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La decisión de Carmen 19

en Dominación

-         Muy bien zorras- dijo Carmen sonriendo mientras observaba como sus esclavas se desnudaban nada más entrar en la casa.

No era la primera vez que juntaba a las dos sumisas para someterlas así que se dirigió al salón, donde se descalzó para esperarlas. Tanto Gema como Vanesa llegaron tan solo un segundo después de que Carmen pusiese sus pies ya descalzos sobre la mesa.

-         Aprendéis rápido- dijo la muchacha cuando notó las lenguas de sus sumisas pasando por las plantas de sus pies- pero en esta ocasión ha llegado primero Gema, así que parte con ventaja para la competición- las dos sumisas alzaron un poco la mirada confundidas, sin descuidar los pies de su Dueña ni por un instante- esta tarde voy a hacer algo especial con mi Ama y os voy a necesitar a las dos, pero solo a la ganadora de la competición la dejaré correrse ¿añoráis mucho correros?- preguntó sonriendo.

-         Sí mi Ama- dijeron las dos al unísono.

La Adiestradora sonrió, sabía perfectamente que sus esclavas no podían correrse sin su permiso, ya que las había puesto un dispositivo de castidad a cada una, el dispositivo era de lo más sencillo, un par de semanas ante, Carmen dudando de la fidelidad de sus sumisas había preguntado a su Ama por algún lugar donde pudiese anillar los labios vaginales de sus esclavas, mandándola esta a una amiga que sin coste alguno puso tres anillas en cada labio vaginal de sus sumisas, pudiendo así colocar tres pequeños candados en cada uno de sus sexos, dejando sus labios tan juntos que era totalmente imposible que se pudiesen masturbar sin que su Adiestradora interviniese.

Desde aquel día Carmen notó que sus esclavas se volvían todavía más dóciles, lo que la hizo suponer que hasta antes de tomar aquella medida sus sumisas se masturbaban cuando ella no estaba cerca.

-         Vanesa, vas la última- le dijo Carmen al notar que la habilidad de Gema superaba la de la sumisa tetona a la hora de lamer pies- a este paso Gemita va a hacerse con el segundo punto.

Vanesa al escuchar aquello aceleró el ritmo de su lamida sobre el pie de su Dueña, pero Gema estaba exactamente igual de ansiosa por correrse así que hizo lo mismo para no quedarse atrás. Carmen comenzó a reír, risa que venía motivada por las cosquillitas que le hacían sus esclavas y por lo mucho que la gustaba tener humilladas y sometidas a sus dos compañeras de clase.

-         Parece que vuelves a perder perra Vanesa- le dijo Carmen restregando su pie humedecido en saliva por la cara de su esclava- pues la competición es de cinco pruebas, así que como vuelva a ganar Gema te quedarás sin orgasmo.

-         Me esforzaré más mi Ama, lo siento mucho- dijo la sumisa avergonzada por haber sido superada por su compañera en dos ocasiones.

-         Esta prueba será divertida- dijo Carmen levantándose del sofá y comenzado a quitarse toda la ropa ante la atenta mirada de sus esclavas.

La dos sumisa comenzaron a seguir a su Ama arrodilladas por la casa, hasta que llegaron a la sala de castigos donde Carmen siempre sometía a sus esclavas de una manera más severa.

-         Como veo muy factible que vuelvas a perder, perra Vanesa- le dijo Carmen mientras se sentaba en la silla con aspecto de trono que había en la habitación- voy a pasar a la quinta prueba que es la que más placer me iba a dar. El juego es de lo más sencillo, yo me siento aquí y vosotras me dais placer, la primera que me haga correrme gana.

-         ¿Las dos a la vez Ama?- preguntó Vanesa.

-         No, una por una, un minuto una, otro minuto otra, así hasta que me hagáis acabar- Carmen vio unas ligeras sonrisas en los labios de sus esclavas- claro que no será tan fácil, la que no me esté lamiendo podrá usar esto para dar dolor a la lamedora- dijo la Dominante cogiendo una pequeña pica eléctrica de baja intensidad- esto pitará cada vez que tengáis que cambiaros- dijo Carmen tocando el cronómetro que había dejado preparado en uno de los reposabrazos del trono- comienzas tú, Vanesa.

