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Mireya, Ama a los 18 (Parte 2)

en Dominación

Mireya abrió su correo electrónico después de casi dos semanas sin mirarlo. La chica había mandado desde su cuenta un mensaje a todos los sumisos que tenía agregados. En el mensaje les exigía a los que estuviesen interesados en servirla que le mandasen un video en el que se presentasen y explicasen detalladamente el motivo por el que deseaban estar a sus pies. La chica que estaba confiada de que todos los esclavos y esclavas que había ido captando en los últimos meses se pondrían en contracto con ella al instante se sorprendió de que después de dos días no recibiese ni una sola respuesta.

-         Ni se te ocurra mandarles otro mensaje- dijo su tía cuando Mireya le llamó con su problema- si lo haces los sumisos pensarán que estás desesperada y no te respetarán, no abras ese correo en 2 semanas, ya verás como contestan.

Su tía Victoria, como buena dominatriz que era llevaba razón, cuando la muchacha abrió su correo después del tiempo que su mentora le había dicho se encontró con un total de 6 videos: dos de mujeres y cuatro de hombres.

La chica quedó satisfecha en general con lo que todos ellos le mandaron: el físico de ninguno de ellos le desagradó, se expresaban con bastante calma salvo una mujer madura que parecía un poco nerviosa y un chico joven que tenía el mismo problema.

Cuando terminó de ver y escuchar con atención el último vídeo  Mireya tuvo dudas, no sabía por cual debía empezar, pese a que ya tenía un par de descartes aún quedaban cuatro que podían tener el placer de estar a sus pies. Finalmente y como siempre que le asaltaba una duda recurrió a su tía, mandándola los cuatro videos de los finalistas por internet.

Como la tenía acostumbrada Victoria acudió al rescate de su sobrina al instante y en menos de una hora la llamó para darla su veredicto.

-         Coge al abogado, no lo dudes, es maduro, con experiencia y a juzgar por el video está desesperado por ser dominado- le recomendó Victoria.

-         Gracias tía- dijo la chica- ahora mismo le llamo.

-         Puedes traerle a mi mazmorra si quieres- le dijo la mujer.

-         Eres la mejor, tía- contestó la chica que, si su tía no se hubiese ofrecido, tenía un par de opciones de alquiler.

Tan pronto como cortó la comunicación con su tía, Mireya se acercó a su escritorio y sacó de allí un teléfono móvil, no el suyo particular, sino uno destinado única y exclusivamente para comunicarse con sus futuros esclavos. La muchacha tuvo que ponerse de nuevo el vídeo de presentación del esclavo para coger su número de móvil.

-         ¿Luís?- preguntó la chica cuando descolgó el teléfono al otro lado.

-         Sí, soy yo, ¿con quien hablo?- preguntó el hombre con voz grave.

-         Soy Mireya.

-         Señora- dijo al momento sorprendido.

-         Señorita o Ama para ti- dijo la chica sonriendo.

-         Sí Ama.

-         Te llamo para decirte que te voy a dar una oportunidad como esclavo.

-         Muchas gracias Ama- dijo el hombre al momento- ¿Cuándo será?

-         Mañana- respondió la chica no escuchando nada en el otro lado del teléfono- si te va mal llamaré a otro de mis candidatos a sumiso.

-         Mañana estaré donde me diga, Ama- dijo el hombre al momento demostrando que su tía llevaba razón en lo de que estaba desesperado.

-         Así me gusta, te mandaré el lugar y la hora de nuestra cita por mail- dijo la chica sonriendo y colgando el teléfono.

Después de la llamada a su futuro sumiso llamó a su tía para pasar el resto de la tarde con ella y así poderse nutrir de su dilatada experiencia como Ama de esclavos. La tarde se les hizo corta, pero Mireya salió muy satisfecha gracias a la cantidad de trucos que Victoria le había comunicado para tener controlados a los esclavos, estrategias que estaba segura de que la irían muy bien al día siguiente.

Aquella noche a Mireya le costó un poco conciliar el sueño, saber que al día siguiente se estrenaría como Ama en solitario la ponía un poco nerviosa. Sabía que no tendría que hacer nada que no quisiera y que la sesión acabaría cuando ella decidiese, pero aún así estaba nerviosa ya que no solo quería estar a la altura de situación, sino mucho más arriba, ser una auténtica Diosa para aquel hombre.

