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El engaño de Tía Soraya 3

en Dominación

-          Bueno Soraya y dinos, ¿que tal con tu yogurín?- preguntó Sandra entre risas mientras preparaba tres whiskys con Coca-Cola.  

La mujer llevaba ya dos semanas conectando con su sobrino por internet, estaba preparando el nuevo contacto real, pero para eso necesitaba tenerlo sobreexcitado. Por esa razón todas las noches hablaba con él y le contaba experiencias pasadas con otros esclavos ficticio, con otros hombres que la follaban (cosa que él no tendría nada fácil), gemía bien alto para ponerle cachondo y que su castidad cada día se le hiciese más cuesta arriba, le daba algún que otro castigo, le humillaba, insultaba… todo valía con tal de tenerlo caliente y dispuesto a cualquier cosa que ella ordenase.

-          Es un chico bastante interesante- comentó la mujer después de pensarse un poco como describirlo.

-          ¿Cuantos centímetros de interesante?- preguntó Sandra y las tres mujeres rieron.

-          Lo cierto es que pocos, cuando se le pone durita le llega a los 10 centímetros, pero da un sexo oral más que aceptable- aseguró Soraya con una sonrisa en los labios.

-          Claro, los chicos que tienen poco abajo tienes que esforzarse más con la lengua- dijo Sandra dando una largo trago a su bebida.

-          Pues podías compartirlo con las demás- intervino Esther que aún no había probado su bebida, a Soraya la sorprendió un poco aquel comentario, no era habitual en Esther, que era extraordinariamente tímida.

-          Quizás os lo preste algún día- dijo la mujer acercándose a la joven que acababa de hablar- estoy segura de que a ti te iba a comer lo que quisieses, estos enormes melones le volverían loco- dijo rodeándola con el brazo izquierdo hasta aterrizar sobre el seno izquierdo de la joven chilena y colocando la otra mano sobre su pecho derecho, para a continuación estrujarlos con delicadeza y sentir lo blanditas y calientes que eran. La muchacha al sentir el contacto gimió y se alejó de la mujer.

-          Creo que estás muy borracha- comentó entre risas Esther

-          Creo que todas lo estamos- se defendió Soraya provocando risas generalizadas.

-          Será mejor que os quedéis a dormir- dijo finalmente Esther- hay sitio de sobra.

Aquella era una rutina de casi todos días en los que al día siguiente ninguna de las tres tenía que ir a trabajar, salir de fiesta a buscar novio (sobre todo para Esther, que era a la que más le costaba debido a lo vergonzosa que era) y acabar durmiendo en la casa de alguna de la tres que componían el grupo, todas estaban independizadas y tenían casa propia con lo que no tenían que dar cuentas a nadie.

Soraya fue despertada por un rayo de sol en plana cara, estaba tumbada sobre el sofá del salón de la casa de Esther, realmente la noche anterior había sido de locos y la casa estaba hecha un desastre. En honor a la verdad la vivienda de su amiga estaba bastante descolocada desde el momento en que entraron, pero después de una noche de fiesta allí las consecuencias habían sido catastróficas: Vasos sobre la mesita del salón, un cuenco de frutos secos volcado en el suelo, revistas tiradas por el suelo…

Viendo en panorama Soraya avanzó mirando el suelo para no tropezar con nada, pasó por el cuarto de baño para refrescarse un poco y luego a la cocina a tomar un poco de café.

-          ¿Te pongo una taza?- le preguntó Esther que estaba junto a la cafetera.

-          Sí, por favor- pidió la mujer y buscando a Sandra con la mirada.

-          Sandra se marchó temprano- dijo la dueña de la casa- una llamada de su hermana.

-          Ayer nos pasamos un poco- comentó Soraya- pero antes de marcharme me quedaré a ayudarte a limpiar todo esto.

-          No es necesario, puedo apañármelas- respondió la mujer, aunque a juzgar por la altura que tenía la montaña de platos, vasos y cubiertos en la fregadera Soraya intuyó que mentía- Debería de gastar la mitad de mi sueldo en contratar un mayordomo- comentó y soltó una risa. Pero Soraya no, se la acababa de ocurrir una idea.

-          Tengo la solución para no tener que hacer las tareas, pero me tienes que prometer no contarlo- le dijo la mujer sonriendo pensando en su sobrino.

-          Por no hacer esta montaña de tareas te guardo el secreto que quieras- dijo la mujer sonriendo encantada.

-          Es sobre el chico con el que os he dicho que tengo sexo, no es precisamente eso lo que hago con él, digamos que el es mi esclavo- confesó.

