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La decisión de Carmen

en Dominación

La decisión de Carmen

 

Carmen sonrió feliz, era una sonrisa en la que mezclaba la alegría y el alivio de terminar el instituto, lo había logrado con un año de retraso, pero aun así se sentía feliz, por fin podría presentarse a los exámenes de selectividad y tratar de lograr una buena nota para aspirar a un buen trabajo en el futuro.

Regresó del instituto sola, Carmen no tenía ninguna amiga, la única amiga que tenía se había marchado el año anterior a estudiar en el extranjero y después de un par de meses tratando de mantener el contacto con ella ambas lo dejaron por imposible. Laura, que era como se llamaba, tenía mucho que estudiar y Carmen también, después de unos suspensos al inicio del curso también tuvo que redoblar esfuerzos.

Pero todo aquello ya estaba pasado ya no volvería a ver a los compañeros que se metían con ella por repetir curso o por la forma en la que vestía, bastante mas humilde que la media, debido a la situación económica de sus padres, su madre se había quedado hacía ya dos años sin empleo y con el sueldo de su padre tampoco llegaban muy holgados a final de mes.

En su casa su madre la esperaba preparando la comida para ella, su padre su hermana y sus dos hermanos. Pero lo dejó todo cuando vio a su hija y esta la contó eufórica sus excelentes notas. La mujer, que era algo más bajita que ella la dio un fuerte abrazo y la felicitó por su éxito.

-          Es magnifico cariño- dijo la mujer soltándola un poco para que su hija pudiese soltar su mochila- te lo mereces, te has esforzado mucho durante todo el curso.

-          Gracias mamá, me voy a dar una ducha- anunció- necesito relajarme un poco.

-          Sí, pero no te relajes mucho que aún queda la selectividad- le recordó y Carmen sonrió estaba deseando llegar a examen.

Carmen preparó su ropa de estar por casa, un chándal de color azul. Se  desnudó rápidamente, pero se detuvo antes de meterse a la ducha, siempre se quedaba mirando un poco su cuerpo, pese a que no la agradaba demasiado, consideraba que sus pechos eran pequeño y tenia el culo un poco más gordo de lo que deseaba, aunque su madre siempre la decía que estaba bien, Carmen estaba convencida de que la sobraba algún kilo. Otra cosa que también la desagradaba era la claridad de su piel, sobretodo en su pubis que estaba totalmente depilado, no la gustaba tener la sensación de tener pelos en aquella zona tan íntima y también tenía los pechos muy claros en los que destacaban unos grades pezones rosados. Era normal que no estuviese demasiado bronceada en aquellas zonas ya que casi nunca dejaba que la luz del sol los alcanzase.

Aparte de aquellos defectos que ocultaba tras su ropa había otros que eran imposible de ocultar, como su nariz puntiaguda, la cual se había llevado más de una burla durante el último curso aunque gracias a ella pasaban inadvertidos otros defectos que ella también veía, como su pelo, que tenía la manía de encresparse y sus labios que era demasiado finos para su gusto.

Finalmente se metió bajo la ducha después de mirarse por última vez cubriendo con un brazo sus pechos y con su otra mano su sexo, para acabar sonriendo un poco, sus dientes era la única parte de su cuerpo que la gustaba, tenía una salud dental envidiable.

Sentir el agua tibia cayendo por su cuerpo era una gozada, y su cuerpo reaccionó al instante aumentado la dureza de sus pezones y sintiendo un cosquilleo en su entrepierna a la que rápidamente llevó su mano derecha para aliviarlo, tenía la costumbre de masturbarse en la ducha, era el único lugar en el que gozaba de intimidad, compartía habitación con su hermana de dos años menos que ella y pese a que sabía que ella también debía de hacerlo, nunca se habían pillado la una a la otra.

Carmen escuchó cerrarse la puerta principal de la casa, y la voz de su padre le indicó que había sido el cabeza de familia el que había llegado, tanto su hermana pequeña, como sus dos hermanos gemelos, de 14 años solían llegar un poco más tarde, acostumbraban a entretenerse con sus amigos del instituto.

