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La decisión de Carmen 6

en Dominación

Carmen sonrió ampliamente mientras se sentaba en al salón de la casa de sus padres, acababa de terminar de comer con su familia, estaba realmente feliz, veía a su familia mucho mejor que cuando se marchó a vivir con Ama Sara, sus tres hermanos lucían una impecable ropa nueva, su padre tenía un aspecto mucho menos agotado debido al descanso de su prejubilación y su madre era feliz al ver que las cuentas en la casa salían mucho más fácilmente con el aporte económico de Carmen.

-          ¿Entonces estás contenta con el trabajo que tienes, cariño?- le preguntó su madre mientras la servía una taza de café.

-          Sí mucho, lo que pasa es que como ya veis me absorbe mucho tiempo, pero me gusta, viajo mucho y mi jefa es buena conmigo- comentó Carmen.

-          Sí, parece una buena persona por todo lo que nos has contado de ella- comentó su padre sonriente- ¿pero no preferirías vivir aquí con nosotros?

-          No papá, ella vive sola y tiene mucho sitio, además cubre todos mis gastos y me paga los estudios, lo menos que puedo hacer es vivir con ella para hacerla compañía y ayudarla con las tareas de la casa- inventó la muchacha sonriendo abiertamente.

 Casi todo era mentira, pero lo que realmente era verdad era que prefería vivir con su Ama antes que en la sobrepoblada casa de sus padres.

-          Creo que lleva razón Carmen- comentó Susana, su hermana de 16 años que era la más interesada en que la muchacha no regresase para tener una habitación para ella sola. Carmen sabía que la muchacha no lo decía con malicia y que si su hermana lo estuviese pasando mal no pondría quejas a la hora de esta volviese a casa, pero la veía tan contenta que no tenía duda de que estaba mucho más feliz viviendo por su jefa y viajando por el país.

-          Claro que sí- aseguró Carmen- la semana que viene trataré de librar el día de tu cumpleaños y te compraré algún regalo- le dijo con una sonrisa.

El ambiente fue excepcionalmente bueno, hasta que el móvil comenzó a sonar en su bolso, Carmen lo sacó despacio, era su Ama. Para hablar con mayor privacidad la muchacha le levantó y entró en su antiguo cuarto donde su hermana ya había comido todo el espacio que en algún tiempo pasado fue suyo. Se sentó en su cama y descolgó.

-          Hola Ama- saludó la muchacha.

-          ¿Sigues en casa de tu padres, Carmen?- preguntó Sara entes de decir nada.

-          Si, sigo aquí- dijo la muchacha temiendo que hubiese pasado demasiado tiempo.

-          Pues no me llames así mientras estás con tu familia, no quiero que te metas en ningún problema.

-          Sí, lleva razón, gracias- Carmen sabía que por ejemplo Ama Eliana si obligaba a sus sumisos a llamarla Ama cuando esta los llamaba por teléfono, sin importar la situación en la que se encontrasen.

-          Te llamaba por que estoy preparando un viaje de vacaciones y quería saber si vendrías- a Carmen la sorprendió que su Ama la diese aquella opción, pero la mujer se adelantó a explicarla antes de que la sumisa preguntase nada- te lo pregunto porque dentro de nuestro contrato está que respetaría tus estudios y si no recuerdo mal comienzas las clases dentro de una semana, estas vacaciones serían de 10 días, me ha invitado una amiga a su casa

-          De acuerdo, por mi no hay problema- dijo la sumisa sin pensárselo.

-          Te daré un plus por los días de clase que pierdas o lo compensaré de alguna manera, no te preocupes- dijo Sara.

-          No es necesario, me encantará ir de vacaciones con usted- dijo la sumisa que estaba dispuesta a sacrificar aquellos días sin pedir nada a cambio.- recuperaré esos días sin problemas a lo largo del curso.

-          Sabes que no van a ser unas vacaciones normales ¿verdad? – preguntó la mujer en un tono de voz que a Carmen la pareció muy sugerente.

-          Me lo imaginé- respondió la sumisa sonriente, la gustaban las experiencias que su Ama la estaba haciendo vivir y sabía que no la haría hacer nada para lo que no estuviese capacitada.

-          Buena chica, puedes quedarte en casa de tus padres toda la tarde, llegaré a casa sobre las 10 hoy tengo bastante jaleo aquí- comentó Sara y Carmen asintió con la cabeza pese a que su dominante no podía verla.

-          La tendré la cena lista- dijo la sumisa antes que su Ama la colgase.

A la mañana siguiente Carmen despertó a su Ama a las 8 de la mañana del modo habitual besándola por todo el cuerpo hasta que la mujer comenzaba a desperezarse. La sumisa se había corrido tan solo dos días antes, pero siempre procuraba poner el máximo empeño a las caricias y besos que dependía a su dominante.

