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El engaño de Tía Soraya 5

en Dominación

Soraya llamó al timbre de la casa de su hermana con una sonrisa en el rostro. Llevaba mucho sin ver a su hermana, a decir verdad no la había visto desde que había tomado a su hijo como esclavo.

-          ¡Soraya!- exclamó la mujer al ver a su hermana después de abrir la puerta- cuantísimo tiempo hacía que no te pasabas por aquí.

-          Sí es que últimamente he estado muy liada trabajando- dijo la mujer tras besar las mejillas de su hermana María.

-          Pasa, pasa por favor- pidió la mujer apartándose de su camino.

Su hermana no había cambiando nada en los dos meses que llevaba sin verla, seguía manteniendo su figura esbelta, su media melena de pelo castaño claro, sus ojos marrones agrandados por las gafas que llevaba… Pero había algo de lo que no se había dado cuenta hasta entonces: su hermana tenía cierto atractivo, seguramente siempre había estado ahí, pero solo después de descubrir su lado lésbico podía percibirlo.

María se comportó como una excelente anfitriona, como la tenía acostumbrada siempre que pasaba por su casa, la invitó a relajarse en el salón y le ofreció algo de beber, que Soraya aceptó con gusto.

-          ¿David no está en casa?- preguntó la mujer al ver que su sumiso no había salido a recibirla.

-          No, salió hace media hora a hacer unas compras, últimamente está colaborando mucho en las tareas domesticas- dijo María y su invitada sonrió con amplitud, le había ordenado a su esclavo que para mejorar su nivel de chacha debía hacer las tareas domesticas también en su casa.

-          Estarás encantada entonces- dijo Soraya sonriente.

-          Ya lo creo no sé que le habrá dado este cambio de actitud, pero me gusta- dijo la mujer devolviendo la sonrisa.

-          Lo cierto es que me he pasado para hablar de una cosa con mi sobrinito- manifestó Soraya- ¿sigue sin pareja?

-          Que yo sepa no tiene ninguna novia- respondió María después de dar un trago a su vaso de limonada.

-          Es que le he hablado de él a una amiga del trabajo, es una buena chica y me gustaría que se conociesen.

-          No sé que decirte, no quiero que ninguna chica me lo despiste de sus estudios- dijo la madre en un tono un poco serio.

-          No te preocupes, es una chica muy seria y responsable- dijo Soraya sonriente- he quedado con ella esta tarde me gustaría llevar a David conmigo.

-          Vale, si él no tiene inconveniente puede acompañarte- dijo  la mujer suavizando el tono que había usado al principio- pero como sus notas bajen por culpa de esa chica tú serás la responsable.

-          Me hago cargo- dijo la mujer sin parar de sonreír.

David llegó unos minutos más tarde ataviado con unas pesadas bolsas de la compra, el sumiso se sorprendió de ver a su tía y Ama allí, hablando apaciblemente con su madre, el muchacho se había creado la ilusión de que su tía no hablaría mucho con su madre.

-          Hola David- dijo la mujer levantándose de su asiento para plantar un beso en cada mejilla, con la mayor naturalidad del mundo- cuanto tiempo sin verte, te estás convirtiendo en todo un hombre.

-          Gracias tía, tu también estás estupenda como siempre- dijo el muchacho forzando una sonrisa-. Ahora tengo que ir a colocar esto a la cocina- dijo el muchacho ante lo que la mujer sonrió aún más ampliamente.

-          Que chico más formal- dijo Soraya mientras observa a su esclavo meterse dentro de la cocina.

-          ¿Quieres que te ayude hijo?- preguntó la madre levantándose del sitio.

-          No mamá, no es necesario- dijo David elevando el tono de voz para que le oyese bien.

Cuando el muchacho terminó su función de colocador de productos se dirigió al salón y allí su tía le informó sobre la cita a ciegas que le había preparado, cita que tal y como Soraya había calculado el sumiso aceptó.

-          Procura no volver muy tarde David- le dijo su madre cuando se levantó del sofá para despedirlos tanto a ella como a Soraya- y tú cuídamelo bien- dijo María cuando besaba la mejilla de su hermana menor.