Carmen buscó a tientas la toalla hasta que dio con ella, se la echó sobre el cuerpo y comenzó a secar su cuerpo con rapidez, tenía ganas de informar a su padre sobre la buena nueva antes de que lo hiciese su madre, se apresuró a ponerse el chándal y salió corriendo a su encuentro.

-          Oye papa- comenzó a decir por el pasillo en voz bien alta para que su padre la oyese y terminar de decirle la frase cuando estuviese frente a el, pero algo la dejó helada antes de poder informarle de nada.

Su padre estaba sentado en el sofá de la casa, sentado junto a su madre con la cabeza entre las rodillas, parecía estar sufriendo un ataque de ansiedad. Era un hombre alto con un poco de sobrepeso y vestía un mono gris, ensuciado con algunas manchas de grasa, su padre era mecánico. Carmen se acercó despacio, nunca había visto a su padre abatido y lo consideraba como un hombre muy fuerte.

-          Me han ofrecido la prejubilación- dijo el hombre ante lo que Carmen lo entendió perfectamente, su familia tenía demasiados gastos como para afrontarlos con la bajada de salario que aquello supondría.

-          ¿No puedes rechazarla?- preguntó la madre y su marido negó con la cabeza.

-          O me prejubilo o me despiden, y no es fácil encontrar otro empleo a mi edad- informó.

-          No te preocupes papá- le dijo Carmen también acercándose a él- nos apretaremos un poco más el cinturón y yo comenzaré a trabajar, aunque sea a tiempo parcial.- su padre nada mas la oyó la abrazó con fuerza.

-          Perdona por no poder pagarte los estudios- dijo casi al borde de las lágrimas.

-          No pasa nada papá, me encargaré yo misma de buscar el dinero- dijo la chica que pese a sentirse triste trataba de mantenerse firme, la pena de su padre por perder su empleo debía de ser 100 veces mas grande que la suya y no estaba dispuesto a echarle nada en cara.

Carmen no se quedó parada ante aquel contratiempo, aquella misma tarde marchó a la biblioteca para elaborar un currículum, en el que se presentaba como una chica con el bachillerato terminado y unos conocimientos básicos de inglés e informática. Sabía que en aquella época las posibilidades de encontrar un empleo eran escasa debido a su escasa formación, pero menos tendría si no se ponía en el mercado laboral, tan pronto tuvo hecho su currículum sacómedio centenar de copias para ir repartiéndolos por los comercios de la ciudad.

La chica cada día estaba un poco más ansiosa, veía como el sueldo de su padre había bajado más aun de lo que había supuesto y se consideraba responsable de ayudar a la familia siendo ella la única persona mayor de edad de la casa y con opciones de ingresar algún dinero extra. Su madre la insistía constantemente en que no se descentrase de sus estudios al menos hasta realizar los exámenes de selectividad, pero era casi imposible, aunque intentaba estudiar un par de horas todas las tardes su cabeza se marchaba al futuro poco halagüeño que se les presentaba.

Afortunadamente los exámenes de selectividad no fueron tan complicados como sus profesores le habían hecho creer y Carmen sacó unas notas que estaban muy por encima de la media, tanto  que comenzó a pensar que su futuro no tendría que verse hipotecado por los problemas económicos de su familia y que quizás pudiese optar a alguna clase de beca.

Convencida de aquella posibilidad fue a hablar con su tutora a la mañana siguiente, la señorita Fuster, una mujer bastante joven para ser profesora de instituto, pero que pese a su juventud había sabido llevar su clase con diligencia. Era una mujer bastante alta y que siempre solía vestir con el mismo patrón, zapatos de tacón, falda y blusa, aquella mañana no fue una excepción.

-          Venía para informarme sobre alguna clase de ayuda- dijo Carmen después de recibir la felicitación de la tutora, pero el gesto que puso la dio mala espina.

