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Pintando a la tía Raquel

en Amor filial

Después de aquel ajetreado año Samuel había decidido ir a visitar a su tía y así poder aprovecharse de la extraordinaria casa que esta tenía a tan solo unos metros de la costa mediterránea.

 

Samuel era un chico de mediana estatura, complexión normal, pelo corto de castaño claro, casi rubio y normalmente una piel clara, pero que ganaba bastante color cada vez que visitaba a su tía en los meses de verano en la casa de la playa de esta.

 

El muchacho se había desplazado allí con todo su equipo de pintura y había comprado algunos lienzos con la intención de crear alguna obra en su tiempo de relax, pero realmente lo que quería pintar era un desnudo y para aquello era para lo que se había desplazado allí, para plasmar alguno de aquellos cuerpos esculturales que veía todos los días paseando por la playa.

 

En un primer momento el muchacho había valorado la posibilidad de pintar alguna de aquellas mujeres tan solo observándolas, reteniendo todo lo que podía en su cabeza y finalmente plasmándolo en el lienzo, pero lamentablemente después de un par de intentos se dio cuenta de que sería incapaz de lograrlo si no tenía una modelo que posase para él.

 

El joven, que sabía que hacer una proposición así lo mínimo que le supondría sería un bofetón por parte de la chica a la que le preguntase, se decidió a poner un anuncio en varios tablones de distintas facultades de su lugar de residencia, pero aún no había recibido ninguna llamada relativo a aquel asunto, y eso que había ido subiendo la recompensa económica hasta en tres ocasiones.

 

 

Raquel apagó el aspirador y se quedó parada por unos segundos cuando escuchó la melodía que emitía el teléfono de su sobrino en algún lugar de la casa. La mujer, pese a que aquello no iba con elle afinó el oído y siguió el sonido hasta que este le llevó al cuarto de invitados, donde el teléfono de Samuel sonaba y vibraba sobre la mesa.

 

La mujer, pese a sus 43 años de edad parecía tener 20 años menos por su espíritu travieso y por aquel motivo no dudó en descolgar el teléfono para saber quién era quién reclamaba la atención de su sobrino.

 

-         Buenos días, llamaba por lo del anuncio- dijo una voz femenina al otro lado del teléfono.

-         Sí, dime- dijo Raquel sonriendo pícara, no tenía ni idea de lo que hablaba, pero fingiendo que sabía de qué iba el tema podría sacar más información. 

-         Bueno es que siempre me ha gustado el arte, y con el incentivo económico que ha puesto me gustaría mucho ser su modelo para desnudos- dijo la chica haciendo que Raquel abriese la boca sorprendida. La mujer sabía que su sobrino pintaba, y que lo hacía muy bien, pero no tenía ni idea de que se dedicase también a plasmar la anatomía femenina en sus cuadros.

-         Bueno, yo soy amiga del artista, no soy yo la que pinta- dijo la mujer omitiendo que era la tía de Samuel para no espantar a la chica- pero le diré que te llame en cuanto pueda y lo hablas con él.

-         Vale, muchas gracias- dijo la chica y colgó.

 

Raquel sacó una libreta del cajón de su sobrino y en una hoja escribió el número de teléfono para así después borrar del teléfono la última llamada recibida; si su sobrino quería realizar arte con una mujer desnuda ella sería la primera.

 

Pese a su edad Raquel adoraba su cuerpo y lo cuidaba muchísimo para que este se siguiera viendo bonito. En muchas ocasiones, cuando el calor era demasiado intenso, la mujer no dudaba en quitarse toda la ropa que llevaba encima para ir totalmente desnuda por la casa, cosa que le había supuesto ser vista por algún vecino, aunque aquello desde luego no había supuesto un problema ni para ellos, que se alegraban la vista, ni para ella, que la excitaba sentirse objeto de deseo.

