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Irene la luchadora 9: la 1º noche con Vero.

en Dominación

Irene, excitada, se llevó su mano a su sexo mientras se daba una larga ducha para librarse de todo el sudor que había cubierto su hermosa piel después de la pelea. La muchacha estaba muy contenta con su actuación, y no solo porque había ganado la pelea y había gozado muchísimo aplastado y humillando a la novata con la que se había enfrentado, sino también porque le gustaba que su Ama Xana estuviera contenta con sus victorias.

Durante aquella larga ducha Irene no pudo evitar pensar en la deliciosa recompensa que Xana le daría, aunque en su cabeza no podía desaparecer la idea de que también se llevaría un buen castigo por su otra Ama, Verónica, que pese a que aún no se había puesto en contacto con ella sabía que si había viajado con ella no había sido solo para ver el espectáculo.

Después de la pelea Irene había visto a Laura llorando, y pese a que en el momento, debido a la excitación y a que Marisa le había informado sobre un incremento de sus ingresos por a la gran audiencia que estaba comenzando a arrastrar, a Irene le había dado igual;  pero allí, bajo el tibio chorro de agua de la ducha, no pudo evitar sentirse algo culpable.

Irene salió de la ducha para ir en busca de Xana y que esta le aliviase aquel sentimiento de culpabilidad, ya que como le había prometido, si ganaba se llevaría un premio por parte de su Ama… pero la figura que se encontró sobre la cama de matrimonio de su habitación de hotel no era la de Xana, sino la de Verónica.

La muchacha, sorprendida ya que esperaba que Xana le recibiese, había salido de la ducha totalmente desnuda y aún un poco mojada, con lo que se llevó las manos a los pechos para cubrir su desnudez, pero se dio cuenta de lo ridículo que era mostrarse así ante Verónica, ya que esta ya le había visto no solo desnuda, sino desnuda en medio de un parque y atada, con lo que rápidamente se llevó sus manos detrás de su espalda para mostrar a su amiga Verónica, que estaba dispuesta a ser con ella tan dócil como lo era con Xana.

-          Desde luego Irene, te has degenerado muy rápido- dijo Verónica levantándose de la cama para acercarse a su desnuda amiga, a la que por algún motivo no se atrevía a mirar directamente a la cara.

Verónica estaba muy guapa, a los ojos de Irene. La muchacha llevaba una blusa azul claro bajo la que se podía intuir un pequeño top ajustado que dejaba ver un pequeño escote que formaban sus pequeños pechos, una falda corta que la llegaba por la mitad del muslo, unas medias largas y negras que enfundaban completamente sus muslos acabando en unos zapatos de tacón, de color negro, que Irene estaba deseando besar.

-          Te has corrido como una guarra delante de todos esos pervertidos – le dijo Verónica acercándose a su oreja, mientras acercaba su mano a sus muslos, cada vez estando más cerca de su sexo. Irene, para allanar el camino a su Ama separó sus muslos lentamente- jejeje, eres una perrita muy receptiva, te acabas de correr y ya estás ansiosa porque que te toque.

-          Sí Ama, por favor- pidió la chica totalmente excitada.

-          A mí no me va ese trato, zorrita…- dijo Verónica paseando sus dedos por la espalda desnuda de Irene, haciendo que se la pusieran los bellos de punta – me puedes seguir llamando Vero, pero no olvides quien manda ahora.

-          Como quieras, Vero- dijo la chica muy caliente.

-          De rodillas, con el culito arriba ¡ya!- ordenó poniéndose imperativa por primera vez, con lo que Irene se tiró al suelo al momento, alzando su culito y separando un poco sus piernas para que su Dominante de aquella noche pudiera ver bien su coñito depilado y en aquel momento tremendamente empapado.

Verónica paseó alrededor del cuerpo de su sumisa amiga, taconeando a su alrededor y acariciando sus costados con las puntas de sus zapatos de manera esporádica, hasta que finalmente decidió estimular con su calzado el sexo de su amiga.