-          Tus notas son realmente buena, pero me temo que las ayudas que puedas recibir sean muy insuficiente- dijo la mujer con tristeza.- están reservadas a las notas mas altas, y aun que las tuyas son buenas, no son de las mejores. ¿qué te gustaría estudiar Carmen?- preguntó la mujer interesada.

-          Me gustaría estudiar periodismo- dijo la chica y la profesora sacó un par de hojas de su archivador en las que comenzó a ojear- ¿Sabe cuanto me podría costar?

-          No es de las caras, la matricula es de 2000 euros- dijo con una sonrisa pero la borró de su rostro al ver la reacción de Carmen.

La ansiedad comenzó a apoderarse de ella. 2000 euros, no tenía esa suma y con la actual situación de su familia tampoco podían asumirla sus padres, sus sueños universitarios comenzaban a desvanecerse, tan solo la quedaban un par de semanas para hacer la preinscripción y no tenía ni la más remota idea de cómo podría conseguir aquel dinero. Las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas y la profesora se apresuró a sacar un pañuelo de papel de su bolso. Pero Carmen cortó con sus lágrimas cuando vio que alguien más estaba esperando a ser atendido por la tutora.

No eran otras que cuatro de sus compañeras que la habían estado haciendo la vida imposible durante todo el curso, pero a la que más detestaba con diferencia era a Vanesa, una chica alta de cuerpo muy bien proporcionado, salvo sus pechos que estaba muy por encima de la media, pero eso no era ningún problema para los chicos que la adoraban.

Carmen trató de fingir fortaleza cuando pasó por delante de las tres chicas, pero estas que vieron lo sensible que estaba no tardaron en atacar.

-          ¿Qué pasa pelo de fregona, los pordioseros de tus padre no pueden pagar tus estudios?- preguntó Vanesa y Carmen estuvo a punto de echarse a llorar, pero trató de aguantar, solo un poca más.

-          Que te jodan puta- la dijo sin molestarse en mirarla, generalmente no solía decir cosas así ni contestar a las provocaciones de aquella chica, pero como ya no tendría que verla más no la importaba.

La falsa fortaleza de Carmen se vino abajo cuando regresaba para su casa, caminó sin poder contener las lagrimas desde que salió del instituto hasta casi la puerta de su casa, pero no quiso entrar así a su hogar donde su madre seguramente la estaría esperando ávida de buenas noticias que su hija no podía darla, así que caminó en dirección contraria hasta que encontró una cafetería bastante agradable, donde pidió una tila para calmar sus nervios.

Había poca gente en la céntrica cafetería, pero a Carmen la habría dado igual que hubiese estado llena, su mundo no estaba mas allá de su taburete, su vaso de tila y la porción de barra sobre la que de dejaba caer desesperanzada cada vez que dejaba de beber su tila. ¿Cómo podía todo torcerse de un modo tan rápido?¿Por qué todas aquellas cosas siempre la tenían que suceder a ella? Se preguntaba una y otra vez. Pero un fortísimo tirón de pelo y un arañazo en la cara la hicieron salir de su ensoñación.

Carmen gimió de dolor y antes de darse cuenta estaba en el suelo rodeada por Vanesa y sus tres amigas que la habían comenzado a dar patadas. La chica como única defensa gritó y se cubrió la cabeza con las manos hasta que el camarero y algunos clientes mediaron para quitárselas de encima. Vanesa no satisfecha con eso se marchó seguida de sus amigas insultando a Carmen.

-          ¿Estás bien?- la preguntó una clienta que se había acercado a la chica, era una mujer de su talla, de pelo rojizo con unas gafas de montura negra y unos labios pinzados con un rojo intenso, debía de tener cerca de 40 años- deja que te cure ese arañazo- dijo cogiéndola de la mano y llevándosela al servicio.