 

Sabiendo que su sobrino no regresaría de la playa en un rato, la mujer se desnudó en la habitación de Samuel con rapidez, quitándose el top escotado que llevaba, los pantaloncitos cortos y ajustados, el sujetador que sostenía sus grandes y morenos senos, y sus braguitas que estaban bastante mojadas, en parte por la excitación y en parte porque hacía bastante calor.

 

Raquel caminó con parsimonia por la casa, sin temor alguno a que su sobrino llagase por sorpresa, si este la encontraba así la mujer estaba seguro de que no podría ningún inconveniente, y desde luego ella tampoco haría mucho por taparse.

 

Una vez estuvo en su dormitorio Raquel se puso de rodillas sobre la cama, de frente a un espejo grande en el que se podía ver reflejada toda su figura. La mujer pasó sus dedos por sus grandes pezones marrones para que estos se pusieran un poco más duros de lo que ya estaban, mientras observaba de forma pícara al espejo.

 

Todo su cuerpo gozaba de un moreno de lo más homogéneo, que estaba dado gracias a la gran cantidad de horas en las que tomaba el sol en la playa o en su terraza mientras leía o veía la televisión que tenía allí instalada, y gracias también a la capacidad que tenía su piel para absorber los rayos UVA.

 

La mujer se puso en algunas poses para que su esbelta figura, en la que sobretodo destacaban sus pechos, que pese a no estar tan firmes como hace algunos años seguían siendo muy suaves y tersos, se viese reflejada en el espejo.

 

Raquel se colocó a cuatro patas sobre el edredón que cubría la cama, viendo como sus largos mechones de pelo negro caían hasta sus pechos formando una cortina que tan solo permitía vislumbrar un poco los erectos pezones de la mujer. Después de recrearse con aquella erótica imagen la dueña de la casa se dio la vuelta para poner su culito en pompa, y que este se reflejase en el espejo, a parte de su sexo, del que separó sus grandes y morenos labios vaginales para que se pudiera ver su rosado interior.

 

Raquel disfrutó mostrándose ante el espejo e imaginado las sensaciones que provocaría en su sobrino que la viese así. Pero tan solo fue capaz de hacer media docena de poses más, ya que después de eso estaba tan excitada que no tardó en llevarse la mano a su vagina para frotarla enérgicamente hasta la tensión sexual que había acumulado acabó por desaparecer por medio de espasmos de placer y la expulsión de fluidos por su sexo que la dejaron la mano empapada.

 

La mujer respiró agitada sobre la cama mirando al techo, y a diferencia de cuando se masturbaba en otras ocasiones, en la que los planes la parecían descabellados para llevar a cabo la fantasía que acababa de imaginar, en aquella ocasión le parecía que intentar ayudar a su sobrino con su arte no era nada descabella y seguramente fuese muy placentero para ambos.

 

 

Para asegurarse de que aquella chica no volvía a molestar, Raquel apagó y escondió el teléfono móvil de su sobrino, si su madre quería localizarlo no tenía más que llamar a su número, y si era alguno de sus amigos de la ciudad seguro que era un asunto que podía esperar.

 

Raquel preparó una cena bastante elaborada aquella noche, esperando que el muchacho fuese más transigente con el estómago lleno. La mujer además añadió a aquella copiosa comida un vestuario bastante sexi, llevando un vestido rojo que la llegaba hasta la mitad de los muslos y que además dejaba ver un hermoso escote.

 

La mujer, consciente de que a su sobrino, aunque era poco probable, podría no estar interesado en ella, decidió marcarse una meta en su intento de seducción; si pillaba a su joven invitado mirando sus pechos en más de 10 ocasiones durante la cena se lanzaría al ataque.

 

Raquel se sintió muy alagada cuando antes de terminar el primer plato su sobrino ya había clavado su vista en el busto de su tía como mínimo 15 veces. Aun así la mujer no se lanzó aún y siguió con la cena con naturalidad, siendo un poco más cariñosa de lo habitual con su sobrino, acercándole sus voluminosos pechos hasta casi rozarle, pero evitando que hubiese contacto alguno.