-         Sí Ama- dijo la sumisa clavando las rodillas en el suelo y metiendo su lengua en el fondo del sexo de Carmen.

Carmen notó el deseo de agradar de Vanesa los primeros 5 segundos, ya que después no único que notó fue la desesperación por hacer que su Ama se corriese cuanto antes para librarse de los más que molestos calambres que Gema le estaba propinando, centrándose especialmente en su húmedo sexo y en sus grandiosos y sensibles pechos.

Cada minuto cambiaron los puestos, pero lo que no cambiaba era los deseos de lamer la vagina de su Dueña, que se encontraba en el paraíso sintiendo tan gran cantidad de placer mientras que sus dos esclavas se castigaban la una a la otra.

-         Estoy a punto- dijo Carmen cuando Vanesa movía su lengua con rapidez sobre el clítoris de su Señora.

-         Cambio- dijo Gema apartando a Vanesa de un tirón y colocando su boca donde un segundo antes había estado la de su compañera, pero a diferencia de su antecesora esta recibió con placer los cálidos y dulces fluidos producto del orgasmo de Carmen.

La Adiestradora se agarró a los reposabrazos con fuerza mientras sentía como el placer se apoderaba de todo su cuerpo mientras que Gema succionaba de su sexo hasta la última gota de fluidos y Vanesa se dedicaba a seguir pinchando a la sumisa con la pica eléctrica.

-         No ha sido justo- dijo Vanesa frustrada dejando la pica en el suelo.

-         ¿Cómo has dicho, zorra?- preguntó Carmen una vez se hubo recuperado del orgasmo, mirando con enfado a su sumisa más voluptuosa.- ¿ha hecho trampas Gema?- preguntó mirándola con enfado.

-         No Ama- dijo la sumisa agachando la cabeza.

-         ¿Se lo he puesto más fácil?

-         No ama, lo siento, ha sido por la frustración de ser una perdedora, lo siento mi Ama- dijo la sumisa besando los pies de Carmen buscando el perdón de ésta.

-         Pues esa frustración te la tragas, puta inútil- le dijo mirándola con fijeza- las manos detrás de la cabeza y de rodillas.

La sumisa no tardó en obedecer entrelazando los dedos de las manos detrás de su nuca y dejando expuestos sus grandes pechos bronceados coronados por unos pezones grandes y marrones, a los que Carmen no tardó en pinzar con unas pinzas de presión regulable.

-         Tráeme una correa, perra Gema- ordenó Carmen mientras se acercaba a Vanesa para juguetear con sus presionados pezones- eres una perra mucho más tonta de lo que esperaba, después de casi dos meses como esclava ya deberías de haber aprendido cual es tu lugar.

-         ¿A que se refiere Ama?

-         Me refiero a que has dado calambres a Gema después de haber perdido y eso me ha parecido muy mal, lo habría dejado pasar si no hubieses sido una estúpida que se queja por ser demasiado inútil- le dijo tirándola del pelo y clavando sus ojos sobre los de Vanesa- eres igual que ella ahora mismo, pero como me toques mucho las narices te voy a degradar rápidamente- le avisó- y no tendrás la suerte de que sea ella la que te castigue, porque sé que ella sigue sintiendo algo por ti. Que te quede bien claro zorra, cuando yo la digo que te azote o que te castigue tienes que tomarlo como que soy yo la que te azota, si fuera por ella no lo haría.

-         Lo siento mucho Ama, no se volverá a repetir- dijo la sumisa.

-         Aquí tiene su correa Ama- dijo Gema arrodillada entregando una correa de cerca de un metro, de cuero, bastante gruesa entre las manos de su Ama.

-         Te voy a azotar esas tetazas hasta que arranque las pinzas- le avisó después de soltar el primer golpe sobre su seno derecho.

Carmen fustigó sin piedad los senos de su sumisa, ya había adquirido la suficiente experiencia como para dar golpes bastante dolorosos donde ella desease, y en aquella ocasión estaba empleando toda su habilidad en golpear los pechos de Vanesa procurando no acertar de lleno las pinzas.

