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El sexo sorprende a las mujeres

en Amor filial

EL SEXO  SORPRENDE A LAS MUJERES. 

Deseos en familia.6.

 

Si bien las historias de este relato pueden leerse por separado, conviene leer los relatos anteriores de esta serie.

Una abuela: Susana. La sorpresa salvaje de la juventud.

 

Llevo dos noches durmiendo sola, desde que mi marido, mi hijo y mi nuera se fueron a Buenos Aires a cerrar una operación inmobiliaria. En la cama he aprovechado para ver algún film erótico, no porno, me gustan  más las que no tienen el sexo explícito, sólo con desnudos y escenas amorosas.  

Me ponen y me masturbo soñando como si viviera las escenas que acabo de ver en la pantalla.

Estoy en casa tranquila, los nietos se han ido a la playa y Marina y Sebastián se han marchado a hacer unas compras a Pinamar. Ando con una túnica sin nada debajo, me encanta la sensación de libertad que me da estar prácticamente desnuda. He preparado un matambre con rusa para cenar. Me tomo un gin tónic con un poco de salami.

Llaman al timbre, deben ser los chicos que han vuelto de la playa. Es Juan, el noviecito de Belén. Es guapo, muy guapo, y tiene ese aspecto de macho joven que rezuma sexo y nos gusta a todas las mujeres.

-“Buenas días. Mis padres han tenido que venir a arreglar unas cosas en la casa. Así que me gustaría aprovechar para ver a Belén. ¿ Dónde está?”-

Mientras lo pregunta, no me quita los ojos de encima. Me doy cuenta que mi cuerpo se transparenta desnudo a contraluz .

-“Está en la playa con Ginés , si quieres le llamamos al celular. Mientras ¿ tomas algo?”- le digo mientras me sigue al salón. Me está calentando como me mira, y yo me dejo contemplar. Me doy cuenta que me apetece seducirlo. Así que cuando me muevo, procuro que pueda apreciar mi silueta, sé que soy linda a pesar de mi edad, los hombres se vuelven cuando paso ante ellos. Sé que los retoques que me he hecho, me hacen parecer una mujer de cuarenta años o quizás menos.

-“Si tomaré una coca mientras la localiza”-no parece tener prisa en localizar a mi nieta.

Le sirvo la coca, nos sentamos enfrentados, no deja de mirarme los senos,  con la excitación se han puesto duros los pezones que se marcan en la tela suave.

Cuando se levanta para repetir el trago, me doy cuenta que tiene la verga gorda que se le marca en los pantalones. Me excita su excitación, le pongo la zancadilla de manera disimulada, cae prácticamente sobre  mí, al tiempo que derrama la bebida en mi túnica.

-“Perdona, la he puesto perdida.”- le cuesta separarse de mí. Sobre el blanco de la tela, el violeta de la coca remarca mis senos, con los pezones prácticamente  a la vista.

-“Me voy a cambiar, espera un momento.”-

Entro en mi habitación, no cierro la puerta , desde el salón si se mueve un poco puede verme. Me saco la túnica, y desnuda paseo como si buscara otra prenda.

-“ ¡Qué buena está!”-  se abalanza sobre mí , irrumpiendo en el dormitorio. Me sujeta y sus manos como garras toman mis pechos, mientras la boca me chupa el cuello.

-“Juan….¡qué haces!”- tengo que hacerme la víctima , pero sin desalentarle, me pego a él , al tiempo que disimulo negarme.

Me agarra las manos y me chupa las lolas como un poseso.

-“Puta ,te voy a coger”-  es muy joven y me doy cuenta que como no le ayude, se va a venir con los pantalones puestos por el modo que se restriega contra mi pubis.

-“Haré lo que quieras, pero por favor no me hagas daño.”- esas son las palabras adecuadas, lo dejo tranquilo, va a poder follarme, y no tiene por qué tomárselo con prisas.