 

-         Oye tía, ¿no sabrás donde está mi móvil, verdad?- preguntó el muchacho mientras ayudaba a su tía a recoger la mesa. La mujer no pudo contener una sonrisilla.

-         No, lo vi esta mañana en tu cuarto y comenzó a sonar- dijo la mujer- lo cogí y era una chica que quería posar desnuda para ti para un cuadro o algo así- dijo la mujer sin darle importancia, no reaccionando igual el joven, cuyo rostro se puso rojo. Su sobrino era bastante tímido y pensaba aprovecharse de aquello pasa seducirle- pero ahora mismo no recuerdo donde lo dejé.

-         Sí, quería comenzar a pintar cosas nuevas. No he pintado nunca un desnudo- dijo el joven sin que su tía le preguntase.

-         Eso está bien, aunque creo que lo haces más para ver chicas desnudas que por el arte- dijo la mujer sonriendo, haciendo que el rostro del joven se pusiera aún más colorado.

-         No, nada de eso- negó el chico- es por el arte.

-         A mí también me gusta mucho el arte- dijo la mujer dejando los platos en el fregadero- ¿Por qué no me pintas a mí?

-         No- dijo el chico sin pensarlo- eres mi tía.

-         ¿Qué más da?- preguntó la mujer-  Esto es por el arte. Además, te costará encontrar un cuerpo tan bien cuidado como este- dijo Raquel colocando sus manos detrás de la cabeza y dando un par de saltitos que hicieron que sus senos botasen, y la vista del joven los siguiese de forma disimulada.

-         De acuerdo, te pintaré- dijo el chico alzando un poco la miraba para mirar a los ojos a su tía, sonriente al ver lo fácil que había sido engatusar al joven- pero no tiene que saberlo nadie, queda entre tú y yo.

-         Entonces tenemos un trato- dijo la mujer agarrando la mano derecha de Samuel y agitándola para cerrar el trato- ¡que ganas tenía de que un artista me inmortalizara en un retrato así!   

 

Samuel tardó unos minutos en preparar el lienzo, su paleta de pintura con las diferentes mezclas que usaría para inmortalizar a su tía, y los pinceles y demás herramientas que usaría durante el proceso.

 

Mientras observaba como el pintor iba preparando todas sus cosas delante del sofá donde pretendía inmortalizarla, Raquel comenzó a quitarse el vestido que llevaba para acabar tan solo con un pequeño tanga rojo sobre el que se marcaban claramente sus labios vaginales, y que dejaban expuestas sus nalgas a las furtivas miradas que su sobrino le dedicaba, y un sujetador del mismo color. 

 

Las miradas disimuladas por parte de Samuel se hicieron mucho más evidentes cuando la mujer se dio la vuelta y se acomodó en el sofá, de tal forma que el joven artista pudo apreciar los grandes y alzados pechos de su tía, ambos perfectamente bronceados y bien juntos, gracias al sujetador que llevaba. Raquel adoraba aquella prenda ya que lograba alzar y juntar sus encantos haciendo que estos fuesen muy atractivos a la vista.

 

-         ¿Cómo vas a querer que pose?- preguntó la mujer para que su sobrino tuviese la excusa para poder observar su cuerpo detenidamente.

-         Tumbada de costado creo que te favorecería- dijo el muchacho acercándose para ver mejor.

 

Raquel comenzó a quitarse la ropa que la quedaba, mostrando a su sobrino sus hermosos pechos de pezones grandes, que cayeron en cuanto se retiró el sujetador, pero aun así seguían atrayendo las miradas del joven, y su sexo de labios grandes y morenos que en aquel momento estaba un poco lubricado, aunque Raquel estaba tranquila, a menos que el joven metiese la mano en su sexo este no notaría nada, y si la tocaba en tan íntima zona la mujer tendría la excusa perfecta para ser aún más directa.