Carmen se dejó hacer por la mujer y sintió alivio cuando la mujer que vestía un traje elegante de chaqueta y falda negras comenzó limpiar el arañazo que Vanesa le había producido en el pómulo derecho. La intención de Carmen era agradecer a la mujer que la hubiese ayudado, pero sin saber como acabó contándola todo su problema. Carmen imaginó que la mujer solo se lo había preguntado por educación por preocuparse por ella, pero cuando comenzó a hacerla una pregunta tras otra se dio cuenta de que estaba muy interesada en su desdichada historia.

-          ¿Así que necesitas un trabajo para ayudar a tu familia? Es una responsabilidad bastante grande para una persona tan joven como tu- le dijo la mujer en tono de admiración.- Es una pena que tengas que dejar de estudias para ponerte a trabajar.

-          Tengo que hacerlo, si no no llegamos a final de mes- dijo la chica y la mujer asintió.

-          ¿Sabes en cuanto han rebajado el sueldo de tu padre?

-          Creo que en 300 euros- dijo la chica -y antes tampoco era un salario muy alto. Por cierto aun no me he presentado- dijo tendiendo su mano a la mujer- me llamo Carmen.

-          Encantada yo soy Sara- contestó estrechando la manos de la joven- me da mucha pena que una jovencita como tú renuncie a sus sueños por dinero.

-          El dinero es lo que mueve el mundo- contestó Carmen y Sara rió tristemente.

-          Eres joven, realista y me pareces bastante inteligente-comentó la mujer, lo que hizo a Carmen sentirse un poco mejor. Sara miró su reloj.- Vaya perdona, pero tengo una cita ahora con un cliente, soy abogada- le explicó- pero creo poder ayudarte toma mi tarjeta, ven esta tarde a esta dirección y hablaremos sobre lo que puedes hacer por mi.

-          ¿De verdad?- preguntó con una sonrisa de oreja a oreja, no podía creer que de aquella mala experiencia pudiese salir algo tan bueno. Una autentica oferta de empleo sin necesidad siquiera de echar un currículum- muchísimas gracias.

-          Creo que eres lo que ando buscando, te veo esta tarde- se despidió dando un par de besos en la mejilla a Carmen.

Carmen abandonó el la cafería con una sonrisa en el rostro. Cuando su madre la vio se preocupó un poco por la herida de la mejilla, pero aquello pasó a segundo plano cuando la chica le informó que tenía una entrevista de trabajo. La contó a su madre toda la historia omitiendo la historia del ataque de Vanesa.

Ya por la tarde Carmen salió con sus mejores galas, vestida con una falda negra, una blusa roja un poco escotada y unos zapatos de tacón medio de color negro. Estaba                                              perfectamente peinada, su madre había insistido en ayudar a peinar para lograr el empleo.

El edificio en el que vivía Sara estaba en el centro de la ciudad, bastante alejado de la casa de sus padres, con lo que tuvo que coger el autobús para llegar hasta el. Era una construcción  bastante lujosa y cuando Carmen la vio se sintió un poco pequeña. La sorprendió que hubiese un portero a  la entrada que no la dejo pasar hasta que la mostró la tarjeta que Sara la había dado.

A cada que paso que daba hacia su objetivo su corazón bombeaba con mas fuerza, estaba muy nerviosa, se jugaba demasiado en aquella entrevista, concretamente todo su futuro.

Carmen esperaba que fuese Sara que abriese la puerta, pero no fue ella en su lugar se encontró con una mujer de mas de 40 años, de piel clara pelo largo y rubio pajizo, un poco gordita y vestida con un vestido negro y un delantal.

-          Buenas tarde Señorita- dijo educadamente la mujer.

-          Buenas tardes, me llamo Carmen, tenía una cita con Sara- a la chica la habría gustado decir también su apellido, pero en la tarjeta no aparecía.

-          Sígame por favor señorita Carmen, la Señora Sara la estaba esperando.