-          No lo dudes- dijo sonriendo mientras abría la puerta del ascensor peso la sonrisa desapareció cuando la puerta se cerró y dejó a David y a Soraya a solas- espero que vayas vestido para la ocasión perro.

-          Sí Ama- dijo el sumiso al momento bajándose un poco los pantalones y mostrando unas delicadas braguitas blancas.

-          Son unas braguitas algo más decorosas de lo que merece una putita como tú, pero valdrán.

Como era habitual Soraya no comentó nada de sus planes a su sobrino, sabía que así lo tenía en tensión durante más tiempo y a la mujer la gustaba verlo sudoroso y nerviosos. Aquella noche Sonia estaba ocupada, así que tan solo tuvo que hacer una parada para recoger a Esther.

-          Como siempre espectacular- comentó Soraya sonriente después de besar los labios de la voluptuosa chilena, que sonrió por el cumplido.

-          Tú también estás fabulosa- dijo la recién llegada acariciando el muslo Soraya por debajo del vestido.

-          Buenas noches Señora Esther- saludó el sumiso desde detrás.

-          Hola perrito- dijo la chilena acariciando la cara del esclavo.

Soraya condujo el coche sin ninguna prisa, sabía que cada segundo que pasaba las dudas de su sobrino sobre su destino crecían y estaba esperando a que preguntase algo para poder castigarlo, pero al parecer David no estaba por la labor de preguntar nada, ya que sabía lo que le esperaba si decía algo.

-          Ya hemos llegado- anunció la mujer después de aparcar el coche.

La conductora nada más salió del coche lo primero que hizo fue rodear con su brazo la espalda de la chilena y agarrar su pecho derecho. Pese a que Esther llevaba sujetador el pezón no tardó en ser encontrando por la mujer que comenzó a juguetear hasta que la hizo gemir de placer. David por su parte seguía a sus dos Dominantes a cinco pasos de distancia.

-          Es aquí- empujando una puerta.

-          “El látigo”- dijo Esther mientras miraba el cartel que había sobre la puerta.

-          Es un local BDSM- aclaró la mujer a Esther, a la que no la había comentado nada de a donde iban aquella noche- nos lo pasaremos bien.

Los tres entraron al local, donde les recibió una mujer alta, de unos cincuenta, años, de piel clara, pelo largo y negro y una mirada segura de si misma, que hizo suponer que era dominante.

-          Buenas noches- saludó la mujer.

-          Buenas noches- respondió Soraya acercarse a ella seguida de Esther y David- soy Ama Soraya, llamé esta tarde.

-          Sí la recuerdo- dijo la mujer mientras sacaba un librito donde tenía apuntado el nombre de la mujer- antes de entrar debe de poner collares a sus sumisos.

-          No, ella no es mi sumisa, mío solo es este perrito- dijo la mujer tirando del pelo a su sobrino- ella es también Ama del muchacho.

-          Lo siento, pero solo pueden entrar esclavos de una sola Ama, cuando vienen sumisos compartidos suele haber problemas.

-          Yo entraré como sumisa también- dijo Esther antes de que Soraya pudiese replicar nada.

-          ¿Estás segura?- preguntó Soraya mirándola sorprendida ante la salida de su joven amiga.

-          Tan solo por probar- dijo con una tímida sonrisa.

-          Vale, pero te trataré mejor que a ese perro- dijo la mujer sonriente ante la posibilidad de someter a Esther.     

La recepcionista del local hizo a Soraya entrega de un par de collares de perro de color rosa, los cuales colocó en el cuello de su sobrino, bien apretado, y algo más holgado el de su sumisa de pruebas.

-          El pub está tras la última puerta de ese pasillo- informó la mujer señalando al frente.

-          Muchas gracias- contestó Soraya comenzando a caminar delante de sus dos sumisos.

Lo que había detrás de la puerta que la recepcionista le había indicado no difería demasiado de un bar normal y corriente en el mobiliario, pero si era muy diferente en la clase de personas que lo ocupaban, hombres y mujeres elegantemente vestidos contrastaban con otros que estaban desnudos o llevaban muy poca ropa.