 

La mujer se acomodó sobre su costado derecho, dejando sus pechos a la vista de su sobrino, al igual que su sexo. Samuel al ver que su tía no sabía muy bien como colocarse se acercó para colocar la mano derecha de esta debajo de su cabeza, alzando esta para que se la viese bien y colocando la izquierda sobre sus caderas, dejando la pierna derecha estirada mientras que flexionaba la izquierda.

 

Samuel se afanó más de lo necesario en la colocación de la mujer, asegurándose de que se mantenía tal y como él quería, no escatimando en tocamientos por la suave piel de su tía, aunque esta lamentó que el joven no fuese más atrevido, ya que lo más que se había atrevido a tocar había sido sus muslos y sus senos un par de veces con el dorso de la mano, a la hora de tocar sus brazos para colocarla correctamente. 

 

Samuel tan solo tardó unos minutos en comenzar a dar pinceladas sobre el lienzo. El joven movía su pincel con rapidez sobre la tela, después de mirar a su tía de forma constante para que no se le escapase ni un solo detalle de la anatomía de su hermosa y voluptuosa tía. La mujer mientras tanto trataba de mantener la misma posición y expresión, tal y como su sobrino le indicaba cada vez que veía que esta hacía un movimiento.

 

La mujer había calculado que las manos de su sobrino estarían temblorosas y cometería montones de errores por culpe de sus nervios, pero sorprendentemente este se relajó de forma instantánea cuando comenzó a dibujar, lo que hacía que su plan de seducirle estuviese entrando en una fase peligrosamente fría.

 

-         Cuando quieras podemos tomar un descanso- se ofreció el joven.

-         Por mí ya mismo, estoy un poco incómoda de no poder moverme- dijo la mujer moviéndose un poco para acercarse a ver la obra de su sobrino.

 

Raquel quedó impresionada por todo lo que su sobrino había logrado pintar en apenas unos minutos, cierto era que aún no se podía diferencias ningún rasgo característico de su cuerpo, pero y estaba perfilada prácticamente toda su silueta, además de la línea de su sexo, pechos y algunas facciones de su rostro.

 

-         Ahora queda dibujar lo más interesante- dijo la mujer caminando sin pudor alguno desnuda por la casa- voy a por un refresco, ¿quieres algo?

 

El joven pidió otro refresco también la mujer sacó un par de latas del refrigerador. Raquel, que sentía un gran calor en su interior trató de pensar lo más rápido posible como seducir a su sobrino de una forma delicada, mientras posaba las dos frías latas sobre pechos, haciendo que sus pezones se pudieran duros y picudos, y en aquel momento vio un pañuelo que le dio la idea definitiva.

 

-         Cierra los ojos sobrinito, que ya sé cómo te voy a ayudar a que me pintes mejor- Samuel dudó un momento sobre hacerla caso, ya que al cerrar los ojos dejaría de ver el hermoso cuerpo de su tía, pero al final accedió ya que no imaginaba que esta fuese a hacerle nada malo.

 

La mujer anudó con firmeza venda a los ojos de su sobrino. Una vez se aseguró que Samuel no era capaz de ver nada se pegó bien fuerte a él, estrellando sus pechos contra el pecho, cubierto aún por una camisa del joven, para llevarlo hasta el sofá donde lo sentó, para a continuación agarrarle las muñecas y posar las manos del joven sobre sus caderas.

 

-         Quiero un retrato bien hecho, así que quiero que te familiarices bien con lo que pintas.

 

El joven no tardó en comenzar a transpirar, especialmente por la frente, a medida que pasaban sus manos de forma rápida sobre el cuerpo caliente y excitante de su tía. El joven, como Raquel esperaba, no tardó en alcanzar sus pechos, entreteniéndose en  ellos por un largo rato. Las manos del joven, pese a no tener excesiva experiencia sí que eran bastante hábiles, hasta el punto de que la mujer tuvo que aguantase algún que otro gemido de placer.