-          ¿Qué quieres decir?- preguntó la mujer sorprendida ante aquella revelación.

-          Quiero decir que si le llamo ahora lo tienes aquí dentro de media hora limpiándote la casa.

-          Estás de broma- aseguro la anfitriona sonriéndola.

-          Déjame tu móvil y te lo demuestro- dejo extendiendo su mano. Esther, deseosa de conocer al amante de su amiga la dio el móvil y la mujer comenzó a marcar.

La dueña de la casa se quedó sorprendida al escuchar el tono duro que empleó con su interlocutor, llamándole perro, escoria, inútil… no podía creerse que lo que Soraya la había contado fuese verdad.

-          Te quiero aquí en 15 minutos animal- le dijo con voz potente y autoritaria- como tardes un minutos más te aplicaré un castigo ejemplar- y sin esperar respuesta del sumiso colgó.

-          No me lo puedo creer- dijo Esther incrédula.

-          Cuando lo veas con tus propios ojos lo creerás- aseguró Soraya- Va a dejarte la casa impecable.

Soraya dedicó la siguiente media hora a contarla todo lo que podrían hacer con el muchacho durante toda la tarde, le habló sobre su carácter sumiso y todo lo que estaba dispuesto a hacer por adorar los pies de una mujer poderosa como Soraya. Hasta que el timbre de la puerta las sobresaltó.

-          Ahora llévamelo a tu habitación, atados los brazos con cualquier cosa y con los ojos vendados, aún no sabe como soy- le advirtió lo que chocó a Esther, pero a lo que estaba dispuesta a acceder por ver donde acababa todo aquello.

-          Buenas tardes- dijo David, que no supo bien como seguir la frase. El muchacho estaba sudando, vestía una camiseta corta, un pantalón de chándal y llevaba el pelo ligeramente alborotado.

-          ¿Eres David?

-          Sí Señora- respondió dócilmente, lo que agradó a Esther.

-          Pasa entonces, por orden de tu Ama tengo que atarte y vendarte los ojos un momento- le dijo mientras le cedía el paso y cogía un par de pañuelos que solía usar para ponerse en el cuello.

-          Sí claro- dijo el muchacho que se dejó hacer.

En un par de minutos Esther logró atarlo con firmeza, las manos a la espalda y otro pañuelo tapándole los ojos para que no viese absolutamente nada. Una vez hecho eso le guió colocándose delante del él y tocándole el torso cuando notaba que iba demasiado rápido, el muchacho estaba un poco musculado y eso la gustó a la mujer.

-          Pasa por aquí- dijo mientras abría la puerta del dormitorio en el que se encontraba Soraya, pese a saber que el sumiso no veía absolutamente nada.

Esther, cuando dejó al sumiso arrodillado a los pies de su Ama se marchó, tal y como la habían quedado antes de que llegase.

-          Has llegado tarde esclavo- dijo la mujer con voz firme, para que la identificase.

-          Lo siento Ama- respondió el muchacho.

-          ¿No reconoces mi voz, escoria?- preguntó la mujer sorprendida- si lo hubiese sabido no te habría susurrado en nuestra primera sesión- dijo mientras comenzaba a desanudar el pañuelo que cubría la vista del sumiso- Hola sobrino- le dijo mientras le saludaba con la mano y sonreía ampliamente.

El muchacho abrió exageradamente los ojos sin poder creer lo que estaban viendo sus ojos y en breves instantes sus mejillas se cubrieron de un intenso rubor. Soraya sonrió, era una reacción que esperaba, y estaba preparada.

-          Tía… no sabía… que fueses tú- dijo mirando al suelo, hasta que Soraya le propinó un potente bofetón.

-          De tía nada, maldito cerdo- le dijo la mujer con un tono de voz frío- hace ya tres semanas que no soy tu tía, sino tu Ama, así te comportaras conmigo desde ahora.

-          Pero…- trató de decir el sumiso, pero Soraya le propinó otra guantada que casi le hace caer al suelo.

-          No te he dado permiso para hablar hijo de perra, me importa bien poco tu opinión sobre esto, esclavo degenerado. Eres mío y lo serás hasta que me canse de ti, yo decido cuando empieza y acaba esto- le dijo mirándole fijamente a los ojos agarrándole de las orejar y retorciéndoselas.

-          Sí Ama- dijo el sumiso tratando de disimular el dolor.

-          Así me gusta. Además se que te pongo cachondo esclavo- dijo la mujer tirándole de las orejas y colocando la cara del chico entre su escote- esto te la pone dura ¿verdad?- pero se contestó ella misma- Ah, casi lo olvido que no se te puede poner dura porque te la tengo encerrada.