Soraya rápidamente buscó una mesa libre y se acomodó junto a Esther, que se sentó y David que permaneció de pie nervioso en aquel extraño ambiente.

-          Esther cariño, no te sientes, ahora eres mi sumisa, así que quédate en ropa interior y arrodíllate junto a mi perro- ordenó mirando a la chilena con una sonrisa en la boca.

Esther al oírlo se levantó como un resorte y se quedó en ropa interior, llevaba un conjunto de ropa interior muy provocativo, con tanga negro y un sujetador del mismo color estilo wonderbra que alzaba muchísimo sus ya de por si generosos pechos.

-          Tú quédate tan solo con tus braguitas perro- le ordenó.

-          Buenas noches Señora, ¿desea tomar alguna cosa?- Soraya no se sobresaltó porque la voz que la interrogó era muy dulce.

Ante ella había aparecido una camarera, era una chica de piel morena, pelo largo y negro, de unos 20 años y que lucía su cuerpo prácticamente desnudo salvo por unas minúsculas braguitas que cubrían su sexos y unas pinzas unidas por una cadena.

-          Sí tráeme una Coca-Cola con bastante hielo- pidió la mujer que por el momento no quería ingerir alcohol para disfrutar plenamente de la sumisión de Esther.

-          Ahora mismo Señora, por cierto la carta roja es por si necesita cualquier instrumento para castigar a sus sumisos- informó la muchacha antes de retirarse.

Soraya antes de abrir la carta indicó a David que se pusiese a cuatro patas para que colocase los pies sobre su espalda y a Esther que los masajease. Soraya gimió de gusto cuando sintió las delicadas manos de la chilena trabajándola con dulzura las plantas de sus pies.

En la carta aparecían una gran cantidad de instrumentos sado, desde los simples como una vela o pinzas para los pezones hasta los más complejos y caros como equipos de electro estimulación. El Ama miró los precios recelosa, no podía permitirse gastar demasiado en aquellos lujos hasta no encontrar clientes con los que usar a su esclavo y así rentabilizarlo.

La mujer sonrió cuando comenzó a sentir la lengua de su sumisa entre los dedos de sus pies, a Soraya le sorprendió que hiciese aquello por iniciativa propia, pero le alegró ver lo dispuesta que estaba a convertirse en una nueva sumisa para ella.

-          Aquí tiene su refresco Señora- dijo la joven camarera colocándolo encima de la mesa sobre un posavasos- y una bandejita por cortesía de la mujer que está sentada en la mesa número 6- añadió colocando una bandeja que contenía algunas pinzas, velas pequeñas, un mechero un pequeño látigo y un dildo de unos 20 cm.

Soraya alzó la cabeza para mirarla, era una mujer cercana a los 50 años, de piel morena, pelo largo y castaño, bastante maquillada y vestida con un atuendo ceñido que marcaba su estética figura, especialmente los pechos que eran de un tamaño desmesurado.

-          Dala las gracias de mi parte- dijo la mujer después de dar su primer sorbo al refresco.

-          Así lo haré Señora- dijo la camarera sumisa.

Una vez Soraya estuvo con los pies bien húmedos de la saliva de su sumisa ordenó a Esther que se quitase el sujetador para secárselos con él. La sumisa obedeció más rápido de lo que esperaba y sin necesidad de repetirla la orden, lo que sorprendió a Soraya que día a día veía que la timidez de su amiga cada vez era menor.

-          Acércate Esther- dijo la Dominante mientras cogía un par de pinzas de la bandeja para recorrer con ellas las grandes y jugosas tetas de la sumisa, que gemía de placer cada vez que rozaba unos de sus pezones, hasta que finalmente se decantó por pinzar su pezón derecho, lo que sorprendió a la sumisa y soltó un gemido de dolor- ¿Te gusta, perrita?

-          Sí Ama- dijo la sumisa, lo que hizo que el sexo de Soraya comenzase a mojarse aún más, que la hablase tan humildemente una mujer como Esther, tratándola de Ama la ponía muy cachonda.

-          Buenas noches Señora, espero no molestar- dijo una voz masculina muy cerca de la Soraya.

