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Eva y Escarlata

en Hetero: General

 Eva  y Escarlata.

La verdad es que no me apetecía ir a la fiesta de disfraces, pero mi marido, Federico, quería ir ya que el dueño de la casa tenía unos terrenos que deseaba comprar y además le encanta presumir de su esposa, léase yo: Lara López de Valcárcel. Así que me plegué a sus deseos, me trajo unos trajes de señores sureños al estilo lo que “El viento se llevó”. La verdad es que cuando me vi, me di cuenta que estaba guapa, ya que aunque sólo tengo 85 de pecho, el escote del vestido lo lucía y hacía que pareciera mas grande.

La fiesta transcurría tranquila, un poco aburrida, yo tomaba una copa de champagne cuando oí una serie de murmullos, Fede  y yo nos acercamos y les vimos. Una pareja casi desnuda, jugando al rol de Adán y Eva, la verdad que era algo grosero, pero por otro lado excitante. Tenían unos cuerpos de los que una se vuelve a mirar.

El hombre, apenas cubierto con unas hojas de parra, que destacaban la enormidad de su verga y eso que estaba en descanso. La mujer, que supe enseguida se llamaba Mónica, era una belleza explosiva. Con unas tetas espectaculares, enormes, pero que se mantenían bastante erguidas desafiando la ley de la gravedad. Todo el mundo estaba pendiente de ellos. Yo estaba mojada, me habían calentado, así que solté un par de groserías para llamar su atención.

En pocos momentos estaban hablando con mi marido y conmigo.

En la mirada de la pareja noté la curiosidad típica de todos los que nos conocen por primera vez. Federico tiene 56 años y yo 25, eso extraña, pero para mí es la imagen de mi éxito. Cuando entré en su constructora, con mis 23 años y la carrera recién acabada, él acababa de quedar viudo. Estaba solo, en un accidente se habían matado su mujer y su hija. A  mis padres, amigos de él, por eso me había colocado en su empresa, no les pareció mal nuestro romance, más cuando les dije que yo, sin boda , no me acostaba con mi jefe.

A los 14 meses de su viudez, llegamos al altar, él de chaqué y yo de blanco, la boda no tuvo una gran celebración. Yo no quería dar la imagen de chica que no respeta el dolor ajeno y sólo busca la pasta.

La noche nupcial fue maravillosa. Una, que sabe de la vida, hizo que mi marido rompiera mi virgo rehecho.  No había tenido muchas relaciones, sólo cuatro, pero  tenía claro que si Fede creía que me estrenaba, lo tenía en mis manos, a él y a su fortuna.

Le juré que era mi primer hombre, sólo me había dejado besar y  tocar y también había tocado un poco, tampoco era cosa de contar una historia increíble. Se quedó feliz y  cumplía lleno de ardor cuatro veces por semana. Se cuidaba, iba al gimnasio todos los días y pese a su edad tenía un buen cuerpo.

Lo que me acababa de ocurrir era algo que sabía tenía que evitar. Tenía que serle fiel, pero aquellos cuerpos semidesnudos me provocaban una subida de lívido, sobre todo ella. Había tenido relaciones con otras mujeres desde los 14 años, y ese componente lésbico de mi sexualidad lo tenía reprimido desde una semana antes de mi boda: la última noche que pasé con Ángela, una amiga con roce. En el poco tiempo que llevaba casada, sólo había hecho el amor con mi marido, y me daba cuenta que necesitaba comer coño como un sediento necesita un vaso de agua. Y Mónica estaba espectacular. Era el tipo de mujer que me vuelve loca. Yo, delgada , me fascinan las chicas llenas de curvas, y la disfrazada de Eva lo era.

Comí un poco de jabugo, algunos canapés de caviar y salmón y seguí bebiendo champagne, sabía que si mezclaba me podía caer mal el trago.

Aproveché un aparte con la dueña de la casa, Ana, para enterarme quienes eran: sus vecinos que andaban flojos de dinero, se rumoreaba que la hipoteca les ahogaba. La crisis que afecta a mucha gente. Hubo un par de detalles que me intrigaron. El primero la insistencia de la anfitriona en que eran una pareja muy liberal, lo decía con morbo, como indicando que había habido un juego sexual entre los dos matrimonios. Lo segundo que me despertó sospechas , es que no me quitaba las manos de encima mientras me lo contaba. Era la típica sobona. Con lo caliente que yo andaba, era como poner un fósforo junto una mancha de nafta.