Carmen caminó detrás de la mujer sin separarse de ella, la casa era más grande de lo que había pensado, tuvieron que recorrer un largo pasillo hasta que llegaron a un salón donde Sara la esperaba. La mujer pelirroja se levantó rápidamente al ver a su invitada y la dio un par de besos en las mejillas.

-          Buenas tarde Carmen, me alegra verte de nuevo- dijo sonriendo exultante.

-          Lo mismo digo

-          ¿Te apetece tomar alguna cosa?- la preguntó mientras la invitaba a sentarse en uno de los sillones que ocupaban un salón con terraza, televisión enorme y grandes estanterías llena de libros.

-          Cualquier cosa fresquita por favor, hace un calor infernal- comentó y Sara fijo la vista en su sirvienta.

-          Tráenos un par de refrescos Mónica- ordenó la mujer mientras se sentaba frente a Carmen.-bueno Carmen, te voy a decir lo que he pensado ofrecerte para que aceptes este empleo.- Carmen se puso tensa preparada para escuchar y valorar la propuesta de su posible nueva jefa- 800 euros de sueldo para que ayudes a tu familia, ocuparme de todos tus gastos, tanto los de tus estudios, como los de ropa, comida y demás- dijo y Carmen abrió exageradamente los ojos aquella era un oferta muy generosa.

-          ¿Y en que consistiría el trabajo?- preguntó la chica temerosa de no tener las capacidades para poder desempeñarlo.

-          Es muy sencillo serías mi asistente personal, pasarías a vivir aquí conmigo, con lo que tus padre dejarían de tener que preocuparse de tu manutención, eso no querría decir que tendrías que dejar de verlos. También me encargaré de que este trabajo no interrumpa tus estudios y puedas compatibilizarlo, sé que si lo aceptas será solo para poder continuar estudiado. Te estoy ofreciendo librarte de todas tus preocupaciones- le dijo la mujer sonriendo, pero Carmen se puso un poco pálida, aquel trabajo era muy raro.

-          Aquí tiene sus refrescos Señora Sara- dijo la mujer dejando la bandeja con dos vasos de naranjada sobre la mesa.- ¿desean alguna cosa mas?

-          No, puedes retirarte.

-          ¿Pero que funciones tendría que desempeñar? – preguntó Carmen cuando la sirvienta se había marchado y Sara soltó un risita musical.

-          Podías haberme preguntado eso mientras Mónica estaba aquí- comentó con una amplia sonrisa, estiró su mano hasta una mesita y toco una campana. Mónica no tardó en aparecer de nuevo.

-          ¿Desea alguna otra cosa Señora Sara?- preguntó la mujer disciplinada.

-          Bien Carmen, desde este momento eres libre de marcharte, pero si lo haces te advierto que no te daré una segunda oportunidad- informó Sara seriamente a su invitada- quiero que seas mi sumisa- le informó.

-          ¿Cómo?- preguntó Carmen saltando de su asiento sorprendida lo que hizo que Sara volviese a reír.

-          Para eso está Mónica aquí, para que lo entiendas bien- dijo la mujer y clavó la vista en su sirvienta- ¡Mónica desnúdate y arrodíllate ante mí!- ordenó la mujer y Carmen incrédula giró la cabeza para ver como la mujer en tan solo un instante se quitó el delantal y el vestido quedando totalmente desnuda, no lleva ninguna ropa  interior.

El cuerpo de la mujer no era especialmente atractivo, pero Carmen no podía despegar los ojos de el. Tenía unos grandes pechos con pezones rosados, bastante barriga y un sexo rasurado, amén de bastantes marcas de golpes por su cuerpo de todo tipo, hematomas, pequeñas heridas ya cicatrizadas…

-          Mónica tan solo es una sumisa prestada por un amigo- informó Sara a su invitada que no podía quitar la vista del cuerpo arrodillado de la mujer, la que no parecía sentir ninguna clase de vergüenza ante las miradas de la anfitriona de la casa y Carmen.- se la pedí para que pudieses ver un ejemplo de lo que deseo hacer de ti.             