A Irene le volvió loca sentir como su mejor amiga penetraba el agujerito que más placer le daba con su zapato. La luchadora se retorció de placer ligeramente, y aunque siempre trató de mantener la compostura sus jadeos llenaron toda la habitación, provocando de nuevo la deliciosa y musical risita de Verónica.   

-          Ya no hay vuelta atrás, zorrita, te has convertido en una puta auténtica – dijo tratando de humillarla, caminando hasta donde estaba la cara de Irene, para colocar sus pies delante- me he informado sobre cómo tratar a las perras como tú ¿te gustaría lamer mis zapatos?

-          Sí- dijo Irene sin contener sus deseos de humillarse ante su nueva Ama, para que esta no mostrase piedad alguna a la hora de someterla- Me encantaría lamer tus zapatos, Vero- dijo la chica con la mirada fija en los oscuros zapatos de su amiga, en aquel momento brillantes debido a los fluidos que los cubrían.

Irene pasó su hábil y rápida lengua sobre los negros zapatos de tu amiga, que la observaba con superioridad desde la altura. La lamedora ya se había acostumbrado al sabor de sus fluidos, llegándole incluso a gustar, pero el poder saborearlos de los zapatos de la que hasta hacía tan solo un par de día era su mejor amiga, le daban un sabor muy muy especial.

Una vez Irene lamió por completo los zapatos de Verónica, esta se quitó los zapatos, mostrando sus pequeños y finos pies, enfundados en unas medias negras que Irene se apresuró a besar en busca de poder tentar a su amiga e iniciarla en el sexo lésbico. Pero al parecer la Dominante no quería ir tan deprisa, y alejó la cara de la perdedora empujándola con la planta del pie.

-          Parece que te voy a tener que atar en corto, perrita –dijo Verónica, en cuyo rostro era evidente que lo disfrutaba, pero desde luego no tenía la carga sexual que tenía para Irene – La verdad es que nunca había sentido deseos de humillar y castigar a otra persona, pero verte tan dócil, después de lo guerrera que has estado durante la lucha, me está haciendo replantearme esto…

Irene permaneció callada, ya que no quería que Verónica escuchara su voz quebrada por la excitación del momento, ante lo que Verónica ordenó a su amiga que se levantara del suelo y se arrodillara delante de la cama.

Verónica, que al parecer había sido ligeramente instruida por Xana, sacó de una maleta que normalmente la asiática usaba para llevar todos los juguetes que le gustaba usar con Irene,  una serie de artilugios que hicieron que el sexo de la luchadora se mojase, aumentando esta lubricación cuando mediante un par de esposas metálicas fijó las muñecas de la sumisa a los pilares de la cama, y mediante un collar de cuero y una cadena ridículamente corta dejó la cabeza de Irene alzada, de rodillas y con los brazos en cruz ante su malvada amiga que ahora la observaba con una sonrisa triunfal.

-          La verdad es que tenía ganas de verte así, perrita- dijo Verónica poniéndose en cuclillas para que su rostro estuviera cerca del de la sumisa, que trataba de mirar a su Dominante con la expresión más sumisa que tenía.

Irene no supo si su amiga llevaba mucho pensando en tenerla así, o había buscado información acerca de los gustos de una sumisa, pero le pareció que Verónica se movía con bastante desenvoltura. La muchacha estrujó los pechos de la sumisa atada con malicia, clavando sus uñas sobre los duros y suaves senos de la luchadora, no parando de hacerlo hasta que vio una expresión de dolor evidente en el rostro de la sumisa.

Después de aquello Verónica se ensañó con una fusta sobre el cuerpo de su amiga, que debido a la forzada posición en la que se encontraba apenas podía moverse… tan solo podía moverse un poco más debido a la reacción que se originaba en su cuerpo cuando la fusta de la Dominante acertaba sobre su sexo.