En el rostro de la esclava se leía perfectamente su sufrimiento y la súplica de que le golpease las pinzas para librarse del castigo, pero Carmen no estaba dispuesta a terminar tan rápido.

-         Parece que hoy no estoy acertada- comentó la azotadora con una sonrisa, complacida de ver que Vanesa cada vez acataba mejor sus castigos, ya que pese a la gran cantidad de marcas rojas no había quitado sus manos de la nuca ni por un momento- ¿Quieres intentarlo tú, Gema?- preguntó tendiéndole el látigo.

-         Prefiero que siga usted, mi Ama- dijo la sumisa, que sabía que si quisiera que golpease a Vanesa no se lo habría preguntando, sino ordenado.

-         ¿A ti también te gustaría que siguiese yo, Vanesa?- preguntó la Adiestradora.

-         Preferiría que me diese Gema, mi Ama- dijo la chica al momento.

-         Suplícaselo entonces- le dijo Carmen sonriendo.

-         Por favor Gema, te ruego que azotes mis tetas hasta arrancar las pinzas de mis pezones, lamento haberme excedido hace unos momento con la pica eléctrica, te juro que no se volverá a repetir- Gema cogió la correa de su Ama con una sonrisa, al parecer la disculpar de Vanesa era importante para ella, pero la sonrisa se torció un poco cuando tuvo que azotar a su compañera esclava, que gimió de dolor, pero que no tardó en reponerse- Gracias Gema, por favor dame otro- dijo la chica, esperanzada ya que el primer golpe había dado un buen meneo a la pinza de su pezón derecho, continuó con su tarea.

Aquella dinámica, de Vanesa animando a Gema mientras esta le azotaba se extendió durante los 15 golpes que a la azotadora le hicieron falta para arrancar las pinzas de los pezones de la fustigada. Gema al verla tan agradecida se arrodilló para ir a aliviar el dolor que debía de sentir Vanesa en sus grandes pechos, pero Carmen no lo permitió y separó a Gema de ella dándola un buen tirón de pelo.

-         No la alivies el dolor, perra- le dijo Carmen con dureza acuclillándose para agarrar los pechos de Vanesa y estrujarlos- si lo haces no aprenderá la lección. Dime putita Vanesa ¿Qué es lo que has aprendido hoy?

-         Que tanto yo como Gema somos sus esclavas y que lo más importante es servirla a usted mi Ama. Y que cuando compitamos por cualquier premio que tenga la generosidad de darnos debemos hacerlo con limpieza y sin rencores- dijo la tetona.

-         Muy bien, parece que has aprendido algo, pero que no se salga de tu cabeza hueca- dijo humillando así un poco más a su sumisa- ahora vestiros, marcharos y venir a casa de mi Ama sobre las 7 para que os pueda explicar todo lo que quiero de vosotras esta noche. Y no lo olvidéis, como me hagáis quedar mal ante mi Ama todos los castigos que os he dado hasta ahora os parecerán una delicia en comparación con el que os daré.

 

Carmen miró por tercera vez el reloj de la cocina, su Ama se estaba retrasando, y aquello no era normal lo que hizo ponerse un poco nerviosa a la sumisa, pero aquel sentimiento desapareció al momento cuando escuchó la llave de Sara abriendo la puerta.

La sumisa en cuanto lo escuchó salió corriendo para recibir a su Dueña de rodillas. Carmen llegó un poco después de que su Ama entrase, pero aún así la mujer sonrió complacida de ver a su esclava desnuda y entregada a ella como siempre.

-         Buenas noches Ama, espero que haya pasado un buen día- dijo la sumisa comenzado a descalzar a su Dueña para darla un suave beso en los pies.

-         Bastante bien esclava- contestó la mujer- ¿tú has tenido un buen día?

-         Bastante normal, Ama.

Sara, como de costumbre cenó con Carmen masajeando sus pies. La sumisa ya se había acostumbrado a aquel horario en el que siempre comía después o antes de su Dueña, pero le agradaba que aún así Sara acostumbrase a darla comida por debajo de la mesa como si de una perrita se tratase.