Decidí hacer un aparte con ella, la tomé de la mano y salimos al jardín. La luna estaba en menguante, los árboles apenas dejaban pasar la luz de la casa, estábamos en semipenumbra.

-“¿Qué te parece la operación que piensan nuestros maridos?”-le pregunté mirándola fijamente a los ojos.

-“Creo que es buena, pero mi chico quiere que seguir en el emprendimiento de socio con vosotros.”-

-“No pienso que haya problemas, sus terrenos pueden ser su aporte de capital. Lo que ocurre en esos casos es que los beneficios, aunque mayores, llegan mas tarde y el mercado está muy mal.”-

-“Lara, en plena crisis, vosotros seguís vendiendo y ganando dinero. Por eso mi Antonio quiere ser vuestro socio, sois de lo poco rentable que hay en el mundo inmobiliario.”-

-“Fede es cauto, sólo construye con su dinero y sólo cuando vende acepta las hipotecas. Y el problema pasa a ser del banco, no suyo. Cree que es mejor ser cabeza de ratón que cola de león.”-yo le repetí loscomentarios que mi marido me hacía sobre el mundo proceloso de los negocios.- “En vuestro terreno quiere montar un edificio de apartamentos de dos ambientes y una residencia de ancianos, para ampliar esa ala de la empresa. Sostiene que los pisos pequeños son ideales para el número cada vez mayor de solos y solas, y que los ancianos con pasta son un negocio. Es una de las filiales  que está dando mejores resultados. Si os interesa, podría hablar con él y seríamos socios.”-

-“Me encantaría”-simulando agradecimiento me besó en la boca . Nos quedamos frente a frente, Ana, en los 30, era una mujer atractiva con su vestido de Josefina, que le dejaba muy al aire unos senos turgentes y permitía ver sus pezones enhiestos. Morena, con peluca imitando el peinado de la emperatriz francesa, más baja que yo, era una tentación.

-“Sería divertido ser socias, yo intervengo bastante en la empresa de mi marido.”- le dije devolviendo el beso con una mezcla de coquetería y picardía. Pero ella aprovechó para sujetar mi cabeza entre sus manos, y mi piquito se convirtió en un beso de pasión. Su lengua se metió entre mis labios buscando la mía, no supe resistirme  y me entregué lujuriosa a la caricia. Su lengua lamió mi escote, luego me sacó un pecho y chupó mi pezón. Después volvió a besarme. La separé.

-“Por favor, no sigas.”- le rogué.

-“Lara, no nos ha visto nadie. Sé tus gustos y tus fantasías. Hemos compartido una amante sin saberlo: Ángela. Las dos somos iguales. Tenemos marido, gozamos con él, por lo menos yo, pero nos volvemos locas por el placer de Lesbos.”-

Me quedé parada, pero al mismo tiempo tranquila, había encontrado una cómplice, una compañera de juegos que tenía tanto interés como yo en disfrutar pero sin que nadie lo supiera.

Mientras volvíamos a la casa, Ana me dijo con voz queda: Creo que Mónica no ha estado con una mujer, pero lo está deseando.”

Apenas entramos Antonio sacó a bailar a Ana, y ese fue el principio de la danza general.

Yo bailé con mi marido y con el dueño de la casa, luego haciéndome la mujer prudente, me senté a seguir comiendo algo mientras observaba. Todos los hombres sacaban a bailar a Mónica, y todos al final de la pieza que procuraban bailar agarrados, salían con la verga marcando los pantalones, menos uno vestido de legionario romano que levantaba la falda.

Cuando sacaron los dulces, Ana me acercó a Mónica.

-“Me has dicho que necesitabas a alguien que supiera de arte y de libros, Mónica cumple esos requisitos.”-

-“Mónica, lo primero pedirte perdón por potarme groseramente contigo, pero es que te has llevado la atención de todos los hombres. Y eso da envidia. Me ha dicho Ana que sabes de arte y de bibliotecas.”-le dije con la mayor de mis sonrisas.

-“Estudié Arte y he preparado las oposiciones  a bibliotecaria, pero no salen las oposiciones por la crisis. Así que no me vendría mal un trabajo y además en lo que me gusta. Y no te disculpes, se me ocurrió el disfraz de Eva porque andamos cortos de dinero, y me apetecía epataros un poco. Una anda mal económicamente, pero tiene dignidad.”- contestó Mónica y me devolvió la sonrisa haciendo las paces.