 

Tal y como había quedado con su madre antes de acostarse esta le acercó a la ciudad en coche, dejándola a unas pocas calles del lugar en el que había quedado con Luís, no quería que el hombre viese a la que sería su Ama llegar en el coche de su mamá, además hacía un día muy bueno y pasear bajo el sol que calentaba levemente su piel era una gozada.

Mireya sonrió cuando llegó a la calle donde había quedado con su sumiso, si el hombre no se había echado atrás en el último momento debía de estar en frente del portal número 32, aunque no la hizo falta avanzar hasta tan lejos para verle. Luís, tal y como había acordado con su Ama el día anterior esperaba pacientemente en el punto de encuentro, el hombre vestía un traje negro, unos zapatos del mismo color y una corbata. Físicamente era bastante alto, de piel clara y lucía un pelo no excesivamente largo peinado con raya a la derecha.

-         Estoy complacida- dijo Mireya cuando llegó a su altura sin ser reconocido- te has puesto bastante elegante- comentó la chica ofreciéndole su mano derecha.

-         Muchas gracias Ama- dijo el hombre cogiendo la mano de la chica para besarla- pero su belleza eclipsa todo- la chica sonrió por el cumplido y el sumiso lo hizo aliviado.

-         Vamos a tomar algo para ir conociéndote mejor.

El hombre obediente siguió a su Ama que era la que conocía la ciudad como la palma de su mano. Mireya se decantó por una cafetería de lo más normal en la que no había entrado nunca antes, no la interesaba encontrarse con alguien en aquella situación, aunque si sucedía la muchacha ya llevaba unas cuantas escusas preparadas.

-         ¿Por qué yo?- preguntó la chica cuando se sentaron en la mesa, él con un café y ella con una coca-cola.

-         ¿A que se refiere, Señorita?

-         ¿Por qué tomaste la decisión de ponerte en contacto conmigo?- preguntó con seguridad.

-         Me dio mucho morbo imaginar que era sometido por usted, pese a su juventud las veces que hemos hablado me ha demostrado tener mucho carácter Ama- dijo el sumiso.

-         ¡Quiero un sumiso serio, no un morboso pajillero que hable mucho y haga poco!- le avisó con dureza.

-         Estaré a sus pies tanto como desee, Ama- dijo el hombre agachando la cabeza.

-         La sesión será única y exclusivamente de dominación y humillación, el orgasmo te lo daré solo si estoy satisfecha contigo.

-         Soy consciente mi Ama, procuraré hacerme merecedor de él- dijo humildemente.

Mientras ambos tomaban sus consumiciones Mireya se dedicó a hacerle preguntas sobre su vida personal, la chica recordaba más o menos sus gustos en materia de sexo, pero en sus conversaciones por internet nunca le preguntó por su vida privada. Luís contestó a todo lo que su Señora le preguntó, descubriendo esta que estaba casado, que vivía en Barcelona, que tenía dos hijos uno de 10 y una niña de 7…

-         Debo de intuir que tu mujer no sabe nada de esto- dijo la chica tras apurar su refresco.

-         No Ama, se lo comenté, pero no quiere saber nada.

-         Lo llevarnos con discreción- dijo la chica sonriendo levantándose de su asiento para salir fuera, después de que Luís abonase la cuenta.

Después de aquella rápida charla Mireya se sentía aún más confiada, el hombre estaba realmente entregado, pero la espera de este aún no había terminado, antes de llevárselo a la casa de su tía en el coche con el que se había desplazado a Madrid, le hizo dar una vuelta por un centro comercial. La chica, que trataba de no sonreír demasiado para que su sumiso no se considerase demasiado importante, se sintió poderosa de haber atraído a su ciudad a un hombre que vivía a 600 kilómetros de distancia tan solo para servirla.

Durante la vuelta que dieron por las tiendas la chica se encaprichó con un par de artículos: unos zapatos negros de tacón que dejaban sus dedos al aire y una laca de uñas que un rojo intenso que a la Mireya le entusiasmó. Por supuesto ambas compras fueron pagadas por su acompañante sin que su Ama tuviese que ordenárselo.