Una vez terminó de comer la Dominante se fue al salón, dejando a Carmen limpiando la cocina y picoteando alguna cosa para aliviar el hambre que había comenzado a entrarla.

Una vez la esclava hubo terminado con sus labores fue al salón junto a su Ama, para arrodillarse a los pies de esta y recibir unas pocas caricias por parte de su Señora, hasta que esta paró y se levantó.

-         Creo que me voy a ir a acostar ya- dijo con una sonrisa lo que quería decir que Carmen, como de costumbre, había cumplido.

-         Espere Ama, por favor- dijo la chica levantándose del suelo- me gustaría darla mi regalo de cumpleaños y felicitarla.

-         ¿Cómo sabes que es mi cumpleaños?- preguntó un poco sorprendida ya que nunca se lo había dicho.

-         Me lo dijo la Señora Adriana, Ama Sara- dijo la chica- espero que no la moleste.

-         Cuando una cumple más de 40 la comienza a molestar- dijo con media sonrisa- pero estoy segura de que lo has hecho con tu mejor intención, aceptaré encantada tu regalo ¿Donde está?

-         Bueno, estuve pensando un regalo para usted, pero entre las cosas materiales que podía adquirir ninguna me pareció que la fuese a hacer mucha ilusión, así que finalmente decidí entregarla algo que solo yo puedo darla. Quiero entregarla mi culito virgen para que sea usted la que lo estrene, para mí será un honor mi Ama- dijo la sumisa haciendo que la sonrisa de Sara se ensanchase más de lo que nunca había visto en su Dueña.

-         Será un place ser la primera en romperte ese culito lindo que tienes- le dijo la mujer.

-         Lo tengo todo preparado mi Ama, pero si alguna de las cosas que he planeado no la gustan solo tiene que decírmelo para…- pero Sara la paró poniendo su mano sobre la boca de la sumisa.

-         Estoy segura de que lo que hayas preparado será magnífico.

Carmen dio un silbido cuando comenzó a caminar delante de su Ama para dirigirse al dormitorio de la Dueña de la casa. Tan pronto escucharon la llamada de su Adiestradora tanto Vanesa como Gema salieron del cuarto de la sumisa para caminar detrás de Sara que se sorprendió al verlas allí aunque sonrió a su sumisa para que viese que estaba conforme con incluirlas en el juego.

-         ¡Zorras quiero a una a cada lado de la cama, de rodillas, con las manos a la espalda y las piernas separadas, mientras nos miráis!- Ordenó Carmen mirándolas fijamente.

-         Si Ama- dijeron las dos al momento.

-         Me encanta verte así de Dominante- dijo Sara sonriendo mientras se acercaba a su esclava para agarrar las nalgas de la sumisa y apretarlas con fuerza.

Carmen, como siempre que estaba con su Señora se dejó hacer todo lo que Sara quería. El Ama comenzó por quitarse el traje de falda y chaqueta que llevaba, cosa que la sumisa agradeció ya que le gustaba mucho sentir el suave tacto del cuerpo de su Dueña contra su desnudez.

Una vez desnudas ambas estuvieron con preliminares de besos, caricias, lamidas y demás delicias ante la mirada de Gema y Vanesa que observaban con deseo la escena. A Carmen no le gustaba demasiado que la observasen mientras tenía sexo, pero el saber que sus sumisas estaban sufriendo mientras ella gozaba con el Ama le hacía estar muy caliente.

-         Creo que ha llegado el momento de abrir mi regalo- dijo Sara cuando esta estaba sobre Carmen, después de haberla dado un largo beso en los labios.

-         Ahora mismo mi Ama- dijo girando la cabeza a un lado de la cama primero para mirar a Vanesa y luego al otro para ver a Gema- he pensado que una puede lubricar su arnés y otra mi culito ¿Cuál prefiere?

-         Creo que lo mejor será que yo me quede con la come-pollas de Vanesa, parece una puta más experta a la hora de chupar cosas alargadas- dijo sonriendo mientras se levantaba de la cama con cuidado para no aplastar a Carmen.

