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Rescatado por mamá

en Amor filial

-         Venga, más deprisa- espoleó Beatriz a sus jadeantes alumnos de cuarto de la ESO mientras estos trataban de mantener el ritmo que su profesora de gimnasia les imponía.

Beatriz a diferencia de la mayoría de los profesores de aquella materia se tomaba muy en serio la asignatura, y desde luego no vendía baratos sus aprobados.

La mujer era consciente de que para exigir aquel nivel a sus alumnos no podía ser como otros maestros de gimnasia del centro, los cuales sufrían un importante sobrepeso, por aquel motivo pese a estar camino de los 44 años Beatriz mantenía un cuerpo esbelto y a la vez fuerte que le permitía realizar cualquiera de los ejercicios que exigía a sus pupilo.

-         Es suficiente por hoy- dijo a voz en grito después de tocar su silbato- ¡A las duchas!- los agotados estudiantes recibieron aquellas palabras con júbilo y comenzaron a desfilar hacia los vestuarios mientras que Beatriz se dirigía al pequeño despacho que tenía en el gimnasio para apuntar las notas correspondientes al trabajo que había hecho cada uno de ellos.

Después de unos minutos de rápida evaluación, la mujer entró primero al vestuario de las chicas y a continuación al de los chicos para asegurarse de que no quedaba nadie. La profesora siempre llamaba antes de entrar, aunque alguna vez por accidente se había encontrado con algún alumno ligero de ropa, que había tardado algo más de lo habitual en ducharse.  

En aquella ocasión no hubo ningún rezagado y por aquel motivo la maestra comenzó a cerrar las puertas del gimnasio, salvo la de emergencia, había organizado sus clases de tal forma que todos los días los acababa bajo techo, pudiendo así tomar una ducha antes de regresar a casa.

Beatriz dejó su ropa sudada sobre el suelo, para pisar sobre ella para no resbalar al salir de la ducha. La profesora recibió con alivio el chorro de agua tibia sobre su cabeza comenzando esta a recorrer su espalda y sus pechos. La mujer, que aquella mañana no había llevado esponja al instituto comenzó a enjabonarse todo su cuerpo con sus manos, comenzando por sus piernas y subiendo poco a poco hasta llegar a su largo cabello rojizo. A Beatriz la costó un poco de esfuerzo el no entretenerse en su sexo depilado o en sus duros y firmes pechos de pequeños pezones rosados, pero finalmente decidió que aquel no era el mejor lugar para darse un poco de autosatisfacción.

Tal y como la pasaba cada vez que se estimulaba en las duchas del instituto salió muy excitada, con unos deseos locos de llegar a casa cuanto antes. El no haber tenido sexo satisfactorio con ningún hombre desde que se divorció de su marido, hacía más de un año, provocaba que aquella situación se volviese cada día más común e insoportable.

La mujer abandonó el instituto rápidamente por la puerta principal montada en su coche, sin duda quedarse unos minutos en la ducha era una gran idea, ya que la primera oleada de alumnos acostumbraba a salir despavorida dejando en un espacio de 10 minutos la entrada totalmente libre para que los profesores, y los alumnos que tenían carnet de conducir, pudiesen salir sin riego de atropellar a nadie.

La casa de Beatriz estaba a las afueras de la ciudad, con lo que tardó tan solo unos minutos en llegar a su domicilio, un piso de tamaño medio en el que vivía con su hijo Marcos, un chico de 19 años que había comenzado a trabajar muy joven y que en aquel momento se encontraba en paro, sin más ocupación que la de estar en casa todo el día y salir con sus amigos.

A Beatriz ninguna de estas dos actividades le gustaba, aunque prefería que se quedase en casa ya que los amigos de Marcos eran una pandilla de chicos demasiado conflictivos.

La mujer se encontró con la sorpresa de que Marcos no estaba en el domicilio familiar, aquello era muy raro, lo normal era que le pillase comiendo o que la estuviese esperando para comer con ella, pero en aquella ocasión no encontró absolutamente nada, ni siquiera una nota que explicase el motivo de su ausencia.

Beatriz, un poco preocupada, comenzó a comer viendo las noticias que daban en la televisión, aunque aquello no hizo que sus preocupaciones desaparecieran, no era normal que Marcos no la llamase o la dejase alguna nota cuando se salía de su rutina habitual.

