerca a Inés para besarla, lo hace. El abrazo es interminable. No sabe cómo pero cuando se separan a Inés le cae el vestido al suelo. Vuelven a juntar las bocas, a pegar los cuerpos, los pezones se rozan aumentando su turgencia.

“Túmbate.” Lucía lo hace.

“Sujetadla. Que no pueda moverse.”

Libertad y Pelayo le agarran de las muñecas, inmovilizándola.  Inés ataca sin preámbulos el sexo de Lucía. Lame el clítoris, sabe que está excitada, que no es necesario dedicar tiempo al calentamiento. De pronto la muchacha estalla, y en segundos vuelve a estallar.

“ Pelayo , ahora tú, métesela hasta dentro.”

El hombre se baja los pantalones y la penetra. Inés descubre que  Pelayo no siempre se sabe controlar. Cabalga a la chica como un poseso.

Libertad y ella se miran. El destino es un jugador extraño. Sin saberlo se han buscado en otras personas. Las dos se necesitan, lo descubren en ese instante. De la mano van al dormitorio.

Barcelona 1989.

 

El restaurante que ha elegido Carvalho es una tasca vasca cercana al puerto. Me he puesto morada, las vainas verdes con patatas tempranas, las cocochas a la plancha con un sofrito de ajito con aceto de Módena, unos helados y los cafés, todo ello  regado con un clarete del Penedés. Me está mirando el escote de manera descarada. Eso siempre sube la moral a una mujer. Hemos hablado del mar y los peces. Ahora relajado, fumando  un Partagás me dice:

“ Siempre pensé que las empresas de Libertad iban a tener problemas cuando se jubilaran o la diñaran los viejos rojos que iba recogiendo. Eran los cerebros de los negocios que llevaba. Pero resulta que sigue como un reloj, te diría que mejorando.”

“ Es sencillo, Libertad coordina, Pelayo lleva la parte financiera y yo me ocupo de la gestión.¿ Recuerdas a Lucía?. Ella nos cuida a todos. Y a nuestros dos hijos, Pablo y Paulina. Son suyos aunque oficialmente son míos. Somos el mas maravilloso y extraño grupo familiar y empresarial.”

Se ríe, los ojos deslizan en el canal de mis tetas.  Creo que está caliente, yo también.

“Y  vienes a Barcelona a arreglar la situación de unos terrenos que necesitáis para la inmobiliaria. Porque además resulta que con los que TÚ tienes que negociar son TUS antiguos  amigos: Jordi y Nuria. Feliz y exitosa  pareja responsable desde el la Generalitat y la Villa Olímpica de darte la autorizaciones. Bueno, ya te he dicho donde  cenan hoy a la noche.  Vete a ese restaurante, hazte la encontradiza y suerte.”

Pido la cuenta, nos invitan a otros cafés y a la copa que elijamos. Pido dos Maltas  sin agua ni hielo.

El detective aprueba mi elección, y me vuelve a mirar con lujuria.

“ Sabes , Pepe, ahora entiendo algo que pasó hace muchos años. Nunca entendí cómo descubrieron el adulterio de Ismael. Tú mandaste las fotos al marido de mi prima.”

“Era un cabrón, un soplón, no hice más que un poco de justicia”

Me mira desnudándome, descarado, los dos estamos alegres.

“ Dices que los puedo encontrar a las 10 de la noche, son las cuatro y media. Estoy en deuda contigo y creo que podías acompañarme al hotel y…..”

“Pequeña- Tengo un buen pedo, no sé si….”

“ No te preocupes Sam Spade, soy muy buena haciendo solos de flauta”

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