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Una mamá hipnotizada.

en Control Mental

-          No pienso dejarte ir a ese concierto, Isaac- dijo Montse por enésima vez a su hijo, después de recogerle del instituto.

-          Pero ya he comprado las entradas- protestó el muchacho indignado.

-          Haberlo pensado mejor antes de venir borracho el otro día- dijo la mujer con firmeza, a la que no le gustaba ni un pelo la vida que estaba llevando su hijo últimamente.

Isaac estaba muy molesto con su madre, era cierto que hacía un par de noche había bebido más de la cuenta y se había presentado en su casa en un estado lamentable, pero ir a aquel concierto significaba mucho, y más después de haberse gastado casi 40 euros en la entrada.

Montse por su parte no tenía intención alguna de echarse atrás en su postura, si cedía en aquello sabía que el comportamiento de su hijo iba a ir a peor y aquello no lo pensaba permitir.

Isaac, que era consciente de que los exámenes del instituto no tardarían en llegar se encerró aquella tarde a estudiar, con la esperanza de que su madre se percatase de su buen comportamiento y sorpresivamente entrase en su cuarto para levantarle el castigo a última hora. El chico se sobresaltó cuando escuchó que su madre golpeaba la puerta, ya que no podría ser otra persona puesto que vivían los dos solos.

-          Isaac me voy, pero regresaré para cena- le avisó la mujer- y te aseguro que como regrese y no estés en casa tus problemas se multiplicarán por 1000- le avisó la mujer seriamente.

-          Creo que este castigo es demasiado- protestó el chico- por cierto, ¿a dónde vas?

-          Voy a ver a tu tía- dijo la mujer- me dijo que era capaz mediante hipnosis de hacerme dejar de fumar, y lo voy a probar.

Sin dar más explicaciones Montse se marcho, dejando a su hijo frustrado, ya que sabía que marcharse para ir al concierto le supondría una seria de castigos y pérdidas de privilegios (ver tele, internet, dinero…) que no estaba dispuesto a sacrificar ni siquiera por su deseado concierto.

Isaac miró el reloj ansioso, tenía la esperanza de que a última hora su madre pudiese arrepentirse de su radical castigo y le permitiese ir junto a su novia y amigos al concierto, pero al parecer su madre no iba a regresar pronto a casa.

El muchacho, tratando de hacer méritos para conseguir el indulto de su madre, entró en la cocina para hacer la cena, el concierto era a las 10 en punto, con lo que quizás, si sobornaba a su madre con una buena comida esta no solo le permitiese ir sino que además le acercase hasta el recinto donde se celebraba que estaba bastante alejado del centro.

Tal y como Isaac esperaba Montse regresó con la misma idea con la que se había marchado, su hijo no iría al concierto como castigo. Como era de esperar aquella negativa por parte de la mujer hizo que el muchacho se enfureciese y tuviesen la enésima discusión por aquel tema.

El joven acabó por abandonar la cocina enfadado y encerrarse en su habitación para tratar de descargar su frustración en ausencia de su madre. El muchacho rabioso, golpeó el colchón de su cama, pero aquello no le ayudó para nada, lo único que hizo que dejase de ensañarse con su cama fue la música que comenzó a emitir su teléfono móvil.

Normalmente le gustaba oír la música de su grupo favorito avisándole de que alguien le estaba llamando, pero en aquel momento, en el que sabía que no podría ir a su ansiado concierto, le resultaba de lo más molesto.

Isaac estaba seguro de que si hubiese sido alguno de sus amigos le habría colgado al momento, pero al leer que era su tía Carmen la que estaba tratando de ponerse en contacto con él, aceptó la llamada.

-          Hola sobrinito- dijo la mujer alegremente- ¿Aún enfadado porque no puedes ir al concierto?

-          Mucho, empieza dentro de una hora, tengo la entrada pero mi madre se puso terca y no hay manera.

-          No estuvo nada que bien llegaras borracho el otro día- lo regañó su tía, e Isaac se dispuso a replicar- pero aún así creo que es excesivo el castigo, sé lo mucho que te esforzaste para ganar dinero para esa entrada, así que te voy a ayudar.

-          ¿De verdad? ¿Cómo?