-         Entonces ya sabes lo que te toca hacer, zorrita- dijo mirando a Gema que de un brinco se colocó sobre la cama.

Carmen se giró en la cama para poder ver con la dureza que su Ama trataba a Vanesa, era una gran satisfacción ver como la mujer que más placer le había dado en toda su vida se dedicaba a martirizar a la chica que el año anterior tan mal se lo había hecho pasar, todo eso mientras una rápida y ágil lengua se dedicaba a darle placer en su ano, zona erógena que no habría descubierto de no ser por Ana, la adiestradora de ponys con la que había intimado meses atrás.

-         ¡Trágatela toda, puta zorra!- le decía Sara mientras tiraba de los pelos de Vanesa para meter el arnés cada vez más profundamente en la boca de la esclava.

-         ¡Ya has oído puta Vanesa!- le dijo Carmen observando como de los ojos de Vanesa caían algunas lágrimas debido a que el dildo golpeaba una y otra vez su garganta- ¡como mi Ama me haga un poco de daño por tu culpa te daré con el látigo hasta que me duela el brazo!- le avisó con dureza, haciendo sonreír a Sara que la miró con lascivia.

-         Mmmmmm me encantaría verte azotando a una esclava- le dijo la mujer- tienes que verte de lo más sexy.

-         Cuando terminemos si quiere puedo dar a una de estas- ofreció la muchacha deseosa de complacer a su Dueña.

-         No, mejor para otro día, creo que hoy quedaremos un poco cansadas. ¿Cómo llevas el culito?

-         Bien Ama, ya está bastante humedecido y un poco abierto, puede penetrar cuando quiera- ofreció Carmen.

-         Estupendo- dijo Sara sacando el arnés de la boca de Vanesa tirando del pelo de la esclava, mostrando un imponente consolador, de cerca de 25 centímetros, de color negro y totalmente embadurnado en saliva.        

Carmen, un tanto, nerviosa se puso a cuatro patas sobre la cama y separó sus piernas lo más que pudo para que Sara tuviese el mejor ángulo para penetrarla analmente. El Ama por su parte se colocó lentamente a la espalda de su sumisa y la acarició las nalgas para que la chica se fuese relajando. Carmen estaba de los más tensa, pero trató de disimularlo lo mejor posible, sabía que recibir aquel enorme dildo por su culo la iba a hacer mucho daño, pero también estaba decidida a no soltar ni un solo quejido de dolor, había optado por dar aquel regalo a su Ama y no tenía pensado hacerla sentir mal porque se comportase como una niña quejicosa.

-         ¿Estás lista, Carmen?- preguntó Sara cuando la cabeza del arnés negro de su Ama estaba ya rozando el ano de la muchacha.

-         Sí Ama, cuando usted quiera- dijo Carmen apretando los dientes para no gritar y comenzando a sentir como hábil lengua de Gema le acariciaba el clítoris, Carmen lo había dispuesto así con la esperanza de lograr mitigar el dolor que sentiría.

Tal y como Carmen sabía, su Ama comenzó a penetrarla con mucho cuidado y paciencia, con tanta tranquilidad se lo tomó Sara que no fue hasta la quinta embestida suave cuando logró introducir la cabeza del dildo en el ano de la sumisa, que ahogó un gemido y dejó caer su cara sobre el sexo de Gema, dejando su culito bien arriba, sin moverlo ni un ápice.

Sara, después de preguntar a su esclava si todo iba bien y recibir una respuesta afirmativa por parte de Carmen, continuó con la penetración anal, haciendo gemir a la sumisa de placer, gemido que era totalmente fingido ya que solo le producía dolor las graduales embestidas de su Dueña, pero prefería aguantarlo en silencia, sabía perfectamente del aprecio que Sara la tenía y no quería que no aceptase el regalo que Carmen le había ofrecido.

La sumisa sintió el grado máximo de dolor cuando el dildo se hundió hasta el fondo, motivo, por el que para no gritar metió su cara en el dulce y húmedo sexo de Gema y lo mordió con fuerza, reacción que la esclava de Carmen comprendió al momento y aumentó la velocidad de su lamida en el sexo de su Dueña.