-“¿Te viene bien mañana a la una? Pasa por casa y concretamos.”-

-“Mañana estaré y no vestida de Eva.”-

La fiesta duró poco más, yo estaba empapada, pensar que ese pedazo de mujer podía ser mía, me había alterado a un grado que ni pensaba.

Cuando llegamos a casa, estaba deseando liberar mi excitación, así que besé a mi marido para que me follara bien follada. Federico recorrió con sus manos mi cuerpo. Yo le fui desabotonando la guerrera y después la camisa. Tiene un buen torso, con vello entrecano, pero fuerte, de atleta, sin una gota de grasa. Le solté el cinturón y desabroché la bragueta, tiré del pantalón y quedó ante mí, con sombrero, calzoncillos largos y botas. La imagen de un hombre del oeste dispuesto a disparar su arma, que se marcaba poderosa bajo el algodón.

-“Ayúdame a quitarme el vestido, Red Butler”- Le susurré mimosa.

Mientras me soltaba los botones de la espalda, yo le acaricié la verga a través de la tela. Mi vestido cayó al suelo, allí estaba yo con un corsé negro, un culotte y medias con su liguero haciendo juego y botines.

-“Estás buenísima.”- fue todo su comentario, mientras yo apoyaba mis brazos en un sillón y le mostraba la grupa, incitándole a que me cogiera.

No anduvo con remilgos, me bajó la braga y me penetró. Yo me sentía como una yegua con su semental, sus movimientos eran rápidos,  llegaban hasta el fondo de  mi vagina. La ventaja de los hombres mayores es que tardan más en correrse , su mete y saca duró lo suficiente para que yo llegara al orgasmo. Me fui con un grito que le animó a seguir, a él le quedaba resto. Volvía a subir, más cuando comenzó a darme unas nalgadas, animándome en la carrera. Y de nuevo me rompí cuando su leche me inundó.

Nos quedamos un largo rato sin poder movernos, luego fuimos al dormitorio y nos acabamos de desnudar.

En la cama, recostada en su pecho y con mi mano alrededor de su polla saciada, le dije:

-“Mañana he citado a Mónica, la Eva del baile. Ana me ha dicho que sabe mucho de libros y arte. Creo que es un buen momento para comprar. En la crisis la gente seguro que vende por debajo de precio pinturas, esculturas y libros.¿ Te parece bien?”-

-“Es una idea cojonuda. A parte de estar muy buena y follar como los ángeles, eres lista. Estoy feliz de haberme casado contigo”-

Cuando le dicen eso a una chica, qué puede hacer. Besar agradecida a su galán maduro.

Me desperté tranquila a las 11.  Federico ya había salido a trabajar, es de los hombres que, pase lo que pase, se levanta siempre a la misma hora.

La asistenta estaba acabando de limpiar. Desayuné un café con leche y un jugo de naranja, pensé en ducharme, pero sólo me lavé la cara y el coño, y me peiné. Me apetecía oler a hembra. Me vestí con una camisa cuadrillé, una braguita blanca y un jean, con unas bailarinas estaba perfecta.

Llegó puntual, estaba para comerla. Morena, con melena llegando a los hombros. La boca jugosa, la nariz recta, los ojos negros y vivos, pero lo que me impactaba era el cuerpo. Vestida con un camisero sin mangas, unos dedos por encima de la rodilla, dejando ver unos brazos y unas piernas bien torneadas, con una cintura estrecha que se ensanchaba en las caderas. El problema era que con su aspecto modosito, las tetas que tenía impresionaban más. Majestuosas, llenaban y elevaban el algodón blanco, una no podía quitar los ojos de esa maravilla.

Fuimos a la biblioteca, una habitación en madera donde los libros ocupaban dos paredes, y los cuadros una, mesa de trabajo con dos computadoras y sus respectivos sillones.  Por el ventanal se veía la piscina.

Nos sentamos en él único sofá de cuatro cuerpos con una mesita con revistas.

-“Mónica, en una crisis se pueden hacer negocios. Hay gente que necesita dinero y vende cosas que ahora le parecen superfluas. Creo que en ese rubro está el arte y libros con valor bibliófilo. Ana me dijo que sabías de arte y de libros, yo soy economista y de eso sé poco. Esa es la razón de mi propuesta. Me gustaría que busques y compres para nosotros.  Mis condiciones son las siguientes:

a)    Sueldo. Ana me ha dicho que vuestra hipoteca es de 800 euros al mes. Ese será tu sueldo.

b)    Bonificaciones. Tengo para invertir sólo 200.000 euros. Compraremos y venderemos. Te llevarás el 15% de los beneficios de las ventas y el  20% de las rebajas que consigas en las compras.

c)     El tiempo del contrato. Indefinido o hasta que acabemos con el dinero.

d)    Horario. Ninguno, lo fijas tú.