La profesora se tumbo en el sofá para descansar un rato mientras trataba de auto convencerse de que todo estaba bien. La mujer logró dormir por espacio de una hora, levantándose algo más tranquila, pero justo en aquel momento sonó su teléfono móvil. Era su hijo.

-         Por fin llamas, Marcos- le dijo su madre como respuesta.

-         Mamá que suerte, por fin acierto con tu número- dijo el chico que sonaba un poco fatigado.

-         ¿Qué sucede? ¿estás bien?- preguntó un poco inquieta ante la extraña respuesta.

-         Me han gastado una broma y necesito que vengas a recogerme, me han atado en una habitación de hotel, por favor ven a buscarme.

-         Dime donde estás- dijo la mujer al ver que no era el momento más indicado para hacer preguntas.

Marcos dio rápidamente la dirección del hotel y el número de la habitación en la que se encontraba para que su madre no tuviese problemas a la hora de hallarlo.

Beatriz bajó rápidamente a por su coche y se puso en camino lo antes que pudo. El trayecto se la hizo muy angustioso, normalmente se tomaba con calma los atascos de la ciudad, pero el no tener detalles sobre que clase de broma habían gastado a su hijo o si este se encontraba bien, hacía que su normal actitud tranquila se viese alterada por la situación.

La mujer entró en el hotel un tanto sudorosa, no por el ejercicio físico que había hecho, sino por la preocupación que en aquel momento sentía por Marcos.

-         Necesito la llave de la habitación 612- dijo la mujer nada más llegó a la recepción- han gastado a mi hijo una broma y lo tienen hay atado.

El recepcionista dudoso ante lo que la mujer le decía descolgó el teléfono que había en el mostrador para comunicarse con la habitación a la que la recién llegada le hacía referencia. Después de dos llamadas infructuosas el recepcionista llamó a otro compañero que apenas tardó un minuto en llegar, para que acompañase a Beatriz al lugar al que esta quería ir.

La mujer no se relajó en todo el trayecto y animaba al hombre vestido de rojo que la guiaba a que caminase más rápido para poder llegar cuanto antes.

El corazón parecía que se la quería salir del pecho cuando el botones del hotel comenzó a abrir la puerta, adelantándose la mujer a este para ser la primera en entrar. Entonces pudo comprobar que la llamada de su hijo era 100% real.

Allí estaba Marcos, totalmente desnudo, con las manos esposadas a los barrotes que conformaban en cabecero de la cama, con su teléfono móvil en la mano izquierda. Era un chico, de piel clara, pelo castaño bastante largo y en aquel momento con una mirada suplicante que pedía la ayuda de su madre.

-         ¡Es mi madre, ahora lárgate!- le dijo al botones tan pronto como lo vio entrar en la habitación.

-         ¿Pero que te han hecho?- preguntó la mujer una vez se marchó el hombre que la había guiado.

Beatriz no pudo evitar reparar en que su hijo no solo tenía inutilizadas las manos, sino también las piernas, las cuales estaban abiertas y unidas mediante cuerdas a las patas de la cama. Tampoco pudo dejar de echar un vistazo al gran y amoratado pene que estaba atado por la base con una cuerda fina, al igual que sus hinchados genitales que habían sido aprisionados por una goma del pelo de color rosa.

-         ¿Se puede saber quien te ha hecho esto?- le preguntó Beatriz antes de comenzar a liberar a su hijo.

-         Ha sido un broma de los idiotas de mis amigos y de una chica que me ha hecho creer que le gustaba pero que solo quería reírse de mí- dijo el chico visiblemente avergonzando, la mujer se dispuso a apiadarse de él, pero no pudo reprimirse y le dijo.

-         ¡Ya te dije que esos no eran buena compañía!- recriminó.

-         Ya lo sé mamá- dijo el chico elevando la voz- ahora desátame y vámonos.

-         ¿Te parece forma de hablar a tu madre que ha venido corriendo a ayudarte?- preguntó la mujer algo enfadada- Quizás debiese dejarte así para que venga a recogerte alguno de tus amigos.

-         Lo siento mamá, es que esto es muy humillante. Te agradezco que hayas venido a buscarme- dijo Marcos aún sin mirar a su madre.

-         ¿Qué clase de treta usó para lograr dejarte así?

-         Era una chica que está muy buena.

-         ¿Puedes definir muy buena?- preguntó la mujer comenzando a desatar la polla de su hijo.