-          Muy fácil, esta tarde he hipnotizado a tu madre con la escusa de que iba a hacer que dejase de fumar, pero en su lugar la he hipnotizado para que obedezca cuando oiga las palabras “tambor azul”, si dices eso a tu madre se quedará paralizada y hará caso cuando la digas que se vaya a acostar, luego puedes ir al concierto y cuando regresas la dirás “lámpara amarilla”, con eso volverá a su estado normal y seguirá durmiendo hasta el día siguiente.

-          ¿De verdad eso funcionará?- preguntó Isaac un poco incrédulo.

-          Desde luego que funcionará, pero esto solo durará esta noche, mañana la he dicho que tiene que venir a verme para hipnotizarla del todo para que deje de fumar de forma permanente. Cuando entre en trance nada de preguntas como ¿puedo ir al concierto mamá? O ¿Quieres irte a acostar, mamá? La darás la orden con una voz firme y autoritaria- explicó la mujer.

-          De acuerdo, si funciona te deberé un favor inmenso, tía- dijo el muchacho.

-          Seguro que funcionará, ya me contarás mañana como te fue en el concierto- dijo la mujer y rápidamente colgó.

Isaac salió de su habitación algo nervioso. El muchacho nunca había creído en el hipnotismo ni cosas así, aunque también era cierto que nunca se había dejado hipnotizar por nadie.

Isaac fue directamente a la cocina para encontrarse con su madre para decirla las dos palabras que la harían entrar en trance, pero se encontró con que ya no estaba en la cocina, sino que se había metido en su habitación.

El muchacho pegó la oreja sobre la puerta y escuchó los sigilosos pasos de su madre con sus pies descalzos.

-          Tambor azul- dijo Isaac elevando el tono de su voz y callando esperando alguna respuesta de su madre, ya que el gritar una cosa así delante de su puerta provocaría la incertidumbre de su madre si esta no había entrado en trance.

Después de unos segundos de tensa espera el muchacho, con la mano un poco sudorosa por el nerviosismo, agarró con firmeza el pomo de puerta y lo fue girando poco a poco hasta que finalmente por una rendija se asomó y se encontró con su madre paralizada delante del espejo.

Isaac clavó los ojos en el rostro de su madre, que tenía los ojos cerrados, pero no le prestó más atención ya que la mujer estaba desnuda de cintura para arriba mostrando sus medianos, redondos y firmes pechos, mientras que sus brazos se mantenía pegados a su torso sin mostrar el más mínimo pudor ante la novedad de que su hijo se hubiese adentrado en la habitación.

-          Pon los brazos en cruz- ordenó Isaac al entrar y la mujer obedeció sin dudarlo, haciéndolo con tanto ímpetu que los pechos de esta botaron un poco, provocando un mayor interés del joven sobre estos- Vamos a ver que tenemos por aquí- dijo el chico pasando sus brazos por los costados de su madre y aterrizando sus manos sobre los pechos de la mujer.

Isaac apretó con fuerza los pechos de Montse, al notarlos bajo sus dedos algo más duros de lo que esperaba, pero dejó de ejercer tanta presión cuando vio que eso dejaba marcas rojas en los senos de su madre, cosa que no le convenía nada si no quería ser descubierto.

El chico se colocó delante de su madre para mirarla fijamente a los ojos, pero esta permanecía con los párpados bajados, con lo que no tuvo duda alguna de que su madre estaba realmente hipnotizada, sintiéndose así libre de poder comenzar a lamer los pechos de la mujer mientras que con las manos desabrochaba la falda de la dueña de la casa.

A Isaac le fue muy fácil el desnudar del todo a su madre, tan solo tuvo que bajar la falda de esta hasta sus tobillos para después darla la orden de que levantase sus piernas por turnos arrebatarla así la falda y las braguitas que esta llevaba.

El chico observó minuciosamente el sexo de su madre, que estaba totalmente depilado, tenía unos labios grandes y rosados y un clítoris del mismo tono que en aquel momento estaba relajado.

Isaac, que nunca había probado el sexo de una chica, sacó la lengua y dio un suave lengüetazo a la vagina de su madre, desde la parte más baja de esta hasta llegar al clítoris que finalmente no se resistió a dar un mordisquito. Después de relamerse con el sabor y olor de aquella zona el chico repitió la operación otra media docena de veces, hasta que la vagina de Montse comenzó a lubricar y su clítoris se puso duro.