-          Por favor Ama, necesito correrme- dijo el muchacho cuando su tía sacó su cara de entre sus senos- nunca había estado tanto si correrme.

-          Ya veremos si te puedes correr o no- dijo la mujer levantándose de la cama de Esther dejando a David de rodillas- ahora te voy a desatar, te desnudarás y saldrás a servirnos en todo lo que ordenemos, no quiero ni una duda a la hora de obedecer o lo pagarás.

-          Sí Ama- dijo el sumiso dócilmente con la cabeza gacha, lo que a Soraya la encantó.

-          Una última cosa- le dijo susurrándole al oído mientras le quitaba la atadura de los brazos- nadie debe de enterarse de que somos tía y sobrino, así que procura ser discreto con ese tema, de lo contrario te aseguro que arruinaré tu vida, y sabes tan bien como yo que con el material que me has proporcionado puedo hacerlo- Le dijo para acabar dándole un beso en la mejilla.

David se levantó del suelo rápidamente, cuando su Ama se lo permitió y comenzó a desnudarse, pero mucho más despacio de lo habitual, parecía darle reparo quitarse la ropa ante su tía, pero las dudas de le pasaron cuando la mujer le dijo que retiraría la posibilidad de que pudiese eyacula aquella tarde si no obedecía rápido a sus ordenes.

Soraya se acercó al muchacho una vez estuvo totalmente desnudo, acarició su pecho y sus abdominales, para acabar cogiéndole los testículos con la mano y comprobar lo sensibles que los tenía.

-          ¡Ahora saliendo!- ordenó la mujer colocándose a la espalda del sumiso para que este saliese primero.

El muchacho obedeció y caminó, con el rostro ligeramente enrojecido, a la habitación contigua donde encontraron a Esther expectante. La chilena quedó sorprendida al ver al muchacho, y admiró el cuerpo del sumiso de su amiga, que avanzó hasta la anfitriona y se arrodilló para besar sus pies tal y como Soraya le ordenó.

-          Te presento a mi esclavo David- dijo Soraya acercándose a su amiga- aunque le puedes llamar como te parezca. Ella en cambio para ti es Señora Esther, o sencillamente Señora. ¿Comprendiese, inservible?- preguntó levantando la cabeza de su esclavo tirándole de los pelos.

-          Sí Ama- respondió el sumiso.

-          Ahora ve a la cocina escoria y tráenos unos refrescos- ordenó la Dominante quedando a solas con Esther.

-          No me lo puedo creer- dijo la mujer al final- de verdad que lo tienes domado.

-          Pues claro, te va a dejar la casa impecable- aseguró soltando a continuación una risita.

-          ¿Y la cosita que lleva en el pene que es?- preguntó la anfitriona interesada

-          Para que no se corra, soy su dueña en todos los aspectos y por supuesto controlo sus orgasmos.

David tardó un minuto en presentarse con una bandeja con dos refrescos que había en el frigorífico. Soraya de modo implacable le dijo que se retirase a la cocina y comenzase a limpiarlo todo y que luego siguiese por el cuarto de baño.

El sumiso nada más recibió las órdenes se encerró en la cocina y estuvo fregando todos los vasos, cubiertos, platos y ollas que la anegaban. El muchacho no estaba acostumbrado a realizar esa clase de tareas, su madre siempre se ocupaba de ello, pero aún así trató de cumplir con las órdenes de su Ama lo más rápido y eficientemente posible.

Después de media hora en la que vació la fregadera, barrió y fregó el suelo de la cocina, colocó cada pieza que había fregado en su sitio, limpió los cercos de grasa de la vitrocerámica… El muchacho se dispuso a dirigirse al cuarto de baño, pero la voz firme de su Ama lo llamó.

-          Desea algo mi Ama- dijo el sumiso arrodillándose en presencia de las dos mujeres.

-          Sí esclavo- respondió la mujer, que al igual que Esther estaba con las piernas extendidas sobre la mesa- resulta que desde que nos hemos despertado hemos estado caminando descalzas y se nos han manchado los pies. ¡Límpialos ahora con tu puta lengua!- ordenó la mujer y David al oírlo se arrodilló para comenzar a pasar su lengua por las plantas de los pies de las dos mujeres.

Soraya observó al muchacho como lamía con entusiasmo los pies de las mujeres. Para evitar llevarse una bronca por alguna de las dos el chico optó por lamer a los cuatro a la vez, pasando de un pie a otro cada muy poco tiempo. Una vez dejó las cuatro plantas totalmente impecables, el muchacho comenzó por los dedos.