-“¿Te ayudo a desnudarte?”- estoy deseando verle desnudo, lo he hecho en cuando está malla y creo que es algo que va a valer la pena. No espero su respuesta, le suelto el cinto y tiró del jeans, cuesta pasar la montaña de la pija. Me hacen gracia sus calzoncillos, es un slip, mi marido siempre usa boxers, y ver toda esa carne a reventar , me pega un golpe de placer anticipado.

Me arrodillo para poder sacárselos, al hacerlo ante mis ojos surge un badajo duro, en alto, con un poco de líquido seminal dando brillo a la cabeza del cipote que asoma entre la piel.

La agarro y me la meto en la boca, la paladeo. Se me ha olvidado lo que es un hombre joven, enseguida siento la explosión de su leche.

-“Todavía me queda mucha marcha, en seguida me recupero y vas a saber lo que es bueno.”-

Me quedo parada y le acaricio los pectorales bruñidos que han quedado al descubierto al quitarse la remera. Enseguida se vuelve el arma a poner en alto.

Me pongo en cuatro, quiero que me la meta hasta lo más profundo y lo hace. Ahora tarda más, no lo suficiente para que yo me vaya, pero sí para ponerme supercaliente.

Creo que si le dejo un rato descansar, vuelve a jugar. Tarda en recuperarse menos de lo que esperaba, esta vez decido que voy a llevar la voz cantante,

y le tumbo, me monto empalándome.

Ahora sí que lo disfruto, es una cogida larga, en la que sus ojos asombrados que me admiran mientras me acaricio, son un afrodisíaco más. Me voy cuando noto que está estallando.

Nos quedamos abrazados.

-“Me parece que tus padres te deben estar esperando.”- le digo mientras me comienzo a vestir con otra túnica, esta vez azul.

Juan se vuelve a poner la ropa, cuando sale, me besa.

-“Eres una maravilla. ¿ Podré verte en Buenos Aires?”- es lo último que dice al cerrar la puerta.

Una hija: Belén. La sorpresa de una jugadora.

 

Han pasado  tres días desde que Juan se marchó con sus padres. Belén no le echa de menos. Ha debutado, pero no ha gozado del orgasmo cogiendo con él. Su tía Renata la ha tranquilizado, a muchas mujeres les ocurre eso, no tiene nada de extraño, seguro que encontrará a alguien que de verdad la lleve al más allá, a ese mundo que experimenta cuando se masturba. Han hablado mucho, como si fuera una amiga de su edad, pero con mucha más experiencia, y tras esas largas charlas ha comenzado a fantasear. Le da vergüenza confesárselo pero su tío Genaro se ha convertido en objeto de sus fantasías. El saber que hace tan feliz a su mujer en la cama, le mitifica y ella se imagina como sería estar con un hombre así, cargado de sabiduría sexual que la hiciera gozar como siempre ha deseado. Se toca el clítoris pensando en revolcarse con él, en cómo disfrutaría de sentirse penetrada sin prisas, reventando en oleadas que le lleven a un mundo desconocido pero que ansía vivir.

En la playa están solos ella y Ginés. Se  sientan en el la terraza de la confitería para tomar un refresco, su primo va a los aseos. Unas chicas en la mesa de al lado comentan lo guapo y lo sexy que es. Belén nunca lo ha visto así, como un hombre, para ella es sólo el niño con el que ha jugado toda su vida. Cuando vuelve se fija, es realmente guapo, un lomo bárbaro, decide coquetear con él. Su tía Renata, la madre de Ginés le ha dicho que si no ha sido feliz con Juan debe intentarlo con otro. No piensa hacer el amor con su primo, pero sí practicar las técnicas de seducción. Paga ella con el dinero que les ha dado la abuela. Cuando vuelven a la carpa, Belén se tumba al sol boca abajo. Ginés se sienta a la sombra mirando al mar.

-“¿ Me puedes dar un poco de protector en la espalda?”-le pide al tiempo que se suelta el top del bikini.