Después de finalmente alcanzar la cota más alta de dolor Carmen comenzó a sentir un poco de placer. El que Sara retirase el dildo lentamente hacía que se sintiese un poco menos llena convirtiendo el alivio en placer, pero aquello no era más que el principio, ya que a cada movimiento que hacía su Ama, Carmen notaba que su culo se iba dilatando más y más llegando al punto de sentir placer, desde el inicio de la penetración hasta el final en el que notaba los pechos de su Ama sobre su espalda.

-         Por favor Ama, deme más rápido se lo ruego- dijo Carmen jadeando- estoy a puntito de correrme.

-         Pues aguántate, mi perrita cachonda- le dijo la mujer sonriendo mientras embestía cada vez con más energía- pese a que me encante tu regalo te castigaré si te corres antes que yo.

-         No me correré Ama, aguantaré lo que sea necesario- dijo la chica al momento, sabiendo que no podría aguantar más de un par de minutos.

Carmen viendo que si no hacía algo acabaría por correrse antes que su Dueña ordenó a Gema que evitase que se corriese, haciendo la esclava lo mismo que Carmen había hecho minutos antes, morder con voracidad el sexo de la que era su Ama. Sara no se sorprendió al ver gritar a su esclava, muy al contrario, comenzó a penetrar con más fuerza y velocidad, hasta que finalmente llegó al clímax gimiendo como Carmen no la había oído en mucho tiempo.

-         Así da gusto cumplir años- dijo la mujer mientras seguía penetrando el culo de Carmen, ya de un modo mucho más sosegado- puedes correrte cuando quieras.

-         Muchas gracias Ama- dijo la chica.

Gema, que escuchaba toda la conversación con la cabeza metida entre las piernas de Carmen comenzó a lamer el sexo que minutos antes había mordido con la única intención de que su Adiestradora no recibiese un castigo por correrse antes que Sara.

Carmen sintiéndose muy contenta del trabajo de lengua que su sumisa le estaba dando se inclinó, dejando su culito arriba para que Sara siguiese penetrándola cada vez con menos intensidad, para así acariciar el sexo cubierto por cadenas de su esclava lo que puso especialmente caliente a Gema que lamió frenéticamente hasta que su Ama soltó todos sus fluidos sobre la cara de la lamedora.

-         Buen trabajo Gema- dijo Carmen dejando que la sumisa se incorporase- te has ganado tu premio.

-         Muchas gracias Ama- dijo la esclava contenta de haberse ganado la recompensa de su Dueña.

-         ¡Perra Vanesa!- dijo Carmen mirando a su sumisa más tetona, que se había quedado expectante mientras ella era estrenada analmente- hasta que salga el sol tendrás que obedecer todas las órdenes de temática sexual que Gema te dé- le dijo mientras sacaba de la mesilla una llave que correspondía a los tras candados que dejaban casi inaccesible el coño de Gema.

-         No se preocupe Ama, me dejaré hacer lo que Gema quiera.

-         Así lo espero, como mañana se venga quejando de que no la dejaste satisfecha vas a saber lo que es bueno- le avisó mirándola fijamente.

-         La dejaré muy satisfecha Ama- aseguró Vanesa.

-         Bien, si mi Ama no ordena nada más por mí podéis marcharos- les dijo Carmen y las dos sumisas se arrodillaron a los pies de su Adiestradora para besarlos antes de dirigirse a los de Sara para hacer lo mismo.

Tan pronto como las dos esclavas abandonaron la vivienda Carmen y Sara volvieron a tumbarse en la cama, ambas totalmente desnudas y saciadas sexualmente.

-         Ha sido toda una sorpresa, muchas gracias Carmen, hacía mucho que no me daban un regalo tan satisfactorio- dijo el Ama después de abrazar a su sumisa y morderla el cuello con dulzura.

-         Me alegro mucho que le haya gustado mi Ama, usted se lo merece- dijo Carmen feliz de haber complacido a su Dueña.

 

Continuará…

 

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como en mi correo fantasias1987@hotmail.com   

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