-         Estoy impresionada- dijo Mireya sonriendo al hombre que cargaba con su bolsa- adivinaste mi número de pie a la primera.

-         Tengo mucha experiencia en estas cosas Ama, siempre me he sentido atraído por los pies de las mujeres- dijo Luís sacando del bolsillo de su traje un llavero y abriendo su coche, un BMW negro de alta gama.

Mireya trató de centrarse en ir indicando al hombre que conducía el camino que debía de tomar para llegar a la casa de su tía, donde lo sometería por fin, la chica estaba deseosa de tenerlo a sus pies y hacer con él todo lo que ella quisiera.

-         ¡Es aquí!- dijo la chica sonriendo abiertamente cuando el hombre aparcó en la parcela de su tía Victoria-¡Quítate la ropa y sal del coche, perro!

Tal y como la muchacha había intuido aquel trato duro excitó aún más a Luís que comenzó a quitarse la ropa dentro del vehículo mientras Mireya le observaba desde el exterior, en menos de un minuto el hombre salió totalmente desnudo dejando todas sus ropas dentro del coche.

-         ¡Preséntate ante tu Dueña!- ordenó al ver que el hombre no sabía bien como acercarse a ella.

Mireya observó atentamente el cuerpo desnudo de su esclavo, era de complexión normal, no tenía el cuerpo trabajado en gimnasio pero tampoco lo tenía un flácido, de piel clara, pecho con bastante pelo y una pequeña polla que colgaba entre sus piernas que Mireya esperaba que creciese tan pronto como comenzase a excitarlo.

-         Esta cosita que te cuelga se pondrá más grande luego ¿no?- preguntó la chica mientras agarraba con dos dedos el pene del hombre y notaba como comenzaba a ponerse duro.

-         Sí mi Ama- dijo el hombre excitadísimo.

-         Nunca había cogido los huevos de un hombre de tu edad- dijo la muchacha agarrando con firmeza los testículos de Luís, lo que provocó al sumiso una rápida erección.

-         A mí nunca me los había cogido una mujer de su edad, Ama- dijo el hombre.

Mireya, poco a poco comenzó a ejercer presión sobre las palpitantes bolas de su esclavo. La Dómina gozó viendo como las fuerzas del sumiso iban menguando y como esto provocaba que el hombre soltase sus primeros quejidos de dolor, pero sin hacer el más mínimo intento por tratar de liberarse.

Cuando finalmente se decidió por soltarlos el hombre cayó al suelo arrodillado y con una erección que sorprendió a Mireya, la chica esperaba que con el dolor se le pasase la excitación, pero a aquel hombre parecía que se le avivaba.

Para reafirmar aún más su control sobre aquel sumiso sin voluntad la muchacha le hizo ponerse a cuatro patas nada más entraron en la vivienda. Tal y como la tenía acostumbrada el hombre obedeció y Mireya apoyó sus nalgas sobre la espalda del hombre colocando sus piernas a los costados de Luís que notó los cálidos muslos de su Ama, acariciándole.

La joven Dominante que se había apoyado lentamente sobre su sumiso por temor a tirarlo y caer con él, se dio cuenta de que había subestimado la fuerza de su esclavo y después de unos pocos metros recorridos la chica apoyó todo su peso sobre la espalda de Luís, que trató de seguir al mismo ritmo.

La chica solo se levantó del lomo de su esclavo cuando llegó a la puerta que daba al sótano y mazmorra de su tía para encender la luz y bajar las escaleras detrás de su sumiso que como no había recibido orden de incorporarse las bajó a cuatro patas, como un perro.

-         En pie esclavo- dijo la chica con dureza viendo sus exigencias satisfechas al instante, el hombre estaba ligeramente sudoroso debido al esfuerzo de cargar con su Ama pero se levantó como un resorte.

Como buen sumiso el hombre no puso ninguna clase de resistencia cuando Mireya le agarró los brazos y le colocó uno de los grilletes que caían del techo en cada uno. La muchacha no contenta con aquello y queriéndole dejar aún más indefenso cogió una barra separadora que usó para mantener las piernas de Luís bien abiertas.

-         Ahora estás completamente a mi merced ¿eso te gusta, escoria?- le preguntó Mireya a su sumisa acercándose mucho a él y acariciándole el pecho.