Un sumiso se había acercado hasta su posición casi sin darse cuenta, era un hombre alto, de unos 30 años, de piel bronceada, pelo corto y castaño, bastante alto, cuerpo bien cuidado y que lo único que llevaba en aquel momento era un collar de perro al cuello y un dispositivo de castidad similar al de David.

-          ¿Qué se te ofrece?- preguntó la mujer mirándolo interesada.

-          Verá- dijo el chico algo nerviosos- soy el esclavo del Ama que la acaba de mandar la invitación y quería pedirla una cosa.

-          Dime, ya veré si te la concedo- dijo la mujer mirándolo con fijeza lo que incrementó el nerviosismo del chico.

-          Sí, mi Ama me ha autorizado a correrme esta noches, pero solo puedo hacerlo si me hace correrme un sumiso y me he fijado en el suyo, Señora- el joven se arrodilló en el suelo rápidamente- llevo más de un mes en castidad Señora, la ruego permita que su sumiso me ayude.

La mirada del sumiso recién llegado no era la del único que la miraba suplicante, también lo hacía David, pero por motivos muy diferentes, el chico no parecía dispuesto a iniciarse tan pronto en el sexo oral con hombres, pero Soraya sabía bien que ella era la que tenía la sartén por el mango y que su sobrino haría exactamente lo que ella ordenase. El Ama una vez escuchó y analizó la petición del sumiso sonrió.

-          Estarás contento perrito- dijo la mujer mirando a Davis- este joven tan atractivo se ha fijado en ti para darle placer.

-          Por favor Ama- dijo David suplicante, pero Soraya cortó su protesta con un severo bofetón.

-          Esa no es la respuesta que quiero oír- dijo la mujer.

-          Sí Ama, estoy muy contento- respondió con la mejilla enrojecida.

-          Así está mejor- dijo para a continuación dirigir la mirada hacia el otro sumiso- tú ve con tu Ama para que te quite el dispositivo de castidad y mi esclavo te dará una rica mamada.

-          La llave está en la bandeja Señora- dijo el sumiso y Soraya comenzó a buscarla hasta que la encontró y rió.

-          ¡Anda, se llega a perder…!- dijo la mujer riendo mientras sacaba la pequeña llave.

-          La ruego que me libere de mi encierro Señora- dijo el sumiso humildemente levantándose para colocar su miembro enjaulado cerca de la Dominante la que retiró el candado y el dispositivo de plástico dejando libre una pequeña y pálida polla bajo la que colgaban un par de testículos bastante amoratados.

-          Comienza a lamerle la polla hasta que se le ponga bien dura- ordenó la mujer a su esclavo, que lentamente se acercó hasta colocar su boca muy cerca del miembro del otro sumiso.

David sabiendo que tendría que lamer aquella polla por las buenas o por las malas sacó la lengua y comenzó a pasarla por el pequeño miembro del hombre, que gimió de placer nada más notó el primer contacto. Soraya por su parte observó un poco la escena, pero también se dedico a prender las velas que venían en su bandejita de artículos sado.

-          Vaya- comentó Soraya cuando observó la polla del sumiso en erección total, lo que al principio era una miembro tan pequeño como su dedo meñique había alcanzado un tamaño superior a los 15 centímetros- y yo que pensabas que eras un mini-pene como mi esclavo- dijo sonriente- ¡ahora tú métete su polla en la boca, perro!- ordenó mirando con furia a su esclavo para que empezase rápidamente.

David que ya sabía las consecuencias de no obedecer a su Ama abrió bien la boca y metió la polla del sumiso en su boca hasta que el glande le llegó a la garganta. Soraya no contenta con eso agarró del pelo a su sobrino y empujó su cabeza contra el erecto miembro que golpeó con violencia su campanilla e hizo que se le saltasen unas lágrimas.

-          ¡Impresionante!- comentó Soraya una vez le soltó- tienes una garganta muy profunda, perro, ahora sigue dándole placer hasta que se corra en tu puta boca- dijo con su peculiar dureza.

David no sacó el miembro del hombre de su boca para comunicarla a su Ama que así lo haría, en su lugar comenzó a cabecear sobre el pene del musculoso sumiso que gemía a cada movimiento del esclavo.