-         Mamá, por favor no hagas eso- pidió el chico avergonzando por que su madre tocase su pene.

-         Dime que clase de chica era- exigió la mujer.

-         Una chica alta, morena, de tetas grandes - dijo el muchacho- por favor mamá, no hagas eso…- dijo el chico para acabar soltando un gemido de placer.

-         Parece que tu polla no tiene reparos en que sea tu madre- dijo acariciando la verga del muchacho de arriba abajo para acabar quitando la goma del pelo de sus huevo- ¿sabes? Estás más dotado que tu padre, bueno más que tu padre y que todos los hombres con los que he estado en los últimos meses- dijo sonriendo y haciendo que Marcos se sonrojase aún más.

-         Deja de decir esas cosas, mama, por favor- pidió el chico al que se le veía incómodo, pero aún en aquella situación el pene del muchacho perdía tamaño.

-         Lo siento mucho cariño- le dijo la madre sonriendo sin dejar de tocarle el miembro- pero mamá está demasiado necesitada como para dejar escapar una ocasión así.

-         Pero que…

Pero Marcos no pudo terminar de decir nada ya que el ver a su madre comenzar a quitarse la ropa con la que se había presentado en aquel hotel le hizo enmudecer. Sin ningún pudor, Beatriz se deshizo de su falda y su blusa, para liberar a continuación sus firmes pechos del sujetador que tiró fuera de su vista, y exponer también su sexo totalmente depilado dejando su tanga, un poco húmedo debido a la excitación de ver así a su hijo, en el suelo.

-         Ocasiones así no se presentan todos los días- dijo la mujer acariciando el pecho de su hijo y colocándose de tal modo que el pene de Marcos chocaba contra el estómago de la mujer- y puedes estar seguro de que no la voy a dejar escapar.

-         Por favor mamá, para con esto- dijo el chico rojo de vergüenza ante la actitud de su madre. Beatriz sonrió.

-         Puedes acabarla tú si quieres, tan solo tienes que bajar esta erección y mi atención por ti desaparecerá- le dijo bajando para acariciar el sobresaliente glande del chico para acabar dando un beso sobre el mismo, haciendo que la erección se volviese aún más firme.

Las quejas del muchacho comenzaron a desaparecer cuando Beatriz empezó a dar una sesión de sexo oral a su hijo, el chico en un principio se resistió, pero dejó de protestar cuando notó la húmeda y ágil lengua de su madre acariciar sus doloridos testículos, comenzando a emitir gemidos de placer.

La mujer, viendo que Marcos comenzaba a aceptar aquella situación no tardó en meter el hinchado miembro del muchacho en su boca para iniciar un rápido mete-saca que entusiasmo al chico en exceso, tanto que acabó por eyacular sin previo aviso.

La madre trató de disimular su disgusto mientras tragaba el semen de Marcos, no era en ella habitual tragar el esperma de sus amantes, pero en el caso de su hijo haría una excepción, seguramente en aquel momento no se sentiría muy bien después de no haber aguantado ni dos minuto con su polla en la boca de su madre.

-         Has sido un niño muy malo Marquitos- le dijo Beatriz levantándose sobre la cama para en un solo paso colocar su sexo ante los ojos del muchacho- te has venido en la boca de mamá sin avisar, así que ahora vas a lamerme hasta que ese pollón que tienes se vuelva a hinchar.

El chico dudó durante unos momentos, haciendo que Beatriz comenzase a pensar una estrategia para conseguir su objetivo, pero antes de tener nada ideado, Marcos, por iniciativa propia comenzó a lamer con deseo la raja de su madre.

La mujer gimió de gusto al notar la torpe lengua de su hijo esforzándose en darla placer, lamiendo sus labios de arriba abajo para poco a poco tratar de intentar penetrar el sexo de su madre con ella.

Beatriz, aparte de los innumerables gemidos también acariciaba el cabello de su hijo, para comunicarle que lo estaba haciendo muy bien y que no se detuviese por nada del mundo.

Marcos trató de seguir el sexo de su madre cuando esta comenzó a alegarlo, pero las férreas esposas que lo mantenían retenido le obligaron a observar impotente como aquella dulce vagina se escapaba de su alcance.

-         No te pongas triste, mi niño- le dijo mientras acariciaba el pecho de Marcos mientras los sonreía pícaramente- mamá no te dejará solo ni un momento.