-“Sos una pesada, ya estás morena, no lo necesitas.-

-“Por favor, es que ahora el sol pega muy fuerte y mi madre siempre me dice que a esta hora  use crema.”-

-“Lo hago por tu madre, no por vos.”-

Ginés suelta un chorro en la espalda de su prima, ésta al sentir el frío, se semiincorpora dejando ver casi todos sus senos turgentes y poderosos.

-“Estate quieta”- la voz del joven ha enronquecido.

Belén nota el mimo de las manos al posarse en la espalda, la suavidad de los movimientos, como los dedos sustituyen a las palmas, y se excita, no sabe por qué, pero le dado un calentón.

-“Te voy a dar en las piernas.”- Oye la voz desde una nebulosa.

Cuando la caricia se repite, comenzando por los tobillos, después las pantorrillas y con un cuidado especial en los muslos, Belén se da cuenta que está empapada, tiene la concha que parece hervir. Casi gime cuando las manos recorren sus glúteos.

-“Creo que ya está. Me voy a dar un baño.”  Cuando Ginés sale disparado para el mar, su prima mira de reojo y ve que va a intentar bajar la erección de su verga con el agua fría. El problema es que ella, que pensaba jugar de seductora, tiene una calentura sublime.

Cuando vuelve Ginés se tumba a su lado, están los dos en silencio, pasa casi media hora. Por la mente de la joven se suceden las escenas eróticas, esta vez en lugar de su tío, es su primo el protagonista. Casi en un sueño, sin darse cuenta se va poniendo cada vez más caliente.

-“Voy al agua. ¿ Me acompañas?- le sugiere a Ginés.

El muchacho se levanta para ir con ella a bañarse, la gente les mira al pasar. Son dos dioses plenos de  juventud y belleza. Los senos turgentes apenas tapados de la chica , el vientre plano y los hombros anchos de él. Su ritmo, al andar, decidido al tiempo que voluptuoso hace que muchos ojos se fijen en ellos cuando caminan hacia el mar.

Corren cuando entran hasta zambullirse en las primeras olas. Se ríen. La temperatura del agua hace que naden. Cuando se paran, el mar les cubre hasta medio torso. Los pezones de Belén están duros, enhiestos, parecen querer romper la poca tela que los cubre. Ginés los contempla  embelesado.

-“Abre las piernas”-

Y la muchacha se sumerge para pasar entre los muslos de su primo, abre los ojos para ver la enorme erección de su miembro. Cuando sale se pega a su espalda.

-“Estás empalmado”-

Ginés se ruboriza, y apenas puede barbotear. –“ S…ï”-

-“No te avergüences , es normal… Sos un hombre y yo una mujer….

-“Pero …sos… como mi hermana”

-“Sólo soy tu prima. Anda , sígueme”-

Nada mar adentro hasta que el agua la cubre hasta casi el cuello. Ginés la sigue, no hay nadie a su alrededor. La joven se acerca al muchacho parado, le rodea el cuello con los brazos, se cuelga de él y le rodea con sus piernas. A través de la tela de los bañadores los sexos entran en contacto. Belén se mueve despacio, restregándose contra el miembro erecto.

-“ Dios mío, me voy a venir”- murmura asombrada. Juan ya se hubiera corrido, su primo sigue con sus movimientos que la hacen gozar, volviéndola loca. Por primera vez le llega el orgasmo junto a un hombre. Apretada a él, sigue sintiendo la dureza de la verga armada.

-“Tú no te has ido.”-  Le susurra cariñosa.

-“Tardo en correrme más  tiempo. Es una cuestión de práctica.”-responde Ginés, sin darle importancia. La mano de Belén busca la minga poderosa, la saca de la malla, y comienza a acariciarla.

-“Te voy a hacer una paja.”-

-“Así podré salir, que si lo hago como estoy, vamos a dar que hablar”-

Se ríe la muchacha mientras toca el instrumento masculino. Juega con alegría con el vástago hasta que éste descarga su leche en el océano.