-         Me encanta Ama- dijo el hombre sobrexcitado.

-         Ya se ve- dijo la joven agarrando la polla del hombre- ¿hace cuanto no se la metes a tu mujer?

-         Casi un mes Ama- dijo el hombre entre jadeos, los cuales se cortaron de golpe cuando un rodillazo en su masculinidad hizo gemir de dolor a Luís.

-         ¡No te excites tanto conmigo sin excitarme antes, perro!- dijo Mireya enfada mirándolo con fijeza.

-         Lo siento Ama- dijo el hombre con la voz entrecortada- pero es que usted me vuelve loco.

-         Antes he visto que te ha excitado que te apretase las pelotas- dijo la chica caminando por la habitación- me pregunto si con el látigo te pasará lo mismo- dijo Mireya descolgando un látigo de la pared, era de cuero, bastante largo, lo que le hacía tener un aspecto temible. La chica acarició la espalda del hombre con el artilugio que tenía en las manos- Como soy un Ama muy magnánima te voy a premiar si soportas muchos latigazos, conforme me vaya acalorando me quitaré ropa ese será tu regalo.

-         Muchas gracias Ama- dijo el hombre justo antes de recibir su primer latigazo.

Mireya gozó al escuchar el restallar del látigo sobre las pálidas carnes del sumiso que trataba de ahogar sus gemidos de dolor todo lo que le era posible, pero la fustigadora no tenía piedad de él y usaba el látigo por todo su cuerpo, siendo sus zonas favoritas la espalda, el pecho y por encima de todo, aunque lo hacía con cuidado y por la espalda para que al sumiso le pillase por sorpresas, los genitales.

El Ama encantada por el comportamiento que estaba teniendo su esclavo no tardó en quitarse el vestido azul de tirantes con el que había salido aquella mañana de casa, quedando a la vista del hombre el cuerpo de Mireya cubierto tan solo por un sujetador blanco un tanga del mismo color y unos zapatos azules con bastante tacón.

Ver a su joven Dueña así vestida volvió a excitar al hombre aumentando considerablemente su resistencia durante unos minutos, en los que pese a los latigazos el placer de la excitación se seguía imponiendo. Pero eso duró poco y después de un par de docenas de latigazos el hombre volvió a gritar de dolor.

-         Me encanta ver tu cuerpo así, esclavo- dijo Mireya a la espalda de Luís arañándole la espalda, cubierta por infinidad de marcas rojas, de arriba a bajo- ¿Crees que debería darte ya otro premio?

-         Solo usted puede decidir eso, Ama- dijo el hombre haciendo sonreír a Mireya que le gustó la respuesta.

-         Me voy a quitar una prenda más ¿cual prefieres que me quite?- le preguntó dejando el látigo en el suelo y colocándose ante su esclavo.

-         Sus zapatos Ama- dijo el hombre sin pensárselo.

-         ¿No prefieres ver mis tetitas o mi coñito?- preguntó la chica un poco sorprendida por la respuesta de su esclavo.

-         Toda usted es preciosa mi Ama, pero siempre he tenido fijación por los pies de las mujeres y los suyos deben de ser preciosos.

Mireya que no tenía intención de hacerle cambiar de idea se quitó lentamente los zapatos mientras Luís observaba maravillado los pies de su Diosa. La chica que sabía de la tremenda frustración que debía de sufrir el hombre al ver tan de cerca su objeto de deseo paseó alrededor del hombre acariciándole el pecho, la espalda, el culo, los muslos, la cara… pero no rozó al hombre con sus pies ni una sola vez.

-         ¿Te han dado, literalmente, alguna vez por culo, esclavo?- preguntó Mireya mientras clavaba sus uñas en las nalgas del hombre.

-         Sí Ama- dijo Luís- he acudido a más de un Ama profesional para alimentar mi deseo de ser sometido.

-         ¡Que rabia!- dijo Mireya no excesivamente enfadad- me habría gustado ser la primera en romperte el culo, pero no importa- dijo la chica alejándose de su esclavo en busca de un arnés adecuado para su primera penetración a un sumiso.

Después de buscar entre los artilugios que su tía guardaba se encontró con el consolador de correas adecuado para ella, cinturón de cuero negro, un dildo de unos 22 o 23 centímetros bastante grueso para penetrar y uno de 15 del mismo grosor que además contaba con vibración para la Dominante.