Después de decir aquello Beatriz comenzó a morder los pezones de Marcos, primero con delicadeza y una vez comprobó que su amante se excitaba con eso con mayor voracidad.

Las constantes caricias de la mujer sobre el excitado cuerpo del muchacho hicieron que este comenzase a desear con más fuerza el cuerpo de su madre, llegando al punto de tratar de acariciarla con la única parte de su cuerpo que tenía libre: su boca.

-         ¿Qué quieres, cariño?- le preguntó dejando sus tetas a escasos centímetros de la cara del muchacho, pero aún así inalcanzables para él.

-         Acércate- pidió lleno de deseo.

-         Si no me dices lo que quieres hacerme no me acercaré- le dijo la mujer juguetona acariciando los testículos del muchacho al tiempo que hacía votar sus tetas ante el rostro de Marcos.

-         Quiero comerme tus tetas- dijo el muchacho haciendo sonreír a su madre.

-         Ves, así no entendemos bien- comentó la mujer acercándose.

Marcos mordió los pechos de Beatriz cuando se colocó a su alcance, haciendo que esta gimiese un poco de dolor y pidiese a su amante que fuese más delicado. Marcos al oír las críticas de la mujer obedeció al momento y pese a las ganas que tenía de morder las duras tetas de su madre tan solo se dedicó a lamerlas de arriba abajo, al tiempo que las daba algún suave mordisco en sus duros y dulces pezones.

Beatriz permaneció inmóvil durante las primeras lamidas, hasta que finalmente se acostumbró a aquel nivel de placer y pudo comenzar a trabajar en las esposas que mantenían a su hijo retenido, ya no habría problema en que la dejase a medias, ya que el muchacho estaba como mínimo tan caliente como su progenitora.

La fue más sencillo de lo esperado forzar las cerraduras de las esposas con una de las horquillas que acostumbraba a llevar en el pelo, en menos de cinco minutos los dos brazos del chico ya estaba totalmente libre.

Beatriz se sobresaltó un poco cuando el muchacho se la quitó de encima y comenzó a aflojar las cuerdas que le mantenían las piernas abiertas. La mujer al ver lo rápido que se estaba desasiendo de sus ataduras estuvo segura de que se marcharía de aquella habitación tan pronto como estuviese libre. Pero se equivocaba.

Marcos miró a su madre fijamente durante un instante antes de lanzarse sobre ella, agarrarla por los brazos y tirarla de espaldas sobre la cama para caer encima de ella. La mujer por un instante valoró y se asustó ante la posibilidad de que su hijo pudiese volverse violento en venganza por cómo ella se había aprovechado de la situación, pero respiró aliviada cuando se dio cuenta de que lo único que deseaba era besar, chupar y tocar hasta la última parte de su anatomía.

El muchacho estaba sediento de sexo y Beatriz estaba dispuesta a aplacar aquellos deseos.

Después de tanto tiempo llevando la iniciativa, a la mujer no la importó en absoluto que Marcos se hiciese con las riendas, al menos hasta que este se desfogase por todo el tiempo que había estado obligado a observar el exuberante cuerpo de su madre sin poder tocar nada, más que lo que esta le ofrecía.

Beatriz se sorprendió ante la fuerza de su hijo, que manejaba a la mujer a su antojo pese a que esta trataba de poner algo de resistencia cuando Marcos mordía con fuerza excesiva sus pechos o sus nalgas, o cuando el muchacho trataba de meter en el sexo de su madre más dedos de los que admitía.

Beatriz que sabía que si se ponía en serio podría zafarse de su hijo decidió no hacerlo, en cierto modo estaba gozando de aquella situación, y la pequeña porción de dolor que Marcos le producía no hacía más que excitarla.

La mujer se sobresaltó cuando, teniendo ella los ojos cerrados por el último mordisco sobre su clítoris, notó las manos de su hijo agarrándola las rodillas, para un instante después separar bien las piernas de su madre. Beatriz sonrió orgullosa de su elasticidad, si aquel violento movimiento se lo hubiese hecho a cualquier otra chica, el muchacho seguramente habría recibido una bofetada y su pareja lo habría dejado con las ganas, pero desde luego a una profesora de gimnasia en forma no podía pasarla aquello.

-         Es esto lo que buscas ¿verdad?- le preguntó la mujer separando sus grandes labios vaginales y mostrando un sexo rosado y brillante al que Marcos no quitó el ojo.