Soraya se estaba excitando de ver como era degradado su sobrino tan solo por su deseo, pero entonces vio algo que no la gustó, Esther se estaba metiendo la mano dentro de su braguita y acariciaba su clítoris, Soraya sin pensárselo agarró el latiguillo de la bandeja y golpeó la mano de en aquel momento su sumisa.

-          No recuerdo haberte dicho que te masturbes- la dijo con dureza.

-          Lo siento Ama- dijo la chilena con la mirada fija en el suelo y arrodillada, lo que hizo sentirse a Soraya aún más excitada.

-          Ya deberías saber que a mí no me valen las escusas, serás castigada- dijo la mujer levantándose de la silla, bajándose las falda hasta los tobillos y apartando su braguita hacia el lado derecho para mostrárselo a su esclava- lámelo hasta que considere que te puedo perdonar.

-          Sí Ama- dijo Esther sumisamente gateando hasta colocarse junto al sexo de su Señora.

Sentir la lengua de su amiga en el fondo de su sexo fue una sensación formidable que era aún más excitante gracias a la visión de su sobrino, que mamaba sumisamente la polla de otro hombre. La mujer se sentía poderosa, todo lo que sucedía a su alrededor ocurría como ella deseaba y cuando ella lo quería.

Soraya curiosa de hasta donde llegaría la sumisión de Esther hacia ella comenzó a tensar la cuerda, primero jugueteado y tirando de las pinzas que presionaban los bonitos pezones de la chilena, luego vertiendo cera caliente sobre la espalda de la joven, presionando su cabeza evitando que pudiese respirar durante algunos momentos, retirando la cera solidificada sobre su morena piel con la ayuda del látigo… Pero la sumisa parecía dispuesta a hacer correrse a su nueva Ama por mucho que esta la tratase así.

-          Señora- dijo la voz del sumiso que estaba recibiendo la mamada de David.

-          ¿Qué sucede?

-          ¿Puedo correrme ya?- preguntó suplicante.

-          Cuando tú quieras- le dijo la mujer sonriente para mirar luego a su sobrino- Tú esclavo, no quiero que tragues su corrida solo mantenla en tu boca.

David, sabiendo que la eyaculación era inminente, comenzó a cabecear aún con más ímpetu deseando acabar con aquella prueba cuanto antes. El miembro del sumiso cada vez estaba más duro dentro de su boca y notaba perfectamente cada palpitación de aquella polla sobre sus labios.

-          ¡Me corro!- dijo el sumiso entre jadeos e instantáneamente David sintió como se le llenaba la boca de un liquido caliente y espeso, con el que el esclavo de Soraya creyó que se atragantaría, pero no que fue así.

David sintió sobre sus labios un total de diez espasmos y sobre su garganta seis chorros de semen, cada uno más débil que el anterior. David no aflojó sus labios de la polla del sumiso hasta que notó que esta se calmaba y que comenzaba a perder dureza, solo entonces y muy lentamente para no perder ni una gota, liberó el miembro del hombre y cerró fuertemente los labios para cumplir con lo que su ama le había dicho.

-          Buen perrito- dijo Soraya entre jadeos mientras miraba a su esclavo- ahora abre bien grande, para que pueda ver lo que tienes ahí dentro- David obediente abrió la boca mostrando la gran cantidad de semen que la colmaba- parece que estabas muy cargado- dijo la mujer sonriendo al sumiso que acaba de eyacular.

-          Sí señora, muchísimas gracias- dijo el hombre con un gesto relajado.

-          No tiene importancia, ahora en cuanto se trague tu semen te dejará la polla bien limpia para que vuelva a tu cinturón de castidad. ¡Traga perro!- ordenó la mujer mirándole fijamente y con dureza para que no intentase ninguna trampa con ella.

David, ante la severa orden de su Ama comenzó a tragar el semen que llenaba su boca, primero despacio y poco a poco, pero al ver la mirada furiosa de su Ama comenzó a tragar con más rapidez, dejándole por toda la boca un sabor un poco amargo. Soraya antes de dejarlo marchar a terminar el trabajo con la polla del esclavo le revisó la boca a conciencia para asegurase que no se dejaba nada.