-          Ya he hecho bastante por ti, ahora te toca hacerme sentir bien- dijo el muchacho incorporándose - ¡arrodíllate!- ordenó y la mujer sin poner la más mínima resistencia clavó sus rodillas en el suelo delante de su descendiente.

Isaac, confiado en que su madre no saldría de la hipnosis antes de que él pronunciase las palabras que su tía le había dicho, comenzó a desnudarse delante de Montse, comenzando por la camisa blanca para mostrar su pectorales firmes de piel clara, y continuar por sus pantalones vaquero y calzoncillos, no tardando el miembro del muchacho en pasar de 7 u 8 centímetros en estado de flacidez a los más de 15 a los que llegaba su pene cuando estaba en erección y su rosado glande asomaba en la punta.

-          Abre la boca- ordenó el chico de nuevo y la mujer abrió tanto como la fue posible, para a continuación que Isaac la metiese hasta que notó como la punta de su falo chocaba con su garganta- ahora chúpala, sin prisa- añadió al sentir como su madre aprisionaba su polla con sus labios y comenzaba a mover la lengua en círculos sobre su glande- me parece que voy a ser un buen chico y no voy a ir al concierto.

El joven se deshizo de placer al descubrir las habilidades orales de su madre, que en aquel estado chupaba sin pudor alguno el miembro de su hijo, acto que el muchacho estaba casi seguro que en un estado normal ni siquiera se atrevería a imaginar.

Isaac notó que su cuerpo se acaloraba más a cada segundo y después de casi tres minutos de recibir aquella felación de forma ininterrumpida le ordenó a su madre que dejase de chupar. Notaba que si la mujer seguía estimulando de aquella forma no tardaría en eyacular, y no estaba dispuesto a que aquello terminase tan pronto.

Una vez Montse se puso en pie Isaac la agarró las manos para tumbarla junto a él en la cama, para acariciar el bonito cuerpo de su madre. El muchacho la acarició los muslos, el trasero, la espalda, sus firmes pechos… pero la mujer no dio ni un solo signo de recibir placer, aunque el chico no se desanimó y le echó la culpa a la hipnosis.

-          Parece que no puedes sentir placer- dijo el muchacho mirando al rostro de su madre, que seguía con los ojos cerrados, mientras que aflojaba sus labios del pezón rosado de la mujer madura- Bueno, no importa, yo lo sentiré por los dos- aseguró y se tumbó sobre la cama boca arriba para colocar las manos de Montse sobre su pecho- acaríciame como si fuese tu amante- ordenó y rápidamente comenzó a notar las suaves manos de su madre sobando su cuerpo.

La erección del muchacho se volvió mucho más intensa a medida que pasaron los minutos y este ordenó a su madre multitud de tareas para su placer: que acariciase su cuerpo, que besase su pecho, que lo lamiese mientras que la agarraba de su melena de pelo rubio para guiarla y que chupase por donde el deseaba…

Después de unos minutos recibiendo toda clase de caricias el muchacho agarró a su madre por los hombros y la tiró sobre la cama de espaldas para besar con pasión los labios de esta mientras que sus pectorales aplastaban los suaves senos de Montse.  

Pese a que la mujer no hacía ni el más mínimo amago de estar sintiendo placer al chico no le afectó, le gustaba mucho la idea de poder hacer todas esas cosas con una mujer atractiva como su madre sabiendo que esta nunca se enteraría de lo que había pasado aquella noche.

Isaac estaba cada vez más excitado y no tardó en restregar su dura verga sobre el sexo de labios rosados de su madre, comenzando lentamente a meter su glande en aquella cavidad, pero parando en seco y sacándolo de golpe… El muchacho, pese a que era bastante inexperto en lo que al sexo se refería, había recibido incontables clases en el instituto a cerca de la educación sexual, con lo que sabía que si penetraba a su madre de aquella forma, aunque no terminase por eyacular dentro de esta, podría quedar embarazada.

Ante aquella perspectiva el chico salió de la cama y le indicó a su madre que no se moviese de allí. El muchacho corrió desnudo por la casa, con su erección apuntando al techo en todo momento para llegar a su dormitorio y sacar de su mesilla una cajita de preservativos que llevó con él al dormitorio en el que su madre le esperaba para por si acaso le apetecía repetir.