-          Esto es realmente delicioso Soraya- le dijo Esther que estaba gozando de la lengua de David entre los deditos de sus pies morenos.

-          Claro que sí- dijo Soraya observaba a su sobrino sudando debido al esfuerzo que le estaba suponiendo tanta excitación, la mujer sabía que era uno de los fetiches del muchacho- si quieres que el esclavo te chupe en otra parte no tienes más que decirlo.

-          No, que vergüenza- Dijo la chica ante lo que su invitada rió.

-          ¿Vergüenza por que?- preguntó sonriendo mientras se levantó del sofá y comenzó a desnudase hasta quedar en ropa interior- como sé que eres tímida empezaré yo por romper el hielo. ¡esclavo, aquí!- ordenó como si fuese un perro y el sumiso se acercó a cuatro patas. ¡Lame!

David nada más oírlo hundió su cara en el sexo de su tía, estaba muy húmedo y se le empaparon los labios y la nariz al instante, al muchacho le pareció un poco raro lamer el coño de su tía, pero no podía permitirse dudar si no quería hacer enfadar a su Ama. El chico sintió unos fuertes tirones de pelo que alejaban su cabeza de su objetivo para luego volver a colocar con violencia sus labios sobre el sexo de la mujer.

-          Déjame a mí también, porfa, Soraya- pidió Esther en voz alta, haciendo que el Ama la mirase a los ojos, pero bajó rápidamente la mirada cuando vio que su compañera de trabajo estaba en ropa interior. Tenía un cuerpo tan bonito como la mujer se había imaginado, tripita plana, ni un solo pelo en sus largas piernas, unos senos firmes pese a su sobresaliente tamaño.

-          ¿Dónde lo quieres?- preguntó la mujer alejando la cabeza del muchacho de su sexo de un fuerte tirón de pelo.

-          Aquí- pidió la chica echándose la braguita blanca que llevaba para un lado, mostrando su sexo de grandes labios, moreno y muy muy mojado.

-          ¡Ya escuchaste comecoños!- dijo la mujer lanzando al muchacho contra la vagina de Esther.

La receptora de cunnilingus comenzó a gemir en cuanto notó la rápida lengua del muchacho por su sexo. Soraya disfrutó del rostro de la mujer contorsionado por el placer, estaba realmente bella gozando plenamente de su sexualidad. La mujer al verla tan abstraída del mundo se acercó a la joven chilena, hasta que sus caderas se juntaron. La chica para sorpresa de Soraya no hizo nada por alejarse, parecía que ni siquiera se había dado cuenta de su acercamiento y tampoco hizo nada cuando comenzó a morderla el cuello con cariño.

Soraya nunca se había sentido atraída por las mujeres, pero parecía que tener a su sobrino como esclavo la iba a pervertir más de lo que ella había esperado. Había tenido algún sueño erótico con mujeres y alguna vez había fantaseado con hacerlo con alguna, pero nunca se había atrevido a probarlo en la realidad.

La mujer al ver lo receptiva que estaba su anfitriona y no percibir ni un solo movimiento de rechazo por su parte pasó la mano por la espalda de Esther hasta encontrar el enganche del sujetador, el cual habilidosamente logró abrir en un instante. Soraya trató mediante tirones tratar de sacárselo, pero no era posible si ella no colaboraba un poco.

Esther gemía de placer mientras su invitada seguía tratando de desprenderla de la penúltima prenda de ropa que la quedaba, hasta que finalmente la chilena se movió violentamente para separar su espalda del respaldo del asiento. En un principio Soraya pensó que su compañera la iba a decir que parase de desnudarla, pero una sonrisa amplísima se la dibujó cuando vio que no era eso. Esther se estaba desprendiendo de su sostén por ella misma.

Soraya miró fijamente los enormes pechos de su amiga, eran grandes y firmes, de un color de piel un poco más pálido que el resto de su cuerpo, pero casi inapreciable la diferencia, con pezones grandes y marrones que rápidamente fueron cubierto por sus manos comenzando a darse placer a si misma por aquella vía.

-          ¿Me dejas un poquito a mi?- preguntó la mujer acariciando el lateral de uno de los senos de la joven.

-          Todos tuyos- dijo la chilena loca de excitación colocando sus manos detrás de la cabeza dejando vía libre a Soraya.