-          Ahora sigamos contigo- dijo acariciando la cabeza de Esther, que seguía entre sus piernas, mientras observa a su sobrino como se volvía a inclinar ante la polla del sumiso- ¡dame un buen orgasmo!- ordenó vertiendo sobre la espalda de la sumisa un gran chorro de cera que ha hizo gemir de dolor, pero a la vez aumentar la velocidad de su lengua sobre su sexo.

Soraya gimió de gusto al sentir el ímpetu que ponía su amiga en hacerla llegar al éxtasis. La Dominante aún estando satisfecha con la velocidad a la que movía la lengua Esther, quiso más y comenzó a fustigar la espalda de la joven con el látigo pequeño, que hizo que aumentase la rapidez y calidad de la lamida. Después de unos poco minutos así Soraya soltó una gran cantidad de fluidos sobre el rostro de la sumisa y no la dejó liberarse de sus piernas hasta que no la hizo restregárselos por toda la cara.

-          Así estás adorable- comentó una vez la miró a los ojos.

-          Gracias Ama, ¿ahora podría correrme yo?- preguntó suplicante.

-          Supongo que sí, déjame ver como estás- dijo la mujer agachándose un poco para llegar al sexo de la joven, pero no fue necesario llegar a tocarla, su empapado tanga era la muestra de lo excitadísima que estaba- . ¿Como es que estás tan mojada perrita? Si no he hecho más que darte dolor.

-          No lo sé Ama, estoy muy excitada.

-          Lo sabes y quiero oírtelo decir, si no lo haces te quedas sin orgasmo- amenazó la mujer sonriendo al tener así a su, hasta hacía un mes, recatada compañera.

-          Me excita que me use como a un objeto y que castigue mi cuerpo solo por su placer, desde que vi el primer día como trataba a su sumiso he deseado estar a sus pies Ama- dijo la sumisa.

-          Eso me agrada- dijo por fin- te haré correrte ¡Separa las piernas perra!- ordenó con la misma dureza que empleaba para tratar a David.

Esther obediente lo hizo y Soraya colocó su pie sobre su sexo. La Dominante comenzó moviendo ella misma el pie, pero al ver lo cansado que era decidió que si la esclava quería el orgasmo tenía que trabajárselo ella, así que después del primer minuto fue la sumisa la que tuvo que restregar su sexo sobre el pie de su nueva Dueña. El Ama para obligarla a ir más rápido volvió a las andadas y vertió cera sobre los delicados senos de la chica, Soraya se sorprendió del aguante de la chilena al dolor que muy lejos de descentrarla de su objetivo la hacía excitarse más y más.

-          Ama, ¿puedo correrme?- preguntó Esther cuando estaba al borde del orgasmo.

-          Sí, puedes- respondió la mujer.

Un instante después de que la autorizase la sumisa soltó una gran cantidad de fluidos sobre el pie de su Ama. Soraya se quedó impresionada, nunca había visto a su amiga llegar a un éxtasis tan profundo, lo que la hizo sonreír, si su amiga quería repetir un orgasmo de ese calibre no le quedaría más remedio que plegarse y convertirse en su nueva esclava.

-          ¡Ahora lame todos tus fluidos de puta, tanto los de mi pie como los del suelo!- ordenó con dureza mirando a su sumisa. Esther dudó un momento e hizo dudar a Soraya sobre si no estaba yendo demasiado rápida con ella, pero las dudas desaparecieron cuando la sumisa agachó la cabeza y antes de lamer los pies de su dueña dijo.

-          Sí Ama.

Soraya sonrió contenta, todo la estaba saliendo rodado. En aquel momento tenía a su sobrino-esclavo limpiando la polla de un sumiso desconocido solo porque ella se lo había ordenado y a una de sus compañeras de trabajo más voluptuosas lamiendo con avidez el pie con el que la había ayudado a correrse.

-          Esto será muy divertido a partir de ahora- dijo la mujer en voz bien alta para que su pareja de sumisos le escuchasen.

Continuará…

Agradeceré comentarios y sugerencias.

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