-          Busca mi pene y chúpamelo- ordenó Isaac nada más se tumbó de nuevo junto a su madre y esta rápidamente comenzó a sobar el cuerpo de su hijo en busca del falo que tenía que ensalivar.

Montse, pese a tener lo ojos cerrados, no tardó en encontrar la verga de Isaac, después de recorrer con sus manos el fuerte torso del muchacho. Una vez llegó a su objetivo lo lamió usando tan solo la boca, sin meterse el empapado pene del muchacho en la boca.

El chico se deshacía de placer cada vez que notaba la húmeda lengua de su madre pasando con suavidad sobre su sensible frenillo, lugar al que la hipnotizada mujer prestaba una atención especial.

-          Ya vale- ordenó el chico extasiado de placer, pero deseando penetrar a su lamedora- ahora me vas a chupar las bolas- dijo mientras abría la bolsita de plástico en la que venía el preservativo, para apuntarlo sobre la rosada cabeza de su polla.

Al chico le temblaron un poco las manos al sentir la ágil lengua de su madre lamiendo con la máxima diligencia sus testículos, con lo que ponerse el preservativo fue una misión en la que invirtió más tiempo de lo que había imaginado. Aun así Isaac no se quejó por aquello ya que el sentir como sus depiladas bolas eran lamidas por la lengua experta de su madre era una autentica gozada.

Después de unos minutos de placer ininterrumpido el chico logró bajar por completo el preservativo que enfundó su polla. Isaac acarició su verga por encima del fino condón de látex para probar su sensibilidad, estaba seguro que en cuanto lo metiese en el caliente interior de su madre iba a disfrutar mucho.

-          Ponte en cuatro patas, expón ese culazo que tienes- dijo el chico y Montse rápidamente dejó de lamer los testículos del muchacho para alzar su trasero todo lo que la fue posible.

Isaac se acercó y pegó su verga sobre el trasero de la mujer, moviéndose lentamente, para que su polla recorriese desde el sexo de Montse hasta su ano, ano que el chico no pudo resistirse a ver y separar con fuerza las nalgas de su madre para encontrarse con el pequeño agujero trasero de la mujer.

La erección del muchacho se volvió aún más intensa cuando vio aquel pequeño orificio y no tardó en imaginarse lo delicioso que sería penetrarlo, aun así Isaac mantuvo la cabeza fría y prefirió comenzar a introducir suavemente su verga en el sexo de su madre; era demasiado arriesgado penetrarla por detrás y dejarla dañada a la mañana siguiente, ya que la mujer tenía que volver a ver a su hipnotizadora, a la que posiblemente podría comentarla aquel inusual dolor, con lo que su tía no tardaría en atar cabos.

El chico se sintió en la gloria cuando las húmedas y calientes paredes vaginales de Montse aprisionaron su verga con fuerza, lo que le hizo jadear de gusto. Isaac se sintió tan bien que no pudo evitar dejarse caer un poco para que sus pectorales se apoyaran sobre la espalda de su madre y con su mano derecha comenzó a palpar los suaves pechos de la mujer.

Al muchacho le habría gustado mucho hacer que su madre soltase alguna clase de gemido o algo que le hiciese saber que estaba disfrutando, pero al parecer hipnosis la mantenía privada de aquello. Aun así Isaac continuó penetrando aquella apretada vagina con fuerza.

Pese a que estaba recibiendo unas sensaciones de lo más placenteras el chico no quiso dejar desatendido en ano de su madre y comenzó a jugar con él; lo primero que hizo fue escupir sobre él para mediante sus dedos tratar de penetrarlo, cosa que le pareció muy sencillo, ya que su dedos índice fue tragado sin apenas estimular el agujero trasero de su madre.

Curioso, por saber hasta donde llegaba la elasticidad del trasero de Montse, el chico volvió a escupir para un momento después penetrar con dos dedos, observando maravillado como entraban también sin dificultad.

El verse penetrando el trasero de Montse con aquella facilidad hizo que las penetraciones vaginales fuesen poco a poco haciéndose más suaves, ya que su atención estaban en el flexible ano de la mujer, que después de un rato estimulándolo llegó a tragar sin dificultad los cuatro dedos de su hijo.