La parte que correspondía a Mireya entró en su sexo con una facilidad pasmosa debido a su excitación y gimió de gusto. Una vez lo tuvo abrochado se plantó delante de su esclavo para desatarle y llevarle a otra zona de la habitación en la que en el suelo habían cuatro grilletes que lo dejarían totalmente indefenso ante la penetración de Mireya.

Luís, que no puso resistencia al mandato de su Ama, no tardó en verse unido al suelo mediante cuatro correas de cuero que le dejaban a cuatro patas apoyado sobre sus rodillas y antebrazos.

-         ¿Te han dado alguna vez una buena mamada, esclavo?- le preguntó Mireya después de dar un par de vueltas alrededor de su Luís.

-         Alguna vez Ama, hace mucho que no- respondió el hombre.

-         Espero que aprendieses algo, porque de la calidad de tu chupada dependerá el dolor o placer que sientas- dijo la chica acuclillándose delante de su sumiso dejando a su alcance el grueso dildo negro.

El hombre sabiendo al lugar que iría aquel grueso pene de plástico comenzó a chuparlo con devoción. Mireya, mientras tanto lo miraba satisfecha, tener a un hombre más de 20 años mayor que ella obedeciéndola en todos sus caprichos le hacía sentir poderosa, como una auténtica reina.

-         Creo que con esto será bastante- dijo la chica levantándose y colocándose a la espalda del esclavo- ¡Ruégame que te rompa este culo de inútil que tienes!- ordenó la chica apuntando su arnés al ano de su sumiso.

-         Por favor Ama, la suplico que me folle el culo, que me haga sentir como una puta- dijo el hombre con voz alta y clara, pero con un tono que hacía evidente los deseos que este tenía de ser sometido.

-         ¡No oses compararte con una puta, esclavo!- dijo la chica dando la primera envestida y haciendo gritar a Luís de dolor- ¡Ellas cobran por su trabajo, tú en cambio me pagas para que te trate como la mierda que eres!- dijo la chica introduciendo otro medio palmo de su arnés en el culo del sumiso, que soltó otro quejido- Por cierto ¿mi tributo dónde lo tienes?- dijo hundiendo la totalidad del consolador.

-         ¡En el coche, Ama!- exclamó el hombre después de gritar de nuevo.

-         ¡En cuanto me quede a gusto iremos a buscarlo!- dijo la chica comenzando a mover las caderas.

Mireya se empleó a fondo en la follada de Luís, comenzando con unas penetraciones lentas y profundos para continuar con unas más rápidas que hicieron que los jadeos del esclavo solapasen los de su Ama. La chica para aumentar la excitación del sumiso se dedicó acariciarle primero la espalda, luego el pecho y finalmente su miembro, que para sorpresa de la Dominante estaba mucho más grande y duro que antes de comenzar a sodomizarle.

El Ama comenzó a masturbarlo lentamente sin dar tregua al culo de Luís, que a cada momento que pasaba ponía menor resistencia a la penetración. Mireya por supuesto antes de comenzar a pajearle le avisó de que tenía prohibido correrse y que si lo hacía recibiría un castigo de lo más sádico y cruel. Lo cual no hizo más que excitarle todavía más.

-         ¡Aguanta perro, que estoy a punto!- dijo la chica entre jadeos mientras apoyaba su torso sobre la espalda del esclavo.

-         ¡Yo también Ama, por favor déjeme correrme se lo ruego!- pidió el sumiso por tercera vez mientras trataba de resistirse a la hábiles caricias que su Dueña le estaba proporcionado.

Mireya soltó la polla de Luís en el mismo instante que notó como sus fluidos comenzaban  a salir de su sexo, y como era habitual en los orgasmo de la chica, apretó lo que tenía a mano, en aquella ocasión los muslos de Luís, sobre los que clavó sus cortar uñas dejando una buenas marcas sobre ellos.

-         ¡Que bueno!- dijo la chica sonriendo mientras sacaba el dildo de un tirón.

-         Ama, por favor, ¿me dejaría correrme a mí también?- suplicó el hombre.

-         Primero cumple con tus deberes y luego ya veré- dijo la chica volviendo a acuclillarse ante su sumiso para que llegase con su boca al dildo.