-          Ama Sara, ¿puedo preguntar a donde vamos a ir de vacaciones?- preguntó la sumisa mientras masajeaba los pies de su Ama mientras esta terminaba de desayunar.

-          Vamos aun pueblecito de Valencia, a una finca que tiene una amiga mía, allí adiestra a muchos esclavos y esclavas. ¿Preparaste mi maleta como ordené?- preguntó la mujer.

-          Sí Ama después de que se fuese a acostar preparé la suya y la mía- respondió la sumisa y Sara asintió complacida.

Salieron de casa a la 9 en punto de la mañana, el calor abrasador del verano aún no se manifestaba a aquellas horas de la mañana, pero hacía una temperatura lo suficientemente elevada como para predecir que haría un día tórrido.

El viaje se desarrolló sin hablar demasiado, Sara iba centrada en la conducción y Carmen admiraba el paisaje, dándose cuenta de que su Ama circulaba a una velocidad bastante superior a la permitida.

Después de casi una hora de viaje la mujer aparcó el coche en un área de servicio y las dos salieron del vehículo para entrar en una cafetería de carretera.

El interior del local era bastante amplio con una gran barra tras la que se hallaban un par de camareros, un hombre y una mujer perfectamente uniformados con chalecos rojos y camisas blancas. A parte contaban con un gran comedor de más de 10 mesas.

-          Suelo parar aquí cuando voy a visitar a mi amiga- la explicó Sara a su sumisa después de pedir un par de refrescos- Creo que va a ser una experiencia muy enriquecedora para tu adiestramiento- comentó acercándose a Carmen y posando su mano derecha sobre el trasero de la joven. La sumisa que no supo que decir ante aquello tan solo se dejó hacer por su Ama- Oye esclava, ¿qué opinas sobre el exhibicionismo?- le preguntó con lo que la sumisa se quedó sorprendida de que lo hiciese mientras el camarero servía los refrescos en vasos de tubo con mucho hielo.

-          No sé Ama- respondió la sumisa- creo que me moriría de vergüenza.

-          Vamos Carmen no te hagas la puritana ahora- comentó la mujer con media sonrisa- que ya me has pedido follar un montón de veces de maneras de los más humillantes- la sumisa al ver como la miraba el camarero se puso roja como un tomate.

-          Lo sé Ama, pero es diferente- dijo Carmen- eso queda entre usted y yo.

-          Bueno, no quiero que te exhibas ante tus familiares y conocidos- dijo la mujer sin dejar de sonreír para a continuación dar un largo trago a su refresco- quiero hacer una exhibición ligera delante de gente que no te volverá a ver nunca más. ¿Que te parece, esclava?- preguntó la mujer acariciándola la cabeza.

-          Como usted desee mi Ama- respondió la sumisa, sabía que Sara era muy cuidadosa con todas las prácticas que hacía con ella y estaba segura de que aquella no era una excepción.

-          Así me gusta- dijo la mujer rozando la mejilla de Carmen con el dorso de su mano, para finalmente acercase a la oreja derecha de la sumisa, darla un mordisco y decirla al oído en un susurro- ahora quiero que te quites las braguitas aquí, hazlo disimuladamente.

A Carmen la sorprendió la orden durante unos pocos segundos, peros cuando se recuperó comenzó a deslizar sus braguitas con las manos, disimuladamente mientras su Ama conversaba con ella de trivialidades. Cuando su ropa interior había llegado casi a sus rodillas la sumisa comenzó a usar tan solo las piernas para que siguiesen  descendiendo, hasta que por fin las vio cuando estaban un poco más altas que sus tobillos. La muchacha al ver su ropa interior blanca miró para todos los lados, pero ninguno de los clientes de la cafetería se había percatado de su obscena actividad. Así que la sumisa aprovechando la oportunidad le libró de sus braguitas y las dejó apartadas a un lado en el suelo.

-          Muy bien, ¿has visto como no era tan terrible?- preguntó Ama Sara visiblemente contenta.

-          Sí Ama.

-          Pero me he quedado con ganas de más- dijo Sara volviéndose a acercar a su sumisa para comunicarla lo siguiente- ahora vas a ponerte de rodillas y vas a coger las braguitas con los dientes para meterlas en tu bolso.

Carmen sintió un intenso rubor en sus mejillas al oírlo, pero rápidamente comenzó a mirar a su alrededor para asegurarse de que nadie la observaba. La chica era consciente de lo complicado que iba a ser arrodillarse con el vestido largo que llevaba, sin llamar la atención. Además con el empeño que había puesto en ignorar que las braguitas que había bajo la barra eran suyas, las había colocado en una posición un poco alejada de su Ama y de ella.