-          Pero… pero… yo no quiero vivir así- dijo la chica comenzando a asustarse.-no quiero ser golpeada, no quiero…

-          Tranquila Carmen- dijo Sara levantándose de su asiento y acercándose a Carmen para tratar de calmarla- si te conviertes en mi sumisa no tengo intención de pegarte, solo se pega a las sumisas que son malas o a las que las gusta, como a la perrita de Mónica- le informó con una sonrisa mientras la acariciaba las mejillas.

-          No puede ser que la guste…- dijo Carmen, sin llegar a creerlo, pero Sara la cogió de la mano y la acercó a la mujer arrodillada.

-          Como si se lo hago decir sé que no me vas a creer te lo voy a demostrar. ¡Perra a cuatro patas!- Mónica obediente se colocó en posición- tú ponte detrás de ella Carmen y verás a lo que prefiero- Carmen hizo lo que la mujer le pidió y desde allí pudo ver el siguiente movimiento de Sara, pisó con el tacón de su zapato la mano de Mónica, la mujer gimió de dolor- Límpialo bien si no quieres que le hable mal a tu Amo sobre ti- le dijo y la sumisa comenzó a lamer con pasión el zapato que la estaba dañando la mano. Sara, a la vez que veía que la sumisa obedecía movía el zapato una y otra vez, aumentando el sufrimiento de la mujer desnuda. Carmen se dispuso a protestar, paro antes de que dijese nada Sara se adelantó- ¿Tócala su coño de perra y dime como está? Si está seco te aseguro que pararé.

Carmen temerosa acercó la mano derecha a la entrepierna de la mujer, nunca había tocado su zona intima a ninguna mujer, pero al parecer la sumisa lo deseaba porque separó las piernas lo más posible, para que tuviese un fácil acceso a su sexo. Carmen se sorprendió al ver lo mojada que estaba, no era una excitación normal, ella misma, ni cuando se masturbaba, ni cuando tuvo sexo con su único novio había llegado a una excitación de aquel calibre.

-          ¿Me crees ahora Carmen?- preguntó la mujer sin dejar de torturar la mano de Mónica que a más dolor sentía más mojado estaba su sexo- lógicamente a ti no te trataré con tanta dureza además podrás dejar esta relación si al cabo de un tiempo no te sientes preparada- le dijo retirando el pie de la mano de Mónica que seguía en el suelo.

El cerebro de Carmen pensaba con rapidez, no se veía como una esclava sexual de nadie, pero a la vez no la parecía que caer en manos de aquella mujer fuese lo peor que podía sucederla además ella misma la había dado la posibilidad de dejarlo cuando ella quisiera.

-          De acuerdo seré su sumisa- dijo Carmen que no veía otra salida, a corto plazo, para solucionar sus problemas. La sonrisa de Sara se ensanchó.

-          Estupendo, me alegro de que hayas tomado esta decisión- dijo feliz de su nueva adquisición acercándose a Carmen- Mónica puedes marcharte ya.

La sumisa al oírlo se levantó del suelo rápidamente y se retiró besando los pies del Ama. El corazón de Carmen siguió palpitando con energía desde que habían comenzado a suceder cosas extrañas en la casa en nerviosismo de la chica no había decrecido.

-          Bueno Carmen, ahora que has accedido a ser mi sumisa quiero que te desnudes- Carmen al oírlo se puso rígida, pero comenzó a quitarse la ropa, quitándose el sujetador y las braguitas también, sabía lo que la mujer quería ver y no tenía intención de hacerla enojar.- muy bien, muchas se dejan el sujetador y las bragas puestas. Ahora haz el favor de poner las manos a la espalda para que pueda ver bien tu cuerpo- pidió, Carmen se estaba cubriendo los pechos y su coño rasurado.

-          Sí- dijo la chica mostrando su cuerpo.

-          Procura pulir eso Carmen, es importante, cada vez que te dirijas a mí como Ama Sara. No lo olvides, porque la próxima vez te castigaré.