El hombre que entendió perfectamente lo que su Ama requería de él comenzó a lamer el dildo de su Señora sin ningún pudor hasta dejarlo del todo limpio. Después de aquello Mireya se cambió su arnés por su tanga, siempre fuera de la vista de Luís ya que le había ofrecido ver su sexo y había preferido contemplar sus pies, y finalmente lo desató.

-         Bien perro arrastrado- dijo la chica comenzando a caminar hacia la salida seguido de Luís que se desplazaba a cuatro patas- vamos a ver el tributo que me tienes preparado y en consecuencia te premiaré, o te desestimaré como esclavo.

Mireya subió con rapidez las escaleras y esperó a su esclavo al final de las mismas para montar sobre su espalda. Al hombre le costó bastante más que al principio desplazarla por la casa, pero tener a una bella joven sobre su lomo le daba la fuerza suficiente como para seguir adelante.

Las cosas comenzaron a complicarse en al patio, ya que la chica no tenía intención de bajarse de su sumiso hasta que este le dejase a las puertas del automóvil. Para llegar hasta allí Mireya le hizo gatear sobre un montículo de piedras y algo de césped lo que dejaron las rodillas y manos de Luís un poco magulladas. Pero el sumiso se sintió satisfecho cuando dejó a su Ama en su lugar de destino y esta entró en el coche en busca de su tributo.

-         Está en la guantera, Ama, en un sobre blanco- le informó mientras la chica se estiraba para abrirla y sacarla, Mireya sonrió cuando notó su peso.

-         Vamos a ver como valoras a tu Ama- dijo la chica abriendo el sobre y encontrándose con un gran número de billetes de 50- bien, parece que te has ganado un premio- dijo la chica mientras miraba a su sumiso- ¡Manos a la espalda, perro!- Luís no tardó ni un segundo en obedecer, quedando de rodillas y con su polla más erecta que nunca.

El esclavo gimió de placer cuando sintió los pies de su Ama sobre su verga, con el empeine de uno acariciaba las bolas de su dócil esclavo y los dedos del otro los pasaba por el sobresaliente glande morado que parecía a punto de estallar.

Tras un par de minutos de preliminares Mireya decidió que era el momento de dar algo de alivio a su esclavo y colocó un pie a cada lado del miembro de su sumiso para iniciar la masturbación que lo llevaría al clímax. El hombre gemía una y otra pero este sabía que no tenía permiso para correrse.

-         ¡Ama, por favor estoy a punto, déjeme correrme se lo ruego!- suplicó el sudoroso hombre que miraba a su Ama ansioso por oír una respuesta positiva.

-         Puedes correrte cuando quieras- dijo la chica acelerando el ritmo.

-         Pero la mancharé sus divinos pies, mi Ama- dijo el hombre que pese a sus deseos de eyacular seguía pensando en su Ama.

-         No te apures, luego los limpiaras.

Mireya vio un asomo de sonrisa en la cara del hombre al ver que no solo podría correrse sino también adorar los pies de su Diosa. Pero la sonrisa desapareció para transformarse en una expresión de placer cuando el primer chorro de semen salió de su polla, cayendo este al suelo debido a su alta presión, pero los otros seis que lo siguieron fueron esparcidos sobre los pies de Mireya que no dejó de acariciar el pene de Luís hasta que este pasó de los 12 o 13 centímetros de máxima excitación a una ridícula polla flácida más pequeña que su dedo índice.

El verse aliviado sexualmente no hizo que Luís holgazanease con los deberes que tenía con su Ama, después de gozar del orgasmo unos segundos se arrodilló a los pies cubiertos de semen de Mireya y comenzó a lamerlos con deseo. La joven Dominante observaba sonriente sentada sobre la tapicería de cuero del coche de su sumiso, mitad por las cosquillas que le producía sentir aquella rápida lengua recorriendo sus pies y la otra mitad por la sensación de poder absoluto que Luís la estaba dando.

Mireya, fingiendo que no prestaba atención a su esclavo, volvió a contar los billetes del sobre, convencida de que al igual que Luís habría muchos sumisos y sumisas que caerían en sus manos en poco tiempo.

 

Continuará…

 

Agradeceré comentarios y sugerencias…

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