Después de asegurarse por tercera vez que nadie estaba con su vista fija en ellas la sumisa se agachó y poniéndose a cuatro pata llegó hasta su ropa interior para cogerla con los dientes. Pero cuando alzó la vista se cruzó con las miradas de una pareja, un hombre y una mujer de unos 30 años que la miraron bastante mal. Aquello volvió a teñir el rostro de la sumisa de rubor, pero en esta ocasión mucho más intensamente. De todos modos Carmen trató de no verse afectada por eso e introdujo sus bragas en el bolso sin preocuparse de si alguien más la había visto.

-          ¿Qué te pasa cariño?- le preguntó su Ama con ternura cuando la sumisa cerró el bolso- ¿Tienes fiebre o algo? Te veo muy roja.

-          Estoy bien Ama- respondió en voz baja y escuetamente, aunque no era cierto, no había pasado tanta vergüenza en su vida.

-          Lo estás haciendo muy bien, y casi no te ha visto nadie- dijo la mujer sonriendo- tan solo la pareja que se acaba de marchar y el hombre que se está tomando un café en una de las mesas que hay a tu espalda- la sumisa no quiso ni mirar de quien se trataba, no se atrevía a cruzar la mirada con más personas que la hubiesen visto en aquella posición tan humillante. Sara volvió a acercarse al oído de Carmen para volver a hablarla- Ahora vamos a eliminar toda la ropa interior, quítate en sujetador con disimulo.

Carmen se sintió un poco aliviada cuando escuchó aquella orden, quitarse el sostén era algo menos comprometida que deshacerse de sus braguitas, pero no bajó la guardia, conociendo a su Ama sabía que podía tener preparada alguna prueba humillante también con aquella prenda. La sumisa disimuladamente se desabrochó el enganche del sujetador abriéndolo sin dificultad. Después muy lentamente y procurando mirar a la gente que la rodeaba para asegurarse de que su conducta no estaba siendo vigilada por nadie, aunque hubo unos ojos que estaban muy pendientes de la sumisa, los del hombre de 50 años que estaba tomando un café y del que su Ama le había advertido. Procurando evitar aquella mirada logró quitase el tirante de unos de sus brazo y a continuación de un rápido tirón sacar por completo su ropa interior.

-          ¿La meto en el bolso Ama?- preguntó la sumisa nerviosa de que alguna mirada se clavase en ella y la viese con su sujetador en las manos.

-          Sí, pero no lo cierres aún, todavía tenemos que hacer algo con él- comentó sembrando la duda y el temor en la mente de la sumisa.

-          Sí Ama- respondió guardando el sujetador en su bolso.

Sara estuvo tomando con calma su refresco mientras observaba a Carmen sonriente, pensado en el siguiente paso que daría para humillar a la sumisa. Carmen por su parte tomaba su bebida nerviosa, tratando de evitar las miradas de la gentes que la rodeaba por si se encontraba alguna de reproche como la que la había lanzado la pareja después de recoger sus bragas del suelo con la boca.

-          Vamos al baño- dijo Sara después de dejar en su vaso tan solo los hielo. Carmen que aún no había terminado su consumición la siguió.

En el cuarto de baño, que era bastante grande no había nadie con lo que la sonrisa de Sara se ensanchó aún más. Carmen la miró expectante sin saber lo que se la venía encima.

-          Esto va a ser divertido- dijo acercándose a la espalda de la sumisa mientras comenzaba a bajar la cremallera que había allí- ahora saca los brazos del vestido- la sumisa obedientemente sacó ambos brazo, dejando el vestido por debajo de sus axilas y quedando a la altura de sus pechos, pero a poco que se moviese caería y sus pálidos senos quedarían expuestos.

Sara rápidamente sacó de su bolso un collar de perro, que puso al cuello de la sumisa y una correa extensible que enganchó al collar, a cada instrumento que su Ama le ponía la sumisa tenía mayores dudas con respecto a sus intenciones. El corazón de Carmen latía más y más fuerte a cada momento debido al nerviosismo de que alguien entrase en aquel momento y la pillase en aquella embarazosa situación.

-          Abre la boquita- dijo la mujer y Carmen obedeció, para que su Ama colocase en ella el asa de su pesado bolso- no quiero que se caigas hasta que lleguemos al coche- la informó para a continuación coger las manos de su esclava, colocárselas tras la cabeza y atárselas con el sujetador- como soy consciente de que alguien te podría sacar una foto así, te vamos a poner un bonito antifaz- dijo mientras hurgaba en el bolso que Carmen sostenía con los dientes, hasta  finalmente sacó un antifaz dorado del que colgaban algunos flecos dorados y plateados que cubrían parte de su cara- estás adorable- dijo la mujer una vez terminado el acicalamiento de su esclava mientras la pasaba la mano por la mejilla- ahora vamos a salir y vamos a caminar hasta el choche, tan cual estás, no nos detendremos por nada, si se te cae el vestido a medio camino y tienes que acabar desnuda no importa ¿está claro?- preguntó la mujer y Carmen no pudo más que asentir.- Así me gusta, vamos allá.