-          Sí, lo siento Ama Sara- dijo diligentemente y comenzó a sentir las manos de su dómina por el cuerpo, la acarició los pechos, el culo, el coño la cara, los costados… Todo eso aumentaba cada vez más el sonrojo de Carmen. Sara se percató de eso.

-          Debes de acostúmbrate a estar desnuda ante mí, y además no tienes de que avergonzarte, tienes un cuerpo que me agrada bastante, aunque lo que más me gusta de ti es esto- comentó tocándola la cabeza- creo que no tardarás mucho en aprender el modo en que me gusta como se comporten mis sumisas. ¿Tienes alguna duda sumisa?- preguntó la mujer-recuerda que a partir de ahora para hablar tendrás que pedirme permiso.

-          Si Ama Sara- dijo la chica- ¿Cuando comenzaré a vivir aquí?

-          Mañana mismo quiero que te traslades, esta noche hablarás con tus padres y les dirás que te he convertido en mi ayudante y que viajo mucho con lo que requeriré de tu presencia.

-          Sí Ama Sara- dijo Carmen aún tensa, estaba segura que tardaría mucho en acostumbrarse a aquella desnudez.

-          Me encanta oírlo de tus labios- dijo la mujer encantada- Ahora arrodíllate ante mi como señal de sumisión a tu Ama- dijo Sara y Carmen no tardó en clavar sus rodillas en el suelo y agachar la cabeza tal y como lo había hecho Mónica unos minutos antes.- ¿Hs estado con alguna mujer antes?

-          No, Ama Sara- respondió Carmen sin quitar los ojos de los zapatos de la mujer.

-          Mejor, así podré amoldarte mejor a lo que quiero- dijo acercándose al único sillón de una sola plaza que había en la sala, se quitó la falta y se abrió de pierna- Ahora ven hasta aquí a cuatro patas y dame un orgasmo con tu lengua- ordenó la mujer y Carmen comenzó a avanzar.

Cada segundo que pasaba junto a aquella mujer se sentía un poco mas humillada, caminar como una perra a cuatro patas hacía que su rostro se pusiese rojo, pero no podía marcharse debía aguantar, al menos hasta encontrar otra salida que la permitiese seguir estudiando y el bienestar de su familia. El perfumado sexo de su Ama la despejó su cabeza de todas sus preocupaciones e hizo un esfuerzo por sacar su lengua y rozar con la punta de su lengua la palpitante vagina de la mujer. Estaba muy caliente, húmeda y tenía un gusto dulce que a Carmen no acabó de desagradarla, poco a poco lamió los labios vaginales de su Ama usando algo más que la punta de su lengua. La sumisa sabía que lo hacía correctamente ya que los gemidos de Sara eran más que audibles. Carmen trató de mejorar aun mas hundiendo su lengua en el coño de la mujer, aparte de húmedo y caliente era muy suave el pubis de la dominante estaba muy bien cuidado y no tenía ni un solo pelo que pudiese incomodar la labor de la sumisa.

Carmen sintió que el éxtasis de la mujer estaba a punto llegar e intentó separar el rostro del sexo de la mujer, pero esta no lo permitió y agarró el pelo de Carmen para restregar su cara por su coño con energía hasta que finalmente se corrió empapando la cara de la sumisa, que tuvo que cerrar los ojos para que los fluidos no la impidiesen ver.

-          Para ser tu primera vez de comer un coño lo has hecho muy bien- dijo la mujer.

-          Gracias Ama Sara- contestó Carmen rápidamente, no quería que su Ama considerase que no era agradecida con sus cumplidos.

-          Te llevaré el baño, date una buena ducha y regresa con tus padres esta noche, mañana te espero aquí a 10 de la mañana con tus cosas. Esto no ha hecho más que comenzar.

-          Sí Ama Sara- contestó Carmen temerosa de lo que la podría suceder a partir de aquel momento  

Continuara…

      

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