El chico no contestó a la pregunta de su madre con palabras sino con hechos, agarrando su polla con la mano derecha para apuntar su hinchado y rosado glande sobre el sexo de Beatriz. La mujer gimió de placer en cuanto Marcos comenzó a empujar su pene con cuidado, pero aquella forma precavida de penetrar desapareció cuando la cabeza de la polla fue tragada por completo, a raíz de eso el chico comenzó a embestir con violencia el sexo de su madre.

Los muelles de la cama comenzaron a escucharse por toda la habitación, acompañados de los agudos gemidos de Beatriz y los graves gruñidos de Marcos, que desde que había sido desatado estaba dando rienda suelta a sus instintos más básicos.

Beatriz, para que la unión con su hijo no se deshiciese con facilidad tomó la decisión de rodear por la cintura a Marcos con sus piernas, siendo así muy difícil que el chico pudiese sacar su miembro una vez se hubiese corrido, dejándola a medias.

La mujer besó con pasión a su hijo cuando este se calmó un poco, aún no se había corrido, pero como era normal después de unos minutos en los que el muchacho hizo todo el trabajo físico sus fuerzas comenzaban a mermar y su ímpetu decrecía por momentos.

Aquel largo beso hizo que Marcos volviese a la carga con sus últimas fuerzas, jadeando sobre el rostro de su madre, que lo lamía con deseo al tiempo que agarraba con fuerza sus nalgas.

-         ¡Me voy a correr mamá!- dijo el chico en cuyos ojos se podía ver lo cerca que estaba del éxtasis.

-         ¡Yo también estoy a punto!- manifestó la mujer.

Aquella última frase Beatriz la acabó con un largo gemido cuando notó como el caliente y espeso esperma de su hijo comenzaba a bañar su interior, siendo el detonante de que ella misma también se corriese y soltase una importante cantidad de fluidos que de no haber sido por que la gruesa polla de su hijo tapaba casi por completo su vagina, habría empapado el edredón sobre el que se encontraban.

Beatriz abrazó con fuerza a su hijo para que este no se separase de ella y así no sacase de su interior aquel gran falo que tanto la llenaba. Ambos se estuvieron besando, lamiendo y dando dulces mordisquitos hasta que la mujer sintió que la polla de Marcos perdía volumen y dureza.

La mujer observó como el chico sacaba su pene empapado de su cálido interior, saliendo con él unos pocos fluidos que aún no habían logrado abandonar su cuerpo por el tapón que aquella verga suponía.

-         Cuando me han atado pensé que iba a ser el día más vergonzoso de mi vida, nunca pensé que pudiese convertirse en el mejor- dijo el chico tumbándose junto a su madre.

-         ¿Te ha gustado hacerlo con tu madre?- le preguntó la mujer sonriente al ver lo satisfecho que había dejado a su hijo.

-         Sí, ha sido la mejor experiencia que he tenido.

-         Eso está bien- dijo la mujer incorporándose un poco para coger la flácida polla de Marcos- ahora te la limpiaré un poco y nos vamos a casa.

-         Yo también te limpiaré a ti, mamá- dijo el chico tratando de levantarse, pero cayendo de nuevo al sentir la mano de su madre sobre el pecho.

-         Tú te has esforzado mucho- le dijo sonriendo mientras bajaba la piel que cubría el glande de Marcos, mostrándolo por completo.

El muchacho no puso ninguna queja más en cuanto comenzó a notar la rápida y hábil lengua de su madre chupando, primero el glande con ternura hasta eliminar hasta el último resto de semen, y después todo el tronco de arriba abajo y acabando por sus grandes testículos que tenían un color mucho más saludable que el que se había encontrado cuando Marcos aún permanecía atado.

-         Una cosa Marcos- dijo la mujer cuando terminó de limpiar la polla por completo- quiero que no vuelvas a ver a esos supuestos amigos con los que te sueles juntar.

-         Dalo por hecho mamá, no tenía idea de volver a verlos- dijo el chico, que seguramente estaría dolido por aquella broma pesada que podría no haber tenido un final tan feliz.

-         Y también quiero que comiences a buscar trabajo, si encuentras un empleo sabré recompensarte- le dijo sonriendo pícaramente mientras se tumbaba apoyando sus tetas sobre el pecho del chico.

-         Mañana mismo comenzaré a buscar, mamá- dijo el chico sonriendo tan solo de imaginar la recompensa que su madre le daría si consiguiese un trabajo.

 

 

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