Sara fue la primera en salir, portando la correa en su mano y caminando como si no llevase a una joven esclava detrás. La mujer marcaba el ritmo, mucho más rápido del que a Carmen la gustaría ya que después de una decena de pasos el vestido comenzó a caérsela, sabía que si su Dueña la hubiese dejado llevar la velocidad que ella prefiriese podría llegar al coche sin mostrar demasiado, pero en aquella situación sería muy improbable que sus pechos no fuesen expuestos ante de llegar al coche, lo que deseaba con todas sus fuerzas era poder salir de la cafetería sin mostrar nada.

En el local el barullo se organizó nada más aparecieron, estaba algo más poblada de lo que la sumisa la había dejado, al parece un autobús acababa de aparcar a la entrada y de el habían salido un grupo de gente de todas las edades. Los chicos más jóvenes clavaron sus miradas en la sumisa, que a cada paso que daba mostraba más carne, un par de mujeres cercanas a los 50 la miraron con desaprobación comenzando a murmurar entre ella, un par hombres que había a la puerta del local la lanzaron miradas lascivas y uno de ellos la dio un toque el en culo con lo que al sobresaltarse el vestido cayó casi hasta su cintura. Aún así la sumisa respiro un poco aliviada, pensando que su momento de exhibición había pasado, pero se equivocaba.

En el exterior quedaban al menos una treintena de personas que rodeaban el autobús esperando a sus compañeros que habían entrado en la cafetería, pero las miradas de todos ellos se clavaron el la chica desnuda en toples, que acababa de salir del local. Carmen escuchó los piropos que la dispensaron algunos de los más jóvenes del grupo y los innumerables silbidos de los no tan jóvenes. La sumisa notaba como el vestido acababa de caer más debajo de su cadera y lo sintió deslizarse hasta sus rodillas, aquello era muy malo, si seguía caminando así acabaría cayéndose al suelo y con las manos atadas tras la nuca estaba segura de que se haría mucho daño, con lo que optó por lo más seguro y vergonzoso, se quitó elevando su pierna lo más alto que podía, dejando el vestido enrollado en su pierna derecha.

El desnudo integral de Carmen hizo que los silbidos y piropos de la muchedumbre se intensificasen, su Ama curiosa de ver lo que sucedía se dio la vuelta y sonrió complacida de ver a su sumisa desnuda del todo, con su bolso entre los dientes y caminando al ritmo que ella marcaba.

Sara alzó su mano en señal de despedida hacia la gente que había estado observándolas todo el trayecto desde la cafetería hasta su automóvil, recibiendo una sonora ovación compuesta por silbidos, aplausos, piropos y peticiones de que se montasen en el autobús con ellos. Sara sonrió mientras los miraba, pero a la vez se dedicó a desatar a su sumisa y quitarla su bolso de la boca para entregarla el suyo, en el que llevaba las braguitas que se había quitado al principio de todo.

-          Lo has hecho muy bien, esclava mía- dijo la mujer dando un beso en los labios a la sumisa, que provocó aún más gritos de sus espectadores- ve vistiéndote.

Carmen rápidamente se quitó el vestido que rodeaba su pierna derecha, lo sacudió un poco para quitarle el polvo y se lo puso olvidándose de ponerse su ropa interior, lo que deseaba era marcharse lo antes posible, prueba de ello fue que su Ama apenas había arrancado el vehículo cuando la sumisa montó aun con el antifaz puesto.

-          ¿Te ha gustado esto, Carmen?- preguntó la mujer antes de iniciar la marcha. La sumisa no supo que contestar, no quería que su Ama se enfadase si la decía que no, y tampoco quería que la exhibiese constantemente si su respuesta era afirmativa.

-          Un poco Ama- respondió finalmente.

-          Un poco…- dijo la conductora acercándose a la sumisa para meter la mano bajo el vestido de la joven, Sara no se detuvo hasta que dos de sus dedos se hundieron en el caliente y húmedo sexo de la sumisa- pues si esto te ha excitado solo un poco es que he mejorado mucho besando- comentó después de soltar una risita.

-          Me ha excitado mucho Ama, pero he pasado mucha vergüenza- respondió la sumisa.

-          Tampoco ha sido para tanto, nadie te podía reconocer y estoy segura de que nadie te ha tomado fotos de cerca, con lo que podría ser cualquiera. Lo repetiremos en otra ocasión- aseguró la mujer acelerando rápidamente el coche para salir de nuevo a la autopista en dirección a su destino.

      

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias.

      

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