Soraya no la hizo esperar ni un segundo y comenzó a mamar de los senos de Esther, que gimió de gusto nada más sentir el contacto. La mujer estaba realmente contenta de comenzar a desarrollar su bisexualidad con una chica tan joven y atractiva como Esther. La muchacha estaba tan entregada a sus caricias que Soraya no tardó en adquirir la confianza suficiente como para desnudarse por completo y colocarse sobre sus regazo, apoyando sus muslos sobre los de la joven y su sexo sobre la cabeza de su sobrino- esclavo que desde aquel momento tendría que hacer un sobre esfuerzo para llevar a Esther al orgasmo.

Ignorando la complicación que le acababa de plantear a su sumiso, Soraya continuó magreando los senos de su anfitriona, que gemía de gusto cuando la lengua de la mujer rodeaba las aureolas de sus pezones y lo hacía aún más cuando se decidía por morderlos.

Soraya se sobresaltó cuando sintió una mano acariciando su sexo, en un principio pensó que era su sobrino y ya estaba dispuesta para castigarle cuando vio que se trataba de la mano de Esther, que la estaba procurando un gran placer. Sus manos ya no estaban detrás de la cabeza como al principio; una estaba en aquel momento acariciando el empapado sexo de la mujer y la otra acariciaba el cuerpo de Soraya de arriba a bajo desde sus muslos hasta su cuello, haciendo paradas y apretando dulcemente sus nalgas y pechos.

-          Creo… que me… voy a correr- dijo Esther completamente excitada.

-          Trata de aguantar… un poquito, hagámoslo juntas- pidió Soraya entre jadeos.

-          Vale- dijo la chica escuetamente y comenzó a mover más rápido los de que estaban entorno el sexo de su invitada. Soraya comenzó a sentir que estaba mucho más cerca del orgasmo.

-          Sigue… sigue…- pidió la mujer excitada- voy a correrme ya.

-          Sí yo también- dijo la chilena.

Una explosión de placer recorrió a las dos mujeres, que soltaron todos sus fluidos sobre el esclavo al que tenían prácticamente ignorado, recibiendo David los fluidos de su tía sobre su pelo y los de Esther sobre su cara. Por encima de éste las dos mujeres seguían gimiendo y sintiendo espasmos por su cuerpo, hasta que los ruidos que emitían se acallaron cuando Esther se lanzó a los labios de Soraya. A la mujer la sorprendió que lo hiciese, pero nada más sintió su lengua dentro de su boca ella también trató de introducir la suya en la boca de su compañera de trabajo y así estuvieron hasta que finalmente agotadas, las dos quedaron sentadas en el sofá con las pierna abiertas.

-          No sabía que fueses lesbiana- dijo Soraya.

-          No lo soy- respondió Esther al momento- es la primera vez que hago una cosa así, pero es que me pusiste recachonda.

-          Pues me encanta esta Esther que acabo de conocer- dijo la mujer dejando caer su cabeza sobre el regazo de la chilena- hacía mucho que no tenía un sexo así de excitante.

-          Yo nunca había sentido algo así de excitante- comentó exhausta.

-          Ama- dijo la voz de David, que permanecía de rodillas a los pies Esther mirando suplicante a su Dominante- podría correrme ahora.

-          Deja que evalúe como estás hay abajo- dijo la mujer estirando el brazo en dirección a su sumiso. La mujer palpó los testículos del muchacho al principio con cuidado y cada vez apretándolos un poco más hasta que el esclavo gimió de dolor- Los tienes bastante llenos, pero creo que aún puedes aguantar algo más en castidad por tu Ama. ¿Tú que opinas Esther?- preguntó levantando un poco la cabeza para besar la parte baja de uno de los pechos de la anfitriona.

-          No lo sé- dijo la chica- nos ha servido muy bien.

-          Piensa que si lo dejamos más en castidad la próxima vez estará aún más ansioso y nos dará más placer- dijo Soraya con una sonrisa en los labios.

-          Supongo entonces que podrá esperar un poco más- dijo la chilena imaginando como sería el siguiente encuentro si iba a superar aquel.

-          Dicho entonces- dijo Soraya en voz bien alta- ¡Hoy no habrá orgasmo para ti esclavo! Ahora continúa con la limpieza de la casa y procura esmerarte o serás castigado- dijo la mujer incorporándose del sofá- Mientras nosotras nos iremos conociendo mejor- comentó en voz bien alta para que su sobrino lo oyese bien, mientras se sentaba sobre muslos de la chilena y se fundía en un beso con ella.

-          Sí Ama- dijo el sumiso totalmente humillado y frustrado, agachando la cabeza y dirigiéndose hacia el cuarto de baño para cumplir con las órdenes de su tía y Ama Soraya.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias           

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