-          ¿Desde cuando eres así de zorra, Irene? – preguntó Verónica sonriente al ver como la chica apretaba los dientes mientras su amiga ajustaba una pinza dentada a su pezón.  

-           No lo sé- dijo Irene sin saber muy bien como contestar a aquella pregunta. Desgraciadamente para la chica la respuesta no satisfizo a Verónica que puso otra pinza dentada en su otro pezón.

-          ¿A qué edad te comiste tu primer coño?- preguntó sin pudor alguno, sabiendo que Irene respondería debido a su precaria situación.

-          A los 16, jugando con una compañera de instituto- dijo la chica excitada, tan solo de recordarlo, pero también por estar confesando esa clase de cosas íntimas con su nueva Ama.

-          ¿Tus padres saben que eres lesbiana?- preguntó Verónica mientras se acuclillaba para jugar con los pechos pinzados de Irene, viendo como esta apretaba los dientes al sentir como las pinzas de sus grandes pezones marrones se balanceaban.

-          No Vero, no lo saben- dijo Irene que sabía que sus padres estaban convencidos de que era heterosexual, ya que solo les había presentado alguna que otra pareja masculina.

-          ¿Y tu hermanita tampoco?- preguntó Vero con una sonrisilla, haciendo ponerse nerviosa a Irene.

Irene tenía una hermana a la que Verónica conocía de unas vacaciones que se había tomado esta en Barcelona el año anterior para hacerla una visita. Pese a que Laura, que así era como se llamaba su hermana pequeña, tan solo tenía 17 años en aquel momento, siempre había tenido una relación muy abierta con ella, y le contaba todo lo que la sucedía en todos los ámbitos : amigos, problemas en la facultad, nuevos trabajos que iba encontrando en Barcelona, novios, rollos con chicas, sexo…

-          Sí, mi hermana sabe que he estado con mujeres- confesó Irene un poco humillada, humillación que aumentó aún más cuando escuchó la risita de Verónica.

-          ¿La has enseñado a hacer las tijeritas?- preguntó con una sonrisilla malvada.

-          No- negó Irene al momento.

-          ¿No te excita imaginarte haciendo la tijera con ella, restregando tu coñito de puta con el coñito virginal de tu hermanita?- preguntó, sin obtener respuesta rápida de Irene, lo que le costó una sonora bofetada- Contesta zorra incestuosa.

-          No, ella es mi hermana- dijo Irene, que pese a que consideraba a su hermana atractiva los reparos morales le impedían siquiera atreverse a pensar una cosa como esa.

-          Pues yo aún no me he estrenado aún con una mujer, pero no me importaría hincarle el diente a la suave y tierna carne de tu hermanita, ¿me das vía libre para seducirla?  

-          No- se negó Irene al momento, lo que no agradó a Verónica.

La rechazada muchacha, enfadada, se levantó del suelo donde estaba acuclillada y mediante la fusta que había usado minutos antes fustigó el cuerpo de Irene en busca de que esta cambiara de parecer. Pero el cuerpo de Irene era demasiado duro, y pese a que los golpes de fusta cada vez le proporcionaban una sensación más dolorosa, la joven luchadora era capaz de contrarrestarla con facilidad tensando sus músculos, siendo la única zona que la hacía soltar un gemido de dolor sus pinzados pezones.

-          Veo que con dolor no te voy a poder doblegar- dijo agarrando una mordaza de bola roja y metiéndola en la boca de la sumisa atada, que la recibió sin dificultad – tendré que usar otros métodos más perversos- dijo cogiendo su móvil de la mesilla de noche y colocándose con la intención de sacar una foto a la sumisa.

Irene cerró los ojos avergonzada y agachó la cabeza todo lo que la fue posible, pero el collar que Verónica le había puesto apenas le permitió realizar aquella acción. La Dominante rio encantada al tener así a su amiga y se sentó en el suelo, apoyando su cabeza entre los pechos de Irene, para que esta pudiera observar cómo había salido.  