Al salir , relajados, felices, callados, Belén le suelta de pronto a su primo.

-“Me has dado una sorpresa”-

- “Espero que agradable”-

   Una madre: Marina. La sorpresa más inesperada.

 

Mi marido está especialmente agresivo, en plan macho dominante, siempre lo ha sido, pero ahora, en estos dos últimos días, que no están ni mi padre ni mis cuñados, parece el amo de la manada de  hembras que nos hemos quedado en la playa, donde Gines, como si fuera un aprendiz debe obedecer.

Hoy hemos ido a Pinamar, me ha obligado a quitarme el corpiño todo el día,  le apetece que todos le envidien la mujer que va a su lado. En el almuerzo, le divertía y le excitaba como me miraban los hombres que me devoraban con los ojos.

Después me ha llevado a un telo, como si fuera una puta.

Me ha  exigido que se la chupara. A mí es algo que no me divierte, prefiero sentirla dentro, en la concha, pero no he tenido más remedio que hacerlo, como le gusta a él: arrodillada mientras su verga me golpea la cara y luego me la mete sin miramientos, me cuesta retener las arcadas, sobre todo cuando me suelta la leche que me da en el fondo de la garganta. Es brutal, siempre me ha excitado su bestialidad, su estilo dominante, el someterme a sus deseos, pero ahora que disfruto de un sexo donde la alegría y la fuerza juvenil de mi pareja me llena, cuando me doy cuenta que soy una diosa para un bellezón de macho en flor, ser su sumisa ha dejado de apetecerme.

-“¿Sabes que eres una puta?. Mi puta, que por mucho que andes por ahí exhibiéndote, luciendo estas tetas que parecen melones, eres mía y yo soy al que le debes dar placer.”-

-“No te entiendo, no sé que te pasa. Sabes que te quiero, que siempre hago lo que deseas. ¿ Por qué estás tan agresivo?”-

-“Se te olvida que yo soy tu marido y un hombre al que debes satisfacer como quiera. Sos una mojigata en la cama. Soy yo el que tengo que tomarte. Parece que no gozas conmigo. Pero me da igual, te uso, te tomo, cómo me da la gana y ya está. Tu madre y tu cuñada se las nota que lo pasan bien cuando cogen,…..pero vos…FRIGIDA eso sos…Una maldita frígida…..Me da igual …Anda, ponte en cuatro que te voy a romper el orto.”

Nunca me ha gustado que me sodomice, me duele, la tiene gorda y me hace daño. Sólo lo hacemos así alguna vez, creo que como dos al año. Me doy cuenta que no le quiero, he vivido engañada durante casi veinte años, quizás le amé al principio, pero …el hombre que me gusta es Ginés, alegre, tierno, que me da placer y me respeta….Renata tiene suerte, mi hermano es así…mi marido no…nunca me ha entendido.. Estaba preparada para que la pusiera…Apenas me ha puesto saliva en el esfínter…noté su glande en la puerta…empujó sin miramientos…me dolió…no me atreví a quejarme…me dolió…estaba toda dentro…se movía rápido. Después sólo fue una molestia…incómoda…pero soportable…

Me dió nalgadas, su mano golpeaba fuerte mi cola, parecía un poseso. Me agarró las caderas y se clavó hasta el fondo de mí, escupió su leche…

Se fue reduciendo …la sacó…se fue a lavar la pija.

Le miro con odio, nunca pensé que llegaría a odiarle. No quiero ser usada, no soy una esclava, no estoy para sus antojos.

Algo ha cambiado en mí.

Vamos en el coche, sus dedos buscan entre mis muslos, me toca la concha.

-“Hazme una paja”- me ordena, sacándose la pija.

-“Vas conduciendo”-

- “Hazlo, eres mi puta. Y no protestes.”-

Le obedezco, no tengo alternativa. Mi mano le agarra la poronga y comienzo a masturbarlo.

-“CUIDADO…ESE COCHE..”

El impacto es terrible.

 

 

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