-          Lo siento mami, pero creo que me merezco correrme dentro en mi primera vez- dijo el chico sacando su polla del sexo de su madre y retirando el preservativo para dejar respirar a su verga, cubierta de líquido preseminal- ven acá- ordenó el chico agarrando la rubia melena de su madre y tirando de ella con suavidad.

La mujer, que estaba totalmente entregada, se dejó llevar y gateó hacia atrás hasta que sus rodillas quedaron al borde de la cama. Isaac al verla así, que era como quería dejarla, se bajó de la cama y se colocó detrás del trasero de su madre, con su polla en su máxima erección dispuesto a dejar aquel culo lleno de su esperma.

Isaac observó como el agujero que tanto se había esmerado en dilatar se iba poco a poco cerrando, pero aquello no le importó, al contrario, dejó que se cerrase un poco más para ser él mismo con su verga el que se encargase de abrirlo de nuevo para su placer.

Antes de penetrar de nuevo, el chico soltó un nuevo escupitajo sobre el ano de su madre para después apuntar la rosada cabeza de su polla sobre él y empujarla suavemente, sintiendo una agradable presión, algo más potente que la que había sentido al penetrar su sexo.

Tal y como esperaba de aquel culito tragón, logró tragar el pene de Isaac por completo en menos de un minuto, logrando el muchacho sentir su pubis sobre las suaves y duras nalgas de su madre, y sus testículos prácticamente rozando el sexo de la penetrada.

Después de recrearse con aquella placentera presión, el muchacho comenzó a mover sus caderas suavemente en busca de su orgasmo, con el objetivo y deseo de poder eyacular en el interior de Montse.

A medida que penetraba, el chico sentía que la presión inicial poco a poco se iba volviendo más suave, cosa que no agradó al penetrador que quería seguir notando su pene apretado, con lo que tan solo tuvo que ordenar a su madre que apretase más fuerte el culo para que esta obedeciese y volviese a dar a su hijo el máximo placer.

Isaac se sorprendió de su aguante y sonrió cuando comenzó a sudar satisfecho de poder estar penetrando con tanta intensidad durante tanto tiempo, aquella noche iba a ser un buen calentamiento para cuando su novia finalmente se decidiese a tener sexo.

-          ¡Me corro!- dijo el chico alzando la vista- ¡Aprieta el culo con todas tus fuerzas!- nada más pronunció la orden sintió como su verga era aprisionada aún con más fuerza de la que su madre había empleado hasta aquel momento, con lo que en tan solo un par de envestidas más el muchacho soltó media docena de violentos chorros de esperma, cada uno menos violento que el anterior.

Isaac se dejó caer de nuevo sobre la espalda de Montse mientras agarraba los pechos de la penetrada, sintiendo como su cuerpo se convulsionaba y sus piernas flojeaban por el placer que estaba sintiendo.

El muchacho, que se negaba a que aquella noche terminase así se tumbó en la cama y ordenó a su madre que limpiase su verga con la lengua. La mujer, que seguía con los ojos cerrados tardó un rato en encontrar la flácida polla de su hijo, pero en cuanto dio con ella la lamió suavemente hasta dejarla libre de semen.

Después de aquello y con la intención de que nadie descubriese nunca lo que había sucedido aquella noche el muchacho se encargó de vestir a su madre con su ropa interior y un camisón y a continuación llevarla al cuarto de baño donde la hizo enjuagarse la boca para que por la mañana no recibiese ningún sabor extraño.

Después la dejó tumbada sobre la cama y la ordenó que durmiese. El muchacho se tumbó a su lado, muy satisfecho de cómo había ido aquella noche, aunque se hubiese perdido el concierto, y acarició por encima de la ropa el cálido y hermoso cuerpo de su madre, hasta que consideró que había quedado dormida y se marchó diciendo las dos palabras que la devolverían a su estado normal.

-          Lámpara amarilla.

El chico tardó en dormirse más de lo que esperaba, había pasado sin lugar a dudas la mejor noche de su vida y la excitante experiencia que acababa de pasar hizo que no llegase a dormirse hasta casi las dos de la madrugada, momentos antes había mandado un mensaje a su tía.

-          “El concierto ha estado fabuloso, el grupo ha estado muy entregado, gracias por tu ayuda, tía”- escribió el chico con una sonrisa en la cara.

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo, fantasias1987@hotmail.com  

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