Pese a que la situación parecía que iba a desembocar en alguna clase de chantaje para que cediera, la excitación de Irene aumentó considerablemente al verse en aquella foto, arrodillada, con el cuerpo sudoroso, atada a la cama por las manos y el cuello dejándola totalmente expuesta, con montones de marcas rojizas de fusta…  

-          ¿Qué crees que pensará tu hermanita si te ve así?- preguntó Verónica con una sonrisa mientras jugueteaba con sus dedos pasando de arriba abajo y de abajo arriba sus contactos, entreteniéndose de manera deliberada en la letra L.

-          Por favor no lo hagas- pidió Irene que sabía que su amiga no se atrevería a meter a su hermana pequeña en aquello.

-          Nunca he probado nada con otra mujer, más allá de algún tonteo- dijo Verónica pensativa- para comenzar me gustaría una chica inocente como tu hermanita, para poder llevar yo las riendas. La última vez que la vi no estaba desarrollada del todo, pero se la veía con mucho potencial- Dijo girándose con una sonrisa y mordiendo con fuerza uno de los suaves pechos de la luchadora atada.

Irene sabía bien a lo que su amiga se refería, su hermana, pese a tan solo tener aún 17 años ya tenía unos pechos generosos, que si bien no eran tan grandes como los de Irene, sí que eran de mayor tamaño que los que la joven tenía cuando tenía la edad de su hermanita.

-          ¿Me dejas seducirla, Irene?- preguntó Verónica, ante lo que la chica asintió con la cabeza, temerosa de que pudiera mandar su íntima foto a su hermana- Eso está mejor- dijo sonriendo, volviendo a acomodar su cabeza entre los pechos de la luchadora.   

Verónica mostró la conversación a Irene, mientras observaba como tanto ella como su hermana escribían con una rapidez envidiable, latiendo el corazón de la chica atada más y más fuerte nerviosa ante el momento en el que Verónica se lanzase a la seducción…

Después de más de diez minutos de chat Irene comenzó a relajarse un poco, pensando que si su Ama aún no había intentado nada con Laura, era porque solo quería humillarla chateando con su hermana mientras usaba sus pechos como simples almohadas, pero entonces escribió una pregunta que hizo volver a saltar el corazón de  la luchadora…

-          ¿Qué me diría si te digo que me gustaría tener una experiencia lésbica contigo?

-          Jijiji- contestó – te diría que no me interesa, pero que me siento alagada.

-          ¿Y si te digo que no tienes elección? – preguntó poniendo cada vez más nerviosa a Irene.

-          Te digo que si tengo, puedo decirte que si o que no, y no me vuelvas a amenazar porque te elimino de mis contactos- escribió Laura evidentemente molesta ante el tono imperativo de Vero.

-          No te pongas chulita o tu chulería la pagará tu hermana, ahora mismo la tengo atada a la cama- Irene se quedó helada cuando vio como Verónica seleccionaba el archivo de su foto y lo enviaba- así que ya puedes ir haciendo lo que yo quiera o a tu hermanita la van a violar esta noche tantos tíos como yo quiera…

-          ¡Te has vuelto loca!- dijo Irene enfadada viendo la poca importancia que daba a su intimidad Verónica, compartiendo material tan comprometido.

-          No te creas putita, lo he pensado desde ayer y después de ver como se ponen los tíos contigo creo que voy a usarte de puta para ganar dinero- dijo con una sonrisa- seguro que el 90% de los asistentes pagarían un buen dinero a cambio de poder descargar en alguno de tus hoyitos- dijo con una sonrisa perversa.

-          Te estás pasando de la raya- dijo Irene furiosa.

-          Mira, parece que tu hermana contestó- dijo Vero mostrando la respuesta.

-          Vale, tranquila, podemos hacer alguna cosa- escribió Laura, después de unos minutos de reflexión.