 

El pudor de Samuel se fue diluyendo como un azucarillo a medida que iba viendo que podía tocar todo lo que deseaba y su tía no hacía absolutamente nada por evitarlo, muy al contrario, gemía para animarlo y le iba orientando para que llevase sus habilidosas manos a las zonas donde más las necesitaba.

 

El chico finalmente se quitó la venda de los ojos, deseoso de ver lo que estaba tocando, cuando su tía le llevó su mano derecha a su empapado sexo e introdujo su cabeza entre sus pechos durante unos segundos, provocando que la erección que había estado creciendo entre sus piernas durante los últimos minutos comenzase a dolerle debido a la falta de espacio que tenía en su pantalón vaquero.

 

-         Parece que tu amigo está despertando- dijo la mujer ansiosa de ver lo que su sobrino guardaba entre sus piernas, arrancándole la camiseta de manga corta que llevaba, pudiendo así ver su ligeramente bronceado torso perfectamente definido.

 

La mujer llevó sus manos a los pectorales del joven para ir bajando poco a poco, disfrutando de aquel pecho duro y sudoroso para ir bajando a los pantalones del muchacho. La mujer acarició el bulto que había bajo la ropa y finalmente desabrochó el botón del pantalón y estiró del elástico del calzoncillo de su sobrino para poder ver su verga.

 

Raquel se relamió cuando vio la joven polla de su sobrino, era una verga no demasiado grande, pero que en aquel momento estaba totalmente hinchada, con el tronco rodeado de venas y un glande redondo y rosado totalmente lubricado por el pringoso líquido preseminal que destilaba la punta. Pero pese a las ganas que tenía de chupar y posteriormente cabalgar aquella verga, la mujer no lo hizo y en su lugar se subió sobre el cuerpo de su sobrino, de tal formo que sus pechos quedaron pegados a los pectorales de este, y su sexo tan solo se restregaba contra el pene del joven, pero sin llegar a ser penetrado.

 

Aprovechando el estado de excitación y sorpresa en el que se encontraba el joven, que aún no era capaz de creerse que su tía estuviese haciendo todo aquello con él, la mujer no dudó en meterle la lengua en la boca y besarlo con pasión, beso ante el que el joven en principio no supo responder, pero que acabó devolviendo con una pasión fuera de lo común para su poca experiencia.

 

Las manos de los dos amantes se movieron con agilidad por sus cuerpos, acariciando cada uno el cuerpo del otro con pasión, centrándose el muchacho en estrujar una y otra vez las blanditas y suaves tetas de su tía, y la mujer el acariciar el bien cuidado torso del joven. Después de aquellos preliminares Raquel se levantó del cuerpo de su sobrino y le tendió la mano para que se levantase y le acompañase a su dormitorio. El joven al oír la propuesta agarró la mano de su tía y ambos caminaros desnudos por el pasillo hasta llegar a la habitación de la mujer.

 

En la oscuridad de la estancia apenas se pudo ver nada, hasta que los dos llegaron a la cama de matrimonio en la que Raquel dormía, y esta encendió la lámpara que tenía en su mesilla de noche. La mujer observó satisfecha como pese a haber tenido que cambiar de habitación la erección se su amante seguía apuntando al techo, con lo que la mujer no pudo resistirse ya a probar el sabor y textura de la herramienta de su sobrino.

 

Raquel gimió cuando saboreó la verga de su sobrino, para que supiera que estaba muy satisfecha con su dotación, lo que motivó al muchacho para que la acariciarse el pelo mientras disfrutaba de las cualidades orales de su tía. A la mujer le gustó que su sobrino fuese así al inicio, sin empujar su cabeza para que chupara más deprisa, y le permitiese a ella llevar los tiempos de aquella mamada. La mujer podía notar sobre sus labios las palpitaciones del hinchado miembro y también sentía y se encargaba de saborear cada gota del líquido preseminal que salía de la punta del pene que tenía en su boca.