Creo que es una buena propuesta. ¿ Qué te parece?”-

Yo estaba tan caliente que acentué el papel de ejecutiva agresiva. Me daba cuenta que a mediada que iba diciendo los a, b, c y d , a Mónica se le iba alegrando la cara.

-“Acepto”- fue su contestación.

-“Vamos a celebrarlo con un jerez.”-

Me levanté y fui a la pared donde entre los libros había un pequeño armario con copas y licores. Saqué dos  copas de murano y el jerez , lo llevé a la mesa. Mónica se había levantado, serví el vino y brindamos.

-“Por tu nuevo trabajo. Que lo pases bien y ganemos dinero”- dije alchocar las copas.

-“Por nosotras”- contestó Mónica y me abrazó. Pensé que era una muestra de agradecimiento y disfruté del mullido de su cuerpo. Pero su boca buscó la mía y me besó en los labios. Me quedé parada, pero cuando su lengua tanteo la entrada, respondí con lujuria contenida. El beso fue largo, nos separamos calientes y mirándonos a los ojos.

-“Gracias por ayudarnos. Ana me ha dicho cómo podría agradecerte lo que haces por nosotros. A mi me apetece mucho, lo deseo pero no tengo experiencia. Ayúdame, eres mi primera mujer”-

Cuando sabes que has ganado te sientes como la gata que tiene al ratón acorralado y dispuesto a ser engullido tras un zarpazo. Te recreas en la situación. Así estaba yo, me iba a comer a aquella belleza de tetas maravillosas y no tenía prisa.

-“Cariño, quédate tranquila, lo que quieres ocurrirá a su debido tiempo.”- y le devolví el beso, aprovechando para acariciar su cuerpo voluptuoso con manos expertas. Me di cuenta que se estaba empapada.-

“ ¿ Qué te parece si nos damos un baño en la piscina?. Hace calor y a esta hora acostumbro nadar un poco y luego vemos qué hacemos.”-

- “ Tú mandas”- me respondió entregada. Salimos al jardín, me desnudé dejando la ropa en una de las tumbonas. El sol sobre la piel me daba una enorme energía y un delicioso calorcito. Sin mirar lo que hacía me lancé a la piscina de cabeza. Yo iba por el segundo largo cuando ella estaba a mi lado. Nadamos las dos desnudas, el agua no estaba fría pero cuando salimos las dos teníamos los pezones erectos.

Me daba cuanta que ella deseaba que yo la hiciera el amor, pero sabiendo que estaba a mi disposición , prefería mantenerla nerviosa, ansiosa, sin saber como ni cuando iba a ser mía. Me tumbé en una reposera , ella lo hizo en la que estaba a mi lado. Dejé que el sol acariciara nuestra piel , secándonos al aire.

Se me había secado la piel del cuerpo después del baño  y empapado la concha , había llegado el momento, así que la propuse pasar a la casa para darnos un ducha que nos quitara el cloro. Fuimos al dormitorio, incorporado está nuestro aseo y tras una manpara de policarbonato transparente,  las duchas. Son dos en el mismo espacio pero con alcachofas distintas. Entramos tomadas de la mano.

-“ Pon la temperatura que quieras, y enjuágate bien el pelo, luego de lo seco.”- la indique devorándola con los ojos.

El agua, al golpear su piel desde varios ángulos, la volvía más y más excitante. Me metí dos dedos en mi sexo que desbordaba de flujos, los mojé y me los chupé.

-“¿ Quieres probarme y qué te cale?”- mi voz sonaba aguardentosa de deseo.

-“Sí, dame tus flujos y toma los míos.”- había bajado la potencia de la ducha. Repetí la operación y volvía a introducirme los dedos que llevé a su boca. Los chupó como si fueran si mamara un pene. Cuando los sacó de su boca, los bajé a su entrepierna, abrió los muslos para dejarme penetrarla mejor. Los metí en su vagina chorreante y los lamí saboreando su feminidad. Mónica se autopenetró para probarse.

Salimos de las duchas y extendí en el suelo dos toallones enormes. Me pegué a ella para besarla. Al hacerlo fue una explosión de lujuria contenida.

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