-          Eso ya me gusta más jejeje- escribió Vero – envíame una foto tuya en toples- ordenó con una sonrisa.

-          ¡NO! ¡Joder Verónica, ya basta!- ordenó Irene enfadada viendo como quería pasar de someterla a ella a ahora extorsionar a su hermana- Haz conmigo lo que quieras pero deja a mi hermana.

-          ¿Una sumisa dando órdenes?- preguntó Vero sabiendo que lo tenía todo bajo control- Contigo es un poco aburrido, eres una puta y aceptas todas las humillaciones que te quieran hacer, pero tu hermanita aún es inocente y disfrutaré mucho más emputenciéndola.

-          ¡Eres una zorra degenerada!- dijo enfadada Irene, pero siendo inútil cualquier movimiento que hiciera.

-          Y eso me lo dice la puta sumisa- dijo con una sonrisa- creo que debería castigarte por hablar así a una de tus Amas, te ordeno que te disculpes.

-          No me pienso disculpar- dijo Irene con firmeza.

-          Bueno – dijo Vero acercándose a la puerta de la habitación- he oído que la luchadora a la que has vencido se hospeda en este hotel, ¿me pregunto qué haría si tuviera a la rival que la ha vencido y humillado así?

Irene, sin creer que Verónica se fuera a atrever a hacer algo así, se mantuvo firme y no se disculpó mientras observaba como su Ama se acercaba a la puerta. El corazón de Irene latía más y más fuerte tras cada paso que la chica daba en dirección a la salida, pero la resistencia de la luchadora se diluyó cuando se dio cuenta de que Verónica era capaz de eso y mucho más. Mucho más después de haberse metido en su vida familiar de manera tan violenta.

-          Lo siento Vero, no debí insultarte- dijo Irene completamente humillada ya que en su interior pensaba que su amiga merecía bastante más que un insulto por lo que acababa de hacerle. Verónica volvió triunfante hasta su amiga sumisa, y la pegó un par de potentes bofetones.

-          Así me gusta más- dijo volviendo a tomar asiento, pero en esta ocasión quedando cara a cara con Irene, sin que esta pudiera ver su móvil- lo siento tesorito, pero es que tu hermanita ya me ha mandado la foto y esto es solo de disfrute personal.

Irene no pudo contener las lágrimas, por su culpa su hermana se había mezclado en aquello y acababa de mandar una foto en toples a su nueva Ama, lo que seguramente usaría para someterla también, lo cual, según estaba descubriendo de aquella nueva faceta de Verónica, no tardaría en verse traducido en una sesión en la que ella estuviera obligada a mirar como su hermana era sometida o viceversa.

-          Por favor Verónica…- dijo Irene son poder controlar sus sollozos- ya basta… te lo ruego… te estás metiendo en mi vida familiar…

-          ¡Vaya, no pensé que te haría llorar tan rápido!- dijo con una sonrisa orgullosa de haber hecho tanto daño a la humillada sumisa – Se ve que quieres mucho a tu hermanita, será divertido usarla como “rehén” para hacerte de todo.

-          Hazme lo que quieras, pero deja a mi hermana al margen, te lo ruego- pidió Irene con humildad.

-          Muy buena sumisa- dijo Verónica acuclillándose y secando un poco las lágrimas que surcaban sus mejillas - ¿te gusta como sabe tu orgullo, zorra? Porque a partir de ahora te lo tendrás que comer muchas veces.- Irene no contestó, tan solo agachó la cabeza humillada, lo que pareció complacer a su Ama- ¿Me ayudarás a llevarme a tu hermanita a la cama para sexo? – Irene miró suplicante a la Dominante- Solo para sexo, no para someterla, para someterte ya te tendría a ti atada a una silla sin poder moverte para que mires todas las cosas que nos haremos.

-          Sí Vero, te ayudaré – dijo Irene sintiéndose tremendamente sucia por entregar a su hermana pequeña a su perversa Ama.  