 

-         ¿Te aburre la mamada que te está dando tu tía?- preguntó Raquel con una sonrisilla y con las comisuras de sus labios cubiertas de líquido pringoso.

-         No- negó el chico al instante- solo que yo también quiero probar tu coñito- dijo el joven que ya había estirado la mano en más de una ocasión para tratar de alcanzar el sexo empapado de la mujer.

 

Raquel se dio la vuelta con rapidez, para hacer un hermoso 69, quedando ella encima, con la polla de su sobrino totalmente en su poder. La mujer, sabiendo lo atractivo que se podía llegar a ver su sexo separó las piernas bien para que su sobrino se deleitase con las vistas de su gran sexo de labios morenos, interior rosados y en aquel momento totalmente lubricado, aunque el joven apenas lo miró unos segundos antes de hundir su enérgica lengua en su vagina.

 

La mujer gimió de placer al notar la lengua de Samuel en su interior, no dudando en emplearse ella todavía con más intensidad sobre la polla que tenía delante, lo que hizo que los deseos de eyacular del muchacho se multiplicasen. Raquel, que había estado con muchos chicos jóvenes no tardó en usar sus manos para agarrar los colgantes testículos del joven, de tal modo que estos no podrían aproximarse al cuerpo de su propietario, aumentando así el aguante de Samuel.

 

Raquel chupó la verga de su sobrino durante unos minutos más. La mujer le aplicó en la mamada como hacía mucho que no lo hacía, llegando a poner su garganta sobre el glande del muchacho, sensación que al joven le llevaba al paraíso y recompensaba a su tía chupándole la vagina todavía con más intensidad. Raquel normalmente no llegaba tan lejos con sus amantes cuando chupaba sus miembros, pero el que aquella polla fuese de su sobrino le motivaba sobremanera y no le importaba sentir como le entraban arcadas y se le llenaban los ojos de lágrimas por el esfuerzo.

 

La mujer se sacó una de las gomas para el pelo que llevaba en la muñeca, normalmente cuando estaba en casa llevaba dos o tres para recogerse el pelo a su gusto en cualquier momento, y se la colocó alrededor de los huevos del muchacho, cuando vio que la polla de este estaba a punto de reventar, brillante por la gran cantidad de saliva que Raquel había vertido sobre ella, y con el glande totalmente enrojecido. La mujer no sabía cuánto tiempo llevaba su sobrino sin eyacular, pero lo que tenía seguro era que iba a descargar en su interior.

 

-         Con esto aguantarás un ratito más- dijo la mujer dándose la vuelta sobre el cuerpo de su amante y restregando su sexo empapado sobre el definido abdomen del muchacho, que llevó sus manos directas a los pechos de su tía.

 

El joven que parecía cada vez tener menos reparos de estar acostándose con una fémina de su familia, agarró los pechos de Raquel con fuerza y los estrujó enérgicamente entre sus dedos. A la mujer, lógicamente, aquello le dolió y sorprendió, pero la excitación que le produjo ver la mirada de deseo que tenía su sobrino hizo que no pusiera queja alguna y permitiera que el joven prosiguiese apretando con la misma intensidad sus bronceados senos, siendo consciente de que a la mañana siguiente se levantaría con ellos doloridos y posiblemente con algún moretón.

 

La mujer continuó restregando su sexo sobre el torso de su sobrino hasta que finalmente consideró que era el momento de sentir dentro de ella la verga de Samuel. Raquel gimió de placer cuando notó como el hinchado y palpitante glande del muchacho rozó sus labios vaginales y clítoris, y aumento la intensidad de aquel gemido cuando una vez apuntada la polla en su sexo, se dejó caer lentamente. Raquel tensionó los músculos de su vagina para que estos apretasen con fuerza la polla del muchacho, pudiendo notar la mujer como aquel ariete rodeado de venas se abría paso en su húmedo interior.

 

Cuando notó la cálida y mojada vagina de su tía, el muchacho se relajó bastante y trató los senos de la mujer con más cariño, apretándolos con suavidad y llevándose los pezones de la mujer a la boca para besarlos, morderlos y chupetearlos sin descanso.

 

Recibiendo aquellos estímulos sobre sus pechos Raquel no tardó en comenzar a balancearse sobre la verga de su sobrino, manteniendo sus ojos cerrados para disfrutar aún más de la palpitante polla que tenía en su interior. Para la mujer no fue complicado mantener el equilibrio en aquella postura durante los primeros saltitos, ya que el joven la tenía bien agarrada por los senos, pero tuvo que apoyar sus manos sobre el pecho del joven cuando este comenzó a mover sus caderas, haciendo que su verga llegase aún más profunda. Raquel soltó un largo gemido, satisfecha.

 

-         Eres un potro salvaje- dijo la mujer mirándole con lascivia. Cambiando aquel gesto por uno de sorpresa cuando notó como el joven la agarraba de las caderas y le hacía caer a la cama, quedando ella debajo y el joven encima.

-         Sí- dijo el chico mirándola excitado- y ahora me voy a follar a mi amazona.

 

Raquel, encantada de dejar que su sobrino llevase las riendas en aquel momento separó bien las piernas para que ninguna penetración excesivamente impetuosa pudiese hacerle daño y estiró sus brazos para agarrarlo del cuello y besarlo con pasión, mientras que el joven comenzaba a embestir con violencia, metiendo y sacando su verga del sexo de su amante.

 

La mujer gozó del momento y pasó sus manos por todo el cuerpo de su sobrino, acariciando su torso, pero no tardando en llegar al trasero de este, trasero que desde que había comenzado a seducirle no había tenido ocasión de agarrar y que en aquel momento estaba a tiro. La mujer dio un par de suaves azotes al culo de Samuel, comprobando lo duro que estaba, antes de clavar sus dedos sobre la pálida piel de aquel trasero. A la mujer le gustó la dureza de las nalgas de su sobrino y por aquel motivo las apretó aún con más fuerza mientras sentía como las penetraciones del joven eran aún más rápidas.

 

-         ¡Quítate la goma!- dijo la mujer entre jadeos- Quiero que me llenes el coño con tu lechita- dijo mirándole excitada.

 

El joven inmediatamente se llevó la mano a los testículos para retirar la goma que rodeaba su colgantes bolas, dejándolas libres después de unos minutos. Samuel, viendo que el final estaba cerca, besó con pasión los labios de su tía, por enésima vez y penetró con todas sus fuerzas. La mujer, que no quería que aquel momento de placer acabase, abrió bien las piernas y gimió con fuerza mientras rodeaba con sus piernas la cintura del muchacho al notar como este comenzaba a convulsionarse.

 

Raquel dejó de besar a su amante cuando sintió como un caliente torrente de esperma comenzaba a llenar su sexo, llevando su boca al cuello del muchacho para besarlo y morderlo con cariño, al tiempo que ella también sufría pequeñas convulsiones que dejaban claro que  también estaba disfrutando de un merecido orgasmo.

 

Después de unos minutos abrazados, no queriendo separarse para seguir alargando el placer, el muchacho sacó su verga ya flácida de la vagina de su tía, y ambos quedaron tumbados sobre la cama.

 

-         ¿Esto te ha inspirado para dibujarme mejor, cariño? – preguntó la mujer llevándose la mano a su sexo.

-         Ya lo creo tía, aunque creo que tendré que empezar de nuevo, ahora te veo de otra manera- dijo el joven encantado, mientras miraba como su tía sacaba sus dedos de su vagina para llevárselos a la boca.

-         Espero que esto no te vaya a provocar que dejes de visitarme- dijo la mujer sonriendo.

-         Creo que a partir de ahora vendré cada vez que pueda, me parece que vas a ser mi musa- dijo el joven acercándose a su tía para besar sus labios por enésima vez.

 

 

 

 

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