-          Así me gusta, ahora es momento de tu castigo por insultarme antes- dijo con una sonrisa mientras vendaba los ojos a la sumisa para a continuación salir de la habitación y dejar a Irene allí durante unos minutos.

El corazón de Irene comenzó a latir con fuerza debido a la incertidumbre que sentía, ya había podido probar el nivel de perversión de Verónica y estaba segura de que si aún, después de haber jugado de aquella manera con su mente no estaba satisfecha, tanto aquella noche, como el tiempo que permaneciera como sumisa de aquella joven, iba a ser un tiempo muy muy largo y duro para ella.

Irene se puso tensa de nuevo cuando escuchó como la puerta de la habitación se abría, pudiendo escuchar pisadas que se acercaban hacia ella. Irene no supo si Verónica venía acompañada de una o dos personas, pero se relajó cuando sintió como la eran arrebatadas las esposas además de sentir como las fuertes manos de Xana la liberaban también el cuello.

Sabiendo que Xana ya estaba allí, Irene se dejó llevar hasta una silla, donde fue sentada y sus manos fueron esposadas a las patas traseras de la misma, volviendo a quedar inmovilizada ante sus dos Amas, las cuales la observaron inquisitivamente, especialmente Xana que reparó en los ojos rojos de la sumisa.

-          Vero me ha dicho que la has insultado, perra- dijo Xana en tono severo- ¿sabes que eso supondrá un buen castigo?

-          Sí Ama, lo siento.

-          Estarás en castidad durante tres semanas-  dijo la asiática, viendo como Irene que esperaba aún más tiempo agachaba la cabeza.

-          Sí Ama.

-          Eso es poco- protestó Verónica que consideraba que un insulto de Irene debería suponer una mayor pena para la sumisa. Xana rio de forma perversa mientras acariciaba las mejillas de la sumisa.

-          Te demostraré esta noche lo larga que se la pueden a hacer a esta perrita tres semanas de castidad.

Después de decir aquello, Xana introdujo en el sexo de Irene una bolita vibradora, además de retirar las pinzas que anteriormente Verónica había puesto para chupetear un poco los pezones de la sumisa antes de untar un poco de crema sobre los erectos pezones de la joven, la cual comenzó a jadear poco a poco al notar como se iba acalorando.

-          Ahora vas a ver como yo y Verónica disfrutamos de una noche de sexo mientras tu miras – dijo Xana mordiendo suavemente el lóbulo de la orea de su sumisa – el vibra está al mínimo, pero tranquila que tenemos el mando en la mesilla.

-          ¿De verdad me va a dejar 3 semanas sin correr, Ama?

-          Desde luego mi zorrita, ahora que tengo una chica de tu edad con la que divertirme, y que me ayude a someterte, solo te usaré de sumisa- dijo con una sonrisa, aunque Irene sabía que era más importante de lo que Xana quería demostrar, ya que en más de una ocasión había dejado bien claro lo prendada que estaba de sus hermosos pechos, que eran mucho más atractivos que los de su amiga.

-          A mí me da cosa que está zorra me vea desnuda- dijo Verónica con una venda que pasó por los ojos de Irene.

-          Como quieras- dijo Xana ajustando bien la venda para que Irene no viese nada. Irene no dijo nada y escuchó como los zapatos de Verónica se alejaban, dejando a Xana sentada sobre sus rodilla y acariciando sus pechos- Por cierto Irene, todo ha sido mentira, con la que Verónica que estaba mensajeando era conmigo, así que has sido castigada por nada.

Sin decir nada, y sintiéndose tremendamente estúpida por haber caído tan fácilmente en las provocaciones de su nueva Ama, Irene se mordió el labio inferior mientras trataba de olvidarse del dildo que en aquel momento estimulaba su vagina, pero sabiendo que sería una noche muy larga en la que sufriría mucha frustración sabiendo que sus Amas se estaban dando placer mutuamente dejándola a ella al